Introducción
El consumo de alcohol y tabaco en los adolescentes se considera un problema de salud pública relevante, debido a las cifras que se reportan a nivel internacional y nacional. En el 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que el 26,5% de los adolescentes entre 15 y 19 años en el mundo eran consumidores de alcohol y que 43 millones de adolescentes entre 13 y 15 años consumieron tabaco (OMS, 2018a; OMS, 2018b). En México el consumo de drogas por los adolescentes ha ido en aumento, la Encuesta sobre el Consumo de Drogas en población de 12 a 17 años reportó una prevalencia de consumo de alcohol alguna vez en la vida del 39,8%, en el último año del 28% y en el último mes del 16,1%, y registró un aumento en el consumo excesivo en el último mes del 4,3% en el año 2011 al 8,3% para el año 2016 (Gobierno de México, Comisión Nacional Contra las Adicciones, 2017). En cuanto al consumo de tabaco por los adolescentes reportó una prevalencia de consumo actual del 4,9%, de los cuales el 0,5% fuma diariamente y el 4,4% lo hace de manera ocasional (Gobierno de México, Comisión Nacional Contra las Adicciones, 2017).
El consumo de drogas en la adolescencia se considera perjudicial debido a las consecuencias que ocasiona en la salud física, psicológica, familiar y social. Por lo tanto, abordar la problemática del consumo es relevante, dado que la literatura menciona que el inicio de consumo de sustancias lícitas puede propiciar o incrementar la probabilidad de consumo de drogas ilícitas, lo que podría ocasionar problemas de dependencia en la edad adulta (De Higes Martínez, 2020). Los factores asociados al consumo de drogas en los adolescentes se consideran multifactoriales y se han abordado desde diferentes sustentos teóricos, como los modelos ecológicos, que representan la complejidad del fenómeno a través de la interacción del individuo y los factores del entorno (Scoppetta & Ortiz Garzón, 2021).
La literatura describe diversos factores en el entorno que fortalecen las habilidades para el rechazo o disminución de las conductas de riesgo, como el consumo de drogas, uno de esos factores a considerar en la escuela es la calidad de las relaciones interpersonales que se desarrollan en el entorno escolar y que se consideran el aspecto más significativo del clima escolar, debido a que se asocian con el bienestar emocional, que impacta en el desarrollo de conductas promotoras de salud (Ruvalcaba-Romero et al., 2018).
El clima escolar es un concepto multidimensional que abarca la atmósfera, la cultura, los valores, los recursos y las relaciones interpersonales entre administrativos, maestros, alumnos y padres de familia (Orozco-Solis et al., 2016). El clima escolar positivo, de acuerdo con el Consejo Nacional del Clima Escolar, “fomenta el desarrollo y el aprendizaje necesarios para una vida productiva, contribuyente y satisfactoria en una sociedad democrática” (Gase et al., 2017, p.320). Se caracteriza por incluir normas y valores con los cuales los estudiantes se sienten seguros social, emocional y físicamente. Gaias et al. (2019) mencionan que el clima escolar positivo se ha identificado como un factor ecológico que se asocia con el desarrollo de la resiliencia en los adolescentes.
Las relaciones de los estudiantes con los padres, maestros y compañeros, actitudes de los docentes, metodologías de enseñanza, gestión del tiempo en el aula, estilo de gestión escolar, existencia y claridad de objetivos escolares, la preocupación de la escuela por temas escolares, el involucramiento de los padres en las actividades escolares son algunos de los rasgos del clima escolar positivo (Shukla et al., 2019). Algunos estudios sugieren que un clima escolar positivo se asocia con un mejor rendimiento académico, satisfacción con la escuela, conductas promotoras de salud y una menor probabilidad de conductas de riesgo (Lahoz i Ubach, 2021). Ryabov en el 2015 identificó que los adolescentes que perciben un clima escolar positivo tienen menor probabilidad de consumir alcohol y convertirse en fumadores frecuentes.
