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Revista Crítica de Ciências Sociais
versão On-line ISSN 2182-7435
Revista Crítica de Ciências Sociais no.122 Coimbra set. 2020
https://doi.org/10.4000/rccs.10542
ARTIGO
El buen y mal vivir del bienestar/desarrollo en Alemania y Ecuador. Reflexiones a partir del análisis del tiempo
The Good and Bad Living of Welfare/Development in Germany and Ecuador. Reflections from an Analysis of Time Use
Le bien et le mal vivre du bien-être/développement en Allemagne et en Équateur. Réflexions à partir d’une analyse de l’emploi du temps
René Ramírez Gallego*
https://orcid.org/0000-0002-6837-8187
Janosch Schobin**
https://orcid.org/0000-0002-9992-0012
Hans-Jürgen Burchardt***
https://orcid.org/0000-0002-2330-8345
* Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, Universidad Nacional Autónoma de México Av. Ricardo Flores Magón #1 Piso 10, Colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900 Ciudad de México, México puedjs_rrg@comunidad.unam.mx
** Fachbereich Gesellschaftswissenschaften, Universität Kassel Nora-Platiel-Straße 1, D-34127 Kassel, Deutschland jschobin@uni-kassel.de
*** CALAS – Maria Sibylla Merian Center for Advanced Latin American Studies, Universität Kassel Nora-Platiel-Straße 1, D-34127 Kassel, Deutschland cela@uni-kassel.de
RESUMEN
El marco de análisis del “buen vivir” requiere nuevas métricas que se ajusten a su perspectiva teórica y sus mandatos sociales. Siguiendo la propuesta conceptual y metodológica de Ramírez (2012, 2019), se argumentará que estudiar el “buen vivir” implica analizar la distribución y concentración del tiempo bien vivido (tBV). Para demostrar la aplicabilidad y la fecundidad de este enfoque, se realiza una comparación estadística de la concentración del tBV entre Alemania y Ecuador. Este análisis arroja tres resultados: 1) A nivel macro, el país con el mayor nivel de desarrollo presenta niveles más altos de tBV; 2) A nivel micro, en Ecuador, cuanto mayor es el nivel de ingresos, más tBV disfrutan sus ciudadanos; en Alemania sucede lo contrario; 3) La composición del tBV varía entre los dos países; los ecuatorianos dedican a la sociabilidad el doble de tiempo que los alemanes.
Palabras-clave: bienestar, buen vivir, calidad de vida, desarrollo económico, desarrollo social, uso del tiempo
ABSTRACT
The framework of analysis for “buen vivir” (good living) requires new metrics that fit this theoretical perspective and its social mandates. Following Ramírez’s conceptual-methodological proposal (2012, 2019), it will be argued that studying “good living” implies analyzing the distribution and concentration of time well lived (tBV). To demonstrate the applicability and fruitfulness of this approach, a statistical comparison of the concentration of tBV between Germany and Ecuador is performed. This analysis yields three results: 1) At the macro level, the country with the higher level of development presents higher levels of tBV; 2) At the micro level, in Ecuador, the higher the level of income, the more tBV its citizens enjoy. In Germany, the opposite is true; 3) The composition of tBV varies between the two countries. Ecuadorians devote twice as much time to sociability as Germans.
Keywords: economic development, good living, quality of life, social development, use of time, welfare
RÉSUMÉ
Le cadre de l’analyse du “buen vivir” (bien vivre) exige de nouvelles mesures qui correspondent à cette perspective théorique et/ou à ses mandats sociaux. Suivant la proposition conceptuelle et méthodologique de Ramírez (2012, 2019), il s’agira de faire valoir que l’étude du “bien-vivre” implique d’analyser la distribution et la concentration du temps bien vécu (tBV). Afin de démontrer l’applicabilité et la fécondité de cette approche, nous réalisons une comparaison statistique de la concentration du tBV entre l’Allemagne et l’Équateur. Cette analyse offre trois observations: 1) Au niveau macro, le pays ayant le niveau de développement le plus élevé présente le niveau le plus élevé de tBV; 2) Au niveau micro, en Équateur, plus le niveau de revenu est élevé, plus les citoyens jouissent de tBV. En Allemagne, c’est le contraire qui est vrai; 3) La composition du tBV varie entre les deux pays. Les Équatoriens consacrent deux fois plus de temps à la sociabilité que les Allemands.
Mots-clés: bien-être, bien vivre, développement économique, développement social, qualité de vie, utilisation du temps
Introducción
El Premio Nobel de Economía Amartya Sen (1999) ha señalado que el bienestar, desde la filosofía moral o justicia social, consiste en responder la pregunta: “igualdad, ¿de qué?”. Usualmente el “qué” es la variable focal (o base de información) más importante de cada perspectiva filosófica: ingreso/consumo, bienes primarios, felicidad, libertad, capacidades, etc. En este marco, el análisis de la desigualdad suele estar asociado a la variable focal seleccionada.
En América Latina, tanto en términos teóricos como democráticos se ha defendido que la base de información social debe ser “la vida”, y no cualquier tipo de vida, sino la “vida buena” (Kowii Maldonado, 2011; Larrea Maldonado, 2010; Macas, 2010; Malo Larrea, 2015; Ramírez, 2010; Santos, 2009). Poner en el centro del debate a la “vida buena” como objetivo social, implica una ruptura epistémica que se hace evidente en las múltiples críticas hacia un modelo de crecimiento económico basado en la cuantificación de la producción de bienes y servicios que se intercambian en mercados monetarizados, como es el caso del ingreso/consumo por hogar (nivel micro) y el producto interno bruto (nivel macro) (Becker, 1976; Edgeworth, 1881; Marshall, 1890; Pigou, 1920). Ya en 1970, en su teoría de la elección colectiva de forma sostenida, Sen (1970) critica los supuestos económicos originados en la tradición utilitaria de la economía. De igual manera lo han hecho perspectivas y estudios que abordan el bienestar subjetivo y la felicidad (p. ej. Easterlin, 1974; Shin y Johnson, 1978; Villatoro, 2012), dejando en evidencia las paradojas y dificultades que se generan al asociar directamente el bienestar material con el bienestar subjetivo. Desde los años 1990 hasta el día de hoy, estas críticas desembocan en la producción de una serie de nuevas métricas del desarrollo social como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) (UNDP, 2019), el Índice de Progreso Social (IPS) (Porter et al., 2017) o el Índice Multidimensional de Pobreza (IMP) (Alkire et al., 2018), entre otros. Sin embargo, estas métricas han demostrado empíricamente tener una correlación directa con macroindicadores cuantitativos monetarios como el producto interno bruto (PIB), de ahí que su capacidad para trastocar el predominio epistémico de este ha sido limitada. Por lo tanto, la búsqueda de nuevas métricas para cuantificar el desarrollo y el bienestar social de una sociedad no puede darse por concluida, como lo demuestra, por ejemplo, el Índice para una Vida Mejor de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, 2020). En este contexto, el análisis de la “vida buena” brinda una oportunidad prospectiva de ampliar y unificar la búsqueda de nuevas métricas para cuantificar el bienestar de una sociedad.
