Introducción
La maternidad temprana se define como el embarazo que se produce en una mujer adolescente; entre la adolescencia inicial o pubertad, y el final de la adolescencia. El término también se refiere a las mujeres embarazadas que no han alcanzado la mayoría de edad jurídica, variable según los distintos países del mundo, así como a las mujeres adolescentes que están en situación de dependencia familiar (Cortés Alfaro et al., 2015).
El embarazo en mujeres adolescentes se considera una preocupación para la salud, pues afecta fundamentalmente a la célula de la sociedad, que es la familia. Ocasionando disfuncionalidad de esta por los cambios de roles que la nueva situación genera. La maternidad temprana, es un problema complejo y multifactorial viéndose repercutida la salud reproductiva de la adolescente (Cortés Alfaro et al., 2015; Valdivia, 2003).
Encontramos ciertas repercusiones de connotación negativa, como la situación económica, o afectación emocional. Esta situación se considera preocupante, tanto para los países desarrollados como en proceso de desarrollo. Pero no deja de ser preocupante para los países industrializados (Cortés Alfaro et al., 2015). En este caso, no debemos comparar ambos mundos, pues la cultura, la sociedad, la educación son muy distintas, y así como sus consecuencias, aunque coincide el riesgo ante el aumento de mortalidad materna a edades tempranas.
La adolescencia es una etapa de la vida que se ubica, de acuerdo con Organización Mundial de la Salud (OMS), entre los 10 y los 19 años (Doyenart & Varela, 2017). Se caracteriza por ser una etapa de desarrollo humano, que involucra no solo el paso de la niñez a la adultez, sino también la instauración de diversos y complejos cambios biológicos, psicológicos y sociales (Mustelier, 2003).
La evidencia muestra que esta etapa se inicia, generalmente, con mayor antelación en las niñas que en los niños, como consecuencia de los cambios hormonales y psicológicos, promovido por una sociedad que transmite a las niñas el ideal de maternidad desde edades tempranas (Doyenart & Varela, 2017).
En la actualidad, la adolescencia se alarga en el tiempo a consecuencia de la llegada de la modernidad, retrasando la reproducción biológica en las mujeres. Iniciar la maternidad a pocos años de finalizar la niñez, implica pasar por alto una etapa del curso de la vida e ingresar de manera súbita y precaria a la adultez, por ende, la maternidad es considerada propia de etapas muy posteriores, para iniciarse en la juventud avanzada (Doyenart & Varela, 2017). El embarazo y la maternidad tienen un impacto psicológico, cultural, social y biológico a cualquier edad, por el reto de desempeñar el rol de madre y por enfrentarse a esta nueva situación de responsabilidad (Mustelier, 2003).
Las jóvenes que realizaron la transición de la maternidad en la etapa adolescente, llegan a la adultez con un recorrido de exclusión social, lo que implica una situación de inestabilidad, en su vida (Doyenart & Varela, 2017; Mustelier, 2003) . Así mismo, se limitan a tareas del hogar, ya sea en el cuidado de otros o a las tareas domésticas (Doyenart & Varela, 2017). Actualmente, la maternidade temprana es abordado como un factor que altera el ciclo natural en el desarrollo, pues esta debe ocurrir una vez finalizados los estudios, alcanzada una profesión y un hogar (Nass et al., 2017).
Las cifras estadísticas muestran que el problema ha estado y está lejos de ser resuelto. No obstante, en algunos países se ha observado un descenso de la tasa de fecundidad en este perfil de mujer adolescente (Díaz Franco, 2007; Nass et al, 2017; OMS, 2020 ). Si bien desde 1990 se ha registrado un descenso considerable, aunque irregular, en las tasas de natalidad entre las adolescentes, un 11% aproximadamente de todos los nacimientos en el mundo se producen todavía entre muchachas de 15 a 19 años. La gran mayoría de esos nacimientos (95%) ocurren en países de ingresos bajos y medianos (OMS, 2020).
