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Medievalista

versão On-line ISSN 1646-740X

Medievalista  no.31 Lisboa jan. 2022  Epub 30-Jun-2022

https://doi.org/10.4000/medievalista.5129 

Artigos

El golpe de Estado de Focas (602): sus orígenes sociales

Phocas’s coup d’état (602): its social origins

Carlos Martínez Carrasco1 
http://orcid.org/0000-0002-0206-3940

1 Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas 18001 Granada, España; cmtnez@ugr.es


Resumen

Partiendo de una reevaluación de las fuentes disponibles, se propone una revisión de uno de los momentos clave en el devenir histórico del Imperio romano de Oriente, el golpe de Estado que llevó al poder a Focas en 602. Fue el primer hecho de este tipo que se dio en Constantinopla, creando una situación de inestabilidad que marcaría todo el siglo VII. Este estudio pone el acento en el contexto social y económico en el que se produjo, enclavándolo en las tensiones existentes entre el estamento aristocrático y el resto de la población romana. La extrema crueldad con la que se produjo la deposición de Mauricio, y que también afectó a su familia, sería la prueba de que se trató de una venganza social.

Palabras clave: Bizancio; siglo VII; Focas; crisis social; golpe de Estado

Abstract

Starting from a reassessment of the available sources, a review of one of the key moments in the historical development of the Eastern Roman Empire is proposed, the coup d’état that brought Phocas to power in 602. It was the first event of its kind that occurred in Constantinople, creating a situation of instability that would mark the entire 7th century. This study places the accent on the social and economic context in which it occurred, anchoring it in the existing tensions between the aristocratic establishment and the rest of the Roman population. The extreme cruelty with which Maurice's deposition took place, and which also affected his family, would be proof that it was a social revenge.

Keywords: Byzantium; 7th century; Phocas; Social Crisis; coup d’ État.

En noviembre de 602 se produjo algo inédito en el Imperio romano de Oriente, la deposición violenta y ejecución de un emperador, Mauricio (582-602), junto a toda su familia. Focas (602-610), el cabecilla de ese golpe de Estado sangriento, escribió unas de las páginas más negras en la historia de Bizancio. Basta con leer cómo los historiadores posteriores se han referido a él y a su reinado, empezando por E. Gibbon (1788): “Sin revestirse del cargo de príncipe, se desentendió de la profesión de soldado, y el reinado de Focas desconsoló a Europa con una paz indecorosa, y a Asia con una guerra asoladora. Su temperamento salvaje se enardecía con la resistencia o la reconvención”1. Imagen que no mejora en otros historiadores como J. B. Bury (1892): “The Empire sank into the lowest depths of degradation and misery, and it seemed that nothing short of some divine miracle could restore it to wellbeing”2. Ni en G. Ostrogrosky (1940): “El régimen de terror de Focas fue el marco exterior en el que se consumió la desintegración del orden político y social del Estado romano tardío”3. Tampoco en la obra del conservador A. N. Stratos (1966): “Absolutism and sense of power brought out his petty and vulgar nature and strengthened his tendencies to incontinence and drunkenness”4. Y que se mantiene en el más actual W. Treadgold (1997): “Unlike them, however, he lacked experience close to the throne. Even more important, unlike every eastern emperor since Diocletian, Phocas lacked even a shred of legitimated claim to rule”5.

Sólo recientemente se ha reevaluado la figura de este controvertido emperador, haciendo notar que las fuentes ya tenían un sesgo contrario a él. El estudio de M. Meier pone el foco en la campaña de desprestigio emprendida por Heraclio el Joven (610-641) con el único fin de legitimar su propio golpe de Estado, tan virulento como el que llevó a Focas al poder. Señala el historiador alemán el despliegue propagandístico con el objeto de presentarlo como un τύραννος, un usurpador, construyendo una figura que en muchos aspectos podría compararse con las de Calígula o Nerón. El emperador bizantino del siglo VII también sería objeto de una damnatio memoriae que buscaba eliminar cualquier rastro de su presencia6. El hecho de que las fuentes se regodeen en los crímenes imputados a Focas, que los enumeren y repitan hasta la saciedad, era una de las prácticas habituales para denigrar a soberanos impíos y ensalzar a sus sucesores. En muchas ocasiones eran bulos o exageraciones cuya única función era excitar los ánimos contra ellos7. Y en el caso que nos ocupa, esta premisa se cumple desde el principio, como un elemento más de lo que se ha venido en llamar la política heroica de Heraclio8. Focas encarna al enemigo interior del mismo modo que Cosroes II (590-628) representa al exterior, compartiendo ambos ese carácter de impiedad y desafío al orden providencial.

