1.Introducción
Este trabajo se centra en una propuesta metodológica crítica utilizada en el marco de una investigación acerca de procesos de rendición de cuentas de alto impacto en la academia contemporánea, específicamente referidos a los sistemas de aseguramiento de la calidad de programas de doctorado, articulados con una perspectiva de género. Tantos estudios empíricos (Acosta, 2014; Androgué et al., 2019; Crocco-Valdivia y Fernández, 2024; Skelton, 2012; Scharager y Rodríguez, 2019; Sisto, 2020) como nuestra propia experiencia en universidades chilenas, desde distintos roles: académicos y profesionales, permiten notar que las prácticas de estas instituciones cada vez están más ceñidas a acreditar su calidad, en distintos niveles. Con la metodología empleada se buscó generar un proceso dialógico y horizontal de co-construcción crítica sobre estos roles anteriormente señalados.
Así, el propósito de este artículo es dar a conocer y abordar la pertinencia de una metodología de investigación cualitativa de corte feminista, llamada Narrativas de vida (NV) (Prieto, 2012), para indagar cómo mujeres académicas que se encargan de tareas de gestión de los procesos de acreditación de doctorados narran sus propias experiencias en cuanto a este trabajo de gestión. Esta metodología busca descentrar que el análisis de la información esté enfocado solo en la academia, y puedan las/los agentes sociales ser parte de éste, desde sus experiencias encarnadas.
Nuestro estudio , operó bajo el supuesto de que las tareas de gestión dentro de las universidades están feminizadas especialmente aquellas vinculadas con la rendición de cuentas de alto impacto, en este caso los procesos de acreditación. Nos propusimos mirar estos procesos, específicamente a nivel de doctorados porque desde la publicación de la Ley 21.091 sobre Educación Superior (Chile, 2018) se establece la obligatoriedad de acreditación para programas de Doctorados, certificación que con anterioridad era voluntaria. La pregunta de investigación que guió, ampliamente, el estudio fue: ¿Cómo es el proceso de generización de las prácticas de gestión implicadas en la acreditación en programas de doctorado de Ciencias Sociales, que emergen en las narrativas de vida de cuatro académicas que están a cargo de estos procesos? Para ello, nos articulamos con cuatro académicas con quienes desarrollamos un proceso de análisis crítico sobre el tema, co-escribiendo un texto que involucraba esta crítica, pero en relación con su experiencia directa.
Adentrándonos en la metodología implicada en el estudio realizado, nos situamos en un diseño cualitativo (Bartra, 2002), desde la perspectiva crítica de la epistemología feminista (Haraway, 1995; Harding, 1996) . Tanto nuestra herramienta de producción de datos como el análisis de los mismos se basan en las Narrativas de Vida las que, de acuerdo a Prieto (2012), consisten en una confluencia entre la propuesta de Producciones Narrativas (Balash y Montenegro, 2003) y las Historias de vida (Ruiz Olabuénaga, 2012) las que, aun cuando tienen bases epistemológicas diferentes, poseen puntos en común que articulan tanto un punto de vista crítico como la experiencia de vida.
Se comprende a las NV como un conocimiento construido en textos autobiográficos consensuados y escritos conjuntamente con las participantes a través de diversos encuentros, que posibilita mostrar y evidenciar la trayectoria de sus enunciantes, respecto una problemática, tema o situación que ha experimentado y sobre la cual son interpeladas por una investigadora que establece los límites de la misma (Prieto, 2012). En nuestro caso el problema en el que se trabajó las narrativas fue la experiencia situada de académicas como sujetos responsables de procesos de acreditación de doctorados.
En esta conjunción, cada participante configuró un relato concreto y posicionado, que permite advertir el tránsito respecto a formas de entender ciertos fenómenos como, por ejemplo, la función política que conlleva el hacerse cargo de un doctorado en un distrito extremo de un país o el buscar estrategias en una universidad privada para viabilizar temas de género en el ámbito académico. Lo anterior junto con un metaanálisis realizado por parte de la investigadora, guiada por la propuesta de Fraser (2004), constituyen lo que en sentido clásico sería el análisis de datos.
