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CIDADES, Comunidades e Territórios

versão On-line ISSN 2182-3030

CIDADES vol.45  Lisboa dez. 2022  Epub 29-Dez-2022

https://doi.org/10.15847/cct.27285 

ARTIGO ORIGINAL

La urbanización diferencial en el Área Metropolitana de Barcelona: El caso del Parque Agrario del Baix Llobregat

Differential urbanization in the Metropolitan Area of Barcelona: The case of the Baix Llobregat Agrarian Park

Alejandro Morcuende González1 
http://orcid.org/0000-0003-0350-7109

Carles Carreras i Verdaguer2 
http://orcid.org/0000-0002-3985-0884

1Universitat Rovira i Virgili, España, alejandro.morcuende@urv.cat

2Universitat de Barcelona, España, ccarreras@ub.edu


Resumen

Este artículo analiza los recientes procesos de urbanización en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). Con el objetivo de avanzar teórica y empíricamente en el actual momento diferencial de la urbanización, se toma el Parque Agrario del Baix Llobregat (PABL) como caso de estudio, sobre la hipótesis de que en dicho territorio pueden concretarse las características propias del carácter diferencial, al ser una interfaz entre las zonas urbanas y rurales. Una vez abordados los tres atributos de ese carácter, se recorre la urbanización concentrada y extendida en el AMB. Finalmente, se aborda el caso estudio a partir de los procesos de implosión-explosión, los límites actuales de la planificación urbana, y el conflicto abierto entre el campo y la ciudad, tomados como rasgos de la urbanización diferencial, y su concreción en un espacio intersticial, discontinuo y fragmentado, como es el PABL, fruto del proceso de artificialización de la naturaleza, del que la agricultura forma parte.

Palabras clave: urbanización diferencial; contradicción campo-ciudad; Parque Agrario; Área Metropolitana de Barcelona

Abstract

This article analyses the recent urbanization processes in the Barcelona Metropolitan Area (BMA), with the objective of advancing, theoretically and empirically, in the study of the notion of differential moment of urbanization. The Baix Llobregat Agrarian Park (BLAP) is taken as a case study under the hypothesis that it is an example of a site in which differential characteristics can be found. Once the three attributes of this differential character have been specified, the concentrated and extended urbanization in the BMA is also presented. Finally, the case study is also addressed through the conceptual lens of the implosion-explosion processes, the current limits of urban planning , and the open countryside-city conflict, -concepts, that in turn are central features of differential urbanization-, and its concretion in an interstitial, discontinuous and fragmented space, such as the BLAP, as a result of the process of artificialisation of nature, of which agriculture forms a part.

Keywords: differential urbanization; city-countryside contradiction; Agrarian Park; Metropolitan Area of Barcelona

1. Introducción

Los debates alrededor de las ciudades, la urbanización y el urbanismo se suceden en el ámbito público. Los medios de comunicación, las librerías, las instituciones culturales y de pensamiento, los centros de documentación y debate, acogen numerosas discusiones alrededor de los desafíos que las sociedades urbanas tienen delante de si. Uno de los mayores impulsos dentro del ámbito académico ha sido el debate establecido alrededor de la hipótesis de la urbanización planetaria, sobre la que se apoya esta investigación (Lefebvre, 1976; Brenner & Schmid, 2015; Brenner, 2018). La explosión de la discusión teórica carece, sin embargo, de una producción empírica prolija. Es por esa razón que el objetivo principal de este texto es aportar un nuevo caso de estudio a dicho debate, como otros autores ya han realizado (Almeida et al., 2017), a la vez que se concreta un concepto teórico como el de urbanización diferencial, con el que apoyar esta y otras investigaciones empíricas.

Una de las formas de abordar analíticamente la urbanización capitalista consiste en considerar sus tres momentos constituyentes. A partir de la urbanización concentrada, la extendida y la diferencial, es posible sintetizar analíticamente las transformaciones de las geografías capitalistas. Desde la urbanización propia del capitalismo industrial, caracterizada por la concentración de personas y capital en las ciudades, pasando por la urbanización extendida que operativiza el hinterland, hasta la urbanización diferencial, que apunta a una reestructuración socioespacial permanente (Brenner & Schmid, 2015; Morcuende, 2020, 2021a).

Sin obviar ninguno de esos momentos, la atención se centra en el último de ellos. La principal razón es que el momento diferencial, el más reciente y heterogéneo, aún requiere de cierta innovación teórica y empírica. Es por ello que, en primer lugar, se presenta una aproximación teórico-analítica propia de la urbanización diferencial, concretada en tres procesos: a) las denominadas implosiones-explosiones (Lefebvre, 1968; Brenner, 2014); b) la crisis de la planificación urbana (Lefebvre, 1974; Jameson, 1984); y c) el conflicto abierto entre el campo y la ciudad (Lefebvre, 1976 [1970]; Arboleda, 2017; Morcuende, 2021b).

Detalladas las consideraciones teóricas, es posible entonces traer un caso de estudio como avance empírico de ese momento diferencial. Así, para explorar empíricamente esos procesos diferenciales, se analiza el caso del Parque Agrario del Baix Llobregat (PABL), situado en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). Este caso de estudio es una de las piezas más originales del mosaico metropolitano, pues es el único agrario de los 12 parques, mayoritariamente catalogados de naturales, de la provincia de Barcelona (Casals, 2009).

En sus 3.000 hectáreas, reúne a 600 pequeños propietarios rurales, ocupando a unas 1.500 personas, con el objetivo de mantener vivas las actividades agrarias, en un entorno metropolitano y completamente rodeado de todas y cada una de las infraestructuras necesarias para el funcionamiento de una metrópolis. Junto a los usos agrarios, conviven los usos recreativos y educativos. Es pues, a juicio de los autores, uno de los mejores y más claros ejemplos en el que se reúnen las tres dinámicas constituyentes de la urbanización diferencial, especialmente la tercera de ellas. Ello va a ser mostrado en las sucesivas partes del artículo, con el análisis de la documentación de los distintos instrumentos de planificación que afectan al Parque, no sin antes haber realizado una aproximación a la urbanización reciente en el AMB, siguiendo el esquema lefebvriano de las implosiones-explosiones.

