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Revista Diacrítica

versão impressa ISSN 0807-8967

Diacrítica vol.29 no.2 Braga  2015

 

VÁRIA

Carlo Michelstaedter y el deber de ser uno mismo

 

Marco Marian*

*Universidade de Santiago de Compostela, Faculdade de Filosofia, programa de doutoramento.

marcomarian@hotmail.it

 

RESUMO

El pensamiento de Carlo Michelstaedter es un ejemplo de filosofía italiana que se sale de las líneas académicas oficiales para liberar y ampliar el mundo del pensamiento occidental de los dogmas de la industria de la cultura que verá su cumplimiento en el siglo XX. El deber de liberar al individuo de las cadenas de la vida retórica, que todo determina, es la tensión producida por el camino de la persuasión, un recorrido que tiene que empezar por el individuo mismo para llegar a sí mismo. La posesión de la propia individualidad es una continua búsqueda, sin límites, que solo se puede lograr, en parte, gracias a la ayuda que nos propone la reflexión del filósofo. El mensaje de Carlo Michelstaedter es totalmente actual y siempre lo será. Este articulo tiene el objetivo de poder difundir la palabra del autor y subrayar sus aspectos principales.

Palavras-chave: Michelstaedter, retórica, persuasión, philopsichia, existencia, autenticidad, deber.

 

ABSTRACT

The thought of Carlo Michelstaedter is an example of Italian philosophy that goes out from official academic lines, to freeing and to widening the world of Western thought from the dogma of cultural industry which will see its completion in the twentieth century. The duty of liberating the subject from the chains of rhetoric life, which determines everything, is the tension generated by the persuasion's way, a path that has to start from the subject and arrive to the subject itself. The possession of his own individuality is a continuous research, limitless, which it's possible to reach, partially, with the help of the philosopher's reflection. The message of Carlo Michestaedter is totally current and forever will be so. This article has a diffusion purpose of the autor's teaching and point out its major features.

Keywords: Michelstaedter, rhetoric, persuasion, philopsichia, existence, authenticity, duty.

 

El pensamiento de Carlo Michelstaedter[1] intenta representar la contradicción interna de la existencia, caracterizada por la presencia de la rettorica y de la persuasione.

Su intención es de denunciar la existencia inauténtica de los seres humanos, que viven una vida hecha de ilusiones y falsas esperanzas. Michelstaedter, nacido en una familia de Gorizia, de origen judía, amaba pasar sus días filosofando con los amigos Nino Paternolli y Enrico Mreule, protagonistas de uno de sus diálogos. Seguirá su vida académica, entre el 1905 y 1910, en el Istituto di Studi Superiori de Florencia. Aunque había pensado en estudiar Bellas Artes, acabó eligiendo la carrera de Letras. En Florencia vivió cuatros años, y maduró la idea de la persuasión. Durante este período conocerá a los que serán sus amigos Gaetano Chiavacci, futuro curador de sus obras, y Vladimiro Arangio Ruiz, que será un conocido filósofo académico. Estos años de estudios y diversión, de nuevas amistades, permiten al autor conocer una realidad nueva de la de Gorizia, su ciudad natal, donde siempre tuvo una vida intelectual muy activa en la que será su ultima habitación, la buhardilla del amigo Paternolli. Durante su permanencia en Florencia su vida quedó marcada por el suicidio de su hermano Gino, emigrado en Nueva York por razones de trabajo, y por el suicidio de Nadia Baraden, una mujer a la que daba clases particulares de italiano y a la cual estaba muy ligado. Marcado por el dolor de las muertes de estas personas queridas, en octubre de ese mismo año, ve partir para Sudamérica el amigo Mreule, que para el autor será siempre un ejemplo de seguir.

