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Forum Sociológico

versão impressa ISSN 0872-8380versão On-line ISSN 2182-7427

Forum Sociológico  no.43 Lisboa dez. 2023  Epub 22-Dez-2023

https://doi.org/10.4000/sociologico.11771 

Special Issue: Nocturnal cities: past, present, and future

Hacia una caracterización de espacios semiprivados de nocturnidad (noctem): diversidad y accesos diferenciados en bares de México

Para uma caracterização de espaços semiprivados de diversão nocturna (noctem): diversidade e acesso diferenciado em bares mexicanos

Towards a characterization of semiprivate spaces of nocturnality (noctem): diversity and differentiated access in Mexican bars

Julio César Becerra Pozosi  , Investigador Postdoctoral
http://orcid.org/0000-0002-6315-7772

i El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios Culturales, 22560 Tijuana, B.C., México. Email: jbecerra.postdoctoral@colef.mx | Investigador Postdoctoral


Resumen

Desde la práctica etnográfica multisituada, el presente trabajo esboza una propuesta de flexible caracterización de espacios de economía del tiempo nocturno mediante la teoría social del espacio concebido para dar cuenta de su carácter dinámico, liminal e interconstruido; aunado al análisis de configuración sociotécnica desde los estudios laborales para de ahí, reflexionar en torno a la manera en que los procesos de precarización y violencia sistémica impactan en las expectativas, experiencias y accesos de quienes la buscan, construyen y experimentan, creando así otras formas de nocturnidad (noctem) que se encuentran fuera de los cánones de la economía del tiempo nocturno establecida (NTE). Como resultado, se enlistan seis aperturados modelos de configuración de espacios semiprivados de economía del tiempo nocturno que pudieran ser englobados bajo una noción amplia de bares. Posteriormente se presentan algunas breves y emergentes consideraciones sobre espacios de liminalidades paralegales y divergentes en condiciones de precarización y violencia sistémica, ‘residuales’ para las políticas estatales sobre la noche y la economía del tiempo nocturno. Finalmente, se reflexiona en torno a los alcances y limitantes de esta propuesta.

Palabras clave: nocturnidad; metodología; espacio; desigualdad

Resumo

A partir da prática etnográfica multisituada, este artigo esboça uma proposta para uma caraterização flexível dos espaços da economia do tempo nocturno através da teoria social do espaço, concebida para dar conta do seu carácter dinâmico, liminar e interconstruído. Esta é combinada com a análise da configuração sociotécnica dos estudos do trabalho para refletir sobre o modo como os processos de precarização e violência sistémica têm impacto nas expectativas, experiências e acessos daqueles que os procuram, constroem e vivenciam, criando assim outras formas de nocturnidade (noctem) que estão fora dos cânones da economia do tempo noturno (NTE) estabelecida. Como resultado, são enumerados seis modelos abertos de configuração de espaços semiprivados da economia nocturna que poderiam ser englobados numa noção ampla de bares. Posteriormente, apresentam-se algumas considerações breves e emergentes sobre espaços de liminaridades paralegais e divergentes em condições de precariedade e violência sistémica, ‘residuais’ para as políticas estatais sobre a noite e a economia nocturna. Por fim, reflecte-se sobre o alcance e os limites desta proposta.

Palavras-chave: nocturnidade; metodologia; espaço; desigualdade

Abstract

From the multi-situated ethnographic practice, this paper outlines a proposal for a flexible characterisation of night-time economy spaces through the social theory of space, conceived to account for its dynamic, liminal and interconstructed character. This is combined with an analysis of socio-technical configuration from labour studies to reflect on the way in which processes of precariousness and systemic violence impact on the expectations, experiences, and access of those who seek, construct and experience it, thus creating other forms of nocturnality (noctem) that are outside the canons of the established night-time economy (NTE). As a result, six open models of a configuration of semi-private night-time economy spaces that could be encompassed under a broad notion of bars are listed. Subsequently, some brief and emerging considerations are presented on spaces of paralegal and divergent liminalities in conditions of precariousness and systemic violence, ‘residual’ for State policies on the night and the night-time economy. Finally, it reflects on the scope and limitations of this proposal.

