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Finisterra - Revista Portuguesa de Geografia

Print version ISSN 0430-5027

Finisterra  no.115 Lisboa Dec. 2020  Epub Dec 31, 2020

https://doi.org/10.18055/finis20352 

Artigo

Infancia, naturaleza y confinamiento

Infância, natureza e confinamento

Childhood, nature and lock-down

Maria Prats Ferret1  , Profesora titular
http://orcid.org/0000-0002-3224-2210

1 Profesora titular, Departamento de Geografía, Facultat de Filosofia i Lletres, Universitat Autònoma de Barcelona, Campus de Bellaterra, Edifici B, Carrer de la Fortuna, s/n, 08193 Bellaterra, Barcelona, Spain. E-mail: maria.prats@uab.cat


Resumen

El diseño actual de los parques infantiles urbanos y el uso cotidiano que se hace de ellos, constituye una limitación para la interacción de niñas y niños con el entorno natural. La crisis sanitaria de la CoV-19 ha dado lugar a una situación excepcional de confinamiento, que ha supuesto el cierre del acceso a dichos espacios en muchas ciudades catalanas. Esta restricción puede ser interpretada en clave de oportunidad. Cuando durante la desescalada se ha permitido que la población infantil salga al espacio público, muchos de estos parques infantiles continúan cerrados. Esta situación ha favorecido usos alternativos del espacio público y de los parques, que han propiciado contactos directos con la naturaleza que no se daban en el espacio de juego tradicional de los parques infantiles.

Palabras-clave: Infancia; naturaleza; confinamiento; parques infantiles; espacios públicos

Resumo

A concepção atual dos parques infantis urbanos e o uso diário que deles é feito constituem uma limitação para a interação das meninas e meninos com o ambiente natural. A crise sanitária da CoV-19 conduziu a uma situação excepcional de confinamento, o que levou ao encerramento do acesso a estes espaços em muitas cidades catalãs. Essa restrição pode ser interpretada como uma oportunidade. Quando, durante o desconfinamento, a população infantil foi autorizada a sair para o espaço público, muitos desses parques infantis permaneceram fechados. Esta situação favoreceu usos alternativos do espaço público e dos parques, o que tem levado a contactos diretos com a natureza que não aconteciam nos tradicionais espaços lúdicos dos parques infantis.

Palavras-chave: Infância; natureza; confinamento; parques infantis; espaços públicos

Abstract

The current design of urban playgrounds and the daily use children made of them, constitutes a limitation for the interaction of girls and boys with the natural environment. The CoV-19 health crisis has led to an exceptional situation of lock-down. As a result, access to these spaces in many Catalan cities has been prohibited. This restriction can be interpreted as an opportunity. During the de-escalation process, children have been allowed to go out into the public space, however, many of these playgrounds remain closed. This situation has favoured alternative uses of public space which have fostered direct contacts with nature that did not occur in the traditional play space of playgrounds.

Keywords: Chilhood; nature; lock-down; playgrounds; public spaces

Muchas veces hemos oído decir que cada crisis es una nueva oportunidad. Esta será una más, por el tono positivo que me gustaría que impregnara esta reflexión. El objetivo es señalar como el confinamiento, motivado por la crisis sanitaria CoV-19, puede ser también una oportunidad para la relación entre infancia y naturaleza en los parques urbanos.

