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Revista Crítica de Ciências Sociais

versão On-line ISSN 2182-7435

Revista Crítica de Ciências Sociais  no.114 Coimbra dez. 2017

 

RECENSÃO

La opción de las izquierdas es “saber estar siempre a la izquierda de lo posible”

 

Santos, Boaventura de Sousa (2016), La difícil democracia. Desde la periferia europea. Madrid: Ediciones Akal, 352 pp.

 

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” Universidad Carlos III de Madrid Calle Madrid 126, 28903 Getafe, Espanha jjtamayo@der-pu.uc3m.es

 

 

El libro La difícil democracia.Desde la periferia europea del prestigioso científico social portugués Boaventura de Sousa Santos, catedrático de la Sociología y director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, y Distingued Legal Scholar de la Universidad de Wisconsin­‑Madison, recoge textos escritos entre 1980 y 2016, debidamente contextualizados, “desde la periferia europea”, que constituye la clave hermenéutica de toda la obra y se mueve en el horizonte de sus epistemologías del Sur. De Sousa Santos hace un riguroso análisis crítico de los procesos democráticos vividos en varios países del Sur de Europa, especialmente en Portugal, que contextualiza en su momento histórico y en el espacio europeo y mundial. El análisis se ocupa de las diferentes crisis de la última década: financiera, económica, política, ambiental, energética, alimentaria y civilizatoria, todas ellas globalmente relacionadas, si bien, matiza, se producen con distinta intensidad y consecuencias diferenciadas según los países y las religiones.

Pone el acento en las repercusiones de la crisis en los países europeos considerados periféricos en relación a un centro que condiciona muy negativamente sus opciones políticas y sociales. Me parece muy pertinente su lúcida aseveración de que han sido los pueblos indígenas de América Latina quienes en las dos últimas décadas han visibilizado, de distintas formas, la concepción de la crisis global del capitalismo en sus diferentes niveles: como crisis de su modo de producción, su modo de vida, convivencia y relación con la naturaleza.

Un agravante de la crisis en el que pocos científicos sociales y politólogos reparan y al que Boaventura concede especial relevancia en sus análisis políticos es la proliferación y el fortalecimiento del fascismo social con fachada democrática. El fascismo social tiene lugar en las relaciones sociales cuando la parte más fuerte detenta un poder tan superior al de la parte inferior que le permite disponer de un derecho no oficial de veto y de control sobre sus deseos, necesidades y aspiraciones de una vida digna. Se trata de un derecho ejercido despóticamente, que es lo más contrario a un derecho fundado en la dignidad humana.

Tres ejemplos significativos de fascismo social son la violencia contra las mujeres ejercida por el patriarcado, el trabajo realizado en condiciones laborales reales de esclavitud y los jóvenes afrobrasileños de las periferias de las grandes ciudades. Vivimos –asevera– en sociedades que son políticamente democráticas y socialmente fascistas (p. 320). La afirmación no puede ser más certera.

El fascismo social, junto a la sobreexplotación de los recursos naturales y la catástrofe medioambiental que provoca, constituye uno de los dos impactos más destructivos que provoca el capitalismo neoliberal en las relaciones sociales. El fenómeno que alimenta el fascismo social es el debilitamiento de los procesos democráticos que da lugar a formas de dominación similares a los del capitalismo salvaje del siglo XIX. ¡La historia se repite en sus aspectos más deshumanizadores y depredadores de la naturaleza!

¿Cómo vivir la crisis y salir de ella? Comparto la respuesta de Boaventura: “Con dignidad y esperanza en un mundo que está transformando el derecho de todos en privilegio de unos pocos”. Ahora bien, la esperanza no se inventa, tiene que construirse con inconformismo, alimentarse con “rebeldía competente” y traducirse en alternativas reales a la situación presente. Razón y esperanza son inseparables. Como afirma el filósofo de la utopía Ernst Bloch, bien conocido por Boaventura, “la razón no puede florecer sin esperanza; la esperanza no puede hablar sin razón. Solo cuando la razón comienza a hablar, comienza de nuevo a florecer la esperanza en la que no hay falsía”.1

 

Las cartas a las izquierdas

Especialmente brillantes desde el punto de vista literario, lúcidas en sus análisis políticos y sugerentes en sus propuestas transformadoras de cara al futuro me parecen las “Catorce cartas a las izquierdas”, que leí en los distintos momentos en que fueron escritas y que vuelvo a leer ahora agrupadas con la luminosidad que aporta la visión de conjunto.