En este artículo queremos precisamente abordar cómo esta metodología de las Narrativas de Vida fue utilizada en el estudio “Proceso de generización de las prácticas de gestión implicadas en el Sistema de Aseguramiento de la calidad de Doctorados”, dando a conocer algunas reflexiones concernientes a la experiencia, sus tensiones y desafíos implicados en su desarrollo.
2. Narrativas de Vida: pertinencia para estudiar procesos de rendición de cuentas en universidades generizadas
Actualmente, a nivel Iberoamericano aparecen escasamente articulados el campo de estudio que aborda el trabajo académico con una perspectiva de género (Ashencaen-Crabtree et al., 2019; Cardozo, 2016; Mandiola et al., 2019;Martínez-Labrín, 2015; Montero-Hernández et al., 2019; O’Keefe y Courtois, 2019; Ríos et al., 2017; Toffoletti et al., 2016) y aquel que trata el tema del aseguramiento de la calidad en postgrado y sus implicancias (Acosta, 2014; Androgué et al., 2019; Cheng, 2010; Skelton, 2012; Sisto, 2020), comprendido como proceso de rendición de cuentas de alto impacto (Holloway et al., 2017). No obstante, es importante reconocer su relación, dado que aquello posibilita indagar cómo algunas consecuencias de las políticas instaladas en las universidades - a través de dispositivos de rendición de cuentas de acreditación - se implican de forma distinta en los cuerpos de los/as agentes y sus géneros, los espacios que circulan y las tareas o actividades que realizan, por ejemplo, las mujeres académicas.
Con la articulación mencionada y poco estudiada hemos pretendido cubrir un vacío en la investigación generada en Chile, donde los procesos de aseguramiento de la calidad en Educación Superior se configuran, progresivamente, como un tema relevante dentro de la agenda de la política pública del país, el quehacer de la universidad en general y en específico para el trabajo académico.
Así, al analizar los procesos de trabajo en el contexto de acreditación como una tarea de gestión relevante en la universidad, y sus efectos generizados en las experiencias de mujeres académicas, ha permitido dar cuenta del punto de vista situado de estas agentes que frecuentemente son las encargadas de estas labores, como lo evidencia Martínez (2015). Lo mencionado, busca dar importancia al proceso de acreditación y a las prácticas que allí ocurren - referido a procesos de subjetivación generizados - más que solo focalizarse en los resultados expresados en años de acreditación. Entonces, a través de las Narrativas de vida se quiso comprender los procesos de trabajo que ocurren en las universidades las que, lejos de ser neutras, se caracterizan por producir prácticas conformadas por relaciones de género (Acker, 1990; Gaba, 2010; Mandiola et al., 2019), y que tienen implicancias psicosociales.
2.1Reflexiones acerca de la epistemología y metodología feminista en investigación psicosocial
Para afrontar metodológicamente la problemática planteada nos adscribimos al paradigma cualitativo desde un enfoque de inspiración feminista, que comprende la construcción de conocimiento como un proceso situado e intersubjetivo, siguiendo a Haraway (1991) y que, tal como plantera Montenegro y Pujol (2003), se producirá mediante conexiones parciales entre posiciones materiales y semióticas que emergen en escenarios contextuales, discursivos y tangibles de dichas posiciones y vínculos específicos de sujetos y contextos, las que están en transformación permanente.
