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Laboreal

versão On-line ISSN 1646-5237

Laboreal vol.18 no.1 Porto jun. 2022  Epub 30-Set-2022

https://doi.org/10.4000/laboreal.19107 

Pesquisa empírica

Nada de bestias. Trabajo de toros en la arena camarguesa

Ninguém é uma besta. Trabalho de touros na arena de Camargue

Pas si bêtes. Travail de taureaux dans l’arène camarguaise

No beasts. Bulls labor in the Camargue arena

María Fernanda de Torres Álvarez1 
http://orcid.org/0000-0002-7149-7646

1INRAE, Unité Iinnovación, Animal’s Lab, 1 rue de la Figairasse (appt82) 34070, Montpellier mfdetorres@gmail.com


Resumen

En este trabajo nos proponemos abordar la corrida camarguesa (CC) a través del trabajo animal. Abordaremos la carrera del Toro Biòu de Oro. El objetivo principal de la raza es la Course, un deporte basado en la competición de velocidad y agilidad entre humanos (razeteurs) y toros en Camargue, al sur de Francia. Identificamos una carrera de hasta 12 años, donde crece un conocimiento en el cuerpo, su inteligencia gracias a la exposición repetida al razateur. Hemos encontrado dos estéticas del deporte que tienen su correlato en el trabajo ganadero, ambas se dirimen entre la fuerza y una sumisión activa, lo que crea condiciones de posibilidad para disminuir o aumentar la humanidad y animalidad. Los hallazgos se sostienen en datos relevados por la observación participante de diez courses camarguesas y el análisis de archivos audiovisuales privados, y 15 entrevistas semidirigidas a razeteurs y ganaderos durante 2021.

Palabras-clave : trabajo animal; corrida camarguesa; cuerpos enriquecidos; oficio

Resumo

Neste artigo propomos analisar a corrida camarguaise (CC) através do trabalho de animais. Vamos abordar a carreira do Touro Biòu de Ouro, sabendo que o principal objetivo da sua linhagem é a corrida, um desporto baseado na competição de velocidade e agilidade entre humanos (razeteurs) e touros, no Camargue, no sul da França. Identificamos um percurso de 12 anos, onde um saber e a inteligência crescem no corpo do touro graças à exposição repetida ao razateur. Encontramos duas estéticas deste desporto que têm correlação no trabalho na ganadaria, uma identificada pela força e a outra pela submissão ativa, o que cria condições para diminuir, ou aumentar, a humanidade e a animalidade. Os resultados são baseados em dados recolhidos através da observação participativa de dez cursos em Camargue e da análise de arquivos audiovisuais privados, e 15 entrevistas semiestruturadas com razeuteurs e fazendeiros durante 2021.

Palavras chave: trabalho animal; corrida camarguesa; corpos enriquecidos; oficio

Résumé

Dans cet article, nous proposons d’aborder la course camarguaise (CC) par le travail des animaux. Nous abordons la carrière du taureau Biòu d’Or, sachant que l’objectif principal de son lignage est la Course, un sport basé sur la compétition de vitesse et d’agilité entre les humains et les taureaux en Camargue, aux sud de la France. Nous avons identifié un parcours de 12 ans, un savoir que se développe dans le corps et une intelligence qui grandit grâce à l’exposition répétée au razateur. Nous avons identifié deux type d’esthétique de ce sport, qui ont leur expression dans l’élevage, entre la force et une soumission active, ce qui crée des conditions de diminuer ou d’augmenter l’humanité et l’animalité. Les conclusions se fondent sur des données recueillies par l’observation-participante de dix cours en Camargue et l’analyse d’archives audiovisuelles privées, et 15 entretiens semi-dirigés avec des razeteurs et des éleveurs en 2021.

Mots clés: travail animal; course camarguaise; corps enrichis; métier

Abstract

In this paper we propose to approach the camarguaise bullfighting through animal work. We will focus on the Biòu d’Or bulls career, which is the main objective of the breed, the Course, a sport based on the competition of speed and agility between humans and bulls in Camargue, in the south of France. We identified a profession of up to 12 years, where knowledge and intelligence grow in the bull’s body thanks to the repeated exposure to the razateur. We have found two aesthetics of sport that have their correlation in the breeding labor, both of which are settled between strength and an active submission, which creates conditions of possibility to diminish or increase humanity and animality. The findings are based on data collected through participant observation of ten Courses in Camargue and the analysis of private audiovisual archives, and 15 semi-directed interviews with razeteurs and ranchers during 2021.

Keywords: animal labor; camarguaise bullfighting; enriched bodies; profession

1. Trabajo animal y Corrida Camarguesa (CC) ¿un cruce posible ?

La CC suscita pasiones tanto entre sus aficionados en el sur de Francia, como entre los anticorridas, quienes buscan liberar a los animales del yugo humano, aun cuando como se dice en Camargue “¡el toro no es sacrificado y termina su carrera en los campos !”. Es cierto, la CC no es española, como señala Saumade (2001). La primera es una inversión de la segunda, evitando la muerte del toro en pista. Para los movimientos anticorridas, quienes confunden ganadería con producción animal, y corrida española con la CC, el toro es un ser pasivo, objeto de la dominación y explotación en la arena y en el campo. Sus preceptos están basados en especulaciones morales que huelgan de observaciones empíricas. Entre los aficionados, se habla de una pasión que se canaliza en trabajo no remunerado entre las arenas y las ganaderías, y del descontento de la incomprensión que busca cortar sus lazos con los animales. Es evidente que el diálogo entre estas partes es inexistente. El centro del conflicto, como señala (Porcher, 2011), es el lugar de los animales domésticos en nuestra sociedad y particularmente de la ocultación de la relación de trabajo que caracteriza la relación. La propuesta del artículo es analizar las relaciones interespecíficas de la tauromaquia a través del trabajo animal, buscando contribuir a enriquecer la comprensión de la CC y de la complejidad de los lazos que unen a los animales y a los humanos. La entrada por el trabajo puede abrir también la posibilidad del reconocimiento y las mejoras en las condiciones de trabajo y de vida colectiva ya sugerido por (Porcher, 2011),, un camino que puede abrigar más respeto en la relación o menos inequidad como señala Despret (2011).

El trabajo animal puede ser abordado desde distintos puntos de vista, los cuales podemos presentar en dos grupos representados por dos obras colectivas, una tendiente a los enfoques normativos (Blattner, Coulter, & Kymlicka, 2020) y otro de corte empírico (Porcher & Estebanez, 2019). En el primero se busca descifrar cuáles son los trabajos que deberían hacer o no hacer los animales desde el punto de vista moral y normativo (Blattner, Coulter, & Kymlicka, 2020). Su resultado será la supresión de especies animales del mundo del trabajo y la importación de la agenda de derechos laborales de humanos a la vida de perros, caballos y pequeños animales domésticos (Blattner, Coulter, & Kymlicka, 2020).

Los autores de esta propuesta buscan identificar los elementos constitutivos de un buen trabajo, a lo que denominan trabajo humano, donde quedan fuera todos los trabajos en la ganadería y granja por ser reducidos a la muerte de los animales. Para los casos aceptados como trabajo animal, se ofrecen elementos para determinar la voluntad de los animales por trabajar y de los parámetros a tener en cuenta para determinar el carácter positivo de un buen trabajo: la realización personal, el placer, la autonomía y el respeto. (Blattner, Coulter, & Kymlicka, 2020) proponen la figura social de representante del bienestar animal que busque estar atento a las señales comportamentales que permitan identificar la conformidad o resistencia del animal al trabajo propuesto. Los autores finalizan por elaborar una proposición normativa de carácter especulativo (no empírico). Ciertamente, en uno de los dos casos empíricos que se exponen es el de la granja, en la cual la humanidad es reducida al interés y al intercambio del mercado, y aun cuando las vacas son presentadas como sociales, son reducidas a una comunicación posible con sus congéneres. Sin embargo, como Porcher, 2003) ha mostrado, la ganadería es también la posibilidad de establecer lazos creativos, es un oficio en el cual el objetivo principal es el cuidado del bienestar de los animales y donde las relaciones entre humanos y animales se pueden extender al amor, la amistad y al compañerismo (de Torres, 2017).

Las exploraciones empíricas sobre qué es el trabajo animal coordinadas por (Porcher y Estebanez, 2019) se despliegan sobre varias especies y distintos oficios, ofreciendo una serie de hipótesis que alimentan nuestro propósito. Para los autores, el trabajo animal : 1) es una fuente primaria de nuestra relación con los animales, lo que nos enriquece y ofrece otra libertad enmarcada en el concepto de una segunda naturaleza de Marx ; 2) requiere la movilización de competencias sociales adquiridas en el proceso de profesionalización ; 3) es también el resultado de la inversión subjetiva del mismo modo que los humanos se invierten subjetivamente ; y 4) es una modalidad central en la vida compartida entre humanos y animales gracias a la cooperación (Porcher y Estebanez, 2019). El trabajo en verbo, trabajar, se ubica entre el trabajo prescrito y el real, y es allí donde cada uno de los participantes deberán poner en juego su inteligencia y subjetividad para poder alcanzar los resultados. Los lazos intersubjetivos que establecemos gracias al trabajo podrán aumentar como disminuir el ser, como señala Dejours en el prefacio de (Porcher y Estebanez, 2019).

