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Sociologia, Problemas e Práticas

versión impresa ISSN 0873-6529

Sociologia, Problemas e Práticas  no.102 Lisboa ago. 2023  Epub 23-Oct-2023

https://doi.org/10.7458/spp202310227098 

Artigo Original

Aculturación y relaciones intergeneracionales: estudio de casos en las familias de inmigrantes chinos en Portugal

Aculturação e relações intergeracionais: estudos de caso em famílias de imigrantes chineses em Portugal

Acculturation and intergenerational: case studies of relations in families of Chinese immigrants in Portugal

Acculturation et relations intergénérationnelles: études de cas dans les familles d’immigrés chinois au Portugal

Yangmin Jin1  , Curadoria dos dados, análise formal, investigação, metodologia, administração do projeto, recursos, supervisão, validação, visualização, redação do original, revisão e edição
http://orcid.org/0000-0001-7515-8396

Eloy Gómez-Pellón2  , Curadoria dos dados, análise formal, investigação, metodologia, administração do projeto, recursos, supervisão, validação, visualização, redação do original, revisão e edição
http://orcid.org/0000-0003-1352-0200

1Universidad de Salamanaca, Salamanca, España

2 Universidad de Salamanca, España


Resumen

El objetivo del presente artículo es examinar los cambios culturales y los conflictos intergeneracionales acaecidos en el seno de las familias de inmigrantes chinos llegados a Portugal a partir de 1990. Para ello se ha aplicado el estudio de casos sobre cinco familias inmigrantes procedentes de la provincia de Zhejiang de China. Se concluye que los padres y los hijos se aculturan a diferentes velocidades en la sociedad portuguesa, como resultado de la “brecha de aculturación”. No obstante, se observa que los conflictos entre padres e hijos, que perjudican la cohesión familiar, y las complejas relaciones intergeneracionales no sólo son efectos de dicha brecha de aculturación, sino que también se relacionan con las trayectorias vitales de los inmigrantes.

Palabras-clave: aculturación; relaciones intergeneracionales; familias inmigrantes chinas; conflictos familiares; Portugal.

Resumo

O objetivo deste artigo é examinar as mudanças culturais e os conflitos intergeracionais ocorridos no seio das famílias de imigrantes chineses que chegaram a Portugal desde 1990. Para o efeito, foi aplicado um estudo de caso a cinco famílias de imigrantes do Zhejiang, província da China. Conclui-se que pais e filhos se aculturam a diferentes velocidades na sociedade portuguesa, como resultado da “lacuna de aculturação”. No entanto, observa-se que os conflitos entre pais e filhos, que prejudicam a coesão familiar, e as relações intergeracionais complexas não são apenas efeitos dessa lacuna de aculturação, mas estão também relacionadas com as trajetórias de vida dos imigrantes.

Palavras-chave: aculturação; relações intergeracionais; famílias de imigrantes chineses; conflitos familiares; Portugal.

Abstract

This article aims to examine the cultural changes and intergenerational conflicts within the families of Chinese immigrants who have arrived in Portugal since the 1990s. For these purposes, we have applied a case study to five immigrant families from the Zhejiang province of China. It is concluded that parents and children acculturate at different levels in Portuguese society, resulting in an “acculturation gap”. However, it is observed that conflicts between parents and children, which harm family cohesion, and complex intergenerational relationships are not only effects of this acculturation gap but are also related to the immigrants’ life trajectories.

Keywords: acculturation; intergenerational relationship; Chinese immigrant families; family conflicts; Portugal.

Résumé

L’objectif de cet article est d’examiner les changements culturels et les conflits intergénérationnels survenus au sein des familles d’immigrants chinois arrivés au Portugal depuis 1990. À cette fin, une étude de cas a été appliquée à cinq familles d’immigrants du Zhejiang province de Chine. Il est conclu que les parents et les enfants s’acculturent à des vitesses différentes dans la société portugaise, avec le “fossé d’acculturation” qui en résulte. Cependant, on observe que les conflits entre parents et enfants, qui nuisent à la cohésion familiale, et les relations intergénérationnelles complexes ne sont pas seulement des effets de cet écart d’acculturation, mais sont également liés aux trajectoires de vie des immigrés.

Mots-clés: acculturation; relations intergénérationnelles; familles immigrées chinoises; conflits familiaux; Portugal.

Introducción

La presencia de los migrantes chinos en Europa ha crecido notablemente a partir de los años 80. Los zhejiangneses, fujianeses y cantoneses alimentan los tres principales flujos migratorios hacia Europa (Pieke, 2002), si bien en los países europeos del Sur, como España (Beltrán Antolín, 2000), Italia (Ceccagno, 2003) y Portugal (Oliveira, 2002), predominan los primeros. Los zhejiangneses se caracterizan en dichos países por sus actividades comerciales, y provienen de forma concentrada de las dos zonas de origen llamadas Qingtian y Wenzhou (Thunø, 1999). Según Santos Neves y Rocha-Trindade (2008), los inmigrantes chinos en Portugal están formados, principalmente, por los tres grupos que llegaron con diferentes motivaciones en distintos periodos, que son: los que arribaron en los años 70 desde Mozambique, la excolonia portuguesa; los originarios del sur de la provincia de Zhejiang a partir de los años 80; y los emigrados desde el triángulo del sur de China, Taiwái, Hong Kong y la también excolonia portuguesa de Macao en los años 90. Posteriormente, llegan los inmigrantes chinos con la Golden Visa a partir del año 2012, atraídos por el estilo de vida europeo, o por el clima mediterráneo, o por la educación de sus hijos, lo cual los distingue de los inmigrantes económicos de Zhejiang (Amante y Rodrigues, 2021; Gaspar 2017; Gaspar y Ampudia de Haro, 2019).

