Introducción
Luis Bisbe busca crear una relación de igualdad entre el artista y el espectador a través de unos objetos que activan una mediación de significados, que el propio Luis asume como frágil y débil entre ambos sujetos. Para Bisbe resulta fundamental el espacio como lugar de encuentro entre artista y espectador, y el espacio expositivo se nos presenta como un elemento cargado de sentido y de contingencia. Es por ello que el artista malagueño cada vez más se ha preocupado por el afuera y por lo limítrofe, entendiendo el exterior del cubo blanco como un lugar mucho más susceptible a lo imprevisto y a lo mutable.
Otro elemento fundamental en los trabajos de Luis Bisbe es la huida de la representación. Con la finalidad de diluir las categorías jerárquicas que se producen entre expertos y no expertos en la interpretación de los objetos artísticos, se impone la necesidad de trabajar con los objetos mismos al margen de su representación.
1. Saltar al vacío: desplazamientos y fricciones
Cuando una obra de arte debe explicarse o debe ir acompañada de una explicación textual es que no funciona. Por tanto, ¿qué nos queda? Objetos y cosas que provocan desplazamientos y fricciones. La gran cualidad que desarrolla Bisbe en sus obras es la de crear situaciones a través de objetos que transforman el espacio en el cual están insertados a través de una extraordinaria simplicidad y sencillez; son pequeños gestos que friccionan las asociaciones previas del espectador. Para provocar estas situaciones, lo primero que realiza el artista es ir al lugar en el que se van a ubicar las piezas para observar y analizar el espacio, y descubrir aquellas pequeñas cosas que habitualmente pasan inadvertidas u ocultas. De alguna manera, Bisbe se queda en el lugar esperando un accidente que desencadene la acción. Esto es exactamente lo que le sucede al espectador frente a sus obras; sus piezas le incitan a mantenerse en el lugar mismo del conflicto (Figura 1).
Los intereses que desarrolla el artista a través de los objetos y su relación con el espacio convergen casi de manera natural en una reflexión sobre lo expositivo y los debates alrededor de lo curatorial. Desde que Harald Szeemann inició el giro curatorial, alrededor del año 1984, se abrió una brecha que distinguió entre una exposición tradicional los nuevos proyectos curatoriales. Para Boris Groys, esta brecha posibilitó insertar el espacio expositivo como un elemento más de la exhibición:
.La exhibición tradicional trata al espacio como anónimo y neutral. Solo son importantes las obras de arte exhibidas. Por lo tanto, las obras son percibidas y tratadas como algo potencialmente inmortal, incluso eterno, y el espacio que habitan como contingente, accidental -solo una estación en la que la obra inmortal, idéntica a sí misma, se toma un descanso de sus recorridos por el mundo material. Por el contrario la instalación -ya sea artística o curatorial- inscribe a la obra exhibida en su espacio material y contingente (Groys, 2016:26)
Las exposiciones de Bisbe suponen una apuesta por la independencia de los artistas como curadores de sus propias propuestas, o por el desarrollo de actividades de carácter independiente en las que los artistas se convierten en curadores de otros artistas. Luis tiene una relación directa con espacios independientes de Barcelona como por ejemplo el Espai Colona y sobre todo con Halfhouse. En este último caso, cabe destacar el ciclo de exposiciones que tiene programado actualmente, en el que artistas como el propio Bisbe o David Bestué se convierten en comisarios de obras de otros artistas. En el marco de este programa el artista malagueño presentó la exposición fuegos cruzados rebotantes (Figura 2), donde busca las resonancias producidas entre las obras de los artistas Alex Palacín, Daniel Steegmann, Antoni Llena, Mónica Planes, Eduardo Ruiz, y el propio Luis Bisbe. En la exposición, y tal como el título sugiere, también se busca friccionar la idea convencional de proyecto curatorial que desarrolló Harald Szeemann. De alguna manera, Szeemann subsidió al artista a un papel secundario, otorgando al curador el poder de crear los relatos dominantes de una exposición: "El proyecto curatorial es una Gesamtkuntwerk porque instrumentaliza todas las obras exhibidas, haciéndolas servir a un propósito común que es formulado por el curador" (Groys, 2016:26).
Por el contrario, la exposición fuegoscruzadosrebotantes parece responder más a la idea de instalación curatorial, en la que se intenta disponer en una situación de igualdad -pero al mismo tiempo de fragilidadtodos los elementos que conforman la exhibición:
Una instalación artística o curatorial es capaz de incluir todo tipo de objetos: obras de arte que cambian con el tiempo, procesos, objetos cotidianos, documentación, textos y demás. Todos estos elementos así como el espacio arquitectónico, su sonido y su luz, pierden su autonomía y empiezan a servir a la totalidad de la creación en la que los visitantes y los espectadores también están incluidos. […] Demuestra su carácter de acontecimiento accidental, contingente, finito, cada proyecto demuestra su propia precariedad (Groys, 2016:26).