En otro trabajo, Porcher, 2011) se pregunta ¿qué le da la tauromaquia a los toros ? ¿Qué les promete el trabajo junto a los humanos ? ¿es todo lo que el toro puede querer ? ¿Qué es lo que los humanos podemos obtener gracias al trabajo con toros ? Y en concreto, ¿qué podemos crear junto a los toros camargués gracias al trabajo ? Entonces, ¿cuál es el trabajo ? y si existe una carrera como se escucha en las arenas ¿cuánto dura ? ¿cómo se realiza la selección de los candidatos ?, ¿cómo se desarrolla la carrera ? ¿Cómo es el proceso de desarrollo de competencias ? y, finalmente ¿cómo se transita el final de carrera ?

Para responder a estas preguntas hemos decidido asistir allí donde el trabajo tiene lugar, para observar a los animales y sentir su experiencia, e ir a conversar con quienes trabajan directamente con los animales intentando evitar las especulaciones previas cualquiera sea su naturaleza. La entrada al trabajo bovino en Camargue implicó andar entre ganaderos, hacer observaciones directas del trabajo del trabajo en los campos, y volver a la arena y observar el trabajo de la corrida camarguesa y andar entre razeteurs. Se entrevistaron a 15 personas (ganaderos y razeteurs), con preguntas abiertas sobre su oficio, su trabajo, sobre sus animales, el trabajo que realizan y cómo lo imaginan en el futuro. También realizamos observaciones en tareas concretas del trabajo de ganadería (vacunación, selección y traslado de toros a la arena, alimentación), y observación de 10 corrida camarguesa en vivo y otras 20 en archivos privados de distintos años. El trabajo de campo fue realizado en tiempos de la pandemia por Covid-19, lo que ha implicado la dificultad de acceso a los establecimientos y el cierre temporario de los espectáculos deportivos y artísticos.

2. Territorio y habitantes / los artefactos salvajes

La Camargue es una región al sur de Francia convertida en Parque Nacional 1970 por la riqueza biológica y cultural de sus humedales y lagos someros, y simultáneamente es el resultado de modificaciones sucesivas derivadas del control del agua para la agricultura y la ganadería. En este sentido, la Camargue ofrece un ejemplo contradictorio en tanto es por un lado un producto artificial del trabajo, como segunda naturaleza, y por otro una reserva salvaje, de la diversidad de formas de vida que componen una naturaleza otra (Maris, 2018). Los esfuerzos por la conservación de los flamencos rosas conjugó la articulación de intereses contradictorios en el territorio (Mathevet & Béchet, 2020), y su legitimidad para habitación la comparte con toros y caballos de raza camarguesa, presentados también como componentes salvajes del paisaje. Estas tres especies producen territorio con su sola presencia, y es gracias a la presencia de la ganadería extensiva abierta al cielo que ha existido la posibilidad de encontrar una diversidad de vida que proteger (Mathevet & Béchet, 2020). La Camargue, entonces, es el resultado de la manipulación hidráulica de la llegada de dos brazos de agua que forman el delta del Rhône, y de una diversidad de actividades humanas que han moldeado sus paisajes. Y al mismo tiempo, la representación de lo salvaje, de la naturaleza alteridad es el resultado de una deliberada construcción de instrumentos de política pública y esfuerzos privados para conservarla. Un artefacto salvaje.

Junto a caballos y toros, el paisaje camargués es distinguible por la presencia de la pasión bovina, por la tauromaquia, que es conocida como la fe de bioù, repartida en un sistema que une grandes ciudades, pequeños poblados y zonas rurales. La geografía de este territorio puede trazarse por las arenas dispersas entre ciudades y poblados, entre Nimes y Arles, Lunel, Beaucaire, Marsillargues, Saint-Laurent d’Aigouze, Le Cailar, esta última calificada como la meca de la CC (Maudet, 2006). Las corridas camarguesa y fiestas menores que gravitan las primeras, son una oportunidad de actualización de las tradiciones locales, de las jerarquías sociales, de distribución y de creación de riqueza.

3. La Corrida camarguesa (CC)

El presidente de la corrida anuncia el nombre del toro, de la manada a la que pertenece y su número de trabajo. ¡Uno, dos y tres ! Se abrió la puerta y sale el toro, junto a él la música, los gritos de la gente, las trompetas, ¡a la arena !. Es la primera vuelta de este toro, su primera vez, un poco nervioso mira para todos lados, de a poco la arena se puebla de hombres en blanco (razeteurs). En segundos el toro se resiste y embiste ; el razeteur esquiva y salta. Son quince minutos intensos, los destacados locales donan dinero que contribuyen a elevar el precio de los atributos que porta el toro en su cabeza y que deben atrapar los razeteurs, que corren ágiles, saliendo y entrando en pista. Otra vez los razeteurs saltan a la arena, se miden, se acercan, esquivan y saltan, el público aplaude al toro y el juego ; y se abre la puerta del toril, un toro con una campana en el cuello (Simbeu) lo viene a buscar para sacarlo de la arena. Luego al camión y de vuelta a los campos. Durante la contienda su ganadero - en provenzal manadier - es el más atento, su intuición se pone a prueba en el desempeño de su toro, el resentir de quienes juegan con él, del público. Probablemente el ganadero rumie sobre este toro, y quizás hasta lo sueñe, evaluando si necesita más tiempo y oportunidades o simplemente no da la talla para hacer carrera en la arena. Uno, dos, tres, ¡sale otro toro !

Así desde marzo a noviembre, las CC se repiten en todo el territorio camargués (850 corridas por año), con un público estimado de 17 mil personas por fin de semana en la región, según el Museo de Camargue. Cada arena organiza su agenda gracias a la participación de voluntarios y apasionados de la CC, y a los administradores locales, buscando componer arenas atractivas para el público. En cada una de las jornadas de CC pasan al menos tres toros de distintas ganaderías en tiempos de 15 minutos (más o menos). En medio de la tensión de la pista uno escucha cómo algunos ciudadanos pueden resaltarse gracias a la generosidad de sus donaciones para aumentar el precio de los atributos que los razeteurs recuperan. Una suerte de redistribución de la riqueza local ofrecida como don, proyectado hacia un imaginario de prestigio que organiza la vida social en los pueblos de Camargue. En este sentido, la creación de trofeos, durante la segunda mitad del siglo XX, ha permitido organizar y cargar las agendas de los pueblos, y con ello, una re-dinamización de la economía local. Las CC postguerra tienen algunos momentos dorados en la memoria regional y particularmente asociada a la personalidad de uno o dos toros, que mantuvieron cautivado a su público y aseguraron la abundancia. Así, aparece el toro como símbolo de renovación de los ciclos de vida, como representación de la abundancia, de un ser que está entre el cielo y la tierra (Pastoureau, 2020). Vovo fue uno de estos toros, y en reconocimiento de su trabajo en las arenas se levantó una escultura en su pueblo de origen y vive en la memoria de los aficionados como lo hiciera una deidad.

La estrategia económica y vital de las ganaderías es la de abrirse al público. En efecto, es gracias al trabajo no remunerado en la organización de las CC, pero aún más en el trabajo mismo de la ganadería, que la presencia de voluntarios es vital y frecuente. La figura principal entre éstos son los guardianes, una entidad mixta humano-equino, que participa en la organización de la vida de la manada para su agrupamiento, separación, etc. En mi trabajo de campo he visto también personas que participan en los trabajos más duros, sin caballos, como por ejemplo en la colaboración para la vacunación y otros cuidados veterinarios hacia los bovinos. Esta clase de trabajo no sólo es exigente físicamente, sino que además es muy peligrosa, y a pesar de ello, las personas se presentan junto con el sol en la manada para dar inicio a su jornada de trabajo con animales. Su recompensa es el día compartido entre amigos, pero sobre todo la cercanía con el toro, el paisaje de los humedales abiertos al cielo, la posibilidad de un trabajo con sentido. En Camargue la referencia a la pasión como motor del trabajo y productor de territorio es más que frecuente. Y todo se concentra en la pasión por el toro, que se derrama para todos lados, hacia los caballos, las aves, el paisaje, entre otros. Es la pasión de ganaderos, guardianes, razeteurs y aficionados que actualiza el territorio y revive la tradición. Es difícil encontrar estimaciones sobre la riqueza material que se produce en torno a la CC. En 2011, se calculaba una producción de 27 millones de euros según el conservador del Museo Regional de Camargue. Sin embargo, la mayoría de los ganaderos deben realizar una actividad suplementaria para poder cerrar sus cuentas, con lo cual es frecuente encontrar una división del trabajo del hogar, donde una parte es dedicada a la ganadería y otra a la creación de ofertas dirigidas al turismo, la agricultura, e incluso la ganadería de carne de razas especializadas, la formación de caballos para el trabajo, así como espectáculos artísticos con toros, vacas y caballos.