Antes de abordar este objetivo, voy a contextualizar brevemente la reflexión, recordando la situación previa al confinamiento. Desde hace tiempo he estado reflexionando sobre el diseño estandarizado de los parques infantiles (playgrounds) donde estructuras de colores, formas y texturas atrayentes invitan a niños y niñas a encerrarse en dichos espacios, a confinarse (voluntariamente?) en ellos. Cuando las criaturas acuden a un parque urbano, este es su destino primordial, aquel al que se les induce y conduce. Esta organización del espacio cotidiano suele satisfacer a las personas adultas cuidadoras, ya que así pueden relajarse un poco durante su tarea de cuidado, especialmente si el espacio está cercado y protegido del tráfico rodado. Los parques infantiles también satisfacen a las autoridades locales, que con un presupuesto relativamente modesto consiguen un resultado vistoso y con impacto vecinal, algo especialmente tenido en cuenta en períodos preelectorales. En cuanto a los/as profesionales de la arquitectura y el urbanismo, que suelen diseñar dichos espacios en el marco de proyectos más grandes, a menudo se limitan a cumplir los requerimientos, sin ir mucho más allá de lo que dicta la normativa vigente o el concurso en cuestión, salvo excepciones. No estoy tan segura de que el modelo de diseño recurrente de los espacios de juegos infantiles sea tan satisfactorio para las criaturas, para la población destinataria y usuaria principal.

Tradicionalmente la naturaleza ha sido vista como un espacio adecuado para las actividades infantiles, para el juego y al mismo tiempo la infancia ha sido vista (en la literatura y el cine) como más próxima a la naturaleza que la población adulta (Aitken, 2001). Desde los años 80s del siglo XX, muchos trabajos han señalado que las criaturas muestran preferencia por los entornos naturales y suelen sentirse atraídas por el medio natural, que identifican como un espacio idóneo para el juego (Tranter & Malone, 2004).

Los deseos de niñas y niños expresan una alta valoración por los entornos que les ofrecen espacios donde experimentar riesgos y aventuras, entornos elegidos y construidos por ellos/as mismos/as (Catling, 2005). Los parques y los espacios verdes en general son ampliamente asociados por niñas y niños con connotaciones positivas y son más frecuentemente reflejados en sus dibujos sobre el entorno cotidiano (Beneker, Sanders, Tani, & Taylor, 2010). En investigaciones previas con mis colegas (Baylina, Ortiz, & Prats, 2006) detectamos que lo que niñas y niños anhelaban era principalmente espacio en cantidad, metros cuadrados de terreno, espacios diversos y relativamente poco organizados, para imaginar y recrear un tipo de juego que no necesariamente se ajustaba a estas propuestas rígidas y repetitivas que caracterizan a la mayoría de parques infantiles de nuestras ciudades. Por otra parte es fácil encontrar consenso en cuanto a los beneficios del entorno natural para el desarrollo humano y el bienestar cotidiano. El contacto con la naturaleza proporciona a niños y niñas oportunidades para relajar sus cuerpos y desestresar sus mentes, oportunidades para favorecer interacciones físicas espontáneas y para vivir descubrimientos y compartir experiencias de exploración de ese entorno natural (Hordyk, Dulude, & Shem, 2015).

Desde mi punto de vista esta tendencia a diseñar y crear espacios específicos para niñas y niños en los parques urbanos, espacios encerrados, acotados y previsibles, presenta limitaciones. Por una parte, priva a las criaturas de disfrutar del contacto y la interacción directa con la naturaleza del conjunto del parque urbano, en el que se encuentra inscrito el parque infantil especialmente diseñado para ellos/as. Todo el tiempo que pasan en el parque infantil, dejan de pasarlo en el entorno natural que lo rodea. Incluso se da la paradoja de que niñas y niños no entran en contacto directo con el entorno natural por estar encerrados en un parque infantil, que a su vez reproduce en material plástico o de madera elementos naturales, como plantas, flores o animales.

Esta solución debe de parecer más segura a las personas adultas que diseñan el parque infantil, pero convenimos que pueden considerarse un cierto fraude en comparación con el disfrute de la naturaleza en vivo y en directo. Este es mi punto de partida, un toque de alerta sobre algo que ya ocurría en el periodo previo al confinamiento motivado por la crisis sanitaria del CoV-19 y que probablemente seguirá ocurriendo después, a no ser que las muchas reflexiones que nos ha propiciado esta crisis sean tenidas en cuenta en la planificación futura de nuestras ciudades.

