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Observatorio (OBS*)

versão On-line ISSN 1646-5954

OBS* vol.10 no.Especial Lisboa jun. 2016

 

¿Cómo contribuyen las redes sociales en el desarrollo de la subjetividad en sociedades autoritarias? El caso de #YoSoy132 en México

 

Emma Fabiola Navarro Montaño*

* Postdoctorante en Ciencias Políticas y Sociales de la Université catholique de Louvain, en CriDIS Centre de recherches interdisciplinaires «Démocratie, Institutions, Subjectivité», Place des Doyens, 1 - Bte L2.01.06, B-1348 Louvain La Neuve, Belgique (fabiolanm@gmail.com)

 

RESUMEN

Este artículo pretende mostrar cómo las redes sociales están afectando a las estructuras tradicionales de poder en México, considerado como un país de gobierno predominantemente autoritario. Las conversaciones en línea aportan gran visibilidad a sus usuarios.

Enunciaremos las características del porqué consideramos que México es un país autoritario. Posteriormente, con el #YoSoy132, demostraremos que las conversaciones en línea se han vuelto prácticas comunes que pueden fortalecer la ciudadanía. Éstas prácticas innovan la producción informativa y permiten la vigilancia ciudadana, por lo que vuelven visible a los actores. Antes de la existencia de ellas, el control gubernamental iba de la mano de prácticas opacas con la complicidad de los medios masivos. Examinamos el conflicto existente entre las prácticas autoritarias y la lógica de la visibilidad, la cual entendemos como un nuevo comportamiento ciudadano que emerge del discurso aficionado de las redes sociales y del mundo audiovisual.

Gracias a la metodología construida y el marco conceptual de movimientos sociales, analizamos las conversaciones en línea como evidencia empírica de una nueva forma ciudadana encarnada en el movimiento nacido en las redes. Encontramos un nuevo imaginario simbólico cívico correspondiente al momento sociocultural de la primera década de 2000.

Palabras clave: redes sociales, ciudadanía, movimientos sociales.

 

ABSTRACT

This paper seeks to address how social media is shaping the traditional structures of power in  some countries known to have an authoritarian government, such being the case of Mexico. Online conversations give users tremendous visibility.

We will enlist the characteristics of why Mexico is considered authoritarian. Then, with the example of #YoSoy132, we will argue how social media conversations are becoming a common practice that can strengthen citizenship. We will prove that these practices innovate information production and allow citizen surveillance, therefore they make users visible actors. Before social media, government control went hand in hand with opaque practices and collusion of mass media. We examine the conflict between authoritarian practices in Mexico and the logic of visibility, that we understand as a form of citizenship behavior emerging in amateur social media discourse that nourishes itself from the audiovisual world. Relying on a methodology based on a conceptual framework of social movements, we analyzed online conversations as empirical evidence of the social media movement. We find a civic symbolic imaginary that corresponds to the sociocultural moment of the first decade of 2000.

Keywords: Social media, citizenship, social movements.

 

Introducción

En este artículo, presentaremos conceptos claves encontrados en el movimiento #YoSoy132 que nos permiten afirmar la existencia de una nueva manera de participación social basada en la visibilidad1.

En primer lugar, y en sintonía con la tendencia de los movimientos globales pro-democráticos ocurridos en la primera década del siglo XXI, en el #YoSoy132 observamos dos evoluciones: la primera es un proceso en el que los actores involucrados en el movimiento experimentan su subjetividad volviéndose medios (y en este caso, volviéndose hipermedios. Por sus convicciones políticas, los usuarios emplean imágenes propias y testimonios para distribuirlos por la red). La segunda evolución es que dichos testimonios emplean convenciones audiovisuales que narran procesos sociales de emancipación. En particular, mediante el uso de las comunicaciones digitales, el movimiento gestado en las redes sociales generó empatía y una noción de comunidad que no se limitó solamente a los participantes en línea, sino a un espectro amplio de ciudadanos y de protestas sociales. Esto lo logró al evidenciar la vigencia de algunas demandas sociales previas que retomó.

Segundo, el movimiento representó una subjetividad global cívica, producto de su propio contexto socio-histórico. Es decir, el #YoSoy132 confrontó la idea del régimen político reducido a las elecciones. Pretendió reformarlo por la vía institucional (al menos en un inicio, posteriormente dentro del movimiento hubo posturas con proyectos de nación diversas, desde reformistas, hasta anti-modernas o radicales). Por lo tanto, buscó establecer un nuevo orden basado en las acciones de los ciudadanos y en su empleo de los nuevos medios. Pretendió re-politizar a la juventud, balanceando la interdependencia asimétrica. Es decir, buscando equilibrar las relaciones de fuerza desigual existente entre actores sociales e instituciones a favor de la primera. Incorporó de esta manera el poder cívico, la rendición de cuentas y la justicia a una agenda social que corresponde a una democracia aumentada; una exigencia característica de los movimientos sociales de la era global.

Finalmente, desafió las prácticas formales y fácticas mediante la exposición digital. Esta última reforzó la voluntad del movimiento de convertirse en una fuerza contra-hegemónica (Sousa Santos, 2010) impulsando a que los usuarios de redes se volvieran actores que pelearon en diferentes frentes. No bastó sólo denunciar la colusión de los medios de comunicación masiva con la esfera política que impulsaba al entonces candidato Enrique Peña Nieto, sino que su lucha se centró en ser una iniciativa democrática que busca la justicia social. De manera que encontramos la voluntad de generar una narrativa alternativa transmedia e hipermedia crítica con las elecciones presidenciales mediante la hibridación de medios, y esta es otra característica del empleo digital de medios de los actores globales en la actualidad.

Durante las campañas presidenciales de 2012, Enrique Peña Nieto fue el candidato por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Dicho partido, conocido por gobernar el país durante los 70 años posteriores a la Revolución Mexicana, tenía un historial de administración totalitaria mientras mantenía una fachada democrática. Descrito por Vargas Llosa como la dictadura perfecta (1990) el estilo de poder se caracterizaba por un “presidencialismo autoritario”.

Con una ideología ambigua y una habilidad permanente para acallar la oposición o cualquier tipo de cuestionamiento social2, el PRI gobernó usando todo tipo de mecanismos para mantener el poder, incluyendo el abuso institucional (tortura, desapariciones forzadas, sobre todo durante la guerrilla o “guerra sucia” en los años 60 y 70) la muerte y/o desaparición de activistas, matanzas (como en Tlatelolco en la ciudad de México el 2 de octubre de 1968, en Aguas Blancas, Guerrero, el 25 de junio de 1995 o en Acteal, Chiapas, el 22 de diciembre de 1997) e inclusive la simulación de elecciones libres, cuando el sistema encargado de tabular los votos “se cayó”, permitiendo el fraude electoral en 1988. Al ser gobernador del Estado de México (2005-2011), Peña Nieto parecía reproducir la misma modalidad polémica de gobierno.

Por ejemplo, entre los casos más señalados durante su gobierno, fue la represión de Atenco el 3 de mayo de 2006, o la proyección positiva de imagen que Televisa, la empresa de comunicaciones más importante de Latinoamérica, le dio antes de tiempos de campaña.  La muy costosa producción de corte cinematográfico, fue un acuerdo que revelaría posteriormente The Guardian el 7 de junio de 2012. El periódico británico expuso que miembros del PRI y Televisa tenían un convenio de cobertura televisiva positiva con la finalidad de retratar al candidato priísta como futuro presidente de México (Campa, 2012). A dos años de que termine el gobierno Peñista, agregamos también el ataque en Nochixtlán, Oaxaca el 19 de junio de 2016, donde la policía federal y estatal desalojaron un bloqueo de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), con un saldo de por lo menos 8 personas muertas atribuidas a la represión.

Es importante también resaltar la cooptación que el PRI ha hecho de movimientos sociales durante el siglo XX, debilitando la autonomía de los ciudadanos. Tal como lo dicen Bizberg y Zapata (2010), la transición democrática fue llevada a cabo solamente en la esfera de las elecciones, pero la transformación social se olvidó en el momento en que actores y organizaciones estaban comprometidas con el PRI. Esto significó que las acciones de poder siempre fueron orientadas por liderazgos tradicionales de poder, por lo que, parafraseando a los investigadores, las relaciones entre las organizaciones sociales y los partidos políticos reproducían las formas corporativas y clientelares (p.16). De esta manera, lejos de representar demandas sociales, los movimientos sociales en México siempre fueron mirados con desconfianza, pues la sociedad civil se condujo por al menos 30 años con la fuerza priísta detrás de dicha participación.

Pero los regímenes autoritarios no son herencia exclusiva del PRI. Las muertes de la activista Digna Ochoa y de la periodista Regina Martínez ocurrieron durante los años de gobierno del derechista Partido Acción Nacional (PAN), la vieja oposición al PRI que ganó las elecciones por los siguientes dos sexenios a partir del año 2000. Entre las prácticas dictatoriales que la alternancia hizo, fueron las controvertidas elecciones de 2007, donde los conservadores ganan un segundo periodo, pero con un muy cuestionado triunfo por lo escaso del margen. Asimismo, es el gobierno federal panista, junto con el gobierno estatal priísta que reprime el movimiento magisterial de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) durante el 2006. La desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa en Guerrero en septiembre de 2014 ocurre cuando el PRI nuevamente está en el poder a nivel federal, pero el gobierno estatal es del Partido de la Revolución Democrática (PRD). De esta manera, podemos observar que las cosas no han cambiado ni con el triunfo de la oposición al PRI en el 2000 ni bajo el mando de otros partidos. Por el contrario, si, durante la era priísta, los movimientos sociales fueron cooptados, durante los 12 años de exilio del PRI, los movimientos sociales fueron criminalizados por el Estado. Este recuento demuestra que México atraviesa una larga y severa crisis institucional.