Las poblaciones bovinas de Camargue son mayormente de dos razas, una es la raza camargue conocida como Biòu, para las CC, y otra, los toros bravos, que son preparados para la corrida española. Ambas razas se crían extensivamente en un total de 50 mil hectáreas para una población de 25 mil bovinos (tan solo 5000 son de la raza Bravo), en 220 manadas según la Federación de Manadiers. Ambas razas tienen su manto negro, con lo cual producen un mismo efecto en el paisaje, y junto a los caballos blancos de Camargue y los flamencos rosas señalado antes por (Mathevet y Béchet, 2020), producen colectivamente el territorio. Un bestiario camargués en el que podríamos incluir también a los mosquitos en su producción de frontera territorial para los extranjeros (Claey, 2009) (). Pocos años después del reconocimiento a la Camargue como un Parque Nacional (1971), se organizaron los grupos profesionales por especie y raza, de manera de ofrecer un marco institucional a sus acciones, acordar el estándar de cada raza y llevar un registro de cada genealogía. Es probable también que la necesidad de agruparse y actuar de forma institucional les permitiera tener otro peso en la coordinación con todos los actores de Camargue.

La raza que nos importa para este trabajo es la Biòu, como se mencionó antes, de pelaje negro, con cuernos en forma de lira, fuerte en la base y afinada hacia las puntas, un cuello más bien fino y alargado. Son animales más bien ligeros (hasta 270 kgs hembras y 450 machos adultos) y ágiles, su altura es de hasta 130 cm los machos y poco menos las hembras. La cabeza del toro es fuerte, tiene una frente amplia y un poco hundida, la línea del lomo es elevada al inicio, sus cuartos traseros no son muy desarrollados, sus miembros son más bien finos y su cola es fina y de pelaje largo y abundante. Este es el estándar de la raza, que son los rasgos básicos de identificación, luego cada ganadero tiene un margen de libertad, según sus competencias, para imprimir su manera de pensar e imaginar sus toros.

Los sistemas de trabajo se organizan en base al pastoreo a cielo abierto de las poblaciones bovinas (1,4 UGB/has) separadas por sexo y por especialización, y van rotando entre las parcelas de tierra hasta que en invierno se le complementa por la escasez de gramíneas y hierbas invernales. Casi diariamente se realizan visitas a las manadas para acompañar el desarrollo, controlar el estado del potrero, evaluar el ambiente y sobre todo, para seguir pensando en los toros. Las poblaciones bovinas tendrán una rutina de evaluación de su salud, además de ver su estado físico el control sobre las poblaciones bovinas es equivalente a sus congéneres especializadas para la producción de carne o leche. El principal objetivo es principalmente conservar las calificaciones sanitarias de la producción nacional libre de virus tales como la brucelosis. Para ello, los establecimientos ganaderos deben contar con una infraestructura adecuada para animales que no son a priori dóciles y que no toleran la proximidad (punto de fuga), y por lo tanto, con tendencias a resistir o disuadir. Se necesitan materiales duros y pensados para la protección de unos y otros, dado que la fuga de un toro puede resultar dañina para humanos y bovinos. Es frecuente entonces que los ganaderos cuenten con toriles, una especie de contenedores semiabiertos por el techo, donde se encierran los animales en pequeño número, para sacarlos de a dos o tres. En muchos casos el trabajo se acompaña con la voz, nombrando a cada uno de los toros para pedirles su cooperación. El trabajo en esos casos es uno de cuerpo a cuerpo, de fuerza y forcejeo para fijar los cuernos, de manera de poder manipular heridas o hacer posible la vacunación. Pero también implica serenidad para no apurar el trabajo, para darse el tiempo y si es necesario volver a empezar, la paciencia y la escucha no solo acarrea la simplificación del trabajo para los toros, es también el caso para los animales.

Algunos ganaderos desarrollan sistemas de trabajo basados en la fuerza y menos en la paciencia y la espera, bovinas utilizando a favor la tendencia a la fuga de los animales, su comportamiento de presa, una forma de trabajo que, según los razeteurs y otros ganaderos, produce animales muy reactivos y menos inteligentes, menos reflexivos, “más brutos”. Del otro lado, una aproximación más calmada, sin apuros, con una tranquilidad que es recordada en el campo cada vez que algún guardián se apura. Ambos sistemas de trabajo producen relaciones diferentes y condiciones de desarrollo distintas, tanto para bovinos como para humanos. La tranquilidad o la fuerza son un distintivo de formas de trabajo con los animales en el campo, y en muchos casos ésta última produce sufrimiento en forma de agotamiento físico y frustración en la comunicación o violencia contenida tanto para toros como para humanos. El trabajo en la serenidad abre la condición de posibilidad a la comunicación entre las especies invertidas en el trabajo de la ganadería, y por lo tanto, más libertad para expresarse en el trabajo y a través de él. Volveremos sobre ello más adelante.

Es frecuente también escuchar hablar la ganadería de Camargue como la ganadería de toros, dejando al interlocutor pensando en el rol de las hembras. La selección de las vacas para la reproducción se realiza en la arena. Cada ganadero tendrá su manera de hacerlo, cada uno dispondrá su atención en los signos que entienda significativos gracias a su experiencia. La vaca es la que, según los ganaderos, hereda el mental al toro, el carácter moral que es vital para el deporte, y por ello la selección de las madres es vital aun cuando quedan frecuentemente en un segundo plano de la narrativa camarguesa. En relación a la selección de vacas un ganadero me precisa “yo lo que hago es hacerlas correr mucho, hasta agotarlas, para saber si aún en el cansancio físico, el mental se encuentra sólido, la moral alta y la disposición al combate intacta”. Las vacas reproductoras son quienes, junto a los Biòu de Oro, y algunos Simbeu llegan a edades más longevas en los campos.

Además de la reproducción, las hembras tienen un empleo zafral en el turismo y otro más estable en la educación de los caballos para el trabajo en la ganadería de toros. Para ambos oficios las hembras son reconocidas en pista por sus aptitudes para el trabajo, para el primer oficio harán las veces del Biòu pero esta vez abierto a la participación no profesional y como suerte de CC secundarias dirigidas al turismo. En el caso del oficio de educador, la vaca, más pequeña y menos peligrosa, va a servir para entrenar al caballo en el contacto, en la interpretación de los movimientos bovinos, en su comunicación con el jinete en contexto para aprender a anticipar. Finalmente, el contacto próximo con estas vacas educadoras las transforma, en ocasiones, en potenciales artistas para trabajar en demostraciones de capacidades adquiridas junto a caballos, gracias al trabajo en el campo.

4. Los oficios de los machos

La ganadería camarguesa le ofrece a los machos bovinos tres tipos de trabajos bien diferenciados : el Biòu de Oro, el Simbeu (o toro Zen) y el Reproductor/a.

El trabajo de reproductor está bien claro a priori: se eligen los caracteres y las líneas genealógicas que se quieren privilegiar, y se libera el macho con las hembras seleccionadas para una fecundación natural (por oposición a la fecundación manual realizada por un técnico, como en el caso de muchas ganaderías de carne y leche). Para la selección de los machos reproductores es necesario, como con todos los toros, llevarlos a la arena para evaluar su desempeño, ver cuál es su naturaleza, su carácter ; y así decidir si será o no el reproductor. A veces los rasgos valorados por el ganadero son sutiles y tienen que ver con cómo se imagina su población bovina, hacia dónde quiere llevar su población y esto no siempre responde a la búsqueda de animales más agresivos. En ocasiones se hace referencia a un gesto, a cierta resistencia, a una posibilidad de expresión de sí junto a los animales.

Los otros dos oficios bovinos son ofrecidos a los toros son el Simbeu y el Biòu de Oro. Ambos puestos requieren un cierto interés de los animales por el trabajo junto a humanos, un cierto gusto por el contacto. En este sentido es que comienza el proceso de selección de los candidatos. El primero, Simbeu es una suerte de toro Zen, un individuo más bien de carácter tranquilo e inteligente, seleccionado principalmente para liderar las tareas de campo. El trabajo del Simbeu tiene al menos dos tareas bien diferentes, una es la de& colaborar con el ganadero y los guardianes en el momento de clasificación y separación de individuos dentro de un grupo de toros. En el primer caso, vemos cómo el Simbeu se coordina con el caballo y el ganadero, levanta la cabeza y se dirige hacia dónde buscan llevar la tropa, facilita y colabora. Hay como una traducción que se opera en el trabajo con la manada, como si él fuera quien interpreta al guardián (caballo/humano) y lo traduce en bovino, lo cual tiene un efecto pedagógico para los que repiten la escena y son más jóvenes. Los toros aprenden junto al Simbeu a trabajar en las tareas de campo. Para el caso de la ganadería de renos Tim Ingold, 1988) explica cómo las cohortes de renos aprenden unos con otros el oficio que deben cumplir con los humanos, hay siempre alguien que comprende qué es lo que hay que hacer y está encargado de enseñarle a los otros, una especie de traductor entre las especies. Menos exótico que el reno, el toro Simbeu es también un traductor.

