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Finisterra - Revista Portuguesa de Geografia

versão impressa ISSN 0430-5027

Finisterra  no.120 Lisboa ago. 2022  Epub 30-Ago-2022

https://doi.org/10.18055/finis25676 

Artigo

Geografía cultural y humanidades digitales. Un diálogo en construcción desde Iberoamérica.

Geografia cultural e humanidades digitais. Um diálogo em construção a partir da Ibero-América.

Cultural geography and digital humanities. A dialogue under construction from Ibero-America.

Geographie culturelle et humanites digitales. Un dialogue en construction depuis Ibero-Amerique.

Mariana Favila Vázquez1 
http://orcid.org/0000-0003-0127-3302

1 Departamento de Geografía Social, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Investigación Científica, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, Ciudad de México, México. E-mail: favila@geografia.unam.mx


Resumen

Desde su origen, la geografía y las humanidades han dialogado entre sí con el propósito de entender las complejas relaciones entre los humanos y el entorno. Las reflexiones espaciales formuladas desde la geografía cultural que alcanzaron a la historia, el arte, la arqueología y la literatura, desde la segunda mitad del siglo XX a la fecha, se han potencializado en las últimas dos décadas con el surgimiento de los campos interdisciplinarios conocidos como geohumanidades y humanidades espaciales. Estos neologismos en ocasiones se usan como sinónimos y es posible identificar una cierta disparidad en sus respectivas definiciones cuando se enuncian desde la geografía, o bien, desde las humanidades. Uno de los aspectos que tiende a variar es su relación con las tecnologías geoespaciales y su concepción desde las humanidades digitales, campo creado a partir de la interacción entre las humanidades y las ciencias computacionales. Este artículo tiene como objetivo explicar los puentes entre la geografía cultural y las humanidades digitales con miras a reflexionar y responder las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las similitudes y tensiones entre estos neologismos de carácter interdisciplinario? ¿Qué diferencia hay cuando estos se enuncian desde el ámbito de la geografía o desde las humanidades digitales? ¿Cómo ha sido el diálogo con y desde la geografía cultural que explica las distintas nociones de estos conceptos? ¿Cómo se entienden y practican estos campos en el contexto de los países iberoamericanos? Con este análisis se busca señalar la necesidad de propiciar y reforzar el diálogo entre geógrafos culturales y humanistas digitales, lo cual puede orientar la creación y fortalecimiento de nuevas líneas de investigación.

Palabras clave :  Geografía cultural; humanidades digitales; interdisciplina; geohumanidades; humanidades espaciales

Resumo

Desde a sua origem, a geografia e as humanidades dialogam entre si com o propósito de compreender as complexas relações entre o ser humano e o ambiente. As reflexões espaciais formuladas a partir da geografia cultural que atingiram a história, a arte, a arqueologia e a literatura, desde a segunda metade do século XX até aos dias atuais, foram potencializadas nas últimas duas décadas com o surgimento de campos interdisciplinares conhecidos como geohumanidades e humanidades espaciais. Estes neologismos são, por vezes, usados como sinónimo e é possível identificar alguma disparidade nas suas respetivas definições quando enunciados a partir da geografia ou das humanidades. Um dos aspetos que tende a variar é a sua relação com as tecnologias geoespaciais e a sua conceção a partir das humanidades digitais, campo criado a partir da interação entre as humanidades e as ciências computacionais. Este artigo explica as pontes entre a geografia cultural e as humanidades digitais com o objetivo de refletir e responder às seguintes questões: Quais são as semelhanças e tensões entre estes neologismos interdisciplinares? Que diferença há quando estes são enunciados a partir do campo da geografia ou das humanidades digitais? Como tem sido o diálogo com e a partir da geografia cultural que explica as diferentes noções destes conceitos? Como é que estes campos são entendidos e praticados no contexto dos países ibero-americanos? Esta análise aponta a necessidade de promover e fortalecer o diálogo entre geógrafos culturais e humanistas digitais, o que pode orientar a criação e o fortalecimento de novas linhas de investigação.

Palavras-chave: Geografia cultural; humanidades digitais; interdisciplina; geohumanidades; humanidades espaciais

Abstract

Since its origin, geography and the humanities have dialogued with each other with the purpose of understanding the complex relationships between humans and the environment. The spatial reflections formulated from cultural geography that reached history, art, archaeology, and literature, from the second half of the 20th century to date, have been potentiated in the last two decades with the emergence of interdisciplinary fields known such as geohumanities and spatial humanities. These neologisms are sometimes used as synonyms and it is possible to identify a certain disparity in their respective definitions when they are enunciated from geography, or from the humanities. One of the aspects that tends to vary is its relationship with geospatial technologies and its conception from the digital humanities, a field created from the interaction between the humanities and computational sciences. This article aims to explain the bridges between cultural geography and digital humanities with a view to reflecting on and answering the following questions: What are the similarities and tensions between these interdisciplinary neologisms? What difference is there when these are enunciated from the field of geography or from the digital humanities? How has the dialogue been with and from cultural geography that explains the different notions of these concepts? How are these fields understood and practiced in the context of Ibero-American countries? This analysis seeks to point out the need to promote and strengthen the dialogue between cultural geographers and digital humanists, which can guide the creation and strengthening of new lines of research.