Todo ello para concluir que, efectivamente, pueden observarse en el caso de estudio, las tres dinámicas constituyentes del carácter diferencial, ya que el Parque Agrario se presenta como un espacio intersticial y discontinuo, fruto de la dinámica de las implosiones-explosiones; además de fragmentado, por ser objeto de muy diversas y contradictorias estrategias políticas de acuerdo a las diferentes administraciones que actúan sobre su gestión, que se traducen en distintas prácticas urbanísticas; que, por último, llevan a que el Parque Agrario albergue usos del suelo totalmente ajenos a los supuestamente rurales y naturales, y que su objetivo principal acabe circunscrito a la conservación y preservación de lo supuestamente natural.

2. La urbanización diferencial

Avanzar teórica y empíricamente sobre la urbanización diferencial requiere empezar por la formulación original de la hipótesis, realizada en 1970 en La Revolución Urbana por Henri Lefebvre, por la que la urbanización acabaría alcanzado a toda la sociedad:

“Partiremos de una hipótesis: la urbanización completa de la sociedad, hipótesis que habrá que sostener con argumentos, y reforzar con los hechos. Dicha hipótesis implica una definición. Llamaremos “sociedad urbana” a aquella que resulta de la urbanización completa, hoy virtual, mañana real” (Lefebvre, 1976 [1970], p. 15, traducción propia).

Aquella hipótesis obliga a ejercicios constantes de reteorización, ya que la materialización de la misma compromete el actual consenso hegemónico1 en los Estudios Urbanos: que la problemática urbana se realiza fundamentalmente en la ciudad, concebida como un tipo de asentamiento caracterizado por su dimensión, su densidad y su diversidad, con límites claramente definibles (Brenner & Schmid, 2015).

Si la hipótesis está en gran parte desarrollada es porque la actual frontera urbana se compone de vectores localizados más allá de la aglomeración. Hay que decir, sin embargo, que la realización de la hipótesis cuenta con críticas solventes a día de hoy (Khatam & Haas, 2018). Lo que sí se ha constatado es la aparición y consolidación de: a) nuevas geografías de desarrollo espacial desigual, que surgen de la relación entre procesos de urbanización rápidos e innovadores con procesos de estancamiento y marginación; b) distintas naturalezas de las realidades urbanas, que generan condiciones económicas diferentes, nuevas formaciones territoriales y cambios metabólicos a nivel planetario, de las que las ciudades son tan sólo una de sus expresiones; y c) nuevas geografías regulatorias de la urbanización, que a partir de nuevas alianzas locales, metropolitanas y transnacionales, desarrollan una “nueva corriente metropolitana” basada en la prioridad del crecimiento económico, los grandes eventos o la renovación urbana (Brenner & Schmid, 2015).

La urbanización planetaria es, pues, el corpus teórico que sigue a la realización de la hipótesis lefebvriana, sosteniendo que, además de las transformaciones en los ámbitos ya construidos, el avance de la urbanización se da actualmente a través de la construcción de redes de infraestructura, de cultivos agroindustriales y plataformas logísticas de circulación cada más vez extensas y densas (O’Connor, 2010; Arboleda, 2015). Se asiste, así, a la operacionalización de toda la superficie del planeta, sobre la que se sostienen los actuales procesos de acumulación y circulación, por lo que

“[…] cada vez es más evidente que lo urbano se ha convertido de hecho en una condición mundial en la que todos los aspectos de las relaciones sociales, económicas, políticas y ambientales se entrelazan, a través de lugares, territorios y escalas, cruzando cualquier número de divisiones geográficas arraigadas desde hace mucho tiempo (urbano / rural, ciudad / campo, sociedad / naturaleza, Norte / Sur, Este / Oeste)” (Brenner & Schmid, 2015, p. 173).

Para analizar la urbanización contemporánea es útil contemplarla a través de sus tres momentos constitutivos: a) la urbanización concentrada, en la que el capital y las personas son concentradas en la ciudad y la metrópolis; b) la urbanización extendida, por la que se operacionalizan, a través de distintas formas de urbanización, lugares y territorios más allá de la concentración, concretándose en las áreas de influencia de las metrópolis y las ciudades, en las ciudades de menor porte, en las extensas redes de infraestructuras que atraviesan los territorios y en la operacionalización de territorios salvajes; c) la urbanización diferencial, que implica una ruptura con el orden social y espacial heredado, la producción de nuevos potenciales urbanos para la apropiación de las configuraciones urbanas ya existentes, y la creación de formas nuevas del espacio urbano (Brenner & Schmid, 2015).

Se centra aquí la atención en ese tercer momento que, conteniendo a los otros dos, sintetiza el dinamismo con el que las formas capitalistas de la urbanización actúan hoy, siguiendo una lógica constante de innovación y obsolescencia. Incorpora además el contexto en el que se origina y se desarrolla, un capitalismo en crisis desde su contrarreforma en 1970, que sufre el momento de mayor contradicción tras la crisis de 2008, y la de 2020 (Blyth, 2013; Tooze, 2021). Esas contradicciones, también territorializadas, marcan el ritmo y el carácter de los procesos urbanos diferenciales, que son aceleradamente cambiantes, y comprometen así los órdenes sociales y espaciales heredados del capitalismo de posguerra (1945-1970). El momento diferencial es, pues, aquel en el que convergen el capitalismo en crisis y la fase crítica a la que conduce la revolución urbana, entendida esta como

“El conjunto de transformaciones que se producen en la sociedad contemporánea para marcar el paso desde el período en el que predominan los problemas de crecimiento y de industrialización (modelo, planificación, programación) a aquel otro en el que predominará ante todo la problemática urbana y donde la búsqueda de soluciones y modelos propios a la sociedad urbana pasará a un primer plano” (Lefebvre, 1976 [1970], p. 19).

La urbanización diferencial permite delimitar el contenido y la dirección de la actual frontera urbana, así como las estrategias de cohesión y resistencias que a ella se oponen, atribuyendo así al carácter diferencial una imprescindible carga política (Lefebvre, 1974). Una frontera que se sitúa en áreas metropolitanas consolidadas, nuevas áreas transnacionales, sus áreas de influencia y, espacios salvajes, en las cuales pueden observarse más o menos acentuadas las siguientes dinámicas:

a) Implosiones-explosiones: la metáfora prestada de la física traída por Lefebvre, permite, en primer lugar, situar los momentos de concentración y extensión de la urbanización capitalista como concomitantes de la urbanización diferencial. Las implosiones son pues, la liberación de energía hacía adentro, “una gran concentración (de personas, de actividades, de riqueza, de bienes y objetos, de herramientas, de medios, de pensamiento), en la realidad urbana” (Lefebvre, 1976 [1970], p. 26); y, a la vez, las explosiones son fruto de “un choque mayor, la proyección de fragmentos múltiples y dispersos (periferias, residencias secundarias, satélites, etc.)” (idem, ibidem). Así, el desarrollo capitalista se sirve, desde al menos 1970, de una geografía que, además de la ciudad y las metrópolis, va más allá de ellas. Esto permite superar los análisis urbano-céntricos, una vez que la urbanización no se limita ya a la expansión y crecimiento de las ciudades, situando el foco en territorios, lugares, escalas y redes, sin obviar ninguno de esos elementos (Jessop, Brenner, Jones, 2017). Geografías que, por supuesto, presentan características, ritmos, y vectores, muy distintos de acuerdo a los contextos, pero que avanzan a nivel planetario (Almeida et al., 2017; Fuentes & Pezoa, 2018).