Una aproximación feminista de investigación entiende que, aun cuando encontramos pluralidad en dicho acercamiento, comparten la manera crítica de entender la relación entre el sujeto y el objeto de estudio y también un tono político y reflexivo, distante de la presunción de la neutralidad tanto del sujeto investigador como de las posiciones de género; tan propio de las investigaciones tradicionales en psicología (García Dauter, 2010). De esta manera, el género se considera una categoría intrínseca en la práctica misma de la investigación. Por lo tanto, la investigación feminista se enfoca en explorar “con” el género en lugar de examinarlo desde fuera como una variable (Galaz y Álvarez, 2022)
Partimos de concepciones analíticas que hacen alusión a la consolidación de una posición de desconfianza crítica desde la cual las investigadoras problematizan concepciones naturalizadas acerca de las injusticias a nivel social (Reyes y colaboradoras, 2017). En consonancia con lo mencionado, esta posición metodológica se esfuerza en cuestionar la producción de saber en la academia como un único espacio de conocimiento y abre el camino para reconocer otras verdades y saberes desde otros ángulos sociales (Galaz y Álvarez, 2022).
A la vez, el situarse desde un cuestionamiento feminista permanente a la naturalización de ciertas relaciones sociales, debiera interpelar a los propios/as sujetos/as implicados/as acerca de la construcción del conocimiento, apelando a un proceso de reflexividad crítica que ponga atención no sólo en qué se hace, sino cómo se hace y para qué.
Esto, según Saavedra y Nogueira (2006), es "la evaluación crítica y pública del proceso y de los recursos interpretativos ”(p.50) e implica una reflexión sobre las relaciones de investigación (Mountian, 2017). Reconocemos lo anterior como una habilidad central, principalmente referida a las materias relacionadas con la posición de poder de la investigadora, así como el cuestionar cómo la propia investigación en el campo puede estar reproduciendo dinámicas de poder presentes en el ejercicio científico. Tal como han señalado Haraway (1991) y Harding (1996), la ciencia como cualquier otra práctica social está posicionada históricamente y anclada en relaciones de poder, por lo que ésta, no es indiferente a los marcos patriarcales, raciales, de clase, edad, sexualidad, entre otros. Mountian (2017), plantea que estas matrices deben tenerse en consideración respecto a la posición de la investigadora y las consecuencias en las manifestaciones de estos puntos de vista en las interacciones con las personas participantes. Dichos puntos de vista refieren a la parcialidad que es construida a partir de la articulación entre quienes investigamos y aquello investigado (Pujol et al., 2003). El situarse desde una perspectiva crítica y en un trabajo de escritura conjunta en la narrativa de vida conlleva aceptar que el proceso entraña, como señala Gandarias (2014), habilitar incomodidades, tales como la incertidumbre, aceptar las discrepancias o la posición de no estar ni dentro ni fuera respecto al lugar común.
2.2 Narrando vidas de académicas directoras de Programas de doctorado
Los feminismos han insistido en que hay poder y política en la experiencia privada (Reyes, et al., 2017), por lo que indagar tanto en cómo académicas narran sus vidas cotidianas - ya sea interpelando a la universidad actual, sus procesos o a las prácticas generizadas implicadas- como el rescatar su vivencia corporeizada respecto a estos asuntos, cobra relevancia desde esta perspectiva crítica de investigación.
En concreto, el método utilizado son Narrativas de Vida (Prieto, 2012) que constituyen un conocimiento construido en textos autobiográficos consensuados y escritos en conjunto con las participantes, que releva sus características y experiencias en torno a la temática de indagación (Prieto, 2012). A través de múltiples encuentros (tres a cuatro por cada participante), la NV permitió hace la conjunción entre relevar la crítica al proceso de acreditación, pero sin perder la experiencia y la emocionalidad en la escritura.
Respecto a las participantes, dado a que en los estudios narrativos prevalece la intención de un análisis compartido profundizado, detallado y minucioso del producto escrito, el número de agentes fue reducido (Emerson y Fhosh, 2009). Siendo así, la investigación se realizó con cuatro académicas de distintas universidades chilenas. Esta muestra acotada pretendió mostrar diversas posiciones de académicas que han trabajado en acreditación de doctorados, tomando en cuenta criterios de variabilidad como la pertenencia a universidades públicas y privadas y programas de doctorado en Ciencias Sociales o Humanidades, de diferentes regiones del país, es decir con realidades locales diversas.