Keywords :  Cultural geography; digital humanities; interdisciplinary studies; geohumanities; spatial humanities

Résumé

Depuis son origine, la géographie et les sciences humaines dialoguent pour comprendre les relations complexes entre l’humain et l’environnement. Les réflexions spatiales formulées à partir de la géographie culturelle qui ont atteint l’histoire, l’art, l’archéologie et la littérature, de la seconde moitié du XXe siècle à nos jours, ont été potentialisées au cours des deux dernières décennies par l’émergence de domaines interdisciplinaires connus tels que les géohumanités et les humanités spatiales. Ces néologismes sont parfois utilisés comme synonymes et il est possible de relever une certaine disparité dans leurs définitions respectives lorsqu’ils sont énoncés à partir de la géographie ou des sciences humaines. L’un des aspects qui tend à varier est sa relation avec les technologies géospatiales et sa conception à partir des humanités digitales, un domaine créé à partir de l’interaction entre les sciences humaines et les sciences informatiques. Cet article vise à expliquer les ponts existants entre géographie culturelle et humanités digitales en vue de réfléchir et de répondre aux questions suivantes: Quelles sont les similitudes et les tensions entre ces néologismes interdisciplinaires? Quelle différence y a-t-il quand ceux-ci sont énoncés du champ de la géographie ou des humanités digitales? Comment s’est déroulé le dialogue avec et depuis la géographie culturelle qui explique les différentes notions de ces concepts? Comment ces domaines sont-ils compris et pratiqués dans le contexte des pays ibéro-américains? Cette analyse vise à souligner la nécessité de promouvoir et de renforcer le dialogue entre géographes culturels et humanistes digitales, qui peut guider la création et le renforcement de nouvelles lignes de recherche.

Mot clés:  Géographie culturelle; humanités digitales; interdiscipline; géohumanités; humanités spatiales

I. Introducción

A lo largo de las primeras dos décadas del siglo XXI han surgido nuevos campos interdisciplinarios como consecuencia del diálogo entre la geografía cultural y las humanidades, entre ellos las geohumanidades y las humanidades espaciales. Estos neologismos tienden a usarse como conceptos intercambiables (Murrieta-Flores & Martins, 2019). Sin embargo, una revisión a nivel internacional de las propuestas tanto desde la geografía, particularmente en su enfoque cultural, como desde lo que se conoce como humanidades digitales, sugiere que no hay un consenso sobre lo que implica cada uno de estos campos a pesar de la existencia de propuestas definitorias en términos de su alcance teórico y metodológico.

Se verá que la geografía cultural ha tenido acercamientos, distanciamientos y finalmente una reformulación en este diálogo que la han llevado a establecer con mayor precisión el campo de las geohumanidades (Dear et al., 2011), y en su interior, de las geohumanidades digitales (Bauch, 2017). Así, las geohumanidades se entienden como una “confluencia expresiva de una nueva realidad que aparecen al margen de las aulas y las disertaciones académicas” donde la geografía “encuentra nuevas formas de expresar experiencias geográficas desde la sensibilidad artística” (Cerarols & Luna, 2017, pp. 24-25), mientras que las geohumanidades digitales son el resultado de la relación entre la geografía cultural y las humanidades digitales (Bauch, 2017).

Por otro lado, desde los ámbitos humanistas de la historia, la arqueología y la literatura, tanto las geohumanidades, como las humanidades espaciales, se entienden y se ponen en práctica a partir de la intersección y el diálogo entre el campo de las humanidades digitales y las reflexiones que se dieron particularmente desde 1970 en la geografía cultural: “This Spatial Turn has also sparked a new wave of scholarship under the umbrella of Digital Humanities (DH), exploring spatial methods and technologies in collaboration with fields such as the Geographic Information Sciences. This is what is usually called, in the context of DH, the GeoHumanities” (Murrieta-Flores & Martins, 2019, p. 2426). Así, encontramos dos voces, dos campos de enunciación paralela en los ámbitos académicos de la geografía y las humanidades, tanto anglosajones e iberoamericanos, que bien podrían encauzarse y reencontrarse una vez más para formular puentes sólidos en la reflexión sobre la relación de los humanos y el entorno.

En el segundo apartado de este artículo se definen y identifican las similitudes y tensiones entre los neologismos previamente mencionados. En el tercer apartado se describe y reconstruye el proceso de interacción entre ambas disciplinas con el propósito de explicar las diferencias entre el uso y la puesta en práctica de estos neologismos en cada ámbito. En el cuarto apartado se explica de qué forma estos conceptos han circulado entre los grupos académicos iberoamericanos y cómo se complementan o diferencian del contexto anglosajón.

II. Neologismos para el estudio del espacio y la cultura

Tanto la geografía cultural como las humanidades han recorrido un largo trayecto caracterizado por periodos de intensas discusiones teóricas, crisis, estabilizaciones y múltiples renovaciones epistemológicas (Neumann & Nünning, 2012). La complejidad de estos campos del conocimiento ha derivado en la necesidad de un diálogo interdisciplinario que a su vez ha permitido la migración de conceptos entre unos y otros (Bal, 2021), dando lugar a una multiplicidad de neologismos.1

En ocasiones estos neologismos no se quedan solo en la forma de nuevos conceptos a los que se recurre desde una u otra disciplina, sino que se transforman en áreas de investigación por derecho propio. Un ejemplo de esto son las humanidades digitales, un campo interdisciplinario relativamente reciente que surgió por el acercamiento de las humanidades con las ciencias computacionales, las tecnologías de la informática y los entornos digitales (Nyhan et al., 2013).