Lo que está a la base de la reflexión michelstaedteriana es el reclamo a la interioridad, a la reapropiación de sí mismo por parte del individuo, que tiene el deber de convertirse en dueño de su existencia y no quedarse pasivo frente a los acondicionamientos y las reglas impuestas del mundo exterior. Lo que describe el autor es un recorrido de liberación, también a través de la ayuda de pensadores como los Presocráticos, Socrate, Ibsen, Tolstoy, Jesús y Leopardi. Michelstaedter se relaciona con estos autores para testimoniar la vida ilusoria de los seres que viven fuera de la Persuasión. Ellos son los individuos incapaces de estabilidad, consignados totalmente al devenir, para los cuales la necesidad es el movimiento, son y no son, conocen y no conocen. Contra ellos el autor amonesta que el ser es necesario que sea de todo o que no sea para nada, sugiriendo explícitamente, a través una interpretación original del dicho parménideo, que el camino de la persuasión ha de ser entendido a la luz de la estabilidad del ser, y el de la retórica bajo la luz de la vía recorrida por los mortales, marcada por la inestabilidad del devenir. La retórica representa la realidad cotidiana de cada individuo, la máscara del dolor, el engaño de vivir la propia vida. La unidad del ser, es decir, del individuo con el propio “yo”, es algo que tiene que venir desde el individuo mismo, de la propia interioridad, no es una teoría para seguir o una doctrina filosófica. El sujeto persuadido tiene que luchar en contra de la retórica de la vida que le obliga a pensar al futuro y a satisfacer las necesidades que lo ligan a su propia continuación en la Tierra. Michelstaedter nos lleva a la salida de un recorrido ya escrito, nos pone enfrente del origen del declino de la historia de Occidente, donde la palabra se convierte en un signo abstracto y sin sentido que ilusiona a los seres con el hecho de tener una propia individualidad autónoma. El mundo retórico abraza por entero la vida de los individuos, está presente en el lenguaje y en la experiencia. Fijar la realidad exclusivamente en conceptos es la forma para alejarse de una existencia auténtica. En esta perspectiva la ciencia es para el autor el mundo de las falsas certezas, es un medio para aliviar la condición angustiada propia del vivir. La ciencia es el mundo de la separación; el individuo contemporáneo es el individuo científico por excelencia. La ciencia obra en la separación por medio de la actividad de los especialistas; el destino de la técnica es la sectorialización global y el especialismo técnico-operativo. La técnica para Michelstaedter representa el máximo nivel de la separación del individuo de sí mismo y del todo. El especialista es el retórico contemporáneo.El lenguaje auténtico, la única palabra capaz de escapar de la retórica, debe darse a la acción, debe ser la expresión de la identidad entre pensamiento y vida. El lenguaje retórico es un lenguaje de contraseñas, una colección de definiciones útiles para no perderse en la correlación de los eventos. El lenguaje de la Persuasión tiene que coincidir con la elección ética del individuo de reencontrarse a sí mismo, y esta será la ocasión para reconstruir las bases para una sociedad persuadida.

La crítica de la sociedad hecha por el autor es una de las más penetrantes y radicales del Noveciento. Michelstaedter ha podido denunciar a la sociedad burguesa a él contemporánea, poniendo en evidencia sus patologías y contradicciones. El concepto de Persuasión contiene en su fuero interno un mensaje de amor y de no violencia, de justicia y deber, entendidos de forma nueva. La relevancia ética de la Persuasión asume una nueva dimensión política, inédita, en la cual los seres no son reducidos a funciones de un engranaje supraindividual, sino que encuentran en las relaciones interindividuales la ocasión de descubrirse juntos libres. El encuentro con el “otro” se convierte en una oportunidad para ser sí mismos y no una limitación. El practicar la acción de donar crea a seres libres y justos, y solo entre individuos llenos de vida y amor pueden surgir relaciones fundadas en la justicia y la no violencia. El individuo debe entender la posibilidad de poderse crear todo por sí mismo y de no depender de los demás. En la elección de encontrarse a sí mismo el sujeto agarra su “yo” auténtico adentrándose en un recorrido interior caracterizado por la ausencia de estrellas fijas para orientarse, siempre objeto de los ataques del mundo retórico por el cual está totalmente rodeado. El persuadido está en constate equilibrio entre la lucha contra el miedo a la muerte y la tensión hacia la justicia. El autor se interroga de forma profunda sobre el sentido de la vida, pero en la tentativa de darnos una respuesta se enfrenta a la insuficiencia del lenguaje. Delante del ideal de la persuasión, la razón reducida por el uso retórico a simple cálculo para la supervivencia, olvida su destino universal. Con su obras, desenvuelven un papel fundamental para entender el pensamiento del autor, las cartas escritas a los amigos y a los familiares. En la última carta a la madre, que data del 10 de septiembre de 1910, la brecha entre la retórica y la persuasión en la vida del autor se hace insoportable:

“Io ho qualche cosa da fare a questo mondo, so quello voglio fare [...] perché io so come si può avere qualche cosa nella vita, come si può essere uomini; so che non si può attender questo dagli altri né chiederlo in nessuna delle situazioni preparate – ma che sta in me, nella rettitudine della vita, nel fare tutto – nell'aver la forza di viver la propria vita: la condizione unica per avere qualcosa, e per essere qualcuno. E non si può dar niente a nessuno, non si può essere niente per nessuno, se non s'ha, se non si è per se stessi. Io so cosa devo fare per poter essere qualche cosa per te, per voi, per gli amici, per tutti gli altri. E in questo sono sicuro e tranquillo – perché mentre gli altri si fanno illusi sulle cose o sulle persone e da queste dipendono io so che non ho da attendermi niente da nessuno; perciò non ho niente da temere dalla vita, niente mi può cambiare, niente mi può fermare” . (Michelstaetder, 1983: 450-451)

