1.Introducción
Los cambios socioculturales de las últimas décadas, la prevalencia de las imágenes y la virtualidad en la esfera cotidiana, han afectado en los modos y prácticas tradicionales de conducir los procesos de investigación social (Rodrigues, 2022). Estos procesos se han caracterizado por un aumento en el uso y la exploración de métodos y técnicas de investigación no convencionales, la implementación de estrategias de producción y análisis de datos novedosas y la apertura hacia diseños de investigación en formatos mediados por la virtualidad (Mazzucchelli & Íñiguez-Rueda, 2023).
En este escenario, significativos han sido los aportes de las investigadoras feministas, que desde la década de los 70´ han contribuido a una profunda redefinición epistemológica y metodológica del quehacer científico, sus procedimientos y técnicas llegando a cuestionar a la ciencia tradicional como modo hegemónico de producción de verdad (Harding, 1998; Martínez et al., 2014). Uno de los principales propósitos de esta perspectiva, ha sido avanzar en el desarrollo de estrategias de investigación que pongan el acento en la realidad de colectivos que han sido sistemáticamente excluidos, como ha sido el caso de las mujeres (Harding, 1998).
Sin embargo, la literatura ha señalado que la producción académica rara vez se ha centrado en la exclusión social y el edadismo que afecta a las personas mayores, y en específico a las mujeres mayores (Calasanti, 2020; Freixas, 2021). Esta desatención también se observa al interior de los feminismos (Freixas, Luque & Reina, 2012) y desde el abordaje que las propias Ciencias Sociales han realizado, donde se ha favorecido la normalización de la exclusión de la población mayor (Calasanti, 2020). Del mismo modo, la discriminación por motivos de edad también ha sido reproducida a través de diseños de investigación que ignoran las necesidades específicas de este grupo, reproducen una imagen estereotipada sobre la edad (Guarinos & Medina, 2023) e infantilizan a las personas mayores, tratándolas como sujetos de asistencia, pasivos, y mermando así su agencia en el proceso investigativo (Mazzucchelli & Íñiguez-Rueda, 2023).
Las personas mayores experimentan con mayor frecuencia que otros grupos etarios múltiples formas de exclusión, pudiendo ser más susceptibles a enfrentarse a una discriminación por motivos de edad -ageism/edadismo- (Scharf & Keating, 2012). Entre los impactos de la exclusión social, la participación en la sociedad de las personas mayores se ve reducida, el goce y reconocimiento efectivo de sus derechos es limitado, y su vida cotidiana y relaciones sociales se ven afectadas de manera compleja (Walsh, Scharf, & Keating, 2017). La ausencia de estudios que aporten a la comprensión de la exclusión y el edadismo que afecta a la población mayor, además incide en una limitada respuesta institucional y pública para abordar las problemáticas y necesidades de este grupo (Walsh, Scharf, Van Regenmortel & Wanka, 2021).
En este artículo, se ofrece una reflexión sobre la implementación de la estrategia de la Foto-provocación (Corredor & Íñiguez, 2016) en articulación con la Metodología de las Producciones Narrativas (MPN) (Montenegro, Balasch & Pujol, 2022) aplicadas en contexto virtual en el campo de los estudios de vejez, basándonos para ello en una experiencia de investigación con mujeres mayores de Chile.
De esta manera, el objetivo es reflexionar sobre la contribución de este andamiaje metodológico en el campo de los estudios de vejez y su aporte en el combate contra el edadismo que se reproduce desde la ciencia convencional, afectando a la población mayor en los procesos de investigación.
