Una sede transfronteriza
La sede tudense surge en un espacio que, con el devenir del tiempo, pertenecerá a dos países: los ríos Miño y Limia van a marcar los límites de esa parte de una diócesis, cuya capital, Tui, poseyó un papel relevante ya en época romana2. Ubicada en la vía XIX del itinerario de Antonino, que unía Braga con Astorga -con hitos relevantes en Bracara Augusta (Braga), Limia (Ponte de Lima), Tude (Tui), Turoqua (Pontevedra), Aquis Celenis (Caldas de Reyes), Iria, Lucus Augusti (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga)- la mansio de Tui facilitará los contactos entre dichos enclaves3.
Sobre ese espacio geográfico se superpone el cristianismo, cuyos orígenes son verdaderamente complejos dada la carencia de testimonios que permitan diferenciar restos romanos y los que se corresponden con la nueva religión, cuya variación se produce más en el significado que en la forma. A lo largo de la Alta Edad Media lo que conocemos mejor es aquello que se refiere a los asentamientos suevos, de los cuales cabe destacar los procedentes de las zonas urbanas del triángulo Tui-Braga-Oporto4, con la capital en Braga5. En la segunda mitad del siglo VI es cuando cristaliza la estructura diocesana. En lo que hoy es Galicia, hay que hablar de cinco sedes: Lugo, Iria, Tui, Bretoña y Ourense6 y en el actual Portugal, Braga, Dumio, Oporto, Viseu, Coimbra, Lamego e Idanha7. En el Parroquial Suevo o Divisio Theodomiri (570-580), Tui cuenta con 17 iglesias en un área relativamente pequeña, de las cuales 13 se hallarían al norte del Miño y 4 al sur.
Por lo que respecta a la sede tudense el primer obispo perfectamente documentado es Anila, quien regía la sede en el 572, cuando participa, con los restantes obispos del convento lucense, en el II concilio de Braga8. En realidad, la iglesia metropolitana era Braga si bien se había dividido en dos conventos o concilios (Lugo y Braga). Al primero pertenecen las sedes galaicas y Astorga, algo curioso pues Tui había estado siempre estrechamente vinculada a Braga9.
La integración en el Reino Visigodo, a finales del siglo VI, tampoco parece especialmente traumática y Gallaecia no sufrirá cambios político-administrativos importantes hasta mediados del VII10. Sin embargo, desde el punto de vista de la organización religiosa Braga se refuerza como metrópoli e incluso se incorporan a ella sedes que habían dependido de Mérida. Por otro lado, Leovigildo amplía las sedes arrianas. Así en las actas del III Concilio de Toledo (589), en Tui conviven un obispo arriano - Gardingo - y uno católico - Neufila -, el primero tal vez en San Bartolomé y el segundo bajo la actual catedral11.
Tras la llegada de los musulmanes se produce una desarticulación de la organización episcopal, de tal modo que la reorganización posterior implicará una serie de cambios12. Es cierto que en la mitad sur de Galicia la desarticulación fue más profunda; de hecho, los obispos tudenses se instalan en Iria, en las comarcas de Faro, Bergantiños, Nendos y Soneira (tabla 1) donde permanecen hasta el 914 según la mayoría de los autores13, si bien los datos son confusos.
Flórez considera que el obispo Nausto se retiró al monasterio de San Cristóbal de Labruja (Ponte de Lima)14, habiendo ocupado la sede tudense hacia 925, por lo que el rey Alfonso al que se refiere el documento sería Alfonso IV. Sin embargo, Carriedo concluye que ocuparía la sede después de 1003, siendo rey Alfonso V (999-1028), pues los ataques normandos serían posteriores a 968 y los musulmanes serían los de Almanzor (997)15. Por su parte López Alsina indica que es probable que se tratase del obispo de Coimbra - fallecido en 912 e inhumado en el monasterio de San Andrés de Trobe16 - que hubiese administrado también el obispado tudense-, lo cual parece corroborar el hecho de que en la Crónica Albeldense entre los obispos de época de Alfonso III no se menciona a ningún obispo de Tui, así como la consagración por parte de Nausto17 de la iglesia de Santiago de Castelo de Neiva, próxima a Labruja ubicada al sur del Limia, límite de la diócesis de Tui.
En noviembre de 985 desaparecen los obispos de Lugo y Ourense. Esta última sede se vincula a Tui, y pasa a ser gobernada por el obispo Viliulfo que ocupaba la sede tudense desde 95118, quien sufre algunos de los ataques más crudos tanto por parte de musulmanes como normandos. Su episcopado se prolonga hasta 1003 (tabla 1). Según Mansilla se habría retirado a San Esteban de Ribas de Sil19.
Los ataques de los normandos -que habrían tenido lugar entre 1008 y 1016- fueron tan crudos que, a pesar del intento de reorganización llevado a cabo en 1022, Tui es anexionada a la sede de Santiago por parte de Alfonso V, el 24 de octubre de 102420. En dicho documento de agregación se hablaba de la iglesia fundada en la ciudad de Tui bajo la advocación de san Bartolomé21, la cual, según López Alsina, no sería la catedral ubicada en Tude, que estaría destruida, sino la iglesia principal situada en Rebordáns22.