Creo que una de las claves se encontraría en la ruptura de la τάξις, el orden político y social que podría confundirse con el μέτρον, la mesura de la Antigüedad, si bien en Bizancio el sentido de ese orden haya que ponerlo en el contexto de la revelación cristiana que marca un tipo de autoridad incuestionable9. Estos dos conceptos, orden y mesura, aparecen unidos en el Strategikon atribuido al emperador Mauricio: si se quería evitar conspiraciones, era fundamental que los delitos más habituales fueran castigados con prudencia10. En un fragmento de su obra, Teofilacto Simocatta, historiador cercano a Heraclio, al referirse a la lucha por el poder en Persia, señala que la anarquía era consecuencia del desorden y causa de la tiranía que precipitaba la decadencia de la sociedad que la sufría11. Lo que reiteran las fuentes es precisamente el carácter disruptivo que tuvieron la figura y los actos de Focas.

La ἐπανάστασις, la revolución que protagonizó fue también una ἀκαστασία, la inversión del orden social, que de inmediato es asemejada por los intelectuales bizantinos a una enfermedad que afecta a toda la sociedad, un pecado que debe ser purgado12. Esto nos lleva al estudio de D. M. Olster en el que señala la situación heredada del siglo anterior como un factor determinante en lo que califica - ya desde el título -como una “revolución en Bizancio”13, si bien el propio M. Maier rechaza que se deba achacar todo al componente material para explicar los hechos de noviembre de 60214. En lo que a lo estrictamente militar se refiere, el golpe de Estado de Focas rompió con la imagen del Ejército como una institución leal al emperador y su política, sea cual sea. A partir de 602, los militares dejaron de ser el elemento de estabilidad que habían sido desde la centuria anterior15.

La cuestión sigue siendo pertinente: se trató o no de un conflicto de raíz social. Si la guerra civil que se desató a continuación tuvo un componente de lucha anti-aristocrática a la que ya apuntaba A. N. Stratos, que también habla de “revolution”16. W. E. Kaegi señala el desdén con el que los círculos educados romanos miraban a los soldados, a los que consideraban incapaces de articular un movimiento político digno de ese nombre17. La displicencia era el modo en que se recomendaba a los generales tratar con sus tropas, a las que se veía como niños18. Aunque no se pueda obviar el factor individual, personal y psicológico, en la toma del poder de Focas es imprescindible tener presente el contexto no sólo económico, sino también ambiental, climático. El levantamiento entre las tropas acantonadas en el Danubio se produjo en un marco muy concreto que, si bien no fue el elemento determinante, si debió jugar un rol que no podemos dejar de lado al explicar los acontecimientos. De acuerdo con los análisis publicados en 2016 sobre la oscilación de las temperaturas en el período conocido como LALIA (Late Antiquity Little Ice Age), en torno al año 600 encontramos uno de los picos mínimos, con una caída media de -2ºC19. Las fuentes vienen a confirmar el empeoramiento de esas condiciones.

En el año 902 AG (590-591 AD)20 se produjo una epidemia de peste que volvería a afectar al Imperio, y especialmente a Constantinopla, ocho años más tarde, ca. 910 AG (598-599 AD), en la que murieron 3.180.000 personas, entre ellas el patriarca Juan, si bien la cifra haya que ponerla en duda21. A las pérdidas en vidas humanas y económicas derivadas del impacto de la enfermedad, habría que sumarle los efectos de los desastres naturales que se registraron en esos años finales del reinado de Mauricio. En el año 14º de su reinado, ca. 596-597, se registró una sequía acompañada de ola de calor que quemó las cosechas y los árboles frutales, incluidos los olivos y las viñas22. Como puede observarse, el clima a finales del siglo VI estuvo marcado por fuertes oscilaciones. Y a un período de sequía, le siguió otro de fuertes lluvias, que no sólo destruyeron los campos sino también las ciudades, como sucedió ca. 598-59923. Las temperaturas cálidas y el incremento de la humedad provocaron la aparición de la plaga de langostas, que cayó sobre los sembrados, volviendo de manera cíclica durante los tres años siguientes por los huevos que los insectos dejaron enterrados24. La gran nevada tuvo lugar al año siguiente, 599-60025, incidiendo en los efectos de la hambruna. A partir de esta fecha, no hay más entradas en las crónicas acerca del estado del clima: las circunstancias políticas lo ocultaron todo.

Podría rebatirse todo lo anterior sosteniendo que se trata de exageraciones de los cronistas que, presas de una visión providencialista, se sirvieron de este tipo de catástrofes, magnificándolas, para evidenciar que el Juicio Final estaba próximo y que Dios los llamaba a purgar sus pecados26. No obstante, hay otros indicadores que dibujan una situación poco favorable para los estratos más bajos de la sociedad bizantina. La introducción por Mauricio de un sólido ligero de plata, equivalente a 23 siliquas, que se unía a los ya existentes de 21 y 22 siliquas puestas en circulación durante los reinados de Justiniano (527-565) y sus sucesores, era, por un lado, una respuesta a la falta de oro para la amonedación y por otro, suponía la continuación de las reformas monetaria y económica iniciadas por Anastasio (491-518)27.