Sin embargo, en este periodo extraño, imprevisto y provisional que estamos viviendo en medio de la crisis sanitaria de la CoV-19, especialmente allí donde se ha aplicado un confinamiento estricto, como se ha vivido en la mayor parte de las ciudades de Catalunya, estos espacios de juego de los parques urbanos se encuentran temporalmente cerrados, es decir, se ha prohibido el acceso. Cuando escribo estas líneas estamos en mitad del período de desconfinamiento, en la llamada desescalada, que supone cambios semanales de fases y limitaciones, según los territorios. El área metropolitana de Barcelona se encuentra a finales de mayo en la fase 1 de desconfinamiento y los parques urbanos se encuentran abiertos para la circulación y el paseo, pero no así la mayoría de los espacios de juego infantiles, que siguen manteniendo prohibiciones de uso decretadas por las autoridades locales y reforzadas por elementos físicos (cintas o vallas) y por las amonestaciones de la policía local (figs. 1 y 2). Esto no ocurre en las localidades más pequeñas, de menos de 5000 habitantes, que no suelen sufrir este tipo de restricciones de forma tan generalizada.

Esta situación se ha mantenido durante semanas, que en nuestra latitud han coincidido con la primavera, momento del año de efervescencia vegetal, de floración, de aparejamiento y cría de pájaros y otras especies. Un panorama espléndido, con el que se han topado las criaturas en el momento en que han podido salir a la calle o al parque para poder disfrutar - ahora sí - de la interacción o la contemplación de la naturaleza de nuestro entorno, toda vez que aun no es posible acudir a los parques infantiles especialmente diseñados para ellos/as. Esta es la oportunidad inesperada, el efecto colateral positivo que nos brinda la situación de confinamiento en plena crisis sanitaria.

Fuente: Maria Prats Ferret (2020)

Fig. 1 Parque infantil: indicador de prohibición de acceso. Figura de color disponible en línea. 

Fuente: Maria Prats Ferret (2020)

Fig. 2 Parque infantil con las instalaciones selladas por la policía local para impedir su uso. Figura de color disponible en línea 

En primer lugar surge la oportunidad que tienen ahora las criaturas de explorar nuevos espacios, que ya estaban allí, pero de los que se les había excluido indirectamente como se ha explicado anteriormente. En segundo lugar, los cambios que vivimos pueden ser una oportunidad para que las personas que diseñan los parques urbanos, así como las que formalizan los encargos técnicos o políticos, reflexionen sobre la posibilidad de hacer las cosas de forma diferente, eludiendo el modelo repetitivo que encontramos por todas partes. La oportunidad de reforzar y propiciar los encuentros y las interacciones con las plantas, los árboles y los animales, pero también con el agua (ríos, lagos, fuentes, lluvia), con la tierra (arcilla, arena, grava) y con el cielo en sus colores y formas infinitas, no puede pasar desapercibida. Todos estos elementos tienen el potencial de convertirse en espacios de juego, actividad central en la vida de niños y niñas, que sería necesario estudiar, pero ello requeriría de un trabajo de campo que ahora mismo no podemos realizar por las restricciones que el confinamiento impone.

Por el momento sólo puedo apuntar pequeñas observaciones personales de encuentros efímeros. He visto una tortuga escaparse de un lago, vagar perdida en el camino equivocado, hasta que un niño que se ha topado con ella pregunta a su padre si pueden ayudar a la tortuga a volver a su casa. He visto niñas y niños llenando de agua botellas o artilugios con émbolos y mojarse mutuamente mientras ríen y corren. La cancha de deporte, bien lisa, nivelada y cimentada, con sus porterías o cestas reglamentarias también mantiene el acceso cerrado, pero esto ha dado la oportunidad de que niñas y sobre todo niños, organicen los juegos de pelota a base de pies descalzos sobre las explanadas de hierba del parque, una superficie distinta que produce sensaciones nuevas en las plantas de los pies. Correr persiguiendo las palomas hasta que elevan el vuelo o observar una procesión de hormigas avanzando hasta su nido son actividades que observo que son recuperadas en estos primeros días en que se ha vuelto a autorizar la salida de la población infantil al espacio público, a la calle o al parque del entorno cotidiano.