La otra tarea del Simbeu es el de asegurar, de dar familiaridad y calma al Biòu de Oro, y es por ello que lo he llamado Zen. En las arenas los toriles son dobles, para así poder alojar al equipo bovino para esperar el momento de correr. Al final de una CC el es necesario bajar la adrenalina del encuentro en el toro Cocardier, comenzar el cuidado del mental gracias a la confianza que le brinda el Simbeu y así poder emprender el transporte hacia los campos. Es interesante notar que para este trabajo es necesario no sólo el carácter Zen del toro sino también una inteligencia necesaria para comprender las tareas y poder coordinar la cooperación del grupo o de un individuo. Los toros Simbeu, como los Cocardier, provienen de líneas genealógicas distinguibles, lo que lleva a los ganaderos a sostener el componente hereditario del carácter y del mental entre los bovinos. La entrega en el trabajo, su inversión en la realización de un buen trabajo y una buena carrera es reconocida por el ganadero en forma de retiro en los campos hasta la muerte. En ciertos casos incluso recibiendo el mismo tratamiento ritual equivalente al que reciben los Cocardier.

5. La carrera de Biòu de Oro /trabajo de Cocardier

El trabajo Cocardier construye la carrera hacia el Biòu de Oro, la razón de ser de la raza camarguesa, su participación en las CC. Para este trabajo los candidatos son todos los machos entre 3 y 4 años, quienes son llevados a la arena para probar sus cualidades para el trabajo. Las pruebas en pista despejarán los potenciales de los animales en el deporte, algunos tendrán una sola oportunidad, otros por gracia de una corazonada, una intuición del ganadero, encontrarán otras oportunidades de desarrollar su carrera. En el proceso de selección de los candidatos a emprender la carrera de Cocardier, de reproductor y Simbeu, quedan fuera los animales que expresarán su desinterés por el trabajo junto a humanos y por el deporte, serán valorados por la marca de origen AOP (designación de origen protegido a partir de 1997 para la carne de raza camarguesa) para la comercialización de su carne. La producción de carne podría estimarse en 240 toneladas anuales, y un peso medio por carcasa de 160 kilos según las estadísticas disponibles de la AOP camargue. A pesar que la carne hace parte de la economía de la ganadería camarguesa, los ganaderos no piensan los cuerpos bovinos como lo haría un ganadero especializado en razas de carne. En efecto, mientras que los ganaderos de Camargue están concentrados en imaginar el carácter, la personalidad y el mental de sus animales, y por lo tanto, menos concentrados en las líneas de sus cuerpos, la velocidad de engorde, entre otras. Unos piensan en una belleza que se expresa en su destreza en el deporte, en su mentalidad y su capacidad creativa en la pista ; otros pensarán en una belleza de líneas equilibradas, simétricas y fuertes, capaces de conducir cuerpos productores.

La carrera de un Biòu de Oro puede alcanzar 12 años en los que el toro crecerá en su carácter, en su conocimiento de la arena, de los razeteurs, del funcionamiento del deporte y de las posibilidades que le brinda la pista. Fuera de la arena, su vida se pasará entre otros toros de su raza a cielo abierto en los campos de Camargue, alimentado en la pradera natural y complementada en invierno cuando las pasturas son insuficientes para conservar su estado físico. En algunos casos, y luego de una CC que ha demandado mucho esfuerzo, los toros pueden recibir el tratamiento de un osteópata y cuidados necesarios para su mejor recuperación, física y mental. La publicidad de cada una de las CC tendrá su imagen en el centro, y se promocionará con su nombre que resonará entre los aficionados muchas veces incluso aún después de su muerte.

5.1. El proceso de selección

El objetivo o más bien, el sueño de un ganadero es el poder producir un Biòu de Oro o más aún, una especie de deidad bovina encarnada en su toro, como aparece raramente señalado en el libro genealógico de la raza. Entre éstos existe un puñado de toros que aún están impresos en la memoria del territorio, no sólo en esculturas en pueblos o lugares de origen, sino vivos en la memoria oral, en lo que se cuenta y lo que se escucha entre las arenas. Una suerte de deidad de la antigüedad reúne dos características bien importantes : la primera, una personalidad bien diferenciada y fuerte, el toro, dicen, desplegaba su carácter y hacía sentir miedo en el público y a los razeteurs, transmitían una inquietud e inseguridad en el otro como no lo hacían los otros toros. La segunda característica es que representaron también la abundancia material para los pueblos, allí donde el toro realizaba la CC, y la actualización del territorio camargués. Ciertamente, estos toros tan particulares atraían tanto público que las arenas desbordaban, dejando gente afuera gritando el nombre del toro y alimentando el espíritu de la tauromaquia. Vovo o Goya, entre otros tantos, son recordados y venerados, las memorias de aquellas arenas están impresas en sus aficionados y tienen un lugar muy especial para sus ganaderos. “Escuchar el nombre de mi toro cantado por toda la arena, y a veces hasta mi propio nombre no tiene comparación” recuerda un ganadero mientras la emoción le corta la voz. Es interesante notar como el reconocimiento del trabajo del ganadero se manifiesta también como identidad entre el toro y su ganadero. Los nombres de las familias y los animales se trenzan, contando una historia de trabajo entre humanos, bovinos y equinos en la que se descubre la plasticidad física y temperamental de unos y otros que terminan por crear una diversidad de horizontes de humanidad y animalidad gracias al trabajo. La intimidad de las relaciones entre animales y ganaderos es del tipo familiar, las fotos de los Biòu de Oro se mezclan entre las fotos de la familia, manifestado su lugar como ser muy querido y cercano (Saumade, 1995). “Al final era como nuestro bebé” me dijo la ganadera recordando a un toro deidad.

Una vez pasado en pista, el candidato a Biòu de Oro es castrado de tal manera de tener un desempeño regular en cada salida a la pista y no dependiente de la oscilación hormonal, como bien señala (Saumade, 2001), pero también porque simplifica el manejo de los animales en el campo. Es evidente cuáles son las complicaciones en el campo de tener muchos toros ‘hormonales’, en la organización del pastoreo, para el manejo en tropa, para los manejos que implican mayor proximidad, entre otros. Entonces no es sólo una cuestión de rendimiento regular, sino de la organización del trabajo, el trabajo en pista sí, pero también el trabajo en el campo.

El desempeño en pista, como se dice vulgarmente en el mundo de la bouvine (los apasionados por los toros de Camargue), manifestará un carácter del animal, un cierto espíritu para el deporte o el juego, una forma de hacer y ser frente al desafío, que puede ofrecer ideas de nombres propio a su ganadero. En efecto, la pista es el lugar de pruebas para el trabajo fundamental, y para el toro, ésta instancia puede significar el inicio de una vida pública fuera de los campos, mientras una personalidad doméstica queda reservada para sus próximos (ganaderos, guardianes y familia). Así como le ha sucedido al toro llamado Sanglier, uno de los toros más famosos en el territorio camargués por su fiereza y astucia, mientras en su vida privada dormía en la cercanía de su ganadero, en la entrada misma su casa. Darle un nombre a los nuevos candidatos es bien importante, y en torno a los más famosos existen muchas narrativas sobre el origen de cada uno. Y es que la importancia del nombre propio indica el reconocimiento de una subjetividad, de seres individuales con intereses propios, con emociones y personalidad propias, y por lo tanto, de la posibilidad de relaciones intersubjetivas significativas (Hoquet, 2013) gracias al trabajo (Porcher, 2012). Así como los toros, otros animales son capaces también de dar respuestas significativas a los gestos, a la voz y la presencia humana (Porcher, 1999, 2012 ; Coy, 1998 ; (Bekoff, 2007/2013; Mouret, 2012; Despret, 2013). Más adelante veremos la emergencia de la subjetividad en la arena.

5.2. ¿Trabajo de bestias ?

Las vacas y los toros no son vistos como los animales más inteligentes del reino animal, quizás más bien están ubicados entre los menos dotados, frecuentemente considerados como bestias. La idea de bestia se encuentra normalizada hoy en día, incluso hasta llegar a la reducción del animal a cosa cuando es considerado por la economía nacional como carcasa o proteína animal, u organismo vivo sensible (capaz de sentir dolor) definido así por el legislador, y explícitamente sin inteligencia y sin mundos de sentidos, de comunicación y de autonomía (Porcher, 2004). Es al impulso de las disciplinas del progreso industrial como la zootecnia que se encuentran al inicio del proceso de des-animalizar al animal, de la destrucción de su carácter vivo, a fin de saldar su entrada al sistema de producción y de la renta (Porcher, 2004). Si es una bestia, o peor aún, si es una cosa, más fácil la banalización de la violencia industrial o simplemente la violencia. Y aún más, esta representación del animal des-animalizado oculta el proceso mismo del trabajo en el cual deviene (Porcher, 2004).

