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Observatorio (OBS*)

versão On-line ISSN 1646-5954

OBS* vol.11 no.4 Lisboa dez. 2017

 

Los emigrantes argentinos y la construcción de identidades nacionales en soportes de Internet

The Argentinian emigrants and the construction of national identities on Internet forums

 

Mariana Patricia Busso*

* UNR-CIM / CONICET, Argentina

 

RESUMEN

En este artículo se analizan las construcciones identitarias de los emigrantes argentinos hacia España e Italia realizadas discursivamente en soportes de Internet, durante el período 2001-2005. A partir de reconocer que en ellos se producen particulares dinámicas de establecimiento de vínculos e identidades colectivas, se dará cuenta de las construcciones discursivas mediante las que se elaboró en distintos foros de Internet a la argentinidad como una dimensión identitaria en sí misma, que fundó a su vez dos grandes caracterizaciones: el migrante argentino como involucrado o prescindente en relación a su país de origen, y aquél que hace de su calificación del propio ser argentino un tópico de identificación y debate.

Palabras clave: emigración; argentinos; identidad nacional; discurso; foros de Internet

 

ABSTRACT

This article analyzes the constructions of identities for the Argentinian emigrants towards Spain and Italy, studying the discourses published in Internet forums among 2001-2005. Proposing that in these supports there are built particular settings of links and collective identities, there are recognized the discoursive constructions that elaborated argentinity as an identitary recognition. In particular, there will be examined the characterizations of the Argentinian migrant as involved or dispensive with his native land, and the emigrant that makes his qualification of the proper Argentinian being, a topic of identification and debate.

Keywords: emigration; Argentinian; national identity; discourse; Internet forum

 

Introducción

En este artículo presentaremos el análisis realizado sobre la construcción de identidades discursivas de los emigrantes argentinos del período 2001-2005, en sus publicaciones en los foros de Internet emigrantesargentinos y mequieroir. En particular, en este trabajo abordaremos a la elaboración de la argentinidad como una dimensión identitaria en sí misma; una pertenencia nacional que funda la construcción de identificaciones que reconocemos en dos grandes configuraciones: el emigrante argentino como involucrado o prescindente en relación a su país de origen, y el emigrante que hace de su caracterización de la argentinidad un tópico de identificación y debate.

El período seleccionado se corresponde con el último gran flujo emigratorio de argentinos: empujados por la crisis económica y política de fines de 2001 (“una de las más graves y profundas crisis” de la historia del país; Svampa, 2010, p. 263), un cuantioso número de argentinos partió hacia otros destinos -entre los que, a nivel europeo, se privilegiaron España e Italia-, en lo que fue definido como “la agudización de la emigración nativa más intensa de la historia” de la Argentina (Calvelo, 2012, p. 138), de duradero impacto a nivel político, social y cultural.

La denominada “crisis de 2001” en Argentina, desatada como corolario de la aplicación irrestricta de una serie de reformas de carácter neoliberal que sumieron a gran parte de los argentinos en la pobreza y en la precariedad laboral (Ansaldi 2003; Novaro 2010), signó la vida social e institucional de la Argentina incluso hasta el presente: en la vida política del país, los acontecimientos de 2001 han sido asumidos como una especie de hito a partir del cual se desplegaron nuevas identidades y orientaciones políticas, o que obliga a pensar nuevas formas de movilización y participación popular (Natalucci, 2011; Schuster, 2011, entre otros). Asimismo, sus efectos simbólicos no han sido desdeñables, y van desde promover distintos modos de pensar y analizar la propia nación argentina por parte de la intelectualidad del país, a consecuencias ligadas a los procesos mismos de identificación colectiva y de elaboración de la experiencia compartida (Grimson, 2004): en el imaginario nacional, la desarticulación y la precariedad asociada a la crisis de 2001 aún despliega connotaciones potentes, y revive memorias indeseables. La emigración masiva es una de ellas: de gran magnitud en esos años, se alerta sobre su posible reaparición ante la progresiva emergencia de nuevas condiciones críticas en la vida del país, incluso en la voz de los emigrados recientes (Esteban, 2015).

Durante los años 2001-2005, el flujo emigratorio argentino es objeto de una dedicada cobertura por parte de la prensa gráfica nacional, mientras que se suma a ello la propia voz de los migrantes argentinos que se expresa utilizando un soporte en boga por aquellos años: los foros de Internet. Precisamente, las indagaciones presentadas en este artículo se desprenden de una investigación doctoral en la que se analizaron las identidades de los emigrantes argentinos construidas en ambos soportes (Autor, 2015b); en este artículo se presenta un aspecto puntual relativo a dicho estudio, relativo al análisis de los foros mequieroir y emigrantesargentinos.

Reconociendo su especificidad como un espacio donde se dota de sentido y se problematiza la migración a partir de la participación discursiva de los propios actores, pretendemos aquí analizar las modalidades de construcción de colectivos de identificación de los migrantes en relación a la argentinidad entendida como dimensión identitaria aglutinante, que se evidencia principalmente en la instancia de la llegada al lugar de destino. En efecto, si en la instancia de la partida de la Argentina prima la construcción de un nosotros que se define como expulsado del país de origen, y donde su migración es atravesada por las gestiones burocráticas necesarias y por el intento de establecer vínculos relevantes para llevar a cabo esa salida, con la emigración ya acaecida se impone la reflexión acerca de ese nosotros que ha partido; un nosotros emigrante que se identifica como argentino, aunque propone vinculaciones y significaciones diversas con otros con los que comparte esa misma calificación. A estas últimas cuestiones nos abocaremos en este artículo.

 

Acerca de la identidad nacional

Por identidad entendemos aquí (tal como lo hemos hecho en otra oportunidad; Autor, 2015a) que se trata de una construcción que se realiza en el discurso: enfatizamos la construcción de las identidades a partir del discurso, y a la narración en tanto configuradora de la experiencia humana. En este artículo, por lo tanto, entendemos a la identidad como el producto relativamente estable de múltiples discursos, siendo invocada “para iluminar la naturaleza inestable, múltiple, fluctuante y fragmentada del ‘yo’ contemporáneo” (Brubaker & Cooper, 2001, pp. 9-10; las cursivas son de los autores), en oposición a conceptos de identidad que enfatizaban su homogeneidad y su posición objetiva en la estructura social (Restrepo, 2007).

En efecto, reconocemos la existencia de dos grandes tradiciones teóricas o dos grandes modos de entender la identidad: el esencialismo y el constructivismo, o las concepciones fuertes  y débiles de la identidad (Brubaker & Cooper, 2001). Mientras que los esencialistas consideran que la identidad surge de una idéntica naturaleza compartida, y hacen énfasis en su igualdad a través del tiempo o de las personas, los construccionistas consideran que la identidad es elaborada en la interacción social, y ponen el acento en su multiplicidad, maleabilidad y fluidez. Y ello, en el marco del ascenso del individuo propio de la hegemonía del sistema capitalista, donde la identificación deja de ser un acto de sometimiento para producirse como una suerte de asociación entre individuos considerados autónomos y libres (Hall, 2010).

El interés intelectual y académico por las problemáticas de la(s) identidad(es) ha sido recurrente en las últimas décadas, en consonancia con los ecos del debate modernidad/posmodernidad de los años ’80 y su crítica a los universalismos, a los grandes sujetos colectivos  y también “a los ‘grandes relatos’ legitimadores de la ciencia, el arte, la filosofía” (Arfuch, 2005, p. 22). Paralelamente, mutaciones en las formas de concebir el mapa mundial, en especial en relación a la globalización y sus problemáticas conexas, redundaron en un mayor interés por estudiar la permanencia y las transformaciones sufridas por las adscripciones identitarias, que se ponían en cuestión por el afloramiento de minorías antes invisibilizadas, así como por desplazamientos de grandes masas de población. En este trabajo consideramos que la problemática de la identidad continúa articulando y gravitando en  tales problemáticas ya que, en palabras de Bauman, “pensamos en la identidad cuando no estamos seguros del lugar al que pertenecemos; es decir, cuando no estamos seguros de cómo situarnos en la evidente variedad de estilos y pautas de comportamiento” (Bauman, 2003, p. 41). Precisamente, tales rasgos complejos son los que impulsan la actualidad de su estudio, junto con una mayor preocupación por dar cuenta de su conflictividad constitutiva.

La opción por el abordaje discursivo en relación a las identidades, por su parte, nos acerca a los estudios del así llamado giro lingüístico y con una tradición de los estudios culturales que han hecho de aquéllas una preocupación central, y donde el discurso aparece problematizado en su densidad significante y en sus operaciones de puesta en sentido. En relación al giro lingüístico, someramente mencionamos que remite al trabajo auto-reflexivo sobre el lenguaje, el discurso y la narración, en el que confluyen vertientes estructuralistas y posestructuralistas, así como desarrollos de la filosofía europea y anglosajona, y en el que “el lenguaje deja de ser un medio, algo que estaría entre el yo y la realidad, y se convertiría en un léxico capaz de crear tanto el yo como la realidad” (Scavino, 2010, p. 12).

Los estudios culturales, por su parte, son recuperados aquí principalmente en la tradición instaurada por Hall, quien propone un profundo debate sobre la cuestión identitaria y que sostiene la necesidad de continuar problematizando este concepto, aún no superado y que todavía permitiría pensar cuestiones clave de nuestra contemporaneidad, demostrando su vigencia justamente en el debate mismo acerca de la necesidad y la imposibilidad de operativizarlo. Para este autor, la principal consecuencia de esta afirmación es reconocer que el concepto de identidad que se declina de allí no es esencialista sino estratégico y posicional: “este concepto de identidad no señala ese núcleo estable del yo que, de principio a fin, se desenvuelve sin cambios a través de todas las vicisitudes de la historia; el fragmento del yo que ya es y sigue siendo ‘el mismo’, idéntico a sí mismo a lo largo del tiempo” (Hall, 2003, p.  17). Hall, entonces, propone un concepto de identidad que es fragmentaria y cuya construcción múltiple se realiza “a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes, a menudo cruzados y antagónicos” (Hall, 2003, p. 17). De ello resulta la reafirmación de, por un lado, que las identidades se producen dentro del discurso y no por fuera de él; así como la admisión de que las diferencias son constitutivas de las identidades, que deben pensarse en asociación a ese otro que las conforma.

Esa dinamicidad de los rasgos identitarios será coincidente con la propuesta de Arfuch (2010), quien además la liga a eventos que comportan una cierta inestabilidad: “el tema de la identidad surge como divagación o autorreflexión cuando ‘se la pierde’, cuando su tranquila existencia, su naturalidad se ve ‘amenazada’” (Arfuch, 2010, p. 253), tal como sucede para los migrantes que participaron en los foros estudiados. Está claro que no se trata de una interrogación o de una búsqueda explícita por parte de estos usuarios, sino que podemos reconstruirlas en el trabajo del análisis de sus discursos; en ellos hemos podido encontrar regularidades significativas, que nos permiten presentar cuáles son esos “sentimientos de pertenencia a un colectivo” o los “agrupamientos fundados en intereses compartidos” (Grimson, 2011, p. 138) que definen a las identidades.