A pesar de los esfuerzos y los programas de prevención para disminuir el consumo de drogas se ha observado que las cifras continúan en aumento, que las edades de experimentación o inicio de consumo son tempranas, por lo tanto, es importante identificar los factores del entorno del estudiante que promuevan las conductas saludables y que puedan ser utilizados como parte fundamental para la creación, modificación o reestructuración de las estrategias de prevención. La profesión de enfermería se caracteriza por brindar un cuidado holístico. En el tema de prevención del consumo de drogas en los adolescentes, es importarte evaluar los diversos factores del entorno, por tal motivo, el propósito del presente estudio es identificar si el clima escolar pudiera estar asociado al involucramiento del adolescente en conductas de riesgo y que pudiera ser un factor con capacidad de modificarse a través de las estrategias de prevención.
Marco contextual
El modelo socioecológico (MSE) se centra en cinco niveles de interacción, a los cuales denomina factores y en los cuales se consideran los componentes individuales, sociales y ambientales como objetivos para la promoción de la salud, que se conjuntan para el desarrollo del comportamiento. Este modelo plantea que el comportamiento afecta y se ve afectado por los factores del entorno en donde el comportamiento es el resultado de interés, el cual se desarrolla por diversos factores, entre ellos el factor organización (McLeroy et al., 1988). El factor organización se refiere a las instituciones sociales con características de organización, con reglas y regulaciones formales e informales; para la operación y para el presente estudio es representado, a través de la subestructuración, por el clima escolar.
El clima escolar se ha definido como la calidad de las interacciones entre los estudiantes, maestros, padres y el personal escolar que se establecen bajo las normas, valores, reglas y estructuras organizativas de cada escuela (National School Climate Center, 2007). Existe diversidad de literatura que ha abordado diferentes elementos del clima escolar, sin embargo, el modelo desarrollado por el Departamento de Educación de Estados Unidos ha tratado de combinar estos elementos considerando que el clima escolar incluya tres dominios: seguridad escolar (seguridad emocional, seguridad física y consumo de drogas), participación de los estudiantes (relaciones, respeto por la diversidad y participación escolar) y el entorno escolar, que incluye el entorno académico, bienestar y entorno disciplinario (Bradshaw et al., 2014).
Hipótesis
Un clima escolar positivo influye en el no consumo de drogas por los adolescentes de preparatoria.
Metodología
El diseño del estudio fue de corte transversal con diseño descriptivo correlacional predictivo, llevado a cabo de septiembre a noviembre del 2020. La población de estudio se conformó por 2107 estudiantes de una preparatoria municipal con edades comprendidas entre 15 y 18 años, pertenecientes a una institución de educación pública. Se utilizó un muestreo por conglomerados unietápico y la muestra se calculó considerando un modelo de regresión múltiple de 0,09, un α = 0,05 y una potencia de prueba del 90%, con lo que se obtuvieron 227 estudiantes.
Se utilizó una Cédula de Identificación de Características Personales y Consumo de Drogas formada por 8 preguntas que incluían datos sociodemográficos y la prevalencia global, lápsica, actual e instantánea del consumo de drogas, así como la edad de inicio del consumo. Y para valorar el clima escolar se utilizó la Escala de Clima Escolar (MDS3) desarrollada por Brandshaw et al. (2014) con el objetivo de implementar un sistema sostenible para evaluar el clima escolar en población adolescente, que fue validada en México por Orozco-Solis et al. (2016). La escala se compone de 56 preguntas divididas en tres indicadores: seguridad, compromiso académico y ambiente escolar. Las preguntas de la 1 a la 49 cuentan con cuatro opciones de respuesta tipo Likert, que van de 1 - totalmente en desacuerdo a 4 - totalmente de acuerdo, mientras que de la pregunta 50 a la 55 cuentan con respuestas que van de 1 - es un gran problema a 4 - no es un problema, y la pregunta 56, que se refiere al acoso escolar, cuenta con opciones de respuesta 1 = sí y 2 = no. La interpretación del instrumento indica que una alta puntuación representa un clima escolar positivo. La escala total (α = 0,92), así como las subescalas (seguridad α = 0,84, compromiso académico α = 0,92 y ambiente escolar α = 0,75) obtuvieron una consistencia interna aceptable.