En esta conjunción, cada participante configuró un relato concreto y posicionado, pudiendo ver el tránsito respecto a formas de entender ciertos fenómenos como, por ejemplo, la función política que tiene el hacerse cargo de un doctorado en una zona territorial extrema, o el buscar estrategias en una universidad privada para viabilizar temas de género en el ámbito académico.
El procedimiento realizado no correspondió a una entrevista en profundidad en el sentido clásico de la investigación cualitativa, más bien estuvo compuesto por distintas fases y momentos, cuyo proceso y producto fue una construcción conjunta, entre participantes e investigadora, de una textualización entendida como la elaboración de una narrativa, en primera persona, que fue escrita en diferentes estilos y con énfasis heterogéneos, según la particular experiencia de cada una de las cuatro académicas. Lo común para estos cuatro procesos fue que se elaboraron de forma temática.
El proceso para generar las narrativas finales consistió en un circuito de “encuentro - textualización - cambios - encuentro - profundización”. Como plantean Galaz y Álvarez (2022) lo señalan, dichos intercambios se generaron tantas veces como fueron necesarios hasta alcanzar la versión definitiva y consensuada. Entonces, si bien en un comienzo se definió con cada una de las participantes que realizaríamos tres encuentros, cada caso fue presentando particularidades en cuanto a ritmos de escritura, validación de las propuestas y cambios al texto.
De esta forma, tal como plantea Prieto (2012), cada una de estas NV constituye textos acabados analíticos en sí mismos que se despliegan como crítica situada dado que permiten un entendimiento de modo diverso respecto del fenómeno de estudio.
Posterior a la construcción de las NV se generó un trabajo analítico específico por parte de la investigadora. Este metaanálisis se fundamenta en la propuesta de Fraser (2004), en tanto se aboca a identificar y analizar componentes convergentes y divergentes entre todas las voces de las narrativas, articulándolas con la teoría de la investigación y la mirada particular de la investigadora. En este artículo no profundizaremos en este proceso posterior ya que priorizamos el dar a conocer la etapa de co-construcción con las participantes.
2.3 Ejemplificando el que hacer de las narrativas de vida
El primer encuentro se desarrolló de manera presencial con cada una de las participantes quienes ya habían recibido un consentimiento informado vía email. Esta primera sesión tuvo dos momentos: por un lado, se negociaron los temas que trabajaríamos conjuntamente en la narrativa con tal de posicionar una crítica concreta al sistema de acreditación; y por otro lado, se comenzó una exploración general de algunos de estos temas. De esta manera, en este primer encuentro, de una duración de dos a tres horas, consistió en una reunión que permitió un conocimiento mutuo y de indagación respecto a su trabajo en la academia en general y como directoras de doctorados, además de definir conjuntamente los posibles focos de interés para abordar en la primera textualización crítica y en los próximos encuentros. Los lugares de encuentros fueron variados: algunas ocurrieron el lugar de trabajo en la universidad, en otras ocasiones sucedió en el hogar de las académicas y también transitando por diferentes lugares de la comunidad en que habitaban.
Así, en cada encuentro se fueron abarcando los temas propuestos y acordados inicialmente con las participantes y como producto se fue generando una versión general de la narrativa. Para ello, la investigadora convocante realizó una transcripción después de cada encuentro desde los que se propuso a su contraparte una textualización inicial de la NV. En algunos casos esta versión fue entregada presencialmente, en otros casos, por correo electrónico y revisadas y negociadas en el encuentro siguiente. De esta manera, las personas participantes tuvieron la posibilidad de cambiar e intervenir directamente el texto según sus propias visiones. Las participantes tuvieron el tiempo para hacer cambios e integrar nuevo contenido si lo consideraban importante, teniendo presente el propósito que guiaba cada narrativa ya que su horizonte crítico había sido negociado y acordado en la primera sesión.