b) Crisis de la planificación: en la comprensión de la planificación urbana de las últimas décadas, a menudo se reconoce un paso desde la planificación burocrática-estatal de grandes proyectos, a lo que se conoce como urbanismo neoliberal. Junto con ello, la difusión de la competición territorial, con la imposición del paradigma de la gobernanza, lleva a una especialización de lugares, regiones y territorios en la captación de inversiones turísticas, mineras, financieras, agrícolas, entre otras. Ciertamente, la aparición de una “nueva corriente metropolitana”, por la que la planificación debe estar orientada al crecimiento económico, la inversión en megaproyectos y renovación urbana, ha conducido a una mayor participación compartida en la gobernanza, antes en manos exclusivamente de las administraciones públicas, en favor de una red de distintos mejoradores de los rendimientos del suelo y la tierra (Wood, 2016 [1998]). Redes compuestas por promotoras, inmobiliarias, constructoras, lobbies de todo tipo, alianzas locales y, movimientos sociales de respuesta a esa red que también actúan sobre la producción del espacio, y que se ha denominado contraplanificación (Federici, 2012). Esa gestión compartida, el dominio del arreglo espacial, y las tímidas alternativas a todo ello, hacen imposible cualquier tipo de planificación para la resolución de las múltiples problemáticas que lo urbano enfrenta en la actualidad. El resultado de todo ello es, pues, una crisis de la planificación urbana, un vacío propositivo y estratégico en el que “todo cabe”.

c) Superación campo-ciudad: el momento de la urbanización diferencial comprende también la superación de la contradicción campo-ciudad, guiando actualmente la frontera urbana, basado en que todo territorio es susceptible de ser urbanizado, y que todo el territorio queda homogeneizado, a la vez que aumenta su especialización/diferenciación. Así, esta tendencia facilita la elaboración de un nuevo léxico de diferenciación socioespacial, al ser superada la diferenciación tradicional de urbano-suburbano-rural. Surgen, así, procesos novedosos de diferenciación a distintas escalas - desde la planetaria a la intra-urbana. Del paulatino sometimiento del campo que fue dando origen al capitalismo, se ha pasado a la asimilación de los modos de vida rurales y de todos los espacios naturales supuestamente salvajes. Es a través de esa asimilación que la superación de la contradicción campo-ciudad se realiza.

Cabe considerar aquí en el mismo sentido, las aportaciones del agrónomo chileno Gastó que, desde las Ciencias Naturales, y en coherencia con los enfoques sobre el Antropoceno (Ellis, 2018), y sobre el capitaloceno (Brenner, Katsikis, 2020), ha lanzado una hipótesis que apunta también a esa posible superación. En su reivindicación de una Ecología como ciencia integrada de la artificialización de la Naturaleza, concluye que dicha artificialización representada por la Polis (lo urbano, la ciudad), ha alcanzado toda la superficie del Planeta substituyendo e integrando los clásicos Saltus (los espacios naturales) y Ager (el campo) (Gastó et al., 2010).

La urbanización diferencial abre así diferentes horizontes teóricos y empíricos en la investigación urbana. Si los momentos concentrado y extendidos se dan a ritmos distintos según los contextos socioespaciales, el momento diferencial va acompasándolos desde 1970. Señala, por tanto, las transformaciones urbanas propias de una formación social concreta, el capitalismo en crisis o neoliberalismo, otorgando así un carácter histórico a la urbanización. Dicho concepto no pretende identificar rupturas en el desarrollo urbano, sino identificar tendencias que se refuerzan o se estancan desde la contrarreforma del capitalismo (Morcuende, 2021).

El adjetivo diferencial pretende señalar ese paso de una organización del mundo a otra - reestructuración de los Estados, imperio de la austeridad, desregulación de los mercados laborales, etc. -, y de un tipo de urbanización a otra, que se concreta en transformaciones tales como: la casi desaparición de la vivienda social y de los controles sobre el precio del suelo, generando nuevas oportunidades para la inversión especulativa; la eliminación de espacios públicos y su sustitución por espacios cerrados tanto residenciales como de consumo; o la sustitución de la planificación territorial y urbana propia del capitalismo de posguerra por una retórica de la renovación y rejuvenización de las ciudades (Theodore, Peck, Brenner, 2009). Esos ejemplos, entre muchos otros, quedan comprendidos a través de las tres dinámicas indicadas anteriormente.

3. Metodología

Sintetizada analíticamente la urbanización diferencial en esas tres dinámicas, se describe ahora la metodología utilizada para el cumplimiento del objetivo de la investigación, examinar los atributos diferenciales para el caso de estudio propuesto. El análisis de la urbanización reciente en el Área Metropolitana de Barcelona (apartado 4), realizada a través del esquema analítico de las implosiones-explosiones, se ha construido en base a la exploración de la extensa bibliografía de carácter histórico y geográfico sobre la ciudad, así como del principal instrumento de planificación del AMB, el Plan General Metropolitano de 1976 y sus modificaciones, además de los grandes discursos que operan tras las intervenciones urbanas del último siglo.

El análisis del caso de estudio (apartado 5), el Parque Agrario del Baix Llobregat, se ha apoya, en primer lugar, en la bibliografía principal al respecto de la formación y evolución del Delta del Llobregat, base física sobre la que se crea y funciona el Parque. En segundo lugar, la determinación de las dinámicas de la urbanización diferencial en el caso de estudio, está basada en el examen de la documentación de los instrumentos de la planificación urbana y territorial para el Parque, como son las diferentes memorias del Observatori del Paisatge, el Plan Especial de Protección y Mejora del Parque Agrario, el Plan de Gestión y Desarrollo del Parque Agrario, o el Plan Director Urbanístico del Delta del Llobregat. De ellos se destaca, sobre todo, el discurso que envuelve la gestión y planificación del único Parque Agrario de Cataluña. En tercer lugar, se toman datos extraídos de documentación de difusión y divulgación de los servicios ofrecidos en el Parque, como son los lugares de comercialización de productos del Parque por todo el Área Metropolitana, representada en la cartografía de la Figura 7.

