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Revista Crítica de Ciências Sociais

versão On-line ISSN 2182-7435

Revista Crítica de Ciências Sociais  no.129 Coimbra dez. 2022  Epub 31-Dez-2022

https://doi.org/10.4000/rccs.13860 

Artigos

¿Revolución de las pantuflas? La lucha noviolenta por la democracia en la República de Belarús1

The Slipper Revolution? The Nonviolent Struggle for Democracy in the Republic of Belarus

La révolution des pantoufles ? La lutte non-violente pour la démocratie en République de Belarus

Alena Kárpava1  2  , Conceptualización, Curaduría de datos, Análisis formal, Investigación, Metodología, Administración del proyecto, Recursos, Supervisión, Validación, Visualización, Redacción - borrador original, Redacción - revisión y edición
http://orcid.org/0000-0003-4887-2361

José Ángel Ruiz Jiménez2  3  , Curaduría de datos, Análisis formal, Investigación, Recursos, Validación, Visualización, Redacción - borrador original
http://orcid.org/0000-0002-2811-8284

1 Departamento de Pedagogía, Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte, Campus de Melilla, Universidad de Granada, Granada, España, akarpava@ugr.es

2 Instituto de la Paz y los Conflictos, Universidad de Granada, Granada, España

3 Departamento de Historia Contemporánea, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Granada, Granada, España, j.angel@ugr.es


Resumen

En los últimos 20 años han aumentado las movilizaciones noviolentas orientadas al cambio de los regímenes autoritarios hacia modelos democráticos. Nuestra mirada se centra en un movimiento de acción noviolenta e iniciativa femenina, basado en los principios de la Ética del Cuidado, nacido en agosto de 2020 a partir de las elecciones presidenciales en la República de Belarús. Consideramos que se trata de un movimiento diferente respecto a las revoluciones de colores, aunque los Gobiernos ruso y belarruso insistan en su vinculación con estas últimas. El objetivo de la presente investigación es dar a conocer este nuevo movimiento para lo que recurrimos a la metodología del análisis documental. La temática estudiada forma parte de los estudios de Irenología, la ciencia de la investigación para la paz.

Palabras clave: ciudadanía feminista; democracia; noviolencia; revolución de las pantuflas

Abstract

In the last 20 years, the number of non-violent movements oriented to oust authoritarian regimes to establish democratic models has increased. Our focus is centered upon a movement of non-violent action and female initiative, built on the principles of the ethics of care, born in August 2020 from the presidential elections in the Republic of Belarus. We consider that this is a different movement from the color revolutions, as the Russian and Belarus governments insist on their link with the latter. The objective of this research is to make known this new movement for which we utilized the methodology of document analysis. The present research theme contributes to Irenology, the study of peace.

Keywords: democracy; feminist citizenship; non-violence; slipper revolution

Résumé

Au cours des 20 dernières années, les mobilisations non violentes visant à faire évoluer les régimes autoritaires vers des modèles démocratiques se sont multipliées. Notre regard se porte sur un mouvement d’action non-violente et d’initiative féminine, fondé sur les principes de l’Éthique du Soin, né en août 2020 des élections présidentielles en République de Belarus. Nous considérons qu’il s’agit d’un mouvement différent par rapport aux révolutions de couleur, bien que les gouvernements de Russie e de Belarus insistent sur leur lien avec ces dernières. L’objectif de cette recherche est de faire connaître ce nouveau mouvement pour lequel nous recourons à la méthodologie de l’analyse documentaire. Le sujet étudié fait partie des études de l’irénologie, la science de la recherche pour la paix.

Mots-clés: citoyenneté féministe; démocratie; non-violence; révolution des pantoufles

Introducción

En este artículo trataremos el tema de un movimiento noviolento generado en el mes de agosto de 2020 a partir de las elecciones presidenciales en la República de Belarús. Belarús se independizó en 1991, tras la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y desde el año 1994 la presidencia del país se encuentra en manos de Aleksandr Lukashenko. Desde entonces, el acceso de los candidatos de la oposición a un proceso electoral transparente se ha visto bloqueado. Esta vez, de forma inesperada, tanto para el Gobierno como para la población, la historia cambió. Svetlana Tijanovskaya, mujer, profesora de inglés y activista pro derechos civiles, en principio sin pretensiones de ocupar un cargo político, logró atraer a la mayor parte de la población con la idea de crear espacio para unas nuevas elecciones dignas, transparentes, democráticas y libres de fraude electoral, así como de liberar a los presos políticos (entre los que está su marido, uno de los mayores referentes de la oposición belarrusa) y económicos (los pequeños empresarios que se muestran contrarios al régimen, como los propietarios de las pequeñas imprentas que difunden literatura belarrusa clásica o informáticos que conectan con el mundo más allá de las fronteras belarrusas).

El objetivo de la presente investigación consiste en estudiar y dar a conocer el nuevo movimiento de noviolencia en Belarús, inspirado por un grupo de mujeres no relacionadas con la política. Para cumplir con el objetivo marcado recurriremos a la metodología del análisis documental.

1. Metodología

Presentamos una investigación bibliográfica basada en la búsqueda, recopilación, organización y análisis de los documentos consultados sobre el tema en cuestión (Bisquerra, 1989). El procedimiento ha consistido, primeramente, en la localización y descripción de la documentación. En este sentido, quisiéramos destacar una cierta carencia de estudios académicos internacionales relacionados con el movimiento social noviolento en Belarús. La búsqueda se centró en las aportaciones de los medios de comunicación nacionales de la República de Belarús e internacionales, tales como Sputnik.by, Настоящее Время [Nastoyashee Vremia], Комсомольская правда [Komsomolskaia Pravda], Телеканал Дождь [Telekanal Dozhd], БГ Деловая Газета [BG Delovaia Gazieta], Беларусь Сегодня [Belarús Segodnia], TUT.BY, Polymia.by, new.grodno.by, belgazeta.by, In time, interfax.ru, Epramova, BBC News, The Guardian, La Vanguardia, El País y The Washington Post, así como publicaciones en las redes sociales tales como Facebook y YouTube. Se puede observar la prevalencia de las publicaciones en lenguas de origen eslavo sobre las demás lenguas europeas. Durante la búsqueda recurrimos a descriptores como “Belarús”, “elecciones presidenciales”, “manifestación”, “noviolencia”, “revolución de colores”, “marcha de mujeres”, “democracia”, “fraude electoral”, “opinión pueblo belarruso”. En esta fase, desarrollada entre los meses de agosto de 2020 y enero de 2021, paralelamente a la búsqueda de la información, se realizó una lectura profunda de los documentos y su categorización en torno a las temáticas de la noviolencia, movilizaciones ciudadanas, presencia de la ética del cuidado, tradición democrática en Belarús y reacción de distintos Gobiernos ante la movilización de los ciudadanos belarrusos. En segundo lugar, durante los meses de febrero y marzo de 2021, se volvió a realizar una segunda lectura y análisis de los contenidos con mayor profundidad, que permitió la estructuración de los resultados y su discusión, que planteamos en los siguientes apartados.