En este mismo tiempo las conversaciones en línea se volvieron una práctica generalizada. Este discurso digital e informal permite la auto-representación (Navarro, 2015). El contenido compartido tiene dos características, la conectividad y la interactividad, mediante el acceso a tecnologías asequibles, tales como un teléfono celular inteligente u otro dispositivo electrónico. La mayoría de estos aparatos cuenta con editores multimedia y tecnología para capturar imagen y sonido, lo cual permite que los usuarios puedan expresarse en términos audiovisuales. Pueden generar, testificar y compartir contenido auto-producido. Las conversaciones en línea son fuentes de información informal que hoy en día componen parte de los medios de información masiva (Navarro, 2015), por lo que han innovado la producción de información, la recepción y la industria de medios de comunicación. Su valor también descansa en su poder de ubicuidad y su capacidad de compartir testimonio de primera mano (Papadopoulos y Pantti, 2011). Por ello, dicha capacidad de ofrecer testimonio fue un gran paso en una sociedad que no tenía lugar en los medios masivos tradicionales.

 

De los medios masivos a los medios participativos: el surgimiento de la voz de las audiencias

Los medios masivos en México fungían como una herramienta complaciente de las industrias culturales de información y entretenimiento: tan es así que la televisión nunca jugó un papel en el proceso de democratización, sino que reforzó la simulación (Sánchez, 2005). Con algunas excepciones, el periodismo crítico y plural era escaso y amenazado por las autoridades. Así lo pudo constatar el reconocido periodista ya fallecido Julio Scherer, quien admitió que fue obligado a censurar un artículo que daba cuenta de la matanza en Tlatelolco en 1968 (Sánchez, 2005). De hecho, fue la participación del PRI en dicha masacre la que proveyó la marca distintiva de cómo se conducen los medios de comunicación en este país; como un actor social inexistente. Desde ese entonces y por mucho tiempo, tal como dice el analista Raúl Trejo, la radio y la televisión no daban una opinión distinta a los comunicados estatales (Sánchez, 2005).

Otra característica de los medios masivos de comunicación es que suelen ser controlados por la iniciativa privada. Por lo tanto, la línea editorial no está necesariamente comprometida con ser crítica con la política o las instituciones públicas. Por ejemplo, cuando Carlos Salinas de Gortari fue el candidato del PRI para las elecciones Presidenciales de 1988, el propietario de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo se asumió a sí mismo como partidista y públicamente anunció que debían hacer todo lo posible para que el priísta ganase las elecciones. No fue el único que mostró su protección, el entonces Presidente de la Cámara Nacional de Radio y Televisión también expresó su apoyo al candidato (Sánchez, 2005). Todavía para la década de los 90, los medios masivos y el gobierno eran descaradamente aliados públicos, sin embargo, esta situación se estaba volviendo cada vez menos tolerable para una democracia que se suponía liberal.

Además, la opinión pública no tenía espacio para expresarse, salvo momentos únicos como el terremoto de 1985 o las explosiones ocurridas en Guadalajara en 1992 (Sánchez, 2005). En ese sentido, las radios comunitarias son una excepción, pues se trata de los pocos medios nacidos desde la era analógica que ofrecen un espacio público, usualmente local o regional. Como podemos ver, se pueden caracterizar los tiempos globales de los años 80 y 90 como una continuación de esta participación enmudecida de los actores ante los medios y la escena política.

Por ello no es ninguna novedad que los medios masivos de comunicación estén acusados de pisotear el desarrollo de la ciudadanía, e inclusive de ser un obstáculo para la democracia. De hecho, más que un agente cultural que promueve un debate racional sobre los proyectos de nación, los medios hacen que la política se asemeje más a un tópico de entretenimiento y escándalo (Sánchez, 2005).

Dada la complicidad de los medios masivos con el gobierno, las formas alternativas de información y organización parecían más bien posibilidades marginales. De hecho, la autonomía social se constriñó aún más al abrazar de lleno el modelo neoliberal mediante la firma de tratados internacionales y el abandono estatal de los servicios, reduciendo el poder público que debiese representar a la colectividad. A este respecto, para una mejor protección de los derechos públicos sobre los privados, Fraser (2014) asegura que los movimientos sociales deben pasar por una institucionalización para que tengan peso suficiente ante los costos negativos del capitalismo. “Si sospechas de todas las instituciones, si buscas trabajar fuera de los circuitos de poder, en lugar de tratar de cambiar dichos circuitos para usarlos, lo que haces es en realidad fortalecer el poder privado, por ejemplo (el de) las corporaciones. Creo que hay un malentendido fundamental de lo que es el poder entre los neo-anarquístas que dominaron el movimiento Occupy. Esto no significa que yo no aprecie los proyectos sociales experimentales, las comunidades, las cooperativas y otros esfuerzos por construir una economía social y solidaria. Pero todos estos no son sustitutos para los controles globales financieros por ejemplo. Los poderes privados que prevalecen hoy son demasiado grandes y demasiado enraizados como para ser desafiados por experimentos comunitarios locales. La creencia de que la acción directa por sí sola es suficiente es sumamente engañosa.”

La conducción complaciente de medios masivos y el poder político prevalecieron hasta que el legado de impunidad, corrupción, desigualdad y recurrentes crisis económicas provocó el descalabro del PRI al perder la Presidencia en el 2000. Con el PAN se suponía el advenimiento un periodo de genuina democracia, aunque en un contexto cada vez más orientado por el libre mercado.

Una década después, la coexistencia de los medios masivos con las redes sociales ha dado una perspectiva de poder muy distinta a los ciudadanos. Primeramente, ambas son fuentes de información que se han influido mutuamente y que convergen en sus canales y en sus correspondientes emisiones o formas de producción. Segundo, un elemento importante en los medios digitales es su simulación de estilos y géneros analógicos mediáticos como el cine, el periodismo y la publicidad, así como de modalidades artísticas modernas. El contenido en una plataforma web 2.0 privilegia la interactividad, la visualización de la información y su combinación, es decir enfatiza la visibilidad, haciendo que los usuarios también piensen en términos audiovisuales. Entonces, el contenido en Internet emplea de manera creciente una gramática audiovisual prestada del cine, el video, los mensajes multimedia entre otros, y su tendencia es la mezcla de todos estos lenguajes, formatos y medios, algo que se conoce como deep remixability (Manovich, 2008). Dicho concepto refiere que los medios facilitan la modularización de objetos culturales, una especie de bien digital personalizado. Finalmente, el Internet ha creado una homogeneización de la cultura mediática donde un conflicto representado se atiende a nivel local, junto con el tono informal de las conversaciones en línea, pero dicho espacio es visto como un nuevo espacio público (Pleyers, 2016). 

Como una red abierta de consumo personal, los usuarios de Twitter por ejemplo, tienen acceso a la transformación de su subjetividad mediante los editores de contenido. Pueden interactuar, expandiendo sus posibilidades perceptivas y físicas y desempeñar su yo-mediático al socializar contenido. Como producto de dos industrias modernas (las mediáticas y la informática), los contenidos en la era digital comprometen aún más a estas dos industrias (Manovich, 2001).

La opinión personal no sólo inserta un elemento de realidad o da a los usuarios la posibilidad de la auto-representación. Bajo las especificaciones descritas anteriormente, el testimonio digital permite ser una importante fuente de información autónoma y un elemento de vigilancia. Si bien antes los actores sociales no tenían un lugar en los medios masivos, ahora puede exigir, organizar y crear poder alterno. Sin embargo, sería iluso pensar que la producción de información en línea puede escapar a la censura. Y no sólo eso, no olvidemos que tiene limitaciones culturales y económicas. Por ejemplo, las emisiones de radio de la periodista Carmen Aristegui han sido silenciadas durante los gobiernos de Calderón y Peña. Al proseguir con su trabajo en línea, su impacto se ve severamente reducido, simplemente porque los medios masivos continúan siendo los productores de noticias dominantes (Pleyers, 2016). El acceso a los medios en línea sigue teniendo un impacto aún muy reducido.

Es en este contexto de vigilancia ciudadana que los medios proveen, que el PRI planeó su retorno en 2012. El choque entre el autoritarismo tradicional de la política con el nuevo poder ciudadano basado en la visibilidad, se narra a continuación:

El 11 de mayo de 2012, Enrique Peña Nieto era candidato del partido oficial y estaba dando una conferencia en la Universidad Iberoamericana. Había declinado acudir a las instalaciones en dos ocasiones anteriores por lo que la expectativa era grande. Reputado por su reducida capacidad de manejo en situaciones no controlables, sumado a su manierismo histriónico y falta de autocrítica, el candidato pronto empezó a irritar a la comunidad estudiantil. Pero la situación se tornó aún peor cuando los estudiantes lo corrieron del auditorio y luego lo acosaron en los pasillos universitarios. Primero lo confrontaron hasta obligarlo a resguardarse en un servicio sanitario. Luego, suspendió su participación en la radio universitaria, Ibero 90.9FM. Finalmente, salió por la parte trasera del recinto académico. Todo esto se reportó, prácticamente en tiempo real por las conversaciones en línea de los estudiantes y la radio universitaria.