En 1068 el rey García restaura la sede de Tui en la persona del obispo don Jorge23, el cual viviría en San Bartolomé24. No se conserva el documento, pero debe de ser similar al del 1 de febrero de 1071, cuando García dona al obispo Jorge una basílica, bajo las advocaciones de Apóstol Bartolomé y la Virgen María; los mártires Sixto -obispo-, Lorenzo -arcediano- y el duque Hipólito; el mártir Jorge; el obispo y confesor Martín y san Juan Bautista25. Entre ellas se recogerían las advocaciones de las dos antiguas sedes. El documento de febrero de 1071 sería el último emanado de la cancillería de García, quien en mayo de este mismo año se vio privado de su reino, como recogió Andrade26.
El 13 de junio de 1071, Urraca, hermana de García y de Alfonso VI, efectúa una donación a la iglesia tudense27, que fue considerada la verdadera restauración de la sede28, en la que insiste en que, tras las diversas invasiones, se encontraba “muy pobre, y acabada”. Comparando este diploma con el de 1024, López Alsina considera que existían muchas similitudes, que tal vez estarían presentes en el perdido diploma de 106829. Como se ha indicado, la sede habría sido restaurada por García, y quizá no se podrá considerar la verdadera restauración hasta el momento en el que se reconstruya la iglesia de Santa María, es decir el traslado desde San Bartolomé.
Precisamente en torno a ese año se produjo la restauración de la sede de Braga. Su fecha ha sido objeto de numerosas controversias, debido a que hay documentos interpolados donde aparece el nombre de don Pedro, que será en quien recaiga en primer lugar dicha sede tras el período de incorporación a la sede lucense (tabla 1). Lo que se puede afirmar es que se trata de uno de los firmantes de la donación de Urraca a la sede tudense, de ahí la importancia de fijar con claridad el mes en el que tal diploma fue emitido. Siguiendo el análisis documental efectuado por Avelino de Jesus da Costa, los primeros documentos de Braga en los que interviene este obispo, recogidos en el Liber Fidei30, datarían del 19 de febrero y el 27 de marzo de 107131. Sin embargo, él mismo es consciente de que la alusión a “Petrus episcopus et canonici Bracarenses” demostraban una organización muy evolucionada de la sede, lo que hacía retrotraer su elección al año anterior (1070) y es consciente de que son documentos de data posterior a abril de 107332. Su nombramiento en 1071 estaría confirmado por la donación a Tui en junio de 1071, pues otros documentos que él firma son las donaciones de la princesa doña Elvira a las sedes de Lugo y Ourense, que datan respectivamente del 29 y 31 de julio de 107133.
Otra de las tradicionales discusiones a la hora de valorar la restauración de la sede bracarense se establece en torno a qué rey la propició, lo cual está vinculado con la fecha de su designación, pues García es depuesto por Sancho en abril, cuando lo apresa en Santarém. En febrero de 1071 se produjo la victoria de García frente a las tropas portuguesas acaudilladas por el conde Nuño Menéndez, en Pedroso, cerca de Braga34, lo que hace pensar que poseía problemas con sus súbditos del otro lado del Miño. La restauración de la metrópoli bracarense fue considerada iniciativa de García, según un documento recogido en el Liber Fidei35 conocido como Crónica de Braga, de fiabilidad problemática36. Sin embargo lo más probable es que hubiese sido una iniciativa de Sancho II durante su breve período de control de Galicia37. En este sentido Avelino de Jesus da Costa concluye: “Como Sancho II aprisionou e destronou o irmão D. Garcia, entre o fim de Março e o 10 de Maio de 1071, a restauração da diocese e a eleição do bispo D. Pedro deviam ser em Maio deste ano, porque D. García já as tinha prometido”38. Sin embargo, como habría ocurrido en el caso tudense, en el que don García restaura la sede, sin una dote notable, que es la que se debe a la infanta Urraca, don Sancho restauraría la sede de Braga y elegiría al obispo don Pedro sin una aportación económica39.
El final del episcopado de don Pedro fue brusco: su insistencia en la recuperación de la dignidad metropolitana le llevó a su destitución y reclusión en monasterio a finales de 109140. Ciertamente Alfonso VI había nombrado a don Bernardo, abad del monasterio de Sahagún, como obispo de Toledo, siendo elevado el 15 de octubre de 1088 como primado de toda la península41. Curiosamente don Pedro no había asistido al Concilio de Husillos donde se había depuesto a Diego Peláez42, iniciador de la catedral compostelana. En marzo de 1090 se reuniría en León un concilio bajo la presidencia del legado apostólico Rainério de San Clemente. Sin embargo, sus deseos de recuperar el arzobispado para Braga se encuentran con el rechazo del legado y de Alfonso VI, considerándole continuador del rito hispano y no impulsor del romano. Por ello recurre al antipapa Clemente III, quien le habría concedido la condición de arzobispo metropolitano a inicios de 109143. Sin embargo, de poco le sirvió ya que los restantes obispos se mantuvieron fieles a la Santa Sede, por lo que no tenía sufragáneos que le obedeciesen. Se suele considerar que el papa Urbano II habría enviado una bula para su deposición entre noviembre y diciembre de 109144. La sede bracarense se encontró en un largo período de vacante hasta 1099 cuando don Bernardo, que había traído a Geraldo de Moissac, ocho años antes, lo promovería al episcopado de Braga45. En 1101 Geraldo obtendría por parte de Pascual II el palio arzobispal. Esto facilitaría la cohesión del Condado Portucalense, en manos de don Enrique, yerno de Alfonso VI, al otorgar como sufragáneas: Astorga, Lugo, Mondoñedo, Tui y Ourense en el lado español, Porto, Coimbra, Viseu y Lamego entre las portuguesas, que anteriormente se habían encontrado en la diócesis de la Lusitania46. A la muerte de Geraldo, en 1108, Mauricio Burdino fue trasladado de Coimbra a Braga47.