2. La noviolencia en el siglo xxi y las revoluciones de colores

Ante la percepción intuitiva, tanto de científicos sociales como de la población en general, de que los movimientos violentos tienen más posibilidades de éxito que los noviolentos, varios estudios como los de Roberts y Garton Ash (2009), Chenoweth y Stephan (2011) y López Martínez (2015) demuestran que la noviolencia política resulta no solo preferible desde el punto de vista moral y material, sino que tiene un grado de eficacia mayor que la violencia. Este relato de éxito parece que se vio reforzado a partir del año 2000 cuando las campañas de cambio político noviolento mostraron un desarrollo mucho más sólido, disciplinado y organizado, así como una capacidad desconocida de integrarse en movimientos de cambio político en todo el mundo. De este modo, a sus posibilidades de éxito innatas se unían una presencia y capacidades desconocidas.

La primera experiencia de esta nueva ola la marcó la organización OTPOR! [¡Resistencia!], en Yugoslavia, hoy Serbia ( Ruiz Jiménez, 2016). El sorprendente éxito de OTPOR! trató de replicarse, contando frecuentemente con la ayuda de su heredera, la organización CANVAS, en espacios tan dispares como Ucrania, Egipto, Siria, Venezuela y Cataluña. El principal apoyo teórico de estos movimientos han sido los trabajos de Gene Sharp, quién además estuvo muy cercano a los mismos hasta su fallecimiento en 2018. Siguiendo en gran medida la estela y fórmula de OTPOR!, las revoluciones de colores (entre 2000 y 2005) y la Primavera Árabe (en 2011) mostraron cómo el poder noviolento del pueblo era capaz de derribar Gobiernos tiránicos. Los documentales Bringing Down a Dictator2 y How to Start a Revolution3, muy visionados por activistas noviolentos en todo el mundo, muestran orgullosamente la eficacia y el optimismo de esta corriente de acción política. La noviolencia se presenta así, tanto por parte de académicos como de activistas, como una fórmula de cambio -no solo moralmente superior, sino de probada eficacia- hacia sociedades más justas, democráticas y pacíficas.

Precisamente en el área de influencia de la URSS (a la que pertenecía Belarús hasta 1991), tras la caída de Milošević, en Yugoslavia, tuvieron lugar una serie de protestas poselectorales en Georgia, Ucrania y Kirguistán que dieron paso a una oleada de manifestaciones masivas en otros Estados postsoviéticos como Moldavia, Azerbaiyán y Armenia con desigual fortuna. Estos movimientos populares recibieron la ya mencionada denominación de “revoluciones de colores” por el uso simbólico de colores o nombres de flores empleados como elementos de identificación y alusión a la Revolución de Terciopelo checoslovaca de 1989 (Fairbanks, 2007). Way (2008) sostiene que desde una perspectiva sociocientífica estos hechos deberían ser considerados como cambios de régimen o simples atenuaciones del autoritarismo, si bien se ha popularizado el término “revolución” para hacer referencia a estas experiencias poscomunistas que perseguían cambios de régimen. Entre los actores que lograron impulsar de manera exitosa estas revoluciones cabe destacar el papel desempeñado por Kmara en Georgia, Pora en Ucrania y Kelkel en Kirguistán. Más tarde, el poder pacífico del pueblo en esta región del mundo pareció reemerger en Ucrania durante la Revolución del Maidán (en 2013-2014) cuando, al igual que en la Revolución Naranja de 2006, las calles y plazas se llenaron de ciudadanos comunes que exigían un cambio de Gobierno de forma tan activa, decidida y organizada como noviolenta. También es cierto que, en el caso del Maidán, hubo destacados hechos violentos en paralelo.

3. Las movilizaciones ciudadanas noviolentas en Belarús

En agosto de 2020 se dio inicio a un nuevo episodio de la movilización ciudadana noviolenta en Belarús con características diferentes respecto a las revoluciones de colores. A primera vista, se trataba de la respuesta de la población a las controvertidas elecciones presidenciales ganadas fraudulentamente por Aleksandr Lukashenko. Este líder político había logrado mantenerse en el poder desde 1994 combinando autoritarismo y represión, políticas de protección de servicios sociales básicos y el apoyo del Kremlin. Sin embargo, cuando nadie parecía esperarlo, los resultados electorales del 9 de agosto de 2020 provocaron manifestaciones en las calles y enfrentamientos con la policía.

Unos meses antes, como práctica habitual en los períodos de campañas electorales en Belarús, todos los opositores del régimen de Lukashenko fueron encarcelados o exiliados del país. Pero esta vez hubo un cambio. Tras el arresto de los tres principales referentes masculinos de la oposición, sus esposas, amas de casa y “expertas en la elaboración de croquetas”, según Lukashenko,4 crearon un grupo presentándose a las elecciones presidenciales sin el apoyo de ningún partido político. Se trataba de Svetlana Tikhanovskaya, Maria Kolesnikova (música, directora de orquesta y activista cultural) y Veronika Tsepkalo (gerente de negocios y activista política). Tikhanovskaya fue presentada como líder del nuevo movimiento. Esta mujer de 38 años y sus dos aliadas recorrieron el país atrayendo a multitudes formadas por ciudadanos frustrados por cuestiones como la falta de cambios políticos, el negacionismo de la pandemia del COVID-19, los bajos sueldos, las míseras pensiones y la corrupción. El programa electoral de Tikhanovskaya se basaba en un llamamiento para que la población se comprometiera a votar el 9 de agosto, reclamar la liberación de los presos políticos y económicos (con el derecho a revisar los casos en tribunales independientes y justos), así como la repetición de las elecciones con los candidatos reales, escogidos por el pueblo.

No era la primera vez que había manifestaciones antes de las elecciones presidenciales, pero sí era la primera ocasión en la historia de Belarús en que una mujer se postulaba como presidente. Una mujer que se convirtió en símbolo de la posibilidad del cambio y que inspiró a la población hacia la lucha noviolenta.

En el actual Gobierno de Belarús son contadas las mujeres; solo hay dos ocupando puestos de máxima responsabilidad: Irina Kostevich, ministra de Trabajo y Protección Social, y Lidia Yermoshina, presidenta de la Comisión Central de Elecciones y Celebración de Referendos Republicanos (puesto ocupado desde 1996). Para el presidente, marcado por la tradición patriarcal, era inusual e inesperado encontrarse frente a una candidata de sexo femenino. La infravaloraba mientras permitía su acceso a la campaña electoral. Habría que recordar que hasta este momento la población femenina de Belarús era una de las mayores fuerzas de apoyo de Lukashenko. ¿Qué falló en esta ocasión? Los insultos, el desprecio, las burlas y el machismo5 mostrados por el presidente hacia la población femenina6 y la brutal violencia directa, violaciones y actos de tortura7 rompieron el mito de la seguridad, la confianza y la estabilidad hasta entonces ofrecidas al pueblo por su único padre-protector (Bat’ka). Aquella desbordante violencia sentaría las bases para la resistencia ciudadana.