Identidades que, por su parte, involucran indisociablemente aquellas individuales o personales con las colectivas (Crespi, 2004), las que se encuentran interrelacionadas y son indisociables (Larraín, 2003). Asimismo, desde una perspectiva constructivista sostenemos que, tal como puede plantearse la coexistencia de identidades múltiples y diferenciadas en un individuo, también es posible sostener que en las identidades colectivas existen distintos relatos o elaboraciones identitarias, más allá de que aspiren a presentarse como las únicas posibles o existentes. Para el caso de la identidad nacional, de interés aquí, es posible pensarla en términos de identidad colectiva, mostrando que los elementos que la componen proceden de una instancia de selección y articulación:

(...) el proceso discursivo de construcción de la identidad nacional es siempre un proceso de carácter altamente selectivo y excluyente, en el sentido que elige algunos rasgos considerados fundamentales y deja afuera a muchos otros. De ahí que sea posible construir varias versiones sobre la identidad nacional que representan intereses, valores y grupos sociales distintos. (Larraín, 2003, p. 39)

Asumimos aquí, por ende, que tanto las identidades individuales como las colectivas “son múltiples, y constituyen amalgamas concretas” (Restrepo, 2007, p. 26). Así, en los sujetos y en los colectivos se encarnan identidades que pueden estar en tensión o en antagonismo, ligándose a la vez a diferentes ejes y dimensiones (sociales, espaciales, etc.), como ser el género, lo étnico, lo cultural, lo generacional, entre otros, y activándose según la escala en la que se desplieguen: una determinada identidad local puede prevalecer sobre otra, por ejemplo, pero ambas pueden incluirse en la misma identidad regional o nacional.

El concepto de identidad nacional ha despertado un interés peculiar en las ciencias sociales, partiendo del trabajo pionero de Anderson (2007), quien analizó a la nación como resultante de ciertos vínculos imaginados entre sus miembros. Desde la academia latinoamericana, en ese sentido, se han elaborado interesantes desarrollos sobre el tema. Claudio Lomnitz, por ejemplo, explica que “aun antes de la generalización del uso de la voz identidad, el pensamiento latinoamericano había desarrollado ideas respecto de las características comunes de las razas y el destino que ellas imprimían a sus miembros” (Lomnitz, 2002, p. 133). Sin desconocer que lo nacional conforma una dimensión un tanto relativizada por abordajes recientes sobre los procesos migratorios (entre ellos, los estudios transnacionales, que dan cuenta de la pertinencia de otros espacios locales, regionales e incluso transfronterizos para el análisis de los desplazamientos contemporáneos), consideramos sin embargo que esta dimensión mantiene una relevancia ineludible en los procesos de construcción identitaria como el que nos ocupa, y que se confirma en el trabajo empírico realizado. Como propone Altamirano, la identidad nacional confiere a los integrantes de una nación “a través de una red de instituciones y de prácticas diarias, una identidad que no es sólo la de un nombre, una lengua (la lengua ‘materna’), la de un sexo, sino también la de miembros de una comunidad, la comunidad nacional, con cuyos símbolos se identifican” (Altamirano, 2009, p. 6). Según este autor, entonces, la característica de imaginada de esa identidad nacional reposa en

(...) una doble creencia: 1) la creencia en su continuidad, por un lado, la continuidad de un sujeto colectivo, el pueblo-nación, cuyo origen remite a un pasado más o menos remoto y que persiste a través de las generaciones y los cambios, como una sustancia; 2) la creencia en su unidad fundamental, por otro lado, supone la omisión, el olvido o ignorancia de todo lo que contradiga esa unanimidad de sentimiento que activa el nosotros nacional (por ejemplo, la heterogeneidad social y/o étnica existentes de la sociedad). (Altamirano, 2009, p. 7)

Entendemos aquí, siguiendo a Grimson (2004) que la nación funciona a la vez en dos dimensiones diferenciadas pero interconectadas: como una modalidad específica de identificación, en los que inciden “procesos históricos de imaginación de pertenencia comunitaria”, y como un espacio de interlocución, “de diálogo y disputa de actores sociales” (Grimson, 2004, pp. 184-185), en una suerte de “definición reflexiva de la nacionalidad” (Caggiano, 2005a, p. 177) en la que se constituyen los actores que la conforman, y que a su vez funciona como un espacio de interlocución con otros colectivos que se incorporan o se excluyen en esa composición.

Reafirmamos entonces que la nacionalidad en tanto configuración identitaria puede funcionar aún hoy como una modalidad válida de interpelación y de autoafiliación, ya que “no sólo distingue personas que se conciben, clasificatoria e identitariamente, distintas”, sino que también diferencia lo que llama configuraciones culturales; es decir, una “heterogeneidad cultural articulada históricamente” (Grimson, 2011, pp. 125-126), que pone en diálogo identificaciones y prácticas. Este reconocimiento, sin embargo, no implica en absoluto considerar que se trata de una dimensión fijada ontológicamente en un ser nacional esencial y atemporal, sino que adscribimos a las tradiciones teóricas que consideran a esa dimensión nacional desde un punto de vista histórico y dinámico (tales como Segato, 2007), que complejiza esa pertenencia. Pertenencia para la que, nuevamente, es central su dimensión discursiva, “una manera de construir significados que influencia y organiza tanto nuestras acciones como nuestra concepción de nosotros mismos”, a través de los relatos, las memorias y las imágenes sobre esa nación  (Hall, 2010, p. 381).

El empleo de esta perspectiva para el abordaje de las identidades implica una atención decisiva hacia las operaciones discursivas entendidas como puesta en sentido de la posición de sujeto, individual o colectivo. Desde este punto de vista, en este artículo privilegiaremos la definición de sí mismos como argentinos –y conjuntamente las características con que se define a esa argentinidad- como un elemento central para reconocer las construcciones identitarias propuestas y asumidas por los emigrantes en los foros analizados, en los que ponen en discurso su propia identidad y recrean sus distintas pertenencias, proyectos, culturas.

 

Los foros de Internet como espacios de construcción identitaria

Hemos manifestado que en este trabajo abordaremos los discursos publicados en distintos foros de Internet por parte de emigrantes argentinos en el período 2001-2005. Al respecto, destacamos que en dicho período tales plataformas conformaron un soporte privilegiado de la escritura personal en línea, en el marco de lo que reconocemos como una sociedad crecientemente mediatizada (Verón, 2001 y 2013), y configurando un espacio relevante para la generación de agrupamientos e identidades, mantenidas a partir de la interacción entre los intervinientes, y en la puesta en común promovida por esa interfaz.

Los foros de Internet adquirieron un gran auge en la primera década de este siglo XXI, aunque ya existían desde mediados de 1990, en calidad de herederos de los sistemas de distribución de noticias (Lamarca Lapuente, 2006). Se trata de espacios en línea de discusión planteados en torno a una categoría, que a su vez incluyen temas o argumentos en lo que se tratan cuestiones de un interés específico; sobre estos temas se produce la intervención de los usuarios (registrados o no, de acuerdo al foro) mediante el posteo de comentarios, pasibles de ser respondidos por otros (esto es, en una modalidad de conversación anidada), y que suele ser supervisada por un moderador. Se trata entonces de espacios de participación que exigen “un conocimiento compartido de los usuarios sobre qué debate se está llevando a cabo y en qué estadio se encuentra la discusión o qué interrelación de discusiones solapadas está produciendo el foro” (Yus Ramos, 2001, p. 104), indicando una interactividad dialógica subyacente.

La selección de estas interfaces dedicadas a la problemática de la emigración de argentinos obedece tanto a considerar su centralidad en el ámbito de las nuevas tecnologías asociadas a la planificación de los procesos migratorios en el período seleccionado, como a su representatividad en el marco del universo disponible, dada por la riqueza y la relevancia del material. Cuestiones que se vinculan, a su vez, con la voluntad de contribuir –aunque más no sea modestamente- con el archivo de las discursividades presentes en la Red: en efecto, se trata de espacios que han sido receptáculo de las voces de los protagonistas del flujo emigratorio más importante de los últimos tiempos en la historia argentina en el momento en el que ésta sucedía, y que hoy se han trasladado a interfaces como Facebook, en la que, junto con sus lineamientos particulares, convergen lógicas de organización y de participación de otros soportes previos (cfr., entre otros, Pardo Kuklinski, 2009).

En efecto, reconocemos que, sobre todo en los primeros años de las redes sociales en Internet, nos encontramos con materiales que rápidamente se convierten en efímeros, que se diluyen. Sin embargo, esperar a un supuesto momento de cristalización de los distintos soportes para proponer su estudio significa también correr el riesgo de la desaparición de ese objeto mismo. Para el caso de la investigación presentada en estas páginas, por ejemplo, los sucesivos rediseños, mudanzas y la organización misma del registro de las publicaciones de cada foro hicieron que las actividades de recopilación y sistematización del corpus no fuera una tarea sencilla, imponiendo además la necesidad de emplear distintas modalidades de recolección del material1.

De este modo, el intento de preservar para el análisis material discursivo de los protagonistas de un fenómeno como la emigración argentina de inicios de siglo nos permite también abordar a los foros en tanto documentos que no sólo cumplen un rol testimonial, sino que permiten pensar las prácticas culturales y el universo de ideas circulantes en determinado momento histórico, además de considerar las mediaciones formales y extra formales que condicionan su funcionamiento. Archivos en Internet, por ende, que remiten no únicamente a su característica de reservorio material, sino a su capacidad de conformarse como “agentes de actualización de la memoria” de un colectivo (Murgia, 2011, p. 23), esto es, de recuperación de la relación que los sujetos pueden establecer con su pasado.

Al respecto es menester mencionar que, más allá de las investigaciones que analizan –ya sea en modo general o para otros colectivos- los vínculos entre migraciones y tecnologías de la comunicación como Internet o soportes como los sitios de redes sociales, para el caso de los emigrantes argentinos son escasos los trabajos que se han dedicado a analizar su presencia en los foros de Internet, así como tampoco abundan los que se hayan preocupado por el tratamiento de dicha emigración en otras interfaces en línea.

Mencionamos al respecto sendos aportes. En primer lugar, el de González Martínez (2008), quien se propone analizar la llegada de argentinos a España en esos años, focalizando en la percepción de dichos migrantes sobre la sociedad española y de sí mismos como argentino-españoles. A través de la realización de entrevistas a argentinos residentes en distintas localidades españolas, del análisis de diarios locales del período 2000-2007, y del estudio de posteos en una serie no especificada de foros online, González Martínez busca dar cuenta de la modificación o la readecuación de la imagen sobre la sociedad receptora, así como de las experiencias migratorias de los argentinos que provocan un reacomodamiento de sus expectativas de inserción y de acogida, sustentadas fundamentalmente en la posesión de un pasaporte de algún país de la Unión Europea. Sin embargo, en este trabajo las publicaciones presentes en los foros se abordan en el mismo plano que, por ejemplo, las entrevistas realizadas, apareciendo en cierto modo desligados del soporte en el que se insertan y adquieren una mayor completud.