El levantamiento, recogida y organización de la información ha sido siempre complementado con diferentes trabajos de campo en el área de estudio, durante los años 2018 y 2019. Las diferentes jornadas de trabajo de campo se realizaron en distintos puntos del Delta del Llobregat, incluyendo las instalaciones del Parque Agrario, y los proyectos urbanísticos más recientes en terrenos deltaicos, como el Outlet instalado en el municipio de Viladecans.

4. La urbanización del Área Metropolitana de Barcelona

Esbozadas las líneas teóricas, se emprende en este apartado su aplicación empírica. En primer lugar, se realiza una aproximación a la urbanización reciente en el Área Metropolitana de Barcelona, siguiendo el esquema de las implosiones-explosiones. El cambiante y dinámico ámbito metropolitano de la ciudad de Barcelona ofrece un importante caso de estudio de estas tendencias diferenciales. Para facilitar el análisis a escala urbana se realiza primero una revisión del proceso de explosiones urbanas que ha afectado este ámbito en el último siglo, para, a continuación, localizar algunas de las implosiones urbanas que han acompañado el proceso.

4.1. El proceso de explosión metropolitana de Barcelona y la reestructuración del capitalismo

Los procesos de urbanización en Cataluña se han distribuido históricamente de forma relativamente dispersa sobre el territorio a partir de diversos centros con una cierta autonomía propia. Ello permitió la existencia de una red bastante densa de centros urbanos, unos cuarenta en un territorio de 32.000 km2 que, aunque no están equidistribuidos, representan una ciudad por cada 800 km2. Las tendencias territoriales modernas de dichos procesos han consistido en la confluencia de la progresiva colonización de las tierras bajas y del litoral, con el consiguiente abandono de las tierras altas y del interior, en general.

Dicha confluencia facilitó la concentración urbana en torno al puerto de Barcelona, motor económico y político del conjunto, y sus alrededores. Hay que constatar, además, que la resiliencia de las administraciones locales ha permitido el mantenimiento hasta la actualidad de casi un millar de municipios, con una superficie media de algo más de 30km2, un 34,6% de los cuales cuentan hoy con menos de 500 habitantes. Incluso el municipio de Barcelona alcanza tan sólo los 100 km2. Las imágenes de satélite permiten ver una auténtica ciudad lineal litoral catalana, con una gran aglomeración en torno a Barcelona y algo menos en Tarragona, pero no pueden dar cuenta de la enorme complejidad político administrativa de este conjunto.

La resistencia del localismo, reforzada por la persistencia de una administración escasamente modernizada, explica en gran parte las peripecias oficiales para la constitución de una verdadera área metropolitana de Barcelona. La ciudad estricta siempre ha ido por detrás de las dinámicas y de las necesidades del fenómeno urbano real. La primera organización territorial propia de Cataluña de 1932 solo atribuía cuatro municipios vecinos más a la región de Barcelona. El propio responsable de este mapa, el geógrafo Pau Vila, en 1937 atribuía a la región funcional de Barcelona todo el territorio comprendido entre el doble sistema ferroviario litoral y prelitoral hacia levante y hacia poniente, con algo más de 150 km de longitud.

La explosión urbana de la ciudad de Barcelona se produce en los inicios de la segunda mitad del siglo XX a partir de la difusión social del uso del automóvil individual y con la implantación de un nuevo sistema fiscal diferencial2 (Figura 1). Con ello, una gran cantidad de fábricas barcelonesas, y otras nuevas, mayoritariamente de capital europeo, se instalaron en diversos municipios de la periferia norte y oeste de la ciudad (Carreras, 1980). Junto a la nueva localización industrial, con un grave déficit de vivienda, se instaló un gran número de población inmigrada procedente del resto de España, cerca de un millón de personas en total. Es el momento también de la construcción masiva de periferias, uno de los elementos más característicos del tejido urbano de las décadas de los años treinta y hasta los setenta (Arteaga, 2005; Oyón, 2008). Ello produjo la primera gran explosión urbana los años 1960 y 1970, que encontraría una definición metropolitana en 1976, restringida a 26 municipios en torno a la ciudad de Barcelona (AMB).

La gran crisis de la reestructuración capitalista mundial fue acompañada en España de dos cambios políticos muy significativos: la instalación del nuevo régimen democrático en 1978 y el ingreso en la Unión Europea (UE) en 1986. La inmigración aumenta su radio de atracción, con otro millón de personas en las décadas del cambio de siglo, procedentes de países europeos y, especialmente, de fuera de la UE, y un proceso acelerado de deslocalización industrial, con el empuje de Asia Oriental hacia el centro de gravedad económica mundial. Ello supuso una segunda gran explosión urbana que rebasa los cortos límites metropolitanos con la difusión territorial de actividades de logística y de distribución, en su mayoría de capitales extranjeros (Frago, 2015). Con esta segunda explosión se puede hablar de una región metropolitana, que supera el AMB3 existente y que no ha alcanzado aún reconocimiento administrativo alguno, ni tan sólo a nivel de la planificación urbanística.

Se ha producido así una región litoral y prelitoral en torno a Barcelona con un elevado grado de movilidad interna y de interrelación económica que supera ampliamente el ámbito municipal e, incluso, el ámbito metropolitano definido en los albores de la gran reestructuración del capitalismo a nivel global y de la transición política española, a nivel estatal.

Fuente: AMB.

Figura 1 El proceso histórico de la explosión urbana de Barcelona en el ámbito administrativo metropolitano 

4.2. El proceso de implosiones urbanas en el período de la crisis del capitalismo

Estos dos grandes procesos de explosión urbana progresiva han ido acompañados, como señalaba Lefebvre en 1970, de algunas implosiones urbanas, cuyo proceso resulta algo más complejo de analizar. La plasmación más clara de las numerosas implosiones se detecta en la planificación urbana. En efecto, el Plan General Metropolitano de 1976, aún hoy vigente, a pesar del tiempo transcurrido y sus grandes cambios, y a pesar de los diversos intentos de revisión que se han realizado, ha utilizado como instrumento político la modificación parcial o puntual (Andrade, 2015). Hasta finales del 2019, la agencia metropolitana de planificación ha señalado la existencia de un total de 1240 modificaciones del plan; dichas modificaciones corresponden en gran parte a otras tantas implosiones, cuyo número dificulta su análisis.