Edadismo y Exclusión Social de las Personas Mayores
Entre los aspectos socioculturales y/o simbólicos de la exclusión social encontramos el edadismo (Scharf & Keating, 2012). Butler acuño el término “Age-Ism” -traducido como edadismo al castellano-, para referirse a la discriminación que afecta a las personas mayores solo por el hecho de tener más edad (OPS, 2021). Este término se refiere a estereotipos, prejuicios y comportamientos que se utilizan para categorizar y dividir a las personas, los que se basan en una imagen homogénea y negativa de la vejez (Calasanti, 2020). El edadismo, se traduce en conductas que devalúan y menoscaban a las personas mayores, de manera consciente o inconsciente, siendo una de sus mayores consecuencias la exclusión social de este grupo (OPS, 2021). La literatura ha reportado que la discriminación por motivos de edad -edadismo- que se perpetúa hacia las personas mayores es un grave problema mundial que favorece la exclusión social y la reproducción de desigualdades en la población mayor (Calasanti, 2020). Fenómeno que se incrementó en el contexto de crisis sanitaria mundial por Covid-19, ya que las personas mayores fueron representadas con estereotipos negativos asociados a la fragilidad, dependencia, y catalogadas como sujetos improductivos que representaban un gasto económico para el estado (Guarinos & Medina, 2023).
Walsh et al., (2017) han descrito que la exclusión social en la vejez puede resumirse en diferentes dimensiones que afectan a las personas mayores: la comunidad, los servicios, las relaciones sociales, los recursos económicos y materiales, la participación cívica, y el ámbito sociocultural, y es en este último ámbito donde ubicamos a la discriminación por edad. No obstante, la exclusión y el edadismo en la vejez son procesos complejos y dinámicos, que se intersectan con diversos mecanismos de desigualdad, afectando de forma diferenciada a la población mayor, y agravándose para el caso de las mujeres, las disidencias sexo-genéricas, los pueblos originarios, las personas en situación de discapacidad, entre otros (Freixas, 2021)
Sin embargo, pese a la magnitud de estos problemas, las estrategias y políticas públicas para combatirlos se han centrado en la dimensión económica de la exclusión social, enfocándose en la pobreza y el desempleo, descuidando así los procesos de exclusión simbólica y el edadismo (OPS, 2021). Si bien el edadismo convive con otras formas de exclusión y desigualdad en la vejez, se distingue de éstas en que es una fuente de desventajas que afecta a todas las personas que alcanzan edades avanzadas. De igual modo, estas problemáticas han sido abordadas escasamente por los investigadores, los que han focalizado sus estudios sobre el envejecimiento y la vejez, principalmente en los aspectos económicos, de seguridad social y o deterioro orgánico-funcional (Calasanti, 2020; Walsh, et al., 2021).
Algunos autores han señalado que esta ausencia en el abordaje puede deberse a que la discriminación por motivos de edad se ha naturalizado y expandido a nivel social en las prácticas y relaciones que establecemos cotidianamente, volviéndola difícil de combatir (Calasanti, 2020; Freixas, 2021).
De modo tal que las personas van cursando su trayectoria de vida temiendo y/o rechazando envejecer, realizado esfuerzos para aplazar parecer viejo/a y deseando no ser considerados como tales (OPS, 2021). El edadismo genera un deterioro en la salud de las personas, pudiendo conducir al aislamiento social, a mayores niveles de deterioro, empobrecimiento y a la reducción de la esperanza de vida. En suma, el edadismo no se reduce a otras desigualdades ni sólo multiplica éstas en la vejez. La discriminación por edad es su propia opresión, distinta de las exclusiones que sustentan otros mecanismos de desigualdad (Calasanti, 2020).
Feminismos e inclusión del edadismo: Un debate necesario
Dentro los principales postulados de la crítica feminista a la ciencia, se afirma que el género en interacción con otras categorías de diferenciación como la etnia, la edad, la clase, la raza, etc. es un organizador de la vida social. A su vez, esta perspectiva señala que a través de la ciencia no solo se deben comprender los fenómenos sociales, sino que es menester transformar y mejorar las condiciones de vida de las personas y comunidades (Blazquez, 2012). Pese a que existen diferentes corrientes y teorías al interior de los estudios feministas, éstas comparten a la base que la investigación feminista se caracteriza por ofrecer una variedad de métodos y herramientas para producir una ciencia alternativa, en favor de colectivos que han sido excluidos como es el caso de las personas mayores y las mujeres en particular. Dentro de sus características se incluiría: (a) el valorar las experiencias de las mujeres como recurso para el análisis social; (b) el plantear nuevos objetivos de investigación, más allá de los formulados por los teóricos, incorporando las preocupaciones de las mujeres-participantes de los procesos de investigación; y (c) el promover la reflexividad sobre la posición del investigador y los elementos de desigualdad y poder que afectan la producción de conocimiento (Harding, 1998; Martín & Muñoz, 2014).