Asimismo, destacamos en calidad de antecedente fundamental para nuestra investigación el artículo de Del Teso-Craviotto (2008), donde se analiza la construcción discursiva de la identidad de argentinos a través del concepto de posicionamiento, en una conversación específica del foro PatriaMadre. En el thread específico que analiza la autora, publicado en mayo de 2006 bajo el título “Vale realmente la pena?”, se reconoce un posicionamiento de los emigrantes argentinos que se sitúa principalmente en el eje de la victimización - agentividad, donde  los participantes en el foro “construyen una identidad inmigrante que fluctúa entre la condición de víctimas de circunstancias presentes o pasadas, y la de agentes de su propio destino” (Del Teso-Craviotto, 2008, p. 696), y que coincide parcialmente con los significados y con las categorías impuestos desde actores o instituciones de poder. Sin embargo, del análisis de “la interacción de roles comunicativos, locales y globales” (Del Teso-Craviotto, 2008, p. 692) que aparecen en los mensajes del foro, surgen además formulaciones identitarias alternativas: la identificación con una nación o con una patria, la posición asumida como con o sin papeles, el posicionamiento como expertos o como inexpertos de la actividad migratoria; elementos que, para esta autora, permiten identificar una imagen del inmigrante que dista de ser monolítica y que conforma una identidad alternativa de aquella circulante en los medios y las élites de España.

Finalmente, y aunque no se aboca al estudio identitario, mencionamos el trabajo de Castiglione (2012), quien aborda el tratamiento de la figura del emigrante argentino –en clave de rastreo de los contenidos temáticos presentes- en portales oficiales, en el marco de un artículo en que se plantea realizar tal operación también para el caso de los inmigrantes al país. La autora realiza un relevamiento de los sitios de organismos oficiales durante los primeros meses de 2012, vinculando la aparición de sitios o secciones dedicados exclusivamente a los migrantes con modificaciones en las políticas migratorias internacionales, nacionales y regionales, y con una coyuntura de expulsión en los países centrales.

Volviendo al presente artículo, referíamos que en los foros analizados es principalmente el interés común entre los usuarios el que moviliza la producción y la interacción de los individuos (Yus Ramos, 2001; boyd & Ellison, 2007). Sin embargo, la definición discursiva del propio migrante allí realizada también se vincula con las prácticas culturales y de consumo que propician esas interfaces online (Manovich, 2006), entendiendo que éstas son capaces de organizar  la experiencia humana en relación a los contenidos, a través del desarrollo de una “manera singular de organizar la información, presentarla al usuario, relacionar el tiempo con el espacio y estructurar la experiencia humana en el proceso de acceder a la información” (Manovich, 2006, p. 122).

Interfaces que, a su vez, son organizadoras de marcos perceptivos diversos y de matrices de socialización y de subjetivización (Valdettaro, 2007), y que producen determinadas modalidades de lazos sociales y de identidades colectivas, vinculadas al establecimiento de una nueva dinámica para la publicidad de los acontecimientos de orden privado o íntimo. En efecto, seguimos aquí la propuesta de Sibilia (2009) a la hora de pensar las nuevas formas de la intimidad espectacularizada en relación con el impacto causado en esas configuraciones por las redes digitales y globales conectadas mediante computadoras, en su nuevo rol de medio de comunicación: nuevas prácticas de la mostración personal en las “vitrinas globales de la red” (Sibilia, 2009, p. 16), en las que se modifican los cuerpos y se producen los nuevos relatos sobre sí mismo y sobre las formas de estar en el mundo, compatibles con esas tecnologías.

El estudio de la identidad de los emigrantes argentinos en foros de Internet nos permite por ende abordar a esos discursos en tanto trazas materiales de un desplazamiento que, en palabras de los propios participantes, se encontraba en planificación, en proceso, o incluso ya concluido. Nuestra propuesta, en este sentido, radica en pensar a las interfaces digitales como un lugar privilegiado de la movilidad contemporánea (Massey, 2004), la cual se desarrolla en múltiples espacios que incluyen a esos soportes mediáticos. Seguimos aquí a Diminescu (2008), quien sostiene que estamos atravesando una nueva era en la historia de las migraciones: la era del migrante conectado, donde los migrantes del siglo XXI no pueden ser definidos mediante el concepto de fractura o rompimiento de los espacios y de las fronteras, sino con los de movilidad y de conectividad.

Si consideramos entonces que estas interfaces actúan proponiendo y organizando marcos significativos para la vida con otros, podemos aventurar no sólo que en los foros de Internet la gestión de la propia partida funciona como ese interés común entre los participantes, sino también que la migración misma adquiere nuevas formas, desplegándose también en los espacios habilitados por tales grupos. En este sentido, coincidimos con Urry (2002) cuando plantea que la movilidad debe ser asumida como preocupación central para los estudios sociales contemporáneos. El estudio de estas movilidades, entonces, nos lleva a reconocer no sólo las interacciones sociales que se producen en un espacio físico compartido, sino también las formas de sociabilidad que se desarrollan ante la presencia del otro de forma ocasional, imaginada o incluso virtual como para el caso de los nuevos ambientes mediáticos, capaces de producir nuevas (des)territorialidades (Andersson, 2013).

De este modo, la utilización de nuevas tecnologías de comunicación y el desarrollo de prácticas comunicativas a ellas asociadas habrían producido para los migrantes un cambio en extremo significativo en la gestión y la experiencia de la propia movilidad y de los vínculos relacionales, en particular en relación a prácticas como el establecimiento de redes de contactos y la planificación remota del viaje, que se ven facilitadas y reelaboradas con el cambio en las modalidades de comunicación impulsado principalmente por la conectividad propia de Internet. Y ello, en el marco de los reajustes producidos en los movimientos migratorios en consonancia con las nuevas formas de organización social, ligadas en modo problemático con los procesos de globalización, donde los medios y las interfaces en línea operan tanto como difusores de expectativas de consumo de alcance global, como habilitando la emergencia de voces novedosas en el concierto mediático.

Las identidades que aquí nos convocan, justamente, son movilizadas y reconfiguradas en espacios como los foros analizados, que permiten no sólo reforzar sentimientos de pertenencia ya existentes sino desplegar nuevas posibilidades de vínculos y conexiones (Georgiou, 2010). Así, la producción discursiva de las identidades se relaciona con el modo en que las interfaces en línea pueden convertirse en ámbitos de disputa y de elaboración de identidades discursivas para las migraciones que nos ocupan. Presentaremos a continuación el abordaje propuesto para tal análisis.

 

Sobre la perspectiva teórico-metodológica y el corpus analizado

Presentamos aquí un aspecto puntual de nuestro estudio de más largo alcance (Autor, 2015b), analizando los colectivos de identificación elaborados por migrantes argentinos en el período 2001-2005 en distintos foros de Internet en torno a la identidad nacional –una suerte de “argentinidad”-, que involucran al emigrante como un actor comprometido o prescindente con su país de origen, al tiempo que lo define en relación al colectivo que se delinea con su llegada a destino<2.

En nuestra investigación hemos empleado la perspectiva teórico-metodológica del análisis de los discursos sociales o sociosemiótica desarrollada por el semiólogo argentino Eliseo Verón, perspectiva que nos permite incorporar herramientas analíticas como los estudios enunciativos (Adelstein, 1996) y la semiótica de los medios. Esta aproximación nos permite comprender la matriz significante de la producción discursiva realizada en los foros, a partir de reconstruir la relación del discurso con sus condiciones sociales o gramáticas de producción (Verón, 1998), lo cual resulta de especial importancia para dar cuenta de las modalidades productivas de las identidades de los emigrantes argentinos. En el marco del dispositivo enunciativo que se configura en los foros de Internet, que ubica a los emigrantes argentinos como enunciadores en primera persona –se trata de material emitido directamente por los emigrantes, sin otra mediación que la de la interfaz del foro-, los componentes de las dimensiones identitarias a los que adscriben esos emigrantes argentinos no serán ajenos a las condiciones de producción discursiva de esas identidades, las cuales a su vez nos permiten acomunar los foros seleccionados en lugar de ubicarlos en instancias enunciativas diferenciadas.

Precisamente, la sociosemiótica veroniana se focaliza en la semiosis social, esto es, la dimensión significante de los fenómenos sociales a partir de entender que el funcionamiento significante de los discursos es indisociable de sus fundamentos sociales, y, al mismo tiempo, que todo funcionamiento social posee una dimensión significante que le es constitutiva (Verón, 1998). Como consecuencia de ello, para Verón las significaciones no tienen su origen en un individuo particular, en un sujeto determinado, sino que se originan en la sociedad y circulan por ella, adoptando distintas formas en sus materializaciones discursivas. Al mismo tiempo, ello implica una contraparte: los fenómenos sociales, esto es, los objetos representados no se ubican por fuera de esta circulación de sentido: la realidad, entonces, se construye y se significa discursivamente.

Este análisis discursivo propuesto se emparenta entonces con el abordaje que plantea que el análisis del discurso “en lugar de proceder a un análisis lingüístico del texto en sí mismo, o a un análisis sociológico o psicológico de su ‘contexto’, tiene como objetivo articular su enunciación con un determinado lugar social” (Maingueneau, 1999, p. 16). Desde esta perspectiva, el análisis del discurso busca “dar cuenta del funcionamiento de los fenómenos lingüísticos en su uso y de lo que éstos evidencian en cuanto a la forma como los individuos que viven en sociedad construyen el sentido social” (Charaudeau, 2009, s.p.). No se trata, por lo tanto, de devolver o restituir un sentido único a un texto o a un conjunto significante, o menos aún, de dar cuenta de sus propiedades a partir de la suma de las unidades frásticas que lo componen, sino de dar cuenta de los mecanismos por los que se produce sentido en la sociedad a través del reconocimiento de los mecanismos de la producción discursiva.

Siguiendo con esta perspectiva, entonces, es crucial en el análisis de los discursos su potencialidad de construir interpretaciones acerca de las regularidades (las invariantes, las discontinuidades) presentes en ellos –para lo cual comportan un rol central los estudios enunciativos–, a través del reconocimiento de las huellas que su sistema productivo ha dejado en su materialidad bajo la forma de marcas (Verón, 2005). Huellas que no pueden reconducirse a una intencionalidad explícita del emisor, sino a la existencia de determinadas condiciones de producción que los han hecho posibles, que implican a su vez el funcionamiento de otros discursos. De este modo, hemos reconocido y seleccionado aquellas huellas que permiten proponer una hipótesis sobre las reglas de funcionamiento de esos discursos, así como dar cuenta de las gramáticas productivas de las identidades de los emigrantes argentinos.

Nos encontramos así en el terreno de un abordaje que, partiendo de indicios reveladores de un trasfondo complejo, apunta a reconstruir e interpretar procesos de producción de sentido (Verón, 1998). Podríamos afirmar que se trata de un abordaje emparentado con una modalidad de inferencia abductiva, que a su vez se vincula con el así llamado paradigma indiciario o modelo conjetural (Ginzburg, 2008): un  tipo de producción de saber basado en la elaboración de suposiciones o hipótesis, que parte de fragmentos mínimos de experiencia y que se orienta hacia los detalles menos evidentes. Precisamente, la inferencia abductiva, propia de la semiótica, conforma la base de las operaciones interpretativas implicadas en la perspectiva sociosemiótica que hemos descrito: esas operaciones “implica(n) detectar ciertos rasgos pertinentes en el objeto, desde una determinada perspectiva, para re-conocer el elemento del sistema (Regla) al cual dicho objeto actualiza” (López, 2005, p. 2).