El segundo encuentro, que según nuestro parecer fue central, se destinó a profundizar respecto a los aspectos emergentes en la instancia previa o que quedaron sin respuesta, además de incorporar matices y precisiones al documento original. De este modo, se acentúo la posición crítica en el texto, pero también se afinaron las experiencias que éstas querían destacar. Es decir, en estos encuentros se rescataron aquellos atributos que se consideraran más significativos, los que se incorporaron a la primera textualización de manera comprensible y clara (Balasch y Montenegro, 2003).
Respecto a los terceros y cuartos encuentros variaron los formatos de realización. Generalmente no se efectuaron en los lugares habituales -espacios de la vida cotidiana de las académicas- sino en espacios públicos en la ciudad de donde son las investigadoras y dos se realizaron por una plataforma de video- llamada. En este momento se revisó la versión completa de la NV de la participante, buscando que se reflejase, lo más cercanamente posible aquello que cada una deseaba transmitir y poner en crítica sobre el quehacer generizado de la academia.
Cabe señalar que las participantes ignoraban la metodología planteada ya que ellas, siendo agentes activas dentro de las universidades, dominaban la batería tradicional de técnicas de investigación cualitativa. Por tanto, desconocían el nivel de complejidad e implicación personal y de tiempo que requiere la co-construcción de un texto narrativo crítico. Esto puede considerarse un límite porque precisamente a las personas participantes les costó salir del lugar de “informantes” para ser agentes activas del propio análisis que se buscaba producir. En ese sentido, para algunas les resultó innovador el descentrar esta figura tradicional de “informante” y ser parte activa del proceso creativo. Si bien en los cuatro casos del estudio, estos factores sobre el desconocimiento de la metodología feminista propuesta, no afectó su participación, si hubo que recordar constantemente el objetivo político de asumir técnicas no extractivistas para la producción de conocimiento sobre una temática.
3. Posibilidades, tensiones y desafíos en la producción de Narrativas de Vida
3.1 Investigación situada en lugares de poder y territorios diversos
En el proceso de realización de las Narrativas Vida podemos visualizar algunas posibilidades y tensiones a nivel metodológico que también ponen desafíos a este afán epistemológico feminista de reconocer diversos saberes en un mismo posicionamiento dialógico. Veremos en primer lugar, cómo esta investigación permitió la realización de esta metodología con sujetos que no suelen implicarse en metodologías críticas sobre sus propias vidas y, en segundo término, las implicancias de los territorios y cómo éstos inciden en la realización práctica de la metodología.
Comúnmente, las perspectivas críticas de investigación feminista, en este caso las NV se suelen llevar a cabo con personas o grupos subalternos, tal como se expresa en investigaciones con temáticas relacionadas a mujeres migrantes (Gandarias, 2019; Maranillo-Castillo y Guilarte, 2022;); feminismo y colonialismo (Gandarias y Pujol, 2013); comunidades LGBTIQ+ (Molina, et al, 2015; Prieto, 2012; Galaz et al., 2023); activismos de mujeres y vejez (Mazzucchelli, et. al, 2021); memorias y militancia (Fernández, et al., 2015; Piper- Shafir, y Vélez-Maya, 2021). Esto bajo el supuesto de que son voces que generalmente no son situadas como saberes reconocidos respecto de los académicos e intelectuales. En nuestro caso las participantes, académicas directoras de programas de doctorado, constituyen un grupo muy específico de trabajadoras de alta calificación, que se distinguen de los grupos habitualmente abordados ya que son vistos como lugares de poder. Sin embargo, las universidades son espacios que si bien son de privilegio a nivel social en su interior se producen dinámicas de subaltenización que establece jerarquías y desigualdades internas. En ese sentido, seguimos la vía de otras investigaciones donde son sujetos posicionados supuestamente en lugares de poder los que construyen la narrativa, pero fundamentalmente para destacar las visiones críticas existentes dentro de esos mismos espacios o punto de vista divergentes, como fue el caso de la experiencia de profesionales (Galaz y Rubilar, 2019) y esta investigación que presentamos.