Portugal, posee una de las tasas más altas en cuanto a embarazos en adolescentes, entre un listado de 20 países europeos estudiados (INE, 2018; Nass et al., 2017). En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), ante el movimiento natural de la población en nacimientos de madres adolescentes se observa que en el año 2019 han habido 7094 nacimientos de niños de madres entre los 15 y los 19 años, lo que supone 1,97% de los nacimientos (INE, 2020).
Del mismo modo, a nivel mundial los EE. UU gana en cuanto a porcentaje de embarazos en adolescentes.
Es necesario conocer este fenómeno a nivel estatal, en especial para la salud pública, para comprender los cambios en el medio familiar, su repercusión a nivel social y aplicar medidas en atención primaria. Los motivos de preocupación de este fenómeno, va más allá de la salud de la madre y el recién nacido, debemos considerar el nivel socioeconómico, el acceso a los servicios de salud, comportamientos de riesgo y nutrición. Sin menospreciar o incluso resaltar los factores emocionales que envuelven a esta situación.
Se pretende que esta revisión ayude a la enfermera a identificar los aspectos psicológicos de las adolescentes embarazadas con el fin de recurrir a estrategias para prevenir este tipo de embarazos y mejorar la calidad de vida de estas adolescentes. Así, se consideró la formulación de la siguiente pregunta de investigación: ¿Qué hay en la literatura sobre los aspectos psicológicos de las adolescentes embarazada?
2. Métodos
Revisión de literatura en el motor de búsqueda EBSCOhost en las bases de datos CINAHL (Plus with Full Text), SciELO (Scientific Electronic Library), Cochrane (Plus Collection). La búsqueda fué realizada em Marzo 2020. Del total de los artículos recopilados, fueron elegidos 9 artículos.
Los criterios de inclusión resultantes de la investigación primaria incluyen el horizonte temporal de 2003 hasta el 2019.Fueron publicadas en Español y Portugués. No se definieron restricciones en cuanto al tipo de estudio.
La identificación de los artículos a incluir en esta revisión pasó por un proceso de selección. En la investigación realizada, se utilizó un icono de búsqueda bibliográfica, búsqueda avanzada, escribiendo descriptores MeSH, tales como: adolescencia; embarazo; factores psicológicos; maternidad temprana; factores de riesgo; depresión posparto, seleccionándose el año de publicación, idiomas e texto completo. Fueron encontrados 42 articulos. Todas las publicaciones fueron preseleccionadas analizando el título y el resumen. Los pasos metodológicos para la selección de los artículos se esquematiza segun el modelo PRISMA [Preferred Reporting Items for Systematic Review and Meta-Analyses], (Liberati et al., 2014) describen en la Figura 1.
2. Resultados y discusión
La búsqueda bibliográfica primaria, según la estrategia preestablecida, arrojó un total de 42 artículos en las bases de datos: Selecionándose 36 de ellos, eliminando los que estaban repetidos. De acuerdo con los criterios definidos en la investigación primaria, se excluyeron 27 artículos por no cumplir con los criterios de inclusión o no estar dentro del objeto de estudio.
De los artículos seleccionados el más antiguo fue publicado en 2003 y los dos últimos en el 2019.
En la tabla 1 se muestran los estudios seleccionados en relación a: autores, año, lugar de realización, tipo de estudio, objetivos, muestra y principales resultados.
Principales resultados
Se constata que tanto los embarazos en adolescentes como en la maternidad temprana es un fenómeno complejo, partiendo de prácticas sexuales precoces, y por no hacer uso oportuno de los métodos anticonceptivos. También influyen los valores de la sociedad en la que se envuelven los adolescentes, sus conocimientos, y la cultura entre otros (Nass et al., 2017).
Los cambios más comunes que suceden en la maternidad temprana están relacionados con la interrupción de los estudios y la necesidad de buscar un trabajo para mantener la familia.
Para el buen desenvolvimiento de la paternidad es necesario el soporte de la familia y de los profesionales de la salud. En ocasiones, esta situación se complica por el abandono de los estudios ante el cuidado de los hijos, de tal manera que esto dificulta la inserción en el mundo laboral, consiguiendo empleos poco remunerados o precarios.