No obstante, una de las limitaciones que presentan las contribuciones feministas, es que éstas se han desarrollado en un plano teórico-epistemológico, siendo reducidas las herramientas prácticas que ofrezcan una guía y orientación que aporte a la implementación de diseños de investigación (Martín & Muñoz, 2014). Una segunda limitación afín con este trabajo es que, pese a que la perspectiva feminista comparte que la opresión basada en la `edad´ es un problema social de amplia envergadura que afecta a las personas mayores en general y se agrava en el caso de las mujeres (Freixas, 2021), suele abordar en sus postulados la `edad´, como parte del etcétera de desigualdades que afecta la vida de las mujeres al envejecer. Desigualdad sobre la cual no sería necesario teorizar, pues los y las investigadores tendrían un conocimiento de tipo `natural´ sobre la misma, al ser el envejecimiento un proceso biológico, inherente al desarrollo humano (Calasanti, Slevin & King, 2006; Freixas et al., 2012).
Esta desatención puede verse reforzada ya que, los modelos convencionales de envejecimiento y vejez al considerar la categoría edad al interior de sus análisis, aíslan esta dimensión, universalizando y homogenizando a las personas mayores, sus características y problemáticas, no prestando interés suficiente en la articulación de las diversas categorías de exclusión que impactan diferencialmente en las trayectorias de vida en la vejez (Gullette, 2017). Además, es usual que en los modelos convencionales de envejecimiento se equipare la vejez de hombres y mujeres y tan solo se añada el género sin atender a su compleja expresión en esta etapa (Mazzucchelli et al., 2023).
Como efecto de este abordaje, es recurrente que se represente a las mujeres mayores desde los mandatos tradicionales de género y se las rotule como frágiles, vulnerables y pasivas, ubicándolas principalmente en la esfera doméstica-familiar (Freixas, 2021; Gullette, 2017), junto con invisibilizar los recursos y habilidades que las mujeres despliegan en diferentes espacios sociales (Mazzucchelli et al, 2023).
Un segundo argumento que permite entender esta desatención es que, el estudio del envejecimiento y la vejez estuvo ausente durante años en los estudios feministas, pues éstos se centraban en otras etapas de la vida de las mujeres (reproductiva - laboral) y sus diferentes formas de exclusión. Por tanto, recién en la década de los 90´comienza a emerger un interés por indagar la relación entre el género y la edad, y las mujeres mayores pasan a ser objetos de estudio (Gonzálvez & Lube, 2020). De esta manera, aunque aún es incipiente su desarrollo, en los últimos años hemos visto los esfuerzos de las perspectivas feministas por explorar las problemáticas, necesidades y recursos de las mujeres mayores y su intento por posicionar a éstas como un asunto público (Freixas, 2021; Gonzálvez & Lube, 2020).
2. Metodología
Como hemos señalado, en este trabajo compartimos una experiencia de investigación desarrollada desde una perspectiva feminista (Harding, 1996). El estudio se planteó desde un diseño de investigación cualitativo (Denzin, 1998), el que no puede considerarse independientemente de sus métodos, del proceso de investigación y la construcción del fenómeno de estudio (Flick, 2012). La investigación se desarrolló entre los años 2018 y 2022, y en ella participaron las mujeres mayores de la Agrupación Bordadoras por la memoria. Este colectivo nació en la ciudad de Valparaíso-Chile en el año 2016, con el fin de rescatar la memoria social por medio del arte de bordar (Mazzucchelli et al., 2023).
