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Introducción
Anna Ruiz Sospedra, es una artista contemporánea valenciana (España) que trabaja una obra muy particular, con un lenguaje propio muy definido y con una carga identitaria muy fuerte vinculada a su ciudad (València) de una manera especial, pero desde una perspectiva universal. Nuestro análisis se centra en tres aspectos de su obra: su condición efímera, ya que la mayor parte de su trabajo artístico son instalaciones en forma de fallas, aspecto que explicamos brevemente en el siguiente apartado. La implicación en las problemáticas sociales y el gran compromiso político que la autora mantiene en sus obras, especialmente desde una perspectiva social y feminista. Y la enorme capacidad didáctica que su trabajo aporta, tanto directa como indirectamente, y que estimula el desarrollo de aprendizajes sensibles.
Este artículo se aproxima a la obra de la artista desde el análisis de esos tres aspectos esenciales y de qué forma se conectan e interactúan entre sí, incidiendo especialmente en el caso de los posicionamientos didácticos que la autora mantiene en toda su extensa obra. Una obra que, además, sitúa frente a públicos alejados de los circuitos del arte actual, una estética y una práctica artística a la que no están habituados, haciendo pedagogía de la propia estética contemporánea. Nuestro relato indaga en la obra de esta artista desde nuestra mirada como artistas-investigadores-docentes (Springgay, Irwin, Leggo, & Gouzouasis, 2008), en referencia a los procesos pedagógicos que sus obras generan en interacción con los receptores, sus temáticas, y los debates que su trabajo suscita en toda la ciudad. Sus obras convierten la estética y el arte contemporáneo en un activador y agitador del debate social a través de su participación en las fallas, con una repercusión mucho mayor que si lo hiciera exponiendo en un circuito clásico y cerrado del arte contemporáneo. Analizamos esta interacción desde la perspectiva investigadora que nos ofrece la educación artística y sus métodos
(Leavy, 2019).
1. Arte efímero contemporáneo en una fiesta popular
La obra de Anna Ruíz, no se puede entender descontextualizada del espacio en la que se desarrolla que es el marco de la fiesta de las Fallas de València, una fiesta declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y cuya característica principal es la sátira y la crítica de la actualidad. Una celebración cultural, que aúna muchos aspectos diversos y complejos y que se presenta como un espacio perfecto, en potencia, para el desarrollo de experiencias de arte contemporáneo urbano en el espacio público. Las Fallas son una celebración festiva celebrada en la ciudad de València (España) que consiste especialmente en crear
Fuente: Anna Ruiz
Figura 2 Obra efímera Laberint dels afectes de Anna Ruiz devorada por las llamas el día de la “cremà”. València. 2013
unas enormes estructuras de arte efímero que se instalan en las calles de la ciudad durante unos días y se prenden fuego (Figura 2) la noche del 19 de marzo de cada año. En torno a ellas, y organizadas a partir de grupos de vecinos que crean una asociación, también llamada Falla, que contrata a artistas, quienes crean la obra durante casi un año. Hay todo un entramado de relaciones sociales, políticas y culturales detrás, que es imposible relatar en un espacio tan breve y al que remitimos a la bibliografía clásica especializada (Ariño, 1992, 1996; Borrego, 1993; Hernàndez, 2002; Ramon 2017).
A nivel artístico y estético, las Fallas en general, como expresión escultórica, se inscriben en una estética muy conservadora, de raíz barroca, exclusivamente figurativa y preciosista. Un tipo de esculturas efímeras muy tipificadas y estructuradas, cuya estética y temática están controladas por una política de premios también muy conservadora. En medio de estas dinámicas, surgen un grupo de artistas que trabajan nuevas y diferentes estéticas y poéticas. Entre esos artistas está Anna Ruiz, que lleva más de una década construyendo esculturas efímeras urbanas, fallas contemporáneas, con una estética muy personal e inconfundible, que no dejan indiferente a nadie.
2. Una poética y estética corpórea
La propuesta estética de Anna Ruiz se centra en un discurso poético e intimista, muy conectado con la mirada humana y humanista, una obra figurativa muy construida a la medida del ser humano y especialmente con el cuerpo como protagonista. Los cuerpos son el elemento esencial sobre el que construye su trabajo. Este es un aspecto en el que confluyen nuestro trabajo como artistas especialmente interesados en la educación con el suyo. Nuestro interés por el cuerpo como templo pedagógico por excelencia, nos lleva a interesarnos por su obra y su estética de una manera especial. Trabajar el cuerpo como espacio para el aprendizaje a través de medios artísticos es un espacio común que exploramos como artistas en diferentes ámbitos de trabajo, el suyo la escultura efímera, el nuestro las acciones artístico-pedagógicas.