Keywords: nocturnality; methodology; social space; inequality

Introducción

A partir de un trabajo de inmersión de corte etnográfico llevado a cabo en la Ciudad de México y en la de Tijuana, Baja California sobre las prácticas y horizontes de posibilidades mediante accesos diferenciados a la noche social; a lo largo de este artículo se esboza una propuesta de caracterización amplia y flexible de espacios de nocturnidad medianamente compartidos en el imaginario colectivo de “la noche tijuanense” y la vida nocturna de Ciudad de México, para ello se parte de una postura desde la teoría social del espacio concebido (Lindón, 2007a, 2007b, 2013; Thrift, 2008) para dar cuenta del carácter dinámico, liminal e interconstruido de los espacios de nocturnidad existentes en las fantasmagorías (Pile, 2005) e imaginarios de la noche social que se da en los difusos límites de los circuitos y distritos de nocturnidad de la ciudad (Mercado y Hernández, 2020).

Como una alternativa a la subjetividad del enfoque de identidad y consumos culturales, dicha postura se acompaña de un análisis de configuración productiva desde los estudios laborales (De la Garza y Hernández, 2020) que permite identificar vetas y rizomas de las principales características observables de estos espacios como construcciones privilegiadas para la práctica etnográfica y la economía del tiempo nocturno para poner énfasis en la manera en que los procesos de precarización y violencia sistémica impactan en las expectativas, experiencias y accesos de quienes construyen y experimentan la nocturnidad, dando cuenta de los accesos y movilidades diferenciadas (y desiguales) que configuran a la noctem, la cual puede ser entendida como:

Una compleja configuración de índole cultural, social, espacial y económica que puede ser única e irrepetible para cada uno de los que participan en ella (Thrift, 2008; Pile, 2009, Pred, 1981); que si bien ocurre durante el tiempo nocturno natural (la cual llamaremos simplemente, noche), una construcción llena de contradicciones pues es disruptivo a la par que normativo (Miguez, 2010; Mendes, 2010, Margulis, 1995) de una demanda lúdica específica asociada a una economía de tiempo nocturno (Nofre y Mateo, 2009; Su Jang, 2014; Bennet, 1997) que también es arena de procesos de exclusión y racismo que regulan la noche (Talbot, 2007) con un carácter evidentemente urbano y cuya espacialidad no se extiende a toda la ciudad sino a específicos circuitos que poseen liminalidades difusas (Chatterton, 2002) en el que convergen diversas clases, (media, baja, alta) y nacionalidades - quizá con un predominio de la clase media y popular - en la que satisfacen sus demandas de interacción social y cultural además del divertimento nocturno (Becerra Pozos, 2020, p. 133).

Siendo así, se enlistan seis aperturados modelos de configuración de espacios de nocturnidad: Microbar, Bar donde el trabajo se encubre, Bar donde el trabajo se exhibe, Bar de franquicia, Antro y Antro con oferta abiertamente erótica y sexualizada. En adenda, se mencionan algunas breves consideraciones sobre espacios de liminalidades paralegales y divergentes que pudiesen ser considerados como “residuales” para las políticas estatales sobre la noche y la economía del tiempo nocturno.

Dicho de otra manera, la propuesta central de este trabajo consiste en proponer una categorización flexible de espacios de economía del tiempo nocturna, semiprivados y asociados a la venta y consumo de (al menos) alcohol, mismos que en un sentido amplio podrían ser llamados bares. Considerando a la construcción nocturna no como un mero contexto temporal en oposición al día, sino como una configuración simbólica, dinámica y de relevancia específica en la cotidianeidad de quienes la viven y significan.

Justificación y relevancia de estudio

Se considera que el principal aporte de este trabajo radica en la utilidad de priorizar, mediante la caracterización de espacios de economía del tiempo nocturno como categorías de análisis a la construcción espacial y sociotécnica sobre la oferta cultural, permite propiciar un estudio focalizado y analítico de la complejidad simbólica, cultural e identitaria de los mismos, a la par de propiciar un intercambio más profundo entre investigaciones de la noche entre la sociología y los estudios del trabajo, la antropología, comunicación y los estudios culturales Si bien, la mención a la categorización o esquematización de algo tan diverso como lo es la oferta de espacios de nocturnidad de ciudades de alta densidad poblacional pudiera parecer una camisa de fuerza metodológica, la intención, por el contrario, es mantener una apertura de dicha oferta a partir de tomar como base algunos elementos desde la configuración de modelos productivos de la sociología del trabajo (De la Garza y Hernández, 2020) y la teoría del espacio social concebido para así dar cuenta de que no es un constructo duro de tipografía de espacios de nocturnidad, sino una mera propuesta flexible sobre la manera en que se pueden estudiar estos lugares.