Destacamos que la familia lamenta la situación de estas jóvenes, ante la discriminación por parte de los compañeros de la escuela, pudiendo desencadenar una baja autoestima y abandono de los estudios. A pesar de ello, los adolescentes comienzan a asumir más responsabilidades por las nuevas atribuciones que le son delegadas. Socialmente el nacimiento de los bebés supone un paso hacia la adultez, madurando a nivel emocional y afectivo, reajustando sus capacidades a esta nueva situación.
Factores de riesgo
No existe un problema específico para esta situación pues se considera multifactorial. En este caso, se destacan ciertos factores de riesgo, abarcando desde un componente biológico como puede ser la aparición de la menarquia precoz, siendo influida por aspectos psicosociales vulnerables de cada mujer, tales como, un mal funcionamiento familiar o ambiental (Mustelier, 2003). Se puede realizar una clasificación en factores de riesgo individuales, familiares y factores relacionados con la sociedad. Como hemos comentado, la menarquía precoz o el inicio de las relaciones sexuales a edades tempranas, se puede catalogar como un factor individual, al igual que un bajo nivel de aspiraciones académicas o considerar un tema tabú el hablar sobre sexualidad, generando así desconocimiento. Ante la clasificación de tipo familiar incluye la disfuncionalidad de esta, comprende embarazos en la adolescencia de sus familiares, pérdida de figuras significativas y baja escolaridad de los padres (Cortés Alfaro et al., 2015).
En cuanto a los factores de riesgo sociales se aprecia un bajo nivel socioeconómico, estrés, delincuencia, alcoholismo, trabajo no cualificado, vivir en zona rural, mitos y tabúes sobre sexualidad, marginación social y predominio del “amor romántico” en las relaciones sentimentales de los adolescentes .
Esto conlleva unas consecuencias para la mujer, considerándose un riesgo para la salud desde el inicio del embarazo. Cabe destacar que las adolescentes que no alcanzan su plena madurez física y fisiológica, presentan mayor riesgo de morir a causa de las complicaciones del parto. Aumentan generalmente los riesgos, tales como padecer hipertensión gestacional, abortos espontáneos, hemorragias, infecciones, partos pretérminos o de bajo peso, retraso mental, entre otros (Cortés Alfaro et al., 2015).
Se ha visto que estas madres tienden a; tener más hijos, a no recibir apoyo por parte del padre biológico, a interrumpir sus estudios, a no alcanzar independencia económica, y que sus hijas repitan el mismo patrón de ser madres adolescentes. A nivel familiar, afecta a su funcionalidad, pues generalmente aparecen conflictos al convivir con diferentes generaciones en un mismo hogar. Sobre todo, se ve afectada por la adaptabilidad de nuevos roles y su incumplimiento. De tal manera que la mala comunicación también altera la dinámica interna. Aparecen nuevas responsabilidades para los jóvenes padres y para los abuelos, pues en muchas ocasiones son ellos los que se encargan de cuidar a los nietos cuando los padres retoman los estudios o se reincorporan al trabajo (Cortés Alfaro et al., 2015).
El embarazo a edades temprana también se relaciona con las conductas de riesgo adoptadas por la presión social, como el consumo de drogas, alcohol o enfermedades de transmisión sexual. Estas adolescentes son vulnerables y propensas a empezar su vida sexual y a tener hijos antes de lo habitual, aumentando la desigualdad y pobreza. Según una estadística de UNICEF, las muertes relacionadas con el embarazo y el parto son la principal causa de mortalidad de mujeres entre 15 y 19 años en todo el mundo (Doyenart & Varela, 2017).
Cabe destacar la baja cobertura de los métodos anticonceptivos, principalmente en adolescentes embarazadas con bajos recursos, convirtiéndose en una situación preocupante, pues la anticoncepción posparto se considera una acción primordial para prevenir embarazos posteriores (Suárez-López et al., 2019).