Se contó con la aprobación por parte de las Comisiones de Ética e Investigación de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Nuevo León (Registro FAEN-D-1577) y por las autoridades de la institución educativa. La recolección de datos fue realizada a través de una plataforma digital que contenía los instrumentos del estudio y mediante esta plataforma se exportaron los datos para el análisis estadístico de la información al paquete estadístico IBM SPSS Statistics, en su versión 22.0 para Windows.
Se calculó el análisis de correlación biserial puntual para examinar las correlaciones entre variables continuas y dicotómicas y el coeficiente de correlación de Spearman para conocer la relación entre variables numéricas. Se utilizó un modelo de regresión logística binaria para examinar el efecto del clima escolar, ingresando las subescalas de seguridad, compromiso académico y entorno escolar como variables independientes y la prevalencia global del consumo de alcohol y tabaco como variables dependientes.
Resultados
La muestra estuvo compuesta por 41,4% hombres y 58,6% mujeres con una media de edad de 16,2 años (DE = 0,75). De acuerdo con el grado académico, el 7,9% pertenecía al primer semestre, el 41,9% al tercer semestre, el 15,9% pertenecía al cuarto semestre y el 34,4% pertenecía al quinto semestre. En la Tabla 1 se reporta la percepción del clima escolar en los adolescentes con una media de 167,56 (DE = 17,77), así como las subescalas de seguridad = 32,42 (DE = 6,44), compromiso académico = 87,28 (DE = 10,21) y ambiente escolar = 47,85 (DE = 5,36).
Mdn. | DE | Mín. | Máx. | ||
Clima escolar | 167,56 | 166 | 17,77 | 112 | 221 |
CE Seguridad | 32,42 | 34 | 6,44 | 13 | 42 |
CE CA | 87,28 | 86 | 10,21 | 58 | 112 |
CE Ambiente escolar | 47,85 | 47 | 5,36 | 30 | 68 |
Nota. M = Media, Mdn. = Mediana; DE = Desviación Estándar; Mín. = Mínimo; Máx. = Máximo; CE = Clima escolar; CA = Compromiso académico.
En cuanto al consumo de drogas, se obtuvo la media de edad de inicio para el consumo de alcohol de 14,35 años (DE = 1,76) y para el consumo de tabaco de 13,84 años (DE = 2,14). Las prevalencias de consumo de alcohol y tabaco se reportan en la Tabla 2. El 48,9% de los estudiantes mencionó no haber consumido alcohol alguna vez en la vida, mientras que el 90,3% de los estudiantes refirió no haber consumido en la última semana. En cuanto al consumo de tabaco, el 80,6% refirió no consumir tabaco alguna vez en la vida, además de que en la última semana el 96,5% mencionó no haber consumido tabaco.
Sí | No | IC95% | ||||
Variables | f | % | f | % | LI | LS |
Alcohol Prevalencia global Prevalencia lápsica Prevalencia actual Prevalencia instantánea | 116 85 46 22 | 51,1 37,4 20,3 9,7 | 111 142 181 205 | 48,9 62,6 79,7 90,3 | 0,445 0,311 0,150 0,058 | 0,576 0,437 0,255 0,135 |
Tabaco Prevalencia global Prevalencia lápsica Prevalencia actual Prevalencia instantánea | 44 21 12 8 | 19,4 9,3 5,3 3,5 | 183 206 215 219 | 80,6 90,7 94,7 96,5 | 0,142 0,054 0,023 0,011 | 0,245 0,130 0,082 0,059 |
Nota. f = Frecuencias; % = porcentajes; IC95% = Intervalo de Confianza al 95%; LI = Límite Inferior; LS = Límite Superior.
Se identificó una asociación negativa entre la prevalencia lápsica del consumo de alcohol y el clima escolar (r bp = -0,140; p < 0,05), así como con la subescala del clima escolar: seguridad (r bp = -0,138; p < 0,05). La prevalencia instantánea del consumo de alcohol se asoció de manera negativa con la subescala del clima escolar: seguridad (r bp = -0,200; p < 0,01). En cuanto al consumo de tabaco, solo se identificó una asociación negativa entre la prevalencia en el último mes y la subescala del clima escolar: ambiente escolar (r bp = -0,162; p < 0,05).