Siguiendo la propuesta conceptual y metodológica de Ramírez (2012, 2019a), se sostendrá que estudiar la “vida buena” implica analizar la distribución (concentración) del tiempo en general, y del tiempo para la “vida buena” en particular. Esta propuesta se basa en la defensa de que la esencia del valor es la vida y, en este contexto, en la observación fundamental de que la vida es tiempo porque “a quien se entrega el tiempo, se entrega la vida” (Ramírez, 2012). En este sentido, la idea fundamental de la propuesta supone que la producción de bienestar de una sociedad y la suma de fuerzas que codeterminan su emergencia se debe evaluar a partir de un fenómeno transversal y unificador que repare las diferenciaciones sociales, el cual corresponde al tiempo y no al trabajo ni a los bienes materiales o inmateriales, como capacidades o conocimiento. A su vez, aunque todo ser humano a priori tiene 24 horas por día (“igualdad perfecta”), dadas las condiciones estructurales socioeconómicas y ecológicas, no todos tienen las mismas posibilidades de elegir qué hacer con su vida (tiempo). Dicho en positivo, la igualdad radica en que todos los ciudadanos tengan igual autonomía de vida. Bajo esta mirada, es así como la libertad y la igualdad están conectadas con el grado de relaciones asimétricas o desigualdades que existen en la distribución social del tiempo. La apropiación del tiempo del “otro” es la apropiación de la vida del “otro”, y la autonomía de qué hacer con la vida (tiempo) es la esencia de la propia libertad. Por consiguiente, la disputa por una mayor igualdad en la distribución del tiempo sin dominación, es la disputa por la libertad social (Ramírez, 2012; Honneth, 2011). Cabe destacar que este tipo de libertad, cuya existencia propicia el acceso a diferentes tipos de libertades individuales (tanto negativas como positivas), solo se puede experimentar en una red de procesos intersubjetivos y reflexivos (Honneth, 2011). Dicho de forma concisa, la libertad en sí es un bien relacional que acontece y se origina en el seno de procesos intersubjetivos y relacionales que estimulan la concatenación de procesos de reflexión individual. Esta libertad se manifiesta en el tiempo “libre” utilizado para otros y para uno mismo.
Si bien el tiempo puede constituirse en una unidad de análisis per se que permite describir, analizar y evaluar las relaciones sociales y el “buen vivir” de una población, en términos absolutos, relativos, objetivos y subjetivos, como se ha demostrado para el caso de Ecuador (Ramírez, 2012, 2019a), se necesitan estudios comparativos que permitan visualizar las relaciones existentes entre diferentes niveles de desarrollo y “buen vivir”. Para lograr este objetivo, el presente artículo busca investigar dicha relación al comparar dos países con diferentes niveles de desarrollo. Aunque el texto parte de un levantamiento de información efectuado con otras intencionalidades investigativas, se ha realizado un acercamiento a la metodología que calcula el tiempo para la buena vida o tiempo relacional (ibidem) en Alemania y Ecuador, para establecer conclusiones preliminares que permitan detectar la relación existente entre buen y mal vivir con la perspectiva bienestarista.
Para cumplir dicho objetivo se ha dividido el texto en cinco secciones. En la primera se describe brevemente el debate “buen vivir” – bienestar. La segunda sección presenta una aproximación teórica sobre la generación y el disfrute de bienes relacionales, en el marco de la concepción del “buen vivir” y la relación existente con el uso del tiempo como unidad de análisis. La tercera sección aborda la metodología de cálculo del tiempo relacional, o tiempo para la “vida buena”, con el respectivo análisis de las bases de datos utilizadas. La cuarta sección deja translucir los resultados empíricos de la comparación realizada entre Ecuador y Alemania. La última sección presenta las conclusiones.
1. El “buen vivir” del bienestar: una mirada desde el Sur
1.1. El desarrollo del bienestar de las sociedades – El debate clásico
Hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, surgió la idea de una contabilidad nacional con el foco reorientado desde los ingresos hacia la producción. Inicialmente dirigida a lograr una planificación eficiente en el terreno bélico, la conceptualización de aquel indicador fijó, al mismo tiempo, las bases del actual paradigma de crecimiento: con el PIB, el crecimiento económico se constituyó como el parámetro válido en todo el mundo para medir el desarrollo y el bienestar.
A partir de 1970 aparecen nuevas inteligibilidades que buscan diferenciarse y superar el predominio de una visión económica reduccionista, las cuales usan como método de operacionalización del bienestar el cálculo de la suma de bienes y servicios comercializables. En especial, cabe señalar el desarrollo del enfoque de necesidades básicas (p. ej. Hicks y Streeten, 1979; Streeten y Burki, 1978) y el enfoque de capacidades propuesto por Sen (Sen, 1982, 1985; Sen y Drèze, 1989). En ellos se percibe la deconstrucción de la noción de bienestar, en términos de la producción y el consumo de bienes y servicios mediados por los mercados. Esta intención se vio especialmente favorecida por un creciente interés hacia los factores subjetivos del bienestar individual, como se expresa en las diversas líneas de investigación que abordan las conexiones entre el bienestar subjetivo y el desarrollo económico de las sociedades (Easterlin, 1974; Shin y Johnson, 1978). Así, la reformulación de los conceptos tradicionales del desarrollo económico desemboca en la creación de nuevas formas de medir el desarrollo social, que incluyen factores como la expectativa de vida y los años de escolaridad (ver UNDP, 2019), el resguardo institucional de derechos individuales y la calidad del medio ambiente (ver Porter et al., 2017), e incluso factores como el bienestar subjetivo y la felicidad (ver Alkire et al., 2018).