En general, puede definirse un primer gran proceso con la progresiva densificación residencial urbana. La presión demográfica durante estos más de cuarenta años justificaba el aumento de la construcción y de la altura de los edificios residenciales. No sólo los solares liberados por la deslocalización industrial, sino también la constante presión inmobiliaria, llevaron a la edificación de muchos conjuntos y edificios residenciales. Este proceso se vio reforzado desde los inicios del siglo XXI, a causa de procesos de gentrificación, que afectó principalmente algunas áreas degradadas del centro histórico de la ciudad, especialmente el Raval y el Born (Martínez-Rigol, 2000 y 2010). La cobertura ideológica a este proceso era la propuesta de una ciudad compacta, frente a la ciudad difusa anglosajona (Rueda, 2002; Nel·lo, 2001).

Un segundo gran proceso puede definirse como la polisémica terciarización de la economía. La reducción de factorías y de empleos del sector industrial, comparable en buena parte al experimentado por la agricultura en los inicios de la industrialización, tejieron una economía que se basaba en empresas y actividades que habían sido definidas como no productivas, terciaria o de servicios. Por ello, aunque resulta difícil distinguir entre la simple substitución de empleo y la creación de nuevas actividades, dos grandes implosiones urbanas se detectan estos años en Barcelona. Por un lado, la producción de un gran parque de oficinas a partir de políticas de descentralización urbana; por otro, la creación de un nuevo distrito, el 22@, dedicado a nuevas actividades de producción y uso intensivo de técnicas informáticas para aplicaciones diversas. La cobertura ideológica de este proceso fue la llamada ciudad del conocimiento que degeneró hacia las versiones de la ciudad creativa y de la smart city (Florida, 2005; Trullén, 2002).

5. El Parc Agrari del Baix Llobregat

Descrito el contexto, el Parc Agrari aparece como uno de los mejores ejemplos metropolitanos de los distintos procesos de urbanización diferencial. Además, tiene un carácter excepcional, ya que es el único que existe de este tipo en Cataluña, incluido en la red de parques naturales de la Diputación de Barcelona4. Con ello se emprende así un estudio a mayor escala del sector suroccidental del AMB.

Fuente: PABLL.

Figura 2 Localización y límite del Parque Agrario del Baix Llobregat en el sector suroccidental del AMB 

Este territorio ha sido construido a partir de la dialéctica acción natural del río Llobregat, y socialmente se ha producido por la citada explosión de las actividades industriales, a partir de los años 1960 (Codina, 1966). La acción fluvial, ayudada y distorsionada al mismo tiempo por la actividad humana, ha sido esencialmente contradictoria, como en el caso de los valles bajos y desembocaduras de la mayor parte de los ríos del mundo.

En primer lugar, el propio río ya poseía este contradictorio papel de vía de comunicación y de obstáculo a las comunicaciones al mismo tiempo. Así, mientras las tierras llanas del valle fluvial permitían la comunicación fácil del área de Barcelona con gran parte de las regiones prelitorales e interiores de Cataluña y hasta casi el Pirineo, el primer punto donde era posible cruzar el río en tiempos de la colonización romana se situaba a 35 km de la desembocadura. Tan sólo a finales del siglo XVIII fue construido un nuevo puente situado a 15 km del mar. Este contradictorio papel ayuda a explicar, por un lado, la centralidad de la ciudad de Barcelona dentro del conjunto catalán, mientras que, por otro, el río se constituyó en frontera entre los reinos cristianos y musulmanes durante gran parte de la Edad Media, originando dos modelos distintos de configuración del territorio: la Cataluña Vieja, al norte y levante del río, y la Cataluña Nueva a poniente y al sur (Vilar, 1964).

Figura 3 Perfil del valle bajo del Llobregat, en el sector septentrional del Parque Agrario 

En segundo lugar, la erosión fluvial normal, agravada por las periódicas inundaciones características del régimen hídrico mediterráneo, fue originando en la desembocadura un importante delta. La colonización agrícola de la cuenca fluvial, especialmente intensa en los períodos históricos de hambrunas, junto a la deforestación causada por la necesidad de madera, tanto como combustible como de material para la construcción de edificios y de medios de transporte (especialmente barcos), favorecieron los procesos naturales de erosión. Las tierras pantanosas del delta fueron colonizadas por campesinos pobres y dispersos, al menos hasta el siglo XVIII, cuando se inició el primer proceso de urbanización capitalista (Prats et al., 2021).

Así, los regadíos del delta y del valle bajo del río se convirtieron en una verdadera huerta mediterránea para la producción de frutas y hortalizas destinadas al mercado urbano de Barcelona. Una multitud de pequeños propietarios consiguieron cultivar algunos productos especializados localmente: alcachofa, espárragos, flores, melocotones y gallinas. Incluso las tierras de secano de la vertiente occidental se especializaron en algunos productos: cerezas, manzanas o caquis (Codina, 1971). Las rentas diferenciales entre secano y regadío favorecieron la urbanización legal e ilegal de estas vertientes para la construcción de primeras y segundas residencias a partir de los años 1960. Todos estos procesos han motivado los sucesivos cambios en el paisaje del delta del Llobregat, como bien describe el Observatorio del Paisaje en la Memoria I del Catálogo del Paisaje de la Región Metropolitana de Barcelona, publicado en 2017.

Figura 4 Representación esquemática del delta del Llobregat antes de su total ocupación humana 

El salto industrial, también en la década de 1960, de la economía metropolitana produjo la primera gran explosión de la ciudad en este sector. Especialmente acusada fue la construcción de muchas e importantes infraestructuras de transporte y comunicación: ampliación del puerto5 y del aeropuerto6 internacional en las tierras del delta y, diversas líneas de ferrocarril, así como autopistas y carreteras a ambos lados del curso fluvial. La localización de fábricas nuevas o procedentes de la ciudad, y la construcción de grandes conjuntos masivos de edificios para residencia de la población obrera, que se enmarcan en el esquema de las explosiones e implosiones, han producido la urbanización casi completa del sector.