Para ello, se propone que ante la tremenda diversidad de espacios de economía nocturna en cuanto a músicas, estilos, proyecciones de ofertas identitarias, estilos, atmósferas, públicos objetivo y otros elementos de consumo cultural; la vía de análisis para la práctica etnográfica parta desde una caracterización de los modelos de negocio o configuraciones laborales, mediante algunas categorías de análisis que nos permitan evitar caer en la tentadora opción de pensarlos desde la oferta identitaria que manejan, misma que al ser siempre dinámica, interconstruida y de apreciación subjetiva, pudiera dificultar el intercambio reflexivo entre otras investigaciones del mismo carácter.

Pasando a la relevancia que adquieren la ciudades de Tijuana y Ciudad de México, radica en la desigualdad en los accesos a la noche lúdica que pone de relieve la existencia de otras prácticas de nocturnidad fuera de los distritos y circuitos de nocturnidad (Mercado y Hernández, 2020), algunas, en márgenes de la paralegalidad, condiciones de precariedad y al olvido de la atención de políticas públicas estatales; otra razón parte del imaginario generado por la llamada Leyenda Negra de Tijuana derivado de la cercanía con Estados Unidos y la aplicación de la ley Volstead1, mismo que, ensalzado por una nutrida producción de las industrias culturales filmográficas, televisivas, musicales y literarias ha propiciado una prenoción negativa como ciudad de transgresión y vicio, perfilada hacia satisfacer las necesidades de divertimento nocturno de los habitantes del país vecino del norte.

Enfoque metodológico y consideraciones sobre la denominación de bares

Ya que esta investigación no se trata de un estudio de mercado, ni tampoco se persigue un tinte de investigación periodística, se evita la mención de claves y nombres que pudieran evidenciar sitios concretos de la ciudad, no obstante, vale la pena mencionar que los elementos que dieron pauta a esta caracterización provienen en parte de una investigación previa sobre el trabajo en bares de la Ciudad de México (Becerra Pozos, 2018, 2020) y un proyecto postdoctoral sobre las prácticas de nocturnidad y violencias sistémicas en jóvenes residentes de Tijuana, de tal forma que, entre febrero del 2016 y julio del 2017, se realizaron 30 entrevistas formales a hombres y mujeres trabajadores y propietarios de bares de diversos estratos socioeconómicos y con edades entre los 18 a las 50 en CDMX, posteriormente, durante octubre del 2021 y marzo del 2023, se llevaron cabo 12 entrevistas más (realizadas en Tijuana y a diferencia de las anteriores, exclusivamente a personas jóvenes) además de observación densa in situ desde la perspectiva outsider/insider (Simoni y McCabes, 2008), sondeos, historia oral (Altamirano, 1994) y entrevistas en profundidad centradas en la experiencia de los actores (Díaz Cruz, 1997) y la práctica de dos grupos focales.

El elemento de partida consiste en una previa definición sobre qué es aquello que entendemos por bares, antros, cantinas y algunos otros nominativos, técnicos y coloquiales, con los que se suele referir a dichos lugares, siendo así, ante su nutrida diversidad y considerando elementos como capacidad, proceso productivo, producción del servicio, modelo de negocio y construcción espacial se considera a los bares (en cursiva) como un compuesto abstracto y conceptual para referirse:

A los espacios de nocturnidad semiprivados, de venta y consumo (de al menos) alcohol y en los que la generación del servicio está mediada por la interacción cara a cara entre trabajadores, clientes y representante(s) del capital (C-T-K) (…) el cual los distingue de otros productores de servicios de interacción directa como lo son cafés y restaurantes cuyos modelos de producción no tienen una diferenciación tajante en su operación diurna o nocturna (Becerra Pozos, 2020, p. 134).

A esa definición se le suma la consideración de que estos espacios no existen en el vacío, puesto que se encuentran insertos en liminales circuitos y distritos de nocturnidad (Chatterton y Hollands, 2002; Mercado y Hernández, 2020), anclados en los mapas mentales, nodos (Lynch, 2014) y fantasmagorías (Pile, 2005) de quienes habitan y significan la ciudad y que a su vez tienen una estrecha relación con la economía del tiempo nocturno (Bennet y Robinson, 2000; Nofre i Mateo y Martín i Díaz, 2009).