En tanto investigadores, nuestro rol es el de proponer interpretaciones acerca de lo observado, así como elaborar hipótesis a partir de esos indicios o huellas reconocidas (Andriotti Romanin, 2007). La labor interpretativa del discurso, entonces, requiere de la formulación de hipótesis creativas, a fines de detectar ya sea los modelos estructurados o sistemas de reglas a ser reconocidos en el discurso analizado, o bien con el objeto de buscar y obtener esas reglas constitutivas y explicativas de los discursos (López, 2005). En ambos casos, el analista del discurso es quien articula y ordena esos indicios, interpretándolos y aventurando hipótesis y conjeturas a partir de ellos; la labor no consiste por ende en constatar objetivaciones, o reconstruir un todo a partir de fragmentos, sino que se ubica como un mecanismo que permite dar cuenta de operaciones de producción de sentido en un marco social.

Se trata aquí, entonces, de comprender la matriz significante de la elaboración de identidades, entre las que privilegiamos la relación del discurso con sus condiciones sociales de producción; para el caso de los foros, es lo que hemos denominado como el nivel del dispositivo: su materialidad, su modalidad de acceso, sus características morfológicas, sus rasgos en tanto medio (Autor, 2015b), que inciden en las propiedades de los discursos identitarios que se explican precisamente por las condiciones bajo las cuales han sido producidos.

La consideración de esa dimensión significante de los foros de Internet será estudiada en este trabajo como una estructura enunciativa que presenta regularidades o continuidades sistemáticas en el plano del discurso, que pueden asociarse a la persistencia de ciertas características identitarias elaboradas en ellos. Así, las publicaciones en los foros no se abordan de forma aislada ni inmanente, sino que se encuentran inscriptas en un dispositivo enunciativo que influye en las características del discurso que se elabora en ambos soportes. La emigración de argentinos, en este sentido, promueve la aparición de distintas organizaciones discursivas donde no sólo se elabora y se problematiza el acontecimiento de la emigración, sino que se construyen los colectivos de emigrantes argentinos que lo protagonizan o que lo referencian.

En relación al material estudiado, recordemos aquí que, según esta perspectiva del análisis del discurso, la construcción del corpus depende de un posicionamiento teórico vinculado a una problemática de análisis (es decir, ese conjunto coherente de proposiciones hipotéticas o de postulados) que determina un objeto y un punto de vista analítico (Charaudeau, 2011), y que implica procedimientos sistemáticos de recolección y de análisis del material semiológico reunido.

El material aquí analizado está conformado por las publicaciones realizadas por los participantes de los foros emigrantesargentinos y mequieroir  en el período 2001-2005, resultando en un corpus de análisis conformado por un total de 176 threads que incluían 1034 mensajes; dicha recopilación resulta luego de haber filtrado sólo aquellos threads que proponían temas que concernían a la emigración hacia España e Italia, o que planteaban reflexiones sobre la práctica emigratoria en general. Dichos foros, por su parte, constituían secciones de sitios dirigidos a sujetos interesados en emigrar, para lo cual brindaban información y asesoramiento sobre cuestiones legales y administrativas. Asimismo, solían proponer secciones sobre elementos que se vinculaban con hábitos y elementos culturales asociados al país de origen, en especial aquellos pertenecientes al ámbito culinario y deportivo, así como espacios como, justamente, los foros analizados, destinados a que los usuarios del sitio se conectaran con otros emigrados.

Proponemos abordar a emigrantesargentinos y mequieroir, entonces, como interfaces privilegiadas para la expresión de la propia voz de los migrantes que, restringiendo y habilitando formas específicas de discursividad, delimitan el tipo de enunciadores propuestos (entendiendo que se trata de una identidad discursiva: es “la imagen del que habla”; es decir, “del lugar (o los lugares) que se atribuye a sí mismo quien habla. Esta imagen contiene pues la relación del habla con lo que dice”; Verón, 2005, p. 173), y promueven formas particulares de identificar a una pluralidad de actores, y de trazar diferenciaciones con quienes son excluidos de ellos, mediante la construcción semiótica de distintos colectivos de identificación.

Entendemos por estos últimos a entidades fundamentalmente semióticas que aglutinan e identifican a una pluralidad de actores. Según Verón, que se ocupara reiteradamente de esta problemática, el análisis de los colectivos se ubica en el nivel de la discursividad, nivel en el que podrá surgir un nosotros, capaz de representar a una suerte de hablante colectivo -aunque no homogéneo-, que no será equivalente a la suma de las fuerzas individuales que lo componen, y al que se atribuyen comportamientos o cualidades determinadas: “Dinamizados por la tensión entre los ‘Nosotros’ y los ‘Ellos’, los colectivos son verdaderos pivotes del funcionamiento discursivo, lugares de la más fuerte densidad significante” (Verón, 2001, p. 71). El análisis aquí presentando, por ende, asume que la construcción de identidades colectivas es indisociable de las pertenencias en pugna en dichos colectivos semióticos, en las que reconocemos las huellas de procesos sociales en la dimensión significante de esas condiciones productivas. La definición de identidades a las que se adscribirán esos colectivos, por lo tanto, se vincula con la capacidad de “despertar un sentimiento de pertenencia identitaria generalizada” (Verón, 2001, p.  97), definición en la que los distintos espacios mediáticos de Internet ocupan un papel cada vez más central.

Presentaremos entonces a continuación los resultados de la labor analítica del corpus delimitado, recuperando las construcciones discursivas de las identidades de los emigrantes argentinos del período 2001-2005 y con una focalización particular en la identidad nacional en tanto dimensión de auto y hetero reconocimiento elaborada en los foros de Internet por los emigrantes argentinos.

 

Resultados y discusión

En los foros analizados reconocemos la producción de identidades que definen al colectivo de emigrantes argentinos en torno a distintas dimensiones que irán delimitando tanto las fronteras de ese nosotros -más o menos inclusivo, según el caso-, como ese otros en relación al que se establece la propia identificación. De esas dimensiones, encontramos que la argentinidad misma opera como adscripción identitaria. Presentaremos entonces la construcción de caracterizaciones que se asocian principalmente a la propia definición en base a esa pertenencia nacional, en dos grandes tipologías que hemos reconstruido en el análisis: el emigrante argentino como involucrado o prescindente, y el emigrante debatido en su argentinidad.

Recalcamos aquí dos cuestiones: en primer lugar, y como hemos ya mencionado, no se trata de la única identificación posible que hemos podido reconocer en los profusos materiales analizados; en segundo término, aclaramos que se trata de distinciones establecidas con fines principalmente operativos y expositivos, ya que se trata de dimensiones imbricadas y superpuestas a lo largo del período temporal analizado y en el tejido discursivo tramado en los distintos foros de Internet que hemos abordado. Los ejemplos textuales que se presentan, por su parte, han sido seleccionados y son expuestos aquí a fines de ilustrar -por su representatividad, por su capacidad de condensación- una regularidad discursiva de más largo alcance.

Si para la instancia de la preparación de la partida de la Argentina -sacudida por la desestabilización y la incertidumbre que acompañaron a la crisis de 2001- ya hemos hallado regularidades discursivas que dan cuenta de la construcción del colectivo emigrantes argentinos como un nosotros que se asume como expulsado del país de origen, y donde su posible emigración aparece atravesada por las gestiones administrativas y legales necesarias y por el establecimiento de vínculos útiles para llevar a cabo esa salida del país (Autor, 2017), en la instancia de la llegada y la organización en el lugar de destino tales preocupaciones prácticas son enunciadas fundamentalmente por emigrantes ya instalados en el nuevo lugar, o bien por parte de argentinos que están por partir y que dialogan con compatriotas que ya lo han hecho3. Allí, si bien las reflexiones y las referencias a la crisis argentina permanecen, éstas coexisten -y por momentos pasan a un segundo plano- con discursos que abordan las dificultades y las posibilidades que abre esa emigración acaecida, y que obligan a repreguntarse por quién es ese nosotros que ha partido; un nosotros emigrante que se distingue como argentino, aunque propone vinculaciones diversas con otros con los que comparte el mismo gentilicio pero no una significación unívoca de éste, ni otras características identitarias juzgadas igualmente relevantes.

Siguiendo a Arfuch (2010), hemos ya mencionado que la pregunta y la reflexión por la propia identidad aparecen en instancias asumidas por los propios sujetos como críticas. Para los foristas, entonces, tomar la decisión de partir implica no sólo gestiones operativas relativas al desplazamiento, sino también reflexiones acerca de las propias pertenencias identitarias puestas en juego, a las que podemos reconstruir mediante el análisis discursivo. Justamente, encontramos que la elaboración de un interrogante creciente acerca de la propia definición como sujeto se tensiona y se pone en juego en una instancia que aparece como desestabilizante en la vida de estos individuos. Sostenemos que se trata de una pregunta en desarrollo en los discursos, ya que la cualidad (auto)reflexiva en el contenido de las mismas suele desplegarse con el transcurso del tiempo y, en la mayoría de los casos, una vez que el emigrante ha superado la urgencia inicial por partir, encontrándose ya instalado en el destino deseado.

Así, en la identificación que estos foristas realizan de sí mismos como emigrantes y como argentinos adquieren un peso central dos cuestiones: por un lado, la elaboración discursiva de la propia acción en tanto actor social o político en el país de origen, del que se parte; por otro lado, las significaciones y las pertenencias (incluso en términos de horizontes culturales compartidos) que se adscriben al gentilicio argentinos, movilizadas ante la obligada confrontación de los nuevos otros de la sociedad de destino. A estas cuestiones dirigiremos ahora nuestra atención.

 

El emigrante argentino como actor involucrado o prescindente

Un elemento común y en extremo significativo en los discursos analizados es el de la dicotomía entre lo que hemos identificado como el involucramiento o la prescindencia: no sólo con el propio rol en la situación crítica por la que atravesaba la Argentina del período, sino con la pertenencia colectiva aquí o allí, por proponerlo en términos deícticos. Es decir, nos referimos a la identificación de los emigrantes argentinos como actor involucrado con las problemáticas del lugar de origen incluso desde la nueva destinación, o bien enunciándose por fuera de ellas aunque asumiendo sus consecuencias bajo la forma de la “expulsión” del país, tal como se expresa en el posteo  #8-14 de emigrantesargentinos: “Soy profesional y me siento echada. Hacer las cosas bien… ser buen profesional, o tener talento… en Argentina no alcanza….”.

En el corpus analizado hemos dado con una construcción recurrente: los enunciadores asumen su responsabilidad en el sucederse de eventos relevantes en la Argentina, aunque manifiestan su no incumbencia en el desatarse de la crisis, que se endilga a un ellos: “los políticos”. Éstos son presentados como los principales responsables de la decadencia moral cotidiana, al encarnar rasgos de comportamiento que se definen como censurables (la corrupción, “la viveza criolla”), a pesar de que no son identificados como extraños a la sociedad que gobiernan:

#134-13 MQI (18/08/05)

HOLA QUIERO DECIRTE A. QUE SI ,TENES RAZON ESTA ES UNA ARGENTINA CORRUPTA PERO ES PORQUE ES LA GENTE LA QUE ELIGE A SU GOBIERNO Y ES LA GENTE LA QUE SE DEJA COMPRAR POR ESTE , YA SEA POR NECESIDAD O LO QUE FUERE. YO TAMBIEN QUIERO IRME DE ACA PORQUE NO VEO FUTURO NI PARA MI NI PARA MI FAMILIA PERO ESO NO QUIERE DECIR QUE ESTE BUSCANDO SOLUCIONES MAGICAS COMO DICE M. LO UNICO QUE SE ES QUE ESTE PAIS VA DE MAL EN PEOR YA QUE ENCONTRAS GENTE QUE NO ESTA CAPACITADA Y EN CARGOS ALTISIMOS Y ESO ES POR EL LLAMADO "ACOMODO " POLITICO , YA QUE SI NO ESTAS METIDO CON ALGUNO DE ESOS POLITICOS CORRUPTOS LAMENTABLEMENTE LAS PUERTAS NO SE NOS ABREN, Y ESTA LA GENTE COMO VOS ,COMO YO Y COMO TANTOS OTROS QUE DESEAN UN FUTURO MEJOR PARA TODOS PERO ES DIFICIL ASI QUE APROVECHEMOS AHORA QUE SOMOS JOVENES Y LANCEMONOS AL MUNDO, CREO QUE LO UNICO QUE NOS DETIENE ES NO TENER $ COMO ES MI CASO PERO HASTA AHI NOMAS PORQUE CUANDO UNO QUIERE UNO PUEDE .