La acuñación de monedas fraccionarias de cobre resultó del agrado de una aristocracia a la que la monetización de la economía y el pago de rentas y tributos en moneda le beneficiaba. El hecho de que el reinado de Anastasio tuviera tan buena imagen entre los historiadores posteriores, a diferencia de los de Justino (518-527) o Justiniano, se debe a que las políticas puestas en marcha por Anastasio beneficiaron a la élite senatorial y terrateniente, a quienes realmente debía pertenecer el poder y no a ese grupo de militares y burócratas advenedizos que habían ostentado los principales oficios y magistraturas. Las arcas llenas que dejó este emperador debían servir para dejar bien clara la incompetencia de sus inmediatos sucesores. Pero lo cierto es que lo que alabarían historiadores como Procopio no era tanto el superávit que dejó como el hecho de que el esfuerzo tributario no hubiera recaído sobre la élite. De hecho, la reforma monetaria produjo altercados en muchas ciudades contra los funcionarios encargados de ponerla en marcha. Con la proliferación de monedas fraccionarias de cobre, el valor del solidus de oro aumentaba, por lo que en la práctica también lo hacían los tributos y rentas que tenían en esta unidad su valor de referencia. Lo que a priori podría ser visto como un aumento de la liquidez de los estamentos populares, realmente conllevó su empobrecimiento28.

Podría establecerse una línea de continuidad en las políticas proaristocráticas que nos llevaría desde los inicios del siglo VI hasta el comienzo del siglo VII, materializada en una reforma monetaria y en una serie de políticas económicas de ajuste del gasto que fueron entendidas como un ataque de Mauricio a determinados colectivos. Una de las primeras acciones en este sentido la llevó a cabo con motivo de su consulado en el invierno de 582-583: aunque hiciera los acostumbrados dispendios a los que estaba obligado por el cargo, al parecer el gasto en la procesión no fue el habitual, al verse rebajada su espectacularidad29. Tampoco se dio el dispendio con el que se solían organizar los juegos en el Hipódromo, que quedó prohibido para los sucesivos cónsules. Como señala M. Hendy, no se trató tanto de un capricho como de la consecuencia del estado en que se encontraban las arcas públicas tras el reinado de Tiberio II30. No obstante, Mauricio procedió a la creación de un sistema de protección para los limitanei retirados, a los que se le pagaría una pensión a cargo del tesoro público. Asimismo, se encargó de que los hijos únicos o primogénitos de los soldados muertos en combate percibieran el salario de sus padres y se les reservara el puesto que éstos habían ocupado, hasta el rango de biarchus31.

Pero estas medidas sociales no fueron sino una reacción del emperador ante el malestar que había provocado la que será la principal reforma económico-militar del reinado de Mauricio. Buscaba por todos los medios disminuir el gasto que le suponía el mantenimiento de los ejércitos fronterizos, por lo que ordenó que el pago se organizara en tres partes: δι' ἐσθῆτος καὶ ὅπλων καὶ χαράγματος χρυσίου32 (“en ropa, en armas y moneda acuñada”). Suponía en la práctica una rebaja del salario de los soldados y una pérdida de poder adquisitivo al reducirse la cantidad que recibían en metálico33, aunque con ello se buscara también que los soldados fueran correctamente armados34. El motín de lo que Teofilacto Simocatta llama πλῆθος ἀβέβαιον35 (“la masa poco de fiar”) pudo evitarse gracias a esas concesiones hechas por el emperador. Esta medida se sumaba a otra adoptada previamente, por la cual rebajó la paga en una cuarta parte, según reveló el general Filípico como venganza cuando en 587, supo que Mauricio le había quitado el mando del ejército y puesto en su lugar a Prisco36.

Asimismo, había una situación de corrupción por parte de unos oficiales que solían traficar con los abastecimientos de la tropa además de falsear el número de efectivos bajos sus órdenes, no dando de baja a los soldados muertos en combate37. Todas estas medidas no hacían sino preparar el camino hacia el motín de noviembre de 602, en el que unos soldados empobrecidos se alzarían en armas contra el emperador y junto a un pueblo descontento por las muertes con las que se saldaron las derrotas de Comentiolo38, lo destronaran. Sin embargo, esto no ayudó a que la población civil dejara de desconfiar de los militares, a los que veían como una amenaza39. Curiosamente, cuando Focas ascendió al trono no revirtió las medidas de Mauricio, quizás porque, dado el contexto de guerra contra Persia, le fue imposible hacerlo. No será hasta el año 615, ya gobernando Heraclio, cuando se establezca la ρογα, un pago extra a los funcionarios civiles y militares, para el que se usó el nuevo ἑξάγραμμον de plata40, evidenciando la falta de oro y las dificultades económicas que se arrastraban desde el gobierno de Mauricio.