Asimismo se había intentado la restauración de otras sedes episcopales: Fernando I, tras la conquista de Coimbra en 1064, intenta restaurarla. Sin embargo, los conflictos entre sus hijos impiden que llegue el obispo Paterno hasta 1080, permaneciendo allí hasta su muerte en 108848. Su sucesor será Cresconio, abad del monasterio de San Bartolomé de Tui49, a quien se pretendía encomendar la implantación del rito romano. Pero el gobernador de la ciudad, el mozárabe Sisnado se opone, promoviendo a Martín al episcopado -también mozárabe-, lo que retrasó la toma de posesión de Cresconio hasta el 23 de mayo 1092, prolongándose su mandato hasta 1098. En ese año es elegido el francés Mauricio Burdino50. En junio de 1071 se restaura la sede de Lamego con el nombramiento del obispo don Pedro, pero fue dependiente de Coimbra y no contó con su independencia hasta 114751.
La sede de Iria, tras su traslado a Compostela, se hallaba libre de la autoridad de Braga. Desde 1100, con Diego Gelmírez como obispo, intenta reforzarse frente a Braga, en la que lleva a cabo el conocido como “Pio Latrocino”, en aras de aumentar sus reliquias, con el objeto de consolidarse como el mayor centro de peregrinación de occidente52.
Por su parte, la frontera con lo que será un nuevo reino, será objeto de numerosas controversias que tienen en Tui uno de los principales centros de enfrentamientos53.
La construcción de las catedrales de Braga y Tui
En esta investigación se tiene en cuenta un tipo de análisis metodológico, basado en la circulación de artistas, obras y modelos como propuso Recht54, quien indicó que cabe tener en cuenta diversos aspectos: se puede producir la circulación de las obras o de los hombres, pues no solo se movían los artistas, sino también las obras y los modelos55; puede haber contactos estrechos o no con el medio local; la actividad puede extenderse dentro de un área geográfica incluso teniendo en cuenta el encargo de obras; puede existir un taller itinerante, con numerosos o pocos obreros; se debe de valorar la duración y naturaleza de la influencia ejercida entre diversos talleres56. Todo ello sin olvidar que los artistas medievales no inventan, en el sentido moderno que se da a este término, sino que se apropian de un repertorio que transforman y transmiten a su vez, lo que no les impide ser creadores57. Por su parte Guillouët profundiza en el análisis de hasta qué punto las transferencias artísticas siguen siendo una herramienta útil para la historia del arte medieval58. La identificación de los movimientos y circulación de artistas no puede obviar sus modalidades ni las condiciones de la disponibilidad de los artistas dentro de las redes de la sociedad. La permeabilidad del saber hacer y su análisis a través de la historia cultural, lleva a adoptar la noción de transferencias culturales, lo que permite cambiar los términos de la cuestión: abordarlo dentro del ámbito de los estudios históricos, puede arrojar luz sobre cuestiones como la recepción o difusión. Artistas, obras o modelos son los que constituyen el objeto de la investigación realizada en términos de transferencias artísticas, teniendo en cuenta el papel de estos actores y la forma en que participan en la reconfiguración de un determinado medio artístico; ello constituye un enfoque diferente, incluso en su sintaxis, una forma de ampliar la reflexión evocada por Recht. Es también una forma de sumar las aportaciones procedentes de otras disciplinas y otros horizontes historiográficos. El cambio léxico que Guillouët propone entre circulación y transferencia refleja expectativas historiográficas precisas, pues hablar de transferencias artísticas no equivale a identificar y describir la circulación de artistas, obras o modelos -aunque estas dos cuestiones, por supuesto, se superponen- si no que permite analizar la forma en la que estos movimientos de artistas, obras o modelos pueden reconfigurar los medios artísticos que les acogen o de quienes proceden59. A través de la noción de transferencias artísticas, se pasa de una problemática de recepción e influencia, al papel de los mediadores en los mecanismos de estas circulaciones y sus efectos, alcanzando más allá de las consideraciones vinculadas a la circulación y movimiento de artistas60. La historia del arte medieval revela la necesidad de estudiarla dentro de una globalidad, y, precisamente, hacerlo en términos de transferencias artísticas, circulaciones de vectores y, sobre todo, de las reconfiguraciones a las que conducen estos movimientos, más que en términos de difusión e influencia. Por ello Guillouët concluye que el método de las transferencias culturales parece especialmente operativo para comprender las circulaciones artísticas en la Europa de la Edad Media, las modalidades según las cuales operan y, en última instancia, los significados que se les pueden atribuir61.