LES DESEO SUERTE A TODOS . LES MANDO UN BESO Y OJALA SE LES CUMPLA ES SUEÑO DE IRSE . CHAU.-

Así, en el mensaje apenas citado esa dicotomía es clara: se propone que la Argentina es corrupta porque “la gente” (un ellos que no incluye al enunciador) es la que vota a gobernantes inescrupulosos; mientras que hay otra “gente como vos, como yo” (es decir, un colectivo, un nosotros donde el enunciador efectivamente se incluye) que es la que decide emigrar para lograr efectivizar un proyecto futuro, que de permanecer en la Argentina sería imposible de concretar debido a las acciones de esos otros que provocan que el país “vaya de mal en peor”. La búsqueda de un distanciamiento con una crisis que se define como no sólo económica, “sino también social y moral” (#91-35 MQI, 04/12/02), delimita parte de las condiciones determinantes que llevan a la decisión de emigrar, aunque no necesariamente van de la mano de un desinvolucramiento con la cotidianeidad del país.

Es la pertenencia a la sociedad argentina, justamente, de la que el emigrante se distancia en la decisión o en la acción de partir. En los discursos analizados encontramos recurrentemente una dúplice construcción al respecto: ya sea afirmando que existen aún vínculos afectivos con esa sociedad, y manifestando entonces que la partida obedece a una expulsión que se sufre contra la propia voluntad; o bien posicionándose explícitamente por fuera de ella, enunciándose como un algo distinto de ese argentino que permanece en el país.

Algunos threads son particularmente representativos de cuanto afirmado: así, en #31 EA “me fui para no volver...”  se desarrolla un largo intercambio, disparado por el relato de un usuario que narra su historia de vida y los sucesos que lo llevaron a tomar la decisión de emigrar. Este posteo impulsa un largo debate, no exento de cruces apasionados y acusaciones directas, acerca de los vínculos afectivos que ligan a los emigrantes con la Argentina (por ejemplo, encontramos en #31-5 que “No te equivoques, yo no odio u amo (...) Yo no odio mi país, odio el sistema que es cíclico y cada 10 años se cae”). Recuperamos a continuación, entonces, los mensajes que funcionan a modo de arquetipos discursivos de la construcción dicotómica que hemos señalado (las cursivas son nuestras):

#31-10 EA (17/06/04)

(…) Me parece que es facil saber quien lleva razon en esta pequeña discusion que se establecio con motivo de la carta de M.

Solo deseo hacer una acotacion: NO SOLO LOS ARGENTINOS  fueron robados, estafados y denigrados por los sucios politicos corruptos argentinos, sino tambien los que fuimos emigrantes de buena fe. El primer atorrante fue El Chancho Alsogaray, con sus BONOS contravalor en oro....de papel.. (mala memoria de los argentinos que olvidan que el presidente del banco central en la epoca de ese mal nacido ladron se fugo a la España de Franco con 350 millones de dolares. se apellidaba Mazar Benet. y era su tstaferro y complice. Despues me agarro el rodrigazo y me volvi a fundir, despues el orejon Martinez de Hoz y los militares asesinos y corruptos con la "Tablita" y la 1.050 por la que perdi mi casa, despues el desagio y por ultimo el mal nacido de menem se apropio de mis pocos ahorros y de la noche a la mañana el DOLARAZO de su complice Cavallo nos saco del bolsillo a todos los habitantes el 50% de nuestro dinero. Hace falta decir que siempre hubo ¿"Hijos y Entenados".? Claro que en todas estas ocasiones a la gente honrada la agarro en una vereda y a los otros en la de los "ganadores". Suerte para ellos si pueden dormir tanquilos mientras los niños en Tucuman y otras provincias morian y mueren por desnutricion.

UN POCO DE RESPETO para los que si tenemos memria y verguenza y tratamos de ayudarnos mutuamente a salir de ese fangal en la esperanza de que alguna vez resurja la GRAN ARGENTINA QUE TODOS QUEREMOS.INCLUIDOS SUS EMIGRANTES.

#31-14 EA (18/06/04)

(…) Por ahi pasa el tema...creer que mirar para atras no nos permite avanzar...pero...un pueblo sin memoria no crece jamas porque corre el riezgo de cometer los mismos errores siempre y eso es lo que le pasa a argentina.

En cuanto a trabajar juntos por una Argentina mejor....ya trabaje bastante por ello y aunque suene mal y egoista, este es el momento de pensar en mi, por ellos estoy en España...

Deseo de CORAZON una Argentina mejor y unida, pero tampoco creo en Utopias y Argentina tiene una enfermedad cronica y ciclica que recae cada 10 años aproximadamente.

Argentina tiene una enfermedad que somos nosotros mismos.

Un abrazo

En el primero de los mensajes citados encontramos que el enunciador comienza excluyéndose de ese colectivo “argentinos” víctima de las acciones inescrupulosas perpetradas por la clase política nacional (“NO SOLO LOS ARGENTINOS fueron robados, estafados y denigrados por los sucios politicos corruptos argentinos...”), a pesar de que, identificándose ahora como emigrante, haya sufrido los mismos vejámenes que ellos (“...sino tambien los que fuimos emigrantes de buena fe”, continúa la frase). Entonces, en esta tipología la identificación principal del emigrante es con otros que decidieron dejar el país (en una opción que se enuncia como obligada por las circunstancias que vivía la Argentina, y que se concibe como un éxodo), aunque se hayan compartido vivencias con quienes todavía permanecen allí, como las que se destacan a continuación (las cursivas son nuestras): “Despues me agarro el rodrigazo y me volvi a fundir, despues el orejon Martinez de Hoz y los militares asesinos y corruptos con la "Tablita" y la 1.050 por la que perdi mi casa, (...) y por ultimo el mal nacido de menem se apropio de mis pocos ahorros y de la noche a la mañana el DOLARAZO de su complice Cavallo nos saco del bolsillo a todos los habitantes el 50% de nuestro dinero”.

Sin embargo, para este tipo de enunciadores la identificación como emigrantes conlleva un plus: los emigrantes (y no los argentinos en general) son también quienes se han dado cuenta a tiempo de los engaños perpetrados por los gobiernos de turno, tal como es claro en este ejemplo (el destacado es nuestro): “El primer atorrante fue El Chancho Alsogaray, con sus BONOS contravalor en oro....de papel.. (mala memoria de los argentinos que olvidan que el presidente del banco central en la epoca de ese mal nacido ladron se fugo a la España de Franco con 350 millones de dolares)”. Son ellos, los argentinos que no han partido, los que tienen mala memoria; en estos discursos reconocemos que los argentinos que se han ido, por el contrario, enuncian que lo han hecho justamente por reconocer esos engaños, tal como podemos interpretar de los posteos ya citados: “UN POCO DE RESPETO para los que si tenemos memria y verguenza y tratamos de ayudarnos mutuamente a salir de ese fangal en la esperanza de que alguna vez resurja la GRAN ARGENTINA QUE TODOS QUEREMOS.INCLUIDOS SUS EMIGRANTES” (el destacado es nuestro).

En el segundo de los mensajes que hemos referido se presenta otra construcción recurrente, que complementa la anterior: allí el enunciador se reconoce como parte de ese colectivo de argentinos en el momento en el que aún se halla en el país: “Argentina tiene una enfermedad que somos nosotros mismos”, se expresa en un enunciado no exento de sarcasmo. Sin embargo, nuevamente, este tipo de enunciador se posiciona por fuera de ese colectivo de argentinos, cuando realiza su propia identificación como migrante: “En cuanto a trabajar juntos por una Argentina mejor....ya trabaje bastante por ello y aunque suene mal y egoista, este es el momento de pensar en mi, por ellos estoy en España...”. Ese ellos, nuevamente, remite a los gobernantes de turno, sindicándolos además como causantes de la partida, tal como podemos reconocer también en el ejemplo que proponemos a continuación.

En este mensaje (del que por su extensión presentamos únicamente un breve fragmento) se denuncian fundamentalmente las acciones de gobierno sucedidas a partir del mandato de Carlos Menem (con inicio en 1989), hasta llegar al “despertar” de los futuros emigrantes. Ese momento de toma de conciencia  al que se alude con la metáfora del despertar se vincula indisolublemente con la salida del país y, como veremos, ubica a los emigrantes en otro lugar simbólico y físico: el allá encarnado en España o en Italia. Ese desplazamiento, además, condensa la encarnación del futuro deseado como posible, mientras que la permanencia en la Argentina hubiera significado su negación o su imposibilidad (los destacados son nuestros):

#31-1 EA (22/07/03)

(...) Cuando asumió Duhalde despertamos y J. y yo decidimos irnos, vendimos todo a un precio absurdo, y nos vinimos a España.

Me di cuenta  que yo cumplia mis obligaciones ,sin embargo mis derechos como ciudadana no existian

Me fui con mucha rabia, pero es como si algo hubiese hecho clic dentro mío y pensé en que la vida se vive una vez y que siempre he postergado mis ganas de ser madre por una excesiva conciencia y no tener una estabilidad necesaria para ello.

Llegamos a España paradójicamente un 24 de marzo (2002)  con muchas esperanzas con muchos proyectos y con muchas ganas de repetir el esfuerzo. Una hija de italianos y un hijo de Gallego , nos asentamos en Málaga.

Nuestra mezcla de optimismo y ganas de vivir en paz, nos hicieron siempre dar un paso adelante. (...)

También el thread #14 de mequieroir, titulado “Que nos echen... si pueden” es en extremo significativo: en esta conversación, que abarca un total de 22 mensajes, se suceden intensas discusiones como consecuencia del mensaje que abre el intercambio, donde se copia una poesía titulada “Por qué no me voy del país” que, según cuanto explicitado, había sido publicada en un diario de la provincia de Córdoba. Allí, el remate de ese poema (“Que se vayan aquellos a quienes les queda chico el país y su esperanza, los / que se sienten prescindibles, inútiles, errantes, aventureros… (...) No me voy del país porque me queda grande el país, y estoy aprendiendo / recién a merecerlo”) despierta encendidas alocuciones y defensas de la decisión de emigrar, en franca polémica con cuando expresado en ese texto. En el debate que se sucede encontramos nuevamente la elaboración de la dicotomía entre la partida y la inclusión o no en ese nosotros argentinos que puede aún encontrarse en el país. Presentamos aquí un ejemplo de estas construcciones que, si bien es extraído de este hilo de mensajes en particular, son organizaciones discursivas regulares en el corpus analizado:

#14-12 MQI (01/03/02)

En parte comparto tu opinión, sólo que no creo en las generalizaciones. No todos se merecen estos gobiernos mediocres y rapiñadores que nos azotan.

