INTRODUCCIÓN
La glomalina es una glicoproteína producida y liberada al suelo por los hongos micorrícicos arbusculares. Se ha postulado que constituye el mayor componente de la materia orgánica del suelo y, por su lenta velocidad de degradación, se considera crucial para el almacenamiento de carbono orgánico del suelo (SOC) (Wang et al., 2020), participando activamente en la formación de agregados (Wright and Upadhyaya, 1996, 1998; Wright et al., 2007).
Se cuantifica de forma operativa, diferenciándose dos fracciones: la glomalina total (GT) y la glomalina fácilmente extraíble (GFE). La primera representa la máxima cantidad que puede ser extraída; está fuertemente unida a las partículas de suelo y requiere por ello de condiciones más drásticas de extracción que la GFE, que se considera de más reciente deposición y más relacionada con la estabilidad de la agregación (Wright & Upadhyaya, 1998).
La concentración de glomalina varía con el clima y usos del suelo (Rilling et al., 2003), siendo mínima en suelo antárticos y máxima en suelos de bosques tropicales. En prados y bosques templados se han obtenido valores de glomalina entre 0,23 y 5,80 mg g-1 (Hossain, 2021).
Por sus efectos en la estructura del suelo, fertilidad química y retención de metales, la glomalina se considera un buen indicador de calidad (Almendras et al., 2002; Vasconcellos et al., 2013). Las actividades y cambios de uso asociados al crecimiento urbano tienen un fuerte impacto en las propiedades y calidad de los suelos, pudiendo afectar a la producción de glomalina. Sin embargo, hasta el momento se han llevado a cabo muy escasos estudios sobre la distribución de glomalina en suelos urbanos y los ya publicados apuntan a una drástica disminución de la relación GFE/SOC (Wang et al., 2018, 2019b, 2020).
Según nuestro conocimiento, no se han realizado estudios sobre glomalina en ambientes urbanos en España. En este trabajo se analiza la concentración de glomalina en suelos urbanos de Santiago de Compostela, desarrollados sobre diferentes materiales geológicos y dedicados a distintos usos, y se evalúa su relación con otras propiedades edáficas, con particular atención a la estabilidad de agregados en agua.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se obtuvieron muestras compuestas de suelo, mezclando 4-5 submuestras tomadas con barrena (0-20 cm), en 56 zonas verdes de Santiago de Compostela, con representación de los suelos desarrollados sobre todos los materiales geológicos (granitos, esquistos, gneis y anfibolitas) y distintos usos del suelo (vegetación herbácea, forestal y huertos urbanos).
La medida de pH, C orgánico y N total se llevó a cabo en suelo seco al aire tamizado por 2 mm, siguiendo los métodos descritos en Guitián y Carballas (1976). El carbono soluble en agua (Cs, 20 ºC, 30 min) y el carbono extraíble en agua caliente (HWC, 80 ºC, 16 h) se determinaron según Ghani et al. (2003), empleando una relación sólido-líquido de 1:10, determinando el C en los extractos por oxidación húmeda con dicromato.
Para la estimación de la estabilidad de agregados se empleó suelo sin perturbar, separando la fracción 1-2 mm por tamizado ligero, y sometiéndola a agitación en agua, tras prehumectación lenta, según el método de Kemper y Rosenau (1986). La estabilidad se presenta como el porcentaje de suelo agregado que queda en el tamiz con luz de malla 0.250 mm después de secado a 103 °C y corrección por el peso del material grueso > 0,25 mm.
La determinación de la glomalina fácilmente extraíble se llevó a cabo según Wright y Upadhyaya (1996), con extracción de 1 g de suelo en 8 mL de citrato trisódico 20 mM pH 7,0, en autoclave a 121 ºC durante 30 minutos, centrifugación y posterior determinación colorimétrica a 595 nm, mediante el ensayo Bradford, empleando una curva patrón con seroalbúmina.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Las concentraciones de GFE oscilan entre 0,8 y 9,6 mg g-1, con un valor medio de 4,8 mg g-1, muy superior al encontrado en suelos urbanos (0.56 mg g-1) por Wang et al. (2020). No se observan diferencias significativas en este componente según el uso del suelo o la litología (Figura 1).
Se encuentra una correlación lineal significativa (p<0,01) de la glomalina con el contenido de C y N totales, ambos componentes mayoritarios de la materia orgánica del suelo, con un mejor ajuste a una relación logarítmica con C total (Figura 2). El contenido de GFE representa entre un 4 y un 15 % de la materia orgánica del suelo, con un valor medio del 8 %. Expresado como proporción del C total, considerando una concentración media de C en glomalina del 35 % (Rillig et al. 2003), la proporción oscila entre 2 y 9 %, con un valor medio del 5 %, ligeramente superior al observado por Wang et al. (2019a) en suelos forestales de China (2-3 %).
Se considera que las formas de C solubles en agua fría y caliente (Cs y HWC, respectivamente) representan las fracciones de materia orgánica lábil que se producen durante la descomposición microbiana de los residuos vegetales en el suelo (Von Lützow et al., 2007). Se observa correlación positiva significativa (p<0,99) entre GFE y ambos parámetros, si bien las concentraciones de GFE superan a las de Cs en dos órdenes de magnitud y en 1,8 veces la de HWC.
No se encuentra en este caso una correlación entre estabilidad estructural y GFE (Figura 3), pero tampoco con C total, ni con las otras formas de C soluble Cs y HWC. Este comportamiento puede ser debido a la elevada estabilidad de los agregados de los suelos analizados, que supera en general el 70 %, con un valor medio de 86 %. Wright y Upadhyaya (1998) observaron que, más allá de una cierta saturación en un suelo dado, un aumento de glomalina no produce incrementos detectables en la estabilidad en agua, proponiendo, como posible explicación, que el sellado de los poros con esta sustancia ralentizaría la penetración de agua en los agregados.
La estabilidad de los suelos estudiados puede ser atribuida a sus elevados contenidos de materia orgánica y óxidos de hierro. De acuerdo con Kemper y Koch (1966), se puede establecer un valor umbral del 1-2 % de materia orgánica del suelo para el desarrollo de una buena estabilidad de agregados, valor que Greenland et al (1975) eleva a 3,4 %, contenidos ampliamente superados en la mayoría de los suelos estudiados, que variaron entre 1,0 y 23,6 %, con un valor medio del 6,4 %.
CONCLUSIONES
Los suelos urbanos de Santiago de Compostela presentan elevadas concentraciones de glomalina fácilmente extraíble (valor medio 4,8 mg g-1, 8 % de la MOS), sin que existan diferencias atribuibles a la litología o uso del suelo. No se observa relación significativa de estabilidad de agregados en agua con la glomalina, pero tampoco con otras formas de C soluble ni con C total, lo que se atribuye al elevado contenido de materia orgánica de los suelos estudiados.