Sin embargo, se pueden distinguir dos problemas fundamentales con las nuevas métricas que operacionalizan el desarrollo de una sociedad. En términos empíricos, medidas como el IDH y el IPS demuestran una correlación extremadamente alta con el PIB, que las hace extremadamente redundantes. Además, se basan en “canastas” de “bienes” cuyas unidades de medición son completamente dispares, haciendo que su agregación a índices sintéticos sea muy problemática. En lo conceptual, tampoco se han separado fundamentalmente del enfoque individualista del bienestar. Esto se evidencia porque las utilidades individuales –en forma de felicidad, años de vida o de escolaridad, el acceso a bienes y servicios por medio del poder adquisitivo y el bienestar subjetivo– siguen siendo la base primaria de información para evaluar el desarrollo societal.
1.2. El bienestar y los bienes relacionales – La mirada desde el Sur
La teoría feminista, particularmente la de Martha Nussbaum (2002, 2004), hace una crítica profunda a la base individualista que subyace en la medición del bienestar social en la actualidad. Su observación principal sobre el problema conduce a entender el bienestar desde la producción de bienes relacionales. A diferencia de los bienes públicos o privados, los bienes relacionales solo pueden ser “poseídos” por un mutuo acuerdo y, dado que dependen de la interacción con otro ser humano, son apreciados únicamente en la medida en que generan una reciprocidad compartida (Bruni y Porta, 2005: 130). De la misma forma, podemos señalar que son bienes cogenerados y codisfrutados al mismo tiempo por los sujetos involucrados en la relación. También cabe observar que buena parte del bienestar individual presupone que los bienes relacionales se realicen. El bienestar subjetivo es un ejemplo de esto, ya que es extremadamente dependiente de relaciones personales de gran calidad. Desde una vertiente semejante, Honneth (2011) argumenta que la libertad social no solo ofrece un terreno fértil para la germinación de experiencias individuales de libertad, sino que además es en este espacio social donde la libertad social opera, sin detrimento de la noción que se tiene de lo que es una “vida buena” y cómo realizarla. Estas críticas al enfoque, en cuanto a la realización de bienes individualizables (como la salud, el ingreso, el acceso a la educación o la felicidad) para medir el desarrollo social, corresponden a desarrollos sociales que se dan en América Latina a partir del 2000. En este marco se defiende que, tanto en términos teóricos como democráticos (procesos constitucionales), la variable focal debe ser “la vida (buena) vista en un sentido amplio”. Así, por ejemplo, la nueva Constitución de la República del Ecuador (2008) establece como objetivo de sociedad el “buen vivir” o sumak kawsay de los individuos, los colectivos y la sociedad en su conjunto.1 En este marco, no resulta menor señalar que es precisamente a partir de la demanda social democrática e históricamente situada que se piensa la metodología y la métrica necesaria para evaluar su consecución (bottom-up).
De este modo, la perspectiva del “buen vivir” rompe con la filosofía liberal de justicia centrada en una persona primordialmente racional, fundamentada en el principio de la libertad de elección individual expresada en la compra de bienes materiales o el contrato de servicios en los mercados. En cambio, en su base se encuentra estrechamente relacionada con lo que Aristóteles llamó el zôon politikón de la humanidad; es decir, en que la realización de los bienes más altos para los humanos no es alcanzable fuera de los procesos intersubjetivos y/o colectivos. De esta manera se evita caer en la falacia de creer que la jerarquía de los bienes fundamentales sea invariante entre los individuos, tal como lo implican, por ejemplo, algunas teorías utilitaristas modernas como la teoría de las funciones de producción social (Ormel et al., 1999). Por esta razón, más bien considera que “la vida (buena)” es algo que se descubre, se desarrolla y se realiza en conjunto con los otros y las otras personas como condición de construcción del nosotros y, por consiguiente, lo que constituye una “vida buena” es indeterminado y su sentido depende de su realización.2
Centrándose en los bienes relacionales y en la idea de que es dentro de su realización donde se concretan y se consuman los bienes individuales, el marco de análisis del “buen vivir” conlleva buscar nuevas métricas que permitan un acercamiento a esta perspectiva teórica y/o mandato social. En esta búsqueda se propone evaluar el “buen vivir” a partir de recuperar la generación y el disfrute de bienes relacionales en el ámbito teórico, usando el tiempo como unidad de análisis operativa de la misma (Ramírez, 2012, 2019a, 2019b). En este sentido –siguiendo a Nussbaum (2004)– sostenemos que la generación/disfrute de la “relación” en sí misma constituye un bien cuya medida “natural” es el tiempo en que se experimenta.3
2. Metodología
2.1. Cálculo del tiempo relacional o tiempo para la “vida buena”
Basados en el espíritu del pacto social planteado en Ecuador en el 2008, podemos señalar que la amistad, el amor y la participación civil o política son los tres bienes básicos relacionales en la ética de la “vida buena”, a lo que se debe añadir el trabajo emancipador. A su vez, es necesario advertir que la relación no puede florecer si el individuo no tiene capacidad de contemplar su entorno, reflexionar sobre el otro y conocerse a sí mismo.4
Dadas estas consideraciones, en términos metodológicos,5 para el presente artículo el tiempo relacional se ha dividido en tres dimensiones: primero, el tiempo dedicado a la contemplación y el ocio liberador;6 segundo, el tiempo consagrado al amor y a la amistad, y tercero, el tiempo destinado a la participación pública (civil y política).7
2.1.1. Tiempo dedicado a la contemplación
La calidad de la generación y disfrute de bienes relacionales está vinculada a la capacidad que tiene cada persona de autoconocerse. Para el autoconocimiento se necesita tiempo libre creador, que permita a cada persona encontrarse consigo misma y reflexionar sobre la vida. Una variable proxy que puede reflejar esto, es la cantidad de tiempo libre que tiene cada persona para esa contemplación. En este ámbito, el “buen vivir” estaría relacionado con el tiempo dedicado a la producción y disfrute del arte y de la cultura, al deporte, al esparcimiento, a la lectura, a la práctica de instrumentos musicales o escuchar música, al disfrute de la naturaleza, a la reflexión y a la meditación.