La docilidad, frecuentemente confundida como falta de inteligencia es seleccionada favorablemente entre los bovinos de las razas especializadas de carne y leche, que representan la mayoría de la población bovina en el planeta y con la cual asociamos rápidamente a la hora de pensar en un ejemplar de la especie. La razón principal de esta selección es la de facilitar el manejo de grandes poblaciones de animales sin mayor dificultad ni riesgos, o en pequeñas cantidades de individuos, pero con un trabajo intensivo. En resumen, para atender el ritmo y la escala industrial. La selección genética de la docilidad ha llegado, en la segunda mitad del siglo XX, a eliminar los cuernos (e.g., polled Hereford), lo que redunda en la supresión de la expresividad al máximo en aras de mayor homogeneidad. La expresividad de sí, de la singularidad queda fuera de la estética de la industria, lo que busca es la repetición de cuerpos dóciles y homogéneos, una misma estética que se encastra en sus mecanismos de transformación. Esta búsqueda de la supresión de la expresividad de sí es tan evidente en los bovinos de carne que muchos ganaderos de raza Hereford en las praderas de Uruguay me confiaron su aburrimiento en el trabajo frente a sus poblaciones dóciles. En muchos casos la búsqueda por dinamizar el trabajo se realiza a través de cruzas, como lo es el caso de razas zebú en la sangre de su manada (creando la raza Bradford), de manera de tener más expresividad del carácter de los animales y poder aumentar la posibilidad de expresión en el trabajo también para el humano (de Torres, 2017). Además, mientras la homogeneidad de la raza Hereford estipula un crecimiento continuo y homogéneo y por lo tanto, una provisión homogénea a lo largo del año, una anulación de la expresividad de las plantas. La expresividad de sí, de las poblaciones bovinas y del trabajo ganadero abre la posibilidad de una variabilidad de comportamientos que permitan adaptarse a la expresividad vegetal (por estaciones), de naturaleza no homogénea.

Y es que el trabajo establece un lazo, y por ser este relacional, si una de las partes está adormecida o seleccionada para la supresión de la expresión de sí, al otro lado de la relación no habrá mucho margen para la expresión. A propósito de lo cual es frecuente que los ataques al oficio del ganadero, y más aún entre en la ganadería extensiva, comporten un menosprecio al valor y complejidad de su conocimiento. La ganadería extensiva, y el ganadero en particular, tiene una doble desvalorización de su riqueza inmaterial basado en dos ideas recibidas. La primera se sostiene en torno a una versión disminuida de las poblaciones bovinas, reducidas a seres sin subjetividad, sin voluntad y de una simplicidad que su manejo no requiere mayor conocimiento. De alguna manera, las poblaciones bovinas se hacen solas y con más vigor, aquellas poblaciones que dicen ser salvajes o más libres. La segunda, está vinculada al sustrato alimenticio, y es que el pastoreo en fuentes naturales, es decir no agrícolas, que crecen sin ser cultivadas, parecen también carecer de conocimiento y trabajo del ganadero o la ganadería. Más aún, por ser campos que crecen naturalmente, la crítica viene de una representación industrial de producción de biomasa vegetal, y menos de un manejo de la vida vegetal a favor de la creación de ambientes óptimos para el desarrollo animal gracias al trabajo (de Torres, 2017).

La contracara de la naturalización de la docilidad es la reducción de la relación de trabajo a una relación de dominación y explotación. Ciertamente, las formas industriales de producción animal despliegan su violencia y afectan al estatuto mismo del ser animales y de los humanos (Porcher, 2012), como de los vegetales que participan en el sistema (de Torres, 2017). Sin embargo, ni todo es producción animal, ni todas las poblaciones bovinas son forzadas a reducirse a funcionar (como lo harían las máquinas), como tampoco las relaciones de trabajo pueden ser disminuidas a la dominación. Alcanza, para los fines de éste trabajo, con ir a preguntarles a quienes trabajan diariamente con poblaciones animales (Ingold, 1988; Porcher, 2012 ; Fudge, 2014) para encontrar seres vivos afectivos, comunicativos e inteligentes inteligente (Porcher, 2008).

La ganadería es una profesión que tiene un poder creativo enorme, en donde el ganadero puede soñar nuevas poblaciones bovinas e intentar conducir las propias en la dirección de su imaginación, con los límites y la resistencia que lo real le representa (de Torres, 2017). En la ganadería de carne y leche, el centro de la atención del ganadero se concentra en imaginar los cuerpos (las líneas y colores, los rostros), la fisiología, las capacidades reproductivas y el comportamiento, que ocupa un lugar menor dada la sistematicidad de la genética de razas tendiente a suprimir la expresividad (de Torres, 2017). Así una variedad de poblaciones bovinas de una misma raza surgirá de la diversidad de ganaderías, respondiendo a un gusto personal como a las competencias que el ganadero desarrolle para expresar su individualidad en los cuerpos bovinos (de Torres, 2016). Los ganaderos serán reconocidos por los cuerpos de sus animales y menos por el comportamiento.

En Camargue la ganadería de bovinos de raza camarguesa, busca hacer crecer individuos expresivos, que se acerquen lo más posible a la idea de salvaje, dispuesto al contacto humano y al aprendizaje. La raza Camargue se postula como la raza más cercana del antepasado asiático Aurochs, y por lo tanto, más expresiva o como es frecuentemente descrito, agresivo e inteligente (Saumade, 1998). Así como su territorio, ambos estados salvajes son buscados y producidos gracias al trabajo. A diferencia de la ganadería de carne y leche, como ya se mencionó antes, en la ganadería para la CC el ganadero sueña y piensa el carácter, la personalidad de sus animales y de su capacidad de expresar su singularidad. En otras palabras, la ganadería para la CC exalta la singularidad, la busca y la promueve, y las poblaciones bovinas que emprenden una carrera tendrán un nombre propio, lo que será un marcador de su singularidad. El mental, la personalidad, lo que transmite es tan importante para su participación en las CC que el equilibrio de las líneas de su cuerpo, acompaña el esplendor del deportista que deviene Oro.

En concreto, ¿cómo podemos ver la inteligencia del toro ? ¿Cuáles son las variables a tener en cuenta ?. La verdad que estas preguntas parecen evidentes a responder cuando uno se enfrenta a asistir a las primeras CC, algunas son intempestivas y pasan muy rápido, otras son más tediosas, se puede pasar de una que no estimula a otra que nos seduce (aún para los ajenos a la pasión bovina). Pero en ¿en cuál de estas CC el toro mostró ser inteligente ? El problema es evidente y me valió muchas exposiciones a las corridas y horas de observación de los toros en el trabajo en campo, de discusión con los razeteurs y ganaderos, para familiarizarme con los animales y la lógica del trabajo. Y en relación al trabajo en la arena lo más sugerente fue ir a discutir con los razeteurs y ver qué dicen los tratamientos de las ciencias sociales sobre su trabajo, y desplegar así la relación con el bovino.

5.2.1. La formación de razeteurs

Aunque la muerte del toro no forma parte de la CC, la muerte no puede reducirse a lo simbólico, dada que la muerte de los razeteurs es real y frecuente debido a la peligrosidad de los animales, como ha sucedido a lo largo de mi trabajo de campo. Este carácter de peligrosidad es vital para comprender el tipo de deporte en el cual se invierten los razeteurs, y explica el llamado al coraje de los jóvenes que subraya la Federación Francesa de la CC. En el caso de que la muerte llegue a la arena, se dará un tratamiento ritualizado, una despedida marcada por una actualización de las jerarquías del territorio y de los aficionados de la tauromaquía. Razet o raset, es el nombre en francés del gancho metálico que utilizan los hombres -de allí viene su nombre, razeteurs- para atrapar las cocardas atadas a la cabeza del toro.

La iniciación al razet es descrita como un primer acercamiento a la pasión bovina que termina por atrapar al individuo, por despertarle la curiosidad y el interés por la arena, por los toros y el ambiente que lo envuelve. Así entran a las escuelas de razeteurs, rurales y peri-urbanas, donde recibirán un entrenamiento guiado por profesionales más experimentados y con cierto reconocimiento, compuesto por la demostración y ejecución de gestos (atrapar, correr y saltar). La jornada de formación típica comienza por un calentamiento muscular de los jóvenes aspirantes, sigue sobre los aspectos técnicos del razet y finaliza en un estiramiento (Allemand & Gleyse, 2005). El aspecto técnico radica en la mecanización del movimiento del gesto (atrapar, correr y saltar) . (Allemand y Gleyse, 2005). Sin embargo, si se tratara de una mecanización podríamos reducirlo a una simple repetición de la identidad del movimiento, donde los razeteurs son apenas ejecutores sin mayor capacidad a imprimir su diferencia, de su expresión de sí. Parece que me repito. Los mismos autores recogen la voz de los razeteurs y aspirantes, subrayando que todos señalan que hay tantas formas de realizar el razet como de razeteurs, pero si es una mecanización ¿cómo se explica la singularidad en el razet? ¿cómo explicar la emergencia de las formas estéticas del deporte ?

