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Revista :Estúdio

versão impressa ISSN 1647-6158

Estúdio vol.10 no.25 Lisboa mar. 2019

 

ARTIGOS ORIGINAIS

ORIGINAL ARTICLES

Rafael Luna: series para una vida

Rafael Luna: series for a life

 

Olga Duarte Piña* & Lauro Gandul Verdún**

*España, Profesora.

AFILIAÇÃO: Universidad de Sevilla, Facultad de Ciencias de la Educación, Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales. Editora de la Revista Literaria «CARMINA» Textos para una lectura. C/ Pirotecnia s/n 41013 Sevilla, Espanha.

**España, Abogado y escritor.

AFILIAÇÃO: Editor de la Revista POEMAR y de la Revista Literaria "CARMINA" Textos para una lectura. Alcalá de Guadaíra. 41500 Sevilla, Espanha.

 

Endereço para correspondência

 

RESUMEN:

Rafael Luna pasó una vida interpretando en sus cuadros otras vidas, dándoles de nuevo vida a través de una nueva mirada y una nueva narrativa. Sus obras se fueron organizando en series que, a su vez constituían un discurso donde el tema de cada serie se iba desarrollando. Así, reinterpreta la iconografía de Velázquez, Murillo o Goya, recrea la Giralda de Sevilla. Inventa bibliotecas, máquinas de escribir, también las sábanas tendidas en azoteas andaluzas o las sillas de barbería; objetos y realidades que se convierten en extraordinarios e intemporales. Su obra responde a un lenguaje inconfundible nutrido del surrealismo que resulta de una revisión contracultural de la tradición.

Palabras clave: Rafael Luna / historia del arte / surrealismo / contracultura.

 

ABSTRACT:

Rafael Luna spent a life interpreting in his paintings other lives, giving them new life through a new look and a new narrative. His works were organized in series that, in turn, constituted a discourse where the theme of each series was developed. Thus, he reinterprets the iconography of Velázquez, Murillo or Goya, and recreates the Giralda of Seville. He invents libraries, typewriters, as well as sheets lying on Andalusian rooftops or barber chairs; objects and realities that become extraordinary and timeless. His work responds to an unmistakable language nurtured by surrealism that results from a counter-cultural revision of tradition.

Keywords: Rafael Luna / art history / surrealism / counterculture.

 

Introducción

Rafael Guillermo Alvárez García (1952-2010) fue conocido como Rafael Luna en su pintura y Fafi entre los amigos y familia. Su vida artística abarcó desde su niñez hasta su muerte. Obtuvo la licenciatura en Bellas Artes en la Ècole Supérieure d"Arts Plastiques de París, ciudad donde vivió desde 1975 hasta 1988, año en el que regresa definitivamente a Alcalá de Guadaíra donde había nacido.

Su personal lenguaje plástico se desenvolvió principalmente a través de las series de objetos que reitera en diversas formas y expresiones: máquinas de escribir, bibliotecas, sillas de barbería, Giraldas (Figura 3, Figura 4, Figura 5, Figura 6, Figura 7, Figura 8, Figura 9, Figura 10). También en sus particulares versiones de cuadros de Murillo, Ingres, Velázquez o Goya (Figura 1, Figura 2), realizando variaciones surrealistas donde se sitúan en la misma escena personajes correspondientes a distintos cuadros fundamentales de la Historia del Arte Las Meninas, La familia de Carlos IV, El aquelarre o El Baño turco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los medios de comunicación fueron también objeto de temas pictóricos, influyendo en su narrativa plástica pudiéndose, también, decir que podrían constituir una suerte de crónica de su tiempo. En este sentido, las series de aparatos de televisión, folletos de publicidad o periódicos.

Tuvo una mirada crítica e incisiva de la realidad que vivió. Destilaban sus obras un humor, las más de las veces, irónico sin llegar a ser mordaz ni amargo pero que interpelaban al espectador desde lo absurdo o el disparate. Aunque ideológicamente contracultural, fue culturalmente humanista y metodológicamente surrealista, sus obras fueron el resultado de los movimientos plásticos implicados en la reformulación de las vanguardias del primer tercio del siglo XX y la tradición pictórica española. No siguió la tradición pictórica de su ciudad de origen, centrada en el paisajismo rural con connotaciones bucólicas, sino que el paisajismo suyo es urbano, algo caótico o a punto de desaparecer.

 

1. A modo de breve semblanza

En una entrevista realizada el 13 de septiembre de 2004, para la sección Historias de Vida del periódico local La Voz de Alcalá hicimos una semblanza del pintor de la que transcribimos aquí algunos pasajes.

