Introducción
Simon Zabell (Málaga, 1970) es un artista visual británico nacido y residente en España. Licenciado en Pintura y Escultura por la Universidad de Granada, decidió continuar su formación con un Máster de escenografía en la Slade School of Fine Arts de Londres bajo la tutela de Philip Prowse (1937) un reconocido escenógrafo y director de escena teatral a quien el artista señala como gran referente en su manera de entender y abordar el proceso creativo. Se acercó al estudio del diseño de escenarios animado por el deseo de diversificar y expandir su formación artística y atraído por la posibilidad de vincular las artes plásticas a la literatura y la música, sus otras dos grandes pasiones. No quiso desarrollarse profesionalmente como escenógrafo, pero sí toma del diseño teatral la concepción del espacio, el marcado carácter narrativo, la relación inclusiva con el espectador y el hecho de poder trasladar a la visualidad plástica una creación musical o literaria.
Zabell es profesor de escultura en la Facultad de Bellas artes de la Universidad de Granada e imparte numerosas conferencias y talleres sobre arte y procesos creativos. Desarrolla y exhibe su obra desde finales de los años noventa, principalmente en forma de pintura, escultura, fotografía e instalación. Ha participado en importantes exposiciones y ferias de arte contemporáneo a nivel internacional (ARCO, Pinta NY, VOLTA, BâleLatina Basel, PULSE Miami o SCOPE London entre otras) y ha sido premiado y becado por prestigiosas instituciones. Sus proyectos, siempre en buen equilibrio entre el planteamiento conceptual y el estético, se adscriben coherentemente a su principal línea de investigación: la libre traducción en imágenes de obras de otros autores, generalmente concebidas en lenguajes no visuales.
En este artículo nos centraremos en dicho acto de interpretación, elemento definitorio fundamental en la producción artística de Simon Zabell. En primer lugar, nos acercaremos al contexto del autor para comprender las motivaciones conceptuales y emocionales que sostienen y alimentan su sólida y coherente investigación a lo largo de los años. Observaremos después su proceso creativo a fin de conocer los mecanismos metodológicos que el autor utiliza para conectar en profundidad con una obra ajena y ser capaz de generar algo completamente distinto y propio. Seguidamente, veremos algunos ejemplos que nos darán una visión más nítida del particular universo visual y teórico de Zabell y de su peculiar manera de entender la traducción.
1. Todo ocurrió en Babel
La confusión de lenguas abrió una brecha insalvable en Babel e hizo imposible la conclusión del proyecto más ambicioso de una época. Aquella fulminante diferenciación idiomática acabó con toda posibilidad de comunicación fluida en el seno del equipo de trabajo. La construcción colectiva se detuvo, inútil intentar coordinarse; el caos se apoderó de una sociedad desconcertada y, desde ese preciso momento, en dispersión. Causa y efecto, los pretenciosos constructores no necesitaron muchas más pistas para entender que lo ocurrido era un castigo por su ego desmedido.
Simon Zabell nació y creció en el sur de España. Hijo de padres ingleses y formado en ambos territorios bebió por igual de las dos fuentes culturales. Es bilingüe, bicultural y vive como una riqueza el poder ver y entender el mundo desde dos prismas bien distintos. Porta en su propio ADN las cuestiones relativas a la distancia que lleva de un lenguaje al otro, el espacio de incertidumbre que el mensaje recorre buscando hacerse comprensible por quien le recibe; se mueve e indaga por convicción natural en el territorio de la traducción.
Se pregunta si el golpe a Babel no fue más bien una oportunidad mal entendida, un regalo para la creatividad y el juego, para el nacimiento de muchas nuevas posibilidades de comunicación y creación (Zabell, 2017). Los babelitas desistieron de seguir haciendo juntos, perdidos en la incomprensión. Zabell no se rinde, ¡al contrario! decide quedarse justo ahí, frente a Babel, trasladando mensajes de otros idiomas a los suyos propios, desde la música o la literatura a la visualidad, disfrutando del proceso de interpretación.
Consciente de la imposibilidad de alcanzar una transcripción perfecta entre lenguajes de distinta naturaleza, -entre lo leído, oído o recordado, entre la imagen mental y lo realmente visible-, el autor juega y experimenta en los márgenes del posible error interpretativo, descubriendo nuevas oportunidades creativas en las fallas lingüísticas y en la libre traducción.
El resultado de su trabajo es siempre único e inesperado, una experiencia propia encontrada en el proceso de apropiación, re-pensamiento y nueva creación de una idea preexistente.
2. Traductor de imágenes: proceso
Zabell está en continuo movimiento; no tiene que ir en busca de nuevos temas para su desarrollo creativo, las ideas simplemente le salen al paso mientras vive con ojos muy abiertos, lee con avidez, se apasiona por una música o descubre un fragmento de historia que le conmueve. Cuando un asunto engancha su atención investiga con intensidad casi obsesiva, impulsado por una curiosidad innata que le lleva continuamente a nuevos hallazgos.