En las siguientes horas, los videos compartidos y reeditados, mostrando a los estudiantes cazando al potencial Presidente de la Nación tuvieron un impacto enorme en la opinión pública. Indignados por la actitud desafiante de haber sido exhibidos de manera tan poco halagadora3 el equipo de campaña de Peña Nieto declaró a los medios que la comunidad estudiantil era de “porros y acarreados”. En un contexto mexicano, porros es un sustantivo peyorativo que refiere a estudiantes infiltrados pagados para confrontar y generar confusión a la opinión pública mediante ataques violentos. Por su parte, ser acarreados es otra palabra negativa que denuesta a un grupo de personas por haber sido manipuladas para acudir a un lugar y apoyar a un candidato.

Sin embargo, atrás han quedado aquellos tiempos en los que los medios emitían una sola versión de los hechos a una audiencia masiva y pasiva. Producido ese mismo fin de semana, 131 estudiantes publicaron un nuevo video donde muestran su matrícula de identificación y aclaran que no eran acarreados ni habían sido entrenados para nada4. Si los videos de Peña Nieto siendo cazado por una multitud estudiantil causaron revuelo en las conversaciones en línea, este nuevo material generó tonos homéricos, logrando posicionar #Yo Soy 132 y #131alumnosdelaIbero (el supuesto número de estudiantes participantes en la edición del video) como tendencia nacional por los siguientes días. Además, se volvió uno de las 10 tendencias mundiales durante mayo de 2012.

Con estos modestos videos, los universitarios mostraron su inconformidad a la indisposición de autocrítica de Peña Nieto (sobre todo en cuanto a derechos humanos, corrupción y opacidad). Dicho contenido pronto se triplicó, generando un espacio en Twitter y Facebook de algo que debió haber ocurrido desde un inicio: un debate público y crítico entre ciudadanos que buscaban prácticas democráticas en sus representares políticos. Pronto, las agencias de noticias tuvieron que rescatar los contenidos en las redes sociales porque estaba generando un fenómeno nuevo de valor noticioso5.

 

Metodología

Para poder determinar la innovación que el #YoSoy132 representó para los movimientos sociales en México, se requería identificar imaginarios simbólicos cívicos previos que correspondían a su referencia de participación, con objeto de subrayar las características que los diferenciaban uno de otro. Esto permitió elaborar una categoría nueva con patrones de acción que pertenecían a un contexto nacional-global de la primera década del siglo XXI.

Brevemente queremos señalar que el contexto nacional-global refiere, entre otras acciones, al empleo de Internet para mediatizar causas locales y generar redes de solidaridad global. A ese respecto, el EZLN es de los primeros movimientos que decidieron tener una audiencia cautiva global apelando a las llamadas minorías o excluidos desde las nuevas tecnologías de red (más claramente enunciado en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona in 2005). Sin embargo, recordemos que la comunicación en Internet era aún estática por usar la plataforma web 1.0, dando una interactividad no sincronizadas y cuyo contexto político fue la inauguración de los tratados de libre comercio. Veinte años después, la generación del #YoSoy132 se beneficia de la plataforma web 2.0 y ha crecido en un contexto neoliberal. Y, sin embargo, ambas comparten las demandas sociales de justicia, sumando batallas previas. López (1998) de hecho indica que desde 1968 tanto las clases medias como los sectores populares adquieren un protagonismo que históricamente habían carecido, pero es con los Zapatistas que se abre el escenario a la participación cívica nuevamente. Además, ambas tenían el interés de enmarcar sus realidades locales como desafíos de participación global en búsqueda de dignidad (las elecciones Presidenciales de 2012, en el caso del movimiento estudiantil; el rechazo “de la humanidad” hacia el neoliberalismo, según el Subcomandante Insurgente Marcos en 2014).

Observamos que las tendencias y los retuits refieren a imaginarios simbólicos cívicos previos, o una combinación de ambos, o bien a una forma cívica nueva. Construimos nuestro corpus recuperando los tuits emitidos entre el periodo de mayo a diciembre 2012. Este segmento fue dividido en tres momentos. Cada división se hizo al encontrar acciones representativas del movimiento de redes sociales. Nuestro marco conceptual permitió el análisis de las conversaciones para caracterizarlas como empáticas o que fortalecían el sentido de comunidad. Durante este periodo se tomaron en cuenta los trending topics (TT). Las tendencias y los retuits son importantes porque revelan migraciones de opinión, ofreciendo una visualización de tópicos correlacionados con la información. Asimismo, ofrecen una mirada a la masa mediática crítica que ocurre antes, durante, y después de un evento. Son pues, antecedentes de opinión que demuestran la influencia de los usuarios en Twitter. (Toret, 2012).

Dado que la lucha por las buenas prácticas democráticas sigue formando parte de la agenda cívica, se esperaba que los imaginarios sociales que emergieron durante los años 80 y 90 siguieran presentes en las movilizaciones actuales, pero en un nuevo contexto y con nuevos actores. Por ejemplo, los esquemas de significación encontrados en los imaginarios simbólicos de finales de los años 80 y 90 en los actores sociales de los movimientos analizados por López (1998), fueron la construcción de “lo cívico” o espacios donde las condiciones políticas y sociales se acercarán a una ética cristiana, aportando solidaridad y compromiso. También el dar herramientas técnicas y de organización para la participación. Igualmente, otro esquema fue ofrecer una perspectiva jurídica a los derechos humanos y políticos, y el ofrecer una visión política al movimiento, entre otros. Estos esquemas de significación siguen presentes en el #YoSoy132. A dos décadas, el imaginario simbólico definido como “cívico” (López, 1998), reaparece en las acciones de los simpatizantes del movimiento nacido en la Universidad Iberoamericana. Es decir, tras identificar los imaginarios simbólicos previos que coexistieron en el movimiento estudiantil y resaltar nuevos esquemas de significación, pudimos encontrar una nueva subjetividad.

Se debe aclarar que, por razones metodológicas, recuperamos los tuits en el periodo mencionado porque es cuando mayor interacción se registró en los medios. El #YoSoy132 no sólo se encontraba en las redes sociales, sino también en los noticieros y medios masivos. Sin embargo, aunque nuestro análisis concluye en diciembre de 2012 con su evidente debilitamiento, el #YoSoy132 sigue vigente a la fecha de hoy.

Para construir nuestra muestra seleccionamos tuits en función de dos criterios: i) utilizamos palabras claves para seleccionar un corpus de conversaciones en línea y ii) tomamos en cuenta su grado de socialización:

Por ejemplo, durante la primera división de tiempo, los tuits que fueron recuperados con las palabras clave como “más de 131 estudiantes” o “Peña Nieto en la Ibero” formaron parte de nuestro estudio de caso, pues esto nos permitió identificar la acción más representativa del periodo. Estas palabras clave también permitieron confirmar algunos significados a acciones y eventos mediante las tendencias de las que formaron parte.  

Con respecto al grado de socialización, solamente los tuits que sobrevivieron al tiempo son los compartidos o que formaron parte de una tendencia. Es decir, el contenido analizado tenía que haber sido compartido para tener impacto social y para sobrevivir el historial del timeline. Por eso nuestro corpus de tuits se empezó a construir poco tiempo después del triunfo de Peña Nieto, en el verano de 2012.

Por último, otra fuente que nos ayudó a construir nuestra muestra fue el seguimiento que dimos a cuentas de Twitter de periodistas, medios informativos, activistas y las cuentas oficiales y no oficiales del #YoSoy132.

 

Identificando los imaginarios simbólicos cívicos que caracteriza #YoSoy132 como una forma de ciudadanía

El #YoSoy132 encontró en la visibilidad su mejor estrategia para fortalecer el poder cívico. Durante los meses posteriores a su surgimiento en las conversaciones en línea tuvo una participación activa, exigiendo un desempeño de mejor nivel por parte de los candidatos presidenciales. Asimismo, promovió el voto, monitoreo las elecciones y urgió a las televisoras para que se mantuvieran fuera del proceso electoral, denunciando su apoyo a Peña Nieto. Mostró al mismo tiempo una sensibilidad semejante a las manifestaciones globales pro-democráticas. Nuestro punto de partida era el entender su fractura con movimientos nacionales, así como sus continuidades desde su empleo de medios.

Construimos un marco conceptual de movimientos sociales basándonos en las ideas de López (1998) y Pleyers (2013). López propuso dos modalidades de ciudadanía que había observado durante las últimas dos décadas del siglo XX. Al utilizar esquemas de representación para estructurar una identidad dada dentro de un conflicto, él conceptualizó un imaginario simbólico correspondiente a acciones clave que encontró en la lucha social llevada a cabo en México desde los años 80. Les llamó “cívico” y “popular”, los cuales ejemplifica con el actor social de Alianza Cívica (como el más progresista e intelectual, de ahí su concepción de cívico) y Asamblea de Barrios (el más comprometido con una identidad clara y, por ende, el más popular), respectivamente.

Pleyers, por su parte, a finales de los años 90 y la primera década de 2000, había estudiado la evolución de casos de movilizaciones locales de conciencia hacia las manifestaciones globales a favor de la democracia en diferentes partes del mundo. Entre las particularidades de esta nueva ola de movimientos globales, están la ausencia de un liderazgo, ideologías o un enemigo claro. Su impulso recae en la ciudadanía y su lucha por sus derechos a favor de una mejor democracia en sus localidades. Estos elementos nos permitieron elaborar una tercera categoría de comportamiento ciudadano que nombramos “de segundo orden global”, y que creemos que movimientos como #YoSoy132 encarnan.