La comunidad china en Portugal experimenta un creciente aumento a partir del año 2000, marcado por la continua llegada de los inmigrantes originarios de Zhejiang, que se dedican mayoritariamente al comercio familiar, cuya inserción se apoya sobre todo en el colectivo étnico; en ciertos lugares, incluso, se han formado colonias étnicas que comparten algunas características geográficas y sociales con el viejo Chinatown, tales como Vila do Conde en Porto y Martim Moniz en Lisboa, sólo por citar algunos casos. Según los datos del Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF) de Portugal, en 2021 hay 22.782 individuos de nacionalidad china residentes en Portugal, de los cuales casi la mitad de ellos residen en Lisboa (10.403) y Porto (2.640), y el resto se halla disperso por casi todo el territorio portugués. La comunidad china es diversa, teniendo en cuenta la heterogeneidad cultural y dialectal, la clase social de procedencia, el nivel de educación alcanzado, las distintas generaciones de migración, etc. Por ello, es necesario e importante especificar el perfil de estos inmigrantes y contextualizarlos, para entender sus formas de vida y su manera de valorar el mundo. Por otra parte, los descendientes que llegan a Portugal en edades infantiles y adolescentes, ¿cómo heredan la cultura de sus padres y se aculturan en la sociedad portuguesa? ¿De qué manera las experiencias migratorias afectan a las familias chinas y sus relaciones intergeneracionales? ¿Y cómo los cambios generacionales pueden convertirse en fuentes de “conflictos”? El objetivo del presente artículo es examinar los cambios culturales y los conflictos intergeneracionales acaecidos en el seno de las familias de inmigrantes chinos llegados a Portugal a partir de 1990.

Estado de la cuestión y marco teórico

La aculturación es un fenómeno inseparable del grupo migrante cuando éste entra en contacto con otra cultura distinta en la sociedad de acogida. Es un proceso gradual en el que se involucran tanto la adquisición de la cultura de destino como la conservación de la cultura de origen (Berry, 1997, 2006). Los padres inmigrantes que llegan a la sociedad de acogida portan consigo su cultura de origen, que le es transmitida a sus descendientes a través de la enculturación. Mientras tanto, los propios inmigrantes y sus descendientes también adquieren la cultura del país de acogida mediante la interacción con el entorno extrafamiliar. En el proceso de adaptación al nuevo contexto sociocultural, los padres y sus hijos (menores o adolescentes) se asimilan a la cultura del país de acogida a diferentes velocidades, lo cual produce una “brecha de aculturación” generacional que termina por afectar a las relaciones intergeneracionales, debido a los diferentes niveles de dominio de la lengua y al resto de los componentes culturales, como los valores y las identidades (Schwartz et al., 2010). Desde la perspectiva psicológica, existen distintos estudios sobre la “brecha de aculturación” entre los padres inmigrantes y sus descendientes, centrados preferentemente en sus efectos sobre la salud mental, el estrés y las depresiones experimentadas (Berry, 2005; Guo, Lemke y Dong, 2022; Nieri y Bermudez-Parsai, 2014; Ro, 2014; Ying y Han, 2007; Zhang y Kong, 2022). En cuanto al tema clásico de las relaciones intergeneracionales dentro de las familias inmigrantes, éste ha sido explorado desde perspectivas tan variadas como las de la solidaridad, la ambigüedad y el conflicto (Albertini, Mantovani y Gasperoni, 2019), aunque ha sido esta última la que ha ofrecido los mejores resultados por el momento. Los conflictos entre padres e hijos suelen entenderse como efectos de la “brecha de aculturación” (Fernández-Reino y González-Ferrer, 2019; Guo, Lemke y Dong, 2022; Ho, 2010; Lim et al., 2008; Morrison y James, 2009; Wang-Schweig y Miller, 2021). Algunos estudios comparativos entre las familias inmigrantes y nativas muestran que dichos conflictos pueden percibirse más como consecuencias de las diferencias generacionales que de las culturales (Nieri y Bermudez-Parsai, 2014). En otras ocasiones, tales conflictos se observan con la misma intensidad, tanto en las familias inmigrantes como en las nativas (Fernández-Reino y González-Ferrer, 2019). Por otra parte, algunos estudios exploran el hecho de que las familias inmigrantes se hacen más solidarias, evitando el conflicto, en la sociedad de acogida, como en el caso de las familias migrantes turcas en Alemania (Baykara-Krumme y Fokkema, 2019). No obstante, los datos cuantitativos de los que se dispone no permiten identificar las causas y los efectos desde una micro-perspectiva, teniendo en cuenta el contexto familiar, las experiencias de la migración, las barreras en los procesos de adaptación y de aculturación, los diferentes contextos socioculturales que han vivido los integrantes de la familia, las variadas visiones de los padres e hijos, etc. Además, apenas hay investigaciones previas, de carácter cualitativo, que se acerquen a esta temática, enfocados hacia las familias de migrantes chinos en Portugal.

A grandes rasgos, los estudios sobre la migración china en Portugal (Bongardt y Santos Neves, 2014, 2015; Oliveira, 2004, 2005, 2010; Rodrigues, 2013, 2018; Teixeira, 1998), y en los países del sur de Europa en general (Battilani y Fauri, 2018; Beltrán Antolín, 2000; Cologna, 2005; Nieto, 2007) se han centrado en el fenómeno migratorio per se desde el punto de vista económico, indicando que las estrategias empresariales y las actividades económicas de los inmigrantes chinos están muy ligadas al capital étnico y se desarrollan con la integración de la economía china en el mercado mundial. Mientras tanto, otros estudios han abordado las cuestiones de la adaptación e integración de los inmigrantes chinos y sus descendientes en Portugal (Ding, 2012; Gaspar, 2018, 2019), y de los problemas de la identidad de estos últimos en los países europeos, tales como en España (Jin y Gómez-Pellón, 2022; Lamas-Abraira, 2021a; Robles-Llana, 2018, 2019, 2021) y en Italia (Marsden, 2014). Por otra parte, varios estudios han desplegado el fenómeno de la migración china en Europa desde una perspectiva de transnacionalismo, y se inclinan a mostrar los vínculos continuos entre el país de destino y el de origen, así como las prácticas transnacionales en el espacio bicultural (Masdeu Torruella, 2014, 2020; Masdeu Torruella y Sáiz López, 2017; Xia, 2016). Los pocos estudios que han puesto la mira en la unidad familiar prefieren destacar el papel de las mujeres en la maternidad transnacional (Sáiz López, 2012) y el intercambio de los cuidados intergeneracionales en el seno familiar (Lamas-Abraira, 2021b).

Al fin y al cabo, los estudios que se centran en las unidades familiares son escasos, y se conoce poco sobre los cambios generados entre las distintas generaciones de migrantes y las causas subyacentes de los conflictos intergeneracionales en el proceso de integración y aculturación. Por todo ello, nos ha parecido aconsejable servirnos del estudio de casos para comprender los procesos de aculturación que viven internamente las familias y examinar los cambios que se producen en las relaciones intergeneracionales en sus contextos más concretos.