Por tal, se trata de lugares que para existir - en su función social y simbólica - requieren de la coproducción de quienes participan de ellos; personas clientes, trabajadoras y la misma construcción de la atmósfera (música, equipo de sonido, iluminación, mobiliario) que, aunado a una ingesta de catalizadores de estados alterados de consciencia, generan estados anímicos colectivos (como pudiera ser durante la transmisión de un partido de fútbol o la selección en rockola de una oldie de las imperdibles) pero también se conjugan de manera independiente diferentes emociones antagónicas: tristeza-felicidad, amor-desamor, entretenimiento-aburrimiento (en un mismo bar, en una misma noche, en diferentes mesas); de tal forma que estos espacios tienen la potencialidad para la creación de sentidos de comunidad y bienestar socioemocional (Nofre, 2021)2. Que se construye mediante el performance3 laboral de quienes laboran en ellos, el cual, partiendo de la propuesta de Nieto Calleja (2016) lo consideramos como un despliegue de habilidades estéticas, simbólicas y emocionales que procura proyectar unicidad y pone en práctica capitales etarios, estéticos y fenotípicos y de cuidados, que para el caso de los bares, procura un servicio que denote unicidad y personalización (aunque también puede darse de manera mecánica y con mínima interacción), a raíz del entendimiento de las tendencias que genera la interrelación del espacio y atmósfera en sí (bar), la clientela, y trabajador(es) con todas las combinaciones que ello implica. Siendo así, el concepto bares, simultáneamente queda conformado por configuraciones de modelo de negocio que implican modalidades laborales y estéticas diferentes.

Segunda consideración general sobre este tipo de espacios de nocturnidad, las interrelaciones generadas - con énfasis en la clientela - se encuentran catalizadas por un diverso grado de ingesta de alcohol (u otras sustancias), una atmósfera generada por la producción del espacio y por el performance laboral (Nieto Calleja, 2016) de quienes contribuyen a producir la experiencia.4 De esta forma, criterio de distinción para que un espacio sea considerado bar es que tenga el consenso para la presencia, venta y consumo de alcohol. Característica esclarecedora para la diferenciación con otros espacios, asimismo, la permisividad a la ebriedad es lo que terminaría por distinguirlo de otros lugares de economía del tiempo nocturno con que pudiera emparentarse como lo son casinos, clubes o restaurantes de cenaduría.

La tercera consideración general implica aquella noción referente a que la noche es un espacio de dominio de las juventudes. En ese sentido, nos permitimos hacer la mención a que esta asociación no necesariamente se cumple, sino que se trata de una condición relativa: si bien el espacio nocturno puede ser una arena predilecta para las experiencias de transición y sociabilidad juveniles, la noche también es un punto de encuentro inter e intrageneracional con una diversificación de oferta que no necesariamente excluye a constructos etarios mayores, sino que se adapta y transforma constantemente hacia colectividades divergentes, juveniles, adultas, de la diversidad sexo genérica y de un amplio espectro de poder adquisitivo, intereses y posición socioeconómica (Blázquez, 2011; Grazian, 2008; Iturriaga Acevedo, 2015), no obstante, simultáneamente la segregación en la experiencia y riesgos condición de género sigue estando presente en varios de los formatos de bares, la cual afecta tanto a quienes producen el servicio, como a quienes buscan participar de la experiencia de nocturnidad (Sandiford, 2010; Sandiford y Seymour, 2012; Warhurst y Nickson, 2009).

Como cuarta consideración, resulta oportuno hablar de la presentación de los insumos ya que tienen una estrecha relación tanto con la producción deseable o práctica de la atmósfera del bar, tanto con el proceso de trabajo y saber hacer de quienes producen el servicio; para algunos estratos siempre ha sido importante mientras que para otros impera una lógica de costo beneficio orientada a la practicidad económica. Ello puede relacionarse con la relativa democratización de tecnologías como la fotografía digital incorporada a dispositivos móviles y la masificación popular del uso de aplicaciones como Instagram, por lo que cada vez cobra mayor relevancia retratar el consumo lúdico a expensas de la extimidad (Miller, 2010) a través de las redes sociales, por ende, se busca que las bebidas se vean interesantes, elaboradas y apetecibles: fotogénicas.