El estallido se produjo en el limes danubiano cuando se atentó contra la que era otra parte fundamental del sustento de los soldados, el botín. Las disputas por su reparto solían ser uno de los puntos de fricción con los oficiales41. Según recogen Teofilacto Simocatta y Teófanes el Confessor, Mauricio habría ordenado al general Pedro, su hermano, que las tropas invernaran en el territorio de los Σκλαυνηνῶν (“eslavos”), con lo que quedaban a merced de los ávaros con los que estaban combatiendo42. Al permanecer allí, les era imposible vender como esclavos a los prisioneros de guerra ni los objetos que hubieran rapiñado durante la campaña. Tampoco podían llevarlo a los cuarteles de invierno, donde depositar el botín en un lugar seguro43. Como señala W. E. Kaegi, para que las tropas aceptaran pasar el invierno al otro lado del limes el emperador debía ofrecerles alguna compensación a cambio, algo que en esta ocasión Mauricio no hizo aunque estuviera recogido por las leyes de Justiniano44. A ello se añade la imposibilidad de abastecerse en un territorio devastado por varios años de guerra - la campaña había empezado en 597 - en un momento en el que ψύχους δὲ γεγονότος ἐξαισίου καὶ μεγάλου κρύους45 (“empezaron las heladas y el frío fuerte”) que mató a los animales que llevaban consigo. Otro cronista como el egipcio Juan de Nikiu introduce un detalle que los otros dos no cuentan, como fue el asalto por parte de los amotinados de los almacenes en los que se guardaban el dinero y los víveres de los oficiales46. H. Zotenberg, editor y traductor de esta obra, hace notar que podría tratarse de un error y estar haciendo referencia a los sucesos del invierno de 588. No obstante, hay testimonios que apuntan a la negativa del emperador a pagar la soldada como el detonante de la rebellión47.

En este motín de las tropas danubianas destacaría la figura de Focas, que aún se mueve en las sombras, tanto por la propaganda heracliana como, sobre todo, por la falta de datos acerca de él. Después de todo, se trata de un personaje salido de los estratos más bajos de la milicia, sin relación con los más vistosos regimientos de la guardia palatina. En este sentido, cobra especial relevancia el retrato que de él hace el historiador del siglo XII Jorge Cedrenos, que lo presenta bajo rasgos animalescos. Describe un monstruo negro y cubierto de pelo, de gran fuerza física y que espanta a quien lo mira; está sediento de sangre, se deja dominar por la lascivia y hay en él ciertos rasgos de estulticia que lo deshumanizan48. La fealdad y su falta de refinamiento no hacen sino manifestar la maldad del personaje, su falta de moral, anunciando que un hombre así sólo podía ser capaz de cometer los peores crímenes. En cierto modo, recuerda a la poco halagüeña imagen que Procopio de Cesarea dejó de Justino I, otro advenedizo a ojos de la aristocracia tradicional romana oriental, al que echaron en cara sus orígenes poco claros y haber accedido al poder sin pertenecer a los círculos habituales: un analfabeto que vistió la púrpura imperial49. Pero es también el modo de realzar a su contrario, convirtiéndolo, como hace el poeta áulico Jorge de Pisidia, en un remedo de los héroes clásicos: Perseo contra la Gorgona o Hércules matando al engendro50.

Volvemos otra vez a los orígenes sociales del emperador. Por Juan de Antioquía51 sabemos que tenía cincuenta y cinco años y era de γένει Θρᾷξ52 (“raza tracia”). Indica, por tanto, no un lugar geográfico, la Tracia, sino un origen étnico, señalándolo como parte de Bizancio en tanto que cristianos, - en caso contrario habría usado el término ἐθνικός (“extranjero, gentil”) - pero al mismo tiempo insistiendo en su carácter de no-romano53. Con el término Θρᾷξ/tracio estaría subrayando su no pertenencia a la élite, sino al pueblo llano en un Imperio multiétnico, en el que se tiene que establecer una diferenciación entre los distintos grupos y estamentos dentro de éstos. Un discurso étnico usado por la élite para preservar su posición54, que presenta a Focas como un elemento extraño para el grupo dirigente, lo que acaba por convertirlo en la cabeza visible de todos aquéllos que se han visto marginados por el poder bizantino. Un grupo de excluidos sobre la base de una identidad específica basada en el elemento griego y una determinada interpretación del cristianismo, que expulsó a buena parte de las poblaciones latinas, semíticas o eslavas que no encajaban en ese modelo55. Otras fuentes, sin embargo, apuntan a un origen capadocio56, convirtiéndolo así en oriundo del mismo lugar que su enemigo Heraclio57.