La formación se concentra en dos partes, una es la de emular al toro para que los colegas puedan imaginarse en pista, y aunque parezca anodino o simple, encarnar la alteridad en sí, imaginarse el cuerpo bovino, sus movimientos y sus desvíos entre los aspirantes a razeteurs. Este rol instruye el cuerpo de forma sutil. La otra parte, es aprender de su propio cuerpo, de sus velocidades de respuesta y adaptación, de su disponibilidad a integrar las distancias y las alturas para ponerse a salvo frente al toro. Cada intento es diferente al siguiente, dado que debe integrar el movimiento del otro y anticiparlo para crear un nuevo movimiento adaptado a la nueva situación. Así los iniciados en el razet harán crecer un conocimiento en su cuerpo gracias a la exposición repetida a la variabilidad de situaciones con cada toro, y en la variabilidad del carácter y el mental del día propio y ajeno. En este contexto no es posible la sola reproducción mecánica de un conjunto de conocimiento dado, de una técnica, sino la creación (generación) a través de la improvisación ahí donde la imitación de los gestos no es suficiente. La improvisación en la arena requiere, en una estética de elaboración colectiva, la sumisión activa al movimiento con el otro, al acto de hacer con el otro (Ingold, 2000, 2013, 2015). La improvisación, señala (Ingold, 2000 tiene tres características : es generativa en el sentido que produce formas fenomenológicas de la cultura a lo largo de la experimentación de la vida ; es también relacional, en el sentido que la performance se coordina en relación al otro, a sus movimientos. Y finalmente, la improvisación es también temporal, dado que se implica en un proceso (Ingold, 2000).

Los aspirantes tendrán la oportunidad de entrenarse con toros de tamaños adecuados a la media de los aspirantes y con los cuernos protegidos para evitar la exposición a un peligro mayor. En pista, probarán muchas veces acercarse y anticipar, saltar y volver a entrar, cada uno encontrará una forma de hacer que le da sentido, que le permite expresarse en el movimiento y en la relación a las reglas del deporte. Recién al momento de la prueba final, que transforma el candidato en razeteur, se enfrenta a un Biòu a cuernos desnudos y su desempeño será evaluado por razeteurs experimentados. Allemand & Gleyse, 2005) sugieren que este proceso es posible considerarlo como un rito de iniciación, el cual para ellos comienza con una etapa de marginalización del individuo y continúa con las etapas antes descritas. La idea de separación del candidato es dibujada por los autores por una publicidad negativa sobre el individuo acerca de su higiene de vida y a veces más allá. Lo cierto es que los candidatos vienen de zonas periféricas de las ciudades o zonas urbanas, y por lo tanto puede confundirse un estigma de clase, e incluso de trazas de una masculinidad a la John Wayne, en esta fama que anuncian Allemand & Gleyse, 2005) al inicio del ritual.

Sin embargo, para poder participar en las CC los razeteurs hacen prueba de un estado físico de un profesional del deporte, tienen que tener la fuerza y velocidad para poder desplazarse en la arena, cambiar de dirección con la mayor velocidad de respuesta y ejecutar saltos sobre la barrera. Y aún si cuando los miramos parece no ser tan difícil, hay situarse en el contexto con el toro, lo que introduce una dificultad para la concentración para desarrollar los buenos movimientos. El deportista tiene, como sucede en todos los casos, que desarrollar un mental que le permita la resistencia aún en situaciones adversas, como lo es el encuentro cuerpo a cuerpo, en las heridas, en el miedo. Es en la exposición repetida en la arena a la CC que el razeteur deviene uno. En otras palabras, es en su capacidad de improvisación junto a los toros, en su acercamiento repetido a la frontera del otro, que crece un conocimiento en su cuerpo que le permitirá acceder a una maestría de su movimiento y el movimiento del otro, será capaz de participar en una estética que produce junto a los toros gracias al trabajo.

El otro aspecto que participa en la marginalización es la idea introducida por el antropólogo Frederic Saumade, 1995) cuando describe a los razeteurs como ‘ladrones de ritual’, que van detrás del precio del atributo de un toro que no sabe o puede seguir ningúna regla y no es consciente del deporte en el que participa (Allemand, 2006; Allemand y Gleyse, 2005). Así, como en otros escritos, el toro es una especie de cuerpo de estímulo/respuesta incapaz de darse cuenta su devenir público y de su participación deportiva, de su carrera en las arenas de Camargue y de su vida a cielo abierto. Y esto, a pesar de las múltiples referencias de los aficionados sobre toros que hacen la ley en las arenas. Lo implícito aquí es la asociación con la idea de salvaje como recipiente de la información que programa el comportamiento, y por lo tanto, lejano a la idea misma de trabajo. En otras palabras, el trabajo del toro y del ganadero está oculto y al hacerlo se reduce la condición de posibilidad de expresión de sí de ambos, al tiempo que también reduce al razeteur al instrumentalismo. Con una humanidad y animalidad disminuida, la interpretación sobre la CC se empobrece, y se empobrecen también los horizontes de humanidad y animalidad que emergen entre las estéticas deportivas. Se oculta la capacidad creativa del trabajo humano y animales.

Al mismo tiempo, y más allá del estatuto de ladrones de ritual,(Saumade, 1995; Allemand, 2006; Allemand y Gleyse, 2005) sostienen el rol secundario de los razeteurs en la CC por dos razones. Por un lado, su lugar en los afiches que publicitan la CC (con la centralidad del Toro) y, por otro lado, debido a las referencias frecuentes al rol de razeteurs en la pista : hacer brillar el toro. En relación a la primera interpretación quiero sugerir que, si bien es cierto que las corridas son mayormente atraídas por el nombre del toro, lo es también por las parejas que son posibles de formar, es decir, por los nombres de razeteurs que se alinean en la propuesta. Para los aficionados, que siguen el desempeño de unos y otros, reconocen una estética del juego en cada uno de los nombres que se proponen, una percepción de las posibilidades de emergencia entre las relaciones que se pueden tejer en la CC. En este sentido, el interés es relacional, en duplas y no sólo en un toro. Toro en español es el anagrama de Otro, y es que el toro va a representar la otredad, no a la inversa, es él quien vive en los campos a cielo abierto, que representa en sí mismo el territorio Camargués, y es él que llega a las ciudades a participar de un evento social y deportivo junto a los humanos. Su participación trae consigo la posibilidad de crear riqueza y de redistribuir, gracias a la dinamización local del turismo y la economía del don de la CC. En este aspecto es que roza las tradiciones antiguas de Mithra, una iniciación esotérica sólo para hombres, donde el sacrificio de un toro permitió la renovación de la vida, de la abundancia. El toro/otro contiene también ésta herencia divina de ser entre el cielo y la tierra (Pastoreau, 2020).

En relación al segundo atributo que describe el rol deportivo del razeteur como alguien que debe hacer brillar el toro, y nuevamente no se ve como un atributo relacional en donde el razeteur tiene un rol formador, educador de los nuevos toros. Sino que es presentado como parte del hacer como si, de la ficción que debe realizar un humano para completar el vacío que deja un ser sin voluntad, sin consciencia. Lo que vuelve a una representación empobrecida de la animalidad. Sin embargo, en la idea misma de hacer brillar está la idea del cuidado, un atributo inherente al oficio de ganadero, que supone un ser sensible de ambos lados de la relación. El razeteur debe cuidar la fortaleza moral del toro y crear las condiciones de expresión de éste y evitar estar solo en una posición de presión y medida de la fuerza en la arena. En otras palabras, el trabajo en la arena está basado también en la cooperación. Y, como se verá más adelante, los implicados no sólo son razeteurs y toros, sino que la CC implica una relación triangular razeteur-ganadero-toro.

6. Vuelta a la inteligencia y la subjetividad

Ahora bien, la respuesta a la inteligencia y la capacidad del aprendizaje de los toros es evidente para los ganaderos y quienes trabajan diariamente con los animales, quienes les hablan con nombre propio, les proponen tareas. (Allemand y Gleyse, 2005) dicen que el toro no es consciente de su rol, pero ¿qué tipo de definición de consciencia está referenciada ? Las poblaciones bovinas así como otras formas de vida, comparten una conciencia elemental, es decir la consciencia de sus propios movimientos de su cuerpo y de sí que lo opone a lo general, que actualiza en cada gesto. Podemos decir que existe también una consciencia afectiva no es exclusiva a los humanos, como lo señala la declaración de Cambridge sobre la Conciencia (2012) 1: la ausencia de neocortex no parece impedir a un organismo la experimentación de estados afectivos ; resultados convergentes muestran que los animales no-humanos tienen el substrato neuroanatómico, neuroquímico y neurofisiológico de un estado de consciencia y la capacidad de exponer comportamientos intencionales. En otras palabras, los toros no sólo tienen la consciencia (elemental) de sí, de sus límites y de sus movimientos, sino que también son capaces de sentir y de actuar deliberadamente. Y al igual que los aprendizajes en la arena que forjan al razeteur, el cuerpo está también presente en el conocimiento de sí en la frontera del otro, en la resistencia de la arena.