Anna aborda el cuerpo, los cuerpos, en toda su trayectoria artística, y lo hace en referencia a la diversidad y a la multiplicidad de cuerpos. Los cuerpos de Anna, que son la esencia de su discurso estético, son cuerpos que nacen de la proporcionalidad humana, pero a diferencia del canon idealizado del modelo renacentista, su posición parte de idealizar la imperfección, la diferencia, la diversidad en todas sus facetas corporales e identitarias. Para ella identidad y cuerpos diversos son una misma cosa, sobre la que se construyen los seres humanos. Explora también la relación entre los cuerpos, a partir de la forma en
Fuente: Anna Ruiz
Figura 3 Anna Ruiz. Obra Rebel·lia ejemplo de la presencia del cuerpo en toda su trayectoria artística. 2011
Fuente: Anna Ruiz
Figura 4 Anna Ruiz. Falla Equilibristes, contorsionistes, saltimbanquis. València. 2010
la que plantea sus instalaciones efímeras. Cuerpos que se miran, que caminan juntos, que se exploran y son explorados y tocados a su vez por los espectadores, que de esta forma completan el significado de la obra.
Su estética huye de la vanguardia conceptual y de los discursos excesivamente rompedores con la estética y la esencia de lo que son las Fallas, como sí hacen otras propuestas en este marco. Recurre a la figuración porque necesita hablar e interpelar directamente al cuerpo y sus estéticas. Entendidas estas como una gran poesía tridimensional y efímera, que culmina en la gran performance que implica el fuego que las destruye la noche del 19 de marzo. El fuego es esencial para entender toda su propuesta y el simbolismo que subyace en sus obras adaptadas al marco festivo de las Fallas. En ese sentido como afirma García Nadal (2009:103) y es en ese discurso estético donde situamos la obra de Anna Ruiz: “entre el barroco reiterativo y anodino y la vanguardia aristocratizante, críptica y exquisita deberemos encontrar un espacio para la creatividad, la sorpresa, el mensaje novedoso y las formas insólitas que reflejen el hacer del artista” .
3. La implicación social y política de su trabajo
La obra de Anna Ruiz posee un compromiso de carácter social que aborda diferentes temáticas: el valor de la diversidad sexual, la importancia de luchar por los sueños, los desahucios, la inmigración, etc. Sin embargo, sus obras siempre pueden tener una lectura amable, más superficial, algo infantil o alegre, junto a otra lectura más crítica y profunda, más adulta o agria; sin ser ambas incompatibles. Es el tipo de ironía presente en su trabajo, ese humor que es tan típico en todas las fallas, pero que aquí se vuelve sutil e inteligente.
Su falla titulada Equilibristes, contorsionistes, saltimbanquis (Figura 4) nos aproxima a mundos soñados. Esta falla transmite que a menudo fantaseamos con formar parte de un mundo diferente al ordinario, donde convertirnos en aventureros intrépidos y valerosos. En este caso como personajes de circo, dispuestos a recorrer ciudades formando parte de un espectáculo. Pero esta falla nos recuerda también la forma en que la sociedad de clases es un sistema de estratificación que valora a unos colectivos profesionales y culturales por encima de otros. Que genera suburbios, periferias donde se instalan las carpas de circo, donde los asentamientos de inmigrantes comparten espacio.
Otro ejemplo, es su falla titulada De les profunditats en la que se observa un gran leviatán de cuya boca salen múltiples elementos como animales fantásticos, personajes televisivos, juguetes… que van a parar a un barco. Un monstruo que llega a diversos puertos llevando las ideas creativas que se recogieron de escolares que participaron en diferentes talleres con la artista. Transmite así el valor de las ideas infantiles, de su creatividad. Sin embargo, otra lectura inversa nos habla de cómo el mar engulle a personas, inmigrantes, de forma trágica en el Mediterráneo, sin posibilidad de que lleguen a ser salvados por ningún barco. En su falla Motivacions (Figura 5) una nube de palabras dejaba caer una lluvia de letras sobre cinco infantes en diferentes actitudes como la escucha por parte de una música, la búsqueda con lupa de un investigador, la contemplación de un pensador, el equilibrio de una bailarina. Una primera lectura nos habla de las diferentes inteligencias múltiples que poseemos los seres humanos y cómo pueden desarrollarse cuando reciben el agua necesaria. Una segunda lectura nos recuerda que la escuela rara vez fomenta todas ellas, porque hace prevalecer la inteligencia lingüística sobre la musical, kinestésica, naturalista o interpersonal. En 2016, De pesos i conflictes (Figura 6) muestra cinco personas cargando con unas mochilas en forma de casas. Lejos de la primera propuesta lúdica que permitía al público caminar cargando una mochila semejante, se trataba de una propuesta reflexiva sobre los problemas de vivienda a los que estuvieron sometidos quienes con la crisis económica perdieron sus hogares. Desahucios que desde 2011 afectaron a miles de familias que perdieron sus casas al no poder pagar sus préstamos hipotecarios. Nos recordaba las deudas perpetuas con las entidades financieras de gente que quedó viviendo en la calle, sin alternativa habitacional por parte de la Administración.