No fue sólo que fuera completamente ajeno a la élite por su origen, ya que el caso de Focas podía haber sido similar al del isaurio Tarasicodissa/Zenón, de no ser porque además ocupaba el escalón más bajo en el escalafón militar. Es muy indicativo del malestar que generó su asalto al poder, en lo ideológico, el juego de palabras que usa Cedrenos: οὗτος κεντιρίων ἤτοι κένταρχος58 (“se hizo centurión emperador”). No se trataba de un στρατήγος, ni de un magister militum. El primero que hace referencia a su rango de κεντυρίων, helenización del latín centurio, fue Teofilacto Simocatta, que lo llama ἐκατόνταρχος59, traducción literal griega. Teniendo en cuenta su edad, cincuenta y cinco años, podría ser el ἰλάρχης, el suboficial de más edad, y ser el segundo del conde/tribuno, al mando de la mitad del tagma60. Una posibilidad que cobra sentido si miramos a las fuentes occidentales, en las que aparece como strator61 (“caballerizo”) del general Prisco, ya que uno de los significados que se le da a ἰλάρχης en latín es sevir equituum (“servir a jinetes”)62. Se entiende así que Focas fuera el encargado de encabezar la embajada enviada por los soldados del ejército del Danubio a Constantinopla en 599 para denunciar como traidor al general Comentiolo ante Mauricio63.

Aparentemente, todo lo anterior quedaría invalidado por el testimonio de otras fuentes que dicen que Focas era un στρατιώτης64 que traducimos por “soldado”, dando a entender que se trataba de un soldado raso. No obstante, el término acaba cargándose de significado para designar al soldado profesional65 en contraposición al ciudadano armado de los tiempos de las ciudades-Estado clásicas. Este matiz no hace incompatible que un ἐκατόνταρχος fuera también designado como στρατιώτης, en tanto que había hecho del ejercicio de las armas su forma de vida. Era una manera de hacer ver que no se trataba de un oficial, de alguien que podía vivir de las rentas de su patrimonio, sino de la annona militaris66.

Se perfila por tanto un levantamiento de quienes estaban en la base del ejército, empujados por unas malas condiciones materiales de vida; un motín contra unos generales y un emperador a los que hicieron culpables de su situación, de querer cambiar las condiciones del servicio67. Quizás no una revolución, sino más bien un levantamiento social para hacer notar su disconformidad. En este caso, por su posición como ἰλάρχης, Focas se convirtió en el punto de referencia para todos los descontentos, de ahí que fuera él quien se presentara ante el general Pedro, que huyó junto con el resto de los altos oficiales hacia Constantinopla por miedo a los soldados que habían alzado a Focas sobre el escudo, aunque quizás esto no se produjera hasta la llegada de los amotinados al Hebdomon, ya en la capital68.

Una parte de la aristocracia bizantina vio en esta revuelta una oportunidad para hacerse con el poder. El pretendido sustituto de Mauricio sería Germano, cuya hija había casado en 601 con el césar Teodosio, hijo del emperador y señalado como su sucesor. Este personaje era un συγκλήτου βουλὴν69, un senador con el rango de patricio, que probablemente sea el mismo Germano al que Tiberio II (578-582) concedió un triunfo junto a Mauricio ca. 582 por sus victorias frente a los persas. Ambos, Germano y Mauricio, fueron nombrados césares y emparentaron con el emperador casarse con sus hijas Charito y Constantia respectivamente70. Retirado de la carrera por el trono a la muerte de Tiberio, quizás creyera llegada su oportunidad veinte años más tarde, aprovechando el descontento del ejército del Danubio. Hasta qué punto pensó poder capitalizar el descontento de los soldados no podemos estar seguros. Lo único cierto, por lo que cuentan las fuentes, es que Focas y el resto de los amotinados se dirigieron por carta a Teodosio para que tomara el poder y en caso de no aceptar, proclamarían a Germano en su lugar71.

Tal vez la indecisión de Teodosio y la rápida intervención de Comentiolo señalando a Germano como traidor, decantara la situación. Una de las proclamas de los soldados rebeldes era que bajo ningún concepto querían continuar siendo gobernados por Mauricio72. Esta sería la razón por la cual acabarían proclamando a Focas en el Hebdomon alzándolo sobre el escudo en una inequívoca ceremonia militar, por la que convertían al viejo ἰλάρχης en su emperador. A partir de aquí, los acontecimientos se precipitarían en la dirección ya conocida, con un baño de sangre que, a la vista de lo expuesto hasta aquí, cobra un sentido diferente. La crueldad desplegada respondería a una “venganza de clase” contra quienes los habían menospreciado, adoptando así un sesgo popular/populista, con un emperador, Focas, salido de las propias filas del pueblo llano. Por eso, la guerra civil posterior se convertiría en una guerra de clase para devolver el poder a la aristocracia tradicional representada por Heraclio el Joven.