Son mujeres académicas cuyas credenciales formativas las validan para pertenecer a claustros académicos de programas de doctorado, cumpliendo los criterios de productividad y exigencias impuestas por sus universidades y por el sistema de aseguramiento de la calidad. Considerando el lugar de privilegio que ellas pudiesen ocupar respecto a otras trabajadoras, saltan a la vista ciertas particularidades y procesos de diferenciación y subalternización (Galaz y Rubilar, 2019) que las ponen en situaciones de desventaja, como las brechas de género respecto a sus pares académicos hombres, siendo visibles en prácticas cotidianas dónde operan patrones definidos y generizados puestos en términos de masculinidad y feminidad. Así vemos que esto lleva a la naturalización y reproducción de características estereotipadas asociadas para hombres y mujeres (Acker, 1990). Es así como, en el espacio de acción indagado hay cierto tipo de tareas de gestión que contemplan alta carga administrativa, que no suelen ser manifiesta ni reconocida, y que, por tanto, siendo espacios de poder, también denotan procesos de subordinación social con connotaciones generizadas, entre quienes asumen la gestión de estos procesos - en su mayoría mujeres - y quienes se dedican a la producción académica pura. Al respecto las NV de las cuatro académicas concuerdan con que dichas labores son desestimadas por un grupo de académicos - generalmente hombres; mientras que el peso de la tarea suele recaer en ellas y equipos de mujeres que las acompañan, considerándose labores de segundo orden.
De esta manera, con esta investigación visualizamos - a contracorriente de la mayoría de las investigaciones con Narrativas de Vida- que es posible realizarlas dentro de espacios tradicionales de poder, pero con sujetos discriminados o subordinados en dichos espacios.
Por otro lado, surgen en las NV una caracterización acerca de la especificidad de los territorios en los que están emplazados algunos programas de doctorados, lejanos a la zona central de Chile. Cabe señalar que este país está altamente centralizado en términos de poder, sobre todo en la Región Metropolitana y, por tanto, existen profundas desigualdades en cuanto a los recursos sociales, políticos, económicos respecto de las universidades regionales. Por ello, también con las Narrativas de Vida pudimos hacer patente estos procesos de diferenciación social y territorial existente en Chile y las posibilidades de recursos profesionales y, también, académicos disponibles en relación al centro metropolitano. Lo anterior, conlleva a que el quehacer que ahí se realiza difiera de lo esperado desde el dispositivo de aseguramiento de la calidad el que, de acuerdo a las narrativas, opera desde una lógica centralista y no regionalista, masculinizada y poco justa; en contraste con la labor de liderar un programa doctoral en una región central, desde donde estaría pensada una forma estándar de universidad con sus redes, ritmos, distancias, entre otras. Por otro lado, considerar también espacios regionales para la investigación comportó también un desafío para concretar precisamente una metodología que implica un proceso de varios encuentros: por ello, para facilitar algunos encuentros finales también se implementaron sesiones on-line, por las limitaciones económicas del proyecto.
3.2 El límite para rescatar las historias de vida académicas
Si bien el objetivo de las Narrativas de Vida es superar el enfoque sólo teórico dado por las Producciones Narrativas, no siempre logra su cometido de relevar la experiencia en relación a la teoría. Respecto el rescate de las emociones y corporalidad, en algunas ocasiones la interpelación dada en la co-construcción ha quedado más en términos cognitivos y discursivos, sucediendo lo que adelanta Troncoso et. al (2017) que, en el afán de generar un corpus teórico acerca del tema central, durante el proceso de textualización, no pocas veces la corporeidad ha parecido perderse y su exposición en los relatos finales se ha dificultado.
