Creo que conocí a Vítor Matías Ferreira a inicios de los años noventa. Había venido a Barcelona para establecer acuerdos de intercambio universitario y el sociólogo Jordi Borja nos puso en contacto. Se inició entonces una amistad que se ha prolongado durante tres décadas. Una amistad hecha de encuentros en Lisboa, Barcelona y Venecia, de docencia y proyectos de investigación, de largas conversaciones y lecturas compartidas, así como de descontento por el presente e impaciencia por el futuro de nuestras ciudades.
No es este el lugar para evocar recuerdos personales y otros podrán glosar mejor que quien subscribe la trayectoria académica del profesor Ferreira. Quisiera, sin embargo, contribuir al merecido homenaje que le rinde la revista Cidades con una glosa y una reflexión sobre Ao reencontro do tempo, su libro de memorias publicado el año 2015. Se trata de la obra que tuvimos la ocasión de presentar en el Istituto de Ciencias do Trabalho e da Empresa de Lisboa, junto con el profesor Francesco Indovina, en una sala llena de colegas, amigos y exdiscípulos que mostraba bien claramente la estimación que Vítor suscitó entre quienes han disfrutado del privilegio de conocerle.
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La biografía constituye un género particularmente difícil. Bernard Crick, politólogo socialista, profesor del Birkbeck College, que, entre otras muchas cosas, fue biógrafo del escritor George Orwell, dejó escrito que las dudas y riesgos del biógrafo hacia su biografiado se parecen en muchos casos a las que surgen de la relación entre padre e hijo. El biógrafo, como el progenitor respecto al hijo, es a menudo consciente de las contradicciones, debilidades y errores de su personaje, pero si quiere ser honesto no debe intervenir para intentar enderezarlas. "El trabajo de escribir una biografía, como la educación de un hijo," concluye Crick, "requiere de una mezcla prolongada y extraña de amor y distancia crítica, de compromiso y contención".
"Commitment and restraint" sería pues la máxima. Pero las tentaciones del biógrafo de manipular el curso de los eventos para adaptarlos a su visión del personaje o para mejorar la narrativa son enormes. Y si grandes son las tentaciones del biógrafo, ¿qué no diremos del memorialista, de aquél que escribe su propia historia? Al confrontarse con la trayectoria de uno mismo, ¿qué hay de más fácil que caer en el embellecimiento y en la ocultación? ¿Qué hay de más humano que tratar de dotar la propia peripecia de la unidad y el sentido del que, tan a menudo, cada vida carece?
Estas reflexiones sobre el género biográfico vienen en mente con la lectura del libro de memorias que Vítor Matías Ferreira, publicó el año 2015. El autor, bajo el título proustiano de Ao reencontro do tempo, explica en ellas su trayectoria profesional y vital, así como su relación con Lisboa y otras muchas ciudades europeas. Pues bien, a la hora de confrontarse con el ejercicio "atrayente e inquietante" de reencontrarse con el propio pasado, Vítor Matias Ferreira logró escapar con pericia de los riesgos del biógrafo y el memorialista que mencionábamos más arriba.
En la evocación de sus memorias, nuestro homenajeado optó por una técnica, digamos, impresionista a través de la cual ir presentando varios momentos de su trayectoria: la crisis universitaria portuguesa de 1962, la contradictoria experiencia de la guerra colonial en Angola, la École Practique des Hautes Études de París donde estudió con Alain Touraine a inicios de los años setenta, la Revolución de Abril y sus consecuencias, los largos años de docencia universitaria. Los acontecimientos se presentan así, de forma no necesariamente cronológica, como en un friso, sin pretensiones totalizadoras o interpretativas, y esto es, seguramente, lo que contribuye a hacerlos más interesantes. En algún momento del libro, el autor menciona la conexión entre el nacimiento de la perspectiva arquitectónica y el fortalecimiento de ciertas formas de poder político. Haciendo un parangón, podríamos afirmar que Vítor Matias Ferreira, en sus memorias, renunció al poder que le confería la perspectiva del tiempo para fabricar (o reedificar) su propia biografía.
Más allá de los hechos expuestos, se diría que en cada uno de los episodios de esta narrativa el tema central es el de la formación de la subjetividad del autor, y, a partir de ahí, de la construcción de una mirada propia sobre el mundo y sobre uno mismo. El lector nunca sabrá si el método obedece al carácter del personaje o si se trata de un artificio de técnica narrativa. En cualquier caso, en vez de encontrarse confrontado al habitual ejercicio de jactancia, justificación o conmiseración, asiste a los avatares, mucho más interesantes, de la formación del sujeto en un contexto histórico determinado. Así, más que como unas memorias, el libro, a pesar de haber sido escrito tantos años después de muchos de los hechos narrados, podría ser leído como las páginas de un dietario.
No nos corresponde tratar de sintetizar al personaje (o persona) que emerge de estas páginas: su papel clave en la institucionalización académica de la Sociología en Portugal, las décadas de docencia en el ISCTE, la dirección de la revista en la que se publican estas líneas, su reiterado compromiso civil. Podríamos indicar, sin embargo, aquello que quizás podría ser una clave de lectura. En algún pasaje del libro se alude al sempiterno debate de la izquierda sobre la conveniencia o no de participar en las instituciones, de situarse dentro o fuera del sistema. Al hacerlo, el autor recuerda una vieja máxima que atribuye a Jean-Luc Godard: "Le probleme n’est pas [être] là. Le probleme est d’y être en y étant autrement". Pasando del plano político al plano personal, pienso que este "estar y estar diversamente" -estar diversamente en la revuelta universitaria, en la guerra colonial, en la Sorbona del escolasticismo estructuralista, en las contradicciones de la reforma agraria alentejana- contiene una de las claves, singular e interesante, de la trayectoria personal de Vítor Matias Ferreira.