El cuerpo en el trabajo no es ajeno, en principio porque forma parte del estar en este mundo, es una condición de conocimiento gracias a los sentidos (tacto, olfato, vista y gusto) (Ingold, 2000), descripto en el conocimiento del gaucho de la pampa (de Torres, 2015). El cuerpo es memoria y conocimiento, como propone Dejours (2001) en sus análisis sobre el trabajo vivo. En su concepto de wayfaring, IngoLld (2011) sugiere pensar los seres vivos como participantes inmersos en un mundo en continua formación gracias a los sentidos y por lo tanto, al cuerpo o la corporalidad. Vemos en la luz, escuchamos en la lluvia y sentimos en el viento, como moviliza Ingold (op. cit.) el pensamiento de Merleau Ponty. En otras palabras, el participar en la arena es también disponer el cuerpo a la creación gracias al atributo generativo de la improvisación, con los sentidos abiertos del razeteur y del toro. Ambos aprenderán en las fronteras del otro sobre el cuerpo propio y ajeno, de sus capacidades y sus limitaciones.

En el mismo sentido, (Dejours, 2001) nos trae el cuerpo al trabajo en un doble registro, es aquel que se pone a prueba afectivamente, con todas las vicisitudes que lo afectivamente significa, el cuerpo aparece como una capacidad creativa de transformación de sí, de sentir la sensibilidad del otro, de producción de subjetividad. El cuerpo, escribe (Dejours, 2001), es uno habitado, una posibilidad de relación al otro y por lo tanto, un cuerpo que puede ser enriquecido gracias a la experiencia del trabajo. Para ambos el cuerpo es bien importante, como motor de transformación de sí y de conocimiento, aunque para ambos el centro de interés son los humanos. Propongo, en éste artículo, extender las hipótesis sobre el cuerpo a los animales. En las entrevistas a los razeteurs no pasa mucho tiempo para que sus cuerpos se exponga como una cartografía de corridas, repasando las trazas que ha dejado el encuentro con el toro, como si lo portaran en sí, de tal manera que en cierto sentido ellos devienen un poco toro. En ésta dirección, podríamos sostener que a la inversa, los toros devienen un poco razeteurs.

Más temprano se mencionó que los razeteurs tienen como rol hacer brillar los toros, algo que es frecuente escuchar entre los aficionados, y que Saumade (1995) describe como un rol secundario de la CC. En este sentido, Allemand, 2006) agrega que ésta función explica que los razeteurs disminuyan la velocidad que muestran en los entrenamientos, dejándose acompañar por el toro hasta las barreras sosteniendo su cabeza, haciendo como si fueran puestos en riesgo. Probablemente la tensión que se sostiene en el movimiento hable más de su conocimiento recíproco, de una proximidad que aprenderán a sostener al límite en momentos dónde los gestos son más fuertes y rápidos. No se puede reducir el deporte a una búsqueda constante de la optimización y la eficiencia, el deporte es una instancia para el encuentro con el otro/toro. El rol de hacer brillar es uno que se parece más al rol de educador, donde la arena se vuelve un campo de aprendizaje, y en cada encuentro el toro crecerá en su profesión. En la arena, el milímetro de distancia y la velocidad del movimiento son de vital importancia, para ambos las instancias de la arena funcionan como disciplinas del cuerpo que los modelan, en el que se reconocen y se diferencian, se marcan, se recuerdan. El toro debe recordar los movimientos de los razeteurs, algo evidente en su tarea, pero debe incorporar también el sonido alto del espectáculo, aprende a gobernar su miedo, a conocer la pista, a calcular las protecciones, el corredor, etc.

La capacidad de aprendizaje del toro camargués es frecuentemente comparada a la de la raza Brava, utilizada en la corrida española para enfrentar al torero, resaltando su inteligencia respecto al otro. Un razeteur cuenta sobre el proceso de aprendizaje, “si se hiciera (la corrida española con la raza Camarguesa) el torero no duraría más de tres o cuatro pasadas, rápidamente el toro descubrirá que los pies que se ven debajo de la tela es el mismo torero”. En efecto, en mis encuentros con razeteurs es frecuente escuchar referencias a la inteligencia de algunos toros, en cómo aprenden rápido las pequeñas tretas que le tienden en pista : “yo quería entrar por la derecha y el toro no me dejaba, no lo aceptaba y yo soy zurdo, así que en un momento me puse a caminar en la arena para atraer su atención, el toro vino sobre mí, fue muy intenso y conseguí la cocarda…en otra CC encontré el mismo toro e intenté nuevamente mi movida pero él no, él había aprendido ya”. Dicho aprendizaje es mutuo, cada uno deviene en la arena gracias a la intersubjetividad que se despliega en el trabajo, en la exposición mutual al comportamiento del otro en un contexto de reglas que moldea lo posible.

En las observaciones de las corridas es frecuente encontrar que los toros más jóvenes que recién comienzan su carrera están más agitados, miran hacia todos lados como si no hubieran identificado aún la información más significativa en la arena. Probablemente los jóvenes razeteurs tienen también un tiempo de adecuación al momento de la CC, y como ellos, los toros jóvenes se equivocan, aprenden. En este sentido es que los razeteurs refieren a un aprendizaje conjunto, a un rol formativo de la carrera de Biou de Oro, y en éste sentido deben tener cuidado de no destruir el mental del toro, su moral. Ciertamente, así como otros deportistas de alto nivel, los toros también deben trabajar y cuidar el mental, y por lo tanto, los razeteurs deben dar un poco de aire al toro, de proponerse un límite a la presión y la fuerza. De lo contrario, el toro puede dejar de cargar contra ellos, puede perder el interés en la CC y terminar tempranamente su carrera.

Nuevamente, las especulaciones sobre una falta de optimización y rentabilidad del esfuerzo para definir la CC son posibles de sostener sólo si se niega al toro/otro de la relación de trabajo. Así como el razeteurs tiene que comprender la sensibilidad del Toro, su nivel de evolución en su carrera, su carácter singular para desplegarse en la arena ; el toro lo reconocerá y sabrá del razeteur de turno sus movimientos probables, su estilo. Cuando la tensión de los movimientos cruzan las fronteras del otro y hay contacto, cuando hay identidad, probablemente el razeteur integre una nueva traza en su cartografía humana y necesite un tiempo de recuperación física y moral para poder volver a la arena. En el caso de los toros, una CC en dónde los razeteurs entran y salen en forma de espiral, haciendo que el toro termine girando sin poder acercarse, sin poder elegir sus propios movimientos, terminará por gritar y quedarse en un lugar sin mayor interés. Aquí el ganadero también tiene su rol para preservar el mental del toro, luego de una CC complicada la sensibilidad e intuición del ganadero, su conocimiento del Toro, hará que pueda espaciar suficientemente una CC de otra. Le dará el tiempo para la recuperación. Es en el campo dónde los toros vuelven a la calma y dónde también se pueden encontrar algunos razeteurs que están fuera de juego y que buscan seguir en contacto con los toros, que buscan seguir sumergidos en el espíritu de la tauromaquia.

Ahora bien, ni todos los razeteurs son iguales y ni despliegan la misma estética del deporte, tampoco los toros son iguales. Primero buscaremos explicar los estilos entre los bovinos y luego sobre los razeteurs, para concluir en las posibilidades más allá del instrumentalismo una vez que concluimos con la devolución de la agencia a los participantes de la corrida.

La relación en la arena tiene un participante invisible, aunque bien presente en el comportamiento, carácter y moral del toro. Ciertamente son los ganaderos quienes han hecho crecer entre generaciones seleccionadas de caracteres, de desarrollo emocional, de fuerza y resistencia de personalidades distinguibles, singularidades recordables con nombre propio. Y es gracias al trabajo que se despliega en los campos que el ganadero será reconocido por el comportamiento de su toro, y en algunos casos extremos las identidades se confunden entre los aficionados. En este sentido, los ganaderos pueden expresarse en los caracteres que forjan gracias al trabajo y la selección, y así podemos identificar toros más agresivos, intempestivos, que buscan hacer la ley en pista a todo precio. En la CC serán toros que no miden los riesgos de seguir a todo precio, la referencia frecuente es decir que son menos inteligentes, pero más fuertes, que tienen un espíritu más competitivo que otros o que transmiten el espíritu competitivo de sus ganaderos. Otra población de toros demuestra otro estilo en el deporte, ellos miden sus esfuerzos y sus riesgos, maduran y despliegan nuevos atributos con el tiempo, aprenden con mayor facilidad. En otras palabras, que son inteligentes, y según algunos ganaderos son más inteligentes que los caballos, quienes detentan desde siempre el privilegio sintiente entre los animales domésticos.

Pero también, podríamos decir, estas poblaciones de toros que tienen o desarrollan un gusto por el encuentro en sí, por crear ese va y viene en la pista de forma fluida, en donde la dominación se turna entre los participantes en aras de la creación conjunta de un movimiento. En éste sentido, también relevé una diferencia de estética en el gusto de los ganaderos por sus toros, una estética que tiene implicancias en la organización del trabajo y que emerge en la calidad de éste. Es frecuente escuchar entre razeteurs y ganaderos hacer referencia a una población de ganaderos que prefieren trabajar a la fuerza y a los gritos, produciendo individuos a la altura del trato, que se pueden lastimar cuando toda su fuerza y bravura revienta en la arena. Otros, que dicen acompañar las formas tradicionales de hacer toros, que más bien trabajan en la calma, sin apuros ni presión en el campo, produciendo adultos que maduran a lo largo de la carrera, inteligentes y menos nerviosos. De alguna manera, es como si en la relación de trabajo toro-ganadero emergiera una tercera entidad gracias al trabajo, una ética y estética taurina, que se lleva del campo a la arena y se comparte o no con los aficionados como riqueza inmaterial del territorio.