El término “segundo orden global” hace referencia a tres conceptos: 1) Darley (2002) llama al realismo de segundo o inclusive tercer orden a todas las imágenes nacidas digitalmente, pero que simulan la forma analógica. La relevancia de la interacción virtual en la innovación social es que promueve cambios en la vida real con imágenes que formalmente imitan la realidad pero que pueden prescindir de ella. En las conversaciones en línea, por ejemplo, las imágenes de segundo orden (que usualmente las aporta un profesional), junto con las imágenes testimoniales (aportadas por el amateur por lo general) tienen un papel importante en los movimientos sociales recientes, como la Primavera Árabe o los Indignados. Si las imágenes testimoniales fueron empleadas con propósitos emancipatorios, proveyendo una autoridad moral del denunciante que ofrece información “exclusiva” y de primera fuente” (Mortensen, 2011), las imágenes de segundo orden proveen emoción, preparando el camino para la acción gracias a su efecto formalista. Sin embargo, hay que hacer énfasis en que no todas las manifestaciones sociales recientes son progresistas. Por ejemplo, tenemos el caso de los videos de ISIS cuya estética asemeja a los videojuegos y las películas de acción épicas. Éstas son súper producciones profesionales para ser compartidas en línea. Su impacto descansa en gran medida en sus efectos ultra formalistas para generar una respuesta emocional e inmediata donde conjunta también la imagen testimonial.

 2) Por su parte, López (1998) también emplea el término “segundo orden” a un tipo de ciudadanía que encontró en las identidades colectivas en México durante los años 90. Indicó que dichas identidades no tienen referencia territorial, ni se comprenden a sí mismas como poseedoras de identidades primarias, como sí lo tendría el imaginario simbólico “popular”. Por lo tanto, se asumen como una identidad difusa, fluida que trabaja en red y que carece de una afiliación.

3) Por su parte, “global” se refiere a aquellos actores cuya interacción en línea pretende abarcar una escala local-global y que buscan difundir su transformación subjetiva en la red. Creen en valores democráticos y en la reforma institucional. Son pues, actores globales que quieren congruencia en sus vidas y pretenden experimentar los valores democráticos en carne propia (Pleyers, 2014). Emplean los medios digitales para promover una sociedad crítica e inclusiva. De hecho, los activistas globales aseguran que los movimientos pro-democráticos recientes como la Primavera Árabe, los Indignados o el Occupy Wall Street son manifestaciones de que las juventudes afectadas tienen un problema común; la creciente desigualdad social y la falta de representatividad política (De Sousa Santos, 2015) a pesar de ser de diferentes culturas. Aunque esto es difícil de confirmar, es cierto que hoy en día es posible comparar de manera paralela estilos de vida y valores por las redes sociales. Nunca en la historia de la humanidad había una generación tan orientada por el medio (Rifkin, 2010), y con tanta disposición a mostrar su vida privada. Al comparar sus compromisos en línea, los usuarios de redes muestran una evolución personal que busca la libertad, y que pretende así mismo la emancipación social. Una especie de confesionario de “boca en boca” digital que oscila entre el hedonismo y el cambio social.

El #YoSoy132 siempre buscó ser referente de confiabilidad mediante su visibilidad en las redes. La Tabla 1 resalta las tres modalidades de ciudadanía esquematizadas en el México contemporáneo, donde la tercera, llamada por nosotros global de segundo orden, refiere a dos características que particularmente resaltan en el movimiento universitario: 1) el empleo del testimonio performativo, donde el sujeto activamente participa en el evento, siendo productor, audiencia y generador del evento, y 2) la profesionalización de contenido, donde la actualización del contenido es una constante para ofrecer una guía de lectura a su comunidad y a sus aliados ante nuevos desafíos conforme evoluciona el movimiento. Con estos dos comportamientos mediáticos, el #YoSoy132 construyó su identidad cívica al volverse un actor visible.

 

 

Con respecto al testimonio performativo, es importante la aportación de Mortensen (2011), quien asegura que todos somos potenciales testigos hoy en día por portar dispositivos móviles que generan contenido mediático. Somos observadores y participantes, y en una sociedad autoritaria, la cobertura de medios proveniente de ciudadanos puede ofrecer una concienciación social sobre las libertades. Pero más importante aún, ser testigo de algo significa desempeñarte con y por el medio (Frosh and Pinchevski, 2009a; 296). Dado que las subjetividades privadas se vuelven públicas, el productor no puede disociarse del contexto de sus actos y su proximidad con el evento compromete al sujeto y a la narración misma, eliminando la barrera de distanciamiento que un profesional de la imagen aportaría.

El distanciamiento, la objetividad y demás criterios que permiten validar la fuente de una imagen se pone aún más en entredicho cuando el material es empleado con fines políticos. Aquí recae el segundo comportamiento más observado en el #YoSoy132 referente a la profesionalización de contenidos. Los contenidos actualizados generados ex profeso pretenden volverse unidades valiosas de información, imitando las convenciones mediáticas de los géneros periodísticos. Entre las formas de presentación más recurrentes de convergencia audiovisual, están las gramáticas del cinema verité, los reportajes, los documentales, el artículo y el homenaje. No sobra decir que la imagen digital amateur representa un desafío al periodismo profesional, el cual se rige con estándares de calidad (Becker, 2011).

 

División de la línea de tiempo para la identificación de las acciones más representativas del movimiento #YoSoy132

El segundo paso fue recuperar los tuits más sobresalientes. Según el criterio establecido, es decir, el grado de socialización y los tuits arrojados acorde a palabras clave, construimos un corpus de tuits registrado en el timeline de mayo a diciembre. Posteriormente, el timeline fue dividido en tres segmentos según las interacciones de ese momento que narraron las acciones más representativas.

El timeline reveló que el movimiento gestado en la red tenía acciones correspondientes a imaginarios simbólicos fluctuantes que, según la coyuntura, innova los movimientos sociales en México, o bien mantiene un esquema tradicional de acción.

Afiliándose a luchas pasadas no resueltas, pero subrayando el deber cívico en un contexto global, el #YoSoy132 se mostraba a veces creativo y a veces conservador, asemejando un imaginario simbólico cívico o popular. Es en el momento en que lograron ir más allá de las herencias políticas y que dirigieron su atención a la colusión entre los medios y el poder, que emergió una nueva referencia que tenía más que ver con el contexto socio-politico de las protestas globales. Fue su exigencia por una mejor democracia con su ejemplo denunciante y de vigilante implacable la que hizo que el movimiento cobrara fuerza moral. Aunque su impacto nunca tuvo repercusiones más allá de la coyuntura electoral, se inspiró y trabajó con una metodología global. Por ejemplo, articuló ciudadanos y simpatizantes en la capital, en diferentes estados y en diversos países. Las células de #YoSoy132 trabajaban en red participando en luchas no sólo vinculadas a las elecciones de México, sino a agendas internacionales o de sus propias localidades.

 

El testimonio performativo. Un incremento de campañas criticas y emocionales donde los ciudadanos producen contenido en línea. El momento empático (11 de mayo a 21de junio)

Los tuits que originaron la tendencia y posteriormente el nombre del movimiento, reflejan las siguientes acciones:

-Postura pública del movimiento como heredero de luchas pasadas y actividades de protesta

-Testimonios performativos

-Invitación a ser vigilante en el proceso electoral

-Organización de un debate “cívico”

-Opiniones plurales, inclusión

Tal como explica López (1998), la importancia de los imaginarios simbólicos descansa en que tengan la función sociocultural de poder corresponder a su contexto histórico. Una vez que logran su cometido, un nuevo grupo debe aparecer y crear un nuevo imaginario que asumirá los nuevos retos como propios para reorientar el movimiento. En ese sentido, cada vez que las acciones del #YoSoy132 requerían de un nuevo esquema de significación surgían nuevos actores.

Como actor inesperado y prometedor en la escena nacional, el #YoSoy132 sedujo originalmente por dar esperanza de cambio. Aunque el movimiento tuvo presencia inmediata en las calles una vez nacido en línea, es sorprendente ver cuanta interacción se basó exclusivamente en lo virtual. Sus protestas se expresan en simulaciones de simulaciones, al igual que una audio-visualidad que recrea convenciones mediáticas. Por un lado, emplean imágenes testimoniales que ofrecen contenido moral, y por otro utilizan imágenes de segundo orden que exaltan la mirada dada su imitación formal de realidad analógica. Su organización se inspira en lo real, pero mucho de su impulso son ideas, deseos y emociones (Toret, 2012), es decir, en realidades subjetivas que se construyen en híbridos hipermediáticos.

En este periodo las tendencias en Twitter apoyaban fuertemente el #YoSoy132 y como se mencionó, mucho de este contenido provenía de testimonios performativos. El contenido más conocido fue el video que recoge los testimonios auto-producidos por la comunidad estudiantil para defenderse de las acusaciones del equipo de Peña Nieto6. En él se observa a cada alumno identificándose frente a la webcam de su computadora personal para asegurar que no son ni porros ni acarreados.