La historia, la arqueología y la literatura, principalmente, encontraron en la intersección con las ciencias computacionales la posibilidad de concebirse como campos experimentales (Murrieta-Flores & Martins, 2019). Se adoptaron técnicas de análisis computacional, métodos de codificación de datos, formas de visualización digital y de registro tridimensional (Vanhoutte, 2013), esta última con el objetivo de integrar a la discusión la digitalización del patrimonio histórico y cultural (Jiménez-Badillo & Gándara Vázquez, 2016).2 Así, se estableció un área interdisciplinaria que en los últimos 40 años ha llevado a la creación de revistas científicas, departamentos académicos en universidades y grupos de investigación a nivel mundial enfocados en el desarrollo, discusión y aplicación de nuevas técnicas computacionales para resolver problemas de las ciencias humanas.

Entre 2010 y 2011, un intenso diálogo entre la geografía cultural y las humanidades dio lugar a la presentación en publicaciones académicas de los conceptos de las humanidades espaciales (Bodenhamer et al., 2010) y de las geohumanidades (Dear et al., 2011). ¿Qué similitudes y tensiones existen entre estos conceptos? ¿Se tiene la misma concepción desde las humanidades y la geografía al hablar de uno u otro campo? Desde las humanidades, Murrieta-Flores y Martins (2019) señalan que estos generalmente se usan como sinónimos, pero que la diferencia entre ellos radica en que las geohumanidades surgen del giro espacial en las humanidades digitales, concentrándose en los componentes geográficos del espacio y el lugar. Por otro lado, las humanidades espaciales, además de considerar lo anterior, también reflexionan sobre la posibilidad de que no todos los espacios y lugares tienen una realidad geográfica, integrando el estudio de los lugares simbólicos, ambiguos e imaginarios, así como las concepciones espaciales desde otras ontologías que no corresponden con la occidental (Murrieta-Flores & Martins, 2019).

Desde la perspectiva de los humanistas, el potencial de las geohumanidades y las humanidades espaciales se observa en el desarrollo de nuevas técnicas que superan el uso exclusivo de los sistemas de información geográfica e integran otros análisis computacionales. Un ejemplo es la técnica que recibe el nombre de análisis geográfico de textos (o GTA por sus siglas en inglés) desarrollada por miembros del departamento de Historia de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, y otros colaboradores (Chesnokova et al., 2019; Gregory et al., 2015; Murrieta-Flores et al., 2014; Murrieta-Flores & Gregory, 2017). Esta técnica recurre a teorías y métodos de la lingüística de corpus y del procesamiento de lenguaje natural, así como de sistemas de información geográfica para estudiar las referencias geográficas en un texto (Murrieta-Flores & Martins, 2017). La identificación semiautomatizada de topónimos mediante aprendizaje computarizado (i.e. machine learning) (Jiménez-Badillo et al., 2020), o bien la asignación semiautomatizada de coordenadas en topónimos extraídos de un corpus digitalizado (Grover et al., 2010), son otras técnicas que se están desarrollando actualmente.

La conjunción de metodologías de análisis espacial y las innovaciones computacionales se realiza principalmente desde los campos de la historia, la literatura, la arqueología y la teología, entre otras (Murrieta-Flores & Martins, 2019). Este nuevo puente entre las humanidades digitales y la geografía cultural había sido más fuerte desde las primeras hacia la segunda y no en ambos sentidos (Bauch, 2017), aunque en los últimos años la geografía cultural se ha beneficiado cada vez más de la aplicación de herramientas digitales. Desde las humanidades digitales, el diálogo se hace principalmente con los geógrafos culturales cuyos planteamientos surgieron desde 1970, como veremos en la siguiente sección. Mientras que, desde la geografía cultural, la conversación con los humanistas digitales es una parte de lo que se incluye bajo el umbral de las geohumanidades, en la forma de geohumanidades digitales.

Para los geógrafos, las geohumanidades surgen de “las interacciones bidireccionales y la dialéctica entre artistas, creadores, practicantes de la geografía creativa3, geógrafos u otros científicos especializados en la reflexión sobre conceptos geográficos” (Cerarols & Luna, 2017, p. 22) e incluyen cuatro grandes ámbitos: la geocreatividad, la geoliteratura, las geografías visuales y la geohistoria (Dear et al., 2011; tabla I). De estas, la geohistoria tendría una fuerte relación con las humanidades digitales (Cerarols & Luna, 2017), aunque habría que evaluar que en la práctica las nociones de geohistoria no necesariamente establecen este vínculo.4 Las geohumanidades también reflexionan sobre las crisis ambientales globales, además de que exploran métodos y prácticas colaborativas y experimentales (Hawkins et al., 2015).

Tabla I Campos de las geohumanidades desde la geografía cultural. 

Autores Campo Definición
Richardson (2011) Geohistoria Campo interdisciplinario que echa mano de los SIG y modelos de análisis espacial para estudiar los procesos históricos.
Hawkins (2014) Geografías creativas Campo que analiza la relación entre los lugares que propician la creatividad, así como la producción de lugares que surgen de un proceso creativo.
Belisle (2015) Geografías visuales Analiza las representaciones visuales del espacio en todas sus manifestaciones (pintura, cine, aplicaciones digitales, etc.)
García (2018) Geoliteratura Campo que indaga las relaciones entre la literatura y su influencia en la producción del espacio, así como de la geografía en la producción literaria.

Fuente: Elaboración basada en Dear et al. (2011) y Cerarols y Luna (2017)

Por otro lado, y como hemos mencionado, dentro de las geohumanidades y desde la geografía se ha definido el campo de las geohumanidades digitales como la aplicación de tecnologías digitales para el estudio de objetos tradicionales en la geografía, así como el uso de los métodos de las humanidades en el estudio de los objetos digitales (Crang, 2015). Como veremos más adelante, la geografía cultural ha sido muy crítica respecto a lo que considera como limitaciones teóricas e interpretativas del giro digital, lo cual podría explicar por qué el diálogo con las humanidades digitales había sido menor desde esta disciplina.