Para responder a la hipótesis se realizó un modelo de regresión logística con las prevalencias del consumo de alcohol y tabaco como variables dependientes y las subescalas del clima escolar: seguridad, compromiso académico y ambiente escolar como variables independientes. En la Tabla 3 se encontró que el clima escolar positivo predice el no consumo de alcohol en la última semana hasta un 8,2% de la varianza explicada, con menor probabilidad de consumo si existe una percepción positiva de seguridad (OR = 0,904; p < 0,01).
Nota. =Chi cuadrada; gl = grado de libertad; p = Significancia estadística; R 2 = R cuadrado de Nagelkerke; CE = Clima escolar; B = Parámetro estimado B; ES = Error Estándar; W = Prueba de Wald; OR = Razón de Probabilidad.
Por otra parte, en la Tabla 4 se muestra que el clima escolar positivo no predice el consumo de tabaco, sin embargo, existe menor probabilidad de consumo de tabaco en el último año cuando existe una percepción positiva del ambiente escolar (OR = 0,884; p < 0,05).
Nota. =Chi cuadrada; gl = grado de libertad; p = Significancia estadística; R 2 = R cuadrado de Nagelkerke; CE = Clima escolar; B = Parámetro estimado B; ES = Error Estándar; W = Prueba de Wald; OR = Razón de Probabilidad.
Discusión
La percepción del clima escolar reportada de manera general por los participantes ha sido positiva, lo que denota un clima escolar favorable entre administrativos, maestros, estudiantes y padres de familia. Gase et al. (2017) menciona que el clima escolar positivo tiene un impacto en el rendimiento académico y la asistencia, también menciona que aumenta la autoestima de los estudiantes, los enseña a resolver conflictos, así como proporciona habilidades para desarrollar conductas promotoras de salud.
Los adolescentes consideran que su escuela es segura, perciben que existe control en cuanto al consumo de drogas, uso de armas, acoso escolar y agresiones físicas. Esto difiere de lo reportado por Bottiani et al. (2020), quienes mencionan que los estudiantes que perciben su escuela cómoda y limpia también perciben que el consumo de sustancias es un problema en su escuela. También consideran que existe buena comunicación con los maestros, que los escuchan y valoran las actividades que realizan, así como que la relación entre compañeros es buena. Mencionan que sus padres conocen su rendimiento académico y que si hacen algo que no esté permitido en la escuela, siempre son informados. Lo anterior es similar a lo reportado por Gaias et al. (2019), quienes mencionan que una percepción positiva de la seguridad, el compromiso académico y el ambiente escolar se asocia con niveles altos de competencia en el desarrollo y bajos niveles de conductas de riesgo. Shukla et al. (2019) mencionan que una buena conexión de los estudiantes con la escuela se asocia con la prevención de la violencia y las conductas saludables. Por último, consideran que la escuela siempre está limpia, confortable y que las reglas con las que se rige son claras y existen consecuencias para quien no las sigue, y que en caso de requerir apoyo, cuentan con la atención necesaria en caso de tener problemas. Bottiani et al. (2020) consideran que las percepciones de los estudiantes sobre el clima escolar se asocian a resultados significativos en los logros académicos, la salud mental, menor desarrollo de delincuencia y conductas de riesgo.
Las drogas consideradas fueron el alcohol y el tabaco, y se observó que el consumo alguna vez en la vida de alcohol fue reportado por más del 50% de los adolescentes, pero solo el 9,7% mantuvo este consumo en la última semana. El consumo de tabaco fue reportado en menor proporción que el de alcohol, donde el 19,4% de los participantes mencionó haber consumido tabaco alguna vez en la vida, de los cuales el 3,5% mencionó haber consumido en la última semana, cifras que se encuentran por encima de lo reportado por la ENCODAT (Gobierno de México, Comisión Nacional Contra las Adicciones, 2017) a nivel nacional. El consumo de alcohol y tabaco se asocia con las convivencias sociales y en México culturalmente ha sido permitido el consumo por los adolescentes en fiestas o reuniones familiares, a pesar de que legalmente está prohibida su venta a menores de edad (López-Cisneros et al., 2016).