¿Estas sencillas y efímeras prácticas de transgresión o resistencia que se inscriben en el paisaje surgen como una vía de escape a las restricciones impuestas? (Hubbard, 2006) ¿O más bien son oportunidades inesperadas que emergen cuando el tiempo y el espacio se dilatan circunstancialmente? En todo caso, son todas ellas prácticas que se inscriben en las geografías de la vida cotidiana, que hoy vivimos a la vez como una rutina repetitiva y restrictiva y una vivencia excepcional respecto a la vida cotidiana previa a la crisis sanitaria.

Y los parques no son el único lugar desde donde niñas y niños o personas de todas las edades han podido gozar del estallido de la primavera confinada. Desde las ventanas, los balcones, las terrazas o terrados, todas hemos podido contemplar como la flora y la fauna se han ido apropiando del tiempo y el espacio que les hemos devuelto temporalmente por emergencia sanitaria e imperativo legal. La menor presencia humana en el espacio público, en calles y plazas, ha dejado más espacio y ha otorgado mayor visibilidad a especies vegetales y animales en entornos urbanos, que antes les eran mucho más hostiles (Erice, 2020; Muñoz, 2020). Por falta de espacio y de formación pedagógica, no voy a aventurarme en mencionar las positivas implicaciones para el aprendizaje y la toma de conciencia sobre el medio natural que se derivan de estas mayores oportunidades de contacto con la naturaleza (Tranter & Malone, 2004; Louv, 2005). Sin embargo estoy segura que fruto de esta experiencia excepcional, surgirán deseos de seguir manteniendo estas interacciones con la naturaleza cotidiana en el futuro, o incluso de concretarlas en un compromiso o activismo ambiental juvenil.

Referencias bibliográficas

Aitken, S. C. (2001). Geographies of young people. The morally contested spaces of identity. London: Routledge. [ Links ]

Baylina, M., Ortiz, A., & Prats, M. (2006). Geografía de la infancia: espacios de juego en ciudades medias de Cataluña [Children’s geography: playgrounds in middle size cities in Catalonia]. Geographicalia, 50, 5-26. DOI: https://doi.org/10.26754/ojs_geoph/geoph.2006501122 [ Links ]

Beneker, T., Sanders, R., Tani, S., & Taylor, L. (2010). Picturing the city: young people’s representations of urban environments. Children’s Geographies, 8(2), 123-140. DOI: https://doi.org/10.1080/14733281003691384 [ Links ]

Catling, S. (2005). Children, Place and Environment. Sheffield: Geographical Association. [ Links ]

Erice, A. S. (2020, mayo). Un paseo por las plantas “rebeldes” que han tomado las calles durante el confinamiento [A walk through the “rebellious” plants that have taken the streets during lock-down]. El País. Retrieved from https://verne.elpais.com/verne/2020/05/18/articulo/1589787656_925683.html [ Links ]

Hordyk, S. R., Dulude, M., & Shem, M. (2015). When nature nurtures children: nature as a containing and holding space. Children’s Geographies, 13(5), 571-588. DOI: https://doi.org/10.1080/14733285.2014.923814 [ Links ]

Hubbard, P. (2006). City. London: Routledge . [ Links ]

Louv, R. (2005). Last Child in the Woods. Chapel Hill: Algonquin Books. [ Links ]

Muñoz, O. (2020, mayo). La ciudad asilvestrada [The becoming wild city]. La Vanguardia. Retrieved from https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20200504/48941123015/la-ciudad-asilvestrada.htmlLinks ]

Tranter, P. J., & Malone, K. (2004). Geographies of Environmental learning: An exploration of Children’s use of school grounds. Children’s Geographies , 2(1), 131-155. DOI: https://doi.org/10.1080/1473328032000168813 [ Links ]

Recibido: 01 de Junio de 2020; Aprobado: 01 de Septiembre de 2020

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