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3OSTROGORSKY, Georg - Historia del Estado Bizantino. Trad. J. Facci. Madrid: Akal, 1983, p. 96.

4STRATOS, Andreas N. - Byzantium in the Seventh Century. Vol. I. Trans. M. Ogilvie-Grant. Amsterdam: Adolf M. Hakkert Publisher, 1968, pp. 602-634, pp. 57-58.

5TREADGOLD, Warren - A History of the Byzantine State and Society. Stanford: Stanford University Press, 1997, p. 236.

6MEIER, Mischa - “Kaiser Phokas (602-610) als Erinnerungsproblem”. Byzantinische Zeitschrift 107/1 (2014), pp. 139-174.

7VACHKOVA, Vesselina - “La méthode byzantine de la damnatio memoriae”. In MILANOVA, Albena; VACHKOVA, Vesselina; STEPANOV, Tsveletin (eds.) - Memory and Oblivion in Byzantium. Sofia: Voenno Izdatelstvo, 2011, pp. 164-181.

8SOTO CHICA, José - “La política heroica de Heraclio. Un puente entre el héroe grecorromano y el caballero cristiano”. In ALONSO ALDAMA, Javier; OMATOS, Olga (eds.) - Cultura neogriega. Tradición y modernidad. Bilbao: Universidad del País Vasco, 2005, pp. 671-684.

9AHRWEILER, Hélène - L'idéologie politique de l'Empire byzantin. Paris: Presses Universitaires de France, 1975, pp. 134-135.

10MAURICIO - Strategikon. Ed. y trad. G. T. Dennis; E. Gamillscheg. Viena: Österreichischen Akademie der Wissenschaften, 1981. Trad. española E. Magaña Orúe; J. Rodríguez González; J. I. de la Torre Rodríguez. Madrid: Ministerio de Defensa, 2014, VIII, 1.11.

11THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia. Ed. C. De Boor. Leipzig: Teubner, 1887. Trad. M. Whitby y M. Whitby. Oxford: Oxford University Press, 1986, IV, 4.11-12; KAEGI, Walter E. - Byzantine Military Unrest, 471-843. An Interpretation. Amsterdam: Adolf M. Hakkert, 1981, pp. 131-132.

12AHRWEILER, Hélène - L'idéologie politique de l'Empire byzantin, p. 143.

13OLSTER, David M. - The Politics of Usurpation in the Seventh Century: Rhetoric and Revolution in Byzantium. Amsterdam: Hakkert, 1993, p. 64 y 184.

14MEIER, Mischa - “Kaiser Phokas (602-610) als Erinnerungsproblem”, p. 144.

15PARNEL, David A. - Justinian’s Men. Careers and Relationships of Byzantine Army Officers, 518-610. London: Palgrave Macmillan, 2017, p. 196.

16STRATOS, Andreas N. - Byzantium in the Seventh Century, vol. 1, p. 50.

17KAEGI, Walter E. - Byzantine Military Unrest, 471-843, p. 114.

18MAURICIO - Strategikon, VIII, 1.20.

19BÜNTGEN, Ulf; et al. - “Cooling and societal change during the Late Antique Little Ice Age from 536 to around 660 AD”. Nature Geoscience 9 (2016), pp. 231-237, espec. p. 234.

20AGAPIOS - Kitab al-‘Unvan. Ed. y trad. A. Vasiliev, Histoire universelle écrite par Agapius (Mahboub) de Menbidj. Second Partie. Turnhout: Brepols, 1971, p. 187.

21MIGUEL EL SIRIO - Chronique du Michel le Syrien Patriarche Jacobite d’Antioche. Trad. J.-B. Chabot. 3 vols. Bruxelles: Culture et Civilisation, 1963, II, X, 23, pp. 373-374.

22AGAPIOS - Kitab al-‘Unvan, p. 187; MIGUEL EL SIRIO - Chronique du Michel le Syrien Patriarche Jacobite d’Antioche, II, X, 23, p. 374.

23AGAPIOS - Kitab al-‘Unvan, p. 187.

24AGAPIOS - Kitab al-‘Unvan, p. 187; MIGUEL EL SIRIO - Chronique du Michel le Syrien Patriarche Jacobite d’Antioche, II, X, 23, p. 374.

25AGAPIOS - Kitab al-‘Unvan, p. 187.