Se adentra a menudo en el universo de otros creadores no visuales, principalmente escritores o músicos. Desde unas partituras, un relato o un libro desarrolla exhaustivas exploraciones guiado por su intuición. Compila información, lee, viaja y entrevista a cuantos expertos sobre el asunto necesite para componer su propia historia.
Pero la obra de Simon Zabell nunca es una sucesión de datos ni un alarde de conocimientos; sus imágenes no son descriptivas y no tienen ningún compromiso con la literalidad. El espacio de interpretación del artista es su terreno de juego; aquí procesa lo aprendido, lo filtra, y traslada el resultado de sus percepciones a un nuevo lugar. El imaginario de Zabell tiene que ver con sensaciones físicas, impresiones, emociones, recuerdos, imágenes mentales o evocaciones que serán llevadas a lo visible en series de pinturas, en forma de instalación de luz en descomposición cromática o en esculturas poliédricas de madera (Figura 1). A nivel plástico y gráfico, Zabell apuesta por la simplificación y la máxima depuración de la imagen, la geometría, el plano y las formas puras. Convierte su idealización mental en imagen, a veces cromática, a veces icónica: la vierte en la superficie, la fija sobre grandes lienzos, convencido de la potencia de la propia materialidad del objeto artístico. Diseña siempre códigos plásticos propios y específicos para cada idea, así como recursos técnicos adaptados a las necesidades narrativas de cada proyecto en particular. Se mueve también con libertad entre distintos lenguajes visuales y formatos según convenga a lo que quiere contar, ajeno a cualquier imposición estilística o de continuidad de marca.
3. Orígenes y traducciones: algunos ejemplos
Siempre atento y abierto a nuevos encuentros y posibilidades, Simon Zabell reconoce multitud de influencias de diferentes ámbitos creativos. En el campo de las artes visuales cita a Soledad Sevilla, Jonathan Lasker, Peter Doig, Sol Lewitt, Frederic Edwin Church o Malevich. Pero, como ya hemos mencionado, las obras que le han servido como punto de partida y referencia para el desarrollo de sus propios proyectos no provienen, por lo general, del contexto de las artes plásticas. Se interesa, indaga y crea desde propuestas de Pier Paolo Pasolini (Rema, 2008-2009), del músico hawaiano Ernest Ka'ai (The life and times of Ernest Ka'ai, 2012), del cineasta Yasujirō Ozu (Akibiyori, 2009) o a partir de una supuesta anécdota sobre el músico Keith Moon, batería de The Who (El curioso incidente de Keith Moon a la batería, 2018).
Una de sus mayores fuentes de inspiración es el trabajo del escritor radical francés Alain Robbe-Grillet, desde cuyas novelas ya ha desarrollado tres extensos proyectos: Le voyeur (2004), La Jalousie (2006) (Figura 2) -ambos inspirados en novelas homónimas- y La Casa de Hong Kong (2007-2008), basado en la novela La Maison des Rendez-Vous. También partió de las partituras de Olivier Messiaen (Of Canyons and Stars, 2013), Richard Wagner (Tannhauser, 2009), Karlheinz Stockhausen (Klavierstük IX, 2009) y hasta de la Familia Real de Hawaii (The Sky Above Honolulu, 2011) para generar algunas de sus propuestas más interesantes.
Desde 2014 ha estado implicado de lleno en su trabajo más ambicioso, Our Men in Tahiti, basado en la sórdida y poco conocida novela tardía de Robert Louis Stevenson: Bajamar (The Ebb-Tide, 1894). Simon Zabell fue becado por la Fundación BBVA para la realización de este proyecto, un sólido respaldo que le permitió realizar una extensa investigación. Sus indagaciones le llevaron a Escocia, California y la Polinesia Francesa y tuvieron como resultado un largo, interesante y fructífero proceso creativo (Figura 3).
Para poder entender con mayor claridad cuáles son las claves que identifican la singular propuesta investigativa del autor observaremos más de cerca dos de sus proyectos de traducción y creación, uno concebido a partir de una obra literaria y el otro desde unas partituras y toda una extravagante historia de reyes y de islas del Pacífico.
3.1 La Casa de Hong Kong (2007-2008)
La novela La Maison des Rendez-Vous de Alain Robbe-Grillet (1965) fue publicada en España bajo el título La Casa de Hong Kong durante la dictadura y algunos años más tarde como La Casa de Citas. Robbe-Grillet, uno de los padres del Nouveau Roman francés, cuenta una historia extraña en el interior de un prostíbulo de lujo en el Hong Kong de principios de los años veinte del siglo pasado. Hay crimen, erotismo, tráfico de drogas, tramas cambiantes y entrecruzadas, un narrador no fiable que manipula y tergiversa la historia y una densa atmósfera que invade todo.