2.1.2. Tiempo social consagrado al amor y a la amistad
El “buen vivir” de las personas y de la comunidad está asociado a la amistad, cuyo sustento es el amor. En efecto, para Aristóteles (1994: 212) el amor parece ser la virtud de los amigos. Sin amigos, nadie quisiera vivir, aunque tuviera todos los otros bienes; incluso los que poseen riquezas, autoridad o poder buscan tener amigos.
Así como una de las principales características del ser humano es la capacidad de contemplar (filosofar, pensar, reflexionar, admirar y producir arte), siguiendo a Aristóteles podemos señalar que el vivir parece consistir también en sentir, siendo el amor uno de los principales sentimientos que conducen a la felicidad. En este marco, el tiempo dedicado a los amigos, a compartir con los familiares y con la pareja para producir relaciones sociales, es un tiempo que potencialmente permite tener una “vida buena”.
Es necesario recordar la importancia que Aristóteles atribuye a la philia, en el marco del mutuo reconocimiento y la igualdad. Como bien recuerda Luc Boltanski, la necesidad del reconocimiento mutuo explica la importancia que el filósofo griego adjudica a las condiciones de espacio y tiempo:
(…) la realización de la philia tiene por condición la copresencia en un mismo espacio. La amistad tiende a debilitarse cuando los seres están alejados. La philia se funda en el reconocimiento de los méritos recíprocos, para aquello se necesita que ambos sean dignos de ser amados, lo cual implica un saber común de lo que realza al otro. Esto no se puede dar si no existe una condición mutua de igualdad. (Boltanski y Chiapello, 2002: 152)
Concretamente, este bien relacional se manifiesta en el tiempo que cada persona dedica a convivir con la familia, con los amigos, y con la persona que ama.8
2.1.3. Tiempo destinado a la participación pública (civil o política)
Para Aristóteles el concepto de amistad (philia) no se circunscribe únicamente a la amistad entre amigos, sino que incluye la relación entre familiares y entre ciudadanos. Ciertamente, para el filósofo griego la vida política también exhibe, aunque en menor grado que la contemplativa, los rasgos propios de la vida plena: es un fin último, autosuficiente, grato y virtuoso. En contra de la hipótesis del zôon oikonomikón, al incorporar esta variable se recupera la hipótesis del zôon politikón aristotélico.
Basada en esta perspectiva, la “vida buena” se expresa a través de la participación en acciones colectivas. Parte fundamental de la “vida buena” es la paz. La inseguridad provoca una privatización del espacio público. Lo opuesto a la inseguridad es la convivencia; esto implica la recuperación del espacio público con “el/la otro/otra”. Tal como han demostrado algunos investigadores del enfoque del bienestar subjetivo, los seres humanos necesitamos un concepto de bien común y esto implica un esfuerzo común y una participación compartida (Layard, 2005: 234). Dicho esfuerzo común se realiza tanto en la participación pública civil como en la política y refleja, indirectamente, el nivel de paz de una sociedad. A la vez, un hecho constitutivo de la “vida buena” es la radicalización de la democracia participativa. Generar espacios de encuentro, debate y deliberación constituye una parte esencial de la evaluación social de una vida plena.
En este ámbito, la participación pública –no sesgada, ni homogénea (Ramírez, 2008)– es condición para construir una alternativa de agregación social (Martínez-Alier et al., 1998). El tiempo que dedica una persona a participar en acciones colectivas, públicas, tanto civiles como políticas, se usará como referente de una “vida buena” en el contexto de uno de los principales objetivos de la socioecología política del “buen vivir”: la radicalización de los procesos democráticos. Específicamente, abarca el tiempo dedicado a participar en mingas9 comunitarias para el beneficio del barrio o del país, hacer voluntariado o colaborar en una organización social, realizar actividades sociales o deportivas comunitarias, de acción ciudadana, gremial, política o religiosa, de carácter gratuito.
2.2. Comparación de bases y procesamiento: homologación de la ENEMDU 2012 y del TIMEGER 2012/2013, y descripción de las variables
Dado que actualmente no existen estudios comparativos que se ocupen del análisis del uso del tiempo para la “vida buena” entre sociedades en vías de desarrollo (economías emergentes) y sociedades altamente industrializadas (economías con autonomías de alto grado), es necesario recurrir a la utilización de datos de estudios precedentes, que cumplan con una similitud suficiente para ser homologados al trabajo en cuestión.
Considerando estas limitaciones, en el presente caso empleamos los datos de la Encuesta de Uso del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) del Ecuador del año 201210 (ENEMDU, 2012) y del Estudio de Uso del Tiempo del Instituto Federal de Estadística de Alemania del año 2012/2013 (TIMEGER, 2012/2013). Ambos estudios ofrecen datos representativos sobre el uso del tiempo en sus respectivos países, de una forma relativamente similar. No obstante, presentan diferencias metodológicas que cabe aquí destacar, ya que repercuten sobre la interpretación comparativa de los datos.
Diferencias en el método de recolección de datos de uso del tiempo: Mientras la ENEMDU (2012) usa una encuesta tipo presencial que evalúa los usos de tiempo de una persona dentro de un período determinado, sea este un día o una semana (es decir, una versión tipo Yesterday Interview); el TIMEGER (2012/2013) utiliza el método de diario (Diary Keeping), en el que los participantes secuencian sus actividades en bloques de 10 minutos por un período de tres días.
Diferencias en el sistema de categorías de los usos del tiempo: El sistema de categorías de la ENEMDU (2012) contempla dos niveles: contiene 13 categorías de primer nivel, con un total de 131 subcategorías. En cambio, el TIMEGER (2012/2013) usa un sistema de categorización del tiempo de tres niveles: comprende 9 categorías principales, 48 categorías secundarias y 165 categorías terciarias. Adicionalmente, cabe destacar que en el TIMEGER (2012/2013) las entradas en los diarios son transcritas a posteriori por digitadores entrenados; mientras que en la ENEMDU (2012) la transcripción proviene directamente de la pregunta empleada en el cuestionario. Una vez identificadas estas diferencias, fue necesario homologar los datos para comparar el uso del tiempo y su distribución entre los grupos de género, etarios y socioeconómicos:
- Se generó una traducción del código del sistema de categorías del TIMEGER (2012/2013) al idioma español.