Quinta consideración, hacer hincapié en que las siguientes categorías no implican una definición dura o inamovible, sino que permiten hacer ver las particularidades de cada circuito de nocturnidad y “vida nocturna” de las ciudades a la par que algún punto en común para un intercambio etnográfico. En contraparte, ya que esta propuesta se refiere concretamente a los espacios emblemáticos que hemos denominado microbar, bar donde el trabajo se encubre, bar donde el trabajo se exhibe, bar de franquicia, antro, antro con oferta abiertamente erótica y sexualizada; simultáneamente estaría abriendo la puerta metodológica hacia el estudio de los vacíos de noctem que se encuentran fuera de las espacialidades más reconocidas: espacios en condiciones de precarización y violencias sistémicas, olvidados para las políticas estatales sobre la noche y la economía del tiempo nocturno, llegando incluso a contextos de vórtices de precarización (Del Monte Madrigal, 2021).

Cabe señalar que los modelos flexibles que a continuación se definen como ramificaciones que exploran las principales características de estos espacios, pero dentro de una lógica de análisis centrada en lo laboral a configuraciones afines en cuanto a modos de organización, control y mercado de trabajo, el análisis de la construcción del ingreso en cuanto a la significación instrumental y simbólica de la propina y la producción del servicio. Es decir, la relación entre la nocturnidad espacial (noctem), el trabajo y la performática de la producción del servicio.

Categorización amplia y flexible de espacios de economía nocturna (bares) desde el estudio de caso en Tijuana

Microbar. Referidos al mínimo operacional para ser considerado bar tanto en capacidad, requerimientos operacionales, producción del servicio y atmósfera, carta y personal requerido para su funcionamiento. Pequeños establecimientos (que pueden extenderse hacia el espacio público adyacente de banqueta o corredor) que operan desde uno o dos trabajadores, con una polivalencia básicamente total en cuanto a actividades de limpieza, administración y servicio al cliente.

La decoración puede reducirse hasta el mínimo, aunque esto no constituye una norma, se pueden encontrar desde aquellos en que la producción no pasa de algunos carteles sin enmarcar o pintas en la pared, con un simple sistema de audio de estéreo casero o bocina amplificada comercial (que suele estar a un volumen excesivo para el tamaño del lugar) a otros en que el reducido espacio se explota al máximo en producción donde la medida capacidad de oferta y aforo del establecimiento se ven compensados por una cuidada producción de imagen. Suelen ser lugares para la previa o el precopeo, la elección de clientes también deriva de una relación costo/beneficio pues se ubican en la periferia de los distritos de nocturnidad y también emergen como puntos aislados a lo largo de la ciudad, con mayor énfasis en zonas con condiciones de desigualdad. La exigencia de propina, aunque de expectativa monetaria baja, sí constituye una etiqueta de costumbre y norma no explícita.

Bar donde el trabajo se encubre. Primer elemento distintivo de este modelo, los nominativos con que se autodeterminan, no siendo común la denominación de bar, cantina o botanero5, sino que mediante el uso de neologismos que no necesariamente son coincidentes con el modelo de negocio (algunos se asumen como pub, Irish pub o English pub, pero es de común conocimiento que no ofertan alimentos acorde a la gastronomía europea, ni operan durante el día), no necesariamente se refieren a una mera especialización del formato de establecimiento. Empero, el carácter de tendencia musical suele tener una línea más definida, cuidada, perfilada y central para la producción de la atmósfera y enfocada hacia colectividades de consumo evidentemente juvenil.

La plantilla laboral, al igual que las dimensiones de este tipo de establecimientos va de reducida a mediana (aunque existen algunos de dimensiones mucho mayores, pero más cercanos a un modelo de restaurante), es de observar que la construcción de atmósfera procura proyectar unicidad y la interacción con la clientela tiene un elevado nivel de performance laboral (Nieto Calleja, 2016). Se constituyen como espacios propios de lo juvenil y lo socialmente pactado como “alternativo”, pues en las narrativas de clientes y trabajadores, asociaban estos espacios como contrastantes al mundo empresarial y lo normativo, aunque los insumos y costos fuesen semejantes, e incluso más elevados, que en bares tradicionales o de franquicia.

Las personas trabajadoras suelen utilizar elementos que ligeramente denotan que laboran en el lugar, ropa negra, un identificador como el uso de mandil o destapador en listón al cuello o algún sutil bordado o impresión en la camisa de una marca sponsor o el nombre del bar, pues lo que en términos generales estos espacios ofrecen simbólicamente es que funcionan como cohesionadores de identidad de tendencias perfiladas y masificadas, marcadores de estatus y nodos de sociabilidad. En cuanto a la etiqueta de la propina, su expectativa es mucho mayor y netamente requerida.