Las Narrativas de vida a diferencia de las producciones narrativas, busca hacerse cargo de esta arista, incorporando la mirada de las historias de vida en ella. Sin embargo, el estudio que estamos compartiendo, fue con mujeres participantes cuyo trabajo en la universidad está inmerso en la racionalidad propia del capitalismo académico (Münch, 2014; Slaughter y Leslie, 1997) en que se promueve el trabajo intangible e intelectual expresado en determinados productos científicos (investigaciones, informes y publicaciones), eludiendo la arista emocional en los relatos críticos. Por ello, sus textualizaciones tendieron a dejar fuera la experiencia cotidiana y la emocionalidad dada en los procesos, privilegiando un discurso crítico, pero más académico de los temas.
En ese sentido se reproduce lo propio de la universidad postfordista que implica una feminización de la fuerza de trabajo y una predisposición patente al manejo emocional (Illouz, 2007) de las relaciones, operando una lógica costo-beneficio dado que las relaciones íntimas se encauzan desde una narrativa del ‘sufrimiento y superación’ (Hernández, 2008).
En tanto, la producción y divulgación académica que predomina es aquella rigurosamente descorporeizada. Entonces, aun cuando hay evidencia de que los vínculos en contextos de trabajo intelectual son importantes (Crocco, 2019), este aspecto no necesariamente apareció en una primera aproximación hacia los temas que constituían el trabajo académico de las participantes y, particularmente, al haber sido las encargadas de efectuar procesos de acreditación, con las actividades y carga de trabajo asociada.
No obstante, en la indagación realizada, la experiencia fue heterogénea respecto a cada participante y a las distintas fases implicadas en los encuentros, textualización y revisiones. A lo largo de los encuentros sucedió que, en ciertos casos, se mantuvo un equilibrio en cuanto a la emergencia tanto de una crítica de carácter teórico hacia el dispositivo de acreditación, así como la expresión de sentimientos y vivencias personales. En las retóricas aparece un componente emocional manifiesto y relatado como rabia, culpa, estrés y cansancio, concordando con evidencia empírica (Montes-López y Simbürger, 2021). Mientras que, con otras académicas, el trabajo de co-construcción narrativo implicó el establecimiento de un reencuadre hacia una aproximación que permitiese un involucramiento e indagación más sentida y afectiva desde la experiencia concreta, en una nueva tonalidad que posibilitara abarcar mayores puntos en la emocionalidad de las experiencias narradas, tomando en cuenta las disconformidades, reparos, silencios, risas, entre otras. Aún siendo constante este re-encuadre, no siempre fue logrado.
Aun cuando lo anterior no fue posible íntegramente en los casos ejemplificados, siguiendo a Troncoso y Galaz (2017), hay una relación profunda entre lo corporal y afectivo, en tanto las emociones y malestares se advierten en los cuerpos. El construir una narrativa conjunta puede que restrinja ciertos saberes o expresiones emocionales, solo por el hecho de la estructura que posee, sus pasos, fases, normas y organización que en cierto sentido se asemeja a las prácticas académicas y de la universidad contemporánea. Pero, también existieron intersticios en donde las académicas se salieron del molde preestablecido, evidenciando: transformaciones en su línea de pensamiento inicial, al leer su propia narrativa meses después, cambios que fueron incorporados en una última versión o hacer explicito como mediante la apropiación de la narrativa se cuestionaban aristas concernientes a la brecha en las trayectorias o cómo, precisamente, se naturalizan ciertas prácticas que se viven en el cuerpo.
4. Cierre conclusivo: Hablemos de reflexividad crítica
Tal como mencionamos en un apartado anterior, la reflexividad crítica es el proceso de clara toma de conciencia por parte de las investigadoras y participante respecto a su rol y el compromiso personal en el estudio emprendido, para estar atentas a las dinámicas de poder dentro de los procesos de construcción del saber, como también en los efectos que sus acciones de investigación tienen en los sujetos y contexto con los que se articulan. Cobrando relevancia advertir las implicancias de las relaciones de poder y la posición jerárquica o no de la investigadora, tanto en el proceso de indagación cómo en los productos y efectos de la investigación.