La investigación se vio impactada por la pandemia mundial por covid-19, crisis sanitaria que implicó una adaptación al diseño metodológico previsto inicialmente, el que fue redefinido para su aplicación en el contexto virtual. De esta manera, conforme los propósitos del estudio y con la finalidad de no propiciar una producción de conocimientos que dejase de lado el saber de las mujeres (Harding, 2002) se dividió en dos momentos el trabajo con las participantes; En el primero de ellos se realizaron entrevistas con orientación biográfica (Bertaux, 2005) para conocer sus trayectorias y relatos de vida desde una mirada singular. Y en un segundo momento se articuló la estrategia de la Foto-provocación en diálogo con la Metodología de las producciones narrativas (MPN) para discutir el material construido en el primer momento y producir un nuevo conocimiento en conjunto con las participantes (Balasch & Montenegro, 2003). Dado que este artículo se centra en el segundo momento, a continuación, se describe de forma más detallada cada una de estas herramientas y su implementación en esta experiencia de investigación.
2.1 Foto-provocación y Producciones Narrativas: Una propuesta metodológica adaptada al contexto Virtual
Para reconocer a las mujeres mayores como sujetos de conocimiento y rescatar sus saberes, se utilizó la Metodología de las Producciones Narrativas (MPN) la que consiste en la elaboración conjunta entre participantes e investigadores, de un texto que se que se va construyendo en diferentes encuentros, a través de la conversación de distintos tópicos en relación con el interés del estudio (Balasch & Montenegro, 2003; Montenegro, Balash & Pujol, 2022). Desde la MPN, la producción de conocimiento es entendida como saberes situados, parciales, a partir del encuentro entre múltiples actores. De esta forma, a través de la investigación no se persigue un único conocimiento y/o verdad, sino más bien recuperar la forma en que las participantes quieren transmitir su visión respecto a un tema, desde la construcción colectiva (Balasch y Montenegro, 2003; Montenegro et al., 2022). La MPN fue propuesta inicialmente por sus autores para ser implementada de forma individual en la díada participante - investigador. Sin embargo, en este estudio dada las características de las participantes y los objetivos que persiguen como agrupación, se utilizó la MPN ajustando su implementación al contexto grupal.
Complementariamente, y dado el contexto virtual en el que acontecía el desarrollo de la investigación se utilizó la estrategia de foto-provocación, que emplea fotografías, imágenes y videos para provocar y despertar la reflexión de los participantes ante el abordaje de una temática (Corredor y Íñiguez, 2016). Se incluyó esta estrategia con el fin de poder incentivar el diálogo y profundizar en los tópicos que emergían en cada uno de los encuentros. Por lo general, las fotografías que estimulan y provocan el diálogo son aquellas que generan extrañeza, o no representan la cotidianeidad de los participantes (Corredor & Íñiguez, 2016). De esta forma, se incorporaron imágenes institucionales del Gobierno de Chile, representativas de la Política Nacional de Envejecimiento, y difundidas a través de diferentes medios de comunicación (redes sociales, Youtube, sítios web, etc.) y sus canales oficiales. La mayoría de las imágenes caracterizaba a las personas mayores por medio de contenidos de carácter sexista o edadista. También se compartieron videos en torno a políticas y/o programas públicos dirigidos a la población mayor. Por último, dado el contexto sociopolítico de Chile en el que se llevó a cabo el estúdio (masivas movilizaciones ciudadanas de octubre de 2019), además se incluyeron noticias relevantes que estaban bajo el escrutinio público, y que fueron declaradas como de interés por las propias participantes. Los cinco encuentros realizados fueron grabados de forma íntegra en la misma plataforma (Zoom) y cada sesión tuvo una duración de 2,5 horas en promedio.
A partir de lo discutido en cada encuentro, la investigadora principal realizó un recuento de lo discutido elaborando una primera textualización de la discusión, que continuó siendo trabajada colectivamente, incluyendo los aportes de cada una de las participantes en las sesiones posteriores. El hilo principal del texto fue validado también en conjunto con las mujeres mayores. Para poder resguardar la participación durante todo el proceso, y promoviendo la agencia de las mujeres mayores, se habilitó un chat para favorecer la comunicación a través de la aplicación de WhatsApp (esta aplicación de mensajería es la más utilizada por las participantes).