Aunque millones son co-responsables del calvario : Ñoquis, estatales en general, municipales en particular, punteros políticos, traficantes de influencias y de sustancias, traficantes de armas, mafia, sindicalistas, peronistas, radicales, franja morada, pseudo empresarios corruptos, pseudo banqueros chorros, pseudo peridistas comprados.

Todos no tienen nombre y apellido, estos tipejos si y empresas de chorros: Shuberoff, Menem, Clarín (Página 12; Multicanal incluidas), Alfonsín, Duhalde, Daer, Ubaldini, Fortabat, Macri, Roca, Moyano, Repsol, Telefónica, Burgeroni, Cafiero, Iberia, Carrefour (Norte, Tía, Día), Autopistas del Sol, y tantos otros sátrapas que se han enriquecido chupandonos la sangre como garrapatas durante muchos años.

Todos no, vos, yo y millones de jovenes mas queremos partir porque si no mataríamos a una (de)generación de ladrones y corruptos que nos sacaron las últimas esperanzas de cambio y la dignidad humana.

Los ladrones tienen nombre y apellido y sus sicarios también.

Siempre hay gente digna, aunque no tenga ni voz ni voto, aunque este sóla y desesperada. Muchos pequeños empresarios, cooperativas, estudiantes, universitarios, deportistas, comerciantes.

Hay que separar la paja del trigo, aunque estemos de rodillas. Aunque la basura nos tape no generalicemos, por la gente que todavía trata de pelearla a su manera sin @!#$ a nadie aunque les valla para el traste. Respetemos a los que se lo merecen aunque sean pocos y no importe para la "masa analfabeta y bailantera" su opinión.

Entendiendo por posicionamiento, en un sentido amplio, al “lugar donde se ubica el enunciador en un campo discursivo -conjunto de formaciones discursivas que compiten o se delimitan recíprocamente- y que orienta las opciones que realiza” (Narvaja de Arnoux, 2009, p. 33), encontramos en este posteo una confirmación del posicionamiento ya identificado: los argentinos que deciden emigrar conforman un colectivo al que asignan valores distintos de los que definen a esos otros argentinos que permanecen en el país, más allá de que exista una comunión en cuanto a la caracterización de los procesos políticos por los que ambos grupos atravesaron. Así, el clima desesperanzado y furioso de las postrimerías de la crisis desatada en diciembre de 2001 es claro en mensajes como el que hemos presentado. En este último, si bien es llamativa la ausencia de la mención al presidente renunciante Fernando De la Rúa, se hacen desfilar una serie de políticos e instituciones que signaron el período neoliberal: Menem, Clarín, Duhalde, Fortabat, Macri, Repsol, Telefónica, entre otros, conforman una lista -un tanto caótica- de quienes “se han enriquecido chupandonos la sangre como garrapatas durante muchos años”. Nuevamente, la indicación de los actores responsables del desencadenarse de la crisis argentina es claro: se trata de agentes vinculados al establishment, sin escrúpulos para aprovecharse de los recursos de los sectores medios en los que se incluye el enunciador.

Esa pertenencia originaria común permite que se valore positivamente la acción de resistencia de quienes -por convicción o por imposibilidad- no han emigrado: “no generalicemos, por la gente que todavía trata de pelearla a su manera”, apreciando la honradez en la propia conducta, y más allá de la eficacia de esa pelea. Esos “pocos” que en su vida cotidiana intentan salir adelante, sin embargo, no poseen el valor o el compromiso de aquellos argentinos que deciden emigrar. La diferenciación con quienes se quedan es clara: si bien en este posicionamiento discursivo se trata de una acción respetada, quienes se encuentran en situación de partida son esos argentinos que efectivamente no toleran más -y aquí, incluso con explícitas connotaciones éticas- las condiciones de la vida en su país: “Todos no, vos, yo y millones de jovenes mas queremos partir porque si no mataríamos a una (de)generación de ladrones y corruptos que nos sacaron las últimas esperanzas de cambio y la dignidad humana”, se proclama en ese post (el destacado es nuestro). Como podemos reconocer, el emigrante se posiciona nuevamente en un lugar más allá de la decadencia cotidiana de la Argentina, con el cual de todos modos se encuentra vinculado en valores como el cuestionamiento a las prácticas políticas corruptas que también impulsan la partida.

Sin embargo, como ya hemos anticipado, esta no es la única construcción que reconocemos para designar a los colectivos de argentinos que parten. Justamente, ese convencimiento de que los emigrantes son algo distinto a esos otros argentinos se traduce también en un desprecio explícito por quienes se han quedado, tal como resulta en los siguientes ejemplos arquetípicos (las cursivas son nuestras):

#14-2 MQI (17/02/02)

la verdad es que me yo me voy por la mediocridad que reina en el pais. Eso si que no lo mencionaron en tanta poesia…

Muchas palabras y versos robados…, pero a mi este pais me queda chico. Quiero ganarme la vida de mi profesión, cosa imposible en este pais bananero. Y en cuanto a llevarse los 37 millones de argentinos, la estarias cagando, porque el problema de este pais es la gente.

Acuerdense que no hay frase mas verdadera: cada pueblo tiene el gobierno que se merece…

#14-4 MQI (17/02/02)

Realmenteeeeeeeeee creo que tenes toda la razon del mundo. La carta esta muy linda, porque claro que es un pais maravilloso, pero la gente de argentina es de una mediocridad impresionante. Como decis, somos un pais bananero, y un pais muy hipocrita. Yo quisiera que me digan los que hablan bien, que garantia tienen sus hijos viviendo en este basural. Te felicito por lo que decis de que cada quien tiene lo que se merece. Es mas se va a quedar lleno de basura, porque todo ser pensante, no se queda en este lugar.

Ojala amigo que tengas mucha suerte, yo soy otra de las que tambien quiere irse, y tengo trabajo, pero de que me sirve, si te compras algo , salis a la calle y te roban. Para los que creen que los que nos queremos ir somos agrandados, como se equivocan, porque uno no quiere riquezas, lo que quiero yo es poder caminar por la calle!!!!!!!!!

En los posteos que hemos citado más arriba a modo de ejemplo, la responsabilidad por haber llevado a la Argentina a una intensa crisis se endilga a los políticos, pero no sólo: dado que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, los argentinos están obligados a ser gobernados por políticos irresponsables y corruptos justamente por su modo de ser que los habilita y los legitima. Se trata de características identitarias y culturales que, en estos discursos, se sostienen como intrínsecas a una cierta argentinidad, de la que los emigrantes -ahora sí- se excluyen: “(...) Y en cuanto a llevarse los 37 millones de argentinos, la estarias cagando, porque el problema de este pais es la gente”, se enuncia en #14-2.

Es claro que este tipo de enunciador no forma parte de este colectivo que se define como “la gente” y que se corresponde con los argentinos que permanecen en el país en lugar de emigrar; quienes permanecen en el país merecen -justamente por no ser osados en sus acciones y partir- esa serie de situaciones que se vinculan con la permanencia: la ausencia de un proyecto factible de mejora futura, la inseguridad, la precariedad. Desde este punto de vista, la emigración se asocia a una acción racional cuya obviedad es indiscutible: “Como decis, somos un pais bananero, y un pais muy hipocrita. Yo quisiera que me digan los que hablan bien, que garantia tienen sus hijos viviendo en este basural. Te felicito por lo que decis de que cada quien tiene lo que se merece. Es mas se va a quedar lleno de basura, porque todo ser pensante, no se queda en este lugar”, encontramos en #14-4. El emigrante, entonces, es este “ser pensante” de nuestra cita que se aparta de la mediocridad argentina en la decisión misma de la partida; sus cualidades y valores, que lo diferencian de esos otros argentinos que no parten, son los que les permitirán ser apreciados en el lugar de destino; justamente porque le permitirán demostrar que son algo distinto de lo que queda a sus espaldas:

#91-18 MQI (15/11/02)

(...) Ojalá los paises medianamente desarrollados se apiadaran de los argentinos con ganas de prosperar, con impetú para trabajar y obtener recompensa por sus esfuerzos y los recibieran y le dieran las oportunidades que buscan. Así en tu Argentina quedarán solo tipejos como tu, que pronto la haran una potencia. (...)

Retomando y aplicando aquí la propuesta de Arfuch, no descartamos que la elaboración de este tipo de discursos pueda obedecer a una suerte de necesidad de autojustificación y autoconvicción instaurada por “la frágil economía afectiva que instaura la distancia”, donde la necesidad de justificar el no retorno al lugar de origen, “que en el caso de tránsitos más convencionales desde sociedades de baja modernización hacia los países centrales deviene con el tiempo en una insalvable diferencia cultural” (Arfuch, 2010, p. 219) se trata de una estrategia frecuente en el fenómeno migratorio.

Sin embargo, no ha sido el objetivo de esta investigación recuperar las efectivas motivaciones de los emigrantes al partir, ni tampoco aventurar interpretaciones psicologizantes sobre los decires del desplazamiento; más bien, nos interesa reconocer e interpretar las construcciones identitarias que se despliegan en esas discursividades. En estas últimas, como vimos, el país que se deja atrás es dotado de escasos atributos positivos; el país al que se dirigen los emigrantes, por el contrario, se figura como un destino promisorio en el que es posible llevar a cabo los proyectos individuales. Por su parte, la concreción de esos proyectos y, por ende, la representación exitosa de la propia emigración, se vincularán con la preeminencia o menos de determinados rasgos identitarios de ese emigrante que es por añadidura argentino. A estas identificaciones nos dedicaremos a continuación.

 

La construcción discursiva de la argentinidad  en la emigración

En el análisis de los discursos publicados en los foros, precisamente, hemos encontrado que la pertenencia a un colectivo definido como de argentinos es en extremo relevante como elaboración identificatoria. Seguimos aquí a Caggiano (2005b) cuando propone que en la migración y el asentamiento en el nuevo destino se produce una reconfiguración identitaria (que, parafraseando a este autor, podríamos nombrar aquí como neoargentinidad) en la que incluso se diluyen o se reacomodan diferencias que estaban presentes en el origen y que impedían una identificación de tan larga escala como la de argentinos: “Producto de esta reconfiguración identitaria, distinciones que en el lugar de origen separan (y a veces enfrentan) a diversos grupos sociales, ya en la nueva situación originada por el viaje y por el asentamiento en el lugar de destino pierden un alto grado de su peso, para dar lugar a un espacio simbólico de mayor reconocimiento mutuo, que se circunscribe con arreglo a los límites nacionales” (Caggiano, 2005b, p. 62).

Así, por ejemplo, en los foros se minimizan o desaparecen posibles adscripciones identitarias de carácter regional o local, para limitarse (o reelaborarse) en el contenedor más amplio de lo nacional: estos emigrantes se enuncian y se preocupan por delimitar las características de ser argentinos y de la argentinidad como marca identificatoria, por sobre otras particularidades diferenciales asociadas a un hipotético ser rosarino, ser cordobés, ser porteño, entre otras distinciones posibles y operativas previamente a la partida.