Metodología

El presente trabajo forma parte de una investigación más amplia sobre la diáspora china en la Península Ibérica (España y Portugal) que se emprendió en septiembre del año 2019 y continuó hasta octubre de 2021. El trabajo de campo en Portugal se llevó a cabo de mayo a octubre en el año 2021. Los datos han sido conseguidos a través de las conversaciones guiadas, los relatos de vida y las entrevistas semiestructuradas, teniendo en cuenta las vivencias de los inmigrantes y sus descendientes. Durante el trabajo de campo, hemos mantenido interacciones intensivas con los informantes (observar en sus tiendas, acompañarles a hacer compras, comer con ellos en sus casas o fuera de las mismas, ayudarles a solucionar problemas, etc.). Así, el método de la observación participante ha sido realizado rigurosamente para complementar los materiales verbales que hemos recogido. Complementariamente, hemos localizado y hablado con 30 individuos migrantes de forma presencial. Para el presente texto, seleccionamos cinco familias procedentes de Qingtian y Wenzhou (familias A, B, C, D y E), que emigraron a Portugal en distintas décadas (1990-2000, 2000-2010, 2010-2020), y residen de forma dispersa en la ciudad de Porto. Entrevistamos a tres miembros de la familia A (Wan, Juan y Clara), a cincos miembros de la familia B, a tres miembros de la familia C (Elena, Leo y Ana), a un miembro de la familia D (Zhou) y a otro de la familia E (Mei). Durante la estancia, convivimos con la familia B. Al mismo tiempo, conseguimos un notable caudal de información acerca de otros miembros no entrevistados de estas familias, gracias a la colaboración de los entrevistados. Nuestro propósito fue dar voz a los miembros de las familias migrantes conformadas por dos generaciones, para que nos contaran sus experiencias vitales a lo largo del proyecto migratorio. Se trataba de conocer la forma en la que se había producido el proceso de aculturación en el contexto portugués y, en general, el impacto que en ellos ha ejercido la migración.

Tabla 1 Trayectorias migratorias de cinco familias migrantes chinas 

Del medio rural chino a Europa: dinámicas de las familias transnacionales

Los zhejiangneses, que principalmente proceden de los pueblos rurales o semirurales de Qingtian y Wenzhou, se asientan en el país de acogida apoyándose en el poderoso capital étnico, tal y como lo han hecho desde hace 44 años, cuando se implementó la política de reforma y apertura en China, en el año 1978. Estos migrantes están caracterizados por la emigración de la familia extensa, y su estrategia es transnacional, con una concepción global. En los pueblos y las aldeas rurales de Qingtian y Wenzhou, los miembros de las familias numerosas emigraron a diversos países del mundo basándose en sus amplias redes de parentesco y de vecindario, y prosperan tras la integración económica de China en el mercado global ( Rodrigues y Gaspar, 2021). A través de nuestros informantes, se observa que este flujo migratorio hacia Portugal se inició en los años 80, y desde entonces no ha cesado. Para algunos inmigrantes chinos, Portugal no es el primer país de entrada. Las razones de emigrar expresadas por parte de los informantes manifiestan matices comunes: procedencia de familia humilde y numerosa, bajo nivel de educación formal y alta aspiración económica.

B-Nora-madre: “En nuestro pueblo, no fuimos los primeros que emigraron. Los que emigraron antes que nosotros ya se hacían ricos. Y cuando ellos retornaron adinerados comprando coches, reconstruyendo sus casas rurales, no sabes cuanto los envidábamos y admirábamos. […] Yo sólo terminé el estudio secundario, porque mi familia no tenía dinero para que siguiera mi estudio. Empecé a trabajar como dependienta a los 18 años en una ciudad lejana de mi pueblo” [42 años, emigrada en 2002].

La alta aspiración económica de estos oriundos de Zhejiang está condicionada por la cultura migratoria en los pueblos más pequeños y concretos, la cual se evidencia en su movilidad incesante entre los pueblos rurales de esta parte de China y los países de Europa desde los años 80. Muchos jóvenes, que encuentran dificultades para su progreso personal en China, en términos de la disponibilidad del capital social, económico y cultural, son empujados, mediante la presión social, a la aventura transoceánica (Xia, 2016, 2021). Esta presión social también está generada bajo la influencia del concepto de mianzi1 (“cara”, imagen o prestigio social en español) arraigado en la cultura china (Hwang, 1987; Moraga Reyes, 2012; Zhou y Zhang, 2017), el cual orienta las conductas de los inmigrantes chinos, teniendo en cuenta que éstos luchan por mejorar su imagen y su prestigio ante la comunidad de origen. Por otra parte, en los años 80 y 90, todavía existía una amplia brecha salarial entre China y Europa. Los pioneros que retornaban a China desde Europa, tras unos años como emigrantes, representaban el “sueño europeo” del éxito personal, convertidos en nuevos y generosos ricos ante sus paisanos, dispuestos a realizar pequeños derroches, un fenómeno que también ha sido mencionado en otros estudios realizados en qiaoxiang2 (Rodrigues, 2013, 2018). A propósito, es importante poner de manifiesto que las familias de estos emigrantes presentaban, en general, un tamaño muy superior al que, por término medio, tenía la familia china durante el período de la política del hijo único, que se desarrolló entre 1972 y 2013. El deseo de emular a las familias numerosas de los emigrantes también estuvo presente en el deseo de emigrar. El hecho de que, a menudo, los hijos de los emigrantes fueran criados en China proporcionaba visibilidad al hecho. Es evidente que los emigrantes aprovechaban la ocasión que se les brindaba estando fuera de China para tener más hijos, como el caso de la familia B.

En los pueblos conocidos como qiaoxiang, los potenciales migrantes estaban muy motivados, especialmente los que tenían contactos con los llegados de Europa. Pero para los chinos emigrar significa romper las redes sociales establecidas alrededor de la cultura de mianzi, que afloja temporalmente la presión percibida y la desigualdad experimentada por los inmigrantes en su lugar de origen. Los inmigrantes chinos de la primera generación, que llegaron a Europa principalmente en los años 90 y en la primera década del siglo XXI, lo hicieron con altas aspiraciones de cambiar su estatus socioeconómico a través de la autoexplotación, aunque con el paso del tiempo ésta terminaría por modularse en el proceso de aculturación que se producía en Portugal. Una informante expresó así el contraste que experimentó antes y después de emigrar.