A nivel inconsciente, la adolescente puede usar la sexualidad para satisfacer necesidades emocionales insatisfechas, provocadas por una falta de estructura por la poca supervisión de los padres, depresión, abuso de sustancias y dificultades maternas (Doyenart & Varela Petito, 2017)
Existe un factor muy importante que es el factor emocional en madres adolescentes ya que intencionadamente han querido tener un hijo, por amar a alguien, por retener a sus parejas, todo ello asociándose a una baja autoestima (Díaz Franco, 2007). En el caso de la depresión asociado al embarazo en estas adolescentes, no está claro si puede ubicarse como factor predisponente o como consecuencia de este (Suárez-López et al., 2019; Díaz Franco, 2007).
Aspectos psicológicos y sociales
Muchas son las dificultades médicas que puedan aparecer son consecuencia de la inmadurez biológica de la joven, de un inadecuado cuidado prenatal y de una falta de atención médica oportuna. Se asocian a múltiples aspectos psicológicos y sociales que están ligados a factores de estrés y a la complejidad de este periodo de transición. El estrés se relaciona con el manejo de un embarazo no planeado, por la alteración de los planes educativos y ocupacionales,
La noticia del embarazo de las adolescentes en la familia es envuelta por momentos de conflictos, pero también de aceptación y de felicidad. Para algunas de estas madres es complicado a la hora de comunicárselo a sus padres, sintiendo miedo principalmente por su reacción y reproche (Nass et al., 2017). En estas ocasiones tras la aceptación de la gravidez, aparece una unión más fuerte y con mayor atención por parte de los padres hacia sus hijos adolescentes. A los fenómenos psicológicos propios del embarazo, se le suman los propios de la adolescencia, lo cual provoca que la experiencia pueda volverse intolerable (Mustelier, 2003). Asimismo, se interrumpe la búsqueda normal de la identidad por la necesidad de atender el embarazo. Como consecuencia de esto, la adolescente adopta comportamientos poco adaptativos y emociones inapropiadas, afectando así a su desarrollo y la relación con su futuro bebé (Suárez-López et al., 2019).
A raíz del embarazo, aparece la sensación de falta de control sobre la vida, sentimientos de culpa, miedo y vergüenza. La ansiedad y la negación de la realidad, dificultan planear un futuro próximo, viéndose cuestionada la confianza de su propio juicio.
Por otra parte, la adolescente que tarda en aceptar y confirmar el embarazo es más probable que sea una madre maltratadora, pues reúne características del síndrome del maltrato. Afronta esta situación con ira e indiferencia, mostrando así un grave deterioro en la estructura y relación familiar. Es común encontrar que la joven ya fuese víctima de maltrato en su infancia, de tal manera, que reproduce el mismo patrón con su hijo (Ramos Rangel, & Borges Caballero, 2016).
El estrés que genera una maternidad temprana es evidente y como consecuencia produce más accidentes relacionados con la falta de cuidados. Debido a la incapacidad de dominar la presión ambiental, de una baja autoestima o por la falta de un grupo de apoyo.
Las madres adolescentes y solteras, sufren los mismos problemas anteriormente mencionados, incorporando las consecuencias de la soledad ante la situación de criar un hijo, lo que incrementa el estrés sobretodo por problemas de tipo económico.
La existencia de madres solteras con familias comprensivas y comprometidas, manejan mejor su nuevo rol como madres. Por ende, se ha visto que quienes tienen redes de apoyo están menos deprimidas ante los eventos negativos.
El apoyo social puede ofrecerse de diferentes maneras; aportando información sobre la disponibilidad de los servicios sociales, proporcionado material necesario o realizando grupos de apoyo en el que se compartan experiencias. La red de apoyo social, facilita la adaptación y la afrontación conductual y cognitiva, facilitando la solución de problemas y la toma de decisiones, contribuyendo así en la prevención de las consecuencias negativas del estrés como la baja autoestima o la percepción de carencia de control.