- Dado que el sistema de códigos alemán es más granular, se empleó el sistema de categorías de la ENEMDU (2012) como clases taxonómicas alternativas de segundo nivel para el estudio alemán. Las categorías alemanas, por ende, fueron distribuidas a las categorías ecuatorianas y se interpretaron como subcategorías de las categorías ecuatorianas, p. ej. códigos 717 y 718 –Deportes Acuáticos y Artes Marciales– a UT111 (Hizo ejercicios o practicó algún deporte). Cabe destacar que, en la mayoría de los casos, el sistema de correspondencia entre las categorías del TIMEGER (2012/2013) y la ENEMDU (2012) funciona sin mayores ambigüedades. Sin embargo, desde esta lógica quedan sin utilizar seis categorías ecuatorianas (UT09, UT99, UT101, UT104, UT118, UT119), dado que no presentan correspondencia alguna con las categorías alemanas.
- En un tercer paso, el uso del tiempo fue normalizado/estandarizado a horas por días.
Diferencias en las medidas de variables sociodemográficas: La comparación directa de las variables de los instrumentos se restringe específicamente en las medidas de género y edad. La comparación del ingreso por hogar y el nivel educativo –dos tipos de variables prominentes en la ponderación del nivel socioeconómico– se dificulta por la siguiente problemática: por un lado, el TIMEGER (2012/2013) mide el nivel educativo de manera ordinal, siguiendo las directrices de la International Standard Classification of Education (ISCED); por el contrario, la ENEMDU (2012) pregunta por los años de escolaridad, es decir, a nivel de escala de intervalo. En una situación similar, el TIMEGER (2012/2013) mide la tasa del ingreso neto del hogar de forma ordinal, en 18 categorías; mientras que la ENEMDU (2012) lo hace de forma absoluta, utilizando una escala de intervalo. Por consiguiente, para generar una comparación entre las categorías ordinales del estudio alemán y las escalas de intervalo del estudio ecuatoriano, se aplicaron las siguientes estrategias (Tabla 1):
- En un primer paso se redujo a seis la cantidad de categorías alemanas referidas al ingreso, y a tres las categorías del nivel educativo. De este modo cada categoría ordinal pudo tener un porcentaje significativo de los casos.
- Tomamos el porcentaje de personas que se emplaza en cada una de las categorías del TIMEGER (2012/2013) para realizar categorías similares con la ENEMDU (2012), p. ej. aproximadamente el 26 % de las personas viven en hogares con menos de 1300 euros (€) mensuales.
- Se redujeron las escalas métricas ecuatorianas a escalas ordinales, separándolas en los valores de los percentiles que corresponden a los porcentajes de referencia de los grupos alemanes, p. ej. aproximadamente el 26 % de las personas en la ENEMDU (2012) viven en hogares con menos de 221 dólares ($), formando así la categoría de hogares con menos de 221 $ al mes.
Este sistema genera una categorización ordinal en la cual, dentro de la misma categoría ordinal de cada país, está el mismo porcentaje de su población. De esta forma, se puede comparar el nivel socioeconómico relativo que tienen las personas dentro de sus respectivas sociedades. La investigación aquí presentada no procura efectuar un análisis de los valores absolutos, sino de las tendencias relativas sociales, tanto dentro de cada país como entre ambos países.
3. Desarrollo/subdesarrollo y “buen vivir”
3.1. Desarrollo y tiempo para la “vida buena”
Si comparamos el ingreso o el IDH entre Alemania y Ecuador, se ponen de manifiesto diferencias significativas de bienestar. En efecto, mientras Alemania se encuentra en el puesto 5 de 188 países con un IDH igual a 0,926/1, Ecuador se ubica en el puesto 89, con un índice de 0,827. Si analizamos únicamente el Ingreso Nacional Bruto per cápita, la diferencia se amplía. Mientras Alemania tiene un ingreso de 44 020 $, el ingreso de Ecuador es de 5800 $; es decir, en promedio es 7,6 veces más alto.
¿Cómo se traducen tales diferencias cuando analizamos el tiempo para la “vida buena”? Si bien, por las explicaciones realizadas en la sección metodológica, no se efectua un análisis de niveles, se evidencia la tendencia de que el tiempo relacional en Alemania es mayor que en Ecuador.
El Gráfico 1 demuestra que en la comparación de estos dos países con diferentes niveles de desarrollo, claramente el que tiene mayores estándares de vida (Alemania) disfruta de mayores niveles de tiempo para la “vida buena”, a lo largo de todo el ciclo de vida de sus habitantes. A su vez, con diferencias de intensidad, las curvas parecen tener un comportamiento similar: en los extremos de la vida (cuando se es joven y cuando el ciudadano es un adulto mayor, tanto en Alemania como en Ecuador) se dispone de más tiempo relacional. Tal conclusión se ve atenuada en el caso de Ecuador. Por otra parte, las curvas parecen tener mayor paralelismo cuando nos referimos a las mujeres. En ambos países, las mujeres alrededor de los 40 años presentan el menor nivel de tiempo relacional. En el caso de los hombres, en Alemania a los 40 años se tiene el menor tiempo relacional, mientras que en Ecuador esto ocurre alrededor de los 50 años.
3.2. El mal vivir o las contracorrientes del desarrollo
Uno de los errores frecuentes en las ciencias sociales se denomina falacia ecológica: resulta de inferir conclusiones para individuos a partir de indicadores agregados. Aunque es evidente que al comparar ambos países se transluce que a mayor nivel de desarrollo y, por consiguiente, de mayor ingreso per cápita parece ser que existe mayor nivel de tiempo relacional; tal conclusión no necesariamente resulta evidente cuando se realiza el análisis con respecto a la ciudadanía, dentro de cada país. El Gráfico 2, ilustra dicho escenario.