Así como don Juan revela a Carlos Castaneda (1980) que es un cuervo, que aunque se le vea como don Juan, si se le sabe ver aparecerá como cuervo; le hemos preguntado a Rafael Luna si él puede decir como el indio yaqui, y si es algún pájaro lo que se vería de él sabiéndolo ver. Nos contesta que no, que él se siente más asociado a un pequeño felino; aunque su abuela tenía una lechuza con las alas cortadas por el patio de su casa, que tan pronto se la veía en la ventana del comedor como entre las macetas, se la alimentaba, se convivía con ella. Su abuelo, que tenía vacas en un barrio de la afueras de Sevilla trajo la lechuza. Quizá pudiera tener en común con los pájaros su obsesión por el horizonte: "Imaginar que todos mis deseos más maravillosos están allí, pero sabiendo al mismo tiempo que es una ilusión, porque el horizonte no existe. Nunca voy a encontrarlo aunque siga eternamente dando la vuelta a la Tierra".

Su primer dibujo lo hizo con seis o siete años. Recuerda que era una viñeta que trazó en la contraportada de un atlas donde se representaba a un legionario con su metralleta diciendo algo así como "¡Venga Pepe!", desde lo alto de la batea de una antigua furgoneta.

Allá por el 68 y el 69 en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares, en régimen de internado, realizó estudios en la rama de electrónica. Allí ya se podían ver los primeros hippies y escuchar el Sargent Pepper. Aquel adolescente se deja el pelo un poco largo y anda siempre con la cosa de la música, se siente atraído por los carteles (copia o se inspira en carteles de la contracultura americana) y, sobre todo, "en Alcalá de Henares pierdo el miedo a faltar a la misa de los domingos". Dos capellanes jesuitas le pretenden enseñar que Cristo fue el primer anarquista y se deja seducir por libros todavía prohibidos por Franco, que los cristianos atesoraban en una biblioteca próxima a la Universidad Laboral: "Ahora leo menos porque prefiero observar a la gente. Sin embargo, en esa época yo leía mucho, devoraba todo, desde 18 Brumario hasta La concepción hindú de la vida, o Historia de las agitaciones campesinas andaluzas; leí a Bakunin, Kropotkin… Claro, es una época de descubrimientos. Se organizan huelgas en la Universidad Laboral y yo hago unos panfletos por mi cuenta, hago a mano cuatro o cinco copias, las pego solo, de noche, dentro de la misma universidad; nadie supo nunca nada, porque no me fiaba de nadie y había que tener cuidado con la Brigada de Investigación Social".

Después de su regreso a Alcalá de Guadaíra conoce a Luis Caro, uniéndoles una común pasión por los Beatles y por la pintura: "Luis Caro y yo compartimos un estudio en la calle Benavente. Allí intentábamos unirlo todo: música, pintura, alucinógenos… Experimentábamos con la pintura y con la vida. Buscábamos llenos de curiosidad para, en definitiva, llegar a mirar el cuadro como una posibilidad de entrar en otro estado que nos permitiera pintar los mundos que se nos pasaban por la cabeza. Estábamos aprendiendo a pintar. A través de Recacha conocimos a Pepe Márquez, quien nos influyó mucho en nuestros primeros tiempos. Él hacía una pintura de lo fantástico basada en una observación profunda de la naturaleza y en sus cuadros las plantas, por ejemplo, pueden transformarse en monstruos". Pepe Márquez, pintor de Arcos de la Frontera, se afincó en Alcalá de Guadaíra por su amistad artística con Baldomero Romero Ressendi (1922-1977) y ejerció una influencia en los jóvenes pintores de la localidad, especialmente en Rafael Luna y en Luis Caro. La pintura de Pepe Márquez, en estos años, pudiera ser considerada una reformulación de El Bosco y Brueghel, aunque con iconografía propia desde lo ancestral de la vida rural en la que se crió. Rafael Luna encontró en Márquez un mundo de formas y un relato fantástico, que influyeron en los inicios de su creación, porque era de naturaleza similar a la que él aspiraba entonces desde sus experiencias psicodélicas.

Con su gran amigo el artesano alcalareño Luis Benítez descubre París a los veintitrés años. Nos cuenta que París lo que le aporta es la capacidad de análisis, de un análisis más intelectual de las obras de arte, en el sentido de más político, más ligado a la historia. "También me atraen los objetos. Soy fetichista y París ha influido en eso". Deja de pintar con óleo y empieza a utilizar el acrílico, técnica que va a caracterizar su obra desde entonces. Uno de los motivos que da para explicarnos este cambio es que el acrílico le permite más rapidez en la ejecución y pintar de inmediato lo que se le va ocurriendo. "Yo empleo mucho tiempo en pensar cómo voy a resolver lo más rápidamente posible lo que quiero pintar, para pasar a pintar otra cosa que ya se me esté ocurriendo. Al ejecutar más rápidamente, evoluciono más rápidamente".

Su capacidad de observación y su curiosidad van marcando un estilo. "Saco mis historias de mi curiosidad, de los medios de información y de la calle, o de la misma historia de la pintura. Soy un voyeur. Encuentro una máxima y la repito, hago un reportaje, como con las máquinas de escribir, las sillas de barbero, las meninas o los laberintos de sábanas. No me preocupa tanto la técnica como a los pintores puros sino contar una historia, aunque sea absurda, y comunicar. Muchas veces yo pienso que soy más literato que pintor. No me considero un artista mártir porque aparte de la pintura me han gustado otras cosas. Si tenía un poco de dinero no era para comprar pinceles sino que prefería tomarme un café viendo a la gente pasar desde la terraza más elegante de París, aunque no me tomara otro en un año".