Dicha autorreflexión implica tener conciencia de quiénes somos, nuestros marcos conceptuales y el cómo nuestras prácticas siendo ciudadanas occidentales (Crawford & Kimmel, 1999), parte de un país del sur global, seres generizados y feminista, se implican en la investigación. Así como Gandarias (2014), comprendemos que la generación de las NV se basó en un proceso intersubjetivo y dialógico donde nosotras como investigadoras también nos incluimos en el trabajo de campo y, por ende, nuestra interrelación fue de mutua influencia, las posiciones de poder tomadas fueron diversas en distintos momentos y según las participantes articuladas en nuestro quehacer. Además de los privilegios que estuvieron presenten en el transcurso de la investigación.
Respecto a las aristas de la reflexividad mencionadas, podemos señalar que tanto investigadora como participantes estamos ligadas al mundo académico y de educación superior y, además, tenemos en común una formación universitaria, pero en distintas etapas vitales. Así, los encuentros se iniciaron con las académicas en un contexto de tesis doctoral, mientras que las participantes se encontraban en una jerarquía superior, puesta en esos términos, ya habiendo concluido su formación doctoral hace al menos cinco años. No obstante, algunas se encontraban iniciando sus trayectorias académicas y otras en una etapa de mayor consolidación. Considerando aquello, el proceso presentó dificultades, principalmente en lo concerniente a la escritura conjunta, ya que muchas veces esa responsabilidad recayó más en la investigadora que en las participantes, especialmente en las primeras propuestas textualizadas debido al desconocimiento del tipo de investigación feminista propuesta, por la dificultad para dejar el lugar de “informante” y por la consideración de que la persona investigadora cruzaba un proceso de formación y que por tanto, aparecía la idea de que era su “deber” hacer ese tipo de textualizaciones. No obstante, superado las primeras instancias, existió - en mayor o menor medida - una apropiación del texto por parte de las académicas, comenzando a hacer cambios directos en el texto, modificar frases, eliminar párrafos o incluir otros, y generar nuevas aristas temáticas. En algunos casos este proceso se realizó, mediante la revisión conjunta online, con cambios considerados en conjunto, pero la escritura - propiamente tal - seguía estando mayormente en la persona investigadora. Esta forma de operar no aparece desconocida en el mundo académico, en donde el trabajar en documentos compartidos es algo usual. Empero, en este caso hubo una suerte de naturalización acerca de que la responsabilidad mayor recaía en quien era la autora principal de un producto académico formativo - en este caso la investigadora tesista - cuyo producto generaría la obtención de un grado académico; aun sabiendo que las narrativas de cada cual eran una propiedad conjunta, la cual podían utilizar libremente. Nos parece que las posiciones de poder se evidenciaron en situaciones como ésta y, también, respecto a los ritmos de trabajo de las distintas fases.
Por otro lado, la posición social feminista enunciada por la investigadora, desde el inicio de la articulación con las participantes hasta el desarrollo del diálogo y concreción de la narrativa respectiva, tuvo efectos diferenciados en la relación generada con cada una de ellas. Mientras que con algunas esto tuvo una consonancia en sus propias historias, experiencias y trayectorias, y parecía una perspectiva familiar y cómoda, con otra(s) dicha posición tuvo momentos de interpelación mutua y situaciones de incomodidad, por ejemplo, respecto a la preparación de las personas para asumir las transformaciones inmediatas que requiere una propuesta de transversalización del enfoque de género en las universidades.
Resultó importante atender a aquello que deriva en un nudo crítico, que nos incomoda, que nos desconcierta, que nos saca del lugar de nuestras certezas, para ser capaces de cuestionarnos nuestras premisas, reenfocar algunos aspectos del proceso, buscar relevar aquellos temas que resultaban en tensión en las narrativas. Sin duda, el posicionamiento explícito feminista de la investigadora permitió la evidencia de ciertas incomodidades en las trayectorias académicas asumidas por las participantes, pero también la generación de nuevos debates.