Si bien Ecuador tiene menores niveles de desarrollo que Alemania, se puede observar que a mayor nivel de ingreso los ecuatorianos dedican más tiempo a disfrutar de bienes relacionales. En Alemania sucede todo lo contrario (Gráfico 2). En efecto, a medida que aumenta el nivel de ingreso en Alemania, el tiempo para cogenerar y codisfrutar de bienes relacionales disminuye. Esto parece corresponder a la observación crítica de Hartmut Rosa (2013) acerca de que las sociedades modernas tienden a generar un imperativo de optimización del uso del tiempo, dando origen a una sensación de aceleración del mismo y que se incrementa en función del éxito obtenido por una persona dentro del modelo societal neoliberal. Expresado en forma de hipótesis sobre la producción de bienes relacionales: los modelos de desarrollo hegemónico tienden a producir, en su extremo, una contracorriente que implica un mal vivir; son propensos a sobrevalorar el trabajo alienado y a reducir la importancia de la participación pública, la democracia, el estar con amigos o familiares, disfrutar del tiempo para generar o disfrutar del arte, leer, meditar, hacer deporte, etc.
3.3. La desigualdad/concentración del tiempo para la “vida buena”
Parece ser que las sociedades más iguales, desde una perspectiva material, generan menor concentración del tiempo relacional. A nivel subnacional, tal correlación ha sido demostrada en el caso de Ecuador, donde se ha concluido que los territorios con mayores niveles de desigualdad económica presentan mayores niveles de concentración del tiempo para la “vida buena” (Ramírez, 2012: 78). Cuando comparamos Ecuador con Alemania, cuyos coeficientes de Gini según el Banco Mundial son 0,45 y 0,317 respectivamente, parece que la conclusión se mantiene.
Así pues, como se puede observar en el Gráfico 3, el coeficiente de Gini del tiempo relacional de Alemania es significativamente menor que el de Ecuador en todos los grupos de edad (de 1,5 a 2 veces).11 Ahora bien, resulta significativo para el presente análisis que mientras en Ecuador a medida que aumenta la edad el coeficiente de Gini crece, en Alemania disminuye. Podría especularse que tal situación está relacionada con el desarrollo del estado de bienestar. Los niveles de cobertura de seguridad social en Ecuador continúan siendo bajos, a pesar de que en los últimos años se produjo un incremento significativo. Esta situación da origen a diferencias en la generación/disfrute del tiempo para la “vida buena” en los adultos mayores. Las personas con seguridad social cuentan con mayor tiempo relacional que los que no la tienen (Ramírez, 2019a: 167). Los adultos mayores que no son pensionistas deben seguir procurando satisfacer sus necesidades básicas frente a aquellos que sí cuentan con algún tipo de ingreso, lo que viene a disminuir su tiempo para la “vida buena”. En el caso de Alemania, los niveles de cobertura son mucho más altos, cerca del 100 % de los adultos mayores percibe algún tipo de pensión, jubilación o ayuda social; no obstante, un porcentaje significativo necesita seguir desempeñándose laboralmente, dada la necesidad de complementar su renta. Durante los años 2015-2016, aproximadamente el 28 % de los jubilados y el 31 % de las jubiladas trabajaban; de estos, el 86 % de las jubiladas lo hacía por necesidad económica, comparado con el 57 % de los jubilados.12 En el caso de Ecuador, la pensión universal favorecería no sólo la mejora del bienestar material de su población, sino que durante la vejez se pudiera tener mayor tranquilidad para dedicar más tiempo a la “vida buena”.
¿Qué sucede cuando analizamos la relación entre la concentración del tiempo relacional y el nivel de ingreso (Gráfico 4)? En el caso de Ecuador, cuanto menores son los recursos económicos más alto es el coeficiente de Gini del tiempo para la “vida buena”. Parece que la mejora del bienestar genera una reducción de la concentración en la distribución del tiempo relacional. En el caso de Alemania, aunque parece que el coeficiente de Gini se mantiene constante a lo largo de todos los niveles de ingreso, en el estrato más rico se puede observar un ligero incremento de la desigualdad. Aparentemente, el sólido estado de bienestar que tiene Alemania hace que la concentración del tiempo en todos los niveles de ingreso sea baja.
Ahora bien, ¿cómo afectan los niveles educativos a la distribución de los bienes relacionales? En el caso de Ecuador, cuyo nivel de escolaridad es relativamente bajo (10,2 años) –razón por la cual la educación es productora de desigualdades económicas– se puede observar que a mayor educación se cuenta con más tiempo para la “vida buena”. En el caso de Alemania –país que presenta un mayor índice de escolaridad respecto a Ecuador– más del 75 % de su población cursó al menos el sistema de enseñanza secundaria superior (ISCED nivel 3). La escolaridad promedio de Alemania es de 14,1 años, según el IDH. Sin embargo, aunque en Alemania el Estado garantiza niveles básicos de bienestar más allá del nivel de ingreso o del nivel educativo que se tenga, no es plausible constatar de manera absoluta (se entrecruza) que cuanto mayor es el nivel educativo, mayor es el tiempo generado para la “vida buena” (Gráfico 5).
En el caso de Ecuador, es consistente que a menor nivel educativo mayor sea la concentración de tiempo relacional y que a medida que aumentan los años de escolaridad disminuye la desigualdad, ya que el bienestar material está asociado significativamente a los años de escolaridad de su población. Dada la desigualdad estructural existente en el país andino, la educación sigue siendo una variable que explica la movilidad social y que también genera mayor desigualdad económica. En Alemania el coeficiente de Gini del tiempo relacional es casi constante, de acuerdo a cada nivel educativo, aunque aumenta ligeramente cuando se cuenta con más de 11 años de educación escolarizada (ver Gráfico 6).
En suma, ante la comparación realizada entre un país de Europa Continental y otro de la Sudamérica andina, respectivamente, se puede señalar que un mayor bienestar material genera menores niveles de desigualdad en la distribución del tiempo relacional. A su vez, sociedades como la ecuatoriana, con estructuras sociales más heterogéneas y desiguales, generan mayores niveles de concentración del tiempo para la “vida buena”. En este sentido, generar sociedades más iguales en su estructura conduce a la creación de sociedades en donde la distribución de la “vida buena” sea más igualitaria.