En nuestro caso se ha llevado a cabo un recorrido por la evolución y restauración de las sedes tudense y bracarense que tiene por objeto cotejar los paralelismos existentes entre ambas, que puedan explicar la hipótesis que en este trabajo se pretende plantear: las posibles similitudes entre el primer proyecto constructivo de la catedral de Braga62 y el que consideramos que fue el de la catedral medieval de Tui63.
Uno de los interrogantes que se plantean tanto sobre la catedral tudense como sobre la de Braga, se refiere a la configuración primitiva de sus plantas.
En el caso de la tudense (Fig. 1) se trata de una planta de cruz latina: el brazo mayor, muy corto, se divide en tres naves -la central más ancha-, y estas a su vez en cuatro tramos; su construcción pertenece al gótico, a un taller que Moralejo sitúa entre 1218-123664, teniendo en cuenta el inicio del episcopado de don Esteban Egea en 1218. El brazo menor está igualmente dividido en tres naves, aun cuando en este caso los tramos serán tres y más estrechos. Tradicionalmente se consideró que la catedral compostelana, por su amplio transepto, sería el modelo para Tui.
Sin embargo, algunos historiadores del arte que analizaron el proceso constructivo de la catedral de Braga consideraron que esta también contó con un transepto de tres naves. Es el caso de Aarão de Lacerda65, quien considera la catedral de Braga como uno de los primeros grandes edificios levantados en románico, proponiendo un trazado primitivo de enormes proporciones con cinco naves y transepto de tres naves, siguiendo el trazado conjetural de Rogério de Azevedo (Fig. 2).
Por su parte Real considera que el obispo don Pedro fue el fundador de la nueva catedral y su proyecto era mucho más ambicioso que el actual, “de envergadura europeia”, hasta el punto de que colocaba a Braga “numa posiçâo de relevo no proceso que condiziu à definiçâo do modelo seguido nos mais célebres santuários de peregrinaçâo”66. Sin embargo, desmiente que tal proyecto contase con un brazo mayor de cinco naves67, pero concuerda - basándose en restos rastreables en diversos pilares68 así como datos del Memorial del canónigo Tristão Luís, con respecto a las obras del episcopado de don Diogo de Sousa (1505-1532) -, con el hecho de que la basílica contaba con un transepto de tres naves69 (Fig. 3).
La opinión de Real es seguida por Miranda y Vieira da Silva70 y corroborada por Vieira da Silva y Afonso71, quienes, si bien discrepan con respecto al mencionado autor en la consideración de dicho proyecto como un centro de peregrinación en competencia directa con Compostela, coinciden con el hecho de que el proyecto inicial fue desarrollado por el obispo don Pedro y tendría un transepto de tres naves72 (Fig. 4).
Por el contrario, no se puede ocultar que otros autores discrepan de este planteamiento. Es el caso de Ferreira de Almeida, quien ya en su tesis doctoral había considerado inaceptables las propuestas de Lacerda que pretendían una planta con cinco naves y siete capillas en la cabecera73; posteriormente señala que no hay ninguna razón válida para defender esta posición, ni desde el punto de vista arqueológico ni histórico74. Botelho75 concuerda con un inicio en época de don Pedro, como demostraría la inscripción existente en parte de un dintel, que reza: Huius E(cclesie) (?)76. Sin embargo, atribuye erróneamente el gran proyecto a Paio Mendes (1118-1138), siguiendo las opiniones de Lacerda y Real, pues ella misma se contradice al indicar: “Este projecto do século XI contemplaria uma igreja basilical de cinco naves e com transepto formado por três, sobre o qual assentaria uma tribuna”77; no obstante, indica que no se puede pasar de una mera conjetura78.