En nuestro corpus de trabajo hemos encontrado que este argentino, por su parte, se define y se problematiza como tal principalmente con la emigración ya acaecida, es decir, cuando se ha concretado el desplazamiento y advienen instancias más (auto)reflexivas acerca de las propias pertenencias identitarias, sometidas a debate público en el espacio de los foros y en la búsqueda de completar el propio relato con la palabra del resto de los participantes. Ya sea proponiendo el debate sobre características que se endilgan a la propia condición de argentinos (sólo para ejemplificar, mencionamos ahora el thread #111 de emigrantesargentinos, titulado “Autodenigración argentina”), o bien interviniendo en discusiones iniciadas por otros usuarios donde se solicita la opinión de un emigrante experto, son recurrentes las evidencias de reacomodamientos identitarios en relación a tal calificación.

La redefinición de los colectivos discursivos de identificación, en este sentido, es una evidencia cabal de este proceso: ese nosotros “emigrantes argentinos” adquiere cada vez límites precisos que trazan inclusiones y exclusiones que adoptan tal definición, y que se despliegan en los enunciados de los foristas. Nuevamente, el aspecto dialógico que hemos asociado a ese dispositivo habilita este tipo de construcciones: la instancia de debate es la que permite el paulatino despliegue y desarrollo de las elaboraciones o tipologías identitarias en torno a la argentinidad que define a esos emigrantes. Así, en #111 “Autodenigracion argentina”, del foro mequieroir, encontramos que:

#111-1 MQI (25/05/04)

Me sorprende la baja autoestima de toda esta gente, ademas de tener toda la cultura del opresor son racistas, odian a los pobres, odian a los que no figuran, en una palabra es gente que realmente lamento que sean argentinos como yo y realmente es esa gente la que me da verguenza ajena cuando me los encuentro por el mundo.

No se si esta gente cree que ser argentino es denigrar la condicion de argentino, por que algun presidente o muchos presidente nos hayan desilusionado, eso es motivo para mostrar que son racistas y que tienen un furioso complejo de inferioridad con europa o ee uu.

Yo me siento orgulloso de ser argentina, de tener un pais donde cabria casi toda Europa, de tener mas premios nobel en ciencias que todo el mundo hispano parlante junto y que suman mas de 300 millones, de saber que borges, fangio, maradona, che guevara, eva peron son argentinos, de darme cuenta que detras de cada argentino hay alguien que reflexiona, que piensa, que tiene una mirada distinta.

Estoy orgulloso de haber sido el pais que creo el tango la musica mas urbana y moderna y poetica que se creo en el siglo XX.

Podria seguir de tal modo que no ejerzo el chauvinismo, pero tampodo me gusta autodenigrarme.

Un saludo.

El ser argentino adquiere en los discursos de estos migrantes connotaciones positivas o negativas que conforman una suerte de definición ontológica puesta en jaque con la movilidad y, sobre todo, con el asentamiento en un nuevo lugar. Esa argentinidad que se enarbola como explicación posible ante muchas de las dificultades que se encuentran en el proceso de inserción en un nuevo entorno o, por el contrario, a la que se apela para identificar las causas de su éxito, nos obliga a reconocer la operatividad de una identidad nacional que, en su ineludible complejidad, se conforma en los foros como un objeto discursivo central para definir la salida del país.

Precisamente, encontramos que la argentinidad como característica identitaria se trata tanto de una construcción ficcional que despliega en los discursos una trama de identificaciones, como de un conjunto establecido de experiencias comunes y de valores compartidos por los miembros de ese colectivo, constituidos en algún momento del pasado. Es decir, sostenemos que en los discursos de los emigrantes recuperamos tanto huellas de una concepción constructivista de la identidad nacional (en el reconocimiento de la permanente reconstrucción y reacomodamiento de los intereses, rasgos y valores que se consideran compartidos por los emigrantes), como resabios de un punto de vista esencialista, que asume a esa argentinidad como “un conjunto fijo de cualidades, valores y experiencias comunes” cuya esencia fuera fijada definitivamente en un tiempo pretérito (Larraín, 2003, p. 40).

En nuestro análisis podemos proponer, por ende, una articulación entre esas dos posturas. Reconocemos que los emigrantes recrean en sus discursos esas características de un ser argentinos, en un contexto histórico y vivencial novedoso y cambiante como el de la propia emigración; aunque pudiendo mantener, al mismo tiempo, un posicionamiento que concibe a esa argentinidad como un elemento continuativo y estable en la propia definición identitaria. Damos cuenta entonces del rol crucial de esos actores en la reelaboración de las características que -conflictivas y múltiples- se vinculan con una identidad nacional argentina, pero sostenemos al mismo tiempo que se trata de significaciones que, en esos mismos discursos, suelen ser concebidas como elementos inmutables que operan en la continuidad, en la permanencia en el tiempo, de la propia definición personal con la que el sujeto se enuncia.

La persistencia de elementos identitarios que no se encuadran en características relacionales o interaccionales como la integración o adaptación del emigrante en la sociedad de destino, sino que se vinculan con rasgos que podríamos nombrar como caracteriales, nos llevan a una obligada aclaración. Seguimos aquí a Larraín cuando sostiene que “mientras es posible y legítimo hablar de una identidad personal en términos de ‘carácter’ o la ‘estructura psíquica’ de un individuo, no es adecuado hablar de una identidad colectiva en términos de un ‘carácter étnico’ o de una ‘estructura psíquica colectiva’ que sería compartida por todos los miembros del grupo” (Larraín, 2003, p. 36). Nos distanciamos así de abordajes como el de la escuela culturalista norteamericana, que propusieron que las sociedades se definían por una estructura caracterial común5, y que asumen que esos rasgos de carácter son compartidos indistintamente por la totalidad de una sociedad, en lo que se denuncia como una “sobregeneralización abstracta” (Larraín, 2003, p. 37). La recurrente definición realizada por los foristas del argentino como un individuo soberbio u orgulloso, por ejemplo, ingresa en este tipo de clasificaciones; como vemos, imprecisas desde un punto de vista teórico, pero plenamente operativas en los discursos de los emigrantes, que los asumen como definitorios de una identidad que los excede en su individualidad.

Si “toda identidad requiere que los individuos o colectivos a los cuales se le atribuye se reconozcan en ella aunque sea parcialmente o, al menos, sean interpelados por la identidad asignada” (Restrepo, 2007, p. 28), es claro entonces que la aparición recurrente en los discursos de rasgos que podrían definirse como psíquicos o caracteriales para un colectivo de identificación de carácter nacional -como en este caso a los argentinos- se trata de características cruciales para los propios migrantes. El ser un argentino soberbio, orgulloso, egoísta o resentido, justamente, aparecen como las principales identificaciones realizadas por los emigrantes en posteos donde se reflexiona sobre el propio recorrido emigratorio. Ya sea reconociéndose en tales calificativos, o bien endilgándoselos a otro grupo de emigrantes del que no se forma parte por no compartir esos atributos de argentinidad, encontramos que el colectivo emigrantes argentinos se complejiza. Según el enunciador que tome la palabra, se diferencia de diversos otros: según el caso, más o menos receptivos hacia la migración de argentinos, o más o menos tolerantes de características como las mencionadas.

Con la partida ya cumplida, comienza un proceso de integración en el nuevo país que puede redundar en la readecuación del proyecto migratorio, ante las dificultades y las perplejidades que se suceden en éste. En este sentido, en los foros analizados encontramos posteos donde se da cuenta de esa situación: la llegada a destino es acompañada por una reflexión, menos urgente y más introspectiva, acerca de las propias cualidades identitarias que se valoran positiva o negativamente en ese proceso.

La adaptación, justamente, es enunciada como una actividad que requiere de voluntad y esfuerzo, y que en los discursos analizados reconocemos articulada alrededor de tres grandes ejes. En primer lugar, el emigrante argentino que se manifiesta como voluntarioso en su intención de integrarse (o “adaptarse”, por respetar el léxico empleado) en el nuevo país, reconociendo las bondades de la vida en el nuevo entorno, más allá de percibir una cierta hostilidad hacia los inmigrantes argentinos y sudamericanos en general. Luego, hemos reconocido la construcción de un enunciador identificado como un emigrante argentino que se asume como ciudadano del mundo, y que lleva adelante alegremente y con una cierta fascinación el proceso de “adaptación”. Este migrante manifiesta ser recibido amigablemente por la sociedad receptora, y sostiene respetar -sin exigir o anhelar modificaciones- las prácticas propias de esa nueva cultura que se procura incorporar lo antes posible. En tercer lugar, hemos podido reconstruir la figura de un emigrante argentino que se manifiesta dubitativo a la hora de evaluar el éxito futuro en su “adaptación” a un nuevo entorno, al que percibe como hostil y discriminador. Este tipo de emigrante, asimismo, es el que manifiesta un sentimiento nostálgico más acusado hacia su país de origen, al que fantasea con regresar en algún momento futuro.

En las gramáticas de elaboración de estos tres arquetipos encontramos una operatoria recurrente. En todos los casos, los emigrantes argentinos afirman que una de las mayores dificultades que entorpecen la integración en el lugar de destino es imputable a un rasgo caracterial compartido: ser individuos soberbios. Se trata de un reconocimiento realizado críticamente por los mismos emigrantes, o bien endilgado a discursos y cuestionamientos provenientes de la sociedad receptora. La soberbia, precisamente, se define como el rasgo más saliente e inamovible de quienes comparten el gentilicio argentinos; asociada a otros atributos entre los que destaca el egoísmo (considerarse como “semidioses, los más cultos”; #91-15 MQI, 14/11/02) se afirma que suele opacar -principalmente desde la mirada del otro- cualidades que también serían propias de ese colectivo, como la laboriosidad. Cuando la constatación de “ser soberbios” se realiza de y hacia los emigrantes, suele ir acompañada de otra acusación: se trata de emigrantes que, en tanto argentinos, son poco solidarios entre sí, tal como se afirma -no sin ironía- en los mensajes que presentamos a fines de graficar esta cuestión (las cursivas son nuestras):

#91-3 MQI (05/11/02)

Lamentablemente los argentinos se ganan a pulso el rechazo, en especial con ese aire de universitarios y mas europeos que los europeos, considerando brutos a todos los demas habitantes de la tierra.

Quizás si fueramos mas humildes y no despreciaramos a los bolita, perucas, paraguas, gallegos brutos y tanos sucios. Y si no fueramos tan piolas, avivados, cagadores, aprovechados, ventajeros, llorones y dioses nos aceptarian mejor y se abririan mas a recibirnos.

Yo hace 14 años que vivo en España y tambien escapo de la mayoria de los argentinos, por suerte fui bien aceptado, porque vine con la idea de trabajar sin garcar a nadie, que aunque parezca mentira tambien se puede vivir bien de esta forma.

Mide bien a la gente, piensa como son los revisores de trenes en Argentina, que atentos los empleados publicos y un largo etcetera y recuerda el chiste muy conocido por estos lares de que el mejor negocio que existe es comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que se cree que vale

#91-24 MQI (19/11/02)

Lamentablemente debo reconcer que hay personas que describieron muy bien la personalidad nuestra el el exterior, y mas precisamente aca en España. Me gustaria agregar que el trato(siempre con salvedades)cotidiano de los Españoles es algo tosco(como lo llamariamos nosotros), pero una palabra mas correcta es directo. Quiza a algunos les choque esto ya que nos caracterizamos de ser zanateros, corteces por conveniencia y por que no oportunistas. Hace poco mas de un año que vivo aca en España, y tuve la desagradable experiencia de conocer muchos Argentinos, digo desagradable, ya que fruto de esas relaciones recogi problemas, estafas, y demas desventuras.