Cuando el medio se usa como retrato colectivo que da testimonio en primera persona, la “verdad” de los que presenciaron los hechos, coloca a los declarantes como protagonistas “morales” de una campaña que presiona a la opinión pública a tomar partido. Y si a eso, sumamos que México posee un gobierno que suele conducirse de manera autoritaria, entonces entendemos que el destinatario último de este comunicado fue en realidad la autoridad y en particular, el PRI. La ciudadanía demostró que su exigencia por un mejor desempeño iba acompañada por el poder de la ubiquidad cívica y la vigilancia.

Estas acciones ya eran prácticas comunes entre los participantes jóvenes en Estados Unidos con el Occupy  Wall Street, o los Indignados en España y Francia, o la Primavera Árabe en algunos países del norte de África y Medio Oriente. En el país ibérico, por ejemplo, el activista e investigador Toret (2012), conceptualiza a la red como una organización informal política. Mediante híbridos mediáticos compartidos en línea, los usuarios intensifican estados emocionales e informativos para incitar a la participación. Durante las protestas en los campamentos, la llamada tecnopolítica fue un fenómeno que alimentó paralelamente el sentido de comunidad al crear valores emocionales y cognitivos en la red. Ellos comprobaron que, si éstos contenidos digitales son compartidos en una coyuntura crítica, la difusión del contenido en línea se vuelve un acontecimiento. La idea detrás de una tendencia no sólo era que terminara en una manifestación real, sino en la generación de un vínculo visual de empatía que hiciera una proyección de un deseo colectivo a favor de la autonomía. Con respecto a la Primavera Árabe, la cineasta e investigadora Boëx (2014) determinó que las imágenes en la red tenían 3 propósitos: Son contenidos destinados a otros activistas para que ellos continúen sus luchas. Otro propósito es ser inspiración y crear homenajes a los muertos, permitiendo así el proceso de redención o santificación; y finalmente, se espera que cuando se comparta el contenido, éste llegue a circuitos ajenos a las protestas, logrando abarcar el interés noticioso internacional.

Como lo explica Becker (2011), la falta de neutralidad en las imágenes testimoniales, así como su cercanía, ofrecen un realismo y una dosis de emoción que el productor podría aprovechar para la reivindicación, dado que el sujeto “penetra” la noticia. Con la sola intención de influir o provocar valor noticioso, el usuario quiere acontecimientos mediáticos que sean lo suficientemente compartidos para crear un evento. El publicar y publicitarse son los nuevos estándares de confiabilidad porque generan empatía en aquel receptor que mira al otro-mediático como alguien “semejante” a sí mismo.

Es gracias a estos videos de auto-promoción que los usuarios simpatizantes del movimiento universitario son productores de noticias. Además, por su empleo performativo, son ellos mismos sujetos de valor noticioso. Documentan para formar parte del evento, una práctica mediática cada vez más común (Mortensen, 2011). Al crear una narrativa personal de “su” versión de la historia política y al ser parte del acontecimiento, adquieren importancia informativa en los medios masivos. De esta manera, innovan el circuito noticioso profesional, no sólo por la producción, sino por representar la novedad (el empleo de las redes sociales para contradecir lo dicho por el equipo de un candidato a la Presidencia de la República) y por la relevancia. Son actores mediáticos que impulsan una agenda cívica desde dos frentes: los medios masivos y las redes sociales, lo cual es un fenómeno relativamente nuevo. La empatía obtenida por tal exposición se fundamenta en el vínculo emocional. Tal como lo ha dicho Rifkin (2010), las generaciones más jóvenes son precisamente las que poseen una conciencia dramatúrgica, una que puede identificarse con el otro por sus luchas mostradas en el medio.

Rifkin (2010) asegura que una conciencia dramatúrgica permite a los usuarios generalizar el uso de los medios al tiempo que asumen roles y escenifican para fortalecer las comunicaciones de sus demandas en formatos de tipo mediático. Esto se traduce en una generación de jóvenes empáticos que presentan dos polos contradictorios: por un lado quieren participación, inclusión y bienestar social para todos (siendo principalmente sensibles a causas que sus padres y abuelos combatieron, tales como derechos de las minorías, de los migrantes, de las mujeres, de las familias inter-raciales, de los indígenas y otras formas de reconocimiento social que no hace mucho eran tabú), y por otra parte son, por mucho, la generación más hedonista y narcisista de la historia.

Obviamente, esta conciencia dramatúrgica es una poderosa característica de muchos de los jóvenes participantes en las protestas globales pro-democráticas de hoy. Se consideran especiales y quieren trascender en la red por medio de sus causas. Al expresar su intimidad y sus momentos de privacidad, establecen un fuerte vínculo con el receptor, el cual se siente identificado con ellos y experimenta empatía.

Por lo tanto, el primer fragmento del movimiento es precisamente el más empático. La producción de noticias se confiere a jóvenes ciudadanos que recogen convenciones de comunicación para contrarrestar la opacidad en el proceso preelectoral. Un acto de valentía en un momento en el que la protesta social carece de cualquier forma de autoridad a los ojos de los civiles y cuando la mayor parte de la agitación social ha sido históricamente reprimida.

 

Profesionalización del contenido para contextualizar el significado y solidaridad con otras causas. Manejo de la reputación y de la comunidad y la transición de la producción de activismo civil a tradicional (22 de junio a 22 de octubre)

Los tuits se concentran en la vigilancia y la denuncia de irregularidades durante la elección:

-Organización de un “foro de debate ciudadano” para las elecciones presidenciales.

-Alianzas con otras protestas y movimientos sociales

-Profesionalización del contenido y su mejoramiento para nuevas realidades

-Trasnacionalización de las causas

En este periodo encontramos que las diversas referencias de la ciudadanía respecto al #YoSoy132 se convirtieron en un gran obstáculo para la continuación del movimiento gestado en las redes sociales. El punto crítico lo podemos ubicar en el período post-electoral, cuando las conversaciones en línea empezaron a denunciar irregularidades en el proceso electoral y conforme transcurrió el tiempo fueron surgiendo nuevos proyectos políticos evidenciando la falta de bases comunes. La discrepancia en el discurso se observa cuando el contenido de las imágenes previas al #YoSoy132 se adaptó, profesionalizó y reutilizó para nuevos propósitos a medida que surgían nuevas realidades (Navarro, 2015). Se encaminó en dos direcciones: la personalización del movimiento a partir de los parámetros de diseño de los participantes y la politización del movimiento, eliminando gradualmente el contenido “cívico” (Navarro, 2015).

La participación cívica era la poderosa fuente de legitimidad que tenía el #YoSoy132. Destacó frente al antecedente de que las movilizaciones en México han sido estigmatizadas como resultado de su manipulada cobertura por parte de los medios. La legitimidad resalta también ante los métodos de cooptación y vínculos políticos con la lucha social que existían hasta ese entonces. Pero no sólo ganó credibilidad en su autenticidad al representar a estudiantes y una vasta población. Al romper con la tradición de cooptación, el #YoSoy132 demostró que los movimientos sociales no son únicamente de protesta, son también proposiciones a las culturas dominantes y a un sistema económico al mostrar visiones y valores alternos que pueden implementar perspectivas de emancipación (Pleyers, 2016). De hecho, Este es otro elemento que comparte con la lucha del EZLN. Al igual que el movimiento Zapatista, el #YoSoy132 valoró alternativas a un proyecto nacional y aunque desde un inicio su apuesta fue reformista, no hubo pocos simpatizantes dentro del movimiento estudiantil que poseían imaginarios simbólicos mucho más revolucionarios y profundos y que apostaron a la organización fuera de la institución.

Desafortunadamente el movimiento empezó a perder significado cuando mostró su incapacidad de trascender más allá de las elecciones de 2012. Ante el triunfo de Peña Nieto los usuarios en línea comenzaron la producción de diversos contenidos en las redes que guardaban poca relación con su intención inicial de ser una fuerza contra-hegemónica. Así, los antiguos registros incorporaron convenciones audiovisuales (haciendo la pieza menos amateur y más profesional) y esto a su vez dio contexto al contenido, elemento importante del que siempre adoleció la imagen amateur y que ayudó a obtener valor informativo de la misma.

La modificación visual del contenido no fue producto de la nostalgia, su propósito era influir en el estado cognitivo de la comunidad con respecto al movimiento (Navarro, 2015). Mediante la edición de las imágenes más emblemáticas del #YoSoy132 se podía reforzar una idea específica entre los participantes, un esquema de representación que buscaba apelar algunas veces a formas de activismo más tradicionales (convirtiéndose por lo tanto en “popular”), y otras ocasiones más orientado hacia formas “cívicas” de ciudadanía.

Las adaptaciones para generar nuevas contextos y conexiones, nos da una visión para entender estas versiones de imágenes mejoradas del #YoSoy132. Tomando el concepto de memorias de prácticas de evolución (Wegner, 2008), pero llevado a una plataforma web 2.0, podemos analizar las memorias de evoluciones como historias hipermedia. Es decir, como una narrativa profesionalizada con el tiempo y políticamente motivada para compartirse en la red (Navarro, 2015).

Cuando el #YoSoy132 ya no pudo proponer otro esquema de acción que no fuera la denuncia de irregularidades, aparecieron otros actores ofreciendo nuevas soluciones para expresar su oposición al regreso del PRI al poder. Dichas soluciones consistían en vincular al movimiento con otras demandas sociales. La memoria audiovisual trató de dar contexto a las imágenes del #YoSoy132 con formas más clásicas de resistencia. Mediante el uso de convenciones de medios analógicos que ayudaron a una narrativa con nuevo significado generaron una nueva construcción (por ejemplo, incorporando dramas, otras tomas y elementos de diversos reclamos sociales), esperando que con ello ambos movimientos pudieran inter-relacionarse (Navarro, 2015).