Cada vez hay más artículos, libros, seminarios, congresos y revistas que aluden a los campos de las humanidades espaciales y de las geohumanidades (Murrieta-Flores & Martins, 2019); destaca la revista GeoHumanities fundada en 2015 por la Asociación Americana de Geógrafos (Bauch, 2017). Aunque, como se ha comentado, en la literatura reciente estos conceptos tienden a ser utilizados de manera intercambiable, hay diferencias relevantes entre ellos que nos llevan a reflexionar sobre su campo de acción y, en particular, sobre el papel que la geografía ha tenido en su surgimiento y desarrollo (tabla II).

Tabla II Neologismos para el estudio del espacio y la cultura.* 

Autores Concepto Definición Ejes temáticos
Terras et al. (2013) Humanidades digitales Campo que resultó de la revolución digital en las humanidades. Educación digital; gestión y creación de repositorios digitales; automatización en el análisis y manipulación de datos de interés humanístico con herramientas computacionales.
Bodenhamer et al. (2010); Murrieta-Flores y Martins (2019) Humanidades espaciales Acercamiento crítico de las humanidades con la teoría y tecnología geoespaciales. Historia espacial, SIG histórico; espacios metafóricos, ficcionales y geográficos en textos y representaciones cartográficas (estudio de mapas antiguos).
Murrieta-Flores y Martins (2019) Geohumanidades (desde las humanidades) Resultado del giro espacial en las humanidades digitales. Preocupación por el espacio y el lugar; uso de SIG y tecnologías digitales en historia, literatura y arqueología.
Cerarols y Luna (2017); Dear et al. (2011) Geohumanidades (desde la geografía) Interacción bidireccional entre la geografía y el arte u otros objetos culturales estudiados por las humanidades. Geografías creativas, geoliteratura, geografías visuales, geohistoria.
Bauch (2017); Crang (2015); Travis (2020) Geohumanidades digitales Aplicación de tecnologías digitales y métodos de las humanidades digitales en la geografía. Desarrollo de visualizaciones digitales para entender las interacciones múltiples entre humanos y espacio; representación de la complejidad/espacio tiempo.

* Esta tabla presenta algunas referencias bibliográficas para su construcción. No representa ni agota la totalidad de publicaciones y libros dedicados a las discusiones teóricas que definen los neologismos aquí presentados.

En este sentido, la geografía, desde su enfoque cultural contemporáneo no es, de ninguna manera, solo un yacimiento de donde se extraen ideas y preguntas de investigación que renuevan las formas de crear conocimiento en las humanidades, sino que también se ha posicionado como un agente activo en estas discusiones y reflexiones, como veremos en las siguientes secciones.

III. La geografía cultural y las humanidades: un diálogo en construcción

1. Desde las humanidades a la geografía

¿Cómo se ha dado el diálogo entre las humanidades y la geografía cultural que explica las distintas nociones de los neologismos definidos en el apartado anterior? El desarrollo del enfoque cultural de la geografía en los contextos alemán, anglosajón y francés ha sido ampliamente estudiado en las últimas décadas (Claval, 1999, 2020; Crang, 1998; Duncan et al., 2004; Mitchell, 2000), así como su influencia en el contexto latinoamericano en países como México (Fernández Christlieb, 2006; Urquijo, 2020, 2021; Urquijo & Bocco, 2016; Urquijo & Segundo, 2017). De estos trabajos se puede concluir, que desde finales del siglo XIX a la primera mitad del siglo XX, la geografía recurrió a una concepción mecanicista de la cultura que la entendía como el conjunto de técnicas y artefactos que mediaban la relación entre las sociedades y el entorno, cuya consecuencia era la modelización de los diferentes paisajes (Claval, 1999; Sauer, 1925). El objeto de trabajo de la geografía cultural se estableció entonces como el paisaje: una realidad material concebida como el documento clave para estudiar la huella de las sociedades humanas en el mundo eminentemente rural, es decir como “la matriz de la cultura” (Claval, 1999).

Hacia la segunda mitad del siglo XX, la geografía cultural entró en un periodo de crisis a causa de la uniformización de las herramientas y los artefactos que mediaban la relación entre humanos y ambiente, así como por la modernización de los espacios agrícolas (Claval, 1999). A esto se añadiría la respuesta por parte de los geógrafos contra las aproximaciones cuantitativas y positivistas que se establecieron desde 1960 (Crang, 1998). Así, en la década de 1980 se dio una renovación que derivó en la nueva geografía cultural, caracterizada a su vez por adoptar el giro hermenéutico que permeó a las ciencias sociales y las humanidades (Claval, 1999, 2020; Crang, 1998; Duncan et al., 2004). Este se realizó concretamente desde las teorías de la interpretación y la lingüística, con lo cual se enfatizó la importancia en el estudio de los símbolos, los significados y el lenguaje (Moreno Aponte, 2017).