Por medio de este chat, se promovió una conversación fluida que permitió reforzar informaciones sobre fechas de cada sesión, facilitar la capacitación en el uso de la plataforma zoom.org (utilizada para cada encuentro) por medio de videos tutoriales, intercambio y debate de ideas en torno al trabajo de “textualización” que se desarrollaba desde la MPN, entre otras. Si bien en un comienzo el chat fue utilizado principalmente con información difundida por la investigadora, terminó convirtiéndose en un espacio de diálogo e intercambio de opiniones a nivel grupal. Este diálogo contribuyó al trabajo de campo pues, entre cada una de las sesiones al menos transcurría una semana, tiempo durante el cual las participantes seguían elaborando y sugiriendo elementos para añadir o discutir en cada encuentro, promoviendo que éstos se integrasen en la siguiente sesión. Además, este chat facilitó que dos de las participantes que estuvieron ausentes en una de las sesiones, pudieran enviar sus comentarios del escrito, los que fueron incluidos de igual modo en el texto a trabajar. A continuación, se presenta una tabla de resumen con los principales momentos metodológicos y sus características, con el fin de evidenciar el procedimiento desarrollado en la investigación.
3. Consideraciones Finales
En este artículo nos propusimos compartir una reflexión sobre la complementariedad del uso de la Foto-provocación y la Metodología de las Producciones Narrativas (MPN), aplicadas en contexto virtual en el campo de los estudios de vejez y exclusión social. En esta línea, una primera reflexión se asocia a lo positivo que fue la implementación de la MPN y la foto-provocación de manera complementaria, pues estas estrategias impulsaron el diálogo en torno a diferentes temáticas asociadas a la historia de vida de las participantes y al contexto político y socio- histórico que ha acompañado sus trayectorias, las que de otro modo hubiesen resultado difíciles de exponerse, más aún de forma remota. Además, el uso de ambas estrategias propició el dinamismo en cada encuentro que, al desarrollarse de modo no presencial, podía resultar agotador y monótono (sesiones extensas).
Igualmente, la investigadora disponía de menos recursos (como el tono de voz, cambios de posición o de espacio, lugar confortable para el encuentro, refrigerios, etc.) para llamar la atención y/o resguardar el desarrollo de la sesión e incentivar la participación del grupo, ya que al transcurrir ésta a través de una pantalla (computadora) se dificultaba percibir y/o atender a todas las participantes y su grado de interés. No obstante, esta limitación fue subsanada por medio de las estrategias metodológicas empleadas, ya que éstas dentro de sus objetivos persiguen promover el protagonismo de los participantes. En el caso de esta investigación, las mujeres mayores de forma espontánea utilizaron estas herramientas, condujeron objetivos de interés y gestionaron a través de éstas el trabajo que se estaba desarrollando de manera colectiva. Esta apropiación y agencia de las participantes puede comprenderse también considerando que ambas herramientas utilizan elementos familiares para ellas, las imágenes-fotografías y las narraciones-relatos son aspectos recurrentes en la vida cotidiana de las mujeres. De esta manera, el uso de las técnicas de producción de información fue un acierto, ya que éstas promueven un lenguaje cercano a las participantes. Además, sus procedimientos son flexibles, pudiendo ajustarse a los requerimientos del grupo y contexto del estudio.
Por otra parte, el trabajo con fotografías no fue accesorio, ni tampoco se limitó a una sesión en particular. No se trataba de utilizar la MPN y luego puntualmente añadir el uso de imágenes para activar al grupo o bien, realizar una dinámica lúdica con uso de fotografías. Por el contrario, el uso de la Foto-provocación en sintonía con la MPN, fue transversal durante todo el trabajo de campo, resultando central para debatir en torno a diferentes temáticas, reconocer ideas, discutir posicionamientos y conducir así la textualización que se iba produciendo. A través de las imágenes se instaba a problematizar y profundizar la discusión, al mismo tiempo que se daban pistas para orientar las sesiones posteriores, en relación con la respuesta que las participantes iban adoptando.
Además, la Foto-provocación también favoreció la sensibilización frente algunas temáticas que vinculaban experiencias biográficas de las mujeres mayores y sus reivindicaciones actuales. A través de las imágenes las participantes recuperaban recuerdos, compartían diferentes situaciones vividas, reminiscencias, las que iban encontrando cabida en la construcción de un texto común (MPN), y adquiriendo nuevos significados personales y colectivos.