2. Paradojas sin trampas
Luis Bisbe entiende la representación como una trampa, como un engaño y casi como un fraude al arte y al pensamiento. Las consecuencias de la representació se extienden por todos los estratos sociales y culturales a través de la sobresaturación de imágenes que nos envuelve; una situación que vivimos constantemente y de forma cotidiana, y que crea discursos basados en los espejismos que provoca la representación de las imágenes.
A partir de esta posición antagónica que mantiene Bisbe en relación a la representación, se derivan un conjunto de conflictos que orbitan alrededor de la obra del artista: la reducción del texto al título de la obra, la relevancia del espacio expositivo, la creación de sentido y la presencia de los objetos. Este último punto, la presencia de los objetos, deviene fundamental en mi análisis de la obra de este artista.
Luis Bisbe, al trabajar con el material propio de los objetos y de su presencia, consigue desactivar la trampa de la representación, pero al mismo tiempo activa relaciones fundamentales y complejas, como por ejemplo la dualidad entre la conciencia y el lenguaje, o los límites entre el adentro y el afuera.
La presencia de los objetos y las relaciones que de ello se deriva, sitúa grandes conflictos no resueltos. Quentin Meillassoux considera que el pensamiento pre-crítico o pre-moderno se caracterizó por intentar entender la esencia del objeto mismo, y que partir de Kant y con el pensamiento moderno aparece lo que Meillassoux denomina correlacionismo, que no consiste ya en analizar la esencia del objeto sino en analizar la relación de este con el sujeto. Para el filosofo francés, este pensamiento basado en la correlación se fundamenta a partir del desarrollo de los conceptos de conciencia y lenguaje, así como a partir de repensar la idea del adentro, pero sobre todo, del afuera.
El dominio de la correlación sobre el pensamiento contemporáneo no implica el dominio de las filosofías de la representación. En efecto, es posible criticar a estas filosofías en nombre de una correlación más originaria entre el pensamiento y el ser. Y, de hecho, las críticas de la representación no significaron una ruptura con la correlación, es decir un simple retorno al dogmatismo (Meillassoux, 2015:33).
En el pensamiento premoderno, la disociación entre objeto y sujeto llevó a pensar en la distinción entre el adentro y el afuera, o el Gran Afuera tal como lo denomina Meillassoux. Pero con la aparición del correlacionismo, y sobretodo en el siglo XX, los límites de esta distinción se fracturaron.
Tener conciencia del árbol es tener conciencia del árbol mismo, y no de la idea de árbol, hablar del árbol no es decir una palabra sino hablar de la cosa, a pesar de que conciencia y lenguaje solo encierren el mundo en sí mismos porque, a la inversa, están por completo en él. Estamos en la conciencia o el lenguaje como en una jaula transparente. Todo está fuera, pero es imposible salir (Francis Wolf apud Meillassoux, 2015:31).
La cita anterior pertenece al filósofo Francis Wolf, quien para Meillassoux responde de forma paradigmática al pensamiento moderno, e identifica esta jaula transparente a la que se refiere Wolf con una exterioridad enclaustrada, "encerrados en el en-afuera del lenguaje y la conciencia […] porque no disponemos de ningún punto de vista desde el cual podamos observar desde el exterior a estos objetos" (Meillassoux, 2015:31).
Esta es una idea fundamental que enlaza con las obras de Bisbe, ya que en la mayoría de ocasiones la visita a sus exposiciones provoca situaciones de extrañeza que fracturan la lógica convencional de la correlación, e incluso permiten intuir, a pesar de ser supuestamente imposible, puntos de vista desde el cual podamos observar desde el exterior a los objetos. La extrañeza y la paradoja en sus obras (Figura 3) crea una especie de distancia que activa de forma radical y simultánea nuevos conceptos sobre aquello que observamos.
El artista Malagueño a través de sus exposiciones crea situaciones en las que el espectador es empujado a reflexionar sobre lo limítrofe a través de paradojas, y la particularidad reside en el hecho de que una visita a una exposición de Bisbe mantiene al espectador en la tensión de lo contingente sin la necesidad de secuestrarlo. Los objetos y las intervenciones del artista tienen la capacidad de mantenerse fijas y estáticas para hablar de lo mutable y lo contingente.
Conclusión
Luis Bisbe es un artista fundamental para entender lo que está aconteciendo actualmente en el contexto artístico y cultural, y muchas de las problemáticas que están analizando pensadores como Boris Groys o Quentin Meillassoux ya se encuentran insertadas, desde hace años, en sus obras. La originalidad y coherencia con la que defiende la práctica artística se caracteriza por su capacidad de no huir de los lugares medianeros y conflictivos de los debates fundamentales del arte contemporáneo.
Bisbe crea constantes desplazamientos sobre aquello que nos presenta, y a pesar de ser un artista consolidado continua teniendo la capacidad de crear asociaciones imprevistas para el espectador.