D-Zhou-madre: “Mi hermano emigró primero porque fracasaron sus negocios en China y perdió mucho dinero. Por eso, quería venir aquí para empezar de nuevo, porque si siguiera quedándose en China y empezando a trabajar como obrero o empleado, perdería la cara [mianzi]. Aquí [Portugal], todos los chinos trabajan en los bazares o restaurantes, todos iguales, nadie te desprecia. Aquí cuando comemos con los amigos chinos, nunca te preguntan sobre qué marcas de coche tienes, o si has comprado una vivienda. Pero cuando estábamos en China, tales temas eran frecuentemente hablados entre los amigos” [42 años, emigrada en 2007].

Además, muchos de ellos emigraron endeudados por el alto coste económico de la migración. Es verdad que las amplias redes de parentesco y de vecindario en los qiaoxiang pueden facilitar las informaciones asociadas con la migración, pero, no obstante, los trámites para emigrar cuestan dinero, puesto que, no en vano, alrededor de la emigración pululan todo tipo de negocios (Jin & Gómez-Pellón, 2023). En los últimos años, debido a la reflexibilidad de la ley de extranjería de Portugal, los inmigrantes también llegaron con el visado de turistas y se quedaron, con el fin de regularizar su estancia una vez que caducara su visado. Así se muestran en los siguientes casos, correspondientes a inmigrantes que llegaron a Portugal en distintas épocas:

C-Elena-madre: “Mi marido y yo emigramos en el año 2001. Él tiene un hermano que ya, por entonces, había abierto su pequeño bazar en Portugal. Se necesitaban 100 mil yuanes (moneda china) por cada persona para emigrar a Europa. Entonces, con la ayuda de su hermano, mi marido vino a Portugal pagando 100 mil yuanes, pero no teníamos tanto dinero para pagar los costes de los dos. Afortunadamente, yo tengo un pariente asentado en Italia, motivo por el cual decidí ir a Italia. En resumidas cuentas, fue este pariente el que me pagó la mitad del coste a cambio de trabajar en su taller de confección de textil para pagar la deuda” [51 años, llegó a Portugal en 2005].

E-Mei-madre: “Tengo una tía que lleva más de diez años viviendo en Portugal. Llegué a Portugal con el visado de turista y pagué 50 mil yuanes al intermediario” [35 años, emigrada en 2019].3

En los pueblos rurales, los amigos y parientes solían prestar cierta cantidad de dinero a quienes iban a iniciar la aventura, y, una vez retornados, ellos deberían devolver estos favores de diferentes maneras, lo cual forma parte de las prácticas de reciprocidad establecidas, que también se ejercen de manera generalizada una vez que se inicia la actividad del emigrante en Portugal o en cualquier otro lugar. Los informantes lo explicaron de la siguiente manera:

D-Zhou-madre: “En aquel entonces, antes de emigrar, los parientes me ayudaron [mai cha qian].4 Por ejemplo, me dieron 2000 yuanes, que equivalía más o menos 300 euros, cuando volví a mi pueblo, tenía que darles 500 euros para devolver el [renqing].5 Siempre hay que devolverlo en demasía. Por lo tanto, cada vez que viajaba a China, gastaba al menos más de diez mil yuanes en devolver el [renqing]” [42 años, emigrada en 2007].

B-Han-padre: “Para abrir este restaurante, mi hermana me prestó un tercio de las finanzas y un amigo mío me dio otro tercio sin impuestos. Si en el futuro mi amigo necesita ayuda, le prestaré más de lo que me ha dado: esa es la regla” [51 años, emigrado en 2001].

Como los inmigrantes chinos han mencionado frecuentemente, las dos palabras de mianzi y renqing, son los dos conceptos culturales que orientan en cierta manera las conductas de ellos mismos y explican las dinámicas de sus prácticas en el espacio transnacional. La sociabilidad en estos pueblos rurales de China está basada, fundamentalmente, en las relaciones interconectadas entre parientes y paisanos, y se mantienen a través de las interacciones intensivas que se hallan asociadas al mantenimiento de mianzi y renqing en la vida cotidiana.

Para lograr el proyecto migratorio familiar, la maternidad transnacional es una estrategia muy común entre las familias migrantes chinas. Ciertos estudios (Sáiz López, 2005, 2012) han abordado este tema, poniendo de manifiesto cómo los abuelos u otros miembros de la familia extensa, tales como las tías, se encargan del cuidado de los hijos que, generalmente, permanecen en el lugar de origen, cuando los padres ya han emigrado. Incluso, es frecuente que, una vez que nacen los bebés en el país de destino, sean enviados a China para ser criados por los miembros de la familia extensa durante un tiempo indeterminado, antes de que, pasado el tiempo, se agrupen con los padres en Portugal a una edad variable. Esta estrategia reproductiva transnacional también se corresponde con la de nuestros casos estudiados. Otra estrategia consiste en que los abuelos emigren unos años después que los padres, con el propósito de cuidar a los nietos, siempre y cuando la familia migrante ya disponga de las condiciones necesarias, tanto administrativas como económicas, para efectuar la reagrupación de los abuelos. Éste es el caso de la familia B, en la cual los abuelos emigraron con el fin de cuidar a la nieta menor, nacida en Portugal, para retornar posteriormente a China, cuando la pequeña contaba con dos años, coincidiendo con su ingreso en la guardería.

Esta manera de concebir la vida afecta a las relaciones intergeneracionales de estas familias en distintos grados. Las madres de las familias A, B y C confiesan simultáneamente que sienten la distante relación con sus hijos e hijas, los cuales se juntaron con ellas posteriormente en Portugal. Mientras tanto, este modelo de maternidad a distancia se practica en las familias D y E. El hijo de la familia D nunca ha venido a Portugal, y fue criado por los abuelos paternos, desde que su madre y padre emigraron escalonadamente, cuando él tenía siete años. Se escolarizó dividiendo su tiempo entre el internado y los fines de semana en casa de sus abuelos. Por su parte, los padres realizaron viajes intermitentes por aquellos años, con el fin de reunirse con su hijo durante las vacaciones. La razón de que no emigrara el hijo de la familia D, según contaba su madre, residió en que, por un lado, el hijo no quería tener una vida migratoria tan dura como la de sus primos emigrados a Italia, con quienes tenía una constante relación, y, por otro lado, los abuelos paternos y maternos viven en el mismo pueblo, y estaban en condiciones de ofrecer suficientes ayudas en el cuidado del niño. No obstante, otro factor decisivo consiste en el miedo de los padres al posible fracaso escolar de su hijo, lo cual es frecuente entre los niños reagrupados en Portugal en la adolescencia. En el caso de la familia E, debido a que todavía se encuentra en la etapa inicial del proyecto migratorio familiar, el padre y el hijo todavía permanecen en China y su posible emigración a Portugal aún no pasa de ser un proyecto. Sin embargo, esta percepción, recogida en nuestros trabajos de campo realizados en Portugal, debe complementarse con la que se muestra en el reciente trabajo de Gaspar, Carvalho y Seabra (2021), cuya conclusión es, en buena medida, alternativa a la nuestra.