El trabajo para la tesis de licenciatura en este momento es febril, su aislamiento total, come muy poco y duerme en el suelo como un asceta. Palabras ordinarias como amor, posesión, muerte, dolor, relación, voluntad, conciencia y temporalidad, cruzadas por la corriente de la persuasión se cargan de un sentido distinto y al mismo tiempo resuenan como un preludio del gesto trágico del autor que puso fin a la vida del autor. Los conceptos clave de la obra de Michelstaedter se encuentran en la tesis de licenciatura que acordó con el profesor Girolamo Vitelli al final de sus estudios en el Istituto di Studi Superiori di Firenze, que tenía en consideración I concetti di persuasione e retorica in Platone e Aristotele. Detrás estaba la elaboración de la tesina de tercer año sull'Orazione pro Q. Ligario de Cicerone, traducida por Brunetto Latini, que lo había conducido a confrontarse con los textos de Platón y Aristoteles. La existencia para el autor está marcada por una insuperable duplicidad, es una polaridad compuesta por la Persuasión y la Retórica. La vida puede ser vivida de forma auténtica o de forma inauténtica por parte del individuo. Rettorica deviene cada relación inauténtica de la conciencia individual con el mundo, y eso puede ser superado solo gracias a la Persuasione. El camino de la autenticidad es lo que va en dirección del ser persuadido; un individuo que no poniendo más su atención para las cosas y los demás de forma instrumentalista, violenta e injusta, se identifica con ellos, los ama por lo que son y se relaciona con justicia. Su pensamiento es unidad entre teoría y praxis, intersección de pensamiento y vida. En esto estuvo inspirado por la palabra de Parménides “lo stesso è pensare de essere”. El camino hacía la persuasión no está indicado por el autor, es un camino sin señales, para trazar, una vía oscura e indefinida que tiene que ser buscada de forma individual por cada ser. Este concepto no puede ser exprimido, sino vivido y responde a una exigencia ética de justicia. El individuo es el único que puede buscar el camino auténtico de la existencia, empezando por sí mismo para llegar a sí mismo, saliendo así del dominio de la lógica retórica que lo rodea. Un dominio omnipresente, que se esconde de la mirada humana y que la aleja de la verdad. El ser humano tiene que darse cuenta de la no verdad de su propia existencia cotidiana, reflexionando sobre sí mismo y escapando de lo que le viene presentado como verdadero y justo. Tiene que coger las riendas de su existencia y encaminarse a la vía de la persuasión, la única que le permitirá ser consciente de la realidad. Seres persuadidos de la antigüedad fueron para Michelstaedter Parménides, Heráclito, Empédocles e Sócrates; estos encontraron el camino tan buscado por el autor. Desde las primeras páginas de la Persuasione e la Rettorica es posible encontrar sus nombres como ejemplos indiscutibles de una existencia consciente y auténtica:

“Lo dissero ai Greci Parmenide, Eraclito, Empedocle; ma Aristotele li trattó da naturalisti inesperti; lo disse Socrate, ma ci fabbricarono su quattro sistemi” (Michelstaedter, 1995: 3).

La vida de los individuos es descrita por el autor en términos dramáticos, de hecho es equiparada al imagen de un peso que nunca se sacia de su deseo de caer siempre más hacia abajo:

“So che voglio e non ho cosa io voglia. Un peso pende ad un gancio, e per pender soffre che non può scendere: non può uscire dal gancio, poiché quant'è peso pende e quanto pende dipende. Lo vogliamo soddisfare: lo liberiamo dalla sua dipendenza; lo lasciamo andare, che sazi la sua fame del più basso, e scenda indipendentemente fino a che sia contento di scendere. – Ma in nessun punto raggiunto fermarsi lo accontenta e vuol pur scendere, ché il prossimo punto supera in bassezza quello che esso ogni volta tenga. E nessuno dei punti futuri sarà tale da accontentarlo, che necessario sarà alla sua vita, fintanto che lo aspetti più basso; ma ogni volta fatto presente ogni punto gli sarà fatto vuoto d'ogni attrattiva non più essendo più basso; così che in ogni punto esso manca dei punti più bassi e vieppiù questi lo attraggono: sempre lo tiene un ugual fame del più basso, e infinita gli resta pur sempre la volontà di scendere. [...] La sua vita è questa mancanza della sua vita. [...] Il peso è a se stesso impedimento a posseder la sua vita e non dipende più da altro che da se stesso in ciò che non gli è dato di soddisfarsi. Il peso non può mai essere persuaso” (idem: 7-8).