La conflictividad que comporta para los emigrantes argentinos asumirse o ser definidos como soberbios y egoístas se evidencia en un permanente desplazamiento entre incluirse o excluirse de ese colectivo. Tal como reconocemos en los posteos propuestos más arriba, este enunciador emplea ese rasgo como parte de una definición identitaria de corte más bien esencialista, de la cual no es posible correrse porque forma parte de un pretendido e incuestionable ser argentino que se enuncia con un nosotros inclusivo (“somos piolas, avivados, cagadores, aprovechados, ventajeros, llorones y dioses”), aunque al mismo tiempo busca distanciarse de esa caracterización, que se adscribe inmediatamente a un ellos: “Yo hace 14 años que vivo en España y tambien escapo de la mayoria de los argentinos”. Nuevamente, es la instancia de la emigración la que se construye como definitoria en la posibilidad de ser algo distinto del resto de los argentinos: el contacto con otras culturas, con otras idiosincrasias (esto es, el someterse a la mirada del otro), se devela como definitorio a la hora de reconocer y valorar los atributos que se reconocen al propio actor y al colectivo del que forma parte.

Por supuesto, como reconocemos en los ejemplos propuestos, también podemos encontrar argentinos que ya han emigrado y que no se esfuerzan por transformar esas características juzgadas negativas en otras que sean valoradas positivamente en el nuevo entorno; sin embargo, este emigrante no pareciera optar por participar en este tipo de foros. De este modo, observamos que la identificación de los argentinos con rasgos arquetípicos como la soberbia o el orgullo es realizada por los propios emigrantes en la definición de otros grupos que comparten tal condición de movilidad -aunque no participan en los foros- o bien de los argentinos que aún se encuentran en el país de origen y que manifiestan su intención de migrar.

Justamente, quien sostiene desear apartarse de otros argentinos por las características negativas que asigna a esa definición identitaria puede incluir en esa caracterización no sólo a quienes permanecieron en el país de origen (y a los que, como hemos analizado con anterioridad, puede o no endilgarse la responsabilidad por las condiciones críticas que allí se desarrollaban), sino también a otros argentinos que comparten la propia condición de emigrantes: “Hace poco mas de un año que vivo aca en España, y tuve la desagradable experiencia de conocer muchos Argentinos, digo desagradable, ya que fruto de esas relaciones recogi problemas, estafas, y demas desventuras”, se denuncia en  el último de los mensajes citados. De un argentino con estas características, justamente, es del que se incita a mantener distancia, tal como encontramos en el siguiente ejemplo: “ATENCION!!! ojo con los piolas ARGENTINOS que ya mas tiempo que estan aca que contratan a otros argentinos sin papeles por 400 € al mes, la verdad que me da mucha lastima que nosotros mismos nos caguemos” (#58-9 MQI, 13/05/02; las cursivas son nuestras).

Así, la instancia de la participación en el foro es definitoria: es allí donde se redefinen los límites del propio colectivo, en relación a otros participantes. Es en el intercambio dialógico con otros usuarios que residen aún en Argentina donde encontramos que los migrantes expertos que ya han partido califican a otros argentinos como soberbios y egoístas, aconsejando a los futuros emigrados sobre las conductas deseables en el lugar de destino (como se expresa en #30-9 EA, 18/05/04, “No vengas con el típico cartelito de ‘argentino piola’”), o expresando que los recién llegados deben dejar de lado el orgullo y la soberbia para no encontrarse con obstáculos en la integración: “HAY QUE QUITARSELA (la omnipotencia argentina) DE LA CABEZA PARA NO LLEVARSE UN COCAZO EN LA MISMA” (#95-12 MQI, 03/03/03).

 

Reflexiones finales

En este artículo hemos abordado la construcción discursiva de las identidades de los emigrantes argentinos del período 2001-2005, flujo poblacional de capital importancia  para el estudio de las transformaciones recientes de la sociedad argentina, mediante el estudio de las publicaciones realizadas por esos actores en los foros de Internet emigrantesargentinos y mequieroir. Partiendo por caracterizar a esos foros como espacios mediáticos en los que se dota de sentido a la movilidad y se entablan vínculos intersubjetivos con otros participantes en base a un interés general compartido, hemos abordado las formas en que la identidad nacional en tanto argentinos era allí definida, y en la cual se reconocían los migrantes del período.

Hemos reconocido que con la concreción del movimiento emigratorio se producían reacomodamientos obligados en las pertenencias identitarias que hasta ese momento podían haber sido poco cuestionadas, y que se enmarcaban en las organizaciones discursivas propuestas en los foros de Internet. En este artículo nos hemos centrado en la llegada a destino, entendiendo que se trata de una instancia que va más allá de lo territorial y que opera más bien a modo de un espacio simbólico en el que se organizaban identidades momentáneamente fijadas en el derrotero migratorio. Del análisis realizado para los foros seleccionados, precisamente, encontramos que las identidades se desdibujan, cambian y se reproponen ante la mirada propia y de los otros, frente al discurrir de nuevos acontecimientos y de nuevos actores vehiculizados por la llegada al nuevo país.

Desde la teoría hemos sostenido que la identidad es discursiva, fluctuante, compleja, diversa, múltiple; sin embargo, estas apreciaciones coexisten con el reconocimiento de que los actores involucrados pueden asumirla o practicarla como más estable, más permanente, capaces de brindar una pertenencia posible de ser enunciada como segura. Asumir una mudanza transatlántica, en este sentido, pone a los emigrantes frente al reconocimiento de que las certezas de sus proyectos previos se resquebrajan. El viaje, entonces, se emprende al mismo tiempo que la búsqueda de nuevos anclajes: en otro lugar, en otras pertenencias, en otros colectivos. El abordaje de las identidades, entonces, puede permitirnos seguir temporalmente las pérdidas, los reajustes y las nuevas adquisiciones que ellas asumen en el tránsito, y que se encuentran estrechamente vinculadas con el momento sociohistórico de su aparición. Y que confirman, por su parte, la vigencia y la operatividad analítica de la pregunta por la identidad.

En esas interfaces, las identidades propuestas se elaboraban en una interacción que articulaba la puesta en discurso pública de experiencias y sentimientos más bien íntimos: en ocasiones a modo de ejemplo para otros emigrantes, a los que se aconsejaba no sólo sobre las acciones más ventajosas en el país de destino, sino también sobre las actitudes deseables para la integración en la nueva sociedad; y otras veces de modo más autorreflexivo, como una especie de divagación sobre la propia vida realizada en primera persona y ante la mirada de los pares, conectada a la propia en un espacio en línea. Allí, la identificación que los migrantes realizaron de sí mismos en tanto argentinos apareció como una construcción identitaria recurrente, aunque no exenta de cuestionamientos.

Los discursos analizados, por su parte, nos permiten aventurar una cierta persistencia del Estado-nación como matriz cultural productora de identificaciones y generadora de sentidos, en contraposición con las denuncias de su licuación ante las fuerzas homogeneizantes de la globalización; y en la que esa identidad nacional argentina -valorada positiva o negativamente- no consiste llana o únicamente en una definición basada en un lugar de nacimiento o en una determinada situación administrativa, sino que se convierte en una verdadera dimensión identitaria en base a la que se trazan arcos de solidaridades comunes, inclusiones y exclusiones.

Así, mediante el análisis de los discursos de mequieroir y de emigrantesagentinos hemos podido reconocer que la argentinidad es enunciada por los emigrantes como un lazo colectivo basado en hábitos, rasgos y experiencias compartidos (ya sea en origen o en destino) que despierta las más encendidas disputas; y a la cual se apela, al mismo tiempo, como fundante de un diálogo posible y necesario entre quienes participan de ella, que se activa en la instancia de encontrarse residiendo en otro país. El involucramiento o la prescindencia en relación a acciones sociales y políticas llevadas a cabo en la convulsionada Argentina de aquellos años, y el cuestionamiento de atributos y rasgos incluso caracteriales de ese ser argentino, son las dos grandes características que esa argentinidad asumió en los discursos analizados.

El tiempo transcurrido desde el período temporal analizado, así como las mutaciones de las dinámicas mediáticas en relación a los procesos de movilidad, abren un desarrollo posible para la continuidad de este trabajo. En ese sentido, nuestro objetivo actual está abocado a dar cuenta de las construcciones identitarias de los argentinos que, ya emigrados y radicados en un nuevo país, promueven tanto su mutua vinculación como el establecimiento de lazos transnacionales con el país de origen a través de la utilización de sitios de redes sociales como Facebook, que junto con sus aspectos novedosos también incorporan lógicas propias de plataformas previas como los foros de Internet. En ese sentido, el desafío futuro es seguir las mutaciones y los reacomodamientos que acompañan a esas identidades nacionales propias de los movimientos migratorios profundamente atravesados por los distintos espacios mediáticos en los que también se desarrollan.

 

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NOTAS

1 Para los mensajes que ya no se encuentran en línea se ha empleado la herramienta de recuperación de páginas web Wayback Machine, del sitio https://archive.org.

2 Esta caracterización identitaria, de la que damos cuenta aquí, surge como resultado de la actividad interpretativa posibilitada por el abordaje discursivo empleado, aunque no es la única que hemos podido recuperar en nuestra investigación más amplia. En efecto, para los migrantes argentinos que se expresaban en foros de Internet hemos podido reconocer además identidades asociadas a su autorrepresentación en tanto emigrantes previsores, o como herederos de vínculos e historias familiares transoceánicas, que se reactualizaban en la puesta en común en los foros. (Autor, 2015b).  

3 Hacemos énfasis en dos momentos diferenciados en el desplazamiento emigratorio -la partida y la llegada y el establecimiento en el lugar de destino, en una emigración que se enuncia como un proyecto definitivo- ya que éstos se construyen con claridad en los discursos analizados, funcionando además como condiciones productivas de los mismos que habilitan gramáticas de producción diferenciadas. Ello no implica, sin embargo, desconocer que los actuales procesos migratorios van mucho más allá de un proceso de desplazamiento lineal entre un origen y un destino, ya que pueden darse movimientos circulares, recurrencias e indeterminaciones entre su principio y su fin (Colectivo Ioé, 2002).

4 La nomenclatura que empleamos para identificar a los mensajes indica, en primer lugar, el número del thread en el total de las cadenas de mensajes correspondientes al relevamiento de cada foro. El número que sigue al guión indica, en la sistematización realizada, la posición en el encadenamiento de respuestas que ocupa el mensaje transcripto; a él le sigue la identificación del foro, donde MQI corresponde a mequieroir y EA a emigrantesargentinos. Todas las transcripciones de los mensajes publicados de los foros se han hecho respetando la sintaxis, la gramática y la ortografía originales. Se mantienen asimismo, de existir, las características tipográficas (mayúsculas, negritas, cursivas) empleadas.

5 La referencia es, por ejemplo, a estudios como el de Ruth Benedict en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, quien en su trabajo “El crisantemo y la espada. Patrones de cultura japonesa” (Madrid: Alianza, 1974) realizó un análisis del carácter nacional japonés, al que definió como esencialmente contradictorio: leal pero a la vez traidor, disciplinado pero en ocasiones insubordinado; tradicional pero a la vez deseoso del contacto con Occidente, entre otros rasgos.

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