El propósito de la emigración, desde el punto de vista de los padres y madres migrantes, consiste en la conquista de la prosperidad familiar, al menos en la dimensión económica, de modo que la familia se convierte en la mayor motivación que inspira sus esfuerzos y sacrificios. Entonces, desde el punto de vista de los migrantes, la separación de los miembros de la familia es una opción temporal irremediable, lo cual explica una concepción transnacional de la vida, que se manifiesta de manera tanto visible (visitas periódicas al lugar de origen) como invisible (envío de remesas) (Masdeu Torruella, 2014). Sin embargo, los contactos físicos con el lugar de origen se vienen reduciendo a medida que se agrupan los familiares y parientes de forma escalonada, y sus redes de sociabilidad se reconstruyen gradualmente en Europa. Poco a poco, esta vinculación con el lugar de origen se torna más simbólica y desterritorializada, con el consiguiente reflejo en las vidas cotidianas de los emigrantes. Así, es muy frecuente la celebración de comidas típicas de su lugar de origen, el seguimiento de series chinas, la celebración de fiestas tradicionales, etc.

B-Nora-madre: “Recuerdo que, en mis primeros años en Portugal, de vez en cuando metía un billete de cien euros en una carta para enviársela a mis padres en China. Porque mi madre estaba muy enferma, pero no la podía acompañar y cuidar. Quería que con este dinero le compraran alguna nutrición. En aquel entonces, pocas familias de mi pueblo estaban en condiciones de tomar leche de polvo […] Mis padres ya murieron hace años y mis tres hermanos residen en Europa. Ya hemos dejado de visitar China porque no hay necesidad. Además, los viajes cuestan mucho dinero, no sólo los billetes, sino también los regalos que debemos comprar y las invitaciones que debemos realizar a nuestros amigos de acuerdo con nuestra posición. Sobre todo, no podemos cerrar nuestra tienda” [42 años, emigrada en 2002].

En palabras resumidas, se observa que, en unos casos, las familias transnacionales que se mantienen entre Portugal y China tienen carácter temporal, y sólo siguen estando presentes en un determinado período de la vida de los inmigrantes chinos, mientras que, en otros casos, se mantienen la paternidad y la maternidad a distancia a lo largo de toda la vida del emigrante. En este último modelo, las relaciones entre padres e hijos se realizan de una manera más simbólica e independiente, como declara la madre de la familia D, quien practica la maternidad a distancia desde que emigró.

D-Zhou-madre: “Cuando mi hermano y yo éramos niños, mi padre nos educaba para ser muy independientes. Por esta razón, yo también he enseñado así a mi hijo. Ahora estamos acostumbrados, aunque era muy duro al principio. Guardamos el amor por dentro, pero nuestra relación es menos dependiente” [42 años, emigrada en 2007)].

En este último caso, el apoyo familiar, sobre todo por parte de los miembros de la familia extensa (normalmente, abuelos paternos o maternos, o tías) juega un rol imprescindible para los cuidados de los menores. De hecho, estos niños que viven separados de los padres emigrantes en el extranjero sólo forman una pequeña parte del colectivo de los “niños dejados atrás” (liu shou er tong) en las zonas rurales de China. Se trata de un fenómeno generalizado, como consecuencia de la urbanización que se ha producido en China en las últimas décadas, la cual ha propiciado que millones de padres emigren de las zonas rurales a las urbanas para trabajar, mientras que los niños se quedan en las áreas rurales con los abuelos o con otros miembros de la familia extensa. Es importante señalar que los “niños dejados atrás” debido a la emigración de sus padres al extranjero, son denominados como “yang liu shou er tong6 en la literatura china. Varios estudios (Wen, 2014; Xu, 2020) demuestran que el fenómeno de los “yang liu shou er tong” en los qiaoxiang es muy notable y esconde, a menudo, problemas de educación y psicología dentro de este colectivo.

Desde la perspectiva transnacional, las visitas físicas y los envíos de remesas están más motivados por los vínculos afectivos, sobre todo cuando los hijos y los abuelos se quedan en el país de origen. Mientras tanto, en los casos en los que ha emigrado toda la familia, dichos vínculos se van debilitando con el paso del tiempo, y se hacen cada día más imaginarios y simbólicos. El hecho es muy notorio en la segunda generación. Al mismo tiempo, a medida que las familias extensas se desplazan a distintos países de Europa y se asientan de forma dispersa en Europa, lo transnacional se traslada al espacio entre los distintos países europeos. En palabras de una informante, “tengo muchos parientes y amigos en diez países de Europa, por lo cual donde quiera ir podría tener buena acogida”, lo cual también implica que la movilidad puede ser elevada dentro del territorio europeo, como sucede con las familias asentadas en Portugal, especialmente tratándose de los descendientes más jóvenes. Estos últimos pueden heredar el habitus migratorio de los padres, y emigrar a otros países europeos donde haya más oportunidades laborales vinculadas con la comunidad étnica.

Conflictos familiares y pugna entre generaciones

Discrepancias entre padres e hijos sobre el trabajo familiar

En las familias migrantes, los padres y los hijos se han socializado en contextos socioculturales distintos, e incluso contrapuestos, lo cual explica que pueda surgir la ruptura generacional, aunque no es la única causa de dichos conflictos familiares, con la consiguiente crisis en la solidaridad familiar. Analizando las observaciones y conversaciones con las familias, se percibe que esta conflictividad se refleja principalmente en las actitudes hacia el dinero, el trabajo, el consumo y el ahorro, y también en el ámbito de la responsabilidad familiar.