El individuo corre tras el futuro en busca de poseer todo lo que es contingente y provisorio, preocupándose por su continuación. La realidad de la cotidianeidad, en la cual el individuo es totalmente absorbido, está dirigida hacia la satisfacción de las necesidades en vista del futuro. El ser humano dirige su atención a las cosas que le dan placer. El logro del placer es la voluntad de dicho ser hacia el futuro. El mundo de la retórica es el mundo de la cotidianeidad, un refugio del miedo a la muerte y los seres humanos prefieren este mundo al de la persuasión. Quien quiere deshacerse de los recorridos ya preconcebidos de la existencia retórica, tiene que aprovechar su presente y percibir cada instante como si fuese el último. El ser persuaso es creador de su vida. El persuadido es el que detiene el tiempo de ansiedad del dios de la philopsichia, el amor por la vida, el dios del placer; una vida que no es vida sino supervivencia. Carlo Michelstaedter quiere atacar una organización social consolidada y cerrada en sí misma. En su obra maestra, en la parte que dedica a la “Rettorica della vita” y en particular en su “Discorso al popolo” podemos encontrar una crítica muy radical dirigida a la clase burguesa. En ella, el autor imagina una conversación con un señor grueso que representa a la burguesía, el cual pasa su tiempo entre deberes y ociosidades varias, depositando su confianza en la sociedad en cuanto organismo defensor de su derechos, y en contra de cualquier evento impredecible y que amenace su seguridad. Este individuo simboliza los valores de su tiempo, representados por el equilibrio entre los placeres del cuerpo y del espíritu, por el culto a los derechos y a los deberes, por el sentido de respeto hacia las instituciones. Michelstaedter quiere demostrar la irracionalidad de estos valores, quiere desmitificar la racionalidad burguesa como algo que trascende al individuo, pretende abatir todo tipo de racionalidades supraindividuales propuestas por cualquier clase o género. El autor critica a la clase burguesa para exaltar la individualidad. El aspecto ético de su obra está estrechamente ligado a lo político, que representa el cambio social por parte del individuo; el autor analiza las relaciones humanas derivadas de una visión inauténtica de los eventos, y quiere restaurar estas relaciones sobre la base de la persuasión. A través del problema social quiere encontrar una redención para el individuo. Cada ser viviente es un medio para la continuación del otro, que se impone a sí mismo a través de la violencia. La organización social es un falso remedio para esta violencia, la cual pretende extirpar, haciendo aparecer la lucha entre los individuos, provocada por su apego a la vida, como un acto de amor. El individuo se ilusiona con ser libre pero depende de las necesidades; es víctima de un espejismo, creyendo tener posesión sobre sí mismo, pero es totalmente dependiente de los otros. Para Michelstaedter es el individuo mismo el responsable de su propia autenticidad, y la sociedad constituye un factor limitativo para su propia realización. El autor destruye de forma anarquista y en nombre de la individualidad el Estado como tal. En la segunda “Appendice critica”, que se refiere al argumento del “Esempio storico”, contenido en el capítulo sobre el saber retórico, se sitúa la degeneración del saber ocurrida a partir de Sócrates en adelante, a través de Platón y Aristóteles. El saber se ha dividido de la vida con Platón, que fundaba su existencia en el miedo a la muerte y en la continuación de la existencia. Platón es el fundador de la sociedad retórica y será el ejemplo para todos los legisladores. Lo que Miclestaedter critica es la Repubblica platónica como ejemplo para el Estado en cuanto garante de violencia e injusticia. La idea de justicia deriva de la que propone el Estado, en cuanto el individuo (ciudadano de la Repubblica) es justo en la medida que participa de la idea de justicia estatal. La justicia del individuo es, para Platón, la virtud según la cual cada uno cumple con sus deberes como ciudadano del Estado. Esta idea de justicia impide a los seres humanos tener su propia individualidad como fuente de justicia. La justicia de la que habla Platón es algo basado sobre la utilidad y la conveniencia, es una justicia ilusoria y aparente. El Estado que piensa que forma individuos justos, en realidad ejerce violencia e injusticia sobre estos. De un Estado injusto por naturaleza es imposible formar individuos justos. No puede existir justicia en una comunidad de individuos que ven en el otro la afirmación de sus propias determinaciones. El miedo a la muerte y a la no satisfacción de las necesidades impiden una armonía social. Cada uno, según el autor, ve en la sumisión del otro su propia vida.