El consumo de drogas a temprana edad puede ocasionar problemas de tolerancia y dependencia debido a que el cuerpo se encuentra en desarrollo, por otra parte, el alcohol y el tabaco han sido identificados como drogas de inicio que aumentan el riesgo de consumo de drogas ilícitas (Saltos Solís, 2018). Además, Chacón Cuberos y colaboradores (2016) comentan que las prevalencias de consumo de alcohol y tabaco son bajas en la adolescencia temprana, que es donde se ha identificado el inicio de consumo, sin embargo, las prevalencias van aumentando conforme aumenta la edad, con un consumo agudo de drogas con fines sociales en edades comprendidas entre 14 y 16 años, similares a las de los participantes de este estudio.
La hipótesis propuesta establece que un clima escolar positivo influye en el no consumo de drogas por los adolescentes de preparatoria e identifica que el clima escolar positivo se relaciona con el no consumo de alcohol; esto solo en la última semana, con menor probabilidad de consumo cuando perciben la escuela como segura. Esto es similar a lo reportado por Cornell y Huang (2016), así como Ryabov (2015), quienes mencionan que el hecho de que en las escuelas exista un clima escolar positivo, disciplina justa y buenas relaciones maestro-alumno se asocia con menores tasas de consumo de alcohol. Por otra parte, el consumo de tabaco no mostró asociaciones significativas, lo cual puede deberse a la baja tasa de consumo reportada por los estudiantes. Esto difiere de lo reportado por Ryabov en el 2015, quien menciona que cuando los estudiantes asisten a escuelas con un clima escolar positivo, tienen menor probabilidad de ser fumadores frecuentes.
Es probable que las bajas prevalencias de no consumo de alcohol y tabaco reportadas por los estudiantes sean ocasionadas por varios factores derivados de la contingencia epidemiológica del COVID, como la situación económica, la accesibilidad a los puntos de venta, la falta de reuniones sociales en las cuales una de las acciones que regularmente realizan es el consumo de alcohol y tabaco, y la permanencia en casa, que pudiera brindar mayor supervisión por parte de los padres en las actividades que realizan los adolescentes.
Conclusión
Se identificó que un alto porcentaje de los estudiantes no presentaron consumo de alcohol y tabaco en el último mes y la última semana. Así mismo, se identificó que el clima escolar percibido por los estudiantes es positivo. También se identificó que el clima escolar positivo predice el no consumo de alcohol en la última semana, sin embargo, no predice el consumo de tabaco. Además, se identificó que percibir la escuela como segura disminuye la probabilidad del consumo de alcohol.
El clima escolar funge como un factor protector para el consumo de drogas en los adolescentes, lo cual deja clara la necesidad de establecer intervenciones dentro de la escuela que consideren a administrativos, maestros, alumnos y padres de familia que se focalicen en mantener un clima escolar positivo y la prevención de conductas de riesgo.
El consumo de drogas, al ser multifactorial, requiere que el diseño y la aplicación de intervenciones considere los diversos factores que fungen como protectores para el desarrollo de la conducta, los cuales, a través de los modelos ecológicos, pueden identificarse en los diversos niveles del entorno en el que el adolescente se desarrolla. En este estudio se identificó que una alta percepción de seguridad en la escuela funge como factor protector para el consumo de alcohol y que podría considerarse en las intervenciones implementadas por enfermería. Se recomienda replicar el estudio una vez que los alumnos puedan retornar de manera segura a las instalaciones educativas debido a que la Escala de Clima Escolar valora las interacciones entre alumnos, maestros, padres de familia y personal en general que ocurren dentro del centro educativo. Se recomienda también realizar un estudio que incluya drogas ilícitas que permitan identificar las correlaciones o efectos más significativos.