Es fundamental para el manejo de las situaciones estresantes que la embarazada reciba ayuda o apoyo por parte de su pareja o familia durante este difícil periodo de cambios. Pues deben asumir múltiples roles para los cuales no están preparadas ni a nivel cognitivo, ni afectivo ni económico (Mustelier, 2003). Hay que tener en cuenta que el desarrollo físico no coincide con el desarrollo psicológico, por lo que alcanzar las metas psicológicas de maduración puede ser independientemente de la edad cronológica o de la maduración física (Díaz Franco, 2007).
Depresión posparto en madres adolescentes
La depresión posparto (DPP) es considerado un trastorno depresivo el cual puede tener inicio en cualquier momento del puerperio (Gómez Martínez et al., 2019) siendo uno de los riesgos que se enfrentan las madres adolescentes debido a su vulnerabilidad limitados (Wolff L et al., 2009). Está considerado un serio problema de salud mental, siendo la etapa de la adolescencia más vulnerable. Existen amplias investigaciones sobre el fenómeno de la DPP, pero los estudios en madres adolescentes son limitados (Wolff L et al., 2009).
La DPP, se traduce como un episodio de ánimo depresivo y/o anhedonia (sentimientos de culpa, dificultad para tomar decisiones) y síntomas somáticos, tales como fatigabilidad, cambios en el apetito y en el patrón de sueño-vigilia, pudiendo aparecer ideación e intento suicida e incluso síntomas psicóticos (Wolff L et al., 2009; Gómez Martínez et al., 2019)
Según la OMS, aproximadamente 350 millones de personas en el mundo son afectadas por depresión posparto y de ellas un promedio del 20% son mujeres adolescentes, sintiendo fatiga, problemas para conciliar el sueño, incomodidad, pérdida de energía, tristeza continua, baja autoestima, sentimientos de culpabilidad, pensamientos psicóticos y trastornos obsesivos compulsivos, conduciendo al suicidio en casos extremos (Gómez Martínez et al., 2019).
El posparto es un periodo difícil para las madres adolescentes, pues debido a los diferentes cambios hormonales, las necesidades propias del cuidado del recién nacido y la influencia de variables psicosociales las conduce a sufrir alteraciones en su estado anímico (Gómez Martínez et al., 2019).
Asimismo, es común que los sentimientos depresivos, ideas obsesivas y la culpa, giren en torno al recién nacido. La puérpera puede sentir que es mala madre e incapaz de cuidar bien a su hijo, o sentirse desinteresada por éste (Wolff L et al., 2009).
En particular el “postpartum blues” o disforia posparto, es un período de labilidad emocional que aparece entre los primeros 3 a 15 días posparto, y que se presenta en alrededor del 50% de las jóvenes puérperas, pero que también se ha asociado a la aparición de DPP (Wolff L et al., 2009).
El apoyo por parte del padre del bebé, proporciona un factor protector de DPP en adolescentes (Wolff L et al., 2009) del mismo modo que reforzar las relaciones de la adolescente y sus familiares previene también de los trastornos posparto y de futuras complicaciones tanto en la madre como en el recién nacido (Gómez Martínez et al., 2019).
Actuaciones de Enfermería
El objetivo de la planificación familiar se centra en promover un bienestar óptimo; incluyendo la salud de la madre, la del neonato y la de la nueva unidad familiar. La familia proporciona una fuente de apoyo y de recursos, sin embargo, en algunas ocasiones es limitado, sobre todo, en los casos de embarazos no deseados, exacerbados en situaciones de pobreza o disfunción familiar. Por tanto, la estabilidad familiar, o su falta, puede tener un impacto sobre la experiencia materna. Una familia disfuncional puede poner a la madre adolescente en riesgo de convertirse en una madre abusiva o establecer habilidades de crianza deficientes. Tal que un abordaje centrado en la familia será esencial para asegurar las necesidades primarias.
Conocer, respetar y aceptar las tradiciones culturales de la familia, también repercute sobre la vivencia de la maternidad, permitiendo a la enfermera planear unos cuidados más apropiados dando como resultado una disminución de la ansiedad en el proceso de crianza.