26“Después de tales castigos, los romanos pusieron fin a la persecución de los ortodoxos [i.e. los monofisitas] y a su odiosa barbarie”, MIGUEL EL SIRIO - Chronique du Michel le Syrien Patriarche Jacobite d’Antioche, II, X, 23, p. 374. MARTÍNEZ CARRASCO, Carlos - “El maldito siglo VII: los efectos del enfriamiento y las catástrofes naturales en Siria-Palestina según las crónicas”. Revista de História da Sociedade e da Cultura 18 (2018), pp. 283-300, espec. pp. 285-286.

27HENDY, Michael F. - Studies in the Byzantine Monetary Economy c. 300-1450. Cambridge: Cambridge University Press, 1985, p. 288, p. 476 y pp. 492-493.

28JONES, A. H. M. - The Later Roman Empire, 284-602. A Social, Economic and Administrative Survey. Vol. I. Oxford: Basil Blackwell, 1964, pp. 236-237; SARRIS, Peter - Economy and Society in the Age of Justinian, Cambridge: Cambridge University Press, 2006, pp. 200-201; HENDY, Michael F. - Studies in the Byzantine Monetary Economy c. 300-1450, pp. 475-478.

29THEOPHANES - Chronographia. Ed. C. De Boor. Trad. C. Mango y R. Scott. Leipzig: Teubner, 1883. Oxford: Clarendon Press, 1997, AM 6076, 253; THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, I, 12.12.

30HENDY, Michael F. - Studies in the Byzantine Monetary Economy c. 300-1450, p. 193.

31THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VII, 1.7-8; JONES, A. H. M. - The Later Roman Empire, 284-602, vol. 2, p. 675.

32THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VII, 1.2.

33HENDY, Michael F. - Studies in the Byzantine Monetary Economy c. 300-1450, p. 647.

34JONES, A. H. M. - The Later Roman Empire, 284-602, vol. 2, p. 671.

35THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VII, 1.9.

36THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, 1.2; THEOPHANES - Chronographia, AM 6079, 259. La rivalidad entre los generales de Mauricio fue uno de los elementos de desestabilización. La necesidad de Focas de contar con el apoyo de algunos de ellos hizo que fuera Prisco quien resultara superviviente y beneficiado de las purgas. Cuando llegara el momento, no dudaría en traicionar a quien lo había encumbrado, véase: KAEGI, Walter E. - Byzantine Military Unrest, 471-843, p. 123.

37PARNEL, David A. - Justinian’s Men, p. 170.

38KAEGI, Walter E. - Byzantine Military Unrest, 471-843, p. 115.

39PARNEL, David A. - Justinian’s Men, p. 198.

40Chronicon Paschale. Ed. L. Dindorff. Bonn: Weber, 1832. Trad. M. Whitby y M. Whitby, Liverpool: Liverpool University Press, 1997, s. a. 615, 706.9-10. Para su posterior desarrollo, véase: HENDY, Michael F. - Studies in the Byzantine Monetary Economy c. 300-1450, pp. 648-649.

41PARNEL, David A. - Justinian’s Men, p. 171.

42THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VIII, 6.2.

43WHITBY, Michael - The Emperor Maurice and his Historians: Theophylact Simocatta on Persian and Balkan Warfare. Oxford: Clarendon Press, 1988, pp. 165-167; STRATOS, Andreas N. - Byzantium in the Seventh Century, vol. 1, p. 44.

44KAEGI, Walter E. - Byzantine Military Unrest, 471-843, p. 112.

45THEOPHANES - Chronographia, AM 6093, 283.

46JUAN DE NIKIU - Chronique. Ed. y trad. H. Zotenberg, Chronique de Jean, évêque de Nikiou. Texte éthiopien publié et traduit. París: Imprimerie Nationale, 1883. Trad. R. H. Charles, The Chronicle of John, Bishop of Nikiu: Translated from Zotenberg´s ethiopic text. London: Text and Translation Society, 1916, 102.10.

47“The Secular History of Dionysius of Tel-Maḥrē”. In The Seventh Century in the West-Syrian Chronicles. Trans. Andrew Palmer. Liverpool: Liverpool University Press, 1993, pp. 85-221, espec. § 11, p. 119; MIGUEL EL SIRIO - Chronique du Michel le Syrien Patriarche Jacobite d’Antioche, II, X, 24, p. 375.

48GEORGES CEDRENOS - Synopsis Historion. Ed. I. Bekker, 2 vols. Bonn: Weber, 1838, I., p. 708.

49PROCOPIO DE CESAREA - Historia Arcana. Trad. J. Signes Codoñer, Madrid: Gredos, 2000, VI, 1-2 y 12-17.

