La Internacional del odio ^* es el título del último y bien acogido libro de Juan José Tamayo, doctor en teología y filosofía con una dilatada trayectoria como profesor y conferenciante en universidades europeas, latinoamericanas, africanas y norteamericanas. Con más de 70 libros publicados sobre, entre otros temas, ciencias de la religión, fundamentalismo religioso, diálogo intercultural e interreligioso, laicidad, feminismo, teología decolonial y teología de la liberación, Tamayo es secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan xxiii y miembro del Comité Internacional del Foro Mundial de Teología y Liberación.

Como el propio autor explica, el germen del libro fue el curso de doctorado “Epistemologías y teologías del Sur: decolonialidad y prácticas emancipatorias”, impartido en Curitiba (Brasil) en 2019 por invitación de la Pontificia Universidad Católica de Paraná. En ese momento, Jair Bolsonaro, con el apoyo de importantes sectores evangélicos, ejercía la presidencia del país. Tamayo rescata y extrapola al contexto brasileño el término “cristofascismo”, acuñado en 1970 por la teóloga Dorothee Sölle respecto a las relaciones entre el Partido Nazi y las iglesias cristianas durante la formación del Tercer Reich, para referirse, a partir de una definición más amplia y actualizada del concepto, a la nueva alianza entre iglesias fundamentalistas evangélicas, grupos católicos integristas y la extrema derecha a fin de implantar en Brasil un gobierno de corte autoritario con características neofascistas y neoliberales.

No obstante, Tamayo va más allá del contexto brasileño para defender, de manera ampliamente documentada y sólidamente argumentada -en la ciencia política, las ciencias sociales, la filosofía, la teología y la historia-, la tesis central del libro, según la cual el “cristoneofascismo” no es un fenómeno aislado ni específicamente brasileño, sino todo “fenómeno mundial con efectos políticos, económicos, culturales, ecológicos y religiosos devastadores” (p. 14). En este sentido, Tamayo denuncia que lo que subyace al cristoneofascismo es una verdadera ideología política que revela a escala internacional las estrechas relaciones entre organizaciones de la extrema derecha mundial y grupos cristianos fundamentalistas. A este fenómeno, que encuentra en la propagación e inoculación del odio en el tejido social y político su principal razón de ser, Tamayo lo denomina la “Internacional cristoneofascista”. De ella da cuenta en el recorrido que hace por los principales países donde la Internacional cristoneofascista ya se ha instalado, entre ellos Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, España, Estados Unidos, Hungría, Italia y Polonia. Partiendo de este recorrido, Tamayo analiza con rigor el funcionamiento del movimiento y las formas de construir discursos de odio contra colectivos de inmigrantes racializados, de refugiados, de pueblos indígenas, de feministas, de personas LGTBI, de activistas de derechos humanos, de ecologistas, entre otros.

En este escenario hay que enmarcar el auge político y mediático a lo largo de los últimos años de líderes como, por ejemplo, Donald Trump (Estados Unidos), Fabricio Alvarado (Costa Rica), Iván Duque (Colombia), Jair Bolsonaro (Brasil), Jimmy Morales (Guatemala), los hermanos Lech y Jarosław Kaczyński (Polonia), Matteo Salvini (Italia), Santiago Abascal (España) o Viktor Orbán (Hungría). Un auge reforzado por el apoyo de determinados sectores de la jerarquía eclesiástica y por un poderoso entramado de medios de comunicación y organizaciones ultracatólicas como Abogados Cristianos (España), Camino Neocatecumenal (España), Derecho a Vivir (España), El Yunque (México), Escola sem Partido (Brasil) o HazteOír (España), que utilizan su poder de presión y agitación social para aupar a líderes populistas de extrema derecha que adoptan el cristoneofascismo como programa de gobierno.

En realidad, más que un programa político unificado, lo que caracteriza a la Internacional del odio es un sistema supremacista de creencias y valores basado en el rechazo y la condena respecto al diferente, pero también en la defensa de posturas negacionistas y de teorías conspirativas. Un sistema de creencias excluyente, insolidario y absolutista que discursivamente se presenta como un conjunto de valores cristianos. Así, entre otras características, la Internacional del odio se apoya en una ideología política y religiosa radicalmente conservadora y ultranacionalista contraria a la despectivamente llamada “ideología de género”, a la interrupción voluntaria del embarazo y a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, a la eutanasia y a lo que designa como “marxismo cultural”. Una ideología partidaria de la afirmación exclusiva del binarismo sexual, de la heteronormatividad, de la masculinidad patriarcal, de la defensa exclusiva y a ultranza de la familia nuclear, y además muy en sintonía con el negacionismo histórico (rechazo de las leyes de memoria histórica, negación y manipulación de datos históricos a partir de una visión revisionista distorsionada e interesada) y con el negacionismo científico (negación de la teoría del cambio climático, rechazo de la teoría de la evolución de Darwin o incluso negación o minimización de la gravedad de la pandemia de la COVID-19).

Una característica muy importante del libro es que no se limita a denunciar la construcción y utilización del odio como instrumento político por parte de la Internacional cristoneofascista y la grave amenaza que esta supone para las democracias liberales actuales. Fiel a su condición de pensador comprometido política, ética y socialmente con la emancipación de los colectivos más vulnerabilizados, ^Tamayo presenta una serie de propuestas para desmantelar y combatir los discursos y las prácticas de odio, en concreto 20 principios ético-filosóficos que plantea al final del libro. En la misma línea, visibiliza alternativas de superación del odio, como el reencuentro y la acogida hospitalaria de la alteridad; la tolerancia como reconocimiento del otro, de otras realidades y discursos religiosos, de otros pluriversos culturales; el liderazgo y empoderamiento femenino como respuesta a la discriminación patriarcal; así como la defensa de un Estado laico como única vía posible para romper esta perniciosa imbricación entre religión y política.

Estamos, en suma, ante una obra penetrante y combativa que constituye un poderoso desafío al discurso del odio y al cristoneofascismo que prospera en el mundo, capaz de ofrecer claves interpretativas no sólo para entender sus engranajes, pero también para vislumbrar caminos de esperanza que recrean la política democrática y fortalecen los espacios de resistencia, convivencia y emancipación.