En las tierras barcelonesas del delta, se había instalado unos años antes, en 1952, la fábrica de automóviles SEAT, factor de urbanización en sí misma y por la difusión que supuso en el consumo de coches (Morcuende, 2018). La fábrica se trasladó a la periferia metropolitana en 1993, pero los procesos de desindustrialización y la consiguiente terciarización de la economía durante las últimas décadas del siglo XX no cambiaron esas tendencias urbanizadoras. En 1971, un gran solar de la misma zona industrial fue ocupado por el mercado central de frutas y verduras, Mercabarna, que abandonó así su localización en la ciudad histórica7. Siempre en el delta, pero en otro municipio, en 2016, abría sus puertas el Style Outlet, tras el fallido proyecto de construir una Eurovegas.

Como consecuencia de todos estos cambios económicos, el asfalto, el cemento y los ladrillos, en todas sus diversas formas a lo largo del curso bajo del río han contribuido a frenar la mayor parte de los factores erosivos naturales. Con ello se ha iniciado un aparentemente contradictorio proceso de salinización progresiva y de reducción de las superficies del delta. Se presenta así la destrucción creativa a nivel natural, social y territorial, parafraseando el concepto elaborado por Schumpeter en 1942 para la economía capitalista, que también se convierte en una característica de la urbanización diferencial propia del capitalismo en crisis.

5.1. El Parque Agrario como explosión e implosión

La formulación del Parque Agrario puede y debe leerse, al mismo tiempo, como resultado de los procesos de explosión y de implosión urbana. En efecto, en primer lugar forma parte de la explosión metropolitana de la ciudad de Barcelona al constituir la instalación de un área de servicios totalmente urbana en un área intersticial de las distintas explosiones urbanas en los límites sudoccidentales del AMB. Todos los elementos comprometidos en esos procesos son impulsados por instituciones urbanas: la decisión, a través de la cooperación de los distintos ayuntamientos y los municipios afectados, así como la gestión de la institución de la Diputación provincial; también los estudios previos que se realizaron; así como el personal que administra y gestiona el parque; y, por último, también es urbana la infraestructura de ocio que corre paralela a las grandes vías de comunicación (carreteras, autopistas, vías férreas) y de transporte de energía que han dirigido el proceso metropolitano de explosión urbana en general.

Fuente: Pla Especial de Protecció i Millora del Parc Agrari del Baix Llobregat.

Figura 5 Usos no agrícolas en el Parque Agrario del Baix Llobregat 

En segundo lugar, el Parque Agrario constituye el resultado del proceso de implosión urbana por los cambios de uso reales y simbólicos que ha generado. En la Figura 5 se señalan todos los usos del suelo formalmente no considerados usos agrícolas, entre los que se encuentran “técnicos-gasolineras”, “educativo-científico-religioso”, “residencial no agrícola”, “deportivo-recreativo”, entre otros. Además de estos usos, permitidos por el Plan Especial, se define también aquellos usos prohibidos, de carácter rural-urbano externos a la estructura agraria, que podrían implicar cierto grado de artificialización.

Se encuentran por tanto, cambios de uso reales como la conversión de algunas edificaciones agrícolas tradicionales en centros administrativos, museísticos y educativos o la transformación en pistas para circulaciones diferentes (a pie o en bicicleta) de muchos de los senderos rurales que servían la producción hortícola tradicional. Así como, cambios de usos simbólicos debidos también a que los suelos agrícolas que, formalmente mantienen su producción, se transforman en representaciones de una Naturaleza mitificada y con el conjunto transforman la conservación en una función museística o gastronómica, mientras los espacios de trabajo se convierten en espacios de ocio, como se detalla en el apartado posterior.

5.2. El PABL y la crisis de la planificación

El complejo entramado político-administrativo, y la distribución de las competencias que gestionan el Parque Agrario se compone de: por un lado, el Estado central y el gobierno autónomo que tienen escasas competencias a nivel territorial; por el otro, la administración local, en cambio, centrada en los municipios, constituye la red básica del poder y la funcionalidad en España, en general, a pesar del relativo minifundismo municipal8. El Parque Agrario ocupa terrenos de 14 municipios distintos, con grandes diferencias entre ellos, especialmente en lo que se refiere a las estrategias políticas, determinadas fundamentalmente en función de las organizaciones partidistas que los gestionan9.

Como se ha visto, la acción metropolitana real es muy reciente y se limita a la planificación urbana, a la gestión del transporte público, al suministro de agua y de los residuos sólidos y cementerios. Entre ambos extremos, el agente administrativo decisivo ha sido la provincia, administración local de segundo grado implantada en España en 1833, a instancias de la débil revolución liberal, al estilo de los departamentos franceses. Sus componentes son elegidos proporcionalmente entre los cargos electos de los distintos municipios y su función, junto a la circunscripción electoral y a la administración periférica del Estado, es la de apoyar a los municipios en su acción. En coherencia con esta función, fue creado el Parque Agrario del Baix Llobregat por parte de la diputación provincial de Barcelona, con la cooperación de los municipios involucrados y una organización sindical agraria local.

Con ello, el Parque Agrario es el único10 existente dentro del sistema de 12 parques naturales con que cuenta la provincia de Barcelona. El parque fue creado en 1998, tras dos años de realización del proyecto, financiado por el programa LIFE de la UE, y cuatro años después se aprobó su primer plan de gestión y desarrollo. Finalmente, en 2004 se aprobó el Plan Especial para el Parque Agrario, que cuenta así con más de quince años de experiencia.

De acuerdo a esa gestión compartida, y a las diferentes estrategias adoptadas por las múltiples administraciones, el Parque Agrario es altamente fragmentado en los instrumentos de planificación que le afectan. El más reciente, el Plan Director Urbanístico del Delta del Llobregat, redactado el año 2015, liderado por el gobierno autonómico catalán, es también un ejemplo. En él se ordenan cinco áreas de actividad económica, con usos industriales, logísticos, terciarios, hoteleros, turísticos o deportivos.

Todo ese entramado hace del Parque Agrario un lugar en el que también rige la lógica de “todo cabe”, pues, a pesar de ser una herramienta de la planificación la que ordena el territorio, no existe un proyecto integrador del conjunto, estableciendo unas mínimas reglas del juego - usos del suelo - para que los distintos municipios actúen de acuerdo a sus diversas estrategias. Definitivamente, todo cabe, incluso un complejo de hoteles y casinos conocido como Eurovegas, promovido por el millonario Sheldon Adelson, y que enfrentó a Madrid y Barcelona, ante tan suculenta propuesta, a ojos de muchos alcaldes y alcaldesas, que felizmente no llegó a materializarse nunca.

Fuente: Territori. Observatori de projectes i debats territorials de Catalunya.