Otro aspecto destacado, y que ha planteado hipótesis divergentes tanto en Braga como, sobre todo, en Tui, es la cabecera. En el caso de la catedral de Tui, como ya se ha señalado en otras ocasiones79, consideramos que la cabecera no parece haber tenido girola, debido a la falta de espacio, opinión ya expresada por Bango80, y que Vila refuta81, pero también por la falta de recursos con los que contaba la sede para una empresa de tal envergadura y la comparación con otros ejemplos de la época. Pese a que la opinión más generalizada consideraba la existencia de tres ábsides82, dedicados a santa María, Santiago y san Pedro, advocaciones que se conservan en la actualidad, la posibilidad de cinco, hipótesis apuntada ya por Chamoso83 e Iglesias Almeida84, está avalada por la documentación conservada en el archivo catedralicio y la propia arquitectura. Entre la primera está el testamento otorgado en 1264 por Fernán Yáñez, arcediano de Tui, en donde se indica: “Iten mandat ad cooperiendum ousiam sancte Marie virginis et sancti Petri et sancti Iacobi de petra CL morabetinos [...] Iten mandat ad vitrandas fenestras de ousia sancte Marie et sancti Iacobi et sancti Petri et sancti Vincentii ecclesie tudense C morabetinos”85. Se puede comprobar que se refiere a un ábside dedicado san Vicente. Asimismo, en 1385, en las últimas disposiciones de Johan Mouro, pedreyro natural de Valença, que se manda enterrar en la sepultura que le otorgó el cabildo en el cementerio de Santa María de la sede de Tui, se señala: “Yten mando aas cofrarias de San Pedro et de San Viçente a cada una dez maravedís et que me veñan fazer honrra e no enterramento como seu confrade et aja parte delas como confrade”86; asimismo dona el dinero de la venta de determinados bienes para la obras de la Iglesia de Tui87. No creemos casual que los titulares de dichas cofradías se puedan corresponder con los de dos capillas absidales. Por otro lado, en relación con el carácter transfronterizo de esta ciudad88, durante buena parte del siglo XII los talleres tudenses irradiaron al norte y sur del Miño, por lo que era normal que un pedrero natural de un lugar tan próximo, aunque por entonces ya se encontraba en otro país, se entierre en el cementerio de su sede episcopal, en la que quizá hubiese trabajado como pedrero.
La noticia de una quinta capilla la proporciona un documento del notario Alonso Fernández emitido en 1461, sobre la sepultura de Álvaro de Porto; en él se concede permiso para pintar y reparar la capilla de Santa Eufemia, así como cubrir de madera y teja su torre, antes de que empeoren las ya malas condiciones en que se encuentra su tejado89. Dado que el documento señala que la capilla de Santa Eufemia posee un tejado, podemos pensar que no se situaría en el interior de la catedral, sino que sobresaldría, resultando muy probable que se tratase de una capilla absidal; asimismo el mal estado en el que se encontraba puede indicar que se trata de una construcción antigua.
Por lo que respecta a los restos que todavía se conservan en una estructura que ha sufrido numerosas modificaciones, se pueden apreciar, en primer lugar, en la configuración de los tramos del transepto que puede confirmar la posibilidad de la existencia de cinco ábsides (Fig. 1): desde el crucero, que posee la amplitud de la nave mayor, existen tres tramos hacia el norte y otros tantos hacia el sur; el primero es la continuación de las naves laterales, constituyendo casi un cuadrado, mientras que el segundo posee menor amplitud, dando lugar a un espacio rectangular; finalmente, el último tramo vuelve a resultar más amplio, sin llegar a la longitud del primero. Ello obliga a peraltar considerablemente los arcos de medio punto, tal como se puede observar claramente en el interior (Fig. 5).
En segundo lugar, si se observa detenidamente el muro oriental de acceso a los ábsides, se puede apreciar, comenzando por el extremo noreste: en el primer tramo un gran arco tapiado sobre el que, con posterioridad, se abrió una ventana, hoy también tapiada; en el tramo siguiente del transepto norte se abre una ventana que todavía se conserva en buen estado (Fig. 6); a continuación, se halla el acceso al ábside de Santiago, cuyos arcos de ingreso corresponden a la fábrica románica.
En el brazo sur, simétricamente, se encuentra el acceso al ábside de San Pedro; en el tramo siguiente habría habido otra ventana, como dejan entrever los restos de dovelas en el muro; finalmente, el arco de acceso a la actual capilla de San Telmo (Fig. 7) se correspondería con el de la quinta capilla.
Junto a ello, la estructura absidal propuesta podría verse corroborada por un contrafuerte existente entre los arcos de ingreso a la citada capilla, visible desde su interior, testigo de la separación entre el paño mural con la ventana y el último ábside (Fig. 8).
Otra cuestión de difícil resolución sin el recurso a excavaciones es la forma de los ábsides. Para algunos autores serían rectos90, mientras que otros, apoyándose en el cambio que se quiso dar a la iglesia de San Bartolomé de Rebordáns (Tui) consideran que debieron ser semicirculares91. Es probable que se tratase de esta última solución, dada su similitud con otros ejemplos que se abordarán posteriormente.
Un paso más sería la ubicación de ambos absidiolos. Iglesias Almeida supone que el dedicado a san Vicente se encontraría en el lugar de la actual sacristía, en el lado de la Epístola, mientras que, por simetría, el de Santa Eufemia se correspondería con la posterior capilla de las Reliquias92. Por lo que respecta a las advocaciones de las capillas de la cabecera, la central, de santa María, se dedica a la patrona de la catedral, mientras que las contiguas, de Santiago y san Pedro, hacia el norte y sur respectivamente, se consagran a dos apóstoles. Finalmente, las de san Vicente y santa Eufemia, poseen advocaciones de mártires, ambos muy vinculados al área tudense. Realmente, fueron advocaciones muy repetidas en toda la diócesis y siguen una disposición frecuente en otras catedrales. La ubicación de Santiago en el lado del Evangelio no resulta extraña teniendo en cuenta la posición de Tui en el camino “portugués” de peregrinación a Compostela, cuestión relevante a la hora de la comparación con Braga.