El autor contrapone la sociedad al individuo, como Stirner, enseñando como cada organización supraindividual, basándose en la violencia y en la injusticia, solicita una subordinación del individuo a sí misma. El culto del individuo era en los primeros años del siglo diecinueve uno de los valores de la burguesía que como fin tenía el funcionamento de un mecanismo del cual el sujeto no podía saber nada. Michelstaedter y Stirner quieren transmitir el fin de cada valor ilusorio y de cada ideal extraño al individuo. La vida mirando al futuro, depende de algo que está fuera de ella, y por esto se encuentra fuera del presente.

La corrupción del ser es causada por el miedo a la muerte. El sujeto no tiene una relación auténtica con los otros seres, porque los usa para su propia continuación. Solo el ser persuadido logra tener relaciones libres de la necesidad, sin poseer nada. La filosofía para el autor tiene el deber de perseguir el camino de la persuasión. El individuo temiendo a la nada y a la soledad que la persuasión requiere, se siente solo ante todo esto, y prefiere construirse, gracias a la ciencia, un saber que posponga en el futuro la negación del mundo y el miedo a la muerte. El conocimiento del mundo será verdadero si está libre de la necesidad. La ciencia contribuye a este alejamiento del ser de sí mismo a través de las máquinas y del método estadístico. Michelstaedter analizando las relaciones humanas quiere encontrar una redención para el sujeto. Cada individuo, para el autor, es en su vida un medio para la continuación del otro, que se impone con violencia. El ser, ilusionado con ser libre, en realidad depende de sus necesidades, piensa poseerse a sí mismo, y sin embargo depende de los otros. El miedo a morir y la realización de sus necesidades impiden una armonía entres los individuos. Cada uno ve al otro como la posibilidad de su propia continuación. Esta relación representa la relación social. La violencia es la base de las relaciones sociales pero está enmascarada por la concordia. El Estado es aquella entidad fantasma que da al ser humano la seguridad de que nadie irá a quitarle con la violencia los frutos del propio trabajo, que nadie le alejará de su vida. Platón para Michelstaedter quiere eliminar la original guerra entre los individuos a través de la complementariedad de las necesidades. Esto es posible a través de las leyes y de las reglas gestionadas por el Estado. Los individuos se someten a estas reglas a cambio de su propia seguridad; están dispuestos a trabajar para la sociedad para tener derechos. Los ciudadanos son pobres infelices, que no siendo capaces de realizar sus vidas sin aplastar las de los otros, se crean un dueño al cual someterse. Este dueño hace que cada uno posea lo que le espera, para eliminar de forma aparente la violencia que se esconde detrás todas las relaciones entre seres humanos.

“La sua ragione d'essere sono i suoi bisogni materiali, e solo per calcolo questi soddisfa nella via che la città impone. Per sua natura dunque essendo ingiusto, egli si trova a poter vivere nella città senza compiere atti d'ingiustizia, e ad avere così l'apparenza della giustizia, e in premio la propria sicurezza. È questa apparenza che Socrate costituisce in risposta alla disperata richiesta di Glaucone e di Adeimanto, che pure in ogni modo l'avevano pregato di non parlar della doxa, ma di dar la giustizia in ciò che essa è e apporta a chi la possiede”(Michelstaedter, 1958: 154).

La violencia está en la base de las relaciones sociales, pero está disfrazada de concordia. La voluntad del individuo es una voluntad de autoafirmación, de aniquilación del otro. Solo el individuo puede crear una justicia verdadera en cuanto puede negar el valor de una existencia vivida bajo el miedo a la muerte y de las necesidades, ambos elementos del Estado. Michelastaedter y Stirner niegan una definición de justicia que llega desde arriba, de un entidad exterior al individuo como es el Estado. La justicia puede tener lugar solo en la consciencia del individuo. Lo que Michelstaedter y Stirner intentan hacer no es la valoración de si la justicia se trate de un bien o un mal, sino de interrogarse sobre su existencia para extirparla del mundo de los fantasmas que acabarían dominando a los seres humanos. Su objetivo es mejorar las relaciones entre los seres humanos a través de una liberación del Estado y una reapropiación por parte de ellos mismos de una justicia libre de leyes. Este nuevo tipo de justicia, según Michelstaedter, sería posible transcendiendo al utilitarismo de las relaciones humanas, siendo esta la única vía de salida de la condición retórica de la existencia. La justicia como Persuasione no es algo que se pueda tener, sino un límite al cual tender infinitamente. El Estado es una invención de los individuos; estos tienen la ilusión de poder proveer la salvación del otro. El ser humano para ser justo tiene que existir, y esto pone al autor en estrecha correlación con el pensamiento de Stirner. Michelstaedter concentra su reflexión sobre el individuo y sus potencialidades, un individuo que tiene que ser del todo o no ser para nada, como nos lo describe el dicho parménido, que aquí trasladado significa que el individuo o se posee del todo o es condenado a existir en su nulidad. El individuo de Michelstaedter para poseerse a sí mismo de forma completa y ser justo tiene que ser un autarca, no necesitar de nadie y de nada. El ejemplo de ser del cual habla el autor en sentido parménido es el de un ser absoluto, que no admite su negación; “È necessario il dire e il pensare che l'essere sia: infatti l'essere è, il non-essere è nulla”(Michelstaedter, 2003: 16).