3.4. Diferencias en la composición del “buen vivir”
Como ya se ha señalado en esta investigación, el tiempo para vivir bien posee tres macro componentes: el tiempo para la autocontemplación u ocio emancipador (TAC), el tiempo para la philia o sociabilidad (TAS) y el tiempo para la participación público/política (TAP).13
Un triste patrón, presente en ambos países, es que sus ciudadanos dedican muy poco tiempo a la participación pública, civil o democrática. Del total del tiempo para la “vida buena”, la utilización del tiempo para la participación público/política no supera el 5 % en ambos casos. Parece que a las dos sociedades no les preocupa construir una ciudadanía republicana, comprometida con la participación democrática y con la felicidad civil. En cambio, la mayor participación del tiempo bien vivido se realiza en actividades dedicadas a la autocontemplación (ocio liberador como oír música, hacer deporte, meditar, leer, etc.). Mientras que en Alemania se destina al ocio creador un 76 % del tiempo relacional, en Ecuador este porcentaje es del 62 % (ver Tabla 2).
En términos relativos comparados, ¿qué pesa más, el tiempo individual para la contemplación o el tiempo para la sociabilidad? Si bien Alemania tiene mayor tiempo absoluto relacional que Ecuador, en términos relativos un ciudadano alemán dedica la mayor parte de su tiempo al beneficio individual, en tanto que un ecuatoriano promedio dedica más tiempo a la philia o sociabilidad. Mientras Ecuador consagra el 36 % de su tiempo para la “vida buena” a generar sociabilidad, Alemania consagra un 19 %. En términos relativos, al analizar la ratio TAS/TAC (Gráfico 8), el tiempo dedicado a la sociabilidad es aproximadamente 2,5 veces superior en Ecuador que en Alemania, en relación al tiempo dedicado a la autocontemplación. No es menos importante señalar que, en ambos países, el tiempo dedicado al “otro” es mayor en las mujeres que en los hombres (Gráfico 7).
La conclusión de lo señalado es que sucede igual a lo largo de todo el ciclo de vida (Gráfico 8). En términos relativos, a lo largo de todo el ciclo de vida, el tiempo dedicado a la sociabilidad frente al tiempo consagrado para la autocontemplación es entre 2 y 3 veces más alto en Ecuador que en Alemania, ampliándose la distancia a partir de los 45 años.14
3.5. La división sexual de la “vida buena”
Un patrón que parece trascender las fronteras del nivel de desarrollo, es que en ambos países los hombres tienen mayor tiempo relacional que las mujeres (ver Gráfico 1). En el caso de Ecuador, la diferencia de tiempo relacional parece ser mayor hasta los 50 años; en el caso de Alemania, las distancias empiezan a divergir con mayor intensidad a partir de los 50 años.
Esta situación tiene que ver con la división sexual del trabajo. Mientras que en Ecuador las mujeres trabajan sin remuneración 38,4 horas a la semana, los hombres únicamente emplean 9,9 horas a la semana en el mismo tipo de actividad. Si unimos lo señalado con el tiempo dedicado al trabajo remunerado, se pone de manifiesto que las mujeres trabajan casi 11,23 horas más a la semana que los hombres (y la mayor parte de su tiempo –69 %– no es remunerado).15 En este contexto, no es casualidad que la mujer tenga menos horas de tiempo autónomo emancipador a la semana, en comparación con los hombres, para disfrutar del ocio creador, el arte, el deporte, compartir con los amigos, disfrutar de música y participar en espacios públicos. Por otra parte, en Alemania las mujeres destinan 22,1 horas a la semana al trabajo no remunerado y los hombres 13,5 horas. En el país europeo las mujeres trabajan un total de 1,5 horas más a la semana que los hombres, sumando trabajo remunerado y no remunerado; sin embargo, cabe destacar que esta diferencia se debe, en gran medida, a la diferencia en las horas de trabajo entre hombres y mujeres mayores de 65 años. Aunque se mantiene una diferencia marcada en el patrón general respecto a que el trabajo femenino no es remunerado, la desigualdad de la carga de trabajo entre los géneros disminuye considerablemente y recién se vuelve notoria a la edad en que las personas se jubilan. Esta condición se debe en gran medida a dos procesos: cuando dejan de trabajar, los hombres no encuentran un nuevo lugar en la división de las labores domésticas, y debido a que en promedio mueren antes que las mujeres, los cuidados de fin de vida recaen sobre los hombros femeninos.
En cambio, como se observó en el párrafo anterior, parece ser que la posibilidad de recuperar la mirada del “otro” es mayor en las mujeres que en los hombres, quizá porque precisamente su trabajo −generalmente no reconocido económicamente− se realiza con un “otro” (economía del cuidado). Si bien –como fue señalado− un patrón común que trasciende el nivel de desarrollo es la explotación del tiempo de “vida buena” de las mujeres: paradójicamente, algo que también trasciende las fronteras del desarrollo es que ellas buscan construir más comunidad que los hombres. Expresándolo en forma de hipótesis, al parecer el espíritu individualista del capitalismo ha impregnado más a los hombres que a las mujeres, en sintonía con los evidentes tintes patriarcales del capitalismo.
Conclusiones
Los actuales problemas ecológicos y sociales dejan pocas dudas acerca de que el modelo de desarrollo dominante, orientado al crecimiento de Occidente, aumentará la crisis y las dificultades para muchos en lugar del bienestar para todos. Por lo tanto, parece necesario repensar profundamente las constelaciones de nuestra sociedad.
El presente artículo ha pretendido contribuir a este esfuerzo con un primer acercamiento a la relación entre buen/mal vivir y desarrollo/bienestar. Rompiendo con la mirada individualista y materialista del bienestar y la justicia social liberal, el artículo ha comparado la distribución de bienes relacionales, medidos a partir del tiempo para la “vida buena”, entre dos países con diferentes estadios de desarrollo.
Más allá de los límites metodológicos señalados anteriormente, las conclusiones no dejan de presentar evidencias sobre la importancia de romper con las miradas hegemónicas del bienestar. Este artículo contribuye al debate con las siguientes observaciones:
- A nivel macro, se puede observar que el país con mayor nivel de desarrollo presenta mayores niveles de tiempo relacional. Asimismo, parece ser que la menor desigualdad y el disponer de estados de bienestar más robustos contribuyen a que la concentración del tiempo para la “vida buena” sea menor y, por lo tanto, que los niveles promedio para el disfrute de bienes relacionales aumenten.
- Ahora bien, al analizar cada país surge una diferencia: mientras que en Ecuador, a mayor nivel de ingreso los ciudadanos dedican mayor tiempo a la “vida buena”, en Alemania sucede todo lo contrario. Los estratos más altos de ingreso de Alemania (que a escala global constituyen los más altos del mundo), si bien podrían elegir dedicar más tiempo para compartir con amigos, familiares, participar en procesos democráticos o simplemente disfrutar más de oír música, leer, ver cine o meditar, deciden dedicarlo a obtener más recursos monetarios.