En lo que atañe a la catedral de Braga, la reconstrucción de la cabecera inicial también es fruto de diversas hipótesis. Según Aarão de Lacerda (Fig. 3), se abrirían absidiolos al transepto y girola, siguiendo un trazado benedictino que no llegó a completarse pues fue modificado y disminuido; entre sus vestigios estaría una capilla de planta de arco peraltado que vincula con el mundo cluniacense93. Ferreira de Almeida, por su parte, considera que la primera catedral de Braga que consagró don Pedro estaría más próxima al primer románico, pues cree que dicho obispo todavía estaría vinculado al llamado rito “mozárabe”, así como ese primer proyecto lo estaría a la tradición artística altomedieval94. Sin embargo, cree que el ábside de planta en herradura, que hoy está en el exterior de la catedral, pertenecería al primitivo proyecto románico que don Soeiro Mendes (sic) habría iniciado ca.1128 cuando don Alfonso Henríquez le concedió licencia para acuñar moneda95. En su opinión la iglesia que don Pedro había consagrado sería protorrománica y tendría un ábside cuadrangular - de raigambre astur -, como demostraría la donación de un frontal de 5,24 metros de altura en 1088 por parte de doña Guntroda Núñez, para cubrir la pared del fondo96. Por su parte Real considera que el cuerpo central tendría tres naves, que se prolongan en cuatro tramos, habiéndose rematado la nave central por un quinto tramo, mientras las laterales serían dos torres. En consonancia con ello y dado el momento en el que surge la obra, el proyecto se había concebido como una basílica con deambulatorio y capillas radiales97, siguiendo, en su opinión, un modelo típico de las iglesias de peregrinación98. En el lado norte, en el exterior de la basílica actual, existe un absidiolo románico de factura antigua99, que en la Baja Edad Media se dedicó a Nuestra Señora de Loreto100. Posee dos características destacables: el remate exterior es recto, mientras la planta es en herradura, lo que le confiere un aspecto primitivo. Por lo que respecta a su alzado, el arco es de medio punto, peraltado, en correspondencia con las grandes catedrales del último tercio del siglo XI, y cuya cronología temprana se vería confirmada por la decoración de los frisos y la tipología de los capiteles y las basas101.
De hecho, en su opinión, la consagración del altar mayor el 28 de agosto de 1089 revelaría que en esa fecha la obra estaría ya avanzada102. Sin embargo, este autor matiza cuál sería la función del frontal donado por doña Guntroda Nunes, que no se dispondría en el fondo del ábside central, sino que se colocaría en el arco triunfal, como remate digno para el momento de la consagración del altar103. La opinión de Vieira da Silva y Afonso sigue, en buena medida la de Real, considerando que se trata de una iglesia plenamente integrada en la cultura artística europea de la época, tanto por el formulario arquitectónico como por la escala proyectada, aun cuando existirían algunos arcaísmos ibéricos: con tres naves estructuradas en cuatro tramos, un transepto saliente de tres naves distribuidas en siete tramos y una cabecera con un ábside semicircular, seguida por un deambulatorio con capillas radiantes104. Sin embargo, en la planta que proporciona esta obra (Fig. 3), se omite la girola y se presenta una cabecera con siete ábsides, el central y los absidiolos de los extremos de estructura recta en el exterior105, considerando el gran transepto como proyecto no construido.
Si consideramos aceptable que el proyecto de don Pedro contaba con un transepto de tres naves, lo que se ha observado a través de la bibliografía es que no existe un acuerdo con respecto a cuál es la causa, si bien entre las corrientes de opinión Santiago de Compostela desempeña un papel relevante. Real considera que el ambicioso proyecto para Braga tenía la intención de crear un importante centro de peregrinación en competencia con Compostela106; por su parte Vieira da Silva y Afonso no consideran que se intentase de establecer una competición directa con Santiago, “tarefa perfeitamente quimérica”, sino de captar una parte significativa de los peregrinos que atravesaban la península de modo que realizasen una breve inflexión hacia el sur, antes o después de la visita al túmulo de Santiago, para venerar las reliquias bracarenses, de las que destacaban las de san Fructuoso, san Silvestre, san Cucufate, santa Susana y san Víctor107.
Si ese proyecto existió, aunque no sepamos si pasó de simple intención, podríamos establecer un nuevo paralelo para la catedral de Tui, cuya planta resulta poco equilibrada como estructura de cruz latina, pues su brazo mayor es muy corto, mientras su cabecera es muy desarrollada. En este sentido sería más próxima al modelo de Santa Fe de Conques108 al igual que Braga.