Bar donde el trabajo se exhibe. Partiendo de las semejanzas con el antes descrito, también tiene una plantilla laboral de reducida a mediana y procura proyectar unicidad, pero las principales diferenciaciones radican en la proyección deseada de atmósfera (suele ser mucho más iluminada que en donde el trabajo se encubre), el modo de ejercer un performance laboral es de una asimetría en que se busca evidenciar la existencia de una producción del servicio (lo cual no implica que no puedan existir relaciones horizontales o fraternas entre clientes y trabajadores) y a diferencia del otro, en esta categoría la condición etaria juvenil suele tener un mayor encuentro intergeneracional, pues de alguna manera, la experiencia deseable de estos bares alude más a los modelos clásicos anclados en el imaginario popular colectivo latinoamericano: la cantina y el bar. Ambos cuentan con una gran densidad simbólica y subjetiva en la práctica laboral.

En este tipo de espacios la división sexual del trabajo tiene un mayor peso, así, aunque sin constituir una norma, actitud de subordinación y docilidad en relación con la producción del servicio (Guadarrama y Torres Franco, 2007) forman parte del saber hacer de las trabajadoras de tal manera que en mujeres se priorizan elementos de docilidad, estética y cuidados, mientras que para los hombres existe una mayor expectativa de un ágil y solícito saber hacer aprendido en la experiencia, lo cual es coincidente en que en estos lugares el uniforme es mucho más evidente (lo que podría ser desde una mera camisa blanca y pantalón negro a ropa de etiqueta) demarcando inmediatamente a la clientela de quienes producen el servicio.

Bares de franquicia. Como el nombre lo indica, se trata de negocios de cadenas comerciales, usualmente supranacionales, aunque con un marcado incremento de nacionales. Ofrecen fundamentalmente, certeza, seguridad y una expectativa de mediana estandarización; aunque se han asociado a una cultura laboral de oficina, esto no constituye la totalidad de quienes los frecuentan, su ubicación suele estar en espacios de alta densidad urbana y comercial. Asimismo, tampoco tienen una pertenencia etaria definida hacia algún polo. La carta de bebidas suele ser igualmente nutrida que la de comida y la permisividad es menor que en otros bares.

En ellos el proceso de trabajo y los modos de interacción se encuentran rigurosamente pautados y estandarizados por la empresa. Aunque no se niega que también exista un performance laboral, en este el trabajador tiene menor grado de agencia en cuanto a la manera de llevarlo a cabo, es una forma de interacción más estandarizada y artificial. Para el caso en particular, se percibe una creciente tendencia en este rubro de producción de atmósfera que busca acercarse a un estilo más sincrético, Kitsch o folklórico-urbano, mediante el uso de símbolos de consumo cultural otrora propios de las clases populares, de esta manera es que dentro de este grupo también entran nombres o apellidos como “cervecería de barrio” o “cafentina”, con decoraciones alusivas a la lucha libre, el cine mexicano y la imaginería generada durante los periodos del ciclo de oro o el cine de ficheras; en ellos se utilizan mesas restauradas de viejas cantinas, el uso consciente de errores ortográficos o frases de “sabiduría popular” y refranes sobre el consumo de alcohol que se muestran pintados en paredes y en los marcos de puertas y ventanas.

Antro. Pudieran estar emparentados con los foros de salones de baile y salas de concierto, pero se diferencian de estos en la medida de que los primeros únicamente operan cuando existe algún espectáculo en particular, quedando el lugar condicionado a la existencia del evento, empero, en los antros, aunque también se pueden llevar a cabo shows de diversa índole (desde conciertos de rock, música banda, reggaetón, shows de drags, stand up, baile, cabaret y muchos más), operan y generan aforo aunque la oferta de entretenimiento se limite a los sistemas sonoros del lugar y música pregrabada o mezclada por un Dj relativamente anónimo.

Ofrecen una permisividad que no es posible en otros espacios como el trabajo, la escuela, el hogar o la vía pública; en ellos, se busca la potencialidad, aunque ello no signifique propiamente acción: posibilidad de encuentros románticos o de una noche; potencialidad de diversión, de pertenencia; de aparentar ser joven en una atmósfera en la que “todos los gatos son pardos”, o de aparentar ser ése otro que se quisiera ser. Asimismo, procuran un sentido de distinción y pertenencia asociado a lo juvenil y que queda atravesado por criterios de exclusión discriminación y racismo de tal modo que no solo es generado desde las élites hacia abajo, sino en una multiplicidad de direcciones.