4. La peculiaridad belarrusa frente al Maidán de Ucrania

Se conoce como Revolución del Maidán a los acontecimientos sucedidos en Ucrania entre 2013 y 2014 que supusieron un profundo cambio en la vida política del país desembocando en un régimen más nacionalista, antirruso y prooccidental, así como en la pérdida de facto de la península de Crimea y la región del Dombás. Los acontecimientos tomaron su nombre de la Plaza de la Independencia (Maidan Nezalézhonosti) de Kiev, epicentro de las movilizaciones. Culminaba un proceso de progresivo alejamiento de Rusia que comenzó con las protestas estudiantiles de 1990 y la Revolución Naranja de 2004-2005. Muchos medios de comunicación y algunos autores han establecido paralelismos tan fáciles como indocumentados entre el proceso de Ucrania y las movilizaciones prodemocráticas noviolentas de Belarús, algo que ya han denunciado autores como Bzegezhev.8

En primer lugar, a diferencia de Ucrania, en Belarús no hay partidos políticos que respalden el movimiento, incluso es posible presentarse a las elecciones de forma individual, sin un partido o un listado definido de miembros que respalden la candidatura, tal como hizo Tikhanovskaya.9 En Ucrania se involucraron en el Maidán desde partidos convencionales de oposición como Nuestra Ucrania o el Bloque Yulia Timoshenko hasta otros de corte paramilitar y neofascista como Pravi Sektor. En segundo lugar, como bien afirma Sulman,10 en Belarús está ausente la ideología nacionalista unificadora característica del caso de Ucrania. Tampoco se encuentra en el movimiento ciudadano de Belarús un posicionamiento geopolítico similar al de Ucrania, ya que los manifestantes belarrusos no marchaban bajo las banderas de la Unión Europea (UE), ni mostraron una posición antirrusa. En Belarús no existe división entre prorrusos y prooccidentales. El movimiento popular incluso une con frecuencia las dos banderas del país (la oficial y la rojiblanca) en la misma asta. De hecho, según una encuesta realizada en 2020, cerca del 75 % de los belarrusos se declararon a favor de las relaciones amistosas con Rusia.11

No se trata, por tanto, de un movimiento proeuropeo, ni globalista, ni defensor de la eurointegración, ni que mire hacia la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como protector militar ante Rusia. En realidad, el levantamiento ciudadano está dirigido de forma exclusiva contra del régimen autoritario de Lukashenko. También habría que destacar que este régimen es anterior a la llegada de Putin al poder en Rusia, por lo que la población no percibe a Lukashenko como una imposición desde Moscú. La mirada de Rusia hacia Ucrania y Belarús también es distinta. En el caso de la primera, Yanukovich era la mejor baza política de Rusia en Ucrania; Moscú trataba de sostenerlo en el poder frente a sus rivales políticos. Además, en el este de Ucrania había una numerosa población rusa, así como un territorio, Crimea, que a su abrumadora mayoría étnica rusa sumaba un peso geoestratégico clave, todo ello en serio peligro de caer bajo un nuevo modelo de Estado nacionalista ucraniano excluyente, en la órbita de la UE y de la OTAN.12

En Belarús tampoco existe una marcada diferencia entre un Oriente prorruso y un Occidente de identidad nacional marcadamente diferente, al contrario que en Ucrania. Belarús es un territorio que vivió un proceso de rusificación muy profundo tras perder una cuarta parte de su población durante la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de que hasta hace sólo una década la población no tenía consciencia de su pertenencia a la cultura y lengua belarrusas. No se da, por tanto, las divisiones de la población según factores religiosos, lingüísticos y culturales que llevaron a conflicto de convivencia en Ucrania.

Tampoco se observa en Belarús la retórica marcadamente nacionalista, que caracterizó en su momento al Euromaidán. El pueblo belarruso busca obtener la libertad para sí mismo dentro de su propio territorio desbancando a un Gobierno injusto e ilegítimo, pero no se percibe el proceso como una lucha de liberación contra un hostil opresor externo. Lo anterior, unido al ya mencionado hecho de que el grueso del pueblo belarruso se siente amigo y próximo a Rusia, hacen que un cambio de régimen no tenga por qué ser tan dramático para el Kremlin como en el caso ucraniano.13

Otro factor fundamental que diferencia ambos casos es que en Belarús no existen oligarcas cuyos intereses enfrentados marcan tanto la economía como el rumbo político del Estado, patrocinando a la oposición del país. De hecho, grupos como BYPOL,14 del que hablaremos más adelante, afirman no tener ningún apoyo financiero para ejercer su actividad. Viven en el exilio (Polonia, en este caso) gracias a subsidios de refugiados políticos que rondan los 250 euros mensuales.

Y, muy importante, en Belarús no se ha dado el fenómeno de los francotiradores, paramilitares y las ocupaciones violentas de espacios y edificios públicos que marcó el Maidán, pues, como describiremos en el siguiente apartado, el movimiento tiene un inequívoco carácter noviolento profundamente relacionado con la ética del cuidado,15 lo que le otorga una naturaleza bien distinta.

5. Ecofeminismo y ética del cuidado en la revolución de las pantuflas

En el movimiento popular noviolento de Belarús llama poderosamente la atención la marcada presencia de características propias de los movimientos ecofeministas (Kuletz, 1992). Numerosas redes sociales locales trazaron desde el principio una línea comparativa entre la explotación de la mujer, de la naturaleza (con mayor acento tras la catástrofe de Chernóbyl) y el país (de género femenino en belarruso), sometidas a un “matrimonio desigual” con el dictador. Los movimientos ecofeministas se manifiestan en contra del mundo construido en base al enfoque patriarcal y a los esquemas androcéntricos, participando desde la acción noviolenta, la desobediencia civil y la crítica al mal desarrollo.16 También habría que destacar su vinculación a la filosofía de la ética del cuidado (Gilligan, 1982; Comins Mingol, 2003, 2007, 2015; Cortés-Pérez, 2011; Medina-Vicent, 2016), que se centra en el análisis anticolonialista, antipatriarcal y antiglobalizador de la ética de la justicia de Kohlbert (Alonso Alonso y Fombuena Valero, 2006). Desde la ética del cuidado se critica la defensa ciega de las leyes y normas que, como en el caso de Belarús, sostienen el uso de la violencia en contra de los ciudadanos. La ética del cuidado destaca la importancia de los vínculos, las articulaciones, el contexto y las responsabilidades por encima del cumplimiento abstracto de los deberes y del ejercicio automático de los derechos (ejecutados con violencia por parte de los silovikí, las fuerzas de seguridad del Estado). Además, habría que destacar que no es un asunto solo de mujeres, ni una batalla entre géneros, sino un movimiento de liberación de la democracia del régimen de patriarcado, el mismo que vincula el cuidado con las mujeres “buenas”, “elaboradoras de croquetas” (del discurso de Lukashenko).

En un contexto patriarcal se produce la división de la moralidad por razón de género, la masculinidad ofrece un pasaporte a la violencia, defendida en nombre de los derechos y la libertad. En un contexto democrático la femineidad se dispone a renunciar a los derechos a fin de preservar las relaciones y mantener la paz (recordemos cuando Kolesnikova rompió su pasaporte dejándose arrestar antes que aceptar el exilio). Al deshacer las jerarquías patriarcales, la voz democrática destaca la importancia de tener voz y que esta sea escuchada y atendida con integridad y respeto. Cortina (2007), en la Ética de la razón cordial, sostiene que lo justo ha de hundir sus raíces no solo en la argumentación, sino también en lo cordial y compasivo (lo vemos en el trato de las mujeres hacia los silovikí durante su marcha vestidas de blanco).