El otro protagonista del libro es la ciudad. A lo largo de los años, Vítor reconoció en reiteradas ocasiones su "fascinación" por la ciudad, a cuyo estudio dedicó, sin duda, los mejores años de su vida académica e intelectual. Sus memorias dan cuenta, con la discreción propia del autor, de los frutos de esa trayectoria. Así, en el hilo de la exposición, el lector ve aparecer sus obras mayores, en buena parte referidas a la capital portuguesa. Entre ellas destacan: A cidade de Lisboa: de capital do império a centro da metrópole, fruto de su tesis doctoral, en la que estudiaba la evolución de la ciudad durante el periodo del Estado Novo, bajo el impulso del ministro y alcalde Duarte Pacheco; Lisboa, a Metrópole e o Rio. Centralidade e Requalificação das Frentes de Água y en A cidade da Expo'98: uma reconversão na frente ribeirinha de Lisboa?, publicadas ambas en la segunda mitad de los años noventa, seguramente uno de los períodos más fecundos de su ejecutoria; y por último, Fascínio da Cidade. Memoria e Projeto da Urbanidade, obra de madurez.
Resulta interesante comprobar cómo, a lo largo de esta explicación, Vítor Matias Ferreira huye de la enumeración de los méritos universitarios y del recuento de su ascenso por los prolijos grados confucianos de academia. Más aún, tiene especial cuidado en no tratar de ofrecer una especie de reader's digest de sus aportaciones. Por el contrario, en diversos pasajes del volumen hay reiterados llamamientos a no apartarse del proyecto trazado: "vuelvo a recordar, una vez más, que el objetivo de este texto es el de una narrativa memorial y no el desarrollo de un análisis sociológico". El libro trata pues más de las razones de su interés -de su fascinación- por la ciudad y su compromiso político y vivencial con ella, que de las conclusiones de tantos años dedicados al estudio.
De este modo, la explicación del estudio de la ciudad se entrevera también con la narración de sus intentos (a menudo frustrantes e insatisfactorios) de participar en su gobierno: desde la gestión, junto a Nuno Portas, de la cuestión de la vivienda durante el período revolucionario, hasta su implicación ya mencionada en la reforma agraria o su participación en la Asamblea Municipal de Lisboa, entre 1989 y 1997, de la mano de Jorge Sampaio.
La ciudad es, por tanto, para Vítor Matias Ferreira estudio y compromiso. Y es también vivencia y percepción personal. Ya en su madurez, esta última vertiente de su interés por la ciudad fue acentuándose, lo cual explica seguramente su atención por la imagen de la ciudad y la práctica de la fotografía. De aquí saldría uno de sus proyectos menos conocidos: Imagens de Lisboa no espelho da fotografia, realizado junto con el fotógrafo e historiador de la fotografía brasileño Marcelo Feijó. En el pequeño volumen que compendia la investigación, publicado en Brasil, se incluye una definición del fotógrafo urbano que bien podría leerse como una referencia a los trabajos de nuestro homenajeado en este campo: “O fotógrafo urbano esteve, está e estará sempre negociando entre os paradoxos da cidade, entre a ordem e a desordem, entre o público e o privado, entre o detalhe e o general, entre o interior e o exterior, entre a história e o futuro, entre o permanente e o temporário, e talvez, principalmente, entre sua cidade imaginária e a cidade que se descortina aos seus olhos, na tentativa -fundamental e tantas vezes inglória- de traduzir os significados da cidade e da vida urbana”.
La vivencia personal de la ciudad de Vítor Matias Ferreira se plasma en unos capítulos que se cuentan sin duda entre los más atractivos de sus memorias: la narración de sus viajes en múltiples ciudades europeas (Madrid, Barcelona, Venecia, Ámsterdam, Milán, Roma, Londres, París, Berlín, Viena, ...). Si se quiere, esta parte de la obra puede ser leída justamente como un libro de viajes. Así será, siempre que se tengan en cuenta dos premisas. En primer lugar, que el autor se adhiere a la noción de que cualquier viaje geográfico es también, y quizás sobre todo, una exploración de la propia mente. En segundo lugar, que, para él, el interés central de los viajes radica muchas veces en las amistades con las que cuenta en las ciudades visitadas, y es precisamente eso -la presencia de afectos y relaciones- lo que llena cada urbe de sentido e interés.
Quizás alguien podría decir, “en sus memorias, Vítor nos habló más de personas que de ciudades". Se equivocaría al plantear ambos términos como alternativos o antagónicos. Para Vítor Matias Ferreira, aquello que integra la ciudad son, esencialmente, las personas. Este podría ser, probablemente, el compendio de su trayectoria: la de una persona que, llevada por la fascinación y el compromiso, ha tratado de entender la ciudad y, a través de la ciudad, de entenderse a sí mismo.