- Por otra parte, aunque se observa que Alemania tiene más tiempo relacional que Ecuador, en términos relativos al tiempo bien vivido, Ecuador dedica aproximadamente el doble del tiempo a generar y disfrutar la sociabilidad. Evidentemente, la comparación de dos países no constituye una base suficientemente amplia para determinar si esta observación es resultado del desarrollo social o si se debe a particularidades culturales. Pero aun así, sugiere la siguiente hipótesis: el desarrollo económico tiende a privilegiar regímenes de uso del tiempo contrarios a la sociabilidad.
- Finalmente, está claro y es algo que trasciende las fronteras entre los dos países, que las mujeres, sistemáticamente, tienen menores niveles de tiempo para la “vida buena” que los hombres. El desarrollo del modelo capitalista se sustenta en un patriarcado que se apropia del tiempo de “vida buena” de las mujeres, quienes no coincidentemente −en ambos países− dedican más tiempo a compartir y cuidar “al otro”. Parece ser que no existirá cambio social posible sin que se genere una mejor distribución sexual del tiempo.
El “tiempo para la vida buena” ha llegado en el “momento adecuado” para los debates actuales posteriores al desarrollo. Después de satisfacer las necesidades básicas, una mayor afluencia de tiempo relacional significa menos crecimiento material y, al mismo tiempo, aumenta la calidad de vida. Hasta ahora, para la mayoría de los ciudadanos del primer mundo el deseo de tener más tiempo para los amigos, los niños (propios o ajenos), el ocio, la participación y la naturaleza ha sido una demanda muy privada, pero no intrínsecamente política. En este contexto, la necesidad de otra valoración del tiempo no solo es pertinente para los países que defienden otra lógica de desarrollo, sino que también es la oportunidad de empezar a construir otro mundo posible, desde el mismo primer mundo y a partir de las propuestas de cambios epistémicos provenientes del Sur global.
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Recibido: 17.06.2019 Aceptación comunicada: 05.06.2020
NOTAS
1 La Constitución de la República del Ecuador, en la primera oración del compromiso del preámbulo, señala que el pueblo ecuatoriano decide construir “una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay” (Asamblea Nacional Constituyente, Ciudad Alfaro, Registro Oficial No. 449, 20 de Octubre 2008, p. 8).
2 Para estudiar la relación conceptual del texto constituyente de Ecuador que planteó como objetivo el “buen vivir” y su relación conceptual con los bienes relacionales ver Ramírez (2019b).
3 En estricto rigor, la propia unidad de análisis seleccionada (el tiempo) no puede ser entendida aisladamente, sino que siempre está en función de una relación; en sí misma es relacional. A su vez, la acción comunicativa de un acontecimiento es la vinculación relacional entre un antes y un después (lapso). En efecto, “con la palabra tiempo nos remitimos a la puesta en relación de posiciones y períodos de dos o más procesos factuales (incluido el encuentro con otro) que se mueven continuamente” (Elias, 2015: 35).
4 Si bien, en estricto rigor, Aristóteles afirma que la vida contemplativa es superior a la vida activa, al mismo tiempo señala la necesidad de amigos, de amor y de participación comprometida en la vida civil y política.
5 La descripción de la metodología se ha tomado de Ramírez (2012, 2019a).
6 El tiempo del desempleo no se incluye como parte del tiempo relacional.
7 En la metodología original (Ramírez, 2012, 2019a), el tiempo de trabajo emancipado forma parte del tiempo relacional o tiempo para la “vida buena”. Este componente de la “vida buena” no será abordado, ya que la fuente de datos principal de Alemania, utilizada para los diferentes cálculos en esta investigación, no incluye preguntas que permitan diferenciar el trabajo alienado del trabajo emancipador. Para analizar la operatoria metodológica sobre este punto en el caso de Ecuador, ver Ramírez (2019a).
8 La mirada del tiempo permite considerar la cosmovisión indígena, donde no se da la separación entre el mundo del trabajo y el mundo de la producción de bienes relacionales. Este análisis no se incluirá dado que si bien este análisis se podría introducir para el caso ecuatoriano no es posible hacerlo para Alemania. Para un análisis sobre la metodología respecto a este tema ver Ramírez (2019a).
9 En quechua minga significa reunión de amigos y vecinos para hacer algún trabajo gratuito en común.
10 La investigación procesa el módulo de “uso del tiempo” levantado por el INEC en la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo del 2012.
11 El coeficiente de Gini que se aplica aquí en su forma matemática, es idéntico al coeficiente de Gini utilizado para cuantificar la desigualdad económica: corresponde al complemento de la integral normalizada de la curva de Lorenz. Tiene idéntico mínimo y máximo teórico (0= todas las personas disponen de la misma cantidad de tiempo para la “vida buena”, 1= una persona tiene todo el tiempo para la “vida buena”). En términos empíricos, se debe tener en cuenta la dificultad de obtener un valor máximo, ya que el tiempo para la “vida buena” se distribuye en procesos sociales que no son de suma cero.
12 Nier, Hedda (2018), “Rentner arbeiten nicht nur des Geldes wegen weiter”, Statista, 25 de octubre. Consultado el 19.03.2019, en https://de.statista.com/infografik/15898/warum-rentner-weiter-arbeiten.
13 Como fue señalado en la sección metodológica, el tiempo relacional también incluye el tiempo de trabajo emancipador. No obstante, por problemas de comparabilidad, no se incluye en este artículo por no haber forma de dividir el tiempo de trabajo alienado o emancipador en Alemania. Para una propuesta metodológica sobre cómo separarlos, ver Ramírez (2012, 2019a).
14 El desarrollo en tiempos de la información parece que sustituye el cara a cara con amigos y familiares, por el incremento de las relaciones virtuales a través de las nuevas tecnologías de información (Schobin, 2016: 170).
15 Los datos citados en este párrafo provienen de ENEMDU (2012) y TIMEGER (2012/2013), y son elaboración propia de los autores.
Recibido: 17.06.2019 Aceptación comunicada: 05.06.2020