Es en momentos críticos cuando el #YoSoy132 cuestionó severamente sus métodos, y también es cuando demostró, principalmente, que de hecho era producto de la herencia de muchos símbolos cívicos imaginarios que no coexistían armónicamente. Por lo tanto, como participantes deseosos de darle continuidad al movimiento, cada uno estableció vínculos y contenidos con diversas protestas, esperando crear comunidades comprometidas al destacar la similitud de sus demandas (Navarro, 2015). De igual forma se concentró en formas de discurso de menor entretenimiento, trabajando abiertamente sobre objetivos políticos tales como elecciones limpias, derechos humanos, libertad de expresión, libertad de medios, entre otros.

A pesar de este desorden identitario político, el siguiente ejemplo da cuenta de cómo el #YoSoy132 se había convertido en un líder de opinión. Durante las elecciones, muchos de sus seguidores eran vigilantes del proceso e incluso se les citaba en los medios nacionales e internacionales. Actuaron como Alianza Cívica, el movimiento reformista de corte intelectual de finales de los 80 que propugnaba por la equidad y las elecciones limpias, así como evitar otro fraude como el de 1988. Por lo tanto, el #YoSoy132 tenía una clara referencia a un esquema de acción cívica (más aún porque previamente había promovido un “debate cívico”).

Pero una vez efectuadas las elecciones y siendo evidente el triunfo de Peña Nieto, los participantes empezaron a enfocarse en la identificación de irregularidades del proceso electoral. Fueron dando cuenta de una realidad objetiva, como es el regreso del PRI al poder, a una realidad subjetiva, bajo el slogan: Dí no a la imposición y a la manipulación de la información, que se encuentra en tendencias tales como #Fraude2012 (Navarro, 2015). Esta nueva manera de proceder parecía más orientada hacia una forma de ciudadanía “popular” en la cual los actores sociales tratarían de denunciar y proteger sus derechos civiles para organizar a la sociedad civil, actuación que podemos equiparar a la de Asamblea de Barrios. Recordemos que su programa de acción (que reclamaba derechos territoriales tras la devastación ocasionada por el terremoto), evolucionó a una organización política formal en búsqueda de la equidad ante el PRI en las elecciones. Con el #YoSoy132 observamos inicialmente una inclinación organizativa lúdica tal como Alianza Cívica, pero con el triunfo de Peña Nieto, la denuncia es su nuevo escenario de transformaciones.

La respuesta positiva a las demandas del movimiento universitario parecía poco probable. Aún con las irregularidades presentadas, había suficiente margen de votantes a favor de Peña Nieto. No había sido el caso en 2007, por ejemplo, y aun hoy se puede percibir la fragmentación de la sociedad. Esta es otra razón por la cual es tan sorprendente el surgimiento del #YoSoy132 y cómo en unos cuantos meses estaba generando comunidades en varios estados y países, convirtiéndose en un movimiento cívico descentralizado regional y transnacional. Su popularización inicial se dio gracias a su comunidad de base. Como un actor enfático cuando requerían actuar, cuando organizaron un debate cívico, cuando trabajaron para otras causas, cuando participaron como observadores en las elecciones, contaron todo el tiempo con la aprobación y el apoyo de la comunidad civil. Sin embargo, cuando Peña Nieto ganó, el discurso del #YoSoy132 cambió significativamente. Los usuarios simpatizantes se precipitaron ofreciendo diversas narrativas en los medios sociales con tal de gestionar su reputación alcanzada y pronto surgieron la ambigüedad y la sospecha entre la población civil. El interés por profesionalizar los contenidos se basa en la posibilidad de ser oportuno y dar contexto a información previa (comúnmente visual) con un nuevo escenario que pueda ofrecer no solamente un nuevo significado, sino que también será validado por una nueva comunidad potencial (Navarro, 2015).

Como resultado de lo anterior, la comunidad generada por #YoSoy132 en el sentido de un colectivo local-global que compartió y negoció significados políticos y culturales, quedó a disposición de activistas profesionales (Navarro, 2015). Este actor arraigado cuya interacción con la historia se relaciona a su experticia aprendida del antagonismo, creó memorias digitales de evolución mediante la lenta vinculación del movimiento social en los medios con otras causas tradicionales. Lo que inició como un llamado por una causa común (mantener al PRI representado por Peña Nieto fuera del poder), empezó a percibirse como una causa solo para militantes. En cierto momento el movimiento social en redes ya no era visto como piedra angular para el compromiso social. En cambio, el contexto creado para la acción evolucionó hacia la creación de conexiones con otros actores con demandas más propagandísticas (Navarro 2015). Así fortaleció la conectividad con el activismo profesional haciendo al movimiento más sólido en términos de comunidad, atrayendo experiencias pasadas y otros contextos con una nueva realidad. Pero la ciudadanía dejó de colaborar desliándose de este imaginario simbólico.

Como hemos visto, la segunda y tercera división de la linea de tiempo revelan que la profesionalización del contenido produjo un resultado no deseado de fragmentación cívica de la opinión pública. Conforme evolucionaron los hechos (el regreso del PRI a la Presidencia, las irregularidades reportadas durante la elección que fueron ignoradas por las autoridades o la primera “prensa negativa” por los medios), los participantes del #YoSoy132 empezaron a mostrar discordancias mediante los contenidos actualizados. Evidentemente esto también afectó al movimiento el cual, en consecuencia, inició su declive poco después de las elecciones.

El uso de convenciones mediáticas en este caso generó dos cosas, la ruptura con los civiles y la afiliación con actores y movimientos más tradicionales. Por lo tanto, construyó fuertes lazos comunitarios con activistas y con otros proyectos críticos, incluyendo partidos políticos como el PRD (Navarro, 2015). Pero al hacerlo dañó seriamente la relación con sectores más amplios formalmente no politizados. Una razón importante de este acercamiento fue que las comunidades militantes más experimentadas en protestas podían reorientar el #YoSoy132 cuando estaba pasando por condiciones menos favorables. Después de todo, el movimiento estudiantil no tenía experiencia en el manejo de crisis políticas.

 

El uso de testimonios performativos para la denuncia en los medios. Una pérdida de presencia cívica y criminalización de la protesta (octubre 23 - diciembre 1 “#1DMx)

Las protestas contra las elecciones presidenciales ocasionando represión tienen, a estas alturas, poco que ver con la continuación de un proceso ciudadano puro pro-democracia.

-Radicalización de las protestas

-Desaprobación política

-La incorporación de agentes más tradicionales expulsa la presencia cívica.

-Resistencia

-Endurecimiento de la criminalización por el Estado

Debido a su falta de experiencia para el manejo de embates institucionales, las conversaciones en línea sostenidas por el #YoSoy132 a finales de 2012 generaron una memoria de evolución del movimiento basada en luchas previas que habían sido objeto de represión. Los contenidos se profesionalizaron con imágenes de violencia ofreciendo un mensaje más claro que al del testimonio performativo (Navarro, 2015). Evidentemente, el proceso de constantes modificaciones caracteriza el contenido informal como ambiguo en su significado y no es verificable. Aunque siempre es posible la manipulación, la única manera de apreciar como auténtico el contenido de un amateur en línea es a través de la comunidad que tiende a aceptarlo, así como que sea validado por los medios dominantes.

En este último segmento temporal, la mayor parte de los contenidos de las redes sociales que se vinculan al movimiento universitario, se relaciona ya sea con la publicación de actos de represión documentados - su nuevo esquema de acción - o bien con la elaboración de contenido profesionalizado. Con la idea de justificar y explicar el movimiento en relación con otras luchas, el #YoSoy132 se alimenta también de referencias visuales bien conocidas por el público. Esos pastiches de imágenes históricas y desorganizadas emergen en momentos críticos de confusión social.

Es decir, el #YoSoy132 pasó a formar parte de una lista de imágenes icónicas de rebelión cívica y libertad enmarcadas en la era de la protesta global. Se suma a otros recursos visuales, algunos proviniendo hasta de los años 60 y 70, con iconos del pop como Bob Marley o John Lennon, el ubicuo retrato del Che Guevara, re-apropiado siempre que hay algún conflicto. Durante los 90 se tiene asimismo el caracol maya o la balaclava del movimiento Zapatista e incluso las letras y canciones de Manu Chao. Más recientemente se cuenta con el numeral (#) como símbolo de participación digital, o los slogans, “Ya basta” y “Real Democracy Now” de los Indignados o de Occupy Wall Street en Estados Unidos. Se incluye también la máscara de Guy Fawkes popularizada en los videos de Anonymus que representan un movimiento de conspiración en Internet. En Medio Oriente las imágenes de mártires como Neda, la mujer asesinada durante la represión de protestas en Irán en 2009 también son empleadas, y por último, la impactante imagen de Aylan, un pequeño encontrado en la costa de Turquía en 2015. Este es el ejemplo más reciente de un icono representando el éxodo masivo de inmigración a causa de la guerra en Siria. Con todo, la importancia de esas imágenes es señalar que retratan las dicotomías que la era global presenta a la democracia moderna.  