Figura 6 Área prevista de ubicación del proyecto Eurovegas 

5.3. El PABL y la contradicción campo-ciudad

La urbanista francesa Françoise Choay señaló en 1992 cómo el impacto de la destrucción de patrimonio histórico durante la Revolución Francesa explica el origen del conservacionismo en Arte y Arquitectura (Choay, 1992). De un modo similar, puede afirmarse que la reducción, cuando no extinción de espacios rurales y naturales a partir de distintos procesos de urbanización generó la creación de los parques naturales y, más recientemente, de los parques agrarios. Primero se produjo el intento de integración de la naturaleza en las ciudades, con iniciativas históricas tan importantes como la creación del Hyde Park en Londres, en 1733 o el Central Park de Nueva York, ciento once años más tarde. A partir de estos ejemplos la vegetación se ha integrado en los paisajes urbanos de casi todas las ciudades, en un proceso que ha sido denominado the greening of the Cities (Nicholson-Lord, 1987; Gastó et al., 2010). Los jardines dejaron de ser privilegio de la realeza con la industrialización, cuando el fortalecimiento de los sentimientos de pérdida de los vínculos con la Naturaleza llevó a la integración de lagos artificiales, vegetación y fauna en los parques y jardines públicos y privados.

Con un menor impacto, durante el siglo XIX algunas ciudades industriales de Inglaterra, Alemania y Francia crearon los llamados jardins ouvriers, pequeños huertos urbanos dedicados a complementar la alimentación de las clases populares. Pero la creación de un relativamente extenso parque agrario en el sector sudoccidental del AMB supuso un avance cualitativo en este sentido ya que unía las ideas conservacionistas al utilitarismo de la producción agrícola, dentro de la nueva moda de la proximidad.

En conjunto el parque agrario tiene una extensión total de cerca de 3.000 hectáreas y contiene unas 600 explotaciones agrarias que ocupan a unos 1.500 trabajadores. La principal producción agraria es la alcachofa (Cynara Scolymus), que ocupa algo más de la quinta parte de la superficie agraria y obtiene unas 7.340 toneladas anuales (Consorcio, 2002). Destaca también la producción avícola, con una raza autóctona de gallinas. La producción del Parque Agrario se comercializa en hasta 29 tiendas y 16 mercados, y es consumida en 58 restaurantes, de 25 municipios del AMB. Todo ello se distribuye a través de 7 compañías dentro del Área Metropolitana y otras siete en el resto de Cataluña.

Autor: David Lloberas Lafuente. Fuente: PABL.

Figura 7 Lugares de comercialización de los productos del PABL 

Unas cifras que permiten identificar el objetivo de mantener las últimas actividades agrícolas de la región de forma más simbólica o museística, que real, como demuestra que apenas el 16% del suelo del Delta esté protegido (Observatori del territorio, 2020). Los campos se encuentran encerrados dentro de un medio completamente urbano, con densas áreas residenciales, algunas fábricas aisladas, muchas instalaciones logísticas y una densa red de infraestructuras de transporte altamente utilizadas, con su característico paisaje desarticulado, gran contaminación ambiental y constante ruido.

Además, junto a este objetivo conservacionista, la localización del parque obliga a otros usos recreativos, educacionales y de ocio, en general, como en cualquier otro tipo de parque, que nada tienen a ver con los modos de vida rurales, y menos con los naturales. Ese proceso afecta también a espacios comerciales, como son los mercados de abastos, que se han visto remodelados la mayoría de la veces substituyendo la función de abasto por la de restauración gourmet (González, 2018).

En la documentación de planificación del Parque pueden encontrarse numerosos discursos científicos que otorgan atribuciones morales al campo y a la ciudad. Ciertos valores positivos son asociados al campo, como reminiscencia de un pasado perdido que debe ser recuperado, protegido y preservado de las connotaciones negativas dadas por los procesos de urbanización. Se asume, así, explícitamente la contradicción campo-ciudad y la metabolización del primero por la segunda (Wachsmuth, 2012). Además de esto, también aparece una cierta asimilación de lo natural a los usos agrarios, frente al carácter artificial de los usos urbanos. Hay que destacar que tanto la propia agricultura (ager), como el turismo rural o la manufactura agraria, son también usos artificiales del suelo. Con la integración de los usos agrarios y urbanos, la verdadera contradicción es entre la Naturaleza y la Urbanización, que justifica los crecientes discursos ambientalistas sobre el Cambio Global, o de la Ecología Política Urbana (Peet, Robbins & Watts, 2011; Heynen, Kaika & Swyngedouw, 2006).

Como se ha visto, los parques surgen con afán conservacionista ante el sentimiento de pérdida de la Naturaleza, y se transforman en recursos turísticos. La urbanización creciente del territorio lleva a la consideración de la agricultura como parte de la Naturaleza de la que la sociedad contemporánea se ve desprendida. Por ello, los parques agrarios, en concreto el Parque Agrario del Baix Llobregat, puede ser considerado como un proceso diferencial de urbanización a escala local, dentro de la urbanización planetaria.

6. Consideraciones finales

Como se ha señalado, este artículo tiene como objetivos el avance teórico y empírico en relación al momento diferencial de la urbanización. Con respecto al primero, se ha insistido en la importancia de la realización de la hipótesis lefebvriana, por la cual la urbanización ha alcanzado a toda la sociedad. Diferentes procesos de urbanización más allá de la aglomeración verifican el alcance global del modo de producción dominante y la formación en la metrópolis de intersticios que no se explican por la lógica capitalista centro-periferia, así como otros paisajes sin usos urbanos del suelo pero absolutamente determinados por ellos.

Así, la hipótesis de la urbanización planetaria actúa de guía teórica, y el Parque Agrario de caso de estudio sobre el que hacer avanzar, no sólo la constatación de las tesis que Lefebvre divulgó en 1970, sino la complejidad creciente de los actuales procesos de urbanización. Entre la guía teórica y el caso de estudio, era necesario un esquema analítico, un punto de vista con el que observar analíticamente esas relaciones en un contexto definitivamente marcado por el capitalismo en crisis.

Los tres momentos constituyentes de la urbanización han sido utilizados como aproximación analítica a los procesos urbanizadores recientes en el AMB. Sobre la descripción de los procesos de explosión e implosión, se ha podido avanzar una propuesta de concreción de los procesos diferenciales, que más tarde observar y analizar en el caso de estudio propuesto.