Si bien Real confirma que carecemos de información suficiente con respecto a la primitiva cabecera, concluye que sus similitudes con dicha iglesia son muy estrechas, tanto en la planimetría como en los arcaísmos que evidencian ambas construcciones. Asimismo, el nombramiento de Geraldo, consagrado en Sahagún en 1096, el cual era originario de Cahors109, explicaría que por tierra natal, muy próxima a Rouerge, donde se encontraba Conques, así como su formación en Moissac y su estancia en Toulouse, conociese los ejemplos franceses110. Sin embargo, se impone una matización con respecto a la vinculación de las girolas con la afluencia de peregrinos: durante mucho tiempo las iglesias de Santa Fe de Conques, San Martín de Tours, San Marcial de Limoges, San Saturnino de Toulouse y Santiago de Compostela111, fueron catalogadas como “iglesias de peregrinación”. Bango112 y Brenk113 rebatieron dicha “etiqueta”, pues preciso relacionar las cabeceras con girola con usos litúrgicos más que con el tránsito de los peregrinos, como ha insistido Carrero114. Además, no poseen toda la misma función pues hay dos colegiatas (Tours y Toulouse), dos abaciales benedictinas (Limoges y Conques) y una catedral (Santiago). Por ello consideramos que no existe la necesidad de vincular una tipología con girola con el carácter de iglesia que ha de acoger numerosos peregrinos.
A pesar de ello, queremos destacar que existen semejanzas entre las estructuras de Santa Fe de Conques y las catedrales de Tui y Braga, y que no se hallan en la catedral de Santiago: con respecto a la tudense (Fig. 1), el transepto cuenta solo con siete tramos, sobre ellos existe una tribuna, la cual posee un ándito estrecho entre el lado este y el oeste, al igual que ocurre en Conques; en los extremos norte y sur de Braga no existe una nave transversal, por lo que estaríamos de nuevo ante una estructura semejante con los otros dos ejemplos citados.
Al margen de lo que pudo ser la cabecera inicial, el proyecto bracarense cambia en el siglo XII115. Existen una serie de fuentes que hacen pensar en una destrucción violenta de la obra iniciada por don Pedro, tras la muerte de Geraldo116, hacia 1109-1110. En el diploma otorgado por doña Teresa el 29 de octubre de 1110 se confirman los privilegios de la sede debido a los malos tratos que le habían causado sus hombres: “os meus maiorinos, não temendo o santuário de Deus, entraram armados na igreja e no claustro e fizeram arruinar a importante igreja bracarense”117. Por su parte las excavaciones de la calle Nossa Senhora do Leite mostrarían una capa importante de material de demolición118, en tanto que Fontes, Lemos y Cruz consideran la “existencia de um primeiro projecto de maior amplitude, mas, par outro lado, a ausencia de evidencias arqueológicas relacionadas com um transepto de três naves poderá significar que a sua construção nunca terá passado do projecto”119. Fue el arzobispo Paio Mendes el que iniciaría la reconstrucción de la catedral, obteniendo en 1128 el privilegio para acuñar moneda, con el objeto de proseguir la construcción de la basílica. En 1131 intenta reactivar el culto en la capilla mayor reconstruida y en 1135 conocemos el nombre del arquitecto de la obra: Nuno Pais120. Sin embargo, Real niega la existencia de un terremoto en 1135 que hubiese destruido las torres de la sede121. Lo que plantea es que este arzobispo optaría por una solución más modesta de cabecera, con cinco capillas abiertas hacia un transepto de una sola nave, mientras en cuerpo de la iglesia se ampliaría hasta siete tramos. Sin embargo, considera que el remate de la capilla mayor sería recto - ya que en las excavaciones no se han encontrado restos de ábside semicircular -, al igual que los absidiolos más extremos122 (Fig. 3).
Según se ha señalado en la primera parte del trabajo, los contactos entre la sede bracarense y la tudense son muy estrechos123, no pudiendo olvidar el carácter de sufragánea de Tui con respecto a Braga. Por otro lado, la dedicación del altar mayor de Braga, el 28 de agosto de 1089, estuvo presidida por don Bernardo de Toledo, con la participación de los obispos Pedro de Braga, Gonzalo de Dumio, Auderico de Tui y Pedro de Ourense124 (tabla 1). Todos estos contactos podrían explicar una posible relación entre las plantas de la catedral de Braga y la de Tui: el transepto triple del primer proyecto, y la cabecera de cinco ábsides del segundo. Con todo carecemos de fuentes documentales y arqueológicas que permitan afirmarlo de manera fehaciente, por lo que solo se trata de plantear una hipótesis diferente de todas las que hasta ahora se han propuesto.
Para Tui se pueden encontrar parelelos en iglesias francesas y españolas, entre ellas las cistercienses de Meira y Oia125, las cuales poseen los ábsides rectos al interior y al exterior. Realmente entre esta última y la catedral de Tui los contactos son muy importantes, llegando a realizarse donaciones mutuas126, cuando en 1145, como respuesta a la generosidad del obispo Pelayo, los monjes entreguen dos marcos de plata “in opus Ecclesiae S. Mariae faciendum”127. La influencia del cister será patente en partes de la propia obra tudense, como el claustro, e incluso es posible pensar en un intercambio de maestros entre ambas128. Pero también hay que señalar los contactos del monasterio de Oia con Portugal donde poseía numerosos bienes129.
El tipo de cabecera de cinco ábsides escalonados también existió en otra catedral gallega, sufragánea de Braga: la de Ourense. Pita considera que tendría cinco ábsides semicirculares130 (Fig. 9).