Zabell traduce visualmente esta obra no intentando ilustrar ni narrar la historia, sino atendiendo a las sensaciones que le produce su lectura. Evoca en pintura visiones del espacio donde ocurre la acción, la habitación principal de la casa de citas: unas sillas desordenadas, plantas, hojas de palmera, algunas líneas estructurales del espacio, unas cortinas… todo de forma esquemática, con perspectivas simplificadas y una luz amarilla fluorescente que se intensifica progresivamente en cada lienzo (Figura 4).
Trata de fijar algunas imágenes del lugar y los objetos que se configuran a su cerebro mientras lee, siguiendo las descripciones del escritor. Al mismo tiempo, en otra capa de representación, nos deja ver parte de la realidad física y presente del lector, el propio texto impreso o las páginas del libro a distintos niveles de intensidad y de distancia. En algunos de los lienzos la superficie de la doble página de texto domina completamente el plano; en otros la pintura cede ante la imaginación y la atmósfera amarilla de la historia. El pintor nos lleva a un viaje de inmersión, desde la superficie matérica del libro y hasta perdernos en lo profundo de la irrealidad de la que nos habla. Para acompañarnos en la lectura, Simon Zabell diseña un espacio expositivo completamente oscuro, e ilumina cada cuadro con focos de teatro (Figura 5, Figura 6, Figura 7). Cada imagen recortada en luz nos llama como un decorado abierto; como en casi toda la obra del artista los espacios escenográficos vacíos invitan al espectador a entrar en escena (Navarro, 2007).
3.2 The Sky Above Honolulu (2011)
A partir de una de sus lecturas, Zabell decide tirar del hilo de una fascinante historia que despierta toda su curiosidad. La última generación de la familia real de Hawái (monarquía hasta finales del siglo XIX) solicitó los servicios del compositor y militar prusiano Heinrich Berger en 1877 para educar a sus príncipes en el elevado arte de la música al gusto europeo. El profesor formó a conciencia a cuatro miembros de la realeza - entre ellos al propio rey y su hermana y sucesora la princesa Lili'uokalani, última reina de Hawái - (Figura 8), estuvo al mando de la Royal Hawaian Band, dejó numerosas composiciones relevantes (la música del actual himno de Hawái fue compuesta por él con letra del rey Kalākaua) y ayudó a que la música hawaiana fuese conocida en muchos otros países.
De su trabajo y del de sus Reales aprendices nacieron multitud de composiciones que combinan la estructura clásica alemana o austríaca con el sonido y las tradiciones hawaianas - el ukelele, evolución del cavaquinho portugués traído desde Madeira y Azores, nació y se introdujo en la música del país durante el servicio de Berger al rey Kalākaua - . Todas estas canciones reflejan el espíritu melancólico del momento, cuando la monarquía iba a ser derrocada y el país estaba a punto de perder su independencia a manos de Estados Unidos.
Tras un intensivo trabajo de indagación Simon Zabell logra localizar las partituras con ayuda del Bishops Museum de Honolulu. Después, encuentra grabaciones de todas las canciones interpretadas por John King, un reconocido ukelelista clásico. A partir de la audición de estas nostálgicas obras el autor genera una serie de pinturas de diferentes formatos (Figura 9). En estos lienzos traduce la estructura musical de cada pieza a la visualidad, disponiendo cuidadosamente distintos elementos florales sobre la superficie pictórica según la estructura rítmica de cada composición (El Cielo Sobre Honolulu, 2011).
El código plástico que Zabell elige específicamente para esta serie -pintura aerografiada sobre flores y pétalos colocados en perfecto orden en el lienzo blanco- nos deja ver sólo la huella enmascarada de algo que estuvo ahí y ya no está. La suavidad con la que las micro-gotas de pintura se depositan alrededor de cada impronta de flor, dibujando con más o menos nitidez los contornos, recuerdan a rayografías o a negativos fotográficos (Figura 10); aquí los vacíos pictóricos evocan aquello que fue y nos acercan visualmente a la nostalgia de la música que Simon Zabell rescata y reinterpreta (Adell, 2013).
Así, con la ordenada organización musical europea enseñada por Henri Berger y el recuerdo añorante de los típicos motivos florales hawaianos flotando sobre un cielo nocturno, Zabell interpreta las partituras creadas en una época creativa dorada en Honolulu.
Conclusión
Simon Zabell es una de las personalidades más interesantes de la creación contemporánea española. Desarrolla cada uno de sus proyectos con gran coherencia y solidez; es impecable en su construcción conceptual y muy personal a nivel de realización estética. Ha conseguido encontrar en su idea de traducción un eje que vertebra y cohesiona su investigación y producción artística.
Su obra nos invita a acercarnos a los referentes que escoge, estableciendo puentes de comprensión que van más allá de lo narrativo. Nos lleva a Babel, su terreno de juego, y vemos la distancia entre lenguajes de otra manera a través de su mirada.