Generalmente la enfermera se enfoca en apoyar un embarazo saludable, mediante medidas de promoción de la salud, que incluye la nutrición, el reposo y la actividad, adecuados a la situación de la madre y el feto. Los cuidados que requieren las madres adolescentes son diferentes y específicos en cuanto a sus necesidades. Valorar y abordar los problemas o preocupaciones, mejoran entre otras, la dinámica familiar. Siendo necesaria la implicación de la adolescente en la planificación de los cuidados.
En las adolescentes embarazadas su inmadurez emocional puede disminuir la capacidad para afrontar las responsabilidades del embarazo y la maternidad, asociándose a otras conductas de alto riesgo como consumo de alcohol o drogas. Así mismo, el embarazo puede provocar sentimientos de vergüenza y baja autoestima, debido a la sensación de ser juzgadas por su entorno. Tras la evaluación de estos aspectos, cabe añadir en el plan de cuidados, la prevención de malos hábitos para evitar riesgos en el embarazo, crear un ambiente idóneo de comunicación en el que las adolescentes se sientan cómodas y sean capaces de formular preguntas personales, además de proporcionar herramientas para afrontar la presión social.
El embarazo como hemos comentado anteriormente puede generar estrés en la familia y dicho estrés convertirse en una causa de angustia para la madre e indirectamente para el feto. Por consiguiente, los profesionales de la salud debemos estar en alerta ante cualquier signo de depresión o ideación suicida para intervenir de manera lo más rápida y eficaz (Mustelier, 2003).
Ante el consumo nutricional irregular en estas adolescentes, enfermería se plantea realizar una valoración y apoyo nutricional continuo de este modo se evitarían nacimientos prematuros, neonatos con bajo peso, desnutrición materna y mortalidad en los lactantes.
Para tratar psicológicamente a estas adolescentes se considera primordial la aplicación de medidas de prevención y psicoterapia de grupo. En cuanto a las medidas de prevención, estas son variadas e incluyen la promoción de la abstinencia sexual, información anticonceptiva, educación sexual, estrategias escolares y capacitación para el empleo. Existe una necesidad de diseñar y ejecutar programas específicos sobre todo para la prevención primaria (Mustelier, 2003; Wolff L et al., 2009).
Como curiosidad, podemos comentar que estas adolescentes son las primeras afectadas por infecciones de transmisión (ITS), siendo otro de los puntos a tratar, implementando de nuevas políticas de salud enfocadas a la información y divulgación ITS.
Conclusion
El embarazo adolescente es un tema complejo, se necesitan más recursos educativos para prevenir este tipo de desenlace. Como se ha visto, cuando el embarazo no es buscado, la vida de la joven puede desestructurarse por completo, tanto a nivel psicológico, educativo, familiar y profesional. Por ello, es importante ofrecer información de calidad y educación sexual a los adolescentes. Dotarles de conocimientos y hacerles reflexionar sobre las consecuencias de ciertos actos, esto podría ser un buen paso hacia la prevención de este tipo de embarazos.
Las actividades de promoción, mantenimiento y restauración de la salud pueden verse favorecidas u obstaculizadas por la dinámica familiar y la presencia o ausencia de recursos. El hecho de que la enfermera conozca y valore la familia y la comunidad, hace que domine los riesgos que amenazan como de los beneficios disponibles para promover la salud.
La experiencia de una gestación precoz es percibida como desfavorable por las parejas adolescentes, y por ello consideran imprescindible el acompañamiento de los profesionales y la ayuda de los padres para la salud del niño y el desarrollo de una nueva familia.
Urge que los profesionales de la salud, tanto del sistema público como privado que trabajan con embarazadas y especialmente aquellos que trabajan con madres adolescentes, actualicen sus conocimientos respecto al diagnóstico y tratamiento de la DPP, e incorporen a su rutina de trabajo, la búsqueda activa y constante de síntomas depresivos y de factores de riesgo, principalmente desde el periodo prenatal.