En 2017 bajo en su obra D’amors (Figura 7) veíamos 7 personajes detrás de un panel con espacio para 8 personas. Esta obra permitía la interacción directa, abriendo y cerrando pequenas ventanas que descubrían partes del cuerpo, ypermitía convertirnos en el octavo personaje de la obra. Además, podía verse por ambos lados, de manera que se veía las espaldas de estas esculturas desnudas, o al otro lado del panel y a través de tres agujeros, sus órganos sexuales, pecho y cara. De nuevo el recurso lúdico nos daba una lectura juguetona. Pero la interpretación más fructífera era la vinculada a comprobar que sexo, género y sexualidad no están siempre ligados del mismo modo. Invitando al público a pensar de forma respetuosa sobre la diversidad sexual, en contra de la LGTBofobia.
4. El discurso pedagógico de su obra
Al acercarnos a la visión del cuerpo que transmiten las obras de Anna Ruiz Sospedra, el alumnado de Magisterio puede repensar la imagen del binomio masculino y femenino, eliminando así prejuicios raciales, sociales o religiosos, urdiendo nuevas posibilidades de representación de los cuerpos (Huerta, 2018:74)
Fuente: Anna Ruiz
Figura 6 Anna Ruiz. De pesos i conflictes, obra de Anna Ruiz con la temática social del desahucio de 2016
Fuente propia
Figura 7 Anna Ruiz. D’amors. Obra de Anna Ruiz que explora la diversidad sexual y de género. València. 2017
La obra de Anna puede ser empleada en el aula para abordar múltiples temáticas de carácter social, no solo la de las proezas de los cuerpos diversos. En 2017 tuvimos la oportunidad de compartir con Anna Ruiz una reflexión sobre el enfoque pedagógico de su obra. Ella reconoció que cada una de sus composiciones escultóricas reúne una conceptualización que podría ser usada en procesos de enseñanza infantiles, pero también como forma de sacudir las conciencias de personas adultas. A la artista le gusta escuchar los comentarios del público.
Es habitual que mientras se camina alrededor de la falla se observen y comenten los detalles, porque es arte público ylacalle permite hablar en voz alta, compartir experiencias y risas a diferencia del museo. Así la artista disfruta especialmente cuando comprueba que asus espectadores no lesdeja indiferentes, que provoca una reacción. Porque generar pensamiento es un acto pedagógico y el discurso de sus obras lo logra desde una educación informal. Pero además provoca un efecto sensibilizadorhaciaproblemáticasquehabitualmentesetransmitenatravésdelos medios de masas de una manera meramente informativa, y no desde la empatía. Sus obras, siendo para una audiencia adulta, son familiares para el público infantil, lo grande estemo do aproximarse a un rango mayor de público, logrando que su carácter formativo y reflexivo alcance un abanico de edades más amplio. Pero además su vertiente educativa alcanza también a la profesión de artistas falleros. Un colectivo que durante décadas ha estado conformado casi exclusivamente por hombres y en el que la artista se abre paso precisamente generando controversias y discordias por su valentía transgresora, tanto en las temáticas escogidas como en los tratamientos escultóricos.
Conclusiones
En conclusión, nuestra mirada hacia la obra de la artista Anna Ruiz, nos ha permitido una mayor comprensión de su trabajo, que repercute en la práctica del nuestro como artistas-docentes y nos sirve para trabajar, desde la educación artística, algunos de los temas que emergen en su obra.
Hemos visto como Anna es capaz de plantear, en un entorno muy particular como son las Fallas, una obra muy personal y valiente, que aborda temáticas actuales desde una estética contemporánea, pero que no renuncia a sus orígenes ni a la misma tradición artística de las propias fallas.
La implicación social y política de las fallas de Anna dotan de un discurso pedagógico a su obra que puede alcanzar a espectadores de todas las edades en el espacio público, generando reflexión y pensamiento. Anna representa una transgresión cultural en una profesión de artistas dominado por las masculinidades, al introducir preocupaciones nuevas a la ironía tradicional.