De este modo se ha dado respuesta al primero de los objetivos, sintetizando el momento diferencial en tres grandes dinámicas multi-escalares: los procesos de implosión-explosión, la crisis de la planificación urbana y la superación de la contradicción campo-ciudad. Tres dinámicas que han podido ser constatadas en el Parque Agrario del Baix Llobregat. Con la intención de profundizar en los debates actuales en los Estudios Urbanos, se presentan las siguientes consideraciones, fruto de ese ejercicio teórico-analítico presentado a lo largo del texto.

a) Partiendo de que el proceso planetario descrito tiene muchas dimensiones, escalas y ritmos contradictorios y desiguales, se constatan las dinámicas aceleradas de explosión e implosión, que a la vez que aceleran, provocan depresiones y estancamientos. En el territorio, estos procesos forman intersticios y fragmentos; la dialéctica de implosión-explosión que dominan estos espacios hacen que las relaciones entre sus funciones, paisajes y formas sean, a menudo, incoherentes. Es fundamentalmente el caso del Parque Agrario, constituido en un espacio intersticial originado por los procesos metropolitanos de explosiones e implosiones. Es un intersticio, un espacio entre otros cuerpos, como las numerosas infraestructuras que disgregan su territorio, especialmente el puerto y el aeropuerto de Barcelona, fruto de las explosiones metropolitanas. Y a la vez, acoge numerosas implosiones, que se materializan en usos del suelo que fragmentan y quiebran su unidad funcional y paisajística.

b) Las infraestructuras que rodean al Parque Agrario, y que en gran medida explican su ser en el AMB, pertenecen al Plan Delta de 1994, gestionado no solo por los municipios, sino por el Estado central, a través del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, y la Generalitat de Cataluña. Además de contar con instrumentos propios de planificación del Parque, como es el caso del Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat11, cada uno de esos actores ha dibujado el Parque de acuerdo a sus intereses, dando origen a políticas totalmente contrarias, desde una bolsa de tierras públicas para el incentivo de la actividad agrícola, a la instalación de un Outlet aprovechando la cercanía del aeropuerto de Barcelona. El mosaico administrativo y sus contradicciones aparecen como una variable destacable, pues la fragmentación política conduce a proyectos distintos que conducen a la lógica de “todo cabe”.

c) La urbanización completa de la sociedad se consolida, dejando señales claras en el territorio a escala planetaria, con lo que hoy es ya imposible escapar a la ciudad. Es este un elemento observable en el Parque Agrario que, mostrando datos productivos agrícolas poco significativos, su objetivo principal es el de la conservación y la preservación de lo agrario y lo natural. Así, el Parque ofrece una evidencia real de la superación de la contradicción entre el campo y la ciudad. Del mismo modo queda recogido en la propia definición oficial de Parque Agrario que afirma que, es un espacio abierto y acotado cuyo objetivo es facilitar y asegurar los usos agrarios, impidiendo su asimilación de los procesos urbanos, promoviendo programas específicos para el desarrollo económico, ambiental y sociocultural protegiendo el patrimonio natural de su entorno (Consorci Parc Agrari, 2002). Los elementos más destacables de esta definición son, pues, sus referencias a la preservación y conservación. Por un lado, la conservación de los usos y actividades agrícolas en su función profesional, y por otro, una preservación de la integración total a los procesos urbanos, esto es, a la urbanización.

De esta manera, el proyecto del Parque Agrario trata de mantener las últimas actividades agrarias de la región enterradas en un completo entorno urbano (densas zonas residenciales, fábricas dispersas, una mayoría de locales logísticos y una densa red de infraestructuras energéticas y de comunicación, con su característico paisaje sonoro de ruido continuo). Sin embargo, junto a este objetivo explícito, la ubicación urbana del Parque obliga a desarrollar otras actividades recreativas, educativas y de ocio, como en cualquier otro tipo de parque. Así, de la misma manera que la conciencia urbana de la ruptura con la naturaleza ha inspirado las políticas de parques naturales, el proceso de urbanización completa inspira una nueva política de parques agrarios. El resultado final es que hoy, incluso los paisajes rurales y agrarios, se convierten en formas diferenciales del proceso de urbanización.

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1 Se denomina “Nueva Era Urbana” al conjunto de discursos políticos y académicos que sostienen ese consenso en los Estudios Urbanos, y en la manera de concebir, analizar y gestionar las ciudades, cuyos exponentes son Edward Glaeser, Jeb Brugman o Richard Florida. Esa “nueva era urbana” se proclamó en un informe de Naciones Unidas en el año 2000, cuando sus estadísticas señalaron que el 50% de la población mundial habitaba en una ciudad.

2La carta municipal de Barcelona, aprobada en 1960 (y vigente hasta 1998) establecía un mayor impuesto de radicación urbana en la ciudad que facilitó la salida de las grandes industrias de la ciudad que aprovecharon el traslado a las periferias para su actualización y modernización (Carreras, 1993).

3Creada oficialmente en 1976 fue disuelta por el gobierno de Cataluña en 1986, coincidiendo en el tiempo con la disolución del Greater London Council por el gobierno Tatcher y substituida por tres organismos gestores de servicios hasta 2010 en que fue restaurada para un ámbito algo mayor que incluye 32 municipios, además del de Barcelona que la preside

4La obra de Capel es una referencia obligada en el análisis del papel que los jardines y parques han tenido a lo largo de la historia en la morfología de las ciudades españolas (Capel, 2002).

5El puerto de Barcelona es el tercero de España en 2019 por tráfico de mercancías (casi 70 millones de toneladas) y el primero de pasajeros, con más de tres millones, la mayoría de cruceros.

6En 2019, fue el segundo de España por el tráfico de pasajeros (52,6 millones)

7En el mismo sentido en que se habían trasladado los mercados centrales de Londres, Covent garden, o de París, Les Halles

8Cataluña, con algo más de 30.000 km2 cuenta con unos 950 municipios.

9Cornellà o Viladecans, por ejemplo, gestionados mayoritariamente por el partido socialista, se muestran partidarios del proceso clásico de urbanización (Bernardos (coord), 2020), mientras el Prat de Llobregat, gestionado por la izquierda ecologista se muestra más conservador del paisaje tradicional.

10En toda España tan sólo existen otros tres parques agrarios, en las provincias de Alicante, Madrid y Málaga.

11En el año 2018 el Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat presentaba su Plan de protección del Parque Agrario en el ámbito de Sant Feliu de Llobregat (2018-2024).

Recibido: 30 de Mayo de 2022; Aprobado: 07 de Septiembre de 2022

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