El contenido visual descrito apela al imaginario simbólico de la protesta social esperando aumentar la emoción y la masa crítica. Pero la ilusión digital y las simulaciones de estilo se dan en la óptica transnacional global, por lo que apela a un discurso de dignidad, que es como se ven a sí mismas las olas de protesta global. Incluso, muchos actores globales sugieren que las memorias sociales de tales movimientos son protestas inconclusas que corresponden a una misma realidad global, por lo tanto, al compartir dichas realidades subjetivas se espera ofrecer una forma hipermedia de participación en redes que elabora recordatorios transnacionales de necesidades civiles, pero que sobre todo se basa en la vigilancia para hacerse visible. Sin embargo, a estas alturas, en nuestro estudio de caso, el compromiso con la causa cuenta con poco apoyo civil. Como se mencionó, el #YoSoy132 tuvo poca interacción con actores externos eliminando así el contacto con los civiles y corroborando su compromiso cada vez más politizado con otras comunidades en lucha.

Una vez más, es interesante en este momento que una realidad objetiva tal como la violencia reportada en el #1DMx (el trending topic de estudiantes encapsulados por represión de la autoridad cuando Peña Nieto se convirtió formalmente en Presidente el 1 de diciembre de 2012) generó una realidad subjetiva tal como la criminalización del activismo que podemos encontrar en tendencias de esa época tales como #tantitacongruencia, #EPNuncaSerasMiPresidente, #Mexico, #Cuba, #LIBERTADPARALOS, #Fraude2012, #ExigimosDemocracia, #megamarcha, entre otras. Por lo tanto, vemos que las conversaciones en las redes sociales tienen los mismos elementos del cine. Generan experiencias compartidas que se convalidan por el público.

Aun cuando el #YoSoy132 introdujo innovaciones en los movimientos sociales al incorporar testimonios performativos y profesionalizar contenidos personalizados, tuvo poco impacto después de las elecciones. Si bien las acciones de sus simpatizantes le permitieron colaborar con otros movimientos pro-democraticos, sus resultados fueron los mismos que los de movimientos nacionales previos. Fue criminalizado por el Estado, según los usuarios en línea, dando un sesgo a todo el incidente sobre cómo empezó el #YoSoy132:

Mientras los medios masivos trataban de proteger al futuro Presidente, las imágenes no profesionales trataban de exponerlo, de modo que éstas tienen ahora el significado cultural de transparencia, proximidad y exclusividad empleando un discurso informal e informativo (Navarro, 2015). Pero, los sucesos que circulan en las conversaciones en línea pueden permanecer marginados si no son retomadas por los medios masivos (Pleyers, 2016).

Estas memorias sin fin, producidas en las redes sociales, comprueban las predicciones de Benjamin (2003). El filósofo alemán observó que la copia de un trabajo artístico original ha otorgado a las masas la capacidad de autonomía y creación, debido a que prepara a los sujetos para actuar como receptores/ productores en un contexto no-aural. Según Banjamin, lo aural es la cualidad de unicidad que poseen las obras de arte por ser originales. En virtud de que ahora las obras artísticas pueden reproducirse, la copia ofrece acceso ilimitado y ello afecta la experiencia del aura, pero a cambio la copia tiene un valor de exhibición. Una vez que forma parte del imaginario colectivo, más gente la conoce y la interioriza. Cuando la reproducción de la obra pasa a ser universal, la obra de arte se hace ubicua y por lo tanto es más poderosa porque pertenece al dominio público. Así, aun cuando la descontextualización puede tener implicaciones negativas tales como la manipulación, la copia brinda la posibilidad de promover la creatividad de la audiencia. Aunque esta reflexión corresponde al ámbito de lo artístico, se puede aplicar a las conversaciones en línea, dado que los contenidos son cada vez más estéticos y con la tendencia a lo visual. Esto es hoy una realidad (Rodriguez, 2013).

Entender que el fácil acceso a la tecnología para capturar y editar contenido multimedia son prácticas democráticas importantes que refuerzan la más liberadora de las acciones, la transformación de la realidad y la subjetividad mediante la creatividad visual (Navarro, 2015). Las charlas en línea (sean en términos de multimedia o únicamente de texto), posibilitan la personalización y tienen impacto en el proceso democrático en las protestas sociales. También en términos personales, buscan libertad tanto en el ámbito privado como en el público. Faltaría agregar la disposición creciente en la actualidad a ser testigo. Según Peters (2001:722) citado por Mortensen (2011), hace 10 años el comportamiento de un testigo no implicaba estar consciente de sí mismo hasta pasado el evento que presenció. En la actualidad, es una elección y un fenómeno de masas. Ser testigo significa disponibilidad para participar en un evento y tener la capacidad de documentar y producir el contenido.

Por lo tanto, los medios son la herencia natural de la crisis de representación en el mundo del arte y mas recientemente en la política. Según Acha (1988) la masificación es el nuevo contexto para la contemplación artística. Podemos agregar que en la era digital es el contexto del consumo y la producción y esto significa que las herramientas de diseño son el “intermediario” de toda relación entre las sociedades modernas estandarizadas.

Conforme nos movemos hacia un contexto digital, el paradigma va cambiando de un diseño para necesidades estandarizadas a un diseño que favorece la individualización. La sistematización de la producción estética ofrece los vínculos creativos de hoy y a la vez conlleva nuevos retos y responsabilidades. Hoy las masas (las audiencias) tienen en su poder un nuevo modo de producción que les permitirle recuperar la condición de sujetos en su vida social y en su relación con la historia (Echeverría, 2003).

En la Tabla 2 se presenta la división de tiempo, las acciones emblemáticas y sus correspondientes imaginario simbólico de ciudadanía.

 

 

El estudio de caso del #Yo Soy132 sugiere que, así como las industrias del entretenimiento y los medios influyen en la actitud de los usuarios, ahora el usuario influye en los medios y en la organización del poder. Dado que hoy el Estado está expuesto al escrutinio de la sociedad civil, se le puede recordar o reclamar constantemente las garantías mínimas que debería proveer, algo que los medios masivos nunca hicieron. Pero más importante aún; es relevante para una sociedad que tampoco encontró eco de sus necesidades en las ofertas políticas representativas, fuese el PRI o los partidos opositores de representación.

 

Conclusión: Una narrativa alterna basada en testimonios, en la profesionalización de contenidos y la visibilidad extrema; un legado ciudadano de los usuarios de redes sociales

El #Yo Soy132 se inspiró en otros movimientos a favor de la democracia en diversas partes del mundo, tales como la Primavera Arabe, el Occupy Wall Street o los Indignados en España y Francia, así como los movimientos estudiantiles en Canadá (Quebec) y Chile. Todos fueron el inicio de muchas campañas lanzadas en las redes sociales por la propia ciudadanía, dirigidas a la toma de conciencia mediante simulaciones de convenciones mediáticas. Estos géneros híbridos buscan la exposición pública, promueven la empatía y en lo posible la justicia en un contexto local-global. Todos comparten testimonios mediáticos para generar experiencias comunes que, si se validan por una colectividad, existen dentro de una comunidad.

Como hemos visto, la acción de compartir fortalece la empatía con una respuesta crítica y emocional. Si el origen de compartir experiencias audiovisuales se remonta a la invención del cinematógrafo a finales del siglo 19, en la primera década del siglo 21 se profundiza esta tradición por medio de las redes sociales. En ellas, los contenidos audiovisuales no solamente ofrecen la posibilidad de reconocer referencias comunes sino, sobre todo, dar a la autoría individual, la posibilidad de convertirse en un referente global. En una plataforma 2.0 esto viene con la simultaneidad, conectividad e interactividad.

A diferencia de la era industrial en la que los consumidores satisfacían necesidades estandarizadas, en la era post-industrial los usuarios están personalizando sus experiencias y muchas veces, comprometiendo su persona al compartir contenido hecho por ellos mismos. Están utilizando convenciones audiovisuales con el propósito de destacar entre la multitud y hacer que sus necesidades personales se escuchen a través del hipermedia. Por lo tanto, este uso también posibilita que los proyectos políticos se fusionen con la agenda privada de cada ciudadano. Lo importante es que logra que este cuestionamiento se haga público.

Los estudiantes de la Universidad Iberoamericana lo sabían. Crecidas en un mundo audiovisual mediatizado, las generaciones jóvenes han asumido su subjetividad con una clara referencia a la cultura de medios; la necesidad de mostrarlo todo y convertirse en el medio. Creen que parte de sus actividades diarias deben ser atestiguadas para disfrute del público, mostrando sus propias vidas y convicciones en campañas híbridas llevadas a cabo por ellos mismos. Lo doméstico se convierte en público, los tiempos privados y profesionales se fusionan en géneros hipermedia en donde las escenas enmarcadas, la toma de una secuencia, la ejecución de sketches, la realización de infomerciales, jingles, escenificaciones, testimonios, el compartir noticias presenciadas de primera mano y otros recursos audiovisuales se emplean para transmitir un mensaje personalizado.

Existe un deseo de compartir, presentar y construir la realidad desde el propio texto del actor social y desde la lógica de la inclusión, la transparencia y la apertura. Algunas veces estas prácticas pueden caer incluso en el exhibicionismo. Los ciudadanos hipermedia están obsesionados con la visibilidad. Queremos enfatizar este último punto.