La introducción de la hermenéutica, a través de las ciencias sociales, en la geografía cultural, estableció un nuevo rumbo para la disciplina que buscaba superar las posturas positivistas que explicaban la diversidad en los modos de vida y los paisajes a través del determinismo físico y biológico. Añadido a esto, las discusiones teóricas sobre el concepto de cultura superaron su conceptualización mecanicista, considerándola como el conglomerado de ideas que se reproducen en un amplio rango de formas y prácticas en el espacio (Crang, 1998). Esta influencia se identifica en la relevancia que se dio a el sentido de los lugares, sobre la importancia de lo vivido [en el sentido fenomenológico], sobre el peso de las representaciones […]. [En] la lógica profunda de las ideas para ver cómo estas modelan la experiencia que la gente tiene del mundo y pesan en su accionar. (Claval, 1999, p. 51)

A raíz de las propuestas de autores como Denis Cosgrove y Stephen Daniels (1988), Yi-Fu Tuan (1990) y James Duncan (1990), entre otros, la geografía cultural ha ampliado su quehacer centrándose en fenómenos como la percepción, representación, significación, apropiación, la sacralización del espacio y su relación con la vida humana (Claval, 1999).

La concepción del paisaje trascendió su matriz material para trasladarse a los discursos narrativos, de tal forma que se estableció un acercamiento entre la geografía y la literatura (Frémont, 1980), lo cual derivó en la búsqueda de los paisajes literarios (Crang, 1998) y en el surgimiento de la geografía literaria (Mitchell, 2000). Esta última implicó el acercamiento de los geógrafos a las obras literarias en búsqueda de la información sobre los paisajes narrados que parecían escaparse a las posibilidades analíticas de la geografía (Noble & Dhussa, 1990).

Por otro lado, desde 1980 y hasta la fecha, la geografía cultural contemporánea desarrolló sus ámbitos de interés al reposicionarse desde los enfoques posmodernos de las ciencias sociales, particularmente poscoloniales y postestructuralistas que surgieron como posturas críticas dentro de la geografía (Woodward et al., 2009). Las temáticas trabajadas desde este enfoque incluyen las dinámicas de poder, la corporeidad, los transnacionalismos, las identidades, los estudios de género, la globalización, los movimientos de resistencia cultural y las espacialidades de los mapas antiguos, entre otros, en su relación con la (re)producción y la organización del espacio (Agnew et al., 2003; Bonnet, 1997; Crang, 1998; Duncan et al., 2004; Mitchell, 2000; Vale, 2000). A esto se puede añadir un acercamiento de la geografía cultural con las ciencias computacionales, lo que llevó a que desde la década de 1990 comenzara a reflexionarse en torno a conceptos como ciberespacio, simulación, virtualidad, cuerpo y tecnología, así como la forma en que se crean nuevas experiencias humanas a través de la mediación de las tecnologías computacionales (Batty, 1997; Crang, 2000; Crang et al., 1999, Featherstone & Burrows, 1995).5

2. Desde la geografía a las humanidades

Las ciencias humanas como la literatura, la antropología, la historia y la arqueología adoptaron el giro hermenéutico de la geografía cultural junto con el enfoque más cuantitativo que integraba el uso de sistemas de información geográfica, en la forma de un giro espacial que produjo un impacto que se mantiene vigente hasta la fecha (Marramao, 2015; Warf & Arias, 2009). Este giro espacial alcanzó muy pronto a la arqueología, que ya había tenido un acercamiento a la geografía propiciado por la oleada de cientificidad que desde la década de 1960 había dado lugar a la nueva arqueología, caracterizada por la adopción de técnicas cuantitativas y del método científico (Hernando Gonzalo, 1992; Murrieta-Flores & Martins, 2019). Este vínculo se dio mediante la adopción de las técnicas geoespaciales, especialmente a través de la aplicación de análisis espaciales y el uso de sistemas de información geográfica (Murrieta-Flores & Gregory, 2017). Del diálogo entre la geografía cultural y la arqueología, surgieron los planteamientos de la arqueología del paisaje (Anschuetz et al., 2001).

La historia adoptó este giro epistemológico en la forma del campo conocido como historia espacial (Knowles, 2000). Esta se caracteriza por la inclusión de la dimensión espacial en el análisis de los hechos y procesos históricos y se explica como una reacción al historicismo; lo que Schlögel (2007) ha llamado el retorno del espacio y una nueva mirada hacia los mapas. Dicho giro espacial también dio la posibilidad de que los análisis históricos se realizaran mediante la incorporación de los mapas antiguos, variables visuales y la aplicación de los sistemas de información geográfica (Murrieta-Flores & Martins, 2019).

Ya se ha mencionado la relevancia de la geografía literaria, la cual tuvo un fuerte impacto en los estudios literarios principalmente por las posibilidades que la georreferenciación otorgó para el estudio de la dimensión espacial en la literatura (García Gómez, 2018). De hecho, es precisamente con las propuestas de la geografía literaria que las humanidades espaciales, particularmente en el contexto anglosajón, han mantenido un diálogo constante y continuo hasta el presente. Esto se observa en el desarrollo de las metodologías computacionales orientadas a modelar en forma de datos digitales las expresiones literarias y lingüísticas que aluden a los sentimientos, valores, actitudes e impresiones asociadas con los paisajes en la literatura (Bodenhamer et al., 2010; Chesnokova et al., 2019; Donaldson et al., 2015).

En esta intersección también surgió la cartografía literaria, desde la cual se han reflexionado las complejas relaciones de los mapas y la literatura en el sentido de que es posible trasladar los topónimos de una obra literaria a un mapa, así como rastrear los derroteros de una obra literaria en el espacio geográfico (García Gómez, 2018; Luchetta, 2017; Moretti, 1998; Urroz, 2021).