El concepto stirneriano de individuo como dueño de sí mismo y que no necesita nada del exterior, es muy similar a lo que quiere describir Michelstaedter. El individuo propietario de Stirner es el que tiene la conciencia de ser sí mismo y de poseer su propia individualidad en cuanto esa representa su singularidad. Él es “único” en cuanto toma distancia del mundo de las entidades superiores que lo ligan a una existencia necesaria y lo mantienen alejado de su autenticidad.

Es un ser que tiene conciencia de ser de sí mismo y por supuesto de tener una individualidad propia, la que lo hace ser singular. Ese individuo único y que tiende a la persuasión es una figura autónoma, que no espera nada del externo. Hasta que este individuo tenga fe en dios, en el Estado y en la humanidad, siempre estará en la condición de encontrarse dividido en sí mismo. El sujeto tiene el deber de reapropiarse de su persona, de alejarse de los fantasmas de la vida philopsichica. Lo que diferencia a los dos autores es que la figura del persuaso de Michelstaedter da valor a su propia existencia en cuanto quita valor a la vida, toma posesión de todo rechazando cada cosa y se hunde en el mundo separándose de esto. El persuaso puede tener su mundo sin poseerlo de hecho, resistiendo a las adulaciones de la retórica, quedando inmóvil en el medio de la corriente. El sujeto egoísta del cual habla Stirner se apropia de todo lo que necesita en cada instante, ignorando la autoridad de cada entidad supraindividual que pretende gestionar las vidas de los individuos. La distinción entre los dos autores en este ámbito es posible notarla en la visión que tienen de Sócrates. Para Stirner, Sócrates representa el ejemplo de quien se ha anulado en el Estado, obedeciendo a sus leyes y a su moral, porque habría podido engañarlo escuchando los consejos de Critón y quedar en vida. Para Michelstaedter, Sócrates representa la imagen del persuaso del Estado, que le amenaza con quitarle la vida, afirma que la vida no tiene valor ninguno si no se actúa conforme a las leyes de la propia conciencia, no contaminadas por el miedo a la muerte y por caminos preconstituidos El individuo retorico michelstaedteriano mira y desea cada cosa en vista de la propia continuación, busca el sentido fuera de sí, anulando su individualidad. El persuaso niega el valor de la vida para salvarse a sí mismo como individuo. Él valora su vida, quitándole el valor (en cuanto considerada ilusoria porque esta inmersa en la oscuridad de la retórica del vivir), se identifica con el mundo separándose de eso, toma posesión de las cosas rechazando cada una de ellas. Entre el individuo persuaso de Michelstaedter y el “egoísta” de Stirner falta el elemento hedonista de la vida al que el segundo aspira. Para el autor la voluntad es parte de la retórica, del mundo de la ilusión, esta es hija del dios de la philopsichia. La voluntad en Michelstaedter adquiere un sentido shopenhaueriano, una voluntad que no quiere. El persuaso no quiere poseer nada, en cuanto no acepta una existencia que mira al futuro, anula su voluntad de vivir para hacerse uno mismo con el mundo. El persuaso en su camino hacia la Persuasione es inconsciente de serlo; afronta un camino sin dirección, que tiene que recorrer. Para el sujeto retórico las cosas tiene valor solo para su autoconservación; para el persuaso estas tienen valor en cuanto existen. La organización estatal intenta engañar al individuo con la ilusión de vivir una vida auténtica y de ser libre de la violencia, obligándole a vivir en un mundo artificial que enmascara las dinámicas de lucha y poder entre los seres humanos. Como en Stirner, también en Michelstaedter existe una total oposición entre individuo y Estado en cuanto ese último quiere ejercer una ilusoria función de tutela en contra de las necesidades y del miedo a la muerte. La organización social, como el saber filosófico y la ciencia, resulta ser retórica porque intenta superar el carácter de invalidación de la relación con el mundo.