La estética del deporte es también diferente entre las poblaciones de razeteurs, habrá unos que irán detrás de los trofeos y el reconocimiento, siendo menos considerados por la producción conjunta de la CC con el toro, por la implicación intersubjetiva. Y otros que están más interesados por lo que se puede producir en la CC, por el contacto con el toro y la capacidad creativa que tienen juntos. Aunque ésta segunda no niega que los raezeteurs aprecian los premios, lo que se sostiene aquí es el privilegio del amor y del compañerismo en el trabajo (partenaire), de poder producirse a sí mismo en las fronteras del otro. Al preguntar a los razeteurs sobre su gusto por el trabajo con toros. Uno de ellos me cuenta, con lágrimas en los ojos, de una CC en la que logró atrapar la atención del toro en el medio de la pista, entonces lo que sucede es que los movimientos del toro y los de él se sincronizan, desplazándose juntos en una suerte de burbuja en la cual el tiempo se detuvo, el ruido ambiente se enmudeció y sólo existía el toro y él en su campo de percepción. Aunque esto duró unos segundos la experiencia tuvo una gran densidad sensorial que el razeteur describió como un momento de gracia, un momento divino que no llega con frecuencia pero que motiva la participación en las corridas buscando volver a repetirlo. La sincronicidad del movimiento es referida entre los estudios sobre la relación entre el jinete y el caballo (Thompson, 2011), no como algo que se da por sentado sino que se busca en cada exposición mutua y que motiva fuertemente al jinete para repetir el encuentro. Aquí no hay dominación, sino un encuentro simétrico cara a cara, de naturaleza afectiva comparable a un estado de gracia de mutua relativización que les da un sentimiento compartido que da sentido a lo que se juega entre los participantes (Temple, 2004) 2. Y es gracias a la diferencia sostenida a milímetros que se produce una condición de posibilidad de producción de valores éticos en base afectiva, porque en la identidad lo que se produce es una herida, en la diferencia sostenida es posible en ciertas condiciones la creación de un tercero, y en éste caso en el gracias a las relaciones que se entraman en el trabajo.

7. El vaivén de la carrera y su fin

La carrera de los toros no es necesariamente lineal, algunos encontrarán una segunda oportunidad aun si su desempeño no ha sido regular. Las historias de trayectorias no lineales de la carrera nos hablan de dos aspectos : el primero es la destreza fina del ganadero que debe percibir la subtilidad frente a una mala CC. Una competencia que también está en su cuerpo, “lo sabía en mi cuerpo” como componente de una intuición, de un conocimiento no reflexivo. El segundo aspecto se vincula al carácter mismo de la ganadería, y es que en Camargue se toman decisiones que no se pueden reducir al instrumentalismo o más extremo aún, a la dominación y la explotación. El amor y la amistad crecen en la relación entre animales y el ganadero gracias al trabajo conjunto. Como se dijo antes, los toros que han desarrollado una carrera gracias a la cual devienen un miembro de la familia, mojando los ojos de los ganaderos al recordar sus anécdotas de trabajo conjunto. Y también es notorio en el campo, cuando se dirigen a sus toros por sus nombres propios y tienen pequeñas palabras para reconfortarlos. Algunos eligen relaciones más próximas aún con individuos muy especiales, que muestran mucho interés por el contacto humano y por aprender, por el público, desarrollando incluso carreras artísticas.

El fin de la carrera de un toro cocardier es devenir Biòu de Oro y su fin es ahí donde empezó, en los campos de Camargue, en una vida abierta al cielo entre sus congéneres hasta el momento de la muerte, cuando serán enterrados de pie mirando el mar. La muerte es un momento doloroso de la partida de un amigo, de un compañero de trabajo muy entrañable, y la despedida es bien ritualizada, y en muchos casos su memoria será alimentada entre las voces de los aficionados. Como en todo deporte extremo, en la CC el fin de la carrera puede ser causado por una o más heridas de la que es difícil recuperarse “tuvimos que invertir mucho dinero en su curación y cuidado para que la jubilación la viva en comfort” me explica un ganadero sobre la trayectoria de uno de sus toros más prometedores. Nuevamente, esta ganadería ofrece la posibilidad del encuentro de las singularidades, de la expresividad de sí y del enriquecimiento de la vida gracias al trabajo.

Finalmente, existen algunos oficios laterales que emergen del gusto por el trabajo conjunto, de la experimentación de la cooperación y hasta un gusto por el público que converge con la necesidad de la mayoría de los ganaderos de complementar sus ingresos. A lo largo del año y en todo el territorio hay una oferta de espectáculos de destrezas del trabajo que se estilizan aún más para el público, en el que toros, caballos y humanos dan prueba de sus capacidades colectivas en la creación. Como en la arena, aquí también hay formas de trabajo que producen una ética y estética del trabajo en donde la humanidad y la animalidad pueden ser aumentadas como disminuidas.

8. Conclusiones

El Toro camargués, el más salvaje de los animales domésticos escribía Buffon en el siglo XVIII, es el resultado del trabajo conjunto de bovinos, equinos y humanos. Un trabajo que se realiza al fuego de la pasión de guardianes, razeteurs y ganaderos en las arenas y en los campos. El toro camargués como la Camargue son artefactos salvajes, producidos por el trabajo multiespecie.

Las poblaciones bovinas de la raza Camargue tienen una serie de posibilidades ocupacionales, con profesiones de distinto aliento y distinta naturaleza. En éste artículos nos hemos concentrado en la profesión central, la razón misma de la raza, los toros Cocardas o Biòu de Oro. Una carrera que comienza al tercer o cuarto año de edad y que puede alcanzar 12 años de dedicación, en donde los toros devienen toros de CC, crecen en conocimiento corporal y en el manejo de su mental para hacer frente a cada contienda. Los toros, seleccionados por su personalidad, su carácter y su mental, tendrán la habilidad de aprender junto a los razeteurs de los movimientos posibles en pista, del movimiento de y del ritmo de la pista, que lo harán singular y memorable entre los aficionados. Así como los toros, los razeteurs devienen en su profesión en la exposición repetida al toro en pista, a la educación de la atención de sus cuerpos en los límites del cuerpo del toro. Ambos crearán un espacio de creación conjunta gracias a la improvisación, y ésta podrá desbordar la arena de una emoción que nace como un tercero en la relación de trabajo. Ambos también, deberán cuidar su resistencia, su capacidad de frustración y su calma, a todo lo que reúne el sentido del mental, lo que muestra la capacidad y certeza de la inversión subjetiva en el trabajo.

El trabajo es la fuente primaria de la relación entre las poblaciones bovinas y humanas de Camargue, y es gracias al trabajo que se desarrollan competencias sociales, que crecen cuerpos enriquecidos. Las personalidades desplegadas en el trabajo crean condiciones de posibilidad de una variedad estética que demuestra la inversión intersubjetiva en el trabajo, tanto humana como bovina. Y es que en Camargue el trabajo es la modalidad central de la vida, aun si se considera una pasión y absolutamente natural en el devenir de sí como ganadero, razeteur o incluso toro de CC.

En otros trabajos sobre la CC el toro estaba silenciado, reducido al estatuto de salvaje, como un cuerpo reactivo y no reflexivo, y al mismo tiempo, quizás sin saberlo, empobreciendo la capacidad creativa de ganaderos y razeteurs. La entrada a la CC por el trabajo animal nos ha permitido renovar la lectura sobre lo que sucede en las arenas, devolviendo la agencia a los toros, hemos podido ir más allá del instrumentalismo en la lectura de la vocación de razeteurs y del ganadero, para mostrar una versión creativa de ambos perfiles profesionales. Y es que frente a un toro que se invierte activamente en una CC y un razeteur que busca el encuentro, es posible crear las condiciones para producir ese momento de gracia en el cual, al límite de las fronteras del otro, sosteniendo la diferencia, se puede alcanzar la unidad con el otro/toro gracias a la creación de un tercero, de felicidad que se traduce en una estética en el deporte y en la relación. De la misma manera, los toros no se hacen solos, y su carácter salvaje es el resultado del trabajo del ganadero quien encuentra en su oficio la posibilidad de la expresión de la creatividad propia, de la expresión de sí en el carácter y mental de sus toros, en sus personalidades y su ritmo de maduración, su capacidad de aprendizaje y sus cuerpos.

No hay salvajes que crecen espontáneamente en Camargue, sino gracias al trabajo entre especies capaces de crear una riqueza material puesta en movimiento en torno a las arenas, pero también capaces de crear una riqueza inmaterial derivada de la capacidad de aumentar los horizontes de animalidad y humanidad gracias al trabajo.

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Recibido: 08 de Enero de 2022; Aprobado: 12 de Abril de 2022

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