Así, tres formas del mismo giro espacial con origen en la geografía sacudieron a las ciencias humanas desde la segunda mitad del siglo XX. Una caracterizada por el uso de métodos cuantitativos a través de los sistemas de información geográfica, la cual además ha sido criticada por los mismos humanistas (Knowles et al., 2015). Otra más bien derivada de la influencia de la teoría social en la geografía cultural como se ha explicado anteriormente; y una tercera, resultado del regreso del espacio que había permanecido olvidado en la historia y que permitió una nueva lectura de los mapas antiguos, así como la invención de los mapas temáticos (sociales, económicos, políticos, culturales) y los históricos (Schlögel, 2007). Un ejemplo de las temáticas de estudio que han surgido a través de estas influencias en las humanidades espaciales es el análisis de mapas antiguos con herramientas computacionales que permiten su georeferenciación y análisis digital con métodos automatizados (García-Molsosa et al., 2021).

3. Posicionamiento de la geografía cultural frente a las humanidades digitales

En este ir y venir de conceptos entre la geografía cultural y las humanidades intervino un tercer campo que ya se ha mencionado previamente, las ciencias computacionales. Desde la geografía se dio el acercamiento a este campo, no solo para el desarrollo de las tecnologías geoespaciales, sino para reflexionar críticamente sobre categorías como el ciberespacio, la simulación virtual, la inteligencia artificial y las tecnologías de comunicación, como hicieron Crang et al. (1999) en su obra Virtual Geographies.

Varios años después, en un artículo publicado en el 2015, Crang estableció una distancia precautoria con el entonces ya existente campo de las geohumanidades digitales al poner en duda si las nuevas técnicas digitales y el abrumador flujo de información, consecuencia de la digitalización de distintos objetos culturales, realmente estaban permitiendo un avance teórico-conceptual en la geografía. O si más bien proporcionaba la sensación satisfactoria, pero epistemológicamente vacía de acuerdo con él, de trabajar con grandes volúmenes de información que finalmente pasaban por un proceso de análisis reduccionista que buscaba encontrar en ellos patrones generales de algún tipo (Crang, 2015). Tal vez esta crítica permita entender por qué se ha percibido un diálogo unidireccional entre la geografía cultural y las humanidades digitales, como lo expresó Nicolas Bauch:

[…] to date the relationship between digital humanities and cultural geography (the most humanistic of the geographical branches) has by and large been a one-way street. That is, the technical arms of cartography and GIS, as well as the interpretive arms of humanistic geography, have been widely welcomed and adopted by digital humanities scholars. Cultural geographers, though, have been comparatively slow to pick up the style of inquiry being forged in the digital humanities. (Bauch, 2017, p. 1)

En este complejo panorama de puentes y diálogos aún en construcción entre la geografía cultural y las humanidades digitales, el concepto que sin duda ha reducido la disparidad antes esbozada es el de las geohumanidades digitales. La crítica de Crang (2015) ha sido superada con investigaciones que reflexionan sobre la naturaleza de los objetos digitales y cómo su existencia afecta las nociones espaciales (Awan, 2016). Además, las geohumanidades digitales han permitido la creación, en los últimos años, de una visión más amplia sobre la intersección entre narrativas discursivas, visuales y cartográficas, con la exploración de datos de archivos y textos mediante la aplicación de teorías, métodos y modelos cuantitativos y cualitativos potencializados con medios digitales, plataformas y herramientas computacionales (Bauch, 2017; Travis, 2020).

IV. El panorama en países de iberoamérica

Como hemos visto hay dos campos de enunciación de los neologismos de las geohumanidades y de las humanidades espaciales. Desde la geografía cultural, las geohumanidades tienen un amplio espectro de prácticas que incluyen la interacción con el arte, la creatividad, la literatura, las artes visuales y la historia. Su relación con las tecnologías digitales se ha delineado en el campo de las geohumanidades digitales. Desde las humanidades, las geohumanidades y las humanidades espaciales se derivan principalmente del giro espacial en las humanidades digitales. En ambos casos los contextos anglosajones, aunque no exclusivamente, reproducen esta dualidad. ¿Cuál es el panorama entonces en Iberoamérica?

Los conceptos de geohumanidades y humanidades espaciales circulan en Iberoamérica y reproducen la dualidad que hemos referido en secciones anteriores. En parte, su diseminación por países iberoamericanos se explica porque algunos de los investigadores que liderean los principales proyectos están vinculados a universidades europeas o estadounidenses con departamentos académicos activos en estos campos. Este contacto directo con los entornos académicos en donde se dieron algunas de las primeras reflexiones y propuestas sobre estos neologismos, entre ellas el departamento de Historia de la Universidad de Lancaster, ha permitido encauzar las metodologías y reflexiones hacia países como México. Otros investigadores más bien han retomado los métodos y conceptos de estos campos para reflexionar sobre sus propios contextos. Esto se ha visto beneficiado por la creación de equipos no solo interdisciplinarios, sino también internacionales, que han desarrollado proyectos dirigidos a problemáticas locales en países iberoamericanos (tabla III).

Tabla III Características de algunos proyectos de geohumanidades y humanidades espaciales en Iberoamérica. 