“Accettata come vita libera quella che è fatta dei bisogni elementari, fondiamo nella città la libertà d'esser schiavi; accettato come giusto il principio della violenza che afferma la necessità del continuare, è giusta ad ogni bisogno la sua affermazione”. (Michelstaedter, 1958: 155)

Los individuos están satisfechos de haber encontrado esta justicia aparente semejante a aquel mecanismo de engranajes donde el diente de una rueda, en su círculo continuo, coincide con el hueco del otra. El individuo se rinde porque está convencido de no poder ir más allá de este mecanismo, pero el camino de la persuasión nos recuerda lo difícil que es seguirlo. Platón para Michelstaedter ha construido un Estado hecho por convenciones, olvidando la justicia y la felicidad de los ciudadanos. Los seres humanos son privados de su individualidad y de su capacidad de afrontar la vida a cambio de su seguridad. Para que todo quede en su sitio y el mecanismo no se atasque, el individuo tiene que ser justo según la justicia del Estado y no por la propia. Es el Estado el que enseña y obliga a los ciudadanos a seguir un determinado recorrido. La sola justicia es su autoridad que dirige a los seres en sus elecciones para su propio bien. La educación resulta ser un problema fundamental porque es impuesta desde la infancia. “Questo problema (pedagogico) è importante come tutti i problemi sociali; in realtà esso è più importante in fondo perché tutti i problemi sociali riposano su questa base” (Stirner, 1982: 29). El problema de la educación está en la base de la sociedad retórica. Michelstaedter llama esto tipo de educación “educazione corruttrice” que es la peor forma de violencia que puede ser ejercida sobre el individuo en cuanto esta tiende a cancelar la creatividad, transmitiéndole el arte de imitar. Todo se resuelve en imitar, en la alienación de sí mismos en gestos automáticos y repetitivos. El Estado no quiere seres, quiere campesinos, zapateros, comerciantes, banqueros, soldados, políticos que cumplan su función para la continuación de su vida. La educación es la obligación de asimilar y aceptar formas mentales, costumbres, derechos y deberes hechos por el Estado con el fin de su continuación. El Estado, que era el que otorgaba la garantía de la felicidad y de la justicia de los seres, se convirtió en un dueño.