De las personas asistentes, lo que fundamentalmente se busca como objetivo es la mera experiencia del estar ahí, por lo que tiene una estrecha relación con que sea precisamente en esta clase de negocios en los que la inversión económica para la producción del lugar y la cantidad de empleados sea considerablemente más elevada que otros tipos de bares.6

Asimismo, la intención de generar una experiencia adecuada a la expectativa y deseos de la clientela conlleva a la presencia de elementos de trabajo estético y sexualizado (Sandiford, 2010; Sandiford y Seymour, 2012; Warhurst y Nickson, 2009) en cuanto a talla, fenotipo, condición etaria y un performance laboral que puede estar cargado de tintes eróticos y sexualizados (no necesariamente sexuales) que permitan la ilusión de potencialidad de encuentros entre la misma clientela, pero también extendida a los y las trabajadoras.

Antro con oferta abiertamente erótica y sexualizada. Probablemente sea esta configuración la que ha sido más asociada a Tijuana y por tal, también sea en esta ciudad donde la existencia de este tipo de lugares sobrepasa abruptamente los que se encuentran otras ciudades de mayor densidad poblacional. Las dos principales diferencias con el modelo general de antro son que la oferta de entretenimiento está intrínsecamente ligada con el espectáculo y consumo erótico-sexual-sexualizado (lo que también implica una notoria propensión hacia el ejercicio sistémico de la prostitución y a la presencia de actividades de paralegalidad que sobrepasan la venta y consumo de drogas, sino que pueden implicar trata de personas e incluso prostitución infantil).

La segunda diferencia radica en el fuerte perfilamiento por género en que, siendo la gran mayoría espacios para el mercado masculino heteronormado,7 la plantilla laboral de entretenimiento sea de mujeres y la producción del servicio de atención a clientes (mesero) y la clientela predominantemente masculina.

Conclusiones y consideraciones finales

Como se mencionó al inicio, esta postura flexible puede servir como una alternativa para la difusa caracterización de espacios de nocturnidad; además, contribuye al alejamiento de la visión juvenocentral de la noche. No obstante, es pertinente hacer mención que no se desarrolló un mayor énfasis en el papel de la construcción de género en la configuración de nocturnidad ni tampoco se reflexiona en torno a espacios privados del orden cotidiano que pueden transformarse en noctem como lo son las fiestas privadas en casas y departamentos, ya que ello necesitaría de una particular atención que escapa al alcance de este artículo.

Al respecto de la diversidad y accesos diferenciados, cabe retomar que al inicio del trabajo se habló del desafío que implica hablar de espacios de nocturnidad a partir de su vasta diversidad en cuanto a oferta, estratos, identidad, localización y capacidad, por tan sólo mencionar algunos, y es donde justamente esa diversidad pone de relieve el carácter excluyente, discriminatorio y clasista de la noctem; es decir, los accesos diferenciados pueden encontrarse en la tríada de género, transición y clase (Becerra Pozos y Chen Rodríguez, 2020), pero también en la construcción identitaria, la sociabilidad y la relación socioespacial implicada en la localización de los lugares en el estratificado espacio urbano. Por tal, centrar esta propuesta desde la configuración laboral y espacial, más allá de delimitar o asociar un modelo con algún estrato social, colectividad o grado de precarización, brinda herramientas para visibilizar la presencia de diversos accesos diferenciados en todos los modelos aquí presentados. Es decir, en un mismo bar donde el trabajo se desdibuja o cualquier otro modelo, el acceso diferenciado (por ejemplo, género) dependerá tanto por su contexto espacial, modelo productivo y proyección de mercado, pero también, de características fenotípicas, estéticas y etarias de quien lo visite, asimismo, si esta persona asiste sola, acompañada o en pareja, dicho de otra manera, el acceso diferenciado se compone por estructura, experiencia, espacio y cuerpo.