Me ha llamado la atención el número 14: no sé si tiene carácter simbólico o es un número cardinal sin más. Muchos textos tienen números simbólicos: las Cuatro Reglas del Discurso del Método, de Descartes, el Decálogo, de Moisés, las 11 Tesis de Marx sobre Feuerbach, las 13 Tesis de Matanzas, de Enrique Dussel, las 95 tesis de Lutero. Lo cierto es que el propio género literario epistolar de Boaventura demuestra la modestia con la que el autor hace sus propuestas: son “cartas”, no tesis, son invitaciones, no imposiciones. Las cartas dirigidas a diferentes colectivos que conforman la izquierda plural hoy: partidos políticos y movimientos sociales que luchan contra el capitalismo, el colonialismo, el racismo, el sexismo, la homofobia, así como ciudadanía no organizada que comparte los objetivos y aspiraciones de dichos partidos y movimientos.

Las cartas son una llamada a reconstruir las izquierdas para evitar la barbarie y constituyen una interpelación para que las izquierdas se reinventen en las actuales condiciones, partiendo de una rigurosa lectura del cambio de paradigma que se está produciendo y al que también pueden y deben contribuir política e ideológicamente.

He aquí, en forma de decálogo, algunas de las líneas, para mí fundamentales, de la agenda que marca Boaventura a las izquierdas para hoy y mañana.

  1. Urgencia de la reflexión. Las izquierdas no suelen estar prestas para la reflexión ni cuando gobiernan, ni cuando están en la oposición. Siempre tienen otras urgencias antes que la de reflexionar. Y eso es un suicidio, porque sin reflexión se impone la repetición cansina de slogans intemporales que no hacen avanzar la historia hacia la emancipación, sino que la someten a la dictadura de lo dado. Frente a la instalación en lo dado, que se limita a dar respuestas del pasado a preguntas del presente sin creatividad alguna, las izquierdas deberían seguir la propuesta de Bloch: “Si la teoría no coincide con los hechos, peor para los hechos”.
  2. Los Estados nacionales son pos­‑soberanos: han perdido la soberanía y han transferido no pocas de sus prerrogativas a los poderes financieros. Esa es precisamente la pretensión del neoliberalismo - desorganizar el Estados siguiendo una serie de transiciones regresivas: de la responsabilidad colectiva a la individual; de la acción basada en la tributación a la acción con base en el crédito que genera la asfixia financiera del Estado; del reconocimiento de la existencia de bienes públicos a cuidar por el Estado a la idea de que las intervenciones del Estado en áreas potencialmente rentables reducen ilegítimamente las posibilidades del beneficio privado; de la primacía del Estado a la del mercado; de los derechos sociales a la filantropía.
  3. Las izquierdas del Norte global empezaron siendo colonialistas, suscribieron el “pacto colonial”, aceptaron acríticamente que las independencias de las colonias terminarían con el colonialismo y minusvaloraron el neocolonialismo y el colonialismo interno. Es hora de cambiar de rumbo. El desafío que tienen delante es prepararse para las luchas anticoloniales de nuevo tipo.
  4. Las izquierdas deben refundar la democracia más allá del neoliberalismo y enfrentarse a la antidemocracia, compaginar democracia representativa y democracia participativa y directa, articular estas democracias con la democracia comunitaria de las comunidades indígenas y campesinas africanas, asiáticas y latinoamericanas, legitimar otras formas de democracia como la demo-diversidad, ampliar los campos de deliberación democráticas en la familia, la calle, la escuela, la fábrica, los conocimientos y saberes, los medios de comunicación social, promover la reforma democrática de la ONU y de las agencias internacionales, defender una democracia anticapitalista ante un capitalismo cada vez más antidemocrático y en caso de tener que optar entre capitalismo y democracia, hacer prevalecer la democracia real. En afortunada expresión de Boaventura, es necesario democratizar la democracia, asediada por la dictadura del mercado y secuestrada por poderes antidemocráticos, poner la justicia al servicio de la democracia y de la ciudadanía, y en el caso de nuestro continente, ¡democratizar Europa! Una democracia real y radical que sea al mismo tiempo posliberal, anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal.
  5. Es prioritario, inclusivo un imperativo irrenunciable, des-mercantilizar. Producimos y utilizamos mercancías, pero ni nosotros ni los otros somos mercancías, como tampoco lo es la naturaleza. Por eso nuestra relación con los otros y con la naturaleza tiene que ser fraterno-sororal y eco-humana, no mercantil. Los seres humanos somos ciudadanos antes que consumidores y emprendedores. No todo es venal, no todo se compra y se vende. Hay bienes que son públicos y comunes con los que no se puede mercantilizar, mercadear: la naturaleza, el agua, la salud, la cultura, la educación.
  6. Des-colonizar es otra de las tareas urgentes de las izquierdas. Lo que significa erradicar de las relaciones sociales toda forma de dominación basada en la dialéctica superioridade-inferioridad de algunos seres humanos: mujeres, negros, indígenas, etc. La tarea de la descolonización le afecta especialmente a Europa, centro del colonialismo moderno. Su complejo de superioridad en todos los órdenes: religioso, cultural, político, científico-técnico, epistemológico, etc., le llevó a creer que tenía una misión colonizadora del mundo y la incapacitó para descubrir los valores de otras culturas no europeas. Si Europa quiere reconciliarse con el mundo y consigo misma resulta necesaria, decisiva y urgente su descolonización.
  7. Existe una disyunción, que Boaventura califica de perturbadora, entre las izquierdas latinoamericanas y las europeas. Las europeas parecen coincidir en la necesidad del crecimiento como respuesta a las patologías que sufre Europa, como solución al problema del desempleo y como mejora de las condiciones de vida de quienes la tienen más amenazadas. Las izquierdas latinoamericanas se debaten en torno al modelo de desarrollo y crecimiento y en concreto en torno al extractivismo. Dos son las posturas: la que se muestra a favor como medio para reducir la pobreza y la que se declara contraria al neo-extractivismo por considerarlo la fase más reciente del colonialismo. Para Boaventura, el neoextractivismo constituye la continuidad más directa del colonialismo histórico, ya que supone: - La expulsión de campesinos e indígenas de sus tierras y territorios (negación del derecho al territorio). - El asesinato múltiple e impune de líderes sociales a manos de sicarios contratados por los empresarios. - La expansión de la frontera agrícola sin asumir responsabilidad ambiental alguna. - El envenenamiento de poblaciones campesinas por la pulverización aérea de herbicidas e insecticidas.
  8. Las izquierdas deben construir una alternativa de poder, y no solo una alternancia en el poder. La política de izquierdas debe ser simultánea y conjuntamente anticapitalista, antiimperialista, contrahegemónica, antirracista, anticolonial, antipatriarcal y antihomófoba.
  9. La pluralidad de las izquierdas es un valor a fomentar y a defender, pero hay que evitar la fragmentación. Por lo mismo es necesario reconocer la diferencia como derecho, pero intentando maximizar las convergencias y minimizar las divergencias.
  10. Los partidos y gobiernos progresistas o de izquierda abandonaron con relativa frecuencia la defensa de los derechos humanos más básicos en nombre del desarrollo. Boaventura mira el mundo con los ojos de la Blimunda de la novela Memorial del convento, de Saramago, que veían en la oscuridad, y constata que - la mayoría de los seres humanos no son sujetos de derechos humanos, sino objetos de discursos de derechos humanos; - hay mucho sufrimiento humano injusto no considerado violación de derechos humanos; - se invoca la defensa de los derechos humanos para justificar la invasión de países, saqueo de sus riquezas y muertes de víctimas inocentes consideradas efectos colaterales.