La educación de Platón forja instrumentos para el Estado, no seres, es contraria a un desarrollo de la personalidad. En la República platónica no hay sitio para almas desnudas, para seres autárquicos, es decir, para espíritus libres. A esta tipología de educación Michelstaedter contrapone la de Sócrates que es creadora, orientada a la posesión del alma. Solo esta tiene el poder de liberar al individuo de la injusticia, del miedo a la muerte y de las necesidades, convirtiéndolo en un ser autónomo, autarca. El ser socrático no ve las cosas y a los individuos como simples instrumentos para su continuación y desarrolla una personalidad libre y autocreadora. Este momento pedagógico consta en liberarse a sí mismo y en deshacerse de cualquiera autoridad. En la educación retórica se forman individuos útiles para la sociedad y no se habla nunca de formar personas. El saber tendrá que hacer espacio a la voluntad que cada día se expresará en una individualidad no ilusoria. La voluntad de Stirner es la capacidad de crítica, de la cual, para Michelstaedter, los ciudadanos de la República platónica han sido privados. La educación personal de Stirner coincide con la educación creadora de Michelstaedter, en cuanto ambos tienen como deber el de forjar individuos autosuficientes e idénticos a sí mismos. Los seres de Michalsteadter y Stirner no buscan su seguridad en el Estado y en la sociedad. Michelstaedter ve una relación estrecha entre la República de Platón y las modalidades de funcionamento de la sociedad burguesa. Su crítica no se basa sobre una particular tipología de Estado, sino que también está en contra de cualquier tipo de relación humana, tendente a construir por encima de sí misma cualquier órgano supraindidivual. La crítica del autor a la sociedad burguesa contemporánea se extiende a la crítica de la sociedad en general. La verdadera revolución de Michelstaedter es la de haberse liberado de la perspectiva burguesa que afectaba a la mayoría de sus contemporáneos y de haber convertido lo que parecía un problema político en un problema moral. La justicia no es atributo del Estado y de la sociedad sino del individuo, esta no tiene que ser confundida con aquella proclamada por las leyes estatales; el ser justo es el que actúa respetando el principio de la no violencia. La sociedad burguesa tiene que ser desmitificada porque no responde a la exigencia crítica del individuo de instaurar una relación auténtica con los otros seres; al contrario, los obliga a ser vivientes como seres útiles para algo. El liberalismo en principio parecía ser un movimiento que se habría opuesto a cualquier forma de autoritarismo, reivindicando una libertad individual, pero después se convirtió en la ideología de una clase política que tenía el interés de mandar sobre la economía y de estar en simbiosis con el capitalismo. El nuevo tipo de organización social burguesa está en la base del capitalismo que no quiere ninguna interferencia por parte del Estado en las transacciones privadas de los ciudadanos. El Estado garantiza la igualdad ante la ley a sus ciudadanos, permaneciendo neutral, o mejor dicho, intentando no quedar apartado; es por ello que facilita este tipo de relaciones en vista de su propio capital. Los conceptos de igualdad ante la ley, de libertad individual, de libertad en pos de un objetivo propio, llevan al individuo a ser dependiente de los otros seres, provocando así que aquel que esté en una situación de superioridad quede como ganador mientras que el otro sucumbirá. Las relaciones entre los individuos son una continua lucha por la supervivencia y el Estado es el juez. Los análisis que hace Michelstaedter de las relaciones sociales emanan del individuo, que por necesidad transforma a su conveniencia la naturaleza, violándola. Con esta agresión a la naturaleza el individuo se garantiza la seguridad de la vida y su futuro. Con el trabajo transforma la naturaleza a su placer, y a través de la propiedad manda sobre los demás. Cada individuo quiere apropiarse del resultado del trabajo de los otros para asegurarse la salvación, y quien resultará ganador, será el dueño y el perdedor será su esclavo. La vida aparece como una infinita correlatividad, caracterizada por la repetitividad de las necesidades que obligan al individuo a buscar su vida lejos de sí mismo. La persuasión de Michelstaedter, como el ser único de Stirner es una tendencia, un objetivo, no un resultado. La persuasión nunca será posible obtenerla, es una infinita búsqueda, no tiene límite. Esta búsqueda debe estar hecha por el individuo, tiene que ser un acto interior del ser consciente. En su propia dimensión, el individuo encontrará el camino de la persuasión que lo liberará del miedo a morir.

 

Referências

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[Submetido em 4 de maio de 2015 e aceite para publicação em 14 de julho de 2015]

 

Notas

[1]Carlo Michelstaedter nace en Gorizia el 3 de junio de 1887 en una familia de origen judía, cuarto y último hijo de Alberto Michelstaedter y Emma Luzzatto. De su infancia se sabe poco y casi exclusivamente a través de los recuerdos de su hermana Paula, solo dos años myor que él. De los otros dos hermanos, Gino y Elda, le separan la edad y los eventos de la vida. Gino en 1983 se embarcará con rumbo a New York, para trabajar como empleado en la empresa de su tío Giovanni Luzzatto, y Elda deja de vivir con su familia después de su matrimonio. De 1897 a 1905 estudia en el Staatsgymnasium de Gorizia donde conoce los que serán sus amigos, Nino Paternolli y Enrico Mreule. En 1905 se inscribe en la Facultad de matemáticas en la Universidad de Viena, pero deshecha esta idea para trasladarse a Florencia donde empezará sus estudios en el Istituto di Studi Superiori. La lejanía de su familia le hace sufrir, pero aprovecha para gozar del arte de la ciudad y para desarrollar sus dotes artísticas. En los años venideros el entusiasmo inicial deja sitio a la amargura y a la desilusión, debidas a algunos tristes eventos personales y a la toma de conciencia de la hipocresía del mundo académico y cultural en general. Michelstaedter en Florencia estudia de forma febril, en particular el pensamiento griego, el evangelio y el pensamiento oriental. Numerosos fueron sus intentos para encontrar trabajo como traductor sin tener éxito. En 1909 tras haber finalizado el último examen del curso de laurea, vuelve para Gorizia y en otoño de ese mismo año empieza a redactar su tesis La persuasione e la rettorica. Su amigo Enrico Mreule parte para Argentina para vivir como persuaso. Michelstaedter quedará en Gorizia sufriendo por no encontrar su camino. El trabajo de su tesis se le hace siempre más intenso, hasta aislar al autor del mundo exterior. Dada la premura impuesta por los límites para la entrega de su trabajo intenta terminarlo y lo concluye el mismo día del aniversario de su madre. El 17 de octubre de 1910, tras una dura discusión con su madre se suicida a golpe de pistola.

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