Para los primeros inmigrantes de las cinco familias de Zhejiang, el trabajo familiar constituye el mecanismo del funcionamiento de la trayectoria ascendente, y está regido por los valores transmitidos en el seno de las familias nucleares, de generación en generación, entre los cuales se da una importancia suprema al valor confuciano de la piedad filial. No obstante, los jóvenes más socializados en Portugal no valoran la forma de trabajar de sus padres, sino que preferirían trabajar fuera del negocio familiar.

B-Nora-madre: “Los hijos que han crecido en Europa, han perdido nuestros valores tradicionales de la cultura china, y han aprendido de todos los males de los jóvenes occidentales. Mi hija nunca ahorra dinero, consume todo lo que gana cada mes. Y mi hijo nunca quiere ayudarme en nuestra tienda, si necesito su ayuda; debo pedírselo como un favor” [42 años, emigrada en 2002].

B-José-hijo: “Cuando yo sólo tenía 12 años, mis padres creían que ya era jovencito, y me decían que por qué no les ayudaba un poco en los trabajos. Yo no quería, porque son sus negocios” [17 años, emigrado a los seis años].

B-Luna-hija: “No me gusta trabajar para mis padres en su tienda. Por eso prefiero trabajar fuera, aunque también lo hago en un bazar chino. Recibo salario cada mes por mi propio trabajo. Pero si trabajo para mis padres, van a controlar cómo utilizo mi dinero” [21 años, emigrada a los ocho años].

Desde el punto de vista de los padres, las “desviaciones” de las conductas de sus hijos son interpretadas como meros efectos de su asimilación a la cultura occidental. Sin embargo, es incuestionable que las sociedades evolucionan, lo cual es muy perceptible en el cambio de valores. Los jóvenes de hoy día en China también pueden ser grandes consumidores, influenciados por el capitalismo, y valoran el mundo de forma muy distinta a como lo hacían los ascendientes nacidos 30 o 40 años antes. De hecho, los inmigrantes chinos en Portugal de la primera generación insisten en sus comentarios en que perciben una gran diferencia entre la China que conocieron antes de emigrar y la actual, debido al gran desarrollo económico de este país asiático en las últimas dos décadas. Todo ello explica la ruptura intergeneracional que se ha producido en los lugares de origen y en el de destino de estos inmigrantes, aunque sea en este último donde se evidencia de una manera más destacada. No es exagerado decir que la emigración ha acelerado la contradicción entre lo “tradicional” y lo “moderno” en las familias migrantes.

Por otra parte, los jóvenes que no quieren trabajar para la familia se enfrentan con algunos condicionamientos a la hora de incorporarse al mercado local, cuyas razones son varias. En primer lugar, los jóvenes de la 1,5 generación cuando se agrupan con los padres en Portugal se enfrentan con ciertos problemas de adaptación en la escuela (idiomas, diferencias culturales, etc.), lo cual afecta a su posterior progreso académico. Como consecuencia, son menos competitivos en las ocupaciones más cualificadas. En segundo lugar, el próspero desarrollo económico de la comunidad china en Portugal, frente a la recesión de la economía local, hace que los trabajos dentro de la comunidad étnica pueden ser mejor pagados. Según el Informe Estadístico Anual 2021 de Indicadores de Integración de Inmigrantes, el salario base promedio mensual de los empleados chinos en Portugal (761,25 euros) está por debajo del salario de los empleados portugueses (1.006,56 euros) (Oliveira, 2021). No obstante, dentro del colectivo chino existen situaciones muy diversas que hay que tomar en consideración. Así, en los sectores de restauración y bazares, los trabajadores por cuenta ajena pueden ganar entre 1000 y 1500 euros al mes, y normalmente reciben el alojamiento y la alimentación incluidos, si bien es cierto que en jornadas laborales mucho más largas. Pero teniendo en cuenta que el salario mínimo mensual en Portugal en la actualidad es de 705 euros, aproximadamente, los trabajos dentro de la comunidad étnica son más atractivos para los inmigrantes chinos. De cualquier manera, Portugal presenta en la actualidad una tasa de desempleo extraordinariamente baja, cuyo valor medio general en 2021 fue de 6,6 %,7 en cuyo valor aproximado se mantiene en 2022, incluso tendiendo puntualmente a la baja, lo cual abona la posibilidad real de acceder a un empleo remunerado, tanto por parte de los nacionales como por la parte de los residentes extranjeros, interesados en participar activamente en el mercado de trabajo. Nuestra investigación de campo evidenció, más allá de los deseos, la actitud mayoritaria entre los jóvenes chinos de emular la trayectoria laboral de sus padres dentro de la comunidad étnica, como una opción de peso entre los entrevistados. Entre los hijos adultos de las tres familias (A, B y C), parece que el caso de Ana (hija de la familia C) es una excepción. Aun así, a través de la entrevista tuvimos conocimiento de que Ana ha sido contratada por una compañía internacional en Portugal como empleada de atención al cliente asiático, precisamente gracias a su manejo de la lengua de herencia, es decir, el chino mandarín. Como señalan Martínez y Portes (2021), el bilingüismo de los hijos de los inmigrantes chinos resulta altamente positivo en aspectos como el de la movilidad ascendente en el sistema ocupacional de la sociedad de acogida, en correspondencia con la llamada “teoría de la aculturación selectiva” (Portes y Rumbaut, 2001). Por otra parte, el caso de Ana también es un reflejo de la limitación ocupacional que experimentan los jóvenes chinos de la segunda generación en la sociedad portuguesa, debido a que los empleos a los que pueden acceder, aunque sean cualificados, son escasos.

Podríamos añadir que la paradoja aún es mayor, puesto que los jóvenes chinos mejor situados en el mercado ocupacional están afectados por una fuerte brecha intergeneracional, que afecta a sus relaciones familiares y étnicas. Los jóvenes más aculturados viven en medio de una permanente tensión, entre las lealtades y las obligaciones morales que reclama de ellos su familia y los requerimientos individualistas y competitivos en los que se desenvuelve su movilidad social ascendente. De estos últimos, los más afortunados son aquéllos cuyos padres se van adaptando a la cultura portuguesa, de suerte que aceptan la realidad de las marcadas diferencias intergeneracionales de sus hijos, propias de quienes crecen a caballo entre distintas culturas.