En la línea de la ética del cuidado, las actuales protestas ciudadanas belarrusas contrarrestaron la desmesurada brutalidad del Gobierno, las detenciones y torturas de la población desarmada, la creación de campos de concentración, el encarcelamiento y el exilio de los líderes de la oposición. Las protestas populares demostraron la cultura de civismo que ha caracterizado al país a lo largo de la historia. Así, siguiendo espontáneamente los principios de la ética del cuidado, durante las manifestaciones belarrusas se respetaron escrupulosamente los bienes y el inmobiliario público, y la limpieza de las calles, jardines y edificios.17 Durante las asambleas populares se practicó de forma consciente la escucha activa, con un escrupuloso respeto del turno de palabra, incluso en los encuentros con Lukashenko y su cuerpo de seguridad.18

De hecho, la ejemplar naturaleza y participación masiva por parte de amplísimas capas de la población belarrusa les dieron un carácter familiar que llevó al diario The Guardian19 a bautizarlas con el simpático y efímero nombre de “revolución de las pantuflas”, mientras que por su llamativamente alta participación femenina otros medios y observadores la han denominado la “revolución de las mujeres”. Principalmente, fueron ellas quienes reimpulsaron las protestas tras la ola de violencia contra la población manifestante. Por ejemplo, después de tres días de brutalidad policial, 250 mujeres vestidas de blanco y portando flores se manifestaron desafiantes en el centro de Minsk.20 En aquel ambiente, donde la tensión aumentaba por momentos, la policía no se atrevió a intervenir y al día siguiente numerosas filas de mujeres portando flores recorrieron prácticamente todos los rincones de la ciudad en la conocida como manifestación de las madres, de nuevo vestidas de blanco, donde tres generaciones de mujeres regalaban sus flores blancas a los policías y militares que encontraban a su paso. Llama la atención cómo, al principio, el protagonismo femenino fue despreciado por Lukashenko, quién, como ya hemos comentado, dedicó a las mujeres diversos comentarios misóginos y despectivos. Evidentemente, se trató de un error de cálculo fatal.

Entre los múltiples actos de noviolencia acaecidos en aquellas semanas de ebullición popular, recuperamos algunos ejemplos:

  • Durante los meses de agosto y septiembre de 2020 se hace patente una de las mayores debilidades del régimen de Lukashenko: la falta de control y dominio de las redes sociales. Los medios de comunicación oficiales no proporcionaban ninguna información sobre la violencia ejercida en las calles por parte de los silovikí contra la población que se manifestaba de forma pacífica. Entonces, los ciudadanos abrieron numerosos canales de noticias no oficiales donde, minuto a minuto, reflejaban todo lo que pasaba en el país. Entre estos canales también se encontraban las páginas de Facebook y Blogger, durante muchos años prohibidas por el régimen. El miedo a la propagación de estas noticias empujó al Gobierno a cerrar el acceso a Internet durante días, provocando grandes pérdidas económicas, entre otras consecuencias.

  • Frente a la violencia, torturas y encarcelamientos ilegales llevados a cabo por el Gobierno, la población se pronunciaba mediante consignas como “No debemos enfrentarnos de forma violenta a los silovikí. ¡Debemos juzgarlos! Para conseguir la victoria final hace falta una huelga general por parte de todos los belarrusos”.21 El llamamiento “voló” por las redes sociales y, en muy pocos días, los trabajadores de las grandes fábricas estatales se unieron a las protestas callejeras pacíficas. En particular, el 17 y 18 de agosto de 2020 se llevaron a cabo acciones de protesta en la fábrica Belaruskaliy, donde se creó un comité de huelga. Casi 700 de sus trabajadores se negaron a trabajar durante días. Más tarde los tribunales declararían ilegal esta huelga.

  • Empezaron a funcionar los ciberpartisanos22 que enviaban comunicados a la presidencia amenazando con cerrar el acceso a toda la gestión virtual estatal, incluida la del Banco Nacional.

  • La población colgaba banderas rojiblancas23 en ventanas, balcones y fachadas de edificios como muestra de apoyo a los manifestantes. Al principio las fuerzas de seguridad estatal retiraban las banderas, pero con el paso de tiempo se cansaron de hacerlo.

  • Poco a poco se produjo algo que el Gobierno no esperaba: el pueblo estaba perdiendo el miedo. Ya no huía, sino que plantaba cara a los silovikí mostrando una gran cohesión de grupo. El movimiento se descentralizó ocupando los barrios, recordando a muchos un comentario, que se hizo popular treinta años antes, en el que se decía que la URSS cayó debido a las revoluciones de las cocinas, y parecía que este momento podía estar llegando a Belarús.

  • En los enfrentamientos callejeros ante la represión policial, en lugar de confrontarlos violentamente les arrancaban los pasamontañas, descubriendo las caras de los agresores. Los fotografiaban y colocaban sus imágenes en las redes sociales, permitiendo que los vecinos y la población en general identificara a los “matones del Estado”. Así, aun cuando se hallaran fuera de servicio, se les bloqueaba el acceso a las tiendas del barrio, sus hijos eran rechazados en los centros educativos y la información sobre ellos se enviaba a los juzgados internacionales con el fin de que más adelante se celebrasen juicios justos y transparentes.

  • Grupos de madres jóvenes se reunían en los parques infantiles con sus hijos pequeños, que jugaban con piedras pintadas de colores blancos y rojos construyendo banderas de la libertad. En este caso, los silovikí fueron puestos ante un dilema relativo a la necesidad de arrestar a los menores y a sus madres.

  • Viendo las acciones no violentas de los ciudadanos, algunos miembros de las fuerzas de seguridad del Estado dudaron sobre su papel en esta historia y renunciaron a sus cargos.24 También es cierto que muchos tenían miedo de abandonar su puesto, en ocasiones relacionado con el temor de no poder saldar la deuda con el Gobierno, generada por sus estudios en la academia policial, mezclado con el hecho de no tener otra opción profesional, ser rechazado por la sociedad o ser juzgado por delitos contra los derechos humanos (cabe recordar que actualmente en Belarús está vigente la pena de muerte). En este momento apareció un grupo de empresarios belarrusos que crearon un fondo para apoyar el proceso de reprofesionalización de los silovikí.25 Les ofrecían cursos gratuitos de profesiones civiles, dignas y pacíficas; les ayudaban con la deuda generada con el Estado, y los apoyaban jurídicamente en el proceso de autorreconocimiento de los actos de violencia cometidos. Escuchamos como uno de los entrevistados26 decía que cuando terminara la situación él se iría a la industria cinematográfica.

  • Cabe mencionar otra iniciativa relacionada con este último hecho: la creación del grupo BYPOL, formado tanto por funcionarios civiles -con nutrida representación de jueces y fiscales- como por miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, quienes abandonaron su profesión y fueron exiliados en países vecinos como Polonia, Lituania y Ucrania. Según el reportaje de Goldentsvaig,27 BYPOL ayuda a todos aquellos que quieren salir del servicio y recopila información sobre los actos de violencia y tortura realizados contra la población civil con el fin de denunciar estos hechos y poder celebrar juicios justos sobre sus autores.