50GEORGES PISIDIAS - Heraclias. Editado y traducido in ESPEJO JAIMÉZ, Gonzalo - Significación literaria e ideológica en la tradición bizantina de los Panegíricos Épicos de Jorge de Pisidia. Vol. II. Granada: Universidad de Granada, 2015. Tesis doctoral, vv. 11-23.

51Para la identidad de este cronista, véase: HUNGER, Herbert - Die Hochsprachliche Profane Literatur der Byzantiner. Vol. I. München: C. H. Beck, 1978, pp. 326-328.

52JUAN DE ANTIOQUÍA -Fragmenta Historicorum Græcorum. Ed. C. Müller. Vol. V. Paris: Ambrosio Firmin Didot, 1873, frag. 218d, p. 37.

53POHL, Walter - “Romanness: a multiple indentity and its changes”. Early Medieval Europe 22/4 (2014), pp. 406-418, espec. pp. 411-413; KALDELLIS, Anthony - Romanland. Ethnicity and Empire in Byzantium. Cambridge : Massachusetts-London: Harvard University Press, 2019, pp. 66-67.

54GRANINGER, Denver - “Ethinicity and Ethne”. In VALEVA, Julia; NANKOV, Emil; GRANINGER, Denver (eds.) - A Companion to Ancient Thrace. New Jersey: Wiley Blackwell, 2015, pp. 22-32, espec. p. 29.

55LOUNGHIS, Telemáchos K. - Byzantium in the Eastern Mediterranean: Safeguarding East Roman Identity (407-1204). Nicosia: Cyprus Research Centre, 2010, p. 23.

56GEORGES MONACHOS - Chronicon. Vol. II. Ed. C. De Boor. Leipzig: Teubner, 1904, 21, p. 662.

57KAEGI, Walter E. - Heraclius: emperor of Byzantium. Cambridge: Cambridge University Press, 2003, p. 21.

58GEORGES CEDRENOS - Synopsis Historion, I, p. 708.

59THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VIII, 7.7.

60MAURICIO - Strategikon, I, 3.17; HALDON, John - Byzantine Praetorians. Bonn: Dr. Rudolf Habelt GmbH, 1984, p. 109; RANCE, Philip - “Campidoctores Vicarii vel Tribuni: The Senior Regimental Officers of the Late Roman Army and the rise of Campidoctor”. In LEWIN, Ariel S.; PELLEGRINI, Pietrina (eds.) - The Late Roman Army in the Near East from Diocletian to the Arab Conquest. Oxford: BAR, 2007, pp. 395-409, espec. p. 400.

61PAULUS DIACONUS - Historia gentis Langobardorum. Trad. P. Herrera Roldán. Cádiz: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2006, IV, 26; AGNELLUS - Liber Pontificalis Ecclesiae Ravennatis. Trad. D. Mauskopf Deliyannis. Washington: The Catholic University of America Press, 2004, 102, p. 217.

62LIDDELL, Henry George; SCOTT, Robert; JONES, Henry - A Greek-English Lexicon. Oxford: Clarendon Press, 1940, s. v. ἰλ-άρχης.

63JUAN DE ANTIOQUIA - Fragmenta Historicorum Græcorum, frag. 218b, p. 35. THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VIII, 1.9, relata dicha embajada, pero no menciona a Focas.

64Chronicon Paschale, s. a. 602, 693.10-11; JUAN DE ANTIOQUIA - Fragmenta Historicorum Græcorum, frag, 218d, p. 36; THEOPHANES - Chronographia, AM 6094, 285; GEORGES MONACHOS - Chronicon, II, 20, p. 661.

65LIDDELL, Henry George; SCOTT, Robert; JONES, Henry - A Greek-English Lexicon, s. v. στρατιώτης.

66En el caso de un centurión, se le pagaba dos annonae y media (JONES, A. H. M. - The Later Roman Empire, 284-602, vol. 2, p. 634). Véase: KAEGI, Walter E. - “The Annona Militaris in the early seventh century”. Βυζαντινά 13/1 (1985), pp. 589-596.

67PARNEL, David A. - Justinian’s Men, p. 181.

68JUAN DE ANTIOQUIA -Fragmenta Historicorum Græcorum, frag. 218d, p. 36; THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VIII, 7.7; THEOPHANES - Chronographia, AM 6094, 287.

69THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, III, 4.10.

70THEOPHANES - Chronographia, AM 6074, 251-252.

71THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VIII, 5-6; THEOPHANES - Chronographia, AM 6094, 287.

72THEOPHILACTO SIMOCATTA - Historia, VIII, 5-6; THEOPHANES - Chronographia, AM 6094, 287.

Recibido: 05 de Enero de 2021; Aprobado: 15 de Octubre de 2021

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