Así, se considera que el énfasis de la nocturnidad está dado por las prácticas relacionadas al ocio, a lo lúdico, lo transgresor, así como lo normativo a la par que permisivo que constituye lo nocturno; por ello habrá que considerar una definición no explicitada en que, mientras que la noche es y representa para la gran mayoría de las personas descanso, reposo y dominio de lo privado y la intimidad, la nocturnidad (noctem), por su parte, es mucho más que solo ocio, juego y diversión ya que en ella también se hacen presentes las violencias sistémicas propias de un acceso desigual a la noche que “queda condicionada por elementos de clase, género, fenotipo, consumos, identidades, localización/contexto de vivienda en la ciudad, agencia y estatus de movilidad en frontera, así como dominio del idioma inglés” (Becerra Pozos, 2023, p. 12) cuyos procesos de exclusión o autoexclusión se hacen mucho más presentes en las personas jóvenes que pudieran ser consideradas como sitiadas (Nateras Domínguez, 2016, 2019).

Finalmente, una caracterización flexible de espacios de economía del tiempo nocturno permite rastrear características rizomatosas sobre los espacios de la nocturnidad ampliada (noctem) para ahondar en un desarrollo de la etnografía y metodologías nocturnas y de nocturnidad que permita ir contribuyendo a la des-estigmatización de sus prácticas y ampliar la atención hacia aquella noche vivida en contextos de desigualdad, la cual suele ser es ignorada o ajena a las políticas públicas y de economía de tiempo nocturno, negando así las posibilidades de transición que puede implicar la noche e incluso volviéndose una extensión más de la muerte por goteo o juvenicidio (Valenzuela, 2012, 2015).

REFERENCIAS

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Notas

1 Ley Volstead es el nombre con el que también se conoce el Acta de Prohibición o Ley seca promulgada en 1919 en los Estados Unidos de América.

2 Cabe señalar que, aunque la extensión de este trabajo no permite ahondar sobre el tema, la noción de la nostalgia y el papel de las músicas “oldies but goodies” constituye una interesante temática característica de Tijuana que ha sido abordada en trabajos de Park (2011), Ruiz (2009-2010) y Valenzuela (1988) entre otros.

3 Se da uso al término performance, en masculino y en inglés, para diferenciarse de su acepción en cuanto a expresión artística y asociarse como continuación de la propuesta que desde la sociología del trabajo y la antropología desarrolló Raúl Nieto Calleja (2016), así como la incorporación de elementos de trabajo estético y sexualizado (Sandiford, 2010; Sandiford y Seymour, 2012; Warhurst y Nickson, 2009).

4 Aunque durante el trabajo de campo se pudo constatar que en algunos de estos establecimientos existe un relativo grado de permisividad para que algunos de los trabajadores consuman cantidades mesuradas de alcohol como un incentivo para mantener productividad y generar sentido de comunidad, aunque también llega a darse sin el consentimiento de la empresa ni representantes del capital, asimismo, también fue observable que en ocasiones es la gerencia quien incentiva el consumo de sustancias catalizadoras de estados alterados de consciencia, ello, con una marcada tendencia por género (hacia mujeres), lo cual resultó coincidente con lo observado en bares de la Ciudad de México (Becerra Pozos, 2018).

5 Ambas tienen una función de distinción del bar por poseer un horario de operación extendido al día y la última por ofrecer alimentos con cada petición etílica.

6 No es fortuito que varias generaciones de jóvenes que asisten a lugares para bailar, escuchar música y, desde luego, ingerir alcohol en Tijuana hayan adoptado el nombre de antro para tales espacios. Desde luego la mayor parte de ellos ignora que tal vocablo en su añeja y original acepción se refería a la caverna, a la cueva, a la gruta; y que, en su segunda acepción, aún aceptada por la Real Academia Española (RAE), se refiere a un “Local, establecimiento, vivienda, etc., de mal aspecto o mala reputación” (RAE, 2017).

7 Aunque se reconoce la existencia de espacios de Chippendales (similar a los table dances, pero en que los performers son masculinos) y para la comunidad LGBTTI, los primeros son escasos y los segundos se adecuan más al formato de antro.

FONDOS

El presente trabajo se realizó gracias a la beca Conahcyt para estancias postdoctorales otorgada entre el 1 de octubre del 2021 al 30 de septiembre del 2023.

Recibido: 31 de Marzo de 2023; Aprobado: 06 de Noviembre de 2023

Este producto de investigación no presenta conflicto de intereses.

Quien suscribe, el autor de este trabajo, fue el responsable de construir la información obtenida en campo por primera mano, así como las reflexiones teóricas, conceptuales y metodológicas que se presentan como resultado en este artículo, asimismo, es el único responsable de su redacción. Asimismo, se agradece la propositiva y cuidada lectura de las personas dictaminadoras que ayudaron a la mejora del mismo.

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