  • Entre julio y diciembre de 2020 se fueron sucediendo actos muy diversos de noviolencia. Aparte de las mencionadas marchas de mujeres portando flores, hubo manifestaciones de personas jubiladas y de estudiantes universitarios,28 pelotas gigantes que rodaban por las principales calles del país decoradas con el llamamiento “vete”,29 amenazas con la huelga de sexo (en la marcha de mujeres escuchamos “a vosotros nadie os dará” refiriéndose a los representantes de la fuerza policial especial rusa OMON),30 asambleas locales, organización de patrullas de barrio31 y campañas de rechazo del pago de los servicios comunales.32 Mientras tanto, en los medios de información estatales Lukashenko atemorizaba a la población con la amenaza del terrorismo, que asociaba de forma extravagante a las revoluciones de colores,33 reivindicando, fusil en mano, su papel de padre de la nación y de única persona en el mundo que podía salvar el destino de Belarús de la invasión occidental.34

  • Actualmente se habla del debilitamiento del movimiento y su poca visibilidad en las calles; no obstante, la tradición de la acción noviolenta nos hace pensar que se trata de una reestructuración de la acción ciudadana que brotará con nueva fuerza en los próximos meses.

6. La shliajta y la tradición democrática belarrusa

El carácter pacífico del pueblo belarruso no es casual ni espontáneo, sino que hunde sus raíces, entre otros factores, en la histórica tradición de las asambleas locales de la shliajta -nobleza local-. La shliajta se definió en el siglo xvi, cuando los terratenientes belarrusos, como atributo de reconocimiento de su nobleza, comenzaron a adquirir escudos de armas, convertirse al catolicismo, adoptar el modelo cultural polaco -más cercano al europeo occidental- y utilizar la lengua polaca y el latín en su comunicación. Este proceso, generalmente voluntario, se intensificó después de la firma de la Unión de Lublin.

En los siglos xvii y xviii la nobleza tenía todo el poder en Belarús aunque, al igual que en Lituania y Ucrania, la nobleza belarrusa era más numerosa que en Europa Occidental, algo extensible a toda la Rzeczpospolita -nombre de la unión del Reino de Polonia con el Gran Ducado de Lituania entre 1569 y 1796 y del que Belarús formaba parte. Según el historiador del siglo xix Tadeusz Korzan (natural de Minsk), en 1791 la shliajta constituía el 8 % de la población del país, mientras que otras fuentes mencionan que alcanzaba el 15 %, cuando en Europa Occidental la nobleza apenas representaba un 2 %.35

Según Andrzej Zajanczkowski,36 a diferencia de la nobleza rusa, la shliajta estaba muy diferenciada en términos de la propiedad. En un polo estaban los magnates, propietarios de grandes latifundios; en el otro la nobleza, que vivía de su propio trabajo o que servía a los magnates, sorprendiendo a los extranjeros que veían a nobles recogiendo estiércol y portando la espada que mostraba su categoría estamental. Entre estos polos se encontraba una capa intermedia cuyos miembros solían ser dueños de una o dos aldeas.

A pesar de la importante estratificación social, la shliajta era un solo estamento, unido por derechos y privilegios comunes. Tenía el derecho exclusivo a poseer tierras y siervos (del que la burguesía estaba excluida) y gozaba del privilegio de inviolabilidad de la vivienda. Además, sus tierras estaban exentas de impuestos y sus bienes no pagaban derechos de aduana. Sólo la shliajta tenía derecho a ocupar cargos públicos, así como a producir y vender vodka, aunque no podían ser artesanos ni comerciantes.

La shliajta valoraba especialmente su adorada libertad, que realmente fue más significativa que la de los nobles de los países vecinos. Participaban en el sejm (congreso asambleario), que permitía a la shliajta influir significativamente en la política exterior e interior del país. La shliajta obedecía solo a las leyes aprobadas en la asamblea, siendo prácticamente independiente del gobierno central y del rey. Según el historiador Alexander Bruckner,37 el noble estaba vinculado al monarca sólo con un impuesto que le obligaba a participar en las guerras de la Rzeczpospolita.

La nobleza estaba orgullosa de su derecho a la igualdad. Formalmente todos los niveles de la shliajta tenían los mismos derechos que el magnate. Legalmente, la Rzeczpospolita no reconocía títulos principescos (a excepción de las antiguas familias rusas). Todos los miembros de la shliajta tenían que llamar hermano, señor o benefactor incluso a los más pobres de sus nobles, aunque también es cierto que en la práctica podía ser diferente. El reconocimiento de la shliajta cesó en 1863, tras la derrota del levantamiento de Kastiushko, último estallido de la revolución aristocrática.

El desarrollo histórico descrito hizo que en el país se desarrollara una conciencia crítica y democrática que otorgó una naturaleza pacífica a los belarrusos que contrasta con la de sus países vecinos y también, a la hora de manifestarse, con el vandalismo callejero y los saqueos de comercios observados en otras latitudes, incluso durante campañas con discursos pretendidamente noviolentos, como es el caso del Black Lives Matter. Habría que recordar también que, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2021), Belarús cuenta con un sistema sanitario muy eficiente, y una tasa de mortalidad infantil muy baja, sustancialmente mejor que la de, por ejemplo, el Reino Unido; una tasa de alfabetización del 99 % (ibidem), y un índice de Gini (indicador de desigualdad) de los más bajos del mundo, siendo, según estos datos, uno de los países más igualitarios del mundo.38 Estos datos, así como la historia de la tradición de la toma de decisiones de forma democrática, ayudan a explicar la naturaleza cívica, culta y dialogante de la sociedad civil del país.

7. El temor a Occidente de los Gobiernos de Rusia y Belarús

Los belarrusos son conscientes de que, sobre todo, Occidente y Rusia tratan de instrumentalizar los acontecimientos actuales desde el exterior en su propio beneficio. Aunque tanto los Gobiernos de Moscú y Minsk como algunos autores han advertido que Belarús bien podía ser un episodio más de las revoluciones de colores, conviene recordar varias particularidades que cuestionarían esa interpretación.

En Belarús, debido al masivo proceso de rusificación, a la pobreza de recursos naturales y a la plena dependencia de Rusia el conflicto interno estaba ausente y la mirada al exterior siempre ha estado puesta en Rusia que, a su vez, teme perder el dominio sobre este territorio que le sirve de frontera con Europa.

En relación al caso estudiado y en virtud de un convenio entre Belarús y Rusia, ha sido esta última la que ha declarado en busca y captura a la líder de la oposición Svetlana Tijanovskaya, ejemplo de hasta qué punto la autonomía del Gobierno de Lukashenko está condicionada por Moscú. La ubicación geopolítica y geoestratégica de Belarús, entre la UE y Rusia, hace que Putin quiera evitar por todos los medios que Belarús también escape de su tutelaje, sobre todo ahora que la actual oposición gana fuerza y visibilidad. La UE se ha posicionado claramente imponiendo sanciones a los principales dirigentes belarrusos, tanto por el escandaloso fraude electoral como por la represión subsiguiente contra la población civil. Mientras tanto, la oposición belarrusa fue galardonada en el Parlamento Europeo con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, que recogió la propia Tijanovskaya, tras lo cual fue recibida al más alto nivel en la UE. Este conjunto de acciones ha motivado la protesta de Moscú, que las considera una injerencia occidental en los asuntos de Minsk. A esto hay que añadir la llegada de Joe Biden al Gobierno de los Estados Unidos (EE. UU.), que promete más presión a la Rusia de Putin que la ejercida por Obama y Trump. Por esta razón Putin apoya tanto económica como policialmente al dictador belarruso. El Kremlin subvenciona una parte importante de la energía que se consume y se revende en Belarús, y, de alguna forma, Putin cobra en forma de soberanía nacional transferida desde Minsk a Moscú ( Sánchez Ortega, 2014).