Carro recoge que en el siglo XII la capilla central ourensana estaba dedicada a la Virgen, como en el caso tudense131; sin embargo, Carrero se apoya en la documentación para recoger las advocaciones de las capillas absidales de la sede auriense132 (Fig. 10).
Pita para esta estructura invocaba los paralelos de Santa María de Azogue en Benavente133, San Miguel de Estella, la catedral de Lleida, o la colegiata de Tudela. Por su parte Muñoz Párraga, al estudiar la catedral de Sigüenza, consideró que poseía un esquema semejante y señaló sus similitudes con la catedral de Tarragona, Ourense y el ejemplo de Benavente, teniendo en cuenta las diferencias entre ellas motivadas por las necesidades de la liturgia134. Sin embargo, Cosmen propone una estructura diferente para la cabecera seguntina135.
En el mundo portugués encontramos otros ejemplos de catedrales con cabeceras de cinco ábsides. Es el caso de Lamego, también sufragánea de Braga, según la propuesta de Carrero136.
Ya más tardía habría que señalar la de Évora (iniciada en 1185-1204 y sustituida por otra en 1267-1283), que presentaría cinco capillas absidales, las de los extremos rectangulares y el resto poligonales137.
Conclusiones
A la hora de buscar posibles paralelos para aquellos edificios medievales que han sufrido numerosas transformaciones, y de los cuales carecemos de documentos que permitan afirmar fehacientemente su proceso constructivo, se impone un análisis de tipo comparativo, de posibles transferencias artísticas, que, en ocasiones, no permite ir más allá de un simple planteamiento hipotético. En la catedral de Tui, el obispo Pedro Beltrán realiza una reforma total en la cabecera, entre 1495 y 1499, que supuso la total transformación de lo existente para construir, tal como hoy se conserva, una cabecera triple y plana. Añadidos posteriores como la capilla de San Telmo o la actual sacristía, han ido enmascarando todavía más las trazas románicas, obligándonos a rastrear en busca de pistas que nos permitan una reconstrucción del estado original de la catedral tudense. Por su parte, la catedral de Braga todavía posee una historia más compleja ya que el primer proyecto románico no ha ido más allá de una aspiración y su reconstrucción, aunque bien fundamentada por Real, precisa de nuevas aproximaciones, en espacial de la arqueología con sus técnicas más avanzadas.
La comparación entre las planimetrías de ambas catedrales durante el medievo, así como otras semejantes, nos podría llevar a concluir que el transepto tudense, tan desarrollado, con tres naves, que solo se comparó hasta ahora con el de la catedral de Santiago, podría asemejarse al proyectado para la catedral de Braga bajo el episcopado de don Pedro. Teniendo en cuenta el proceso cronoconstructivo de ambos edificios, se habría iniciado antes el bracarense, mientras que el de Tui, datable hacia mediados del siglo XII, pudo tomar como modelo el de su metrópoli.
Otra cuestión sería que el tamaño del proyecto y la forma del transepto, en ambos casos, pudiera asemejarse al de Santa Fe de Conques, sin que se pueda afirmarse de qué modo pudo haber llegado ese modelo, salvo la relación que Geraldo poseía con el entorno cercano a Aveyron. La insistencia en una cabecera con girola y capillas radiales ha partido de la consideración de dicha tipología como la característica de las iglesias de peregrinación, cuestión hoy descartada frente al papel que posee la liturgia y que resulta común a muchos centros de los que carecemos un refrendo como importantes centros de peregrinación. Por lo que atañe a la liturgia es muy importante el papel que en este momento poseía la implantación del rito romano. Como se ha indicado, existían ciertos recelos con respecto a don Pedro al que se consideraba continuador de la tradición mal llamada “moçárabe”, mientras que Geraldo encarnaría los postulados de los centros que se encontraban en la vanguardia de la difusión del rito romano. En el caso tudense, consideramos que el inicio de la catedral románica, tras su destrucción posterior a las invasiones musulmanas y, sobre todo, germánicas, que la obliga a permanecer en el monasterio de San Bartolomé tras la restauración de la sede, tendrá que ver con la reorganización de la canónica por parte del obispo Pelayo hacia 1137, para lo cual solicitará canónigos de la Santa Cruz de Coimbra; se trata de una actividad directamente relacionada con la reforma gregoriana.
En relación con el tipo de cabecera, aunque la primitiva de Braga hubiese tenido girola, a partir del segundo cuarto del siglo XII, fecha en la que situamos los inicios de la cabecera tudense, va a estar formada por cinco capillas. Si bien en el caso tudense consideramos que serían semicirculares, en el de Braga podría haber una alternancia entre rectangulares y semicirculares. Existen modelos cercanos que siguen esta misma configuración, en especial en catedrales que eran sufragáneas de Braga como es el caso de Ourense o Lamego. Otros edificios como Santa María del Azogue en Benavente, se consideran seguidores del ejemplo auriense.
La necesidad de nuevas campañas arqueológicas, unida a nuevos enfoques en el tratamiento de estos edificios como la relación con la liturgia, las advocaciones y la búsqueda de nuevos apoyos documentales, podrían permitir en un futuro profundizar en lo que en este caso es solo una primera aproximación.