En París trabajó en diversas ocupaciones: en un taller de serigrafía, en otro de enmarcación, en un estudio de producción o en pisos de lujo haciendo chapuces principalmente de carpintería. También fue brocanteur en el mercado de las pulgas de Montreuil, desde 1976 hasta 1986, junto con Irene Matiasevich, su primera mujer, donde, además de vender objetos usados (viejas cuberterías de plata, vajillas rusas o libros), cada semana, siempre había alguien que se interesaba o compraba algún cuadro de los que pintaba y firmaba con pseudónimos. Eran cuadros que copiaban temas de distintos estilos pictóricos, desde el expresionismo alemán a la tradición de los bodegones del siglo XVII, o representaban, por ejemplo, a un aviador en una pista de aterrizaje. "También han robado y desaparecido muchos, porque teníamos un garaje donde guardábamos los objetos del rastro, los cuadros que firmaba con pseudónimos y mis cuadros, los que entonces yo firmaba como Rafael Álvarez, incluso desapareció obra mía hecha en Alcalá que yo me había llevado a París. Dejamos de ir por allí y cuando fuimos al mes y medio nos encontramos un mendigo alojado y aquello vacío, se lo habían llevado todo. Luego un amigo nuestro, también brocanteur, vio algunos cuadros míos en una casa de subastas, otro en un mercado…"

En 1988 regresó a Alcalá de Guadaíra y desde su taller de la calle Coracha ha pintado giraldas, fábricas, botellas con mensajes, papeles que el viento se lleva, libros… firmando como Rafael Luna. "Ahora me estoy acostumbrando a pintar con luz de día desde que he cambiado de estudio. En un cuadro soy el dueño de un mundo en dos dimensiones, construyo a la velocidad que quiero un universo propio. Mi pintura va ligada a mi vida y va todo mezclado".

 

2. Series para una vida

La vida del pintor en su obra aparece en múltiples direcciones no relacionadas linealmente. Aunque a veces sus obras parezcan sucederse por etapas, vemos en ellas que el artista, tanto se vuelve atrás como el pasado se reencuentra con el presente, y a la inversa. Los descubrimientos, reconocimientos, encuentros, influencias, recreaciones, lecturas, exposiciones, hacen brotar los objetos, las personas, las situaciones, las escenas, las historias, las anécdotas. Atento a todo ello Rafael Luna decidió seriar en forma de obras la vida en su multiplicidad multidireccional, sus avatares, sus contradicciones, convertir en fantasía la dureza, hacer más amable la vida, decirnos que la vida si no es sueño será posible hacerla divertida, no sin dejar su impronta crítica de la realidad que cada cual percibe y vive.

Rafael Luna despieza fragmentos autónomos de realidad y comprueba que cada pieza representa separada de las otras realidades distintas de aquella de la que formaba parte. Un proceso posterior reagrupa esos elementos introduciendo en los nuevos conjuntos resultantes criterios que buscan que, al final, todo resulte un tanto disparatado. No hay una vuelta al origen después de la deconstrucción y las construcciones posteriores que son seriadas, asumen un destino, mucho más incierto, en otro tramo de la espiral.

 

Conclusión

Rafael Luna perteneció a una generación de españoles que alcanzó la mayoría de edad estando vivo aún Francisco Franco. Aunque a los 23 años, unos meses antes de la muerte del dictador el artista emigra a París, en su pueblo natal y en Alcalá de Henares consigue conectar con los tiempos del Arte, de la contracultura, de la política, de los movimientos sociales, al mismo tiempo que lo hacían otros artistas e intelectuales de países democráticos. Con ello se demuestra que, aún desde condiciones políticas y populare poco propicias, se consigue llegar y sostener una vanguardia cultural para desafiar la tradición precisamente por haber sabido asumirla y transformarla con una libertad creativa. Como él nos dijo: "En un cuadro soy el dueño de un mundo en dos dimensiones, construyo a la velocidad que quiero un universo propio. Mi pintura va ligada a mi vida y va todo mezclado".

 

Referencias

Castaneda, Carlos (1980) Las enseñanzas de don Juan. Madrid: Fondo de Cultura Económica. ISBN: 84-375-0106-7        [ Links ]

Rafael Luna Continuará… (2013). Catálogo de la Exposición. Sevilla: Casa de la Provincia. Depósito Legal SE 416-2013.         [ Links ]

La Voz de Alcalá (2004) "Rafael Luna", año XIII (162): 17.         [ Links ]

 

 

Artigo completo submetido a 03 de janeiro de 2019 e aprovado a 21 janeiro de 2019

 

Endereço para correspondência

 

Correio eletrónico: xoduarte@us.es (Olga Duarte Piña)

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