A Rusia se le mueve el suelo debajo de los pies siguiendo a causa de la actual desobediencia belarrusa. En otro lugar, una oleada de rabia civil provocó la caída del Gobierno en Kirguistán. Nos imaginamos que los estrategas del Kremlin estarán interpretando la situación como un efecto dominó en su enorme área de influencia, más gradual pero similar al que desencadenó la Primavera Árabe.

De cualquier modo, los temores rusos respecto a las consecuencias de un cambio de régimen en Belarús no son infundados en un punto: la habilidad occidental, en particular la estadounidense, para cooptar e instrumentalizar a su favor los movimientos populares del área de influencia histórica de Moscú. Así, movimientos ciudadanos en principio genuinos e independientes, como el de la Belarús actual, corren el peligro de desembarazarse de un dictador para convertirse en satélites de Occidente que consumen sus productos, le facilitan mano de obra cualificada y barata, se acercan a la OTAN y debilitan así a Rusia, como sucedió en el caso de Serbia en 2000, Georgia en 2003 o Ucrania en 2014, que siguieron el ejemplo de países como Polonia, Estonia, Lituania y Letonia a finales del siglo xx.

En este sentido, cabe recordar que entre 2008 y 2019 se destinaron alrededor de 128 millones de dólares a programas para la democratización de Belarús.39 El origen del grueso de tales fondos se encuentra en la Oficina del Subsecretario de Estado para Europa de los Estados Unidos, la Oficina de Europa Eurasia de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), MacArthur Foundation, Eurasia Foundation, German Marshall Foundation, George Soros Open Society Foundation, Freedom House, Ford Foundation, National Endowment for Democracy (NED), National Democratic Institute del Partido Demócrata de los EE. UU., Instituto Republicano Internacional del Partido Republicano de los EE. UU. y Consorcio para el Fortalecimiento de los Procesos Políticos y Electorales (CEPPS, por su sigla en inglés), la mayoría de las cuales ya ayudaron a los movimientos de protesta y oposición en las revoluciones de colores. Se trata de organizaciones dedicadas a fomentar cambios de régimen hacia democracias liberales en todo el mundo.

Hasta la década de los ochenta, esas maniobras políticas se habían llevado a cabo en secreto para evitar situaciones embarazosas; sin embargo, terminaban por convertirse en auténticos escándalos cuando los sobornos o manipulaciones se hacían públicos. Philip Agee, miembro de la Central Intelligence Agency (CIA) y escritor, fue uno de los promotores de este nuevo mecanismo de soft power, que en lugar de invertir dinero de forma oculta y tratar de condicionar las decisiones de los líderes políticos, invertía esas mismas cantidades en financiar a la oposición, a periodistas jóvenes con ganas de cambio, a organizaciones no gubernamentales (ONG) de derechos humanos y a otros agentes sociales de perfil similar. En 1991, Allen Weinstein, cofundador de NED, afirmaría abiertamente en el Washington Post que la CIA ya llevaba 25 años haciendo lo mismo pero de forma oculta, de modo que se trataba de un simple cambio de estrategia.40 Ejercer su influencia de forma pública y abierta no sólo se convirtió en su mejor protección, sino que incluso ofrecía una imagen de prestigio e idealismo. En el caso de Belarús, los destinatarios han sido medios de comunicación como Radio Liberty, RB Brain, Belstat, BelBiz, European Radio for Belarus y Narodnaya Volya; ONG como el Human Rigths Center Viasna, e incluso agencias estatales que aceptan gustosamente unos fondos muy atractivos por ser gratis, aunque hacerlo dé una impresión de atraso o necesidad. Naturalmente, no se trata de acciones desinteresadas, sino de un medio para propagar la cosmovisión y los valores occidentales en la opinión pública.

En definitiva, el riesgo de instrumentalización de un posible nuevo Gobierno en Belarús es una posibilidad real, sobre todo por los innegables intereses, tanto de Rusia por mantener su privilegiada ascendencia sobre Belarús como de EE. UU. por continuar con su exitosa estrategia de reducir y debilitar el área de influencia geopolítica de Moscú (Djurković, 2021). Tal posibilidad es aún más factible por la ausencia de partidos políticos con un proyecto claro. Esto puede hacer que la voluntad popular se difumine, dándose casos en los que tras la caída del mal gobernante gracias a las masivas movilizaciones ciudadanas pacífica, surge otro régimen igualmente decepcionante, como es el caso de la debilitada y dividida Ucrania de Poroshenko, la Serbia pos-Milošević -hoy en manos del candidato único Aleksandar Vučić- o de Egipto tras la Primavera Árabe, primero con el gobierno islamista de los Hermanos Musulmanes y luego con el regreso del ejército al poder mediante un golpe de Estado tras el aparente éxito de la multitudinaria y genuina movilización popular que forzó la caída de Hosni Mubarak.

Conclusiones

A diferencia de las denominadas revoluciones de colores, en el caso de Belarús el movimiento ciudadano por el cambio de régimen presenta varias características peculiares: su marcado carácter cívico y noviolento, fruto de sus tradiciones históricas e idiosincrasia cultural; el protagonismo de las mujeres, con la fascinante introducción práctica de la ética del cuidado en el mapa político-social belarruso, y el marcado carácter interno de las protestas, ya que el grueso de la población sigue considerando a Rusia como un país amigo y no hay una demanda destacable de acercamiento a la UE y mucho menos a la OTAN. Al mismo tiempo, la ausencia de partidos políticos de oposición sólidos hace temer que el futuro del país pueda caer en manos de los grupos que muestren mejor organización y cuenten con mejores apoyos económicos, mediáticos y políticos sin que necesariamente tengan entre sus prioridades los principios de justicia social y democracia del movimiento, lo que puede despejarles el camino al poder en beneficio de potencias extranjeras, como lo demuestran experiencias similares en otros países.

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1Bielorrusia o Belarús: ambos topónimos señalan dos realidades distintas, dos épocas y dos formas de vida opuestas en la historia del país. La denominación más conocida, más empleada en el castellano, y recomendada por la Real Academia Española, es Bielorrusia. Históricamente, el topónimo hace referencia a Alba Ruthenia (Rus Blanca) -nombre medieval que se daba a los Estados eslavos orientales, generalmente con un gobierno monárquico que reunía a una federación de “tribus”-. El término Alba Ruthenia apareció por primera vez en la literatura medieval alemana y latina. Durante el siglo xvii los zares de Rusia utilizaban el término Rus Blanca para referirse a este país, tratando de recuperar su patrimonio de la Comunidad Polaco‑Lituana. Durante el Imperio Ruso este territorio fue nombrado Bielorrusia, término que perduró con el nombre completo de República Socialista Soviética de Bielorrusia hasta la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la adquisición de la independencia de Belarús. A partir de 1991 el nombre oficial de este territorio es República de Belarús, aunque en España, oficialmente, se sigue usando Bielorrusia. El término Bielorrusia puede suscitar debates. Decir Bielorrusia significa dar continuidad a la supeditación a la palabra Rusia, con sus connotaciones de imposición política, cultural, lingüística y económica. Por esta razón, nuestro estudio opta por el actual nombre oficial del país, Belarús, como referencia a un Estado independiente (Kárpava, 2013).