A la vista de estas situaciones, se pregunta: “¿La primacía del lenguaje de los derechos humanos es el producto de una victoria histórica o de una derrota histórica? ¿La invocación de los derechos humanos es una herramienta eficaz en la lucha contra indignidad a la que están sujetos tantos grupos sociales o se trata más bien de un obstáculo que desradicaliza y trivializa la opresión en que se traduce la indignidad y suaviza la mala conciencia de los opresores?” (p. 337).

La mejor síntesis de las catorce cartas es la afirmación de que la opción de las izquierdas no está entre la política de lo posible y la de lo imposible, sino “en saber estar siempre a la izquierda de lo posible”.

Creo que a este libro le es aplicable la valoración que hace del conjunto de la obra de Boaventura de Sousa Santos el sociólogo decolonial puertorriqueño Ramón Grosfoguel y que suscribo: “La obra de Boaventura de Sousa Santos constituye una contribución fundamental a la descolonización de las ciencias sociales. Su trabajo es un ejemplo de una teoría crítica descolonial producida desde Europa en diálogo crítico con el pensamiento del Sur Global. (…) A partir de la obra de Boaventura de Sousa Santos no tiene justificación argumentar que no sea posible para un pensador o pensadora del Norte Global pensar junto y con el Sur Global”.2 En este caso, como dice el subtítulo, “desde la periferia europea” y en sintonía con otras periferias.

 

NOTAS

1 Cf. Ernst Bloch (1977), El principio esperanza. Tomo 1. Madrid: Aguilar e Erna Bloch (1980), El principio esperanza. Tomo III. Madrid: Aguilar.

2 Ramón Grosfoguel (2011), “La descolonización del conocimiento: diálogo crítico entre la visión descolonial de Frantz Fanon y la sociología descolonial de Boaventura de Sousa Santos”, Formas-Otras: Saber, nombrar, narrar, hacer. Barcelona: CIDOB Edicions, 97‑108.

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