De este modo, el uso de estas estrategias instó a que las participantes se conmovieran y conectasen desde algún lugar biográfico, el que podía no ser igual para todas, pero que aportaba a la elaboración conjunta y las ayudaba a conocerse como integrantes de la agrupación también desde otras facetas y trayectorias.
Por otro lado, las estrategias metodológicas no fueron de uso exclusivo de la investigadora principal. Al estar familiarizadas las participantes con éstas, fueron las propias mujeres las que hicieron uso de imágenes, escogiéndolas y compartiéndolas en la sesión para complementar así la edición del texto que desarrollaban. Esto provocó que ellas condujeran algunos momentos en cada encuentro, promoviendo el debate y reforzando el trabajo que se estaba construyendo, como también re-programando contenidos a trabajar con posterioridad. El grado de injerencia y autonomía de las participantes no es habitual en los estudios conducidos desde la ciencia tradicional, donde la participación de los sujetos ya se encuentra modulada desde diseños metodológicos elaborados previamente, o bien técnicas de recogida de información que definen su participación, limitada a ciertos momentos del proceso y de formas específicas.
Por otra parte, el andamiaje metodológico propuesto amplía las herramientas con las que se desarrolla la investigación con personas mayores (mujeres), desmitificando lo problemático que puede ser el trabajo virtual (y en base a Tics) con este grupo etario. En concreto, por medio de esta experiencia de investigación se ofrecen pistas de como integrar diseños remotos que atiendan a las características de las personas mayores, y de qué forma suplir las dificultades o brecha digital asociada a sus trayectorias. Así, este tipo de diseños también contribuyen a combatir los estigmas y estereotipos asociados a la edad, que representan a las personas mayores como sujetos aislados, pasivos y carentes de herramientas para poder interactuar en un contexto virtual (Calasanti, 2020), y en específico aportan a deconstruir la representación de las mujeres mayores que suele considerarlas pasivas, frágiles y dependientes (Freixas, 2021).
En esta experiencia compartida, también intentamos contrarrestar las relaciones de poder que habitualmente se suscitan en los procesos de investigación. Partiendo por el reconocimiento de como los investigadores internalizan comportamientos edadistas (Calasanti, 2020; Freixas, 2021), resultaba necesario el despliegue de un esfuerzo adicional para atender a la construcción de un diseño metodológico, que lograse hacer frente a esta discriminación. De allí que, tanto en la selección, implementación y evaluación de las estrategias metodológicas se revisó su orientación, el lugar que ocuparían las participantes y se adaptaron sus procedimientos acordes a las necesidades y proceso del grupo. En cada sesión se resguardó un trato respetuoso y honesto con las mujeres, informando y negociando los propósitos perseguidos en el estudio, como también las expectativas que traían individual y colectivamente. Asimismo, se procuró generar condiciones para una reflexión conjunta, habilitando un clima de respeto emocional, incentivando la participación de todas las mujeres de la agrupación, en las formas en las que ellas podían y requerían hacerlo.
Por último, se pudo constatar como las mujeres mayores pueden ser ubicadas y reconocidas como sujetas de conocimiento en la medida en que también dispongamos de técnicas que les permitan el despliegue de su agencia y participación durante todo el proceso de investigación.
A la vez que afirmamos que los saberes producidos por las participantes sobre el ser mujer mayor, sus experiencias y problemáticas, contribuyen a un conocimiento válido en sí mismo. Este conocimiento que fue construido y validado por las mujeres nos ofrece otras versiones, del envejecimiento y la vejez (Montenegro, 2022), aportando a una comprensión más amplia de las problemáticas que las afectan. De esta manera, se puede sostener que la propuesta metodológica presentada adaptada al contexto virtual favoreció la exploración de un saber gerontológico construido desde sus propias protagonistas, intentando contribuir por medio de la praxis investigativa, al reconocimiento de su agencia como sujetas de conocimiento y un trato menos edadista y excluyente hacia las mujeres mayores.