Dificultades asociadas a la comunicación

La falta de una comunicación adecuada entre los padres y los hijos también es un factor desestabilizador en las relaciones intergeneracionales. Los hijos de las familias inmigrantes se ven obligados a experimentar unos cambios notables tanto en el ambiente familiar como en el escolar. Los jóvenes son conscientes del impacto traumático que ha representado en sus vidas la separación de sus padres en la infancia, particularmente la de la madre. A menudo recuerdan que tanto la separación inicial como la reagrupación posterior con los padres fueron decisiones pasivas y bruscas, y aún podríamos decir que inesperadas para los hijos, lo cual dejó profundas secuelas en su infancia y su adolescencia.

C-Leo-hijo: “No sabíamos nada sobre nuestro viaje a Portugal en aquel entonces. Mis abuelos sólo nos dijeron que iríamos a buscar a nuestros padres. Pensaba que volveríamos a China después de ver a mis padres. ¡Quién imaginaba que nos quedaríamos en Portugal para siempre!” [Emigrado a los 14 años en 2010].

Además, el mayor impacto de la emigración se produjo en la escolarización. La mayoría de estos jóvenes percibe la discriminación, en distintos grados, en la escuela, conformada por el alumnado de varios orígenes étnicos. En comparación con los hijos de la segunda generación (nacidos y crecidos en Portugal), los de la 1,5 generación (nacidos en China y traídos a Portugal en la infancia o en la adolescencia) se enfrentaban más radicalmente con las barreras lingüísticas y culturales en el proceso de adaptación (Gaspar, 2018). Estas circunstancias, según reconocen los protagonistas, han resultado adversas desde el punto de vista educativo, pero no lo han sido menos para su vida familiar. Los jóvenes chinos confiesan insistentemente que no han recibido la atención y los apoyos necesarios por parte de sus padres, lo cual ha empeorado la relación intergeneracional por falta de una comunicación adecuada. Un informante contó su historia personal, y explicó cómo hubo de cambiar dos veces de escuela por razones de la discriminación que sufría, y, al final, fracasó en su vida escolar. En su relato, reprocha la indiferencia de sus padres hacia su situación en la escuela. No obstante, su madre confesó lo siguiente acerca de la experiencia escolar de su hijo:

B-Nora-madre: “Mi hijo me contó que unos compañeros se metieron con él. Sé que unos compañeros lo discriminaron en la escuela, pero ¡qué podíamos hacer! No conocíamos el idioma, no nos entendían, se extrañaban de nuestra queja y no fuimos capaces de cambiar nada” [42 años, emigrada en 2002].

Debido al bajo nivel educativo y al desconocimiento acerca de las escuelas portuguesas, los padres no saben cómo ayudar a sus hijos a negociar los conflictos que afrontan en la escuela. Por otra parte, al ser inmigrantes, la necesidad de sobrevivir se halla siempre en el primer plano de su preocupación. Las “cosas de niños” pasaban, en buena medida, desapercibidas.

La insuficiente comunicación entre padres e hijos también se relaciona con el estilo de crianza autoritario de los padres chinos y con la disparidad en el uso de la lengua en el seno de la familia. En primer lugar, la cultura china está arraigada en el confucianismo y el colectivismo, que valoran la armonía social y familiar, la piedad filial, la obligación familiar, etc. El estilo de crianza de las familias chinas está condicionado por su cultura, que espera que los niños escuchen a los adultos, sigan las reglas y crezcan en el respeto a los mayores, mientras los padres poseen la autoridad en la familia (Chao, 1994; Huang et al., 2017; Zhou, 2009). Debido al estilo de crianza autoritario, como manifiestan los entrevistados, los padres no suelen hablar con sus hijos sobre las decisiones “familiares”, ya que los padres consideran que ellos mismos son quienes toman las decisiones en la familia. Además, entre los inmigrantes chinos los padres siguen manteniendo la mentalidad de “trabajar para la familia” como una responsabilidad familiar que recae con mayor fuerza sobre los hijos, pero también sobre las hijas, mientras que los jóvenes quieren ser más independientes y vivir para sí mismos.

B-Luna-hija: “Mi madre nunca me ha hablado de su plan de invertir en un nuevo restaurante. Y ahora me obliga a despedirme del trabajo actual y a trabajar en nuestro restaurante” (21 años, emigrada a los 8 años).

B-Nora-madre: “Ella (su hija) no tiene opción. Ella es la hija mayor de nuestra familia: es su responsabilidad” [42 años, emigrada en 2002].

La disparidad de la aculturación lingüística es el otro factor negativo para la comunicación entre padres e hijos. Los padres y los hijos resultan aculturados a distintas velocidades, con el consiguiente desajuste en la comunicación. Mientras que los padres persisten en la comunicación en la lengua de origen, los jóvenes se acomodan a la de destino durante el proceso educativo. De acuerdo con nuestras observaciones, el ambiente lingüístico doméstico es híbrido y complicado. Las parejas adultas prefieren comunicarse en chino mandarín y en el dialecto del lugar de origen; los hijos de la 1,5 generación hablan el chino mandarín y el portugués, dependiendo del momento social, y reducen el dialecto de sus padres a la mínima expresión; los hijos de la segunda generación suelen hablar mejor el portugués que el chino mandarín, y, generalmente, no entienden el dialecto de sus padres. Además, las madres suelen manejar mejor el portugués que los padres varones y hablan más el portugués con sus hijos, en detrimento de la comunicación entre los padres varones y los hijos. El desnivel en el manejo de la lengua portuguesa entre los padres y las madres tienen que ver, en algún sentido, con la distinta inserción laboral de ellos mismos en Portugal. Al llegar a Portugal, los padres varones suelen trabajar como cocineros, obreros, acarreadores, etc., es decir, en profesiones que se caracterizan por la necesidad de servirse de la fuerza y de una baja exigencia en el dominio del portugués. Además, son trabajos ofrecidos dentro del nicho étnico, en el cual el trabjador encuentra un ambiente lingüístico escasamente favorable para la adquisición de la lengua portuguesa. Sin embargo, las madres trabajan como dependientas, camareras, cajeras, etc., y, aunque son empleos propios de la comunidad étnica, tienen más oportunidades para practicar el portugués, lo cual eleva su destreza lingüística. A todo ello, obviamente, se unen las diferentes aptitudes individuales para el aprendizaje de una lengua extranjera como la portuguesa.

Según las percepciones de los jóvenes, los padres varones presentan una imagen que responde a las características de ser silenciosos, autoritarios y menos participantes en la vida cotidiana, mientras que las madres desempeñan el rol mediador entre la familia y la sociedad anfitriona, y entre el padre y los hijos y las hijas. En consecuencia, los padres, que suelen comunicarse con sus hijos en chino mandarín o en el dialecto local, observan que la relación con los hijos ha de enfrentarse permanentemente a la barrera lingüística. Un padre confesó que una de las causas que le impulsan a fomentar el uso del chino es el deseo de que sus hijos le entiendan cuando él habla en chino.