2York, Steve (2002), Bringing Down a Dictator. WETA y York Zimmerman.

3Arrow, Ruaridh (2011), How to Start a Revolution. The Big Indie.

4“Siempre estoy listo para todos, pero por mi parte hasta sería feo… ¿Qué debatiríamos con ella? [...] Ella acaba de preparar unas croquetas, tal vez, acaba de dar de comer a los niños, aún tiene el olor agradable a la croqueta, mientras aquí tiene que debatir sobre preguntas desagradables como las que me hiciste. Si yo ya conozco sus posibilidades” [traducción propia], Komsomolskaia Pravda, 6 de agosto de 2020, consultado el 07.09.2020, en https://www.kp.ru/online/news/3969736/.

5“Nuestra Constitución no está hecha para la mujer. Nuestra sociedad no ha madurado para votar por una mujer”, afirmaba el presidente Lukashenko. Dichas palabras provocaron una ola de indignación entre las mujeres belarrusas. Cf. BBC News (2020), Белорусcкие женщины отвечают на цитату Лукашенко про конституцию [Las mujeres belarrusas responden a la cita de Lukashenko sobre la Constitución], YouTube 15 de julio. Consultado el 09.09.2020, en https://www.youtube.com/watch?v=haC9cf1MI6Y&ab_channel=BBCNews-Русскаяслужба.

6Ver la referencia de la nota anterior.

7Cf. TUT.BY (2020), “Пострадавшие от действий силовиков в БСМП Минска” [Víctimas de las acciones de las fuerzas en el Hospital de Urgencias (BSMP) de Minsk], YouTube, 15 de septiembre. Consultado el 15.09.2020, en https://www.youtube.com/watch?v=Gf41zgfr1Hk.

8Bzegezhev, Ashad (2020), “Не Майдан. Почему сравнивать протесты в Украине и Белоруссии некорректно” [No Maidán. Por qué no es correcto comparar las protestas en Ucrania y en Belarús], Snob.ru, 19 de agosto. Consultado el 19.09.2020, en https://snob.ru/entry/196696/.

9Cf. Zeinalova, Irada (2020), “‘Мы не Украина’: чего хотят протестующие в Белоруссии” [No somos Ucrania: qué quieren los manifestantes en Belarús], Facebook, 24 de agosto. Consultado el 24.08.2020, en https://www.facebook.com/zeinalovatv/videos/222650045842101/.

10Interfax.ru (2020), “Шульман сочла неуместным сравнение белорусских протестов с майданом” [Shulman considera inapropiado comparar las protestas de Belarús con las del Maidán], 11 de agosto. Consultado el 10.09.2020, en https://www.interfax.ru/russia/721257.

11Lucien, Jacques (2020), “Biélorussie vis-à-vis de Moscou, une dépendance à double tranchant”, Libération, 16 de agosto. Consultado el 16.09.2020, en https://www.liberation.fr/planete/2020/08/16/vis-a-vis-de-moscou-une-dependance-a-double-tranchant_1796957/.

12Recordemos que el artículo fue escrito entre agosto 2020 y enero 2021, por lo que todas las coincidencias con los acontecimientos del año 2022 se deben a la proyección histórica y la lógica de los acontecimientos.

13Baunov, Alejandro (2020), “Локализация свободы. Свои и чужие в белорусском протесте, Центр Карнеги” [Localización de la libertad. Los suyos y los ajenos en la protesta belarrusa. Centro Carnegie], Carnegie Endowment for International Peace, 14 de agosto. Consultado el 14.09.2020, en https://carnegie.ru/commentary/82482.

14Cf. Goldentsvaig, C. (2021), “Как бывшие белорусские силовики борются с Лукашенко, Редакция спецреп” [Cómo los exagentes de seguridad luchan contra Lukashenko. Redacción del reportaje especial], Facebook. Consultado el 16.02.2021, en https://www.facebook.com/epramovaorg/videos/700410200627255.

15La ética del cuidado, propuesta por Carol Gilligan, ha conseguido dar un giro al marco conceptual del patriarcado y diseñar un nuevo paradigma que ensancha el horizonte de la ética y de la democracia. Según la autora, el patriarcado puso límites a la voz de las mujeres guardianas del valor del cuidado, que debería ser respetado en la misma medida que la justicia. El cuidado no es una simple cuestión doméstica (cuidado de ancianos, menores, enfermos, débiles, etc.), sino un nuevo enfoque para tratar cada caso concreto desde la peculiaridad de su contexto y circunstancias.

16Ayuntamiento de Fuenlabrada (2015), “Materiales y conclusiones del taller sobre ecofeminismo”, Foro de Sostenibilidad de la Agenda 21 de Fuenlabrada, Taller de Ecofeminismo. Consultado el 10.10.2020, en https://www.ayto-fuenlabrada.es/recursos/doc/21017_23232015141429.pdf.

17Cf. Настоящее Время [Tiempo presente] (2020), “Беларусь. Протесты. День 11” [Belarús. Protestas. Día 11.], YouTube, 19 de agosto. Consultado el 19.08.2020, en https://www.youtube.com/watch?v=j1XEbztKWwY&ab_channel=НастоящееВремя.

18Cf. Настоящее Время [Tiempo presente] (2020), “Рабочие против Лукашенко” [Trabajadores contra Lukashenko], página de Facebook, 17 de agosto. Consultado el 17.08.2020, en https://www.facebook.com/currenttimetv/videos/291816048781516.

19Cf. Roth, Andrew (2020), “Belarus Blues: Can Europe’s ‘Last Dictator’ Survive Rising Discontent?”, The Guardian, 16 de julio. Consultado el 26.09.2020, en https://www.theguardian.com/world/2020/jun/16/slipper-revolution-lukashenkos-reign-under-pressure-in-belarus; y The Guardian (2020), “The Guardian View on Belarus: Slippers and Democracy”, 3 de septiembre. Consultado el 10.09.2020, en https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/aug/03/the-guardian-view-on-belarus-slippers-and-democracy.

20Cf. Dozhd (2020), “Женский марш солидарности в Беларуси” [La marcha solidaria de las mujeres en Belarús], página de Facebook de Телеканал Дождь, 29 de septiembre. Consultado el 01.10.2020, en https://www.facebook.com/324852143799/videos/317604306227609.

21Cf. Sputnik (2020), “Генпрокуратура предупредила об усилении ответственности за забастовки” [La fiscalía advierte sobre el incremento de la responsabilidad por participar en las huelgas], Sputnik, 17 de septiembre. Consultado el 17.09.2020, en https://sputnik.by/incidents/20200917/1045702985/Genprokuratura-predupredila-ob-usilenii-otvetstvennosti-za-zabastovki.html.