La visibilidad pan-óptica que los usuarios de hipermedia transmiten con sus prácticas se podría describir como una referencia al “detrás de las cámaras”o the making of  (el cómo se hizo). Originalmente, estos productos audiovisuales eran diseñados para publicitar un espectáculo. De ser documentos menores sobre el proceso creativo de una pieza audiovisual, hoy día es un género por derecho propio y un recurso común en las redes sociales en su deseo de visibilidad. Este espacio de narrativa “crudo, no editado y real” era originalmente un dispositivo promocional visual. “Hermano” de los videoclips y otros recursos audiovisuales, el “detrás de las cámaras” muestran algo que está sucediendo fuera de alcance del espectador que por alguna razón, adquiere interés público (interés que originalmente no tenía) y requiere que sea reconocido a través de la transparencia del medio, ofreciendo entretenimiento, realidad, autenticidad, expresión libre e informal, no obstante aludiendo todo el tiempo a su artificialidad. Estos elementos son validados socialmente.

Tal vez los contenidos publicados en línea podrán no combatir la impunidad, la corrupción o el caduco desempeño institucional. Pero si subrayan la excesiva importancia del voyeurismo en la cultura mediática y el uso creciente que la ciudadanía le está dando a sus producciones para la construcción de confianza. La visibilidad encontrada en los medios es su referente porque en ella coexiste la complicidad, la intimidad, la cercanía, la confesión exclusiva y la emoción de sujetos comunes y corrientes que, al no ser figuras públicas, pueden presumir de ser “auténticos”.

Por ejemplo, una de las versiones del video íntimo y tembloroso que da cuenta de la Primera Asamblea de Memoria y Conciencia7 expone la relevancia de la emoción entre los simpatizantes del movimiento, una prueba de deseo de convertirse en una fuerza contra-hegemónica (De Sousa Santos, 2010). Con la esperanza de articularse a otras luchas pendientes, este video sintetiza el espíritu de la comunidad. Sin embargo, lo interesante aquí es que, siendo un acto público, la toma no encuadra al orador sino que se ubica en el escenario, de cara a la multitud, capturando la recepción del discurso, una intención obvia de centrar la atención en la reacción a la palabra hablada. El interés se desvía del sujeto, en este caso el orador, a la audiencia, el “nuevo” protagonista.

¿Qué de relevante tiene el volver a la audiencia el objeto de una toma audiovisual? ¿Por qué colocar la atención en la intimidad de los simpatizantes, en lugar de centrarse en sus demandas políticas o en una edición que ilustre el mensaje? No sólo es buscar empatía o la humanización de los actores. Como todos los documentales o supuestos documentales del #YoSoy132 que surgieron en las redes y son relacionados con temáticas de revolución social, así como muchos “detrás de las cámaras” con personajes como Gene Sharp o reportes de análisis sobre protestas y experimentos sociales, la idea perseguida en todos estos productos es la misma: el “detrás de las cámaras” es una tendencia que utiliza la imagen profesional y testimonial y que va más allá de una visibilidad convencional. Obedece a la sed de ver lo más posible. Es la transparencia por la transparencia misma de la imagen privada y pública, amateur y profesional. Ante la demanda creciente de los usuarios de poder ver más y más, tanto los medios como las redes sociales ofrecen también esta visibilidad excesiva que encontramos en géneros como el descrito. Funcionan como formas de campañas audiovisuales que se están convirtiendo en bienes sociales. En nuestro caso particular, organizan el ejercicio de la democracia y las formas de liberación social mediante esta transparencia.

El estudio de caso sugiere que, como respuesta a la sed de transparencia, la rendición de cuentas tiende a ser una práctica democrática derivado de que los usuarios de las redes producen contenido para visibilizar dicho deseo y para visibilizarse como sujetos. Si la sociedad está experimentando su subjetividad al hacerse público -a veces en exceso-, entonces solo es cuestión de tiempo para que la élite gubernamental empiece a hacer lo mismo, más aún cuando el espacio digital es en realidad una extensión del espacio global.

El deseo de algunos usuarios de mediatizar sus “confesiones a todos los de allá afuera” busca tanto la aprobación personal como el cambio social. Las redes sociales permiten que la agenda privada se convierta en parte de la cultura dominante en una gramática auto-fabricada que evoluciona permanentemente. Y como una forma popular de auto-expresión también han jugado un papel importante en las tendencias sociales. En 2012 el movimiento #YoSoy132 surgió como ejemplo de cómo podría la opinión pública con sus propios medios de expresión, cuestionar el ejercicio de la democracia durante la campaña presidencial en México.

Con anterioridad a la aparición de las redes sociales, la noción de rendición de cuentas era rara vez un asunto a discusión en la política mexicana, en cierta forma aún lo es. Sin embargo, el cuestionamiento público se está convirtiendo en una práctica común a través de testimonios compartidos de lo que se espera y es políticamente correcto. Una vez que los usuarios han podido comparar su vida doméstica mediante los contenidos en línea, difícilmente no cuestionarán su situación política local. Las conversaciones en línea muestran realidades objetivas y subjetivas y ello tiene impacto en el individuo y la vida que persigue.

En cuanto a los usuarios, para muchos de los llamados millenials, es usual la decisión de registrar y compartir, haciendo de la transparencia un nuevo valor de expresión. Quieren que su subjetividad se explore, extienda y comprenda mediante su exposición constante, y esperan que otros agentes sociales actúen igual. Al parecer esto permea también a la política.

Para dar un ejemplo de voluntad de apertura, en nuestras recientes elecciones efectuadas en el verano de 2015, algunos candidatos a ocupar puestos en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México hicieron público su patrimonio. Aunque fueron solamente una minoría (32%), esta acción demuestra que los políticos están conscientes de que, al pedir el voto al ciudadano, éste puede solicitar a cambio transparencia y tiene el poder de exhibirlos sino la obtiene.

Las conversaciones en línea ofrecen visibilidad a una audiencia que antes se consideraba pasiva y anónima, pero que ahora, a partir de que los usuarios se vuelven públicos, construyen una reputación y según el caso, exponen fallas de su democracia local. Están ejerciendo su individualidad en el medio. Si antes las sociedades represivas se comportaron con arrogancia y opacidad, hoy el exhibir está en manos de cualquiera. El ejemplo del #YoSoy132 es una invitación a mostrarse e invitar a otros a que lo hagan. La apertura y la transparencia solamente pueden engendrar lo que los políticos nunca han poseído; confianza.

Aunque narcisista, el uso del testimonio performativo y la profesionalización de contenidos refiere a una subjetividad cívica en las redes sociales. Actúa como un vigilante de la “verdad moral” que busca una mejor democracia. 

Como un bien digital modular, enmarcó la escena política de las elecciones en 2012. Con objeto de generar y mantener su reputación, los usuarios simpatizantes del movimiento universitario actualizaron constantemente el contenido producido para evitar que la memoria social de la lucha se desmoronara. Dicha estrategia de re-apropiación y actualización aparecía cada vez que el movimiento enfrentaba una encrucijada en su lucha social, siendo éste el más frecuente de los usos.

Estos medios performativos que pretenden experimentar valores cívicos van mano con mano con la visibilidad. Por ejemplo, la tendencia de mostrar lo más posible que encontramos en “el detrás de cámara”, son un referente de transparencia sin límites que ya está ocurriendo en las producciones en las redes, las cuales son contenidos creadas en contextos domésticos, es decir, privados y cuya intimidad y proximidad es compartida al colgarse en línea.

En una palabra, con el#YoSoy132 el discurso público mexicano sobre democracia se hizo hipermediático. Pero, ¿pueden las redes sociales contribuir a reconocer una crisis?, es difícil saberlo. Sin embargo, una de las características de los activistas en las redes sociales es su transparencia, no solo derivada de la cultura de los medios sino debido a la interdependencia para promover solidaridad y cooperación internacional. Si la conversación en línea expresa que el espacio digital es una extensión del espacio global entonces ya no se puede ignorar la rendición de cuentas, lo quieran o no los gobiernos autoritarios.


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NOTAS

1 Esta fue una de las conclusiones de mi tesis doctoral, presentada en la Ciudad de México en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco en marzo 2015.

2 Salmerón (2014) describe que la paz alcanzada durante el régimen priísta existía solamente para los poderosos y gracias al apoyo de los medios de comunicación. La paz se basaba en la represión, y para demostrarlo, el escritor enlista cómo el gobierno causó al menos un acto de violencia por año desde 1947 hasta 2000.

3 Rius91. (2012 mayo 11)Huída de Peña Nieto de la Ibero.(Motion picture). Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=3OV0A8t1PfA

4 IZQ MX (2012 mayo14) Alumnos de la Ibero responden.(Motion picture).  Recuperado de:  https://www.youtube.com/watch?v=RnvJsxSJKXw

5 Por ejemplo, Reforma, el periódico derechista no podía ignorar lo que ocurría en las redes sociales y empezó a utilizar imágenes ciudadanas para su propia noticia. Reforma. (2012 mayo 11) Reciben a Peña entre protestas en la Ibero (Motion picture). (2012). Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=7Rm979cdW7U

6 Alfonso Ramírez.(2012 mayo 14). 131 alumnos de la ibero responden (no son acarreados ni porros)(Motion picture). Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=aYyu1M815-0

7 Imágenes En Rebeldía (2012 junio 1) Gran Discurso #YoSoy132. 1º Asamblea. Memoria y Concsiencia. Mesa 14, Ciudad Universitaria (Motion picture) Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=E9dkSK1pgzA

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