País Proyectos/Observatorios /Laboratorios Desarrollo de visualizaciones digitales Desarrollo de software o herramientas de análisis Desarrollo y almacenamiento de bases de datos Equipos académicos internacionales
España Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo X X
Observatorio del Paisaje de Cataluña, Universidad Pompeu Fabra X X X X
Paisajes sonoros históricos (c.1200-c.1800), Universidad de Granada X X
Portugal Laboratório de Paisagens, Património e Territórito (Lab2PT), Universidad de Minho X X X X
Atlas das paisagens literárias de Portugal continental, Instituto de Estudos de Literatura e Tradição X X X
Proyecto NoVOID, Centro de Estudios Geográficos, Universidad de Lisboa y Universidad de Minho X X X
Chile BioGeoArt, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso X X X
Argentina POBLACIONES, Universidad Católica Argentina X X
México Explorando el México colonial temprano (varias instituciones) X X X X

Es posible detectar el siguiente panorama: en países como España la forma de geohumanidades que se pone en práctica corresponde con la de la geografía cultural. Las tecnologías digitales se utilizan para la construcción de dispositivos inmersivos y de plataformas digitales que permiten una amplia difusión y participación del público tanto académico como no especializado, como es el caso de los productos generados por el Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo, España. Hay importantes reflexiones teóricas en torno a nociones ontológicas como la geograficidad6 y el “ser geográfico” (Cerarols & Luna, 2017). Los proyectos y espacios de discusión, como el Seminario Internacional Paisajes Creativos organizado por el Observatorio del Paisaje de Cataluña y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, España, se enmarcan desde enfoques posthumanistas, y en gran cercanía con problemas que también interesan en el campo de la antropología. Son importantes conceptos como antropoceno, sentipensar, la consideración de los afectos, y no solo el estudio de las representaciones de paisajes, que continúa con los trabajos enfocados en tecnologías a su vez inmersivas como los dioramas, sino también a través de la creación de dispositivos digitales de inmersión. Sin embargo, en España también hay proyectos más alineados a las humanidades espaciales, tal es el caso del proyecto Paisajes sonoros históricos (c.1200-c.1800) dirigido por Juan Ruiz Jiménez, de la Universidad de Granada, que ha creado una plataforma digital en la que se georreferencian eventos históricos sonoros.7

En Portugal sucede algo parecido a España. Hay proyectos de geohumanidades más alineados a la geografía cultural, como los desarrollados en el Laboratório de Paisagens, Património e Territórito (Lab2PT) de la Universidad de Minho. Otro ejemplo es el proyecto NoVOID del Centro de Estudios Geográficos de la Universidad de Lisboa, el cual se concentra en la teorización de los procesos de abandono de los espacios urbanos y se vincula con las geografías creativas, las experiencias sonoras inmersivas y el uso de sistemas de información geográfica (Paiva & Brito-Henriques, 2019). Pero también hay proyectos que pueden enmarcarse más bien en las humanidades espaciales, como el Atlas das paisagens literárias de Portugal continental que se concibe como un SIG literario (Alves & Queiroz, 2015).

En Chile las geohumanidades también se practican desde la geografía cultural. El diálogo entre la geografía, las disciplinas humanistas y las artes creativas es la pauta que siguen los equipos interdisciplinarios de trabajo que incluyen diseñadores gráficos y científicos de la computación que crean proyectos orientados a reflexionar y desarrollar nuevas metodologías para investigar las relaciones entre los humanos y la naturaleza. Un ejemplo de esto es lo que sucede en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, donde se desarrolla el proyecto Biogeoart8 (GeoHumanidades y [Bio]Geografías Creativas) dirigido por Andrés Moreira.

Este proyecto busca cumplir diversas metas dirigidas a la puesta en práctica de acciones que tengan incidencia a través del análisis, la reflexión y la creación de nuevas propuestas en torno a las relaciones humano-naturaleza en Chile. Resultan sumamente interesantes los resultados que ya han alcanzado como lo es el recorrido virtual que, a manera de una exposición museística, recupera las impresiones de los habitantes afectados por la pérdida y los procesos de expropiación del agua en la región de Petorca, Chile (fig. 1). Esta plataforma digital es parte del Proyecto de inmersión rizomática en casos de conflictos medioambientales cuyo objetivo es recuperar y reconstruir la memoria colectiva local.

Fig. 1 Recorrido virtual de la exposición Tras las memorias del Agua en Petorca

En Argentina, la noción de geohumanidades está más bien vinculada con la que se práctica desde las humanidades digitales, lo cual tiene sentido dado que en este país esta disciplina tiene ya una larga trayectoria y recorrido que puede identificarse en la creación de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales (AAHD).9 Un proyecto relevante es la plataforma abierta de datos espaciales POBLACIONES.10 Sin embargo, también artistas de este país como Paula Hernández Cerda, establecen vínculos con las reflexiones geohumanistas más cercanas a la geografía cultural.

En México, las humanidades digitales también tienen un papel importante en los contextos académicos y de investigación, lo que explica que el tipo de proyectos que se gestan entre instituciones mexicanas y de otros países se identifiquen más con el campo de las humanidades espaciales. Tal es el caso del proyecto Explorando el México Colonial Temprano: Un análisis computacional a gran escala de fuentes históricas del siglo XVI, dirigido por Patricia Murrieta-Flores, y que nace de la colaboración entre el Departamento de Historia de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, el Museo de Templo Mayor de la Ciudad de México y el Instituto Superior Técnico de Lisboa, Portugal (Jiménez-Badillo et al., 2020). Este proyecto se ha enfocado en el análisis del corpus documental histórico conocido como Relaciones Geográficas de la Nueva España (1577-1585). Mediante técnicas de procesamiento de lenguaje natural, lingüística de corpus, aprendizaje automatizado, análisis espacial y el análisis geográfico de textos se ha creado un diccionario geográfico de topónimos del siglo XVI y se ha desarrollado un software para la extracción automatizada de datos históricos, así como de topónimos y sus coordenadas geográficas (fig. 2; Jiménez-Badillo et al., 2021).