La disparidad de la aculturación lingüística entre padres e hijos afecta, en algún sentido, a la cohesión familiar, ya que la lengua, además de ser una expresión de identidad, es, sobre todo, un instrumento de comunicación y de relación entre las personas (Edwards, 2009). La observación de casos ha permitido comprobar que la ruptura lingüística termina perjudicando la comunicación entre padres e hijos, ensanchando la brecha cultural intergeneracional y convirtiéndose en un caldo de cultivo de los conflictos familiares.

Conclusiones y discusiones

Los flujos migratorios de China hacia Portugal son heterogéneos con respecto a la procedencia, a los motivos y las formas de emigrar, pero también con respecto a la estrategia de asentamiento y al proceso de acomodo en la sociedad de acogida. Este artículo ha examinado los casos de cinco unidades familiares procedentes de la provincia de Zhejiang, las cuales se caracterizan por representar la emigración de la China rural a la Europa urbana, con objeto de dedicarse mayoritariamente al comercio étnico. A través del análisis de las experiencias y trayectorias vitales de los integrantes de las familias migrantes, tanto de los padres como de los hijos, se concluye que la aculturación es un proceso inevitable para estas familias, tanto de los padres como de los hijos, los cuales se ven sometidos a un proceso de cambio sociocultural por efecto de la emigración. Durante este proceso se experimentan negociaciones incesantes, tanto intrageneracionales como intergeneracionales, tantos familiares como extrafamiliares, tanto en el seno de la familia como en el entorno social. Por un lado, los padres, socializados en China, orientan sus actitudes a partir de la cultura de origen, concediendo primacía a conceptos culturales de mianzi, renqing y piedad filial, de los cuales dependen también sus proyectos migratorios. Por otro lado, los hijos que tienen una socialización mixta, o sólo marcada por la cultura de destino, frecuentemente se hallan afectados, en distinto grado, por estrategias de transnacionalización familiar. Estos jóvenes desarrollan su vida de una manera compleja, sometiendo todos sus actos a una negociación, bien sea en el ámbito familiar, en el étnico, o en el de la cultura de destino.

Los conflictos entre los padres e hijos pueden deberse a la “brecha de aculturación”, propiciada, entre otras razones, por la diferencia en los valores y las lenguas de origen y de destino. Ahora bien, algunos de los conflictos más intensos que viven son los que se vinculan con motivos más concretos en el seno de la familia, tales como los debidos al estilo de crianza por parte de los padres, a los efectos del ejercicio de la maternidad transnacional, a las barreras en el proceso de adaptación e integración en la escuela, y a la falta de una comunicación adecuada entre padres e hijos. En suma, las relaciones intergeneracionales de las familias migrantes chinas en Portugal están condicionadas tanto por los cambios generados en el difícil proceso de socialización de los hijos como por el complejo proceso de aculturación de las unidades familiares.

Nuestro estudio sólo se limita a una serie de muestras, cuidadosamente obtenidas, que nos permiten observar de cerca las situaciones de aculturación, conflicto y negociación en el seno de las familias migrantes chinas, y más en concreto en un conjunto de familias originarias de los pueblos rurales de la provincia de Zhejiang, generalmente con baja instrucción, propia de su condición de pequeños campesinos. Así que, en futuras investigaciones, creemos que será imprenscindible establecer distintos grados de analogías entre las familias inmigrantes chinas y las familias no inmigrantes, o entre las familias inmigrantes chinas pertenecientes a distintas situaciones sociales. En este último caso, los inmigrantes chinos llegados recientemente con la Golden Visa, cuyos hijos se educan en las escuelas británicas o americanas de Portugal, pueden ofrecer una interesante comparación. Por último, hay que destacar que, dentro de la comunidad china, se hallan complejamente entrecruzadas las distintas generaciones de migrantes, lo cual explica que, en futuras investigaciones, habrán de tenerse en cuenta más variables, y especialmente las de generación migrante, clase social, género y lugar de origen.

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1Mianzi es una expresión china que remite a la idea de imagen o de prestigio social. La persona lucha denodadamente a lo largo de la vida por mejorar su prestigio social. Esta lucha tiene mucha más importancia en la sociedad de pequeña escala del medio rural que en el espacio del anonimato urbano. Precisamente, la búsqueda del prestigio (mianzi) es una de las razones fundamentales que impulsa a muchas personas que viven en pequeñas comunidades aldeanas a la emigración.

2Qiaoxiang: significa el “hogar de los chinos de ultramar”, y se refiere a los pueblos que poseen una gran cantidad de emigrantes establecidos en el extranjero, como sucede en muchos pueblos y áreas rurales de Qingtian yWenzhou, los cuales pueden ser considerados como qiaoxiang en este caso. Véase, al respecto, el trabajo de Li y Wong (2018).

3Mantenemos contactos con este informante desde mayo del año 2021 hasta la actualidad. En su momento, nos hizo saber que a finales del año 2021 ha conseguido la tarjeta de residencia de dos años.

4Mai cha qian es un término antiguo que se refiere al dinero para pagar la cuenta de tomar el té durante el viaje.

5Renqing alude a la idea de favor, que es un concepto cultural clave que orienta las conductas de los chinos en el mantenimiento de las relaciones sociales.

6Yang liu shou er tong: se refieren a los niños dejados atrás en los lugares de origen, cuyos padres emigran al extranjero, entre los cuales algunos han nacidos en China, mientras que otros han nacido en el destino migratorio de sus padres y, desde allí, han sido enviados al lugar de origen de los padres. Este último caso es también conocido como “Satellite baby/Kid” en la literatura occidental. Debido a que los padres trabajan en los países extranjeros, las familias de yang liu shou er tong normalmente tienen mejores condiciones económicas que las de los niños dejados atrás en las zonas rurales cuyos padres emigran a las ciudades chinas por motivos de trabajo.

7Fuente de datos: https://www.pordata.pt/Portugal/Taxa+de+desemprego+total+e+por+sexo+ (percentagem)-550 (consultado en 29 de diciembre de 2022.

Recibido: 01 de Mayo de 2022; Aprobado: 14 de Noviembre de 2022

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