22Sugerimos consultar información sobre la fuerza del movimiento de los partisanos bielorrusos en las épocas de invasión externa, como la francesa (siglo xix) o alemana (siglo xx). En relación a este último período es de destacar el papel de Vasili Korzh, el que organizó el primer grupo guerrillero en los bosques belarrusos. Cf. Epramova (2020), “Артемий Троицкий о белорусском фирменном методе ненасильственной борьбы - киберпартизанах и том что любая революция должна иметь зубы и кулаки, чтобы защитить себя” [Artemy Troitsky sobre el método patentado belarruso de lucha noviolenta: los ciberpartisanos y el hecho de que cualquier revolución debe tener dientes y puños para protegerse], página de Facebook de Кропка, 23 de septiembre. Consultado el 23.09.2020, en https://www.facebook.com/epramovaorg/videos/634722017212486.

23La bandera rojiblanca (lejos de ser una creación de la revolución de colores) fue propuesta por Klaudzi Duzh-Dusheuski en 1917, para su uso por la República Popular de Bielorrusa. Fue utilizada en el Consejo de la República Popular Bielorrusa en el Exilio en 1918, estuvo vigente en Belarús Occidental hasta 1939, se utilizó entre 1942 y 1944 bajo la ocupación alemana y de nuevo entre 1991 y 1995. El color rojo y el blanco habían sido utilizados tradicionalmente en la heráldica del Gran Ducado de Lituania (donde fue integrada Belarús) y en la de la Confederación Polaco-Lituana. Los colores provienen del escudo de armas (Pagonia) tradicional de Belarús, en el que aparecía un caballero de color blanco sobre un fondo rojo.

24Cf. TUT.BY (2020), “Заявление подполковника полиции Юрия Махнача” [Declaración del teniente coronel de la policía Yuri Majnach], Facebook, 17 de agosto. Consultado el 19.09.2020, en https://www.facebook.com/100004598263899/videos/1709685315861394/.

25Cf. BBC News (2020), “Хорошего выхода нет ни для кого: Микита Микадо” [No hay buena salida para nadie: Mikita Mikado], página de Facebook de BBC News Russian, 18 de septiembre. Consultado el 20.09.2020, en https://www.facebook.com/bbcnewsrussian/videos/341937336924861.

26Cf. Goldentsvaig, C. (2021), “Как бывшие белорусские силовики борются с Лукашенко, Редакция спецреп” [Cómo los exagentes de seguridad luchan contra Lukashenko. Redacción del reportaje especial], página de Facebook de Кропка, 16 de febrero. Consultado el 16.02.2021, en https://www.facebook.com/epramovaorg/videos/700410200627255.

27Ver nota anterior.

28Cf. Katz, Maxim (2020), “Лукашенко встретился с оппозицией в СИЗО. Что это значит” [Lukashenko se reunió con la oposición en un centro de detención preventiva. Qué significa este hecho], YouTube, 10 de octubre, 7:55-8:12 min. Consultado el 10.10.2020, en https://www.youtube.com/watch?v=dX8upBJe6eg&ab_channel=МаксимКац.

29El vídeo fue difundido a través de la siguiente página: https://charter97.org/ru/news/2020/8/18/390068/. Charter’97 (2020), “Белорусы гонят Лукашенко по улице, Хартия” [Belarrusos persiguen a Lukashenko por la calle], 18 de agosto. Consultado el 10.09.2020.

30Cf. Dozhd (2020), “Женский марш солидарности в Беларуси” [Marcha solidaria de mujeres en Belarús], página de Facebook de Телеканал Дождь, 29 de agosto, 2:30-3:00 min. Consultado el 01.10.2020, en https://www.facebook.com/324852143799/videos/317604306227609.

31Aquí habría que destacar que hubo un llamamiento a formar las patrullas ciudadanas. Según la Ley n.º 214-3, de 26.06.2003, los ciudadanos, ejerciendo su derecho a la protección contra la violencia ilegal, pueden, de forma voluntaria y en común acuerdo, con la notificación del organismo territorial de asuntos internos, crear grupos locales de defensa ciudadana en su lugar de residencia. Esta ley posibilitaba la creación de las patrullas de barrio en contra del régimen dictatorial. No obstante, pocas semanas después de esta iniciativa, los medios de comunicación estatales de Belarús anunciaron el inicio de la creación de patrullas populares para apoyar a las fuerzas de seguridad del Gobierno. Todos los belarrusos mayores de edad podían participar a cambio de una retribución económica. De esta forma se intentó debilitar la iniciativa inicial. Cf. Polymia (2020), “Добровольные дружины формируются в помощь милиции” [Se forman escuadrones de voluntarios para ayudar a la policía], Polymia.by, 20 de octubre. Consultado el 20.10.2020, en http://www.polymia.by/2020/10/dobrovolnye-druzhiny-formiruyutsya-v-pomoshh-milicii/.

32Cf. Komsomolskaia Pravda, “Белорусы отказываются платить за коммунальные услуги. Разбираемся, в чем дело” [Los belarrusos se niegan a pagar los servicios públicos. Averigüemos qué está pasando], Komsomolskaia Pravda, 27 de septiembre. Consultado el 29.09.2020, en https://www.kp.ru/daily/217174/4277472/.

33Cf. CTVBY (2020), Лукашенко: Домохозяйка Тихановская забыла, что Президент Беларуси её спас! [Lukashenko: ¡La ama de casa Tikhanovskaya olvida que el presidente de Belarús la salvó!], 9 de octubre, YouTube. Consultado el 06.02.2021, en https://www.youtube.com/watch?v=nOVMB2qmGqA.

34Cf. La Vanguardia (2020), “Lukashenko responde fusil en mano a las manifestaciones masivas contra él”, 23 de agosto. Consultado el 23.09.2020, en https://www.lavanguardia.com/internacional/20200823/482985558164/lukashenko-bielorrusia-manifestacion-fusil.html.

35Maldzis, Adam (2010), Шляхецкая культура Беларусі (xvii-xix стст.), Минск: Белорусская цифровая библиотека [Cultura de la shliajta en Belarús (siglos хvii-хiх), Minsk: Biblioteca virtual de Belarús], LIBRARY.BY, 9 de diciembre. Consultado el 15.11.2020, en https://library.by/portalus/modules/belarus/readme.php?subaction=showfull&id=1291898903&archive=1292000877&start_from=&ucat=&.

36Ver nota anterior.

37Ver nota n.º 34.

38Banco Mundial (2021), “Estimación del índice GINI entre 1967 y las últimas cifras disponibles”. Consultado el 07.02.2021, en https://datos.bancomundial.org/indicador/SI.POV.GINI?most_recent_value_desc=false.

39Bezpalko, Bogdan (2020), “Кто продвигает интересы США в Белоруссии: единство власти и оппозиции” [Quién mueve los intereses de EE. UU. en Belarús: unidad del poder y de la oposición], Eadaily.com, 31 de enero. Consultado el 31.01.2021, en http://eadaily.com/ru/news/2020/01/31/kto-prodvigaet-interesy-ssha-v-belorussii-edinstvo-vlasti-i-oppozicii.

40Ignatius, David (1991), “Innocence Abroad: The New World of Spyless Cups”, The Washington Post, 22 de septiembre. Consultado el 12.09.2020, en https://www.washingtonpost.com/archive/opinions/1991/09/22/innocence-abroad-the-new-world-of-spyless-coups/92bb989a-de6e-4bb8-99b9-462c76b59a16/.

Recibido: 22 de Junio de 2021; Aprobado: 08 de Julio de 2022

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