Fig. 2 Interfaz de la herramienta de GTA desarrollada por el proyecto. Explorando el México colonial temprano. Fuente: Archivo DECM. Reproducida con permiso del proyecto DECM 

Esta breve revisión no pretende acentuar las fronteras geográficas y enmarcar dentro de ellas las fronteras disciplinarias de la geografía y las humanidades, sino delinear el panorama que puede abrir nuevos puentes y caminos para el diálogo entre quienes se asumen como humanistas espaciales, humanistas digitales o geohumanistas y la geografía cultural.

V. Comentarios finales

Como se ha intentado argumentar en este artículo, los neologismos analizados permiten identificar que hay diferentes puestas en prácticas y entendimientos en la forma en que la geografía, particularmente desde su enfoque cultural, se relaciona con las humanidades en el siglo XXI y viceversa. Los diálogos existen, hay interés por crear puentes, y las propuestas y reflexiones abiertas en el contexto anglosajón han alcanzado el territorio iberoamericano. En este último se distingue una influencia de las geohumanidades, definidas desde la geografía cultural en una estrecha relación con las artes creativas y visuales, pero también con las tecnologías digitales, particularmente en España, Portugal y Chile; aunque hay ejemplos en los dos primeros de proyectos más bien relacionados con la noción de las humanidades espaciales. Por otro lado, en México y Argentina, hasta el momento hay una línea más apegada a la noción de las humanidades espaciales y las geohumanidades como resultado del giro espacial en las humanidades digitales.

La crítica de Mike Crang (2015) a lo que él entiende por geohumanidades digitales, aunque no es la única que se plantea se encauza en otra dirección si consideramos que en las humanidades digitales muchas discusiones se han centrado no tanto en la cantidad de datos que debe tener una investigación, sino en los retos de la modelización de estos datos y cómo esta expresa la forma en que se conceptualiza la información (Flanders & Jannidis, 2019). Este es un punto que se enriquecería con un mayor diálogo entre geógrafos, particularmente quienes trabajan desde los enfoques culturales, y los humanistas espaciales. Las categorías de análisis y las variables que interesan a los segundos podrían ser mucho mejor delineadas por los primeros y viceversa. Las discusiones podrían enriquecer las temáticas que engloban las geohumanidades, las geohumanidades digitales y las humanidades espaciales desde el campo de la geografía y las humanidades, y no limitarse a uno u otro campo.

Agradecimientos

Este artículo se escribió en el marco del proyecto posdoctoral Fotografía y paisaje mexicano: una reflexión desde la geografía cultural (1860-1910) realizado en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México y financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) de noviembre del 2020 a octubre del 2021.

También quiero agradecer al proyecto Explorando el México Colonial Temprano: Análisis computacional a gran escala de fuentes históricas del siglo XVI, respaldado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México (No. Proyecto 275015), entre otras instituciones.

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1Mieke Bal explica este diálogo a través de los conceptos viajeros, entendiendo que un concepto es una teoría en miniatura concentrada en una o dos palabras, y que su transferencia de una disciplina a otra incide en las metodologías utilizadas por su usuario, a la vez que les convierte en herramientas de análisis interdisciplinario (Bal, 2002, 2021).

2La digitalización del patrimonio histórico y cultural implica la creación de repositorios digitales que contengan archivos en distintos formatos (.txt, .JPEG, .TIFF, .MP3, etc.) y que puedan ser utilizados para fines de investigación, divulgación y enseñanza. Ejemplo de esto es la Biblioteca Digital Mexicana (http://bdmx.mx/) y la Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (https://mediateca.inah.gob.mx/) (Ortega Vázquez, 2019), así como la Biblioteca Nacional Digital de México (https://catalogo.iib.unam.mx/F/-/?func=login&local_base=BNDM) y la Mapoteca Manuel Orozco y Berra (https://mapoteca.siap.gob.mx/).

3Hawkins (2014) define la geografía creativa como un conjunto de enfoques y aproximaciones que surgen del diálogo entre la geografía y las artes visuales.

4Véase por ejemplo las definiciones del campo de acción de la geohistoria que la comprenden como una disciplina asociada a la geografía histórica que analiza las “variables geográficas e históricas para comprender un fenómeno territorial determinado” (Franch Pardo & Urquijo, 2020, pp. 11-12).

5La mediación tecnológica entre humanos-no humanos-medio ambiente se ha reflexionado desde la geografía cultural considerando los “nuevos materialismos”, la ontología orientada a objetos y la post fenomenología (Ash, 2013; Ash & Simpson, 2019).

6Cerarols y Luna (2017, p. 20) retoman este concepto de Eric Dardel y señalan que “dicho concepto recoge una ontológica reflexión sobre “el ser geográfico” como aquello más esencial de la geografía (y también de las humanidades)”.

7Disponible en http://historicalsoundscapes.com/

8Disponible en https://biogeoart.cl/. Aquí se pueden consultar además las propuestas que se presentaron recientemente en el Seminario Online: Humanidades digitales y Geohumanidades del Antropoceno, organizado por el Proyecto BioGeoArt en septiembre de 2021 donde se dio a conocer la creación de georamas digitales (de Pablo Mansilla y Juan Carlos Jeldes), así como el atlas colaborativo de la reserva de la biosfera La Campaña-Peñuelas (de Mabel Nuñez y Michee Wilkomirsky).

9La definición y la forma en que las geohumanidades se conciben en Argentina se verifican en la página web de AAHD (https://aahd.net.ar/grupos/geohumanidades).

10Disponible en https://poblaciones.org/

Recibido: 19 de Octubre de